La vida de Blight

Capítulo 1


Tenía la costumbre de levantarme temprano a diario, así que aquel día, me desperté con las primeras luces del alba. Mi padre y mi madre aún dormían. Era el día de La Cosecha, y preferían dormir antes que preocuparse por si su único hijo salía elegido en las urnas, además, hoy no tenían que abrir la imprenta en la que trabajaban ya que habían trabajado hasta tarde el día anterior.
Me vestí rápido y bajé por las escaleras de madera de puntillas sin haer ruido, o haciendo el mínimo ruido posibe. Era incapaz de bajar esas escaleras sin que la vieja madera crujiese bajo mis pies.
Salí a la calle sin desayunar. No estaba nervioso, pero no tenía hambre. A pesar de ser muy pronto, había mucha gente por la calle, sobre todo agentes de la paz. Había quedado con mi grupo de amigos en la Plaza, y mi casa se encontraba a la otra punta del Distrito, por lo que tenía que caminar bastante. El Distrito 7 era un Distrito grande, y eso me gustaba sobre todo en un día como aquel.
Metí mis manos en los bolsillos del pantalón y caminé deprisa. Aunque era verano, por las mañanas seguía haciendo frío, y el vaho que salía de mi boca lo comprobaba.
Cuando llegué a la Plaza, todos estaban allí. Eran cuatro chicos (uno cojo, uno pelirrojo, uno gordo, y otro muy alto) y dos chicas (una rubia, y otra morena) La chica rubia fue la primera en verme, y soltó la mano de su amiga para correr hacia mí. Saltó a mis brazos y yo la cojí, dando una vuelta en el aire. Rosie Spruce era la chica más guapa de todo el Distrito. Era dulce y alegre y con las mejillas siempre rojas. Tenía el pelo largo y rubio, y le bajaba como una cascada de oro por toda las espalda. A parte de su familia, no había mucha gente rubia por el Distrito 7. Sus ojos eran tan verdes como los árboles del bosque y siempre estaban llenos de alegría. Llevaba un sencillo vestido rosa que constratstaba con su piel blanca como la nieve.
Tenía miedo por ella. Aunque Rosie tuviese tan solo cutro papeletas y pocas posibilidades de salir al ser la hija del alcalde, pero segía preocupado. Me dio un leve beso en los labios y acarició mi mejilla.
-Hey tortolitos -Gruñó uno de mis amigos, Olive, el cojo- Uniros a nosotros, nos tenéis olvidados.
La mañana se pasó rápido Rosie estaba nerviosa, lo sabía aunque lo negaba. Intentaba parecer valiente. Olive estaba muy tenso. Su madre trabajaba en la fábrica, y su padre era leñador. No eran trabajos muy importantes por lo que más de una vez había tenido que pedir teselas. Doce papeletas tendrían su nombre esta vez. Por suerte para mí, mis padre jamás me habían dejado pedir ni una sola tesela.
La Plaza empezó a llenarse de gente, y cada uno de nosotros nos separamos. Yo seguí con Rosie. Quería despedirme de mis padres, por si acaso, y ella me quería acompañar ya que sus padres estarían en el escenario. Pero no encontré a mis padres. Suspiré cansado y ambos fuimos a hacer cola para la identificación. Después, un agente de la paz nos condujo a nuestros sitios. Los chicos estaban en la derecha y las chicas en la izquierda, también nos dividían por edad, así que no podría estar con Rosie de todas formas.
-Suerte. -Sonrío y me miró con sus grandes ojos verdes. No parecía feliz como siempre. Estaba apagada, al borde de las lágrimas.
-No vas a salir, te lo prometo. -La di un beso y solté su mano. Sabía que la vería cuando todo esto acabase.
Busqué a mis amigos entre la gente y encontré a Olive, y a su hermano gemelo, el pelirrojo, Olwer.
-¿Habéis visto a la nueva representante para el Distrito? -Comentó Olwer - Creo que antes representaba al Distrito 8, pero como el año pasado ganó el 12...
El año pasado había sido el Vasallaje de los 25, y la Cosecha fue una verdadera tortura
-Seguro que tiene el mismo aspecto que la del año pasado-Dije.
-¿Horrible? -Preguntó Olive riéndose. 
Entonces la mujer de aspecto gracioso avanzó hacia el micrófono y habló sobre lo orgullosa que estaba, para después poner un video. El alcalde dijo unas palabras y miré a Rosie. Temblaba. Luego dio paso a los dos únicos vencedores con vida del Distrito 7. Una mujer de unos 70 años, había sido la primera vencedora de todos los Juegos del Hambre, y del Distrito 7, y un hombre de unos 30. Luego la mujer del Capitolio volvió a hablar:
-Que la suerte esté siempre de vuestra parte...
Dijo, y se acercó a la urna de las chicas. Cerré los ojos.
-Rosie no, Rosie no...-Susurraba apretando los puños.
-Cloe Pinebreath
Sonreí, y miré a Rosie Ella me miró, con la alegría de vuelta en sus ojos. No me fijé en la chica que subía las escaleras. Rosie estaba a salvo una vez más, y era en lo único que podía pensar.
-Blight Oakheart... -Lo escuché como si estuviese bajo el agua. La sonrisa de Rosie se torció en una mueca de desesperación y empezó a negar, pero yo seguía sonriendo.
Olive me dio un codazo.
-Blight...-Susurró Olwer- ...Arriba.
Entonces me di cuenta de que me habían fabricado un precioso camino para subir hasta el escenario. Había salido elegido.















Capítulo 2

Me había sentido cerca de la muerte antes. La primera vez, era tan pequeño que tenía vagos recuerdos de lo que sucedió. Era uno de los inviernos más duros que había vivido, pero eso no me impedía divertirme. Correr por el bosque me gustaba, pero a veces, la nieve cubre con una espesa capa el hielo que hay bajo tus pies, entonces el hielo se rompe y caes en el agua congelada. Mi madre me dijo varias veces que me había encontrado con la piel blanca y los labios morados, el pulso disminuyendo poco a poco... La segunda vez había vuelto a ser en invierno. Había cojido un refríado que habían intentado curar con hierbas medicinales, y algun que otro antibiótico, pero no había funcionado. La fiebre me subía cada día más, y algunos hombres ya le daban el pésame a mis padres, pero entonces un día empezé a encontrarme bien. Mi madre le llamó día milagro.


No podía apartar la vista de Rosie, y ella no podía quitar la expresión de dolor y tristeza mientras agarraba la mano de otra chica y las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Sentía como si estuviesen rasgando a tiras mi corazón para luego pisar los trozos partidos. Una mano se posó en mi hombro mientras la voz que hablaba resonaba por toda la plaza, pero yo la oía lejana, como si estuviese bajo el agua. Cloe Pinebreath me tendió su menuda mano y yo la estreché. Dos agentes de la paz me guiaron hasta el Edificio de Justicia, y perdí a Rosie de mi vista.


Nunca había estado allí dentro. Todo era elegante y refinado. Mubles bonitos de madera roja con múltiples adornos dorados en cada esquina. Lámparas gigantes de crístales de colores que colgaban desde el techo. Estaba confuso. Sabía lo que pasaba, pero. ¿Yo elegido en la Cosecha? Lo había pensado varias veces, es cierto, pero... nunca había creído en serio que la posibilidad de salir elegido fuese real. Quiero decir, uno entre... ¿cuántos? ¿Mil chicos? ¿Más?
La puerta se abrió y mi padre entro en la estancia. Sólo mi padre. No parecía muy sentimental. En vez de parecer que iba a perder un hijo, parecía que le hubiesen dicho que hoy para comer no había pan. En realidad, nunca me había llevado muy bien con él, sobre todo desde que varios años atrás le había levantado la mano a mi madre. Desde aquella vez, mis padres no volvieron a hablar como antes, y yo tampoco con él. Cuando mi padre salio, entró mi madre. Se arrodilló en frente de mí, y me acarició las mejillas y me dió un beso la frente. Sequé sus lágrimas y la dije que no se preocupase entonces más lágrimas salieron de sus ojos, y una rodó por mi mejilla.
-Sé que puedes ganar. Los Oakheart suelen sorprenderte.
-No esta vez...
-Por favor, no me lleves la contraria ahora. Deja de ser tan realista, e intenta fijarte en las posibilidades.
-Soy hábil. Y rápido. Si, alguna oportunidad tendré.-Dije, para animarla.
-Hazme caso, hijo.-Sonrío forzadamente y soltó mi mano a duras penas cuando acabó el tiempo.
Luego entraron Olive y Olwer con el resto de mis amigos, pero no estaba Rosie. Luego entró Meredith, la vieja vecina que de vez en cuando me cuidaba cuando era niño, y que ahora, de vez en cuando también, yo la cuidaba a ella. Y luegó entró ella, corriendo, y me abrazó. Y no sonreía. Sus ojos no transmitían alegría, ni nada... Estaban vacíos. La acaricié el pelo, como si fuese ella la que en verdad marchase a los Juegos, e intentó calmarse, pero no paraba de llorar.
-Tu vas a volver. ¿Me oyes? Tienes prohibido morir en los Juegos.
-Volveré.
-Prometémelo Blight.
La aparté el pelo de la cara con ternura y la di un beso acariciando su mejilla. Entonces recordé todas las veces que había estado con ella, pero con una sonrisa y no una mirada triste.
-Te lo prometo Rosie. Me tendrás de vuelta. Y seremos las personas más felices de Panem.
-Seremos felices...-Susurró.-Con eso me basta.














Capítulo 3

A decir verdad, nunca antes había montado en un tren, y me pareció magnífico. Los suelos estaban cubiertos por una lujosa alfombra con hebras de hilo dorado, a lo que me pregunte si serían de oro. Las paredes estaban repletas de ventanas que te dejaban ver el precioso paisaje; bosques verdes, praderas salvajes, montañas de piedra... y la velocidad era tal, que si cerrabas por un segundo los ojos ya te habías perdido algo fantástico. No quería despegarme de la ventana. Los muebles eran de una madera rojiza bastante cara, y relucían. Desde luego ese podría haber sido el mejor día de mi vida si no fuese a donde debía de ir. Trataba de ignorar ese tema, y aunque al principio fue bastante dificíl, cuando Cloe me llamó para que mirase a través de la ventana los preciosos paisajes que había más allá del cristal, gran parte del peso se esfumó. Aunque no todo era tan fácil. De hecho, era raro. No me sentía preocupado, quizá ya hubiese aceptado mi pérdida, quizá me estuviese preparando, no lo sé, pero me sentía... vacío, como si algo faltase. Me preguntaba si aquel vacío sería por la preocupación y la tristeza de Rosie, o por la de mis padres, amigos...  No había respuesta para aquellas preguntas, tan solo, más preguntas. Asi que tamién intentaba hacer caso omiso a las preguntas para que no apareciesen más. 
La cena fue un auténtico desfase. Jamás había visto tanta comida junta en toda mi vida, y Cloe, por lo visto tampoco. Pato con una salsa líquida (y deliciosa) por encima. Varios tipos de pescado. Verduras gratinadas. Postres de todos los sabores: dulces, salados, incluso picantes...
Crassa Glist, la encargada de las papeletas en el Distrito 7 por primer año, hablaba mucho. Mucho. Al parecer nuestro Distrito era encantador, y no se lo había imaginado así nunca. Le gustaba más que el 8, ya que era menos industrial y más limpio. Dudaba de Crassa. Sus comentarios eran formidables, aunque a veces su comportamiento era tan petulante que volvía a parecerme una persona normal del Capitolio. Crassa, era difícil.
La cena fue espléndida. Los antiguos vencedores aparecieron en mitad de la cena. Sus nombres eran Ray y Jara, y con ellos se acabaron las sonrisas y nos dejaron caer al suelo, sin nada para protegernos.
-Volved a la realidad chicos. Esto no son risas y fiesta, hay que ver las Cosechas del resto de Distritos...
El resto de la cena fue silenciosa, salvo por algún que otro comentario de Cressa. Cloe no espero a que el resto terminase, se disculpó y se marcho a su habitación a descansar pese a las palabras de los antiguos vencedores, sobre todo de Jara, para ver las demás cosechas.
-Yo preferiría verlas con Cloe. Si me disculpáis...
Arrastré la silla hacia atrás para levantarme y Jara chasqueó los dedos.
-Es mejor que la veas solo y te vayas preparando. ¿Te crees que esto va a ser fácil? ¿Crees que lo es?
Me quedé con un nudo en la garganta sin saber que responder. Jara parecía entre enfadada y cansada, y le temblaba la mandíbula. No supe que responder, así que al final me fui a mi habitación también. Sinceramente, no tenía ganas de ver las Cosechas. ¿Para que? ¿Para recordar donde estaba? ¿Para ver que mis oponentes eran más temibles que yo? No...
No dormí. No porque estuviese nervioso, ni asustado, que en parte lo estaba, pero el paisaje seguía siendo precioso. Algo me distrajo, un toque en la puerta. Me levanté del suelo para abrir y Cloe pasó a mi habitación sin preguntar.












