3/21/2015

Blight: capitulo 32

-ATENCIÓN TRIBUTOS, ATENCIÓN. -La voz resonó por toda la arena.- Como felicitación por haber llegado a este punto de los Juegos, queremos regalar a cada Distrito un sustento. ¡Felices Juegos del Hambre! Y que la suerte este siempre de vuestra parte.
Me había quedando mirando al cielo, como si así pudiese conseguir ver a la persona que nos hablaba, pero cuando el silencio regreso, mis ojos encontraron los de Cloe, la cual no parecía haber quitado la mirada de mi. Ella sonrió al ver que la miraba, tranquila, como si acabasen de anunciar que nos dejaban volver a todos a casa. Aunque supongo que un regalo es mejor que nada.
Un pitido sobre nuestras cabezas llamó mi atención, y me pareció ver el reflejo de algo plateado; un paracaídas. Éste cayo a un par de metros detrás de mí, y fui a recogerlo, pero cuando fui a cogerlo, otro pitido proveniente del cielo apareció. Otro paracaídas. Cloe alargo sus brazos y lo cogió sin necesidad de moverse. Cada uno desenvolvimos nuestro paracaídas con ímpetu. En ambos había pan. del mismo tamaño, color y forma. 
-Hey.-Dije, al percatarme de algo.-A Jade también le ha llegado su paracaídas. Mira.
Señalé al techo de la tela verde de la tienda de acampada, donde un paracaídas plateado descansaba. Volví a mirar a mi hermana, que parecía abstraída en sus pensamientos. Yo me encogí de hombros y mire el trozo de pan, dispuesto a hincarle el diente.
-¡NO!-Grito Cloe, quizá demasiado fuerte. La mire sin comprender.-No. ¿No lo has escuchado? Un sustento por Distrito. Tenemos dos.
-Somos dos...-Nos señalé.
-Por Distrito, tonto.-Me dijo muy seria, aunque luego se le escapo una sonrisa.-Es una trampa. Y esperan que caigamos. Apuesto que uno de estos dos nos haría...
¡PUM!
Un cañonazo interrumpió a Cloe antes de que pudiese terminar la frase. Pero lo había entendido. Uno de esos panes podría estar (y muy seguramente lo estaba) envenenado.
-No nos podemos fiar de nadie.-Dijo Cloe, como leyéndome la mente. -Me desharé de ellos.
Me quitó el pan de las manos, y luego, con cuidado, se llevo el paracaídas sin abrir de Jade. Puede que dos estuviesen bien, pero no queríamos correr riesgos. Mi hermana se fue durante un largo rato, y después regresó, sin ninguno de los tres panes. Jade seguía durmiendo plácidamente. Ambos queríamos dejarla dormir y tener un rato a solas. Hacia mucho tiempo que no teníamos un momento hermano-hermana apropiado.
-Deberías dormir...
-Otra vez me lo dices...-Refunfuñó Cloe.-Dormiré por la tarde.
-Antes dijiste que dormirías por la mañana.
-Pero si no tengo sueño...-Suspiró, y cambió de tema.-¿Sabes lo bueno de todo esto? Que Jade confiara en nosotros ahora.
-Jade confiaba. La que no lo hacia era Blade...-Dije.
-Respecto a Blade...
Suspire, y  crucé los brazos. Iba a ser dificíl hablar sobre ello.
-Solo me protegí.-Me defendí.
-Lo sé.-Contestó Cloe.
-Quería mataros a vosotras también. A todos.
-Quería ganar...
-Sí, pero... No sé. La otra noche estuvimos hablando...-La confesé.-Ella me salvó la vida...-Miré a mi hermana. No parecía perpleja, ni enfadada de que la hubiese mentido. Solo me escuchaba.- Y que ahora me quisiese matar me ha dejado tan... ¿Raro? Es una sensación extraña.
-Todo aquí lo es Blight.-Ella me paso un brazo por los hombros. Yo deje mi cabeza en su hombro y note como me daba un beso en la mejilla.
-Quiero salir de aquí contigo...
Otra vez retomaba el tema. Ya sabía que era imposible. Pero en verdad, quería saber si había alguna posibilidad de que abandonase su idea de protegerme y que pensase en ella misma... No respondió. Al menos no a lo que la acababa de decir.
-¿Te has fijado en lo silencioso que está todo? Ni siquiera hay viento...
Levanté la cabeza para comprobarlo.
-Eso es... ¿malo?-Pregunté, temeroso.
-No lo sé...


Nos quedamos así un buen rato, hasta que tuvimos hambre. Comimos y volvimos a la misma posición que antes, pero de varias formas; Sentados en el suelo y apoyados en la tienda de campaña, Cloe sentada y yo tumbado con la cabeza en su regazo, yo reclinado sobre la tienda y Cloe entre mis piernas mientras jugaba con su pelo... vigilando, disfrutando del tiempo. Ella me hablaba sobre su vida, yo de la mía... Ambos queríamos saber más el uno del otro, pero nunca sin dar tantas pistas como para que la audiencia se enterase de que realmente eramos hermanos. Hasta que Jade pareció despertar.
-Buenos días... O tardes. ¿Qué hora es?-Dijo nada más salir de la tienda, con mala cara.
-Ojalá lo supiese...-Dijo Cloé.-Pero por la posición del sol y las sombras que hay, apostaría a que pronto anochecerá.
-¿Alguna novedad?-Preguntó la chica del uno.
-Nada.-Respondí..
-Un cañonazo. No sabemos de quien es.-Añadió mi hermana.
-Bien...-Dijo Jade, y se sentó a nuestro lado, pero a una distancia poco cercana.-Tengo esta parte dolorida todavía.
Se señaló la zona de los dedos que había perdido.
-Es... normal...-Dijo Cloe.-Si sales de esta, te seguirán doliendo con el paso de los años.
-Saldré de esta.-Dijo Jade, corrigiendo a Cloe.-No es una posibilidad...
-Bueno... habrá que jugar para verlo...
Jade levantó la vista de su mano y miró a Cloe, alzando una ceja. Sabía como lo había comprendido la chica del 1. Como un desafío. Intenté cambiar de tema.
-¿Quién apostáis que ha muerto?-Sonaba tan raro eso de mi. Pero no quería peleas. No ahora. Y menos una entre Jade y mi hermana.
-Algún estúpido de los Distritos más bajos...-Respondió Jade.
-O algún estúpido del 2 y del 4... Todo es posible.
Otra vez...
-Habrá que volver de caza pronto...-Dije.
-Cuando se acabe la carne que tenemos...-Respondió Jade.
-Sí...-Añadió Cloe.
Jade se levantó y se dirigió a la caja de las armas. Vi como se colocaba dos cuchillos en el cinturón y se guardaba otro dos, uno en la bota y otro en la manga del jersey. Cogió una espada y volvió hacia nosotros.
-Voy a investigar. Volveré pronto.
-¿Sola?-La dije.
-No se que hacer aquí... Tendré cuidado con tus trampas. Si grito no vengáis. Puedo poneros en peligro...
-Pero se supone que somos...-Se quejó Cloe.
-Venid solo si grito vuestros nombres.
-Esta bien...-Dijimos Clo y yo al unísono. Jade nos miró una última vez y se marchó.


La oscuridad volvió a la arena. Una vez más. Cenamos sin Cloe. No había habido cañonazos ni habíamos escuchado gritos. No estaba tranquilo, y su ausencia a estas horas me inquietaba.
-No me fío. ¿Y si se ha ido a buscar al resto de profesionales?-Preguntó Cloe.
-Ella no es así.
-¿Y tu que sabes?
-Lo intuyo...
El sello del Capitolio distrajo nuestra conversación. Solo había muerto una persona hoy; Shirley, la chica del ocho. El ocho se había quedado sin tributos. Y uno de ellos había sido matado por mi.
-Yo me voy a ir a dormir...-Anunció Cloe, bostezando.-Me muero de sueño. ¿Vigilas tu?
-Si, claro...
Cloe entró en la tienda, y yo me volví a quedar solo, acompañado de la oscuridad. Era terriblemente aburrido estar solo, y más de noche. El aburrimiento y el sueño se juntaban con el miedo. No debió de pasar mucho hasta oír unos chasquidos. Me levanté rápidamente, con mis armas en alto, listo para atacar y para gritar. Pero me tranquilicé al ver a Jade. Y venía sola. Cuando llegó a mi altura, se deshizo de todas las armas ocultas que llevaba.
-¿Qué tal... todo?-Pregunté, en un tono de voz más bien bajo.
-Todo sigue igual. No he visto a nadie, y tampoco animales aunque la verdad es que no me he fijado mucho en ellos.
-¿No te has topado con nada?-Pregunté, mientras Jade se deshacía su coleta y metía sus dedos entre los mechones de su pelo.
-No... ¿Y Cloe?
-Durmiendo.-Respondí.
-Vigilaré yo. Ve a dormir.
-¡No!-Dije, algo más alto de lo que quería. Jade me miró fijamente a los ojos. Sabía lo que pensaba. Que no me fiaba de ella. Intente disculparme.-Haremos guardia los dos. Yo estoy bien.
-Tenemos que aprender a confiar unos de otros Blight.
-Si lo hago...-Me excusé.
-Creí que tu eras diferente. Que tenías algo conmigo.
-¿Algo contigo?-Pregunté confundido.
Jade suspiró, mirando al cielo. Luego volvió la vista a mi y nuestras miradas se encontraron por unos segundos. Me sentía tenso, nervioso y a la vez bien. Jade para mi era como una caja llena de explosivos. En menos de un segundo, pasó una de sus manos por mi cuello y me atrajo hacia ella. Su boca se encontró con la mía, y yo volví a ser presa del aturdimiento. ¿A que jugaba Jade? ¿No le había dejado claro ya todo? Quería deshacerme de ella, pero me sentía tan bien a su lado... Allí, en los Juegos, no importaba nada. Todo era como un sueño.
Jade se separó de mi, pero yo tardé algo más en abrir los ojos.
-Lo siento...-Se disculpó la chica.
Miré al cielo en busca de una respuesta que pudiese valer para aquel beso. Pero la única respuesta que encontré fue un punto rojo que cada vez se hacía más y más grande. Una bola de fuego venía hacia nosotros.
-¡Corre!-Grité, y salí corriendo a la tienda para despertar a Cloe. Jade apareció detrás e mi en poco tiempo. Cloe se despertó confusa. Alguien grito que no había tiempo de explicaciones, aunque no sabía con exactitud si había sido yo o Jade.
Salimos los tres de la tienda cuando la bola de fuego impactó en el suelo, a unos quince metros de nuestra posición. Miré al cielo de nuevo y me di cuenta de que esa no iba a ser la única. Había más. Muchas más. ¿Meteoritos? Todo podía pasar ya... Más grandes o más pequeñas, más lejos o más cerca. Cientos y cientos de bolas de fuego caían del cielo.
















3/15/2015

Johanna: Capitulo 57

Holaaa! Bueno, antes de nada quería disculparme por no haber subido nada de nada durante esta semana, pero es que a parte de los exámenes he tenido algunos problemillas y no he tenido tiempo. Espero que os guste el capítulo, aunque sea algo corto, y gracias por leer! Un beso!



No había dormido bien por la noche. De hecho, no recordaba cual había sido la última noche que había dormido bien. Probablemente hubiese sido antes de los Juegos, cuando las cosas eran normales y llevaban el ritmo que debían llevar.
Un ruido fue lo que me hizo mirar a la ventana abierta. El frío entraba por ella, y también la luz de la luna que despejaba un poco la de la oscuridad. Me deshice de las mantas que me cubrían y me acerque a ella para mirar, con las piernas temblando.
No me asustaba la oscuridad. Me asustaba lo que la oscuridad ocultaba. La oscuridad no hacia daño, las personas lo hacían.
-¡Hey! ¿Me ayudarías a subir?
Di un respingo.
-¿Qué? ¿Quién eres...?
-¿De verdad lo preguntas? Bah, ya subo yo solo.
En apenas unos segundos una pierna colgaba desde el alféizar de la ventana hasta mi cuarto. Luego vino la otra pierna, un brazo agarrándose al marco de la ventana, y un cuerpo cayendo sobre mi.
No me preocupaba. En el fondo sabia quien era.
Parker.
Lo que si me preocupaba era Blight. Me había advertido que estar con aquel chico iba a perjudicar a mucha gente. Pero sentía que no podía hacer como si el chico no existiese. Había algo en mi interior que me decía que con el estaría bien, a salvo.
-¿Qué haces aquí Parker, es que no duermes?
-Creí que a las chicas les gustaban las sorpresas...-Se quejó.
-Depende que sorpresas... hay malas y buenas.
-¿Soy una sorpresa mala? Eso no te lo crees ni tú.
-Son las cuatro de la mañana...-Susurré, al ver que Parker levantaba la voz.
-Sabía que estarías despierta.
-¿Como lo sabías?
El chico se encogió de hombros y acto seguido me dio un beso. Yo no lo evite. Me acerqué mas a él y le acaricie el cuello y los hombros, pero después me separé resentida al recordar las palabras de Blight.
-Debes irte. Al menos por ahora...
-Oh, venga Johanna, no vamos a hacer nada raro, solo venía a decirte buenas noches. No creas que soy...
-Lo sé. Pero ahora mismo no es buena idea que estés por aquí. Estoy agotada.
-¿Por que? ¿A ocurrido algo?
Me mordi el labio y mire al suelo. Sabia que Parker era cabezota, así que decidí hablar.
-No doy una buena imagen al Capitolio si me ven contigo.
-¿Por que no?-Se quejó de nuevo.- El Capitolio y el estúpido Presidente no deben interferir en nuestra vida. Podemos hacer lo que queramos.
-No, no podemos. Esto es serio. Es peligroso para ti.
-¿Para mi? Llevo corriendo peligro toda mi vida. Un poco más de riesgo no me va a matar.
-No juegues con fuego... al final te quemarás.-Le espeté. Yo lo había hecho y había quedado mal parada.
Parker contuvo las respiración unos segundos y después dio un puñetazo no demasiado fuerte al colchón de mi cama.
-Me voy.-Dijo, levantándose de la cama y acercándose a la ventana.
-Deberías.-Le recomendé, aunque me dolía admitirlo.
-Mañana vendré a...
-No.-Le corté.-No vengas. Por un tiempo... Aquí no...
-¿He hecho algo mal?
-Lo he hecho yo...
Parker miro al suelo, dispuesto a darse la vuelta. Le dolía tanto o más que a mi. Yo lo sabía. Pero era por su bien, o al menos, eso intentaba decirme a mi misma.
-Parker...-Cogí uno de sus brazos antes de que se diese la vuelta por completo. El se giro, y me miró. En sus ojos podía ver la esperanza. Me acerqué a sus labios y le di un beso. Luego me aparte y cerré la ventana.

Los siguientes días pasaron para mi rápidamente. Decidí no ir a las clases. Decidí no ver a nadie salvo a mi hermano. Me pasaba las mañanas, las tardes y las noches sentada en una esquina del sofá del salón, en una silla de la cocina, o en mi cama con las rodillas pegadas al pecho, pensando. Pensando en Parker, en Blight, en mis padres, en los Juegos, en mi vida si nunca hubiese sido seleccionada para ir a ellos...
Intentaba dar lo mejor de mi misma en todo. Pero no podía.
Me pasaba los días sola. Completamente. Incluso por la noche, porque Paul quedaba por la noche últimamente. Había sopesado diferentes opciones de las escapadas nocturnas de mi hermano; ¿Más dinero? ¿Amor? ¿Negocios? No lo sabía. Y el no parecía a estar dispuesto a contármelo, al menos pronto.
Willow no me visitaba.
Parker no venía, como le había dicho.
Blight parecía estar desconectado del mundo, o al menos del mío.
Y mientras, yo me hundía. Sin nadie que lo pudiese ver. Sin nadie que me rescatase. Porque al fin y al cabo estaba sola.

3/04/2015

Blight: Capitulo 31

La noche llego, y con ella el miedo de la soledad. Siempre había intentado huir de la soledad cuando era pequeño y no tenia ni un amigo en todo el Distrito. Luego conocí a Rosie, y ahí fue cuando empece a añorar ese sentimiento a veces tan necesario de no tener a nadie a tu alrededor. Pero ahora, en mitad de la oscuridad de los Juegos, solo, y con el único pensamiento de donde podrían estar Jade y mi hermana, estar solo no ayudaba mucho. Me pregunte que harían los tributos que estuviesen solos en todo esto, sin aliados. Y en el mismo momento en el que lo pensé supe que aquellos chicos que pasaban por esto solos eran unos verdaderos valientes.
También temía el momento en el que Jade me preguntase donde estaba Blade. Mi cara me delataría y ella averiguaría que estaba muerta por mi culpa. Porque yo la tire por el precipicio. Recordaba la regla que había impuesto yo mismo. Si alguien de nosotros cuatro trataba de matar a otro de nosotros, su destino seria la muerte. Yo había matado a Blade. Pero Blade había intentado matarme antes. ¿Estaban Jade y Blade de verdad tan unidas? Porque al fin y al cabo, en realidad parecía que se odiaban la una a la otra.
Pero no podía mentirme. No a mi mismo. Quizá podía sonreír a mi hermana, pero no podía sonreír dentro de mi. Creo que si tuviese que elegir un color para describirme, seria el negro. Me sentía como un verdadero asesino. Antes de eso, no hubiese sido capaz de hacerle ningún mal a nadie, y ahora, le había quitado la vida a dos personas inocentes... o al menos una de ellas lo era. No me permitía mucho pensar en el chico del ocho. Yo le había matado. A un chico como yo. Con familia, con amigos, quizá con alguien especial, con sueños, ilusiones... ahora muertos.  Todos ellos. El chico, las personas que le querían y sus ilusiones. Gracias a mi. Y luego estaba Blade... no quería negar que me sentía culpable de su muerte, pero muy en el fondo, algo decía que se lo merecía. Y sinceramente, ese algo me aterrorizaba, porque yo no era cruel. O al menos el Blight que yo conocía no lo era.
-Ten cuidado por donde pisas, eso parece una trampa de Blight...
Fue un murmullo. Un susurro no mas fuerte que el sonido del viento, pero lo escuche, y reconocí la voz de Cloe. Estaba bien. Ella y Jade. Lo sabia porque no había habido cañonazos desde el de Blade. No creo que ellas no estuviesen tan poco preocupadas. Me levante de inmediato, y las vi, tambalenadose entre los arboles cubiertos de oscuridad.
-¡Habéis llegado! -Dije, levantando la voz por encima del murmullo que ellas utilizaban, pero no tanto como para romper el equilibrio de la naturaleza. Pero no estaban tan bien como yo había imaginado en un principio. Tal vez llevasen al hombro cada una dos animales despellejados, pero las caras de las chicas demostraban una inmensa preocupación. Y cuando pasaron a mi lado y se metieron dentro de la tienda sin dirigirme la mirada siquiera, mis sospechas se confirmaron. Pase adentro con ellas. No había luz, pero ellas no dejaban de parlotear.
-Tenemos que actuar rápido. -Dijo Cloe, mas seria que de costumbre.
-No veo nada, pero te aseguro que tengo la mano completamente anestesiada. No la siento.-Dijo Jade demasiado rápido.
-Tenemos que hacer algo.-La respondió mi hermana.
-¿El que?-Pregunto Jade. Yo solo estaba ahí de observador, y no entendida nada.
-Necesito verte la mano.
-No hay luz. No habrá luz hasta el amanecer Cloe.
-Sera demasiado tarde. ¿Y si hacemos un fuego?
-Demasiado peligroso.
-Necesito verte la mano.-Chillo mi hermana, histérica.
-¿Que ocurre?-Pregunte, pero ninguna de las dos chicas me presto atención. ¿No se daban cuenta de nada? ¿De que Blade no estaba?¿O ya lo sabían? Entonces sonó el himno del Capitolio, que anunciaba los tributos caídos del día. Mi corazón empezó a latir tan rápido que podía apostar a que ellas lo oían.
-¡SI!-Grito mi hermana, tal vez demasiado alto. -¡SI, SI, SI! ¡Era lo que necesitábamos!-Y dicho esto, se llevo a Jade fuera, donde la luz del símbolo del Capitolio iluminaba nuestras caras.
No me di cuenta de que Cloe estaba aprovechando la luz que ofrecía el símbolo para mirar la mano de Jade. Y no me di cuenta de la importancia de la situación hasta que vi un par de dedos de su mano completamente negros, como si estuviesen podridos. Había odio hablar de eso, necrosis. En el siete, era frecuente en épocas de invierno debido a las bajas temperaturas, y solo había una solución. Y sabia que Cloe también sabia cual era la solución.
-¿Ha muerto Blade?-Pregunto Jade, con voz infantil. Mire al cielo y vi a Blade, con su sonrisa de lado dispuesta a hacer cualquier cosa para salir de aquí como vencedora. Nunca mas volvería a ver esa sonrisa siniestra. La cara de Blade fue sustituida por la de Randall, tributo del nueve.
-Si...-Susurre.
Pero como si no tuviese importancia, la voz de Cloe corto la conversación.
-Jade, no vas a recuperar los dedos.
Hubo silencio. Espere chillidos histéricos por parte de Jade, pero no. Suspiro, cerro los ojos y los abrió de nuevo, y su voz dejo de ser infantil. En esos momentos parecía cien, o mil años mayor.
-¿Y que se supone que tenemos que hacer?

Cloe me obligo a encender un fuego pequeño, pese a las oposiciones de Jade. Las chicas se sentaron frente a frente. Aunque lo habían preparado todo muy deprisa, ahora parecían tranquilas y calculadoras. No podía haber fallos. Mientras Cloe había preparado las telas mas limpias que había encontrado a su lado, había esterilizado un cuchillo de varias formas, y había colocado a su alrededor cantimploras y cantimploras de agua, Jade se veía nada nerviosa, mirando las opciones de por que había ocurrido eso. Sus mejores opciones habían sido o infección, o veneno.
Mi hermana me había ordenado sentarme al lado de la chica. No me gustaba esto. Sabia que Jade gritaría, pero se sentía tan segura. Casi mas que yo.
-¿Estas lista?-Pregunto mi hermana, con voz de anciana. Su cara estaba apenas iluminada por la antorcha.
-Lo estoy. Es esto o la muerte, y no pienso morir aquí. Perder un par de dedos no es para tanto.-Soltó una risita y la tendió la mano, que estaba mucho peor que antes cuando solo habían transcurrido cinco escasos minutos.
Mi hermana cogió el cuchillo mas afilado. Un golpe seco, eso bastaría. Yo le tendí un trozo de tela a Jade para que lo mordiese. Esta lo sujeto con la mano izquierda tambaleandole un poco.
-Contare hasta tres...-Advirtió Cloe, y Jade asintió.-Una..., dos...-El cuchillo corto el aire. Escuche el sonido del metal rasgando la piel, chocando contra el hueso y los gritos ensordecedores de Jade. La sujete por los hombros con toda la fuerza que pude, pero la chica se retorcía de dolor en ellos, y recordé la vez en que había metido el dedo en mi herida y me había hecho desmayarme. Todos sufríamos en los Juegos.-... y tres.-Termino Cloe.
Jade seguía contorsionándose mientras yo la abrazaba e intentaba calmarla, aunque sabia que en esos momento en lo único que pensaba era en el dolor. Mi hermana ya había envuelto su mano en varias telas que pronto se habían empapado de sangre rojiza. El principal objetivo ahora, era que no se infectase. Algo difícil en los Juegos, y que probablemente Cloe no le hubiese dicho a Jade. Aunque hubiese muerto en un par de horas si Cloe no hubiese cortado los dedos de la chica. Jade, poco a poco, se fue calmando. Yo no la solté. La limpiaba las lagrimas de las mejillas, la acariciaba el pelo, y la prometía que todo pasaría dentro de poco. Finalmente, no se si por el dolor o por el cansancio, Jade se quedo dormida en mis brazos. Mientras mi hermana trabajaba en su salud, yo la contemplaba. No se donde mi hermana había aprendido todos aquellos detalles de sanidad, pero era de increíble ayuda en aquellos momentos. Pase de mirar a Cloe a mirar a la chica dormida de mis brazos. Nunca antes había tenido unos sentimientos tan raros hacia una persona. Jade me hacia sentir cosas muy diferentes hacia ella, desde odio a admiración pasando por ternura y envidia. Y lo peor de todo, era lo parecida que era a Rosie... y lo que me dolía tenerla al lado y saber que nunca volvería a ver a Rosie.
- ¿Estas pensando en Rosie, no es así?-La voz de mi hermana me sorprendió y di un respingo.
-¿Como lo sabes?
-Eres tan fácil de leer...-Suspiro.-Ella te quiere. Rosie, digo. Lo hará siempre.
-Lo se.-Respondí.
-Lo digo en serio.
-Lo se...-Yo suspire esta vez.- Si no salgo, tienes que decirla...
-Ya lo harás por ti mismo.-Dijo, y la mire. Ella levanto la mirada hacia mi, y nuestros ojos se cruzaron.
-Duele que no puedas pasar el tiempo que te mereces con una de las persona que mas quieres en el mundo.
Cloe pareció comprender.
-Yo siempre estaré ahí. Contigo. Pase lo que pase.
-¿Y si morimos los dos?-Pregunte.
-Entonces cuidare de ti en el otro lado.
-¿De que? Se supone que si morimos ya no hay nada de lo que nos debamos de proteger.
-Blight, yo siempre te protegeré. Aunque no haya nada de que protegerte, lo haré siempre.-Suspire, y antes de decir algo, Cloe me interrumpió.-Deberías ir a dormir... ha sido un día largo.
-¿Y tu?
-Te despertare en un par de horas...
Le pase a Cloe el cuerpo de Jade, que ahora parecía diminuto. Jade tenia una mano agarrada a mi camiseta fuertemente. La otra estaba en un gran envoltorio de vendas. Me levante sacudiéndome los pantalones y me dirigí a la tienda.
-Blight...-Dijo Cloe antes de que entrase.-No te culpes por lo de Blade.
-¿Como lo sabes?
-Lo noto en tus ojos... No se como fue, y si quieres hablar de ello te escuchare, pero se que lo hiciste para salvar tu vida. Siento no haberte podido ayudar.
-No te preocupes, fue mi lucha.
Ella sonrió, y volvió a sus quehaceres.
Me tumbe en el suelo de la tienda y me cubrí con la única manta que Cloe había dejado, la mas sucia. Genial... Me acomode, y suspire. Escuche a mi hermana tararear una canción. La canción que siempre tarareaba. Y gracias a ella, me quede profundamente dormido...

Cloe me despertó al amanecer. Esa noche no había tenido pesadillas. No había soñado nada. Increíble. Estaba algo molesto con ella porque no me había despertado, aunque me prometió que dormiría durante la mañana, aunque debía de cuidar de Jade, ya que parecía estar débil. Jade seguía durmiendo. No queríamos molestarla, y quizá cuando despertase sentiría un dolor horrible, y yo había agotado las medicinas.
-Tienes que dormir...-Le dije a Cloe, mientras me llenaba el estomago con el conejo que habían cazado el día anterior.
-Ya te dije que lo haré...
-Tienes una cara horrible.-Me queje.
-Pues la tuya no se queda lejos Blight.-Me espeto, utilizando el mismo tono, y después se rió. Y mis carcajadas se unieron a las de ella.
-Tienes una cicatriz espantosa en la mejilla.-Dije entre risas.
-Y tu tienes los dos ojos morados. Y la cara llena de heridas. ¿No te duele?
Me toque la cara.
-No. Aunque parezca increíble y debería de estar arrastrándome por el suelo me siento bastante bien.
-Seguro que si ahora hacemos una guerra de barro te gano...-Dijo ella, mirándome picaramente.
-¿Segura?-Respondí, siguiéndola el Juego, pero algo nos corto nuestro divertido desayuno.
-ATENCIÓN TRIBUTOS, ATENCIÓN...