5/29/2015

Johanna: Capítulo 62

-Tengo miedo. Tengo mucho miedo... ¿Cómo aguantaste tu esto, sola?-Me preguntó Willow mientras me apretaba con tanta fuerza las manos que estaban blancas debido a ello.
-Es lo único que puedes hacer. Luchar. Si te das por vencido ahora,-Dirigí la mirada a Parker, quién tenía la cara hundida en sus manos.- estás muerto.
-¿Has visto las Cosechas de los demás Distritos?-Preguntó Willow. Era la única que hablaba fluidamente.
-Sí.-Contesté.
-¿Qué tal...? ¿Qué probabilidades hay?
-No lo sé... Solo fue un vistazo rápido... Como todos los años.
-¿Cómo todos los años?-Gritó mi amiga, histérica, soltándome las manos para llevárselas a la cabeza.-Casi todos los años ganan o el 1 o el 2. Y pensando que tu ganaste el año pasado...
-Los Juegos no son estadística Willow... Es solo suerte.-Dijo Parker. Era la primera vez que hablaba.
-En eso el tiene razón.-Añadí. Me froté las manos en el pantalón, suspiré y me levanté del sillón.-Debería de ir a hablar con Blight... ya sabéis somos vuestros mentores. Vosotros, si queréis, las Cosechas, podéis verlas.
Me resultaba tan difícil hablar con ellos ahora. Les miré una última vez, y me marché conteniendo las lágrimas. Parker y Willow ya no parecían Parker y Willow. Parecían zombies. ¿Habría tenido yo la misma pinta el año pasado? Recordaba a la perfección los desagradables sentimientos que me invadían el cuerpo cuando estaba de camino al Capitolio. Wood me ayudaba intentando tranquilizarme. Pero es difícil tranquilizar a una persona que va a morir, sobre todo a una que se agarra a la vida tan fuertemente.
Me senté en el comedor al lado de Blight. No tardó en hablar.
-¿Qué tal están los chicos?
-¿Tu que crees?-Le respondí de mala gana. No quería ser borde con Blight, pero solía serlo demasiadas veces.
-Todos hemos pasado por esto, no es el fin del mundo. Tu les conoces bien. ¿Tienen alguna habilidad especial?
Me mire las manos, que temblaban sin control.
-No... no-lo-sé...-Dije con voz trémula.
-Cálmate, así no les ayudaremos en nada. Sé que esto es duro para ti. Todos hemos tenido cosechas peores y mejores.-Me aseguró Blight, con voz tranquila.
-¿Hay algo peor que esto?-Dije alertándome.-Porque no lo creo.
-Te aseguro que lo hay...-Susurró con voz hueca.-Ahora intenta recordar habilidades especiales que sirvan en los Juegos.
Suspiré.
-Parker es bueno con el hacha... es leñador. Y Willow... Willow es muy ingeniosa... pero hace las cosas sin pensar y eso le puede jugar una mala pasada.
-¿Deberíamos de entrenarles por separado?
-No lo sé...-Admití.-El año pasado yo entrené con Wood.
-Era diferente. Ahora somos dos mentores...-Hice una mueca ante la perspectiva de tener que elegir entre pasar los entrenamientos con Willow o con Parker. Blight tuvo que darse cuenta porque añadió:-Podemos dejarles a ellos que decidan si te resulta más fácil...
-Por favor...-Supliqué.

A la hora de la cena ninguno de los presentes habló mucho. Tampoco ninguno comió demasiado de los platos. Ni siquiera los tributos, los cuales nunca habían visto tanta cantidad de comida junta. Al final de la cena apareció Ray con una fuente de comida que parecía ser toda para él. Realmente jamás había hablado con Ray. ya no era mentor en los Juegos del Hambre, pero tenía entendido que lo había sido de Blight. Se retiró por problemas de salud muy graves, aún así, cada año acompañaba a los mentores y tributos al Capitolio para los Juegos.
Parker y Willow le miraron con algo de miedo. Ray les sonrío, y se puso a hablar con Blight. Parker y Willow se retiraron a descansar, y yo me quede con Blight y Ray.
Minutos después, me fui también a mi habitación. Estaba cansada de todo y necesitaba descansar. Desaparecer de la realidad durante un buen rato me parecía una buena idea, aunque las pesadillas acudiesen a mí. Ya estaba metida en una, otra no sería mucho problema. ¿No?
Al abrir la puerta de mi habitación, me encontré a Parker sentado en la cama.
-¿Qué haces aq...?
Se llevó un dedo a los labios pidiendo silencio. Me acerqué a él procurando no hacer ruido.
-Willow y yo hemos quedado en entrenar juntos, por ti, por ayudarte.
-¿Ayudarme a mi?-Pregunté.
-Escucha...-Pidió Parker.-Sabemos que tu también lo estas pasando mal... Menuda suerte la tuya... Y la mía.-Se quejó el chico.-También hemos quedado en que una vez suene el gong de los Juegos, cada uno irá por su lado. No nos conocemos tanto como para confiar... Y no quiero ser yo quien acabe con ella. Además, es distinta a mi.
-Todo el mundo es diferente.-Me quedé callada durante unos segundos, formulándome una pregunta interiormente. Finalmente, se la hice.-¿Estas dispuesto a matar?
-En un principio, solo usaré la violencia cuando sea estrictamente necesario. Luego supongo que me convierta en un loco o algo de esto y empiece a matar por diversión... Al final ellos solo quieren un buen espectáculo.
-Sí...-Susurré, sumiéndome en mis pensamientos.
-¿Cómo...? ¿Cómo te sientes después de matar a alguien? Quiero decir, tú...
Suspiré. Jamás me había planteado eso.
-Supongo que cada persona lo lleva de una manera.-Me aclaré la voz.-Es raro. A mi no me persiguen tanto las muertes que yo hice, como la gente que intentaba matarme a mí. Supongo que asumí que era necesario matar para ganar. Es parte del Juego, ¿sabes? Creo que aún no conozco a ningún tributo que haya ganado sin mancharse las manos.
-Willow tiene las ideas distintas Johanna... Dice que no va a acabar con nadie. Deberías de hablar con ella. Con esa mentalidad posiblemente no salga ni del Baño de Sangre.
-Lo intentaré.-Suspiré de nuevo.-Ahora deberíamos de dormir. Mañana llegaremos al Capitolio. Será un día largo.
Parker se levantó y me dio un beso en los labios. Yo me sonrojé y miré hacia abajo. Ahora todo parecía tan absurdo, nuestra relación, nuestros encuentros, nuestra confianza...
-Buenas noches.-Me deseó.
-Buenas noches Parker.-Le contesté.