Capítulo 4

Cloe se sentó sobre la colcha de la cama, con las piernas cruzadas y las manos sobre las rodillas. Tenía la espalda muy recta, y sus ojos oscuros se paseaban por la habitación como si estuviese buscando algo. No me atreví a hablar. Lo intenté, pero cada vez que abría la boca, Cloe me miraba ladeando la cabeza, y yo me tragaba mis palabras. Permaneceríamos unos minutos así, pero a mi cada segundo se me hacía eterno.
-¿Has visto ya las cosechas?
Fijó su mirada en mí, mirándome como si me escanease. Me incomodaba...
-No. Aún no.-Hice una larga pausa y tras un suspiró la pregunté.- ¿Y tú?
-Pensé que verlas juntos sería una gran idea. Si te parece bien. -Otra larga pausa. - ¿Te parece bien?
-Claro... ¿Por qué no?
Cloe se levantó de la cama y caminó de puntillas hasta la puerta. Antes de abrirla se giró para mirarme. Supongo que quería ver si la seguía. Era una chica rara. Lo único que sabía de ella es que vivía en el orfanato del Distrito desde que su padre murió. Ni siquiera sabía su edad. De hecho, no había hablado con ella hasta entonces.
Cloe caminaba rápido. Tan rápido que la perdí de vista. Sin duda, eso era una habilidad a su favor para los Juegos. Cuando llegué al final del pasillo, al vagon-bar, ella ya estaba sentada en un sillón en frente de una pantalla, con algo cuadrado entre las manos. De la pantalla se oían voces. No era nada más que el inicio de las cosechas, cuando los presentadores se dedicaban a hacer bromas y hablar entre ellos... y luego comenzaron.
El Distrito 1, dio de que hablar. El niño elegido tan solo tenía doce años, aunque aparentaba más y parecía bastante preparado para los Juegos, pero fue sustituido inmediatamente. Quizá en un par de años fuese el niño quién se presentase voluntario. La chica escogida, tenía una perfecta dentadura blanca, unos ojos vivaces, y una cabellera rubia muy larga. No hubo ningún sustituto. Su apellido lo decía todo. Era la hermana pequeña de un antiguo vencedor del Distrito. Ambos tributos del Distrito 2 también fueron sustituidos por dos voluntarios. Nada inusual.
-Distrito 3, aburrido...
-Yo no me firaía tanto. Son muy listos. Podrían matarnos a todos con una de sus invenciones.
-Aburrido.-Recalcó Cloe.-Si dijeses que el Distrito 1, 2, y 4 no te preocupasen, mentirías.
-Puede, pero no hay que subestimar al resto.
Cloe se encogió de hombros y volvió a mirar a la pantalla. Ambos tributos tendrían unos 15 años. El Distrito 4 también fue interesante. Los dos tributos se presentaron voluntarios, y al parecer, entre ellos no había demasiada amistad. O sus ojos reflejaban eso al menos. ¿Sería una mentira para distraer al resto de tributos? Preferí no confíar. El Distrito 5 y 6 no me llamaron demasiado la atención. Al fin y al cabo, Cloe tenía razón. Los Distritos a los que más temía ya habían pasado. La Cosecha del 7 me pareció distinta a las demás. Quizá porque salía yo. Quizá...  El Distrito 8 sobresalió este año. Los elegidos fueron una chica de pelo negro y un niño de apenas tree años. El niño volvió a bajar del escenario cuando alguien se presentó voluntario. Increíble para un Distrito como el ocho. No sucedía siempre. El Distrito 9, 10, 11 y 12, no me llamaron la atención. Lo único que me llamó la atención del Distrito 12, fue ver al último vencedor, el joven Abernathy no aparentaba más de diecisiete años y ya había ganado unos Juegos del Hambre.
 La pantalla quedó en negro, pero los dos -Cloe y yo- nos habíamos quedado mirándola, omo si así solucionásemos los problemas. A medida que nos acercabamos más y más al Capitolio, mis nervios se ponían más a flor de piel.
-¿Crees que...?
-No.- Dijo Cloe, tajante.
-No he acabado de preguntarte. -Me quejé.
-Pero sé que vas a preguntar, ya que acabamos de ver las Cosechas y a nuestros enemigos, de los cuales todos van a intentar matarnos. A ti y a mi. Y mientras has estado mirando a la nada te has estado preguntando si tienes alguna oportunidad. Y también si yo tengo esperanza en ganar. Así que, no, no creo que gane. Demasiada gente a la que sobrevivir, ¿no crees?
-Solo somos 24...
-Y solo puede quedar uno. No se tú Blight, pero yo no he cogido un arma en mi vida, y esos chicos. La tía rubia del uno y su compañero, los del dos, y los enemigos del 4... bueno, creo que saben como utilizar esas cosas que hacen daño.
Se levantó del sillón y caminó hacia la salida, con la misma rapidez que antes. Despareció, y me quedé mirando a la pantalla. Cojí el mando rectángular que Cloe había dejado en su asiento. Quería volver a ver las Cosechas.. Lo necesitaba.
Óí un carraspeó. Alzé la vista, y vi a Cloe. No se había ido. Estaba apoyada en el marcho de la puerta, con un pie en el aire. Tenía el ojo izquierdo tapado por varios mechones de pelo y las mangas del jersey granate la tapaban las manos. Le quedaba muy grande.
-Hay una cosa que no te he dicho. Y probablemente quieras saber. Y seguramente sea importante.
-¿El qué?
Cloe titubeó, y se aparto los mechones de pelo con la manga. Miró a el suelo, y el pelo la volvió a cubrir el ojo. Entones fue cuando me di cuenta de que el color de sus ojos era dispar. Uno verde azulado, el otro marrón claro.
-Tu madre vino a verme en el Edificio de Justicia, después de la Cosecha.
No entendía nada. ¿Mi madre? ¿Por qué fue a verla? ¿Fue por eso que no entró con mi padre? ¿Qué tenía que ver mi madre con Cloe Pinebreath?
-¿Por qué fue mi madre a verte? Creí que no os conocíais.
-Nos conocemos mejor de lo que tu crees. Pero dale tiempo al tiempo Blight. Te lo diré. Pero aún no estas preparado.
-¿Preparado para que?
Cloe me había puesto de los nervios.
-¿Ves como no lo estas? Cálmate y disfruta de lo poco que queda para llegar al Capitolio.
Y entonces se fue. Y yo me quedé más confuso todavía.






Capítulo 5

El Capitolio era tan grandioso como lo habría imaginado. Nada más salir del tren, la gente se avalanzando sobre nosotros. Éramos los nuevos tributos. Todas las miradas estaban dirigidas a nosotros, por si acaso alguno llegaba a ser el vencedor del los Juegos este año.
Pasamos a paso rápido entre la multitud y las cámaras mientras Jara y Ray susurraban y soltaban bufidos por lo bajo. ¿Como debía de ser llevar cada año a dos niños a la muerte? ¿Te encariñarías con ellos? ¿Sabías que no tenían muchas oportunidades? Porque a decir verdad no las teníamos. Solo hacia falta girar la cabeza para ver a los espléndidos tributos de los Distritos profesionales. Uno, dos y cuatro.
Tras el recorrido por las calles atestadas de gente, llegamos a un edificio. No me fijé demasiado en él, ya que estaba maravillado viendo las calles y las extrañas personas que habitaban en aquel lugar, con sus ridículos atuendos y sus vientres planos.
Luego, sin darme cuenta, pasé de estar en manos de mis mentores a los de una persona muy extraña. Ella me condujo por más pasillos hasta llegar a una sala de paredes blancas. Cloe ya no estaba conmigo. Ni Jade ni Ray. Ni siquiera Crassa Glist.
-Bueno... ¿tu eres Blight no?-Dijo la mujer, una vez en la habitación. Me hizo una señal para que me tumbase en una camilla y tras ella aparecieron otros dos hombres.
-S-si...
La voz me temblaba, y me sentí estúpido. Ella me sonrío dulcemente, demostrando amabilidad.
-Estos son Albus...-El hombre de piel azul y pelo largo trenzado de color rubio antinatural hizo un gesto con la cabeza.- y Didus... -El otro hombre situado a la izquierda de la mujer asintio. Este tenía la piel bronceada, con tatuajes rojos por los brazos y un extraño atuendo. Sus cejar, eran rojas como el fuego pero tenía el peo rapado por los lados. Solo le quedaba en la cabeza una estrecha linea de corto pelo del mismo color que sus cejas. - Yo me llamo Atella, y estamos aquí para ponerte guapo en todos tus eventos.
-¿Eventos?
Atella ignoró mi pregunta y prosiguió. Vestía de blanco, su piel era blanca, hasta su pelo era blanco como la nieve. Sus ojos, eran de un frío azul blancuzco, parecido al hielo. Parecía un fantasma.
-Hoy, cuando llegue el resto de tributos...-Hablada pausadamente y muy, muy lento. Comenzaba a molestrame.- ...por la noche, será el desfile. ¿Sabes lo que es el desfile?
-Sé lo que es el desfile. -Dije cortante, y con tono brusco. No estaba hablando con un niño de tres años.
-Hoy en el desfile, la ropa, te la habré diseñado yo. Y vas a estar... vas a estar--- hum... -me miró entrecerrando los ojos.. Espléndido. ¿No creéis?
Albus y Didus asintieron a la vez y sonrieron mostrando sus dientes. Los de Albus eran de un blanco perfecto, en cambio los de Didus eran dorados. ¿Se había cambiado también los dientes? Cada minuto que pasaba, creía que estaba en una ciudad de locos más aún.
-Ahora hay que arreglarte... -Prosiguió Atella.
-Estás hecho un desastre chico.-Fue Albus el que acabó su frase.
-No podemos dejar que salgas así...-Didus habló, acercándose a mi y tocándome el pelo.-Quizá habría que cortar.
Temblé. ¿Sería capaz de cortarme el pelo como él. No, no podían... Ningún tributo salía mal en sus desfile ¿no? Esperemos que no sea el primero.
-Cuando acabemos de arreglarte Didus y yo, verás tu traje. Atella es una gran diseñadora.
Atella sonrió, y se marchó. Y yo no entendí nada, solo que querían ayudarme a verme más guapo.






Capítulo 6


Una vez acabado el trabajo de Albus y Didus, estos desaparecieron, dejandome solo con Atella. Ella parecía entusiasmada, agitando entre sus brazos un traje de color marrón. Distrito 7, madera. ¿Qué esperaba? 
Odiaba el traje. Era ajustado, incómodo y no podía dar un paso más largo que mi propio pie. Cuando vi a Cloe aparecer de la misma manera que yo, me sentí algo mejor. Llevaba el mismo traje ajustado que yo, salvo que el de ella era un vestido más corto de lo que lo eran mis pantalones.
-Te ves rídiculo Blight. -Me dijo Cloe, muy seria. Pero de pronto se echó a reir, algo que relajó a Cressa, ya que estaba de los nervios comparándonos con todos los tributos de años anteriores.
Cressa, Atella, y el estilista de Cloe nos llevaron hasta la planta donde se encontraban los carros con los caballos. Ya habían llegado algunos de los demás tributos, y eso no me hizo sentir nada bien. Parecía ser que a Cloe tampoco porque me agarro la mano con una fuerza sorprendente.
-Esta bien...-Dijo Cressa.- ...Estais fabulosos. ¡FA-BU-LO-SOS! La gente se fijará en vosotros... nada más os vea.-Torció la nariz y eso me hizo pensar en que mentía.
El estilista de Cloe la subió al carro, y luego a mi, ya que no podiamos casi ni movernos. Mi compañer miró todo con nerviosimo.
-Estad tranquilos... -la voz pausada de Atella intentaba ser tranquilizante, pero a mí, me ponía de los nervios.- Hum..., lo haréis bien, esto... esto... no es importante. Solo es la bienvenida, hum... Y estais muy guapos. Si, estupendos.
Entonces pasaron dos tributos, acompañados de sus estilistas. Era imposible no quedarte mirandoles. Ambos eran guapos. Intenté hacer memoria, y recordé las Cosechas. Distrito 1, Lujo. La verdad, sus trajes reflejaban bien su distrito, y su belleza. Los dos eran rubios y de piel clara. El chico llevaba el pelo despeinado, y cada mechón apuntaba a algún lugar diferente. Llevaba la camisa, los pantlones y los zapatos blancos, y una corona dorada en la cabeza. La chica, en cambio estaba enfundada en un largo vestido blanco, y parecía que iba descalza.  El pelo lo llevaba suelto, con pequeños tirabuzones dorados sobre la cara, y una tiara sobre su cabeza. Sentí un pinchazo al verla, porque me recordaba a Rosie. Aunque no podía olvidar que era profesional, y además, la hermana pequeña de un aniguo vencedor.
Cloe pasó una mano por mi cara y luego chasqueó sus dedos.
-¡Eh! ¿Recuerdas donde estamos? No vienes aqui a enamorarte de Jade.
-¿Jade?-Pregunté desconcertado.
-Jade.-Señaló a la chica rubia del Distrito 1 que cababa de pasar.-Intentará matarte mientras le recitas un poema de amor.
La miré de una forma extraña, que contenía enfado y desconcierto.
-No me gusta Jade. Además, yo ya tengo novia.
-Lo sé. -Suspiró y sonrió, cogiendome de la mano.- Anda, venga... tenemos que dar buena impresión.
Miré la mano de Cloe, junto a la mía, y luego la miré  a los ojos. Ella sabía que estaba con Rosie, ¿por qué me daba la mano?
Los carros empezaron a moverse, y el Distrito 1 salió.
Intenté deshacerme de la mano de Cloe, pero la agarró más fuerte.
Salieron el Distrito 2 y el 3.
-Cloe... no creo que...
-Rosie lo entenderá Blight.
-¿Qué? ¿El qué? Tu y yo no somos nada...
-No de la forma que tu piensas...
Salieron los carros del 4 y del 5, y ella seguía sin soltarme la mano.
-Blight, ¿tu la quieres? -Asentí rápido.- Pues eso es lo que importa. Solo te estoy dando la mano como compañeros de Distrito, como... ya lo entenderás.
-¿El que entenderé?
Entonces salió el 6.
-Es dificíl de explicar.
-Cloe, ¿el qué?
Y salimos nosotros, y Cloe no quiso responderme.




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   Blight                        Cloe                                  Rosie






Capítulo 7


Hacía calor y estaba desorientado. Lo único que veía era oscuridad, y luces pasando en frente de mis ojos de aquí para allá. Podía oír el ruido que la multitud hacía gritando los nombres de sus Distritos favoritos. Casi todos aclamaban al 1, y la verdad, no era de extrañar. Me había quedado mirando a los tributos del 1 hasta que Cloe me distrajo, y de no ser por ella, los hubiese mirado hasta que su carro desapareció por la esquina.
Giré la vista para mirar a mi compañera. Era difícil adivinar su expresión. No estaba seria, pero tampoco sonreía. Podía ver en sus ojos el ansia de curiosidad, en cambio yo, no me atrevía a mirar más allá del carro. Los caballos iban bastante rápido, y a decir verdad, las alturas no me agradaban. Respiré hondo. Cloe seguía agarrada de mi mano con fuerza, pero esta vez no hice nada para zafarme de ella. Incluso me tranquilizaba. Sin Cloe, estaba solo. Y ahí, en lo alto de un carro en marcha con muchas posibilidades de perder el equilibrio y caerme, -los nervios me jugaban malas pasadas de vez en cuando.- prefería que Cloe estuviese a mi lado.
Dentro de toda la confusión y el vocerío de la gente del Capitolio, me di cuenta de que cuando paramos en frente de una gran casa, estabamos nada más y nada menos que delante de la mansión del Presidente Snow. Llevaba un traje blanco, y se había arreglado su barba rubia.
Nos dio la bienvenida tras un par de tragos a su copa, y habló sobre la importancia de los Juegos. Como siempre solía hacer el mismo discurso, cambiando un par de cosas cada año, me permití distraerme. Todos mis pensamientos se trasladaron al Distrito 7. En mis padres, mis amigos, Rosie... ¿Qué estarían haciendo? ¡Rosie!
Me giré instintivamente hacia el lugar donde el carro del Distrito 1 había parado. La chica rubia que me recordaba a Rosie demasiado-Cloe había dicho que su nombre era Jade.- y a la que no podía parar de mirar por esa razón. Me di cuenta de que la gente gritaba su nombre junto al de "Jasper" ¿Sería su compañero de Distrito?
Los carros volvieron a moverse cuando Snow terminó de hablar.
Ninguno de los dos estilistas nos esperaban cuando Cloe y yo bajamos de los carros sin ninguna ayuda. Sentía como si los pantalones estuviesen a punto de romperse así que di un salto y caí al suelo. Cloe decidió hacer lo mismo salvo que ella se quitó los zapatos antes. Caminamos hacia el ascensor mientras miraba a mi alrededor. Todos los estilistas felicitaban a sus tributos. Los deL tres llevaban un sofisticado traje envuelto en cables que llamaba bastante la atención. Los del dos lucían vestidos plateados. El Distrito 4 vestía completamente de un profundo azul.
-Chicos, esperad... -Musitó Cressa, agarrandonos a cada uno por el hombro.- Iré a hablar un momento con Nora -Señalo a ambos tributos del distrito 5, vestidos de verde y a su respectiva acompañante.- Podéis subir. Estaréis cansados, pero no cenéis sin mi.-Nos apretó el hombro y se fue. Cloe se subió en el ascensor y presionó el botón para cerrar las puertas. Me colé antes de que pasase.
-¿Me puedes explicar todo ese rollo misterioso que...?
Aún seguía con la duda de lo que Cloe quería decirme, si es que quería decirme algo.
-Ha estado bien, ¿eh? Aunque me agarrabas muy fuerte la mano.
-¡No cambies de tema!
-No lo he hecho...
Se encogió de hombros y miró hacia arriba, esperando llegar a la planta 7 por fin.
-Venga Cloe... Me dijiste algo en el tren antes de llegar. Y antes de que los carros salieran a la ciudad. Tienes algo importnte que decirme pero no quieres hablar de ello. ¿Por qué?
Las puertas se abrieron y me dedicó una mirada. Entreabrió la boca, pero luego salió dando grandes zancadas sin decir nada.
-Al menos dime por que no quieres decírmelo, pero a la vez no paras de mandar indirectas.
Se giró un momento antes de entrar a su habitación.
-Es complicado. ¿Vale?-Parecía enfadada.- Yo no debería de ser la que te lo dijese. Tu deberías de saberlo también.
Suspiró y se apoyó en la puerta. Miró el techo evitando mi mirada. Me apoyé en la pared.
-Sea lo que sea... que sea pronto. Estaré muerto cuando empiezen los Juegos.
-No digas eso. -Replicó.
-¿Por qué? No lo entiendo, eso sería mejor para ti.
-Porque te quiero Blight.-Suspiró. Ladeé la cabeza sin comprender, y luego añadió algo.- No de la forma que tu piensas.
Antes de poder reaccionar, se dio la vuelta y se encerró en una de las habitaciones. Llamé un par de veces a la puerta. No contestó.
-Cloe...
Volví a llmar. Sabía que estaba ahí. ¿Por que no me contestaba?
-Ven esta noche. ¿De acuerdo?-Susurró desde el otro lado, y yo asentí.
-Sí, claro.-Dije al darme cuenta de que no podía verme.


Cloe decidió saltarse la cena. Le dije a Cressa, a Ray, a Jara, y a los estilistas, que se sentía demasiado cansada así que se había ido a dormir, a parte de que no tenía hambre. Pude advertir como Cressa arrugaba la nariz pues nos había dicho que la esperasemos para cenar.
No comí mucho, aunque todo lo que había en la mesa parecía delicioso; langosta, cerdo, verduras gratinadas, tartas, bebidas de todos los colores y sabores... Aunque no me entraba nada en el estómago. Estaba demasiado nervioso por lo que Cloe podía decirme.
Me sentía raro. Había dicho que me quería, pero ella sabía que yo estaba con Rosie. Quizá solo lo dijo para intentar llamarme la atención, y para que después fuese a verla.


Era medianoche cuando decidí abandonar mi habitación y meterme en la de Cloe. Al principio no estaba muy seguro, por si alguien estaba vigilando, o por si se había quedado dormida ante la espera, pero no. Antes de que me diese tiempo a llamar a la puerta, ésta se entreabrió. Cloe llevaba el pelo suelto y varios mechones de pelo oscuro le caían sobre la cara. Llevaba puesto un fino camisón de tela blanca e iba descalza. Se hizo a un lado para dejarme pasar. El corazón me latía fuerte, presa de los nervios.
-Esta bien... -Entrelazó sus manos y empezó a caminar por la habitación, luego se sentó en la cama con las piernas cruzadas, y se volvió a levantar.
-¿Me quieres?
-Calla...-Dijo, con un deje de burla.-Siéntate. Quiero que me prometas algo...
-A ver...
-No te enfades con nadie. Ni conmigo por no habértelo dicho. Ni con Rosie. Ni con tus padres. Sobre todo con tu madre.
-¿Mi madre?
Otra vez mi madre. ¿Qué tenía que ver ella con todo esto?
-No sé porque...
-Calla, y dejame hablar a mi... -Se colocó en frente de mi, a unos cuantos centímetros y me cogió de las manos. Éramos más o menos de la misma altura, y por un momento pensé que iba a besarme.-Tu madre y yo...-Titubeó.- Ella me dijo que tenía que contarte lo que ella no pudo hacer, Blight. Ella... Blight. Tu y yo no somos solo compañeros de Distrito en los Juegos.
No entendí nada.
-¿Qué quieres decir? No te entiendo Cloe.
-Ella quería decírtelo pero nunca se atrevió, y cuando salimos los dos en la Cosecha...
-Cloe, ¿el que quería decirme?
Se mordió el labio con fuerza, miró al suelo y luego me miró a los ojos. Lo único que pude percibir fue tristeza.
-Tú y yo somos hermanos Blight.




Capítulo 8
-¿Hermanos?  Ja, ja. Muy buena esa Cloe. -Me reí estrepitosamente sin saber por que Cloe me decía eso sin ningún motivo.
-Estoy hablando en serio.
Cloe parecía malhumorada ya que no paraba de poner los ojos en blanco y llevaba con los brazos en jarras durante un buen rato.
-Soy hijo único. Siempre he vivido con mi padre y con mi madre. Con nadie mas. Si no recuerdo mal tu eres del orfanato del Distrito así que no intentes acoplarte en mi familia y arruinarla.
Si a Cloe le daba por decir en la entrevista con Caesar que ella y yo eramos hermanos la gente del Capitolio se volvería loca pero en mi casa seria muy distinto. Mis padres no se llevaban demasiado bien últimame.
Mire a Cloe. Seguía con los brazos en jarras, pero ahora tenía los ojos acuosos y la cara roja por la ira.
-No se para que te lo he contado... Sabia que era estupido. Demasiado pronto.
-¿Demasiado pronto? Voy a morir...
Ella me miro con rabia y salio de la habitación, chocando su hombro con el mio fuertemente. Salí tras ella, pero ya no había nadie en la habitación cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad. Regresé a su habitación. No quería estar solo y sabia que volvería.
Me tumbe en la cama esperando e intentando aclarar las palabras de Cloe. La palabra "Hermanos" me repiqueteaba en la mente como un dolor de cabeza. Hermanos, hermanos, hermanos...
Era imposible, ¿no? Yo nunca antes había hablado con Cloe antes de losJuegos. Quizá solo fue de una estrategia para ganar patrocinadores. Al fin y al cabo, Cloe era lista. No me extrañaría que acabase finalista, incluso vencedora, aunque no sabia si tenia un buen dominio sobre las armas.
La puerta se abrió de nuevo cuando el reloj  marcaba las tres de la mañana. Seguramente me habria dormido sin darme cuenta, pero ahora ya estaba despierto, listo para escuchar respuestas,
-Explicamelo.
-¿Sigues aqui? Mañana hay entrenamiemto deberias irte.
-Quiero respuestas...
-¿Y que pasa si yo no quiero dartelas?
-Pero quieres...
Ella me miro, yo la mire, y acto seguido se tumbo a mi lado en la cama.
-Mama suele ir a verme todos los sábados por la mañana...
Me sonó demasiado raro que llamase "Mama" a mi madre. A... ¿nuestra madre? Ella continuó.
-Yo sé que a ti te decía que iba ha ayudar a las ancianas del orfanato, y en cierto modo era verdad pero ya de paso me visitaba. Yo me acordaba de ella de antes, de cuando vivía con papa. Luego el murió y me trasladaron al orfanato. Tenia seis años y me lo contó todo. Recuerdo que al principio me enfade muchísimo, pero ella era la única que me visitaba y me traía galletas. Me contaba que se sentía muy mal, que la resultaba imposible verme lejos de ella. Yo la sonreía diciéndola que estaba bien.
-Pero no entiendo... ¿y mi padre?
-Nuestra madre amaba a mi padre. El matrimonio de ella con tu padre fue por conveniencia, no porque ella lo quiso. Ella me lo iba contando. Me hablaba de ti. De que tenia un hermano pequeño... Muchas veces desee acercarme a ti en el colegio y abrazarte, pero no podía. Se lo había prometido.
-¿Estas diciendo que mi madre tenia un amante y era tu padre ¿Y mi padre no se dio cuenta de que estaba embarazada de ti?
-Tus padres tenían fuertes discusiones ya de aquella, así que solo hacia falta un pequeño enfado para que tu madre desapareciese un par de meses. Ella no sabia decírtelo. Y tampoco se atrevía. Cuando vino a verme me dijo que debía contartelo,. Que teníamos que saberlo los dos. Y en parte es justo. Tu has vivido con ella todo este tiempo sin saberlo, yo lo he sabido viviendo sola.
Me quede en silencio intentando asimilarlo todo.
-¿Eres mi hermana mayor?
Asintió levemente y me abrazo con fuerza. Pude oír como en un susurro me pedía perdón por todo. No estaba enfadado con ella. Cloe tan solo había mantenido su promesa. Pero mi madre debería habérmelo dicho. Hace mucho tiempo. Me sentía como si toda mi vida hubiese sido una mentira. Sabía de sobra que mis padres no se querían , es mas, casi ni se soportaban. Pero no podía imaginar a mi madre con un amante.Es mas, ¿seria mi padre de verdad mi padre?
deberíamos dormir. Mañana podrás preguntarme mas cosas si quieres durante el entrenamiento.
-Si, claro.
Asenti y me abraze a ella mas, ya que era la única persona que podía consolarme.






Capítulo 9

Me desperté cuando Cloe me sacudió por los hombros. Habíamos acabado durmiendo juntos. Cuando la vi, todas mis esperanzas de que todo lo ocurrido hubiese sido un sueño se esfumaron.
-Levanta. Hoy toca entrenamiento, y no querrás llegar tarde.
Se levantó de la cama y sentí frío. Agarré el extremo de las mantas y me cubrí la cabeza con ellas. Estaba acostumbrado a madrugar, de hecho me gustaba levantarme temprano por las mañanas e ir a visitar a Rosie antes de ir al colegio. Pero levantarme de la cama ahora para ver a todos esos niños ue intentarían matarme, no me animaba. Cloe me quito las mantas de encima y me tiro sobre la cabeza algo.
-Vistete,  o llegaremos tarde.
Entrecerré los ojos y vi que ella ya estaba lista. Llevaba un mono negro y rojo ajustado que la cubria la mayor parte del cuerpo, excepto los brazos. Ya se estaba recogiendo el pelo en una coleta alta.
-¿De dónde has sacado esto?
Miré con más detenimiento mi mono. Ella se encogió de hombros.
-Simplemente ya estaba ahí.


Desayunamos con Jara y Ray, aunque en realidad era Jara la única que nos daba consejos sobre que debíamos hacer. Pareció decepcionada al saber que ninguno de los dos había trabajado en los bosques con las hachas, ya que ese era el principal punto fuerte de nuestro Distrito. Nos ánimo diciendo que las hachas no eran difíciles de manejar, y que lograriamos tener un nivel medio en estos días de entrenamiento. También fue Jara la que nos acompañó en el ascensor hasta la sala de entrenamiento. Ray en cambio, prefirió quedarse arriba desayunando los deliciosos pastelitos de crema y el café humeante.
No habían sido los últimos en llegar. Al parecer el Distrito 12 y el 10 se habían dormido, porque ninguno de sus tributos estaba en la sala de entrenamientos. Aparecieron cinco y veinte minutos después, entonces fue cuando un hombre nos ordenó ponernos en círculo y explicó los diferentes puestos, armas que había y explicaciones para los Juegos. No me concentré mucho en el hombre que estaba hablando, ya que justo en frente de mí, estaba la chica del Distrito 1; Jade. Cuanto más la miraba, más me recordaba a Rosie, y dolía. Estaba hablando entre susurros con su compañero de Distrito, y ambos parecían haberse hecho buenos amigos de la chica del Distrito 2 que no paraba de temblar. Una vez el hombre acabó de hablar, nos dejó libres para inspeccionar la sala de entrenamiento.
-¿Armas?-Le pregunté a Cloe, intentando no pensar ni en Rosie ni en Jade.
-Armas.-Afirmó Cloe, y nos dirigimos a las hachas sin decirnos nada. Ambos parecíamos pensar lo mismo.
-La verdad es que si que se algo de como utilizarlas...-Musitó Cloe, quién jugaba peligrosamente con el hacha. La cogió por la empuñadura, la alzó en el aire, y esta giro 180 grados, cuando volvió a su mano, la había cogido otra vez por la empuñadura. Me sonrió.-Tengo muchos amigos que trabajan en los bosques, y en el orfanato nos dejan bastante sueltos hasta la hora de la cena... a veces les ayudaba.
-¿Y por qué no se lo has dich a Jara?-Le pregunté atónito.
-Porque así parecerá que habremos mejorado mucho.
-Parecerás...-La corregí, al tiempo que ella alzaba el hach y la tiraba a una diana humana, dándole justo en el estómago. Golpe mortal. Respiré hondo.
-Yo te enseñaré. También tengo buena puntería con los cuchillos, por eso le he dado, aunque la verdad es que se me ha desvíado... Mi intención era darle en el corazón. En los bosques, de niños, jugabamos a que estabamos en los Juegos. Espeluznante, ¿verdad? Bueno, la bobada sirvió para que tenga bastante buena puntería, aunque la verdad, soy bastante buena en esas cosas.
-¿Entonces si tienes puntería sabes usar cualquier tipo de arma?-Pregunté esperanzado.
-Me temo que no... Los arcos, olvídalos. Las espadas también, demasiado cerca del oponente. De la lucha cuerpo a cuerpo ya ni hablamos. Correr se me da mal, y soy astante torpe. No sé hacer ninguna tramp, ni siquiera un fuego...
-Yo tampoco... Quizá deberíamos ir al puesto de hogueras, y aprender algo.
Nos dirigimos al puesto de fogatas, donde estaba la tributo del Distrito 6, y que abandono su aprendizaje cuando nosotros llegamos.
-¿No te parece raro que todos nos evitemos excepto los Distritos del 1, del 2 y del 4?-Me preguntó Cloe.-Quizá es por eso por lo que siempre ganan, y no por sus habilidades, sino porque ellos siempre van juntos y se protegen unos de otros.
-¿Qué quieres decir?-La di un palo de madera fino, y ella lo coloco sobre un tronco, presionandolo con sus manos y dándole vueltas.
-Que unidos somos más fuertes...-Detuvo su trabajo y me dio el tronco con el palo. Intenté imitar lo que hacía ella, y aunque no lo pareciese, era un trabajo forzoso.
-¿Estas pensando en hacer aliados Cloe?
-¿Tu no?-Alzó una ceja mirándome y yo evité su mirada, depositandola en Jade.
Me sentía patético solo con verla. Estaba tumbada boca abajo en el suelo haciendo flexiones sin ninguna dificultad, con unas pesas a su lado, las cuales no tenía ninguna duda de que eran suyas. Cuando acabo con las flexiones, se levantó y corrió hacia el otro extremo de la sala de entrenamientos, subió por unos escalones un poco más altos que su cintura, y cuando llegó arriba, empezó a trepar por la pred de redes, adelantando al tributo del 12 que se había enredado el pie en una de las redes. Bajo de un salto, apartandose los mechones suelto que se le habían salido de las dos trenzas que llevaba y cogió una lanza. Volvió a trotar unos instantes y lanzó la lanza hacia una diana humana. La lanza atravsó la diana justo en el centro.
-Menuda máquina de matar... Bueno, en parte lo entiendo. Ya sabes, es hermana de un vencedor. -Suspiró Cloe.-¿Crees que nos aceptaría como aliados?
-Ni de broma... ¿La has visto? Además, está con los profesionales.
Cloe puso los ojos en blanco.
-He oído que la tributo del dos está loca.
Miré a la chica del dos. Estaba con los cuchillos, mirándolos con una siniestra mirada, mientras la temblaban los brazos.
-¿Acaso alguien que se presenta voluntario a esto no lo está?
Cloe soltó una riosotada y entonces se puso a aplaudir, porque había empezado a hacer fuego. Un hombre se nos acercó y nos dio consejos para avivar el fuego.
Cuando acabamos en el puesto, nos quedamos en el medio, mirando que podíamos hacer. Cloe miraba el puesto de trampas con muchas ganas, en cambio yo seguía mirando a Jade. Ahora estaba con los arcos junto a su compañero de Distrito. Cloe me chasqueó de nuevo los dedos en la cara.
-¿En serio no quieres tener como aliados a Jasper y a Jade? Pareces muy interesado en todo lo que hacen.
-¡No! Es solo, que me fascinan la habilidad que tienen para todo...
-Ya, claro... Bueno, ¿Entonces vamos a hacer trampas?
-¡Claro, estoy deseandolo!
Exclamé con fingido entusiasmo. Hicimos un par de trampas fáciles mientras yo le contaba mi infancia a Cloe. Entonces ella quiso hacer una trampa más difícil. Yo la seguí contando cosas de mi vida.
-Mis padres siempre pensaron que me quedaría con su imprenta, pero claro, no creo que hubiesen pensado que iba a acabar en los Juegos así que... ¿Cloe?-Había levantado la vista para mirarla, pero no estaba por allí. Me levanté dejando la trampa a medias, y entonces la vi. Estaba con Jade y Jasper, lanzando cuchillos a las dianas, y la verdad, es que se la daba realmente bien.
-¡Ey! ¡Blight, ven aquí! -Me llamó Cloe. -¡Quiero presentarte a alguien!
Arrasté los pies hacia Cloe y los dos tributos del Distrito 1.



Capitulo 10
-Estos son Jasper, -El chico rubio que se encontraba a la izquierda de Cloe asintió levemente.- y Jade. -La chica rubia que se encontraba a su derecha sonrío.- Les estaba diciendo que tienen muy buena puntería lanzando cuchillos y me han insistido en que yo lo intente. Se han quedado sorprendidos.-Dijo Cloe completamente calmada.
-Tienes buena puntería para ser del 7.-Dijo Jade, y le quito uno de los cuchillos a mi hermana. Hermana. Aún me sonaba raro.- ¿Y tu chico del 7? ¿Tienes alguna habilidad especial?
Jade se colocó en frente de mi, alzó la mano con el cuchillo hacia atrás y lo lanzó. Cerré los ojos con fuerza, y el latido de mi corazón se disparó. Un silbido paso al lado de mi oreja y luego un golpe seco.
-Buena esa Jade.-Fue otra chica la que hablaba, no era Cloe.
Abrí los ojos. Estaba vivo.
-Ten cuidado Jade.-Jasper señaló un grupo de guardias. Estaba completamente prohibido pelearse con otro tributo, y Jade se la había jugado mucho. Me giré, y el cuchillo estaba clavado justo en el centro de una diana humana.
-No le iba a dar, tengo una perfecta puntería...
-Que modesta...-Dijo la otra chica. Era igual que alta que Jade, morena y de grandes ojos azules. Me sonrío ampliamente ladeando la cabeza.
-Soy Blade. ¡Distrito 2! Voluntaria y próxima ganadora.
-Eso está por ver...-Le espetó Jade.
Blade pareció ignorarla porque me continúo hablando.
-He visto a tu compañera de Distrito bastante suelta con la puntería. ¿Y tu?-Se acercó y me rodeo, viendóme desde diferentes puntos de vista.- ¿Tienes una habilidad secreta?
Respiré hondo. ¿Habilidad secreta? No había cogido un arma en mi vida hasta el día de hoy.
-Em... Bueno, yo no soy muy bueno con las armas...
Observé a los profesionales. La sonrisa de Blade se esfumó ladeando más la cabeza, de una forma casi imposible. Jasper y Jade se miraron y musitaron entre sí. Cloe alzó la voz.
-Es cierto, las armas no son lo suyo. Pero hace las mejores trampas que he visto. ¿Veis esa de alli? -Señaló la trampa a medias que estaba haciendo hasta que Cloe me llamo.-La hizo él.
Los tres profesionales observaron detenidamente la trampa. La primera en hablar fue Jade.
-¿Con que trampas? Yo soy todo un desastre con ellas.
- Tampoco es mi fuerte.-Comentó su compañero de Distrito.
A Cloe se le dibujó una sonrisa en los labios y se acercó a mi. Muy bajo, me susurró algo en el oído.
-Ya puedes ir practicando trampas hermanito...


...


Los entrenamientos los días siguientes fueron realmente duros. Cloe se lo tomó muy en serio, y practicó conmigo como si llevase años preparandose para esto. Jasper insistió en verme con las armas, pero Cloe se lo impidió. Ella me enseñó a escalar rápido, a correr rápido... Me ayudó con la puntería, algo en lo que soy malísimo. Cree que las armas de larga distancia son mi punto débil, y que debería decantarme por el hacha y las espadas. Yo la hago caso. También me obliga a preprarme muy bien trampas fáciles. Una vez tengo memorizados todos los nudos, comienzo con las más difíciles. Para mi sorpresa, no se me da nada mal. Las hogueras, tampoco se me resisten, aunque lleva su tiempo. Cada día me doy más cuenta de que el plan de Cloe desde un principio era unirse con los Distritos más potenciales. Buena tática, sin duda. Con el buen dominio de las armas de Cloe, y mi técnica en trampas y hogueras, no hemos tenido muchos problemas en hacer "amigos". Blade es la más distante de toda la manada de profesionales, y a veces me asusta. Jasper prefiere entrenar por libre, y no nos toma muy en serio ni a Cloe, ni por supuesto a mi. Pero la que parece ser la jefa del grupo es Jade. Jade no para de mirarme cuando entreno con Cloe, y a veces ella intenta ayudarme, sobre todo a la hora de lanzar cuchillos. He podido descubrir gracias a ella que puedes ser amable siendo profesional, aunque cada vez que el cuchillo no daba en la diana humana y caía el suelo, me hundía los dedos en el estómago y dolía.
-¿No tienes miedo?-La pregunté un día. Estaba justo detrás de mi, y notaba su respiración en mi cuello. Mantenía mi brazo estirado sujetándolo con el suyo, recto hacia la diana.
-¿De qué?-Me preguntó Jade, con una voz muy suave e inocente. Casi infantil.
-De los Juegos. De morir...
-Llevo prepárandome para esto toda la vida Blight... No tengo miedo. De hecho, quiero ver de que soy capaz de hacer.
-¿Y si fallas?-Con un gesto brusco, Jade hizo que lanzase el cuchillo. Cayó al suelo.
-La gente lista no falla.-Y presionó sus finos dedos en mi estómago. Me quejé doblandome, y ella me tendió otro cuchillo.-No quiero que mueras a la primera de cambio.
-¿Quieres que viva?-No me respondio. Insistí.- ¿Jade?
-Lanza por favor. No lo hagas más difícil.-Era extraño escuchar como su voz dulce se enfriaba.-¿Y tu tienes miedo?
-Un poco.
Ella sonrío e hizo que volviese a lanzar, esta vez, dando en la cabeza de la diana humana.
-Se te pasará. En los Juegos no hay tiempo para miedos. Mi hermano me enseñó eso.
Cloe decía que en realidad, era por mi bien, y que era una suerte que a los dos nos admitiesen en su pandilla, pero que en la arena no iba a ser tan fácil, y que estuviese pendiente de ella. En la arena no había Juegos. O te mataban o matabas. Y Cloe pretendía que al menos uno de los dos saliese vivo de allí.


...


Cuando acabó el último día de entrenamiento, sabíamos lo que tocaba. Las puntuaciones.
-¿Cuchillos?-Le preguntó Jasper a una Jade muy seria y pensativa.
-Es mi mejor arma. ¿Y tu que vas a hacer?
Obviamente Cloe y yo no estabamos con Jade y Jasper. Jasper es el primero en entrar, y nadie, ni siquiera Jade, sabe lo que va a hacer. Tarda unos diez minutos, hasta que una voz femenina llama a Jade. Blade esta eufórica y no para de chillar. Al parecer no se lleva bien con su compañero de Distrito, Flint. Solo han compartido pocas palabras frías, y el chico prefiere mirar hacia atrás y conversar con los tributos profesionales del 4, Moses y Marina.
-¿Qué vas ha hacer?
Le pregunto curioso a Cloe. Estoy nervioso. Se me nota. No paro de mover el pie izquierdo.
-Lanzar hachas. ¿Y tu?
-Creo que aún no lo tengo claro.
-Pues te queda poco para pensar.
Llaman al chico del 6, y sé que tiene razón.
-No quiero matar a esta gente Cloe.
-Yo tampoco Blight, pero... ¿tenemos otra opción?-Su voz suena triste. Sé que somos rivales, pero cada vez que conozco más a Jasper, Jade y Blade, me doy cuenta de que más me dolerán sus muertes, si mueren antes que yo, claro. De hecho, la que más me dolería sería la de Jade. Tan parecida a Rosie, y al mismo tiempo tan diferente. Amable, y dura y valiente. ¿Que hubiese sido de Rosie de haber sido cosechada? No podía ni siquiera imaginarlo. La pena y el desconsuelo la consumiría.
-Blight Oakheart. Tributo masculino. Distrito 7.
-Suerte.-Me susurra Cloe.
-Suerte.-La respondó, y entro a la sala de entrenamientos.



Capitulo 11
Entré en la sala de entrenamiento, que olía a productos químicos. Algunas personas estaban observando desde un palco, con todo tipo de manjares a su disposición.
-Tiene diez minutos.-Me advirtió un hombre.
Intenté centrarme en la sala de entrenamiento. ¿Qué podía hacer? ¿Hachas? Recordé todos los entrenamientos con Cloe. No era malo, pero no era lo suficientemente rápido. ¿Cuchillos? Después de Jade, mis tiros no serían merecedores ni de un simple uno. ¿Hogueras? ¿En serio recibiría una buena nota tan solo por encender una hoguera? Más bien se reirían de mi. Ya me lo podía imaginar: Blight, el chico antorcha. Un recuerdo del segundo día de entrenamientos me vino a la mente.
Era por la mañana, a primera hora. Había seguido el consejo de Cloe en mejorar con las trampas, y estaba intentando hacer una muy complicada, pero a la vez mortal. Miré a mi hermana. Estaba tirando hachas a cada diana humana que se le aparecía en frente. Flint y Blade, los chicos del Distrito 2, estaban discutiendo, dándose voces. No sabía la razón. Jasper parecía muy amenzadaro cortándole la cabeza a los maniquíes de plástico con una hoz. Jade apareció detrás de mi con dos setas iguales.
-¿Cuál te parece más apetitosa?-Preguntó con su angelical voz.
-No lo sé Jade, son iguales...
-No lo son. Una es más pequeña, otra tiene más topos. Son como tu y yo. Elige una.
-¿Como tu y yo?
-Elige una Blight...-Insitió.
Observé ambas setas sin darle muchas vueltas. Eran iguales.
-La de la derecha. Es más grande, podemos comer más.-Contesté.
-Y así Blight hubieses muerto...-La voz que Cloe a mi espalda me sobresaltó.
-Entonces la de la izquierda...-Contesté, sin ganas, pensando que serían diferentes tipos
-Error. Es la misma Blight.-Protestó Jade.-Dos veces muerto.
Cloe le extendió la mano a Jade, y ésta chocó los cinco con ella. ¿Desde cuando se llevaban tan bien? ¿Y que me importaban a mi las setas? Dibujé un círculo de color blanco, con una tiza.
-Coloca ahí la seta Jade.-Ordené. Jade siguió mis indicaciones. Al lado de la seta había una fina cuerda de color negro. Nos separamos de la trampa, y le pedí a Jade que cortase la cuerda lanzando un cuchillo. La cuerda se rescabrajó con dos tiros de cuchillos, y entonces comenzó la trampa. Fue rápido. El círculo estaba cerca de la cuerda. En menos de tres segundos, la pequeña seta fue rodeada. Al principio solo una estaca afilada en la zona abdominal, pero luego, un tronco de madera caía desde arriba, después de que otra estaca -esta vertical y con púas- que se suponía que tenía que dar en la zona de la nuca. Las dos quedaron sorprendidas.
¡Una trampa! ¡Claro! Era bastante bueno, y aunque no consiguiese una puntuación muy alta, al menos sería una buena puntiación. ¿No? Al menos esperaba eso.
La trampa me llevó los diez minutos. Coloqué un maniquí en el lugar donde iba la seta y lo único de lo que me tenía que preocupar era de cortar la cuerda. Me la jugué, y la corté yo mismo con una espada. El maniquí quedo bastante despedazado. Me sentí orgullosos de mi mismo. Era una de las trampas más difíciles que te enseñaban en la sala de entrenamientos y yo había logrado hacerla.
Salí de ahí, contento. Me daba igual que los demás hubiesen lanzado cuchillos desde una punta de las sala a otra. Yo había hecho mi trampa. Y esa trampa para mi había sido un reto.
Una mano me tapó la boca y la nariz, impidiéndome la respiración. Mis pensamientos se disolvieron. Me revolví, y pataleé intentando liberarme.
-Shsss...Soy yo...-Me relajé al escuchar su dulce voz. ¿Qué hacía Jade aún aquí? Se supone que debería de estar en su planta. No respondí, ya que todavía su mano me impedía a hablar.
Jade me arrastró hacia el asensor, y pulsó un botón, después, me soltó, dejandome respirar de nuevo.
-¿Qué se supone que...?
Se llevo un dedo a los labios.
-¿Qué tal? ¿Qué has hecho? ¿Hachas? ¿Trampas?
-Hice la Trampa de la Seta.
-Entonces se habrán quedado bastante sorprendidos.-El ascensor pasó la planta siete.
-Ese... es... el plan... ¿A dónde vamos Ja...?
Las puertas se abrieron antes de que terminase la frase. Un amplio invernadero apareció ante mis ojos. Los cristales, daban al centro del Capitolio, donde se podía ver la vida urbana. Estabamos en el tejado. Jade me llevó de la mano hasta los cristales para que viese toda la ciudad. Era raro estar con Jade, ahí arriba, sin que nadie lo supiese. No sabía cuando habíamos empezado a empatizar. Tampoco sabía el por qué. Lo que menos me esperaba de venir a los Juegos era acabar siendo "amigo" de una chica del Distrito 1, profesional, hermana pequeña de un actual vencedor y que coincidentemente se parecía a mi novia.
-¿Por qué me has traído aquí?
-¿Y por que no?-Se quejó Jade. Algunos mechones de pelo dorado se le escapaban del moño.
-Es raro. Tu, yo, todo esto Jade. ¿Por qué intentas ayudarme?
-Porque somos aliados, y quiero que vivas. Desde que Cloe nos presentó, algo me decía que valías la pena. Y no sé por qué, le hice caso  ese algo. Además, me recuerdas a casa...
-¿A casa?
Era extraño pensar que los demás tenían una casa. Pensar que los 23 tributos que estaban conmigo tenían unos padres, unas familias y unos amigos a los que querían volver a abrazar. Ellos también tenían ilusiones,  querían salir de aquí.
-Es una bobada... Siempre me he estado entrenando, pero, la gente que me rodea no son todos como Jasper. Ni siquiera Jasper es el verdadero Jasper. Solo intenta asustaros. La gente que me quiere, mis amigos, son como tu. Sin nada especial.
-Oh, gracias Jade. Me encanta que me llamen "Persona no especial".
-No lo entiendes Blight...
-Sí, si lo entiendo. ¿Por qué todos os empeñáis en decir que no lo entiendo? Estamos en los Juegos, solo puede ganar uno, y para vivir más nos ayudamos los unos de los otros, y ¿Sabes que m...?
No pude terminar la frase. Jade me estaba besando. ¡Besando! ¡A mi! Cerré de los ojos sin saber si apartarme o si quedarme quieto. Rosie no me veía, pero eso no era razón como para engañarla. Había tenido un par de novias antes que Rosie, y había besado a muchas más chicas aún, pero ninguna me había hecho sentir lo que sentía por Rosie. En cambio, Jade, me creaba un sentimiento muy diferente. Por supuesto, no era el amor que le tenía a Rosie. Pero tampoco era como si estuviese besando a cualquier otra chica. Había algo especial en Jade.
Jade se separó, y me miró con sus intensos ojos. Yo me había quedado helado. ¿Cómo se supone que debía de reaccionar? Tenía muchas dudas en la cabeza, así que lo primero que pensé, lo solté.
-Esto no debería de haber pasado...



Capitulo 12


Jade me miraba fijamente con sus intensos ojos claros, con una mueca extraña. No me atrevería a decir que fuese de pena, de hecho no sabría decir que sentimientos podría guardar. ¿Acaso acabaría nuestra alianza -la de Cloe y la mía- con el Distrito 1 por el simple hecho de rechazarla? No. No podía ser. ¿Era ridículo, no? Nos miramos a los ojos durante varios segundos, los cuales habían parecido una eternidad, hasta que miré hacia las calles del Capitolio y me levanté incómodo. Me limpié el sudor de las manos en los pantalones y evite la mirada de Jade, precipitándome con grandes zancadas de nuevo hacia el ascensor. Jade corrió para alcanzarme, y en el último segundo, antes de que las puertas del ascensor se cerrasen detrás de mi, ella se coló por ellas.
-Y-yo... perdona...-Balbuceaba, y era la primera vez que podía ver a Jade insegura de sí misma.-No sé por que... Blight...
No la podía mirar a los ojos. Miré el botón con el 7 en él y fui a presionarlo, pero la chica me detuvo.
-Mira...-Suspiré.-Me caes bien, de verdad. Eres una chica genial pero... ¿Acaso olvidas donde estamos? ¿Acaso olvidas lo que somos? Jade, tu y yo no somos amigos, porque cuando salgamos allí afuera y el gong suene, tu intentarás salir de la arena como sea. Y yo también. A parte, tengo novia...
Al fin mis ojos se encontraron de nuevo con los de Jade.
-No me gustas Blight.-Dijo rápidamente, hueca de sentimientos.-Solo... quería probar.
-¿Probar?-Susurré, y luego alzé más la voz.-¿Probar? ¿El qué? A ver si por un simple beso me enamoraba de ti y así tenías una oportunidad más de matarme, porque yo, por culpa del amor, no lo haría. ¿Acaso has intentado esto con Jasper pero no te funcionó? ¡Pues conmigo tampoco funciona y no deberías de preocuparte porque...!
Me callé, lleno de ira. No quería demostrarle mi debilidad a Jade. Ahora ella ya no tenía la misma expresión, parecía furiosa también.
-¡Eres un completo idiota!-Me gritó.-¡No entiendes nada!
Me acerqué a ella acorralándola contra la pared de cristal del ascensor. Su rostro se tornó, y me miró más calmada. Era más alto que ella, aunque la verdad, en temas de armas, no tenía nada que hacer en su contra.
-Estoy harto de que me digan eso. -Susurré en su oído, y luego me aparté.
¡No quería disutir con Jade! ¡Ni con ningún profesional! Irían a nosotros en la arena de ser así, pero no podía permitir que Jade me dijese eso.
-Blight...-Susurró, y sonó como un sollozo. Pulsé el botón.-¿De verdad piensas eso de mi?
-Ya no sé que pensar sobre nadie. ¡No te conocía hace una semana y ahora me besas en un tejado como si fuesemos amantes! ¿Por qué? -Jade se encogió de hombros.- Si no estuviesemos aquí podríamos ser buenos amigos, pero despierta, -Chasqueé los dedos.- la realidad es que solo uno ganará.
-Esa tengo que ser yo.-Dijo, mirando sus pies.
-¿Lo ves? Por esa razón somos aliados, nada más.
Las puertas se abrieron al llegar a la planta 7, aunque antes de salir del ascensor, Jade me abrazo y me susurró algo al oído.
-Suerte con las puntuaciones.
Cuando se separó, me miró y me dio un beso corto. Suspiré, y salí del ascensor. No tenía ni idea de lo que Jade podía estar tramando y tenía el presentimiento de que todo lo que Jade había hecho era una actuación.
Cloe se encontraba con los brazos cruzados sobre el pecho y bastante seria en frente de las puertas del ascensor.
-¿Con que tu y Jade, eh? ¿Qué hay de Rosie hermanito?
-Yo no tengo nada que ver con Jade...
-Pues yo no he visto eso...
-Creo que estan actuando. Nuestra "relacion" con los profesionales no es real.
-Eso ya lo sabía, y creía que tu también. ¿Te has enamorado?
-¡No! ¿Por qué se supone que debería de hacerlo? ¡Tengo a Rosie!
-No parecías acordarte de ella cuando estabas con Jade.
Me enfadé. ¿Acaso ella se podía imaginar cuanto quería a Rosie?
-¡Cállate! ¡Me da igual lo que pienses! Yo sé lo que hago...
-Esta bien Blight, enfádate si quieres como un niño, pero si lo de Jade y tu se hace público y Caesar lo saca en la entrevista...
Me encerré en mi cuarto antes de que acabase la frase. Estaba harto de todo el mundo. Si los Juegos no eran fáciles de por sí, añadirles esta presión los complicaba más aún. Aunque me mría de hambre, no cené. Por orgullo y por no ver  Cloe. Luego me arrepentí, ya que al parecer ella tampoco había asistido a la cena. Ray me llamó a la hora que se daban las puntuaciones, y todos -incluso Atella- nos reunimos para verlas. Yo estaba a un extremo del sofá, y mi hermana al otro. Las puntuaciones empezaron con Caesar y Claudius muy emocionados, asegurando que estos Juegos podrían ser dignos de comparación con el Vasallaje del año pasado. Como no, empezaron por Jasper, tributo masculino del Distrito 1 y compañero de Jade. Su puntuación fue de un 10. Jade fue la siguiente, la cual obtuvo la misma puntuación que su compañero. Flint, del Distrito 2, consiguió otro 10, y Blade, un 9. Ambos tributos del Distrito 3 tenían un 7. Mosses, Distrito 4, se sitúo con un 9 delante de su compañera Marina que obtuvo un 8. Del Distrito 4, Pep sacó un 5, al igual que su compañera Eve. La nota de Patrick, tributo masculino del 6, fue considerablemente alta, un 8. Muy por debajo estaba su compañera Abby con un 5.
Me puse nervioso. Me encorvé en el sofá para ver mejor.
-El tributo masculino del Distrito 7 ha sido puntuado con una nota de ocho.-Dijo Claudius.
Salté de alegría, aunque espere pacientemente la nota de Cloe.
-Bueno, y su compañera de Distrito nos sorprende a todos con un nueve en la puntuación. Parecen buenos tributos, quizá el Distrito 7 resurja de sus cenizas tras muchos años en la sombra.-Dijo Caesar.
Abracé a Cloe y saltamos por el salón juntos, perdiendonos puntuaciones. ¡Era increíble! Un ocho y un nueve.
-Parecemos profesionales ¿eh?-Comentó Cloe.
-Bueno, sois sus aliados. Deben temeros.-Aportó Jara.
Parecía ser que nuestro enfado había pasado. Ya volvíamos a ser los dos compañeros tributos de siempre.
Nos perdimos las puntuaciones del 8, del 9, y del chico del 10. Halia, la chica del 10 obtuvo un 5, al igual que ambos del once, Evan y Flora. Gregory, tributo masculino del 12 consiguió un 4, y Gea, su compañera, un 5. No era sorprendente, los del doce siempre sacaban notas muy bajas.
-Bueno chicos, enhorabuena... sabía que lo haríais fantástico. Ahora descansad bien, ¿vale? -Dijo Cressa.-Mañana tengo unas clases con vosotros.
Jara y Ray asintieron.
-Tu vendrás conmigo Cloe. -Sonrío Jara.-Tengo que darte consejos para la entrevista.
-Y tu vendrás conmigo chaval.-Dijo Ray. La verdad, prefería a Jara en el tema de dar consejos, se la veía más... cuerda.
-Y luego por la tarde me tendréis a mi. ¡Todo será realmente genial!-Exclamó Cressa.
Miré a Cloe y ambos suspiramos. Solo quedaban dos días para los Juegos, y no me había dado ni cuenta. Empezé a temblar.

    
                                                 Tributos del Distrito 2, Flint y Blade.

Capitulo 13



Todos los presentes en la mesa estábamos en silencio. La tensión era palpable. Apenas quedaban 24 horas para que los Juegos comenzasen, y la gente del Capitolio estaba histérica. En la televisión Caesar salía representando las voces del pueblo en las que Jade, Jasper y Flint eran los tributos más admirados y con más probabilidades de ganar.
-No os fiéis de lo que oís. Ya sabéis como de sobrevalorados están los tributos de esos Distritos, y no siempre ganan. - Apuntó Jara.- Además, no os olvidéis que vuestra querida aliada del 1 tiene mucha más ventaja que el resto al ser familiar cercano de un vencedor. ¿Estáis seguros de que vuestra alianza es de verdad y no os intentarán matar cuando estéis allí?
Miré a Cloe. Era ella la que parecía tomar las decisiones y la que sabía lo que se traía entre manos todo el mundo. Yo solo hacía lo que ella decía. Pero esa mañana estaba ausente, con la cabeza apoyada en su puño izquierdo, comiendo galletas de chocolate y mojándolas en el café.
Me preocupaba lo que Jara había querido decir. Es cierto que Jasper, Jade y Blade (nuestros supuestos aliados para la arena) habían estado muy amistosos con nsotros. ¿Pero por qué nosotros? No paraba de hacerme esa pregunta. Éramos del 7, un Distrito supuéstamente muy inferior a Distritos como el 1 y el 2, los mimados del Capitolio.
Ray entró estírandose en la sala, y se sentó a mi derecha. Alargó el brazo para alcanzar un plato con rosquillas que tenían azúcar de color azul espolvoreada por encima.
Hoy era la mañana previa a los Juegos, lo que quería decir que hoy por a noche habría una entrevista, y Ray debería de prepararme a mí. Jara y Cloe acabaron algo antes que yo, y se marcharon. Jara era la encargada de enfocar el carácter de Cloe. Ray se ocuparía del mío. Suspiré.
Cuando Ray acabó con las rosquillas, echó mano a unas rebanadas de pan tostado y separó las menos tostadas de las que más. A un grupo, les untó mermelada de frambuesas, y al otro, mantequilla. Luego se sirvió un par de tazas de chocolate caliente mientras yo esperaba pacientemente.
-Se supone que hoy es el día en que me ayudas.-Dije bruscamente mientras Ray miraba a unas porciones de tarta. Ray estaba completamente perdido en la comida, y la verdad es que no me había ayudado en nada en todos los Juegos, Jara se había encargado de eso.
-Chaval, te daré un consejo muy importante. Muéstrate como eres.
-Pero así no...
-¿Acaso sabrías actuar de tributo prepotente? ¿De amenazador? ¿Misterioso? ¿Y luego seguir actuando en la arena mientras tus amigos mueren... o les matas? No actúes, sé tu mismo.
-Pero... ¿se fijará alguien en mí así?
-¿Y a quién le importa que se fijen en ti o no? ¡Es un mal año! ¿Has visto las estadisticas? Hay un 38 por ciento de probabilidades de que gané el Distrito 1, y el 70 por ciento de ese 38 es para la chica. La hermana del famoso Ben, vencedor de los 44º Juegos del Hambre. Si no gana esa chica... será un milagro. Así que si quieres volver a casa y tienes oportunidad de matarla, hazlo.
Me quedé mirando incrédulo a Ray. ¿Matar a Jade? Era mi rival, claro, pero también mi aliada y... ¿Podría matar a alguien? Daba igual que fuese Jade u otro tributo, no quería matar. Pero si salir de allí. Cuando la comida se acabó, Ray se retiró, y me quedé solo con mis pensamientos. Cloe y Jara no tardaron en volver. Cloe se veía nerviosa, y me contó que Jara la había dich que podía enfocarse en su seguridad, su originalidad y su belleza. Cuando me preguntó... bueno, yo me tenía a mí mismo.
Las clases de Cressa no fueron muy difíciles para mí. Mis padres me habían enseñado a tener una buen educción, aunque a decir verdad, el traje era muy incómodo. En cambio Cloe, lo hacía todo mal. No sabía andar con sus zapatos, y cada vez que daba dos pasos se tropezaba con la tela del vestido. Cressa me dejó salir antes para centrarse en ella.
Mi tiempo libre se esfumó de repente. Atella quiso comenzar ya con los preparativos, así que mis estilistas me prepararon para la entrevista cuando aún quedaban un par de horas. Me sorprendió que el traje que iba a llevar fuese blanco. Casi nunca los tributos iban de blanco en esta entrevista. Cuando Cloe salió, me llevé otra sorpresa. Ella y yo no íbamos iguales como los compañeros de Distrito solían ir. Ella iba envuelta en un vestido corto de color rosa pálido que le sentaba muy bien. Seguía tropezandose con los zapatos pesé a que ya no pisaba el vestido.
La entrevista se realizaba antes de la cena, por lo que podía escuchar a Ray quejarse sobre el hambre que tenía. Bajamos en el ascensor, todos juntos. Cressa estaba muy emocionda, y no paraba de colocar el vestido de Cloe. No pude reprimir una sonrisa. Cuando llegamos al pabellón donde se realizaba la entrevista, nos dimos cuenta de qún faltaban tributos, los profesionales, 1, 2 y 4.
Poco a poco fueron llegaron, los del 4, ambos de azul, luego los del dos. Blade llevaba un vestido dorado, y Flint un traje negro, con la corbata dorada, como su compañera. Todos iban de acuerdo a su compañero.
-Cloe, ¿Por qué tu y yo vamos diferentes?
-No lo sé... Quizá no quieren que la gente piense que por ser del mismo Distrito vamos a ser aliados.
-¿No lo somos?
-Blight... no seas tonto.-Se toqueteó los mechones de pelo que se le escapaban del recogido.
Jasper y Jade llegaron. Por fin podíamos empezar las entrevistas. Entonces me di cuenta de algo muy importante. Yo si que iba a juego con un tributo. Pero no era Cloe. Era Jade.


Connor y Paige
Distrito 3

Capitulo 14

Era exactamente igual a Rosie. El mismo color de pelo, más o menos la misma altura, el color de ojos... Llevaba un pomposo vestido de color blanco, y el pelo rubio le caía sobre los hombros. La habían maquillado con sombras negras que realzaban sus ojos, y caminaba como una bailarina. Jasper iba de negro, como si fuese un contraste, pero en realidad había algo oculto en todo eso. ¿Por qué Cloe y yo no íbamos iguales? ¿Por qué Jasper y Jade tampoco compartían color? ¿Y por qué Jade y yo ibamos iguales? Jade se dio cuenta, ya que cuando me miró, abrió mucho los ojos. Se acercó a mi sutilmente, mientras empezaba el programa y Caesar hablaba animadamente.
-Blight... ¿Por qué tu y yo...?
-No lo sé...-Susurré.
-¿No sabrán lo de...?
-¡No! No pueden saberlo.
Un estruendo de voces rugió desde el escenario acompañado de la música alta y las carcajadas sonoras de Caesar.
-Tengo que dejarte. Es mi entrevista...
Asentí, preocupado.
Cloe se sitúo a mi lado, y me miró de soslayo, con una mirada que no fui capaz de descifrar. Por un lado me daba la sensación de que contenía algo de dulzura y tranquilidad, por otro también veía cansancio, miedo... Miré nervioso a la pantalla. El joven y radiante Caesar Flickerman, con el pelo corto y de un color dorado muy parecido al de Jade se sentó al lado de ella, micrófono en mano. Tenía una gran sonrisa de felicidad por el comienzo de los Juegos. El vocerío y los vítores de la gente se alzaba ante los intentos de Caesar de acallar a la gente. Una vez conseguido su propósito, comenzó a hablar.
-Con nosotros tenemos a Jade Monroe. Bienvenida...-Caesar tomó la mano derecha de Jade entre las suyas y sonrío. Jade tenía las mejillas rojas y sonreía tímidamente al público. Me revolví un poco, sacudiendo los hombros.-¡Vaya! ¡Estás espléndida! Seguro que ya tienes muchos patrocinadores detrás... y lo que no son patrocinadores...
Tosí. Cloe me agarró de la mano, transmitiendome seguridad. Ya no estaba seguro de nada.
-Gracias Caesar, es un honor para mí estar aquí, representándo a mi Distrito.-Contestó Jade.
Suspiré. Al menos había ignorado la primera pregunta indirecta sobre un supuesto amor con otro tributo. ¿O era yo que creía que las cosas significaban lo que no eran?
-Y como no estar orgullosa. Tu, hermana de uno de los vencedores de los Juegos del Hambre. ¿Podría ver a una familia de Vencedores? La familia
-Estoy segura de que la verás Caesar, no me he presentado aquí para morir.
-Aunque has entablado amistades especiales...
-Algunas...-Dijo Jade sin darle mucha importancia, jugueteando con un mechón de su pelo rubio. La camara la enfocaba desde una posición en la que podría confundirla con mi Rosie perfectamente.
-Ya hemos oído que tu familia esta muy orgullosa de ti. Tu compañero de Distrito, os conocíais de antes...
-Ibamos a la misma escuela-Intervino Rosie.
-Ambos chicos del dos, -Aunque en realidad solo era Blade la que parecía estar en la manada de profesionales junto a Cloe y a mí, Caesar también había añadido a Flint. Más revuelto cuando nos abandonase, supongo.- ambos del siete. ¿Tienes buena amistad con el chico del siete?
-Tengo buena relacion con todos los que he hablado en general, sin contar a Jasper. Jasper me conoce.
-Hum... ¿Una chica con secretos?
-No tengo secretos con nadie Caesar...-Jade sonrío dulcemente y Caesar se río.
-¡Me encanta! ¡Me encanta! ¡Es una pena que tengamos que terminar ya! Creo que te has convertido en una de mis favoritas Jade, te deseo la mejor de las suertes.
-Gracias Caesar.-Respondió Jade, y se levantó para salir del escenario. Estaba temblando. Ahora era el turno de Jasper, quién ya estaba caminando hacia el escenario, seguro de si mismo.
Algo me atrapó entre sus brazos y me presiono contra la pared. Era Blade, la chic del dos. Me miraba con sus inmensos ojos verdes llenos de furia. Me apretaba el pecho con una mano, y con la otra me había clavado las uñas en la piel de mi mano derecha, la cual me empezaba a doler.
-¿A qué estáis jugando tu y Jade? -Blade tenía tics en el ojo izquierdo, y sus brazos convulsionaban un poco. Recordé que Cloe había dicho que los demás tributos la llamaban "loca". Cloe, la que estaba a mi lado intentando alejarla de mi, mirándola con odio.
-Yo no estoy jugando a nada.-Espeté, intentando zafarme. Blade me soltó, y se miró una de las uñas  que me había clavado en la piel. Había una gota de sangre. Se la llevo a los labios sin dejar de mirarme.
-Hagáis lo que hágais, ganaré yo. Jade no es digna de ser ganadora, y vosotros dos ni siquiera sé por qué vais a intentarlo.
Nos miró un segundo más, y se alejo, dando zancadas mientras movía las caderas y su melena rizada ondeaba sobre su vestido de gasa dorado.
-¿Se ha bebido mi sangre?-Era lo único que podía preguntar. Cloe se encogió de hombros, mirando al suelo extrañamente. No quería ver en los Juegos a Blade, matando gente, y lo peor es que yo era uno de sus aliados.
En su entrevista, Blade aparentó ser completamente normal. Sin rastro de la locura que la carcterizaba, aunque Caesar mandó una indirecta al decirla que "Había llegado a sus oídos que había una tributo muy salvaje este año, dispuesta a todo." Y Blade lo confirmó. El tiempo se me pasó deprisa, y cuando menos me lo esperaba, llamaron a Cloe para que subiese para su entrevista.
-Suerte.-La dijé.-Lo harás bien.
-Gracias Blight... Suerte a ti también, y recuerda, sé tu mismo.
Ser yo mismo. Ray también me había dicho eso.
Cloe fue recibida por una oleada de aplausos, mientras, avanzaba con paso lento situandose al lado de Caesar,en la silla de los tributos. Cloe no sonreía, pero tampoco estaba seria. Lo miraba todo con curiosidad, y esperaba ansiosa al silencio del público.
-Bueno... Aquí tenemos a la espléndida y misteriosa Cloe Pinebreath. ¿Nerviosa?=Caesar alzó una ceja.
-No realmente...
-¿Tenemos aquí a una chica preparada?
-Se supone que estamos aquí para prepararnos a los Juegos.
-Bueno, si... pero no todos estan igual de preparados, ¿no? Y bueno... Bueno, bueno... Es sumamente extraño una alianza del 7 con el Distrito 1 y 2. ¿Y como así? ¿Buenas habilidades? ¿Astucia? ¿Algo... mas...?
-Deseos de ganar.
-¿Deseos de ganar?-Repitió Caesar.
-Deseos de ganar. No estoy aqui para morir en esa arena, y si muero, entonces que vuelva Blight. Creo que es un chico muy preparado, y nos sorprenderá en la arena.
-Blight... tu compañero... ¿tenéis buena relacion?
No podía creérmelo. ¿Estaba Cloe haciendo buena propaganda de mi? No debía. Era su entrevista. Sus minutos de fama, y tenia que aprovecharlos.
-Creo que no hay ninguna pareja de tributos que se lleve mejor que nosotros.
Punto para mí, al intentar confirmar que la pareja que hacía con Jade era solo ficción.
-Y bueno... te criaste sola. Tus padres, murieron cuando tu eras muy pequeña, ¿verdad?
-Si, así que supongo que me puedo considerar bastante independiente. Tengo miedo a pocas cosas, y he dependido de mi durante toda mi vida. El nueve que saque en las pruebas, deja bastante claro que seré una rival... interestante.-Cloe sonrió. Amenzadora, dulce, provocativa, astuta, sincera, temerosa... todo en una sonrisa. En una mirada hacia el público.
-¿Y no nos puedes dar una pista sobre lo que hiciste en las pruebas?
-Eso es una sorpresa mi querido Caesar...
El gong sonó, y Caesar se vio obligado a despedir a Cloe. No me había dado cuenta de que estaba hiperventilando hasta que mi hermana bajo del escenario y Caesar volvio a hablar.
-Un tributo muy interesante el que viene ahora, Blight Oakheart...


Capitulo 15
Caesar estaba sentado en su silla, esperándome para empezar mi entrevista. Sentía que mis piernas temblaban, y daban pasos hacia el entrevistador sin que yo me diese cuenta. Estaba demasiado ocupado preocupándome de toda la atención que ahora se centraba en mi. La gente aplaudía, aunque yo no la hacia mucho caso. Empezaba a odiar el traje. Era incomodo, y hacia que tuviese calor. Aunque el calor también era por culpa de los focos que estaban sobre mi y sobre Caesar. Había una fina neblina de humo que me entorpecía la vista y me desorientaba. Cuando al fin llegue al sillón, me apoye en el brazo de este y luego me senté, dejándome caer.
-Bueno... Blight, ¿Que tal te sientes?
Mire a Caesar y aparte la vista. Le volví a mirar. No podía ser mucho mayor que yo. Diecinueve. Veinte años quizá.  
-Em... em... bien, supongo... Algo mareado con todas estas luces. 
-Bueno...-Miró hacia las luces.- Al final te acabaras acostumbrando, créeme. 
-Eso espero. -Sonreí, pensando en el consejo de Ray. Debía de comportarme naturalmente, aunque con tanta presión, no era tan fácil como yo me había imaginado. 
-¿Que piensas de tus rivales en estos Juegos?
Pregunta trampa. 
-Pienso que todos tienen alguna que otra habilidad escondida y que ninguno de nosotros sabemos. Cuando estemos en la arena todos intentaremos sobrevivir sea como sea, y nos daremos cuenta como somos realmente. 
-Profundo pensamiento Blight. Creo que tienes bastantes ganas de salir ya a la arena. 
-La verdad es que estoy mas cómodo aquí.
Caesar soltó una carcajada, seguida del publico. Era bastante fácil hablar con Caesar. El hacia que al publico le gustases, fueses como fueses. 
-Y bueno...-Prosiguió Caesar.- Supongo que habrá algo por lo que mostrarte como un tipo fuerte en la arena, ¿no? Alguna chica en especial?¿ Alguien en la que estés interesado y te tenga que ver como un autentico tributo? Fuerte, valiente...
Mi turno. No podía fallar este movimiento y dejarlo ir. 
-Si... Aunque creo que ella me querrá, aunque no sea el modelo perfecto de tributo. De hecho, incluso apostaría que todavía me quisiese aunque muriese en la arena. Mi novia... Mi Rosie...-Susurre. No había pensado en hablar de ella. No quería que la gente hablase de ella, ni que supiesen quien era... pero tampoco quería que creyesen que Jade y yo teníamos algo mas que una alianza.-Ella me dijo que tenia que ganar... Que sabia que iba a ganar... -Sonreí. Una sonrisa de enamorado, ni mas ni menos.-La quiero con todo mi corazón, y en los Juegos no parare de pensar en ella. Luchare por volver a verla. 
Escuche al publico suspirar y cuchichear entre ellos. Caesar sonrió y hablo. 
-Pues Blight, espero de veras que vuelvas a ver a Rosie muy pronto. Y también espero que luches muy bien en los Juegos. ¿Quieres añadir algo mas?
-No me subestiméis.
Deje escapar una sonrisa tímida y algo arrogante a la vez. Escuche los grititos de un par de chicas del Capitolio y me ruborice un poco. Caesar me dio permiso para salir mientras presentaba a la tributo del Distrito 8, Shirley.
Cloe, Cressa, Jara, y Ray me estaban esperando a las puertas del ascensor. Ray me dio un par de palmadas en la espalda felicitándome y Cloe me guiño un ojo. Nos metimos en el ascensor y Cressa pulso el botón de la séptima planta. 
-Blight! Blight!-Jade corroa descalza hacia el ascensor que comenzaba a cerrar sus puertas. Intente detenerlo, pero no puede.-Tengo que hablar contigo. No puedes confiar...
Y las puertas se cerraron, dejando en el aire las palabras de Jade. Mire a mi hermana, la cual se encogió de hombros. 
-¿A que se refiere? ¿No puedo confiar...?
-No lo se... -Admitió Cloe. 
Algo me daba mala espina en todo esto. 
-Cloe... no la vamos a volver a ver hasta los Juegos. 
-Entonces supongo que tendrás que esperar hasta los Juegos. Y por favor...-Llegamos a la séptima planta.-Acuérdate de Rosie.-Salí del ascensor detrás de Cloe.
-¿Que tiene que ver mi novia en todo esto?
-Es Jade...
-¿No te fías de Jade?
Mi hermana puso los ojos en blanco y se fue a su habitación. 
Llegue a un punto en el que no entendía absolutamente nada. Nos llamaron para cenar. La ultima cena, con todo el equipo reunido. Comí hasta que no me entraba nada mas en el estomago, y luego todos se fueron a sus respectivas habitaciones. Había pensado ir a ver a Cloe, de hecho lo pensaba hasta que salí descalzo al hall donde estaba su puerta, entonces cambie de dirección, hacia al ascensor. Pulse el botón de la primera planta. 

Capitulo 16

Las puertas se abrieron dejándome ver nada mas que oscuridad. Todo estaba en silencio. Era medianoche.
No podía parar de imaginarme lo que sucedería si alguien me pillase aquí. ¿Algún otro tributo lo habría intentado antes? ¿O era el único tonto de toda la historia de los Juegos? En mi interior chocaban dos sentimientos opuestos. El primero, la curiosidad. El segundo, el miedo.
Me guié hacia las habitaciones por instinto. (Y deseando que los muebles tuviesen la misma disposición en todas las plantas.) Cuando llegue al hall de las habitaciones de los tributos, encendí una tenue luz. Abrí un poco la puerta de la derecha, conteniendo la respiración. Era la de Jade. Me meti dentro, y Jade me miro sorprendida. Yo la mire igual de sorprendido a ella. Tenia la cara cubierta de lagrimas, con el maquillaje de la noche esparcido por ello.
-¿Q-que haces aquí Blight?
-No podía quedarme con la curiosidad de lo que casi me dices en el ascensor.
Me acerque despacio, sentándome junto a ella en la cama. Ella me miro durante un rato, como si estuviese pensando que decirme.
-Da igual lo que pienses. Confía en mi. Mañana no nos esperes. Huye con Cloe. Tienes que decírselo. No confíes en nadie. Jasper y Blade, hablaron hoy. Piensan mataros. Creen que sois una amenaza demasiado grande. Tienes que irte. Si te ven... Vete Blight...
-Ya no hay alianza...-Era una afirmación por mi parte, no una pregunta.
-No, ya no... Vete.
-¿Por que me lo has dicho?

-Ya hemos hablado de esto...-Suspiro, y se limpio las lagrimas.-No le digas a nadie que tengo miedo.
-¿Tienes miedo?-Pregunte, y no recibí respuesta.
-¿Sabes Blight? A veces me pregunto como matar a los monstruos sin convertirte en uno de ellos. Porque si salgo, si salgo de la arena Blight, sere un monstruo. Lo seré. Llevo toda la vida entrenándome para esto. Para ser un...
La bese. Yo, la bese. Y al momento me sentí absolutamente culpable de todo, pero a la vez, me daba igual. Me daba igual porque sabia que no volvería a casa. Porque sabia que nunca mas estaría cerca de Rosie. Y eso es lo que mas me dolía. Que lo que mas parecido que tenia a los labios de Rosie eran los de Jade. Y en ese momento lo único que pensé fue en que Rosie debía de tener un futuro perfecto. La suerte se lo debía...
Me separe lentamente de Jade, y ella me abrazo. Sus cálidos brazos envolvieron mi cuerpo y tiraron de mi hacia abajo. Me tumbe a su lado, olvidándome de todo. En la oscuridad no estaba con Jade, estaba con Rosie. Y era penoso consolarme de esta forma.
-En realidad me fije en ti de verdad. Eres diferente al resto. Eres como a mi me hubiese gustado ser...-Me susurro al oído. 
Empece a llorar, Jade me beso llorando. Y nos besamos con lagrimas en los ojos hasta quedarnos dormidos. 
No se que hora seria cuando me desperté. Jade seguía durmiendo en calma. Me levante con sigilo y salí de su habitación. Camine despacio, intentando no hacer mucho ruido. Seguía todo oscuro, y de repente choque con algo. Casi caigo al suelo, pero ese algo me agarro. Se encendieron las luces y vi a Ben Monroe sujetando mi camiseta. 
-¿Con que de visita a la habitación de mi hermanita, eh, siete? 
-Eh... yo no, yo... No hemos hecho nada.
Ben no se parecía en nada a Jade. Media como dos metros, era musculoso, de mirada audaz, con rizos rubios y barba de tres días. 
-Eso ya lo se...-Me dio un empujón tirándome al suelo.-No se que demonios hacen en la alianza del uno y el dos, pero si se que no duraras mucho en la arena. De hecho incluso es mi propia hermana la que te raja la garganta. Esta entrenada para eso, ¿Sabes? Por mucho que la hayas besado...
-¿Tu sabes...?
-Todo el mundo lo sabe... Andas detrás de ella. Muy bonito lo de cambiarla el nombre en las entrevistas, pero nada listo.
-Yo no estoy...
-Ben, déjale marcharse. Solo estábamos aclarando unas cosas para cuando suene el gong en los Juegos... -Jade estaba con los brazos cruzados sobre el pecho mirándonos, y hablando entre susurros. Ben me tendió una mano y me ayudo a incorporarme. Hizo un gesto con la cabeza, indicándome que saliese. 
-Te veré en la arena Blight.-Se despidió Jade, y volvió a su cuarto. Yo me metí en el ascensor y pulse el botón de la planta siete. Me apoye en la pared del ascensor mientras este subía y suspire. Ya no había alianza. Quiza no volviese a ver a Jade mas, y tal vez fuese lo mejor. Debia de decirselo a Cloe. Iria ahora a su habitacion. 
Cuando las puertas se abrieron, fui casi corriendo hasta su cuarto, pero no estaba. Estaba en el mio. No estaba contenta. Tenia el ceño fruncido. 
-¿Donde estabas Blight?
-Cloe, tengo que contarte una cosa muy importante, así que no digas nada. He ido a ver a Jade y...
-¿QUE HAS IDO A...?-La tape la boca con la mano y me lleve el dedo indice a los labios para que se callase.
-Se acabo la alianza. Jade me ha  dicho que Jasper y Blade piensan matarnos en cuanto tengan oportunidad. Se acabo. Iremos tu y yo solos. Nos iremos de la matanza sin acercarnos a la Cornucopia. 
-¿Estas loco? No sobreviviremos sin armas...
-Tampoco si Jasper o Blade nos corta la garganta.-Replique.
-O Jade...No me mires así, pero no confió mucho en ella. Va en su manada Blight. 
-Sea como sea, ahora estamos tu y yo solos. -Dije.
-¿Hermano y hermana?
Hermano y hermana.

No dormimos mas. Desayunamos temprano, todo lo que pudimos, y nos despedimos de Cressa.

-Chicos, se que uno de vosotros volverá. Lo presiento.
Nos llevaron en un aerodeslizador hacia donde la arena estaba. Nos pusieron unos chips en el antebrazo, el cual dolía mucho al insertarlo. No vi a Jade. En cambio en frente de mi estaba el "amistoso" Jasper, intentando hablar con Cloe y conmigo. La única palabra en la que podía pensar, era en la de traidor.
Lo mas duro, fue separarme de mi hermana. La abrace fuerte. Estos días habían sucedido muchas cosas. Y pensar que hace apenas una semana no sabia que tenia una hermana... 
Camine junto a Atella por unos pasadizos subterráneos que estaban bajo la arena, hasta llegar a un diminuto cuarto. En el estaba la ropa que debía de llevar. Unos pantalones anchos marrones, una camiseta de manga corta negra, calcetines térmicos negros, botas de montaña y sudadera verdes, y una cazadora marrón y verde. Mi estilista me arreglo algo el pelo hacia un lado y me animo diciendo que estaba fantástico. 
 Me daba igual estar o no fantástico. Me temblaban las piernas, las manos, los brazos, los hombros, los labios... Mi cuerpo se sacudía descontroladamente. Me llevaba los dedos a la boca intentando morderme las uñas, las cuales ya tenia bastante cortas. 
-60 segundos...-Advirtio una voz femenina. 
Me levante de donde estaba sentado y camine hacia el elevador. Atella me detuvo antes abrazandome. 
-Que la suerte este siempre de tu parte Blight.
-Gracias.-Hice un esfuerzo por sonreír y subí al elevador.  Este se cerro, y comenzó a subir, y a subir, y a subir...
No hacia frío, tampoco calor. La luz del sol se reflejaba en el agua. ¿Agua? Pero también había arboles. Me fije mas en el paisaje, y lo reconocí. En el siete te los podías encontrar de vez en cuando. La arena era un pantano. 
Mire a mi alrededor. A la derecha tenia a Connor, del Distrito 3, y a la izquierda a Jade. Ella no me miraba, estaba concentrada en la Cornucopia. Cloe estaba siete personas a mi derecha. Casi en el extremo. A su derecha tenia a Gregory, el chico del doce, y a su izquierda a Marina, la chica del Distrito 4. Ella también estaba atenta a la Cornucopia.  No podía ir hacia allí. Me fije en la Cornucopia también, dorada y grande. 
-Que empiecen los quincuagésimo primeros Juegos del Hambre.-Una voz masculina rugió por toda la arena. 


Capitulo 17
No había mucho tiempo para asimilar las cosas. La Cornucopia estaba llena de objetos, y aunque yo no pretendía ir, Cloe no hacía mas que milarla, con el pie derecho adelantado, dispuesta a correr hacia ella. Y si ella iba, yo iría con ella.
El reloj contaba hacia atrás. La tensión y el nerviosismo eran palpables en el ambiente. Apenas quedaban treinta segundos para que diesen el pistoletazo de salida y dar comienzo a la matanza. Aún asì no podia pensar en nada más que salir de aquel lugar, fuera de la vista de los demás tributos, lo más rápido posible. Ya no me temblaban las piernas, ni los brazos, nada... Tenía los musculos tensados, y habia adelantado una pierna también, listo para correr. Fije la mirada en la cuenta atras, y susurrando, conté yo también.
Siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno... Casi no escuche el pitido. Los Juegos habian comenzado. Salte de mi plataforma al agua verdosa, que la verdad no olía muy bien. En medio del salto me arrepentí de no haberlo pensado antes, ya que si habia una gran profundidad, me ahogaría. Cuando mis pies tocaron la tierra suspire aliviado, sin dejar de mirar el cuerno dorado. Corri como nunca antes lo habia hecho hacia la Cornucopia, pese a que el agua que llegaba hasta mis rodillas me relentizaba. Era bueno corriendo, pero habia otros mejores que yo. Una de ellas, Jade. Estaba muchos metros mas adelantada que yo, casi llegando a la linea donde se encontraban los primeros objetos. Obviamente los peores, ya que eran los mas alejados. Paso de ellos y siguio corriendo mientras su coleta se balanceaba de un lado a otro, y de repente se hundió hasta la cintura en el agua estancada. Otros tributos llegaron también, y miraron hacia atrás, sorprendidos por la bajada.
Cuando yo llegué, estaba cansado de luchar contra el agua, pero la bajada no me sorprendió, aunque me desanimó. Tener el agua a la altura de las rodillas te hacia ir mas despacio. Tenerla a la altura de la cintura era todavía peor, y cuando vi que la habilidosa Jade, a punto de llegar al centro de la Cornucopia, se hundia hasta el pecho en el agua, me desanimé mas aún. Busqué a Cloe, la cual iba al mismo nivel que yo. Pataleé el agua, y seguí avanzando. Jade y Jasper ya tenian armas en sus manos, y yo intentaba desviarme para juntarme con Cloe. Cloe llegó a la Cornucopia y empezo a buscar en un estante algo. Yo llegué pocos segundos después. Tener tanta agua a mi alrededor me extresaba.
-¡Hazte con cualquier cosa y vamonos de aquí ya!
Agarre un par de cuchillos y me los guarde torpemente en el cinturón. Después agarré un machete que tenia a mi alcance y me moví para marcharme de aquel lugar en el cual empezaba a correr sangre. Al alzar la vista, me tope con un tributo que llevaba un arma blanca en las manos. Maxwell, del ocho. No me fijé muy bien en su arma ya que intento golpearme. Lo unico que vi fue un haz metalico venir hacia mi, y yo me sumergí en el agua verdosa. El agua paró el golpe. Cuando salí, volvi a ver el arma venir hacia mí, pero esta vez no fui lo suficientemente rápido y me dio en la cara, haciéndome caer hacia atrás. La sangre empazó a manar de mi nariz