Capítulo 13
Hambrienta.
Las pesadillas me persiguen durante toda la noche. Mi mente no para de reproducir imágenes sobre Wood con un cuchillo en el corazón, el chico del once con el cuello sangrando, mi muerte.De repente, abro los ojos, y lo primero que veo es el plástico, cubierto de tierra, ahora seca y fragmentada que deja ver trozitos azules.
Me levanto. Para mi sorpresa, está noche no he pasado frío, pero tengo un dolor de espalda horrible. La niebla está presente, pero no llueve... todavía. Veo que no hay sol, por lo que no sé si es que la niebla no lo deja ver, o si aún no ha amanecido. Sea como sea, tengo hambre. No he comido nada desde que desayuné en el Capitolio, y ya hace un día de eso. Recojo el plástico, lo meto en la bolsa, y meto ésta en un bolsillo del abrigo.
Emprendo mi camino. Decido bajar la montaña para recoger agua en el río y para conseguir comida. Tal vez en el río pueda conseguir algo.
Tardo apróximadamente dos horas y media hasta ver el río, pero algo me detiene antes. Hay dos tributos. A la que se puede ver a simple vista, es a Spike, tributo del 11. Está tumbada en la hierba. Diría que debería de estar haciendo guardia, pero el sueño la venció. Miro a todos los lugares. No hay tributos a la vista, aparte de Spike y su compañero. Me acerco, y veo que su compañera es Wind, la tributo del 5. Esta dentro de un saco. No tienen armas. ¿Cómo se habrán aliado? Veo una pequeña mochila al lado de Wind. Dudo, pero al final rebusco en ella. Solo tiene una cantimplora y una caja de cerillas, que ya casi se han agotado. Supongo que ayer por la noche intentarían encender un fuego sin éxito.
Pienso en que ahora, a no ser que haya alguna pelea en algún sitio, yo estaré en todas las pantallas de Panem, ya que un robo puede ser interesante. Cojo la cantimplora, porque no me atrevo a quitarlas nada más y me voy. Llego al río, cojo agua, e intento ver algo que pueda comer pero la corriente es demasiado fuerte.
Paso la tarde intentando buscar comida pero no encuentro nada. Lo único que veo es un ratón que se me escapa. Como hierba, pero no me sienta bien y la vomito. Paso la noche en una cueva que encuentro y las pesadillas vuelven a aparecer. Al día siguiente llueve, pero no hay niebla. Relleno mi cantimplora. Hace dos días que no como. Creo que el nombre de "Los Juegos del Hambre" comienzan a tener sentido. Veo un arbusto de bayas pero son venenosas, por lo que las dejo en sus sitio. Me tumbo en el suelo. Tengo demasiada hambre como para seguir. Llevo tres días sin comer.
-Blight, por lo que más quieras, mándame comida por favor.
Digo en alto. No creo que me llegue nada. No creo que haya conseguido ningún patrocinador. Mientras yo robo cantimploras, los demás matan gente. Pero yo no podría haber matado a Spike o a Wind. Seguimos siendo quince. Seguramente que mi muerte les suba el ánimo, pero una vez escuché que para morirte de hambre se necesitan más días. Oigo unos pasos. Intento moverme pero no tengo energía. Ruedo sobre mi cuerpo para intentar huir, pero solo eso. No me pongo de pie. Giro la cabeza, y veo al tributo del Distrito 4, Cliff. Los profesionales. Se acabó mi juego.