5/23/2015

Blight: Capítulo 43

Hola! Bueno os dejo por aquí este capítulo que ya tenía escrito. Ahora estoy con exámenes finales, así que volveré en una semana o menos y volveré a escribir todo lo que pueda. ¡Mucha suerte para los que están de exámenes y muchas gracias por leer! ^^



Para llegar a la Aldea de los Vencedores, era necesario atravesar todo el bosque del Distrito, principal productor de madera de todo Panem. Había un camino poco señalado, lleno de hierbajos, troncos caídos, señales de peligro, y trabajadores.
Llevaba las manos metidas en los bolsillos del pantalón. La mano derecha la tenía bien cerrada en torno al mango del cuchillo.
Me sentía egoísta. Por Rosie, por Olwer, por mis amigos, por los tributos caídos, por todos... Les había arrastrado al vertedero de mi vida. No podían ser felices sin mí, no podían ser felices conmigo. Y lo peor de todos es que sin ellos, sin Rosie, no sabía seguir. Ella era la única que verdaderamente se había preocupado por mí. Ella se había sacrificado y me había estado cuidando durante todo este tiempo. La quería con todas mis fuerzas, y por eso me dolía ver como yo absorbía su vida, su energía, y si felicidad. No podía convertirla en un zombie, al igual que yo. Pero no podía enfrentarme a un minuto más de vida sin ella.
Oí un ruido, y apreté con más fuerza el cuchillo. Levanté la vista y me encontré con un chico más o menos de mi edad. Era alto y robusto, como un árbol, y estaba en medio del camino obstaculizarlo. No le di importancia, y le rodeé para seguir mi camino, pero el chico me agarró de la chaqueta con fuerza. Me aparté de el mirándole con odio y a punto de sacar mi cuchillo.
-¿Qué crees que estás haciendo?-Le espeté.
Vi a otro chico aparecerse entre la espesura de los árboles. Éste era más bajo que su compañero, pero igual de robusto. Tenía los ojos grises y me miraba fijamente.  A mi izquierda apareció un tercero. A éste último si le conocía. Había compartido clases con él. No recordaba su nombre, pero estaba seguro de que empezaba por la letra "B". Llevaba el pelo negro aplastado y lleno de hojas.
No pude evitarlo. Saqué el cuchillo y les apunte con él, preparado para luchar. Y parecía que ellos deseaban una batalla también. El chico de los ojos grises me agarró los brazos por la espalda, inmovilizándome y haciendo que se me cayese el cuchillo al suelo. El chico que obstaculizaba el camino, de pelo largo y castaño, al igual que sus ojos, recogió mi cuchillo del suelo y lo miró con detenimiento.
-¿Que te pasa? ¿Te crees que todavía estas en los Juegos? Asesino...-Y acto seguido me dio un puñetazo en el estómago. Me doblé del dolor. No me esperaba para nada esto, y menos ahora.
En mi mente se mezcló el intento de supervivencia, las dudas, y el terror. ¿Y si estaba en los Juegos y no lo sabía? ¿Y si todo lo pasado había sido un sueño? ¿Y si ahora estaba solo y seguía siendo un tributo?
Me levanté cuando el chico del pelo largo volvió a acercarse a mi y le di una patada en la entrepierna que le hizo caer de rodillas. Ante la sorpresa de sus compañeros, me zafé del agarre del de los ojos grises para propinarle un fuerte codazo en la mandíbula y empujarle hacia atrás. Cogí mi cuchillo y me di la vuelta para apuntar al chico del pelo aplastado, que tenía las manos en alto en señal de paz. Sentí un golpe contra mi pierna, y medio segundo después estaba con la cara en el suelo, con el labio partido. El chico que era como un árbol me dio un puñetazo cerca del ojo que me dejó algo desorientado. Me revolví por el suelo. Lo único que veía eran estrellitas de colores parpadear en una blancura que invadía a las personas. Y luego vinieron las patadas en el estómago, en las costillas, en las piernas... Me encogí sin ganas de protegerme. No grité. No hice nada. ¿Qué podía hacer una persona contra tres sin armas? ¿Qué podía hacer una persona deprimida que no encontraba nada lo suficientemente fuerte que le hiciese seguir luchando? Aguantar. Era lo único que me quedaba. Aguantar sin rendirse.
Escuche una voz familiar. La oía lejana, y como si fuese un eco. La voz hizo que los chicos huyesen, porque el dolor amainó un poco. Vi una especie de sombra detenerse ante mi, y de repente sentí como volaba. Me estaba moviendo. Alguien me llevaba en brazos. Estaba demasiado cansado, y me daba igual todo, así que simplemente me dejé llevar por la oscuridad que se empeñaba en llevarme.

Desperté sin el cuchillo en la mesita, ni en los pantalones, ni bajo la almohada... Me desesperé buscándolo hasta que una voz verdaderamente familiar hizo que me olvidase de mis planes.
-No lo busques. No está aquí.
-¿Dónde está?-Le pregunté  a mi padre. Por una extraña razón me sentí muy enfadado. ¿Mi padre me había salvado ayer? ¿Mi padre? ¿Quién ya no se preocupaba por mi? Había perdido la cuenta de los días que llevaba sin verle. Supongo que los mismos que llevaba aquí.
-Ya no lo necesitas.-Contestó.
-¡Tu no sabes nada! ¿Qué haces aquí?-Le pregunté olvidando el tema del cuchillo. Podía encontrar otros.
-No me hables así...-Me dijo con un tono que al viejo Blight le hubiese dado miedo. Al nuevo Blight, no le transmitía nada. Solo veía a un hombre mayor intentando meter miedo a su hijo, el cual había vivido experiencias mucho peores que una paliza.
-Puedo hablar como me de la gana, es mi casa, son mis normas. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado?
Mi padre se acercó a mí, levantándome el dedo, intentando que me disculpase. Aún tenía la esperanza de que el inocente niño que había sido volviese y se disculpase por haberle faltado al respeto. Atrapé su brazo con una de mis manos y lo retorcí. Le atraje hacia mí, de forma que nuestras caras quedaron separadas por pocos centímetros.
-Vete...-Le susurré.-No necesito tu ayuda. Sé vivir solo perfectamente.
-Yo no diría eso habiendo visto lo que sucedió ayer
Le solté y me palpé la cara. Aún me dolía todo. Mi padre se sacudió el brazo.
-Quiero verte fuera de mi casa en dos minutos.
Él me miró. Yo le miré desafiante, y finalmente, gané. Se marchó, cerrando la puerta ruidosamente.

Intenté asimilar lo que había pasado aquel día, pero me parecía tan absurdo. Necesitaba hablar con alguien. Rosie fue la primera que me vino a la mente, pero necesitaba darla espacio para su vida. Ella no podía depender de mí. Al final, recordé a Haymitch Abernathy, último ganador del Distrito 12 y al que había conocido en el Capitolio, ofreciéndome su amistad. También me di cuenta de las ventajas de ser vencedor, como el hecho de disponer teléfonos propios, así que le llamé. Contestó justo cuando estaba a punto de colgar, con voz áspera y ruda.
-¿Qué?
-¿Haymitch? Soy Blight...
-Ah... Tú...
-Yo...-Dije.-Necesito a alguien con quien hablar...-Escuché un quejido a través de la linea.
-¿Ahora? ¿No tienes a tus amigos allí?-No contesté a su pregunta.-Entiendo. Oye estoy ocupado ahora, ¿por qué no vienes mañana? No me gusta hablar por este trasto...
-¿Ir?-Dije a punto de atragantarme.-¿Al doce?
-Claro... Vienes, te invito a unas copas, hablas, hago como que te escucho y vuelves...
-Nunca he ido a otro Distrito.
-¿Y a mi qué me cuentas? Me da igual. ¿Vienes o no?
-Sí, vale.-Dije, con una sensación extraña.
-Bien.-Dijo, y escuché como cortaba la linea.
Decidí en preparar las cosas para mañana. Estaba emocionado. ¿Cómo sería el doce? ¿Qué me diría Haymitch? ¿Me ayudaría?
Me senté en la cama y suspiré.
Tenía que preparar todo para ir al doce, pero antes tenía que hacer una cosa más importante. Algo que me costaría mucho; visitar la tumba de Cloe.

5/15/2015

Blight: Capítulo 42

¡Hola! Aquí tenéis el capítulo 42 de la historia de Blight, y bueno, quería hacer un pequeño aviso y es que seguramente no suba nada más al blog hasta dentro de dos semanas por el tema exámenes finales y eso... Pero luego volveré con todas las ideas que tengo en mente y que espero que os gusten tanto como a mí. Muchas gracias por leer. ^^


La vida en la Aldea de los Vencedores era mucho más tranquila de lo que nunca me hubiese imaginado. Había podido elegir la casa que más me gustas, aunque todas fuesen iguales, ya que nuestro Distrito jamás había tenido muchos ganadores, y ahora solo había tres con vida.
Llevaba casi una semana instalado allí. Estaba lejos del Distrito. Para llegar a ella, tenías que atravesar el enorme bosque del Distrito. Mi madre se había pasado una vez a verme. Llamó a la puerta, pero no la abrí. A mi padre, no le había vuelto a ver. Jara pasaba de vez en cuando y me traía algo de su comida, ya que la encantaba cocinar. A veces comíamos los tres juntos, Jara, Ray y yo. Y todo era muy deprimente. A Rosie la había permitido entrar cuando quisiese. Ahora que el colegio había terminado, teníamos mucho tiempo para pasar juntos, pero lo desaprovechábamos.
Esto era culpa mía. Parecía un zombie durante todo el día. Me despertaba, y me quedaba sentado en la cama hasta que el sol volvía a ponerse e intentaba convencerme de que no necesitaba dormir. Siempre que dormía, tenía pesadillas. No me despertaba gritando, de hecho era lo peor de todo, no despertarme. Soñaba hasta que al fin terminaba el sueño y me despertaba de un salto, empapado en un sudor frío. A veces Rosie estaba allí para intentar tranquilizarme, y me leía poemas mientras insistía en que yo tocase el violín.
Rosie siempre estaba allí para cuidarme. Y me odiaba por eso.
Una mañana, cuando abrí los ojos y aún la oscuridad invadía la habitación, pude ver su sombra moverse para comprobar si había despertado. Siempre llevaba mi mano al cuchillo que estaba en mi mesita de noche y la apuntaba con el, hasta que me daba cuenta de quién era.
-¿Qué haces aquí?-Preguntaba.
-Decidí quedarme a dormir hoy. No me gusta verte tan solo...
-No has dormido...
-Que importa...-Ella se sentó a mi lado, y con ternura me quitó el cuchillo de la mano con el que todavía la estaba apuntando.-Te quiero, ¿vale?
Yo asentía, ella me apartaba el pelo de los ojos, y cogía el libro de poemas que tanto la gustaba.
Jara nos traía el desayuno. Comíamos. Seguíamos con los poemas. A veces Rosie se dormía en mi regazo de cansancio, y cuando el sol empezaba a bajar, la despertaba para que marchase a casa. Y a veces, se entretenía adrede para quedarse conmigo por la noche.
Pero ya llevaba muchos días sin salir de casa. Rosie se preocupaba mucho por mí.
-Blight no puedes quedarte toda la vida retenido en esta habitación. Tienes que vivir. Has ganado para vivir.
-O para sufrir por lo que he hecho...
Se río, y me dio unas palmaditas suaves en la mejilla seguidas de un beso.
-¡Tengo una idea!-Dijo con ojos brillantes.
-¿Qué idea?
-Hace mucho que no ves a tus amigos. A nuestros amigos. Podíamos ir hoy. Seguro que siguen en la plaza del pueblo.
-Ellos no han venido a verme. ¿Por qué debería de ir yo a verlos?
-Blight... es complicado. Ellos saben que todo esto es muy duro para ti.-Puse mala cara, y Rosie lo notó.- Venga, date una ducha, alegra esa cara, y vístete.-Me sonrío.-No pienso aguantarte yo sola todo el día...-Dijo en tono de broma, y después me saco la lengua.
Aquel día, creo que me di la ducha más larga de mi vida. Era duro pensar que volverías a ver a tus amigos de todo lo que habías hecho. Ellos habían visto como mataba a gente. Me daba vergüenza pensar que les volvería a mirar a los ojos después de terminar con cuatro vidas.
Cuando salí de la ducha, Rosie había preparado mi ropa sobre una cama perfectamente hecha. había abierto las ventanas, y había sustituido el cuchillo de mi mesita de noche por un jarrón con flores amarillas. No me costó encontrar el cuchillo de nuevo, debajo de mi almohada. Después de vestirme, metí el cuchillo en el bolsillo del pantalón, y bajé las escaleras. Rosie estaba abrochándose su chaqueta blanca que dejaba al descubierto un bonito vestido de color lila. Llevaba el pelo recogido en una trenza, y entre los mechones de pelo parecía haberse enzarzado una de las flores amarillas del jarrón. Ella me dio la mano, transmitiéndome seguridad.
-No estés nervioso Blight. Ellos son tus amigos. Te queremos.

El corazón me palpitaba fuertemente contra el pecho cuando Rosie y yo llegamos a la plaza. Como ella había asegurado, mis amigos estarían allí, sentados en uno de los bancos de madera que rodeaban la plaza. Había cuatro chicos y una chica. Cuando estuvimos lo suficientemente cerca para que nos vieran, solo uno de ellos nos saludó con una gran sonrisa en la cara; Olwer, el chico pelirrojo. Éste me dio un abrazo.
-Se te echaba de menos Blight. Menos mal que has vuelto.
-Yo también os eche de menos. No sabéis cuanto.-Le contesté, intentando ser el Blight de siempre, pero parecía que había algo que no cuadraba.
Miré al resto del grupo. Olive y Edward miraban al suelo, Macy me miraba con una cara de estupefacción y asco, y Joe simplemente no me prestaba atención. Rosie se dio cuenta del rechazo del grupo hacia mí, lo noté por lo tensa que se puso.
-¿Qué estabais haciendo?-Preguntó Rosie, intentando ser animosa.
-Macy nos estaba contando lo que pasó ayer en el bosque durante la jornada de trabajo..Contestó Olwer contento.
Todos miramos a Macy, la chica de pelo y ojos castaños que seguía mirándome sin mucha alegría. Finalmente hablo.
-Lo siento mucho chicos... pero creo que no puedo seguir con esto.-Macy miró a todos los integrantes del grupo mientras hablaba, menos a mí.-No quiero ser grosera, pero yo no me siento agusto aquí. No ahora...-Se abrazó a si misma, como intentado protegerse, y dio unos cuantos pasos hacia atrás.
-¿Lo dices por Blight?-Preguntó Olwer. El chico pareció comprender que sus amigos tampoco estaban muy felices con mi llegada.-¡Oh vamos chicos! ¡Ha sobrevivido a los Juegos! ¡Nuestro Blight sigue vivo!
-¿A costa de qué? ¿De matar gente?-Replicó Edward.
-No me siento segura.-Añadió Macy, y luego ésta miró a Rosie.-Rosie, no quiero verte sufrir...
Rosie estaba a punto de llorar. Tenía la boca abierta y miraba fijamente a su amiga.
-Él es nuestro amigo. No es su culpa...-Protestó Rosie.
Yo di varios pasos hacia atrás, despacio. Intentando dejar al grupo. me había quedado claro, no era querido aquí.  No quería estropear su espléndida tarde de... ¿lunes? ¿jueves? ¿domingo? Lo que fuese... Cuando estuve lo suficientemente lejos, me di la vuelta y me aleje con pasos cortos.
-¡Blight!-Una voz aguda me llamó desde lejos. No me hacía falta girarme para reconocer a Rosie. No me paré, pero ella me alcanzó.-Espera, iré contigo.
-No...-Dije serio.- Ellos te quieren a ti. Quieren pasar el día contigo. Con su grupo.
-Tu eres parte del grupo.
-Ya no Ros... Las cosas cambian.
-Pero... iré contigo.-Repitió.
-No te lo voy a permitir.
-No quiero dejarte solo...-Dijo abrazándome. La devolví el abrazo fuertemente. Sus abrazos eran siempre tan cálidos.
-Ve, yo estaré bien. Te lo prometo. Recuerda que sobreviví a los Juegos.
-No hace gracia Blight...-Protestó, y yo la sequé una lágrima que corría por su mejilla. Luego, ella se puso de puntillas y me dio un beso.-Iré a verte por la noche. Te lo prometo.
Se dio la vuelta rápidamente, y corrió hacia el grupo. Todos estaban centrados en lo que Macy estaba contando, todos excepto Olwer, quién me miraba con cara triste.

5/10/2015

LIBRO RECOMENDADO: ENDGAME


12 jugadores. 12 linajes milenarios.
El juego final ha llegado y sólo uno puede ganar.
ENDGAME ES REAL. ENDGAME ES AHORA.
¿Quieres jugar?

En un mundo habitado por 12 linajes milenarios cada uno de ellos entrena a un joven jugador para que sea capaz de afrontar un acontecimiento catastrófico. Ha llegado el momento. Los 12 jugadores de los 12 linajes responden a La llamada que les llevará a emprender una búsqueda por todo el mundo para encontrar tres llaves antiguas que salvarán su linaje… y el mundo. El JUEGO FINAL ha comenzado. Y sólo uno de los 12 jugadores puede ganar. Los perdedores no sobrevivirán. ¿Te atreves a jugar?





¡Hola! Bueno, hacía ya bastante tiempo (mucho, para ser sincera) que no recomendaba ningún libro y pensé que hoy podía ser un buen día para retomar estas entradas.
Hace unos meses encontré este libro en una librería, y me llamó la atención por su portada dorada (ya sé, ya sé... no juzgues un libro por su portada) pero leí sobre lo que trataba (os lo he dejado sobre la imagen) y me encantó. Y la verdad, es que lo leí en apenas un par de días y no me decepciono para nada.
Algo que me llamó la atención también, y mucho, sobre Endgame, es el enigma que este libro tiene y que tu puedes resolver. Y si lo adivinas, hay premio.
La trama está muy bien hecha, ambientada en lugares muy diferentes, con personajes muy distintos y con diferentes puntos de vista. Así que si no sabéis que leer, yo os animo a empezar Endgame.

Un beso.
-Drew

5/08/2015

Blight: Capítulo 41

Quizá solo fueron unos segundos los que la tuve en mis brazos, o puede que fuese una eternidad, pero cuando se separó de mí para recoger mi bastón (que había dejado caer) solo quería volver a abrazarla y no volver a soltarla nunca. Sus ojos brillaban de felicidad, y tenía la sonrisa más bonita que había visto nunca. Esa que hacía que me olvidase de todos los problemas que tenía en mi vida, y eso, que no eran pocos.
Ray, me puso una mano en el hombro derecho. Yo me sobresalté. Estaba tan embobado mirando a Rosie que se me había olvidado que aún estábamos en la estación, con cientos de ojos y cámaras fijados en nosotros. Ray me hizo un gesto para que avanzase por el camino que me llevaría hasta mis padres. Miré a la multitud, y les vi.
No quería verles.
No ahora.
Me paré en seco. No estaba preparado para afrontar esto. Sentía un nudo en la garganta y un ardor en el pecho. Sabía que era rabia. Una cosa de las que no me había preocupado en la arena, había sido el reencuentro con mis padres, porque creí que nunca sucedería. Luego, cuando gané, estaba demasiado ocupado como para pensar en eso. Pero ahora, que les tenía apenas a unos veinte metros, parecía que el mundo se me venía encima. ¿Cómo iba a mirar a mi madre a la cara después de saber que tenía una hermana y ella no me dijo nada? ¿Cómo mirar a mi padre, el que seguramente había castigado a mi madre? No podía.
Sentí la mano de Rosie entrelazarse con la mía, y eso me hizo sentir más seguro. La miré. Tenía las mejillas rosadas y esa imborrable sonrisa de alegría.
Caminamos en silencio hasta que finalmente, llegamos a la altura de mis progenitores. Por un segundo, todo fue muy frío. Nos miramos los unos a los otros sin decir nada. Pero entonces mi madre reaccionó y me abrazó entre lágrimas. Quise devolverla el abrazo, pero había algo en mi que me lo impedía. No podía perdonarla lo de Cloe cuando la herida estaba tan reciente. Incluso dudaba si algún día podría perdonarla al completo.
Mi madre se apartó, secándose las lágrimas, y mi padre la sustituyó. Tampoco reaccione. Solo me fije en la mejilla hinchada de mi madre. Nadie sabía verdaderamente de mis problemas, de hecho a la única que la había contado algo de la relación que tenía con mis padres era Blade. Y Blade estaba muerta.

Las cámaras nos siguieron hasta nuestra casa. Nuestra vieja casa. Supongo que ahora me tocaba vivir en la Aldea de los Vencedores, algo que la verdad, no me disgustaba. Tenía a cada lado a uno de mis padres. Mi madre tenía uno de sus brazos alrededor de mis hombros. Yo miraba al suelo mientras caminaba apoyado en el bastón. Ray y Jara iban detrás de nosotros. Había perdido a Rosie de vista, y lo odiaba, porque Rosie era la única que me hacía sentir bien.

Nos despedimos de las cámaras, yo obligándome a sonreír, y entramos en casa. Cuando cerramos la puerta, nuestra vida quedó oculta de las cámaras. Mi madre, loca de contento, intento abrazarme y darme un beso. Pero la rechacé con una mirada de odio. Ella se dio cuenta. Se había dado cuenta desde que me abrazó en la estación, porque yo siempre correspondía a los abrazos. Pero esta vez era distinto. Mi padre nos miraba despreocupado, como si no acabase de volver de los Juegos, como si no le importase. A veces no sabía muy bien si de verdad le importaba algo.
-Blight...-Se quejó mi madre con voz dulce.
-No puedo perdonártelo sin más.-La espeté.-Me has mentido. Durante toda mi vida.
Me di la vuelta y subí las escaleras. Sorprendentemente, mi madre no dijo nada más. Me encerré en mi habitación y comencé a preparar las cosas que quería llevar a mi nueva residencia. No pasaron ni cinco minutos cuando alguien llamó a la puerta de mi habitación. No contesté, y mi madre entró de todas formas.
-¿Qué haces?
-Preparar mis cosas para irme de aquí. A partir de ahora viviré solo.
-Pero... Blight puedo explicártelo y volver a...
-¿Explicarme qué?-Pregunté, gritando enfadado.-No hay nada que explicar. Me mentiste. Tú eras la única que lo sabías y me lo ocultaste durante diecisiete años. No hay nada que explicar.
-No lo entiendes...-Dijo mi madre.
Solté una camiseta que tenía en la mano y la estrellé con todas mis fuerzas contra la pared.
-¿Yo soy el que no entiende?-Me reí irónicamente.-Tú eres el adulto aquí. Tú pareces no comprender que acabo de salir de unos juegos donde he matado personas, niños inocentes, que he descubierto que he tenía una hermana, que ha muerto... Pero yo soy el que debe de perdonarte. Yo soy el que no entiende...
Me giré y guardé las cosas, listo para irme por fin. No podía aguantar ni un segundo más en estas paredes.
-La familia de tu padre siempre tuvo la imprenta... pasaba de generación en generación...-Explicó mi madre entre susurros.- Mi familia pertenecía al bosque, a la zona más pobre. Allí talaban y trabajaban con árboles. Yo estaba enamorada de un chico de allí. Estuvimos juntos durante un par de años, pero mi padre decidió, que si me casaba con tu padre podía salvar a nuestra familia y construirme un buen futuro. Yo era joven y guapa, y a tu padre no le parecía un mal partido... Pero yo no le quería. Antes de la boda, me quedé embarazada de...Cloe.-Suspiré, y miré a mi madre a los ojos. El nombre de Cloe dolía tanto... A ella parecía dolerle también.-Me escapé durante unos meses para tenerla, y se la entregué a su padre. El tuyo no podía enterarse de nada... Luego, cuando tu naciste, traté de decírtelo bastantes veces, pero al final llegué a la conclusión de que los secretos debe de mantenerlos solo una persona. Perdí a una hija, perdí al amor de mi vida... no quiero perderte a ti también Blight.
Cogí la maleta con una mano lo más fuerte que pude, mientras con la otra sujetaba el bastón.
-Ojalá algún día pueda perdonarte, de verdad. Pero ahora, me duele demasiado...
Y pase a su lado sin siquiera mirarla a los ojos.

5/07/2015

Johanna: Capítulo 61

Había llegado mucho antes que nadie al tren que ns llevaría al Capitolio. Me senté en una butaca, haciendo ruido con mis dedos en una mesa de madera. Me había permitido pensar y liberarme de todo el peso que llevaba sobre mis hombros, pero sorprendentemente no pasó nada. No lloré, no me lamenté... nada. Simplemente me quedé sentada, repiqueteando la yema de mis dedos sobre la madera y esperando a que llegasen los... nuevos tributos.
Me sentía vacía. Era raro. Intentaba buscar dentro de mí un sentimiento lo bastante fuerte como para agarrarme a el y conservar la esperanza. Pero no lo encontraba. Parecía que habían extraído de mi todas las emociones que había podido conservar desde los Juegos.
Siempre había esperanza.
¿Pero qué esperanza había de salvar a dos chicos en los Juegos del Hambre?
Eso nunca pasaría. Solo había un ganador.

El silencio llego a su fin. Podía escuchar el gentío acercándose a la estación. Hice un esfuerzo por levantarme y acercarme a la ventana.
No tardaron mucho en aparecer Willow y Parker escoltados por una Minerva muy feliz. Las cámaras graban cada momento, hasta que subieron al tren, las puertas cerraron, y los nuevos tributos del siete desaparecieron. Aún así, las cámaras seguían grabando el tren, la estación, la gente que se había acercado a mirar.
La puerta de mi vagón se abrió con un suave ruido. Giré la cabeza hacia la derecha. Solo era Blight. Fui hacia el y le abracé. Él me acogió en sus brazos.
-Siento lo de antes...el puñetazo...-Susurré.-Estaba nerviosa...
-Intentaré olvidarlo sin tomar represalias.-Dijo mientras me deshacía de su abrazo. Pude ver el atisbo de una sonrisa, intentando que yo sonriese ante su comentario. Pero no funcionó.
-¿Puedo ir a verles ahora?
-Es mejor que esperes. ¿Recuerdas tus Juegos? Aún estarán muy nerviosos sobre lo ocurrido, no lo han procesado. Si entras, lo primero que te preguntarán es que hacer para sobrevivir.
-Puedo decírselo...
-¿Y que les dirás? ¿Qué maten a la gente fríamente?
-Es la única solución, y lo sabes. Es imposible salir de ahí sin Jugar.-Contesté.
-No se trata solo de cazar y no ser cazado. En la arena pasan muchas cosas Johanna, los dos lo sabemos.
Suspiré. Había algo que me preocupaba más que nada, y tenía que preguntárselo a Blight. Aunque doliese.
-Son dos tributos los elegidos...-Dije con la voz algo temblorosa.  Me la aclaré. No quería parecer débil durante más tiempo.- Pero solo uno puede salir. ¿Siempre eliges un tributo al que ayudar?
-No siempre acierto con quien es el más fuerte...
-Si te refieres a mi y a Wood, me da igual. Los dos actuamos de una forma. El decidió que hacer, y murió.-Dijé. Parecía increíble que yo hubiese hablado de Wood tan fríamente.- El caso ahora, es... ¿Hay que elegir a quien vamos ayudar este año?
-Johanna, se que va a ser duro para ti... los dos son...-Le corté.
-No... quiero saber desde ya a quien vamos a ayudar. Quiero saber cual puede sobrevivir y despedirme del otro. Y quiero que me ayudes a saber cual de los dos tiene más oportunidades, porque yo sola no puedo.
Blight se iba a disponer a hablar, pero alguien entro en el vagón antes. Era un hombre orondo, casi calvo y con barba blanca. Debía de ser mentor, pro por problemas de salud le habían quitado el cargo. Eso sí, todos los años se dirigía al Capitolio  ver los Juegos desde allí. Él debía de haber sido mentor de Blight en sus buenos tiempos.
-Van a retransmitirse las cosechas de todos los Distritos en un par de minutos.-Nos informó, y después salió del vagón.

Blight y yo vimos juntos las Cosechas de los doce Distritos, tomando nota mentalmente de todos los tributos. Los distritos uno y dos, eran los más temibles, pero siempre lo habían sido así que no había mucho por lo que preocuparse. Me sorprendió la niña de doce años que salió elegida en el Distrito 3. El cuatro y el seis no nos llamaron a ninguno la atención. En el seis, una chica de mi edad intenta huir cuando es su nombre el que sale en la papeleta. Los agentes de la paz la atrapan y suben a la chica al escenario entre lágrimas. En el siete aparecen Parker y Willow. El ocho, nueve, diez y once son tan normales como de costumbre. Los tributos del doce me llaman la atención también, pero no por su fuerza o valentía, si no porque literalmente están en los huesos. No les doy muchas posibilidades de ganar.

Una vez que acabamos de ver la Cosecha, Blight me permite ir a ver a Willow y Parker. me pregunta que si quiero su compañía, pero niego. Quiero esta sola con mi mejor amiga y mi novio. Quiero intentar tranquilizarles mientras les doy la mano, les sonrío y les quito un mechón de pelo que les entorpece la vista.
Entró en el vagón de los tributos.
Busco con la mirada sus cuerpos. Están separados. Cada uno en una punta del vagón. Sus ojos se fijan en mi cuando entro. Willow corre hacia mis brazos y nos fundimos en un abrazo. Parker se levanta y me mira con pena.
-Lo siento...-Les susurro.-Lo siento mucho...
Les digo. Y ellos pensarán que siento que hayan salido en la Cosecha. Pero lo que verdad siento, es que estén ahí por mi culpa. Aunque ellos no tienen ni idea de nada.

5/01/2015

Blight: Capítulo 40

Era una locura ver toda la gente que había allí, ansiosa por ver al nuevo vencedor. Por verme a mi. Cuando me senté en el sillón que había al lado del de Caesar, aún seguía fascinado con la cantidad de personas que tenían los ojos puestos en mí. Caesar habló, y traté de escucharle, pero no pude. Seguía inmóvil admirando a los espectadores. Por fin, fijé la vista en Caesar, el cual debería de ser solo un par de años mayor que yo. Tenía una gran sonrisa en la cara.
-¿Estás bien?-Me preguntó entre risas.
-Sí... es solo que... ¡Vaya! No esperaba tanta gente. Hay mucha más que en la última entrevista.
-Bueno, todo Panem te adora ahora.
No era difícil caer en la cuenta de que aquella gente quería ver como el nuevo vencedor se desenvolvía ante la fama. Había visto muchos ganadores con el paso del tiempo, y solo había dos tácticas. O eras borde, o eras simpático. Así que decidí darles las gracias por tenerme aquí, aunque les odiase por divertirse con mi sufrimiento.
-Y yo les adoro a ellos.-Dije, con una sonrisa. A mi voz la sustituyeron gritos histéricos y palabras sueltas que no lograba entender muy bien, pero el pública sonreía como los niños cuando ven caramelos.
-Y dinos, ¿Qué tal anda tu pierna?
-Andar, no anda muy bien la verdad...-Caesar se rió. El público se rió. Incluso yo me reí.
-En menudos problemas te metiste en la arena...-Dijo Caesar. Pero lo único en lo que pensé fue en que ya empezaba... ya volvíamos al tema de los Juegos.- ...no sé el resto de la gente, pero para mi tu eras uno de mis favoritos y creí que se me paraba el corazón cada vez que te veía en algún problema.
-Sí bueno... a mi también se me hubiese parado en esos momentos. Pero si se paraba sonaba el cañón, y no era buena señal.-Caesar se rió de nuevo seguido del público. Yo, nervioso, jugaba con el bastón que Haymitch me había dado.
-Estarás deseoso de volver a casa.
-Es lo que más deseo en el mundo.-Respondí.
-¿Hay mucha gente esperándote allí en el 7?-Pregunto Caesar levantando una ceja.
-Espero que sí...-Reí un poco.- Están mis amigos, mis padres... Quiero volver a abrazarles a todos.
-Y Rosie...-Añadió Caesar. Mi expresión debió de cambiar completamente. ¿Rosie? ¿Ellos sabían de Rosie? Ella era mi secreto...
-Y Rosie.-Afirmé, sonriendo un poco. Escuché lamentaciones de parte del público.
-Veo que tienes varias admiradoras por el público.-Dijo Caesar soltando una carcajada.- Aunque la arena estaba Jade...
"Oh no..."-Pensé.-"Este tema de nuevo no..."
-La vida en la arena es completamente distinta a la realidad. me refiero, todo lo que vives allí te hace usar técnicas de supervivencia. Jade y yo teníamos algo... raro. Eramos amigos sin más en los entrenamientos...-Intenté decir su nombre, pero no pude.- Mi... mi hermana... ella me dijo que no me fiase de ella, así que decidimos romper nuestra alianza con ella, hasta que nos encontró y nos salvó.
-Tu hermana...-Dijo Caesar.- Cloe... creo que todos nos sentimos fatal cuando nos enteramos... Y cuando ella nos dejó.
Otra vez, las lágrimas amenazaban por salir. Asentí solamente, porque si hablaba se me quebraría la voz. Caesar pareció comprender, y dio por finalizada mi entrevista.
-Ahora, veremos un resumen de estos Juegos que tras el segundo Vasallaje de los Veinticinco, no nos dejan mal sabor de boca.
Las luces disminuyeron poco a poco. Detrás de nosotros, apareció una pantalla gigante. Otra pantalla gigante apareció delante de nosotros. Todo se volvió negro, entonces empezaron las imágenes, con una voz monótona explicando el por qué de los Juegos. Distrito a distrito, tributo a tributo, las imágenes fueron sucediéndose en la pantalla. Noté como reparaban más minutos en mi y en Cloe, que en tributos con los que no había hablado. Luego, aparecieron momentos del Desfile de Tributos, las entrevistas... y por fin los Jugos. Era irreal verlo de ese modo; a través de una pantalla, cuando tu había vivido eso. Miré a todos los tributos que esperaban en sus plataformas en la cuenta atrás. Todos estaban muertos ahora excepto yo. El baño de sangre fue una masacre. Yo escapé con Cloe algo mal parado. El vídeo muestra como todos los tributos huyeron, excepto los profesionales que quedaron divididos en dos bandos y cada uno se fue por un sitio. Tras eso, aparezco yo con Cloe. Aparecemos subiendo al árbol, el tronado, la primera noche. Como Jasper se clavó el cuchillo de mi trampa. Más imágenes de tributos con los que ni siquiera había hablado, y vuelvo a aparecer yo en la pelea de barro con Cloe. No puedo evitar sonreír. Encontramos a Eldan. Aparecen Jade y Blade, y la chica del dos le dice a Jade que vaya a ver como está su compañero. La pelea con Eldan. El derrumbamiento de la montaña. Los lobos, el momento en el que me desmayo... En la sala se respira todavía la tensión y se pueden escuchar algunos gritos ahogados. A partir de este punto, el vídeo es la mayoría sobre mi. Y sigue siendo increíble. Siento que el Blight de la pantalla no soy yo, sino que es un doble o alguien muy parecido a mi. Y siento eso el triple de fuerte cuando mato a Blade. Y a partir de ahí, decido no ver más. Oigo las voces, oigo los gritos... pero mi mirada ahora está fija en un punto lejos de el vídeo. Escucho mis gritos de desesperación intentando devolver a mi hermana a la vida... sin éxito. Escucho la voz de Jade... la que nunca volveré a escuchar... Escucho pidiéndome que haga el mayor error de los Juegos, que la suelte. Luego escucho nuestra última conversación, y después de eso... el final. La pantalla se apaga, pero antes de que vuelvan las luces la voz monótona invade la sala otra ve:
"La suerte no te busca a ti. Tu la buscas a ella, y tienes que estar en el momento y en el lugar adecuado para salir victorioso."

El tren va a una velocidad tan rápida que mis ojos no son capaces de fijarse en el paisaje. Los árboles, las montañas, los caminos... todo se vuelven sombras borrosas. Es triste volver después de todo lo vivido. Es triste porque ya no está Cloe conmigo. Y lo más triste, es que no me queda nada de ella, solo mis recuerdos. ¿Por qué mi madre nunca me lo dijo? ¿Por qué no me lo dijo siquiera cuando fue a despedirse de mí? Siento que eso no se lo puedo perdonar, y dudo que pueda perdonárselo algún día.
Estoy ansioso de llegar al siete por fin, aunque toda esa tristeza este instalada en mi. Queda alrededor de una hora para volver a poner los pies en mi distrito. En mi casa. En mi hogar.
Ray y Jara me miran preocupados cada vez que pasan por mi lado. Dicen que parezco cohibido, triste... ¿Cómo no quieren que este triste? Sí, es cierto que he ganado, pero a cambio de un precio muy alto...
Le doy vueltas a mi bastón. Vueltas, vueltas y más vueltas... No he dormido en toda la noche. No quiero dormir. Tengo miedo de lo que pueda ocurrir cuando estoy durmiendo. Lo único que hago es sentarme en algún sitio y esperar a que la oscuridad se vaya y de paso a la luz. Es más fácil mantenerse despierto que soportar tus peores miedos cada noche.
-Prepárate.-Dice una voz que hace que me sobresalte. Me giro para mirar a Jara, la cual está seria y me mira de una manera extraña.-Llegamos en diez minutos al Distrito.
Diez minutos. Solo diez.

El tren frenó sobre los raíles, con un leve chirrido. Era temprano por la mañana, pero la estación estaba atestada de gente. Miré por el cristal y los ánimos se me bajaron cuando no vi a nadie conocido.
¿Dónde estaban mis amigos?
¿Mis padres?
¿Rosie?
Reconocía a la mayoría de las caras. Gente del colegio, gente que se pasa por la imprenta, leñadores, comerciantes... pero al fin y al cabo son solo caras que veo de vez en cuando. Me volví a esconder. No creo que nadie me haya visto aún. Las puertas del tren aún no se habían abierto, pero lo harían en breves momentos. Sujeté mi bastón con fuerza, y me apoyé en el. Suspiré y me obligué a relajarme. ¿Habría cámaras? Seguro que había cámaras...
Las puertas se abrieron, y el aire frío característico del siete me envolvió. Posé el bastón en tierra, bajé la pierna derecha, y luego despacio hice mover la izquierda. La gente aplaudía y gritaba mi nombre, emocionados por mi regreso. Todo el Distrito parecía feliz por tenerme de vuelta. Ray y jara bajaron detrás de mi. Intenté escuchar lo que las voces decían:
-¡Chico lo lograste!
-¡Enhorabuena!
-¡Por fin tenemos otro ganador en el Distrito, ya era hora!
-¡Blight, Blight, estoy aquí!
Me giré rápidamente para mirar hacia donde creí que procedía la última voz. Pero todo lo que veía era gente y gente amontonada, sin dejar ver a las personas que estaban en la tercera fila.
Intenté volver a escuchar, pero las voces que más se hacían oír eran las de "Felicidades"
Entonces la vi intentar hacerse paso entre dos hombres el doble de altos que ella. Era fácil verla, porque el pelo rubio no era muy frecuente en el Distrito, y su larga melena dorada llamaba la atención. Cojeé hacia ella todo lo rápido que pude. Ella se hizo paso dejando atrás a los hombres que la impedían llegar hasta mí, y se quedó confusa mirando a todos lados hasta que me vio. Entonces corrió hacia mí. Yo solté el bastón para cogerla a ella. Ella dio un salto y me rodeó la cintura con las piernas, y por fin nos abrazamos. Después de tanto tiempo, volvía a tener a Rosie en mis brazos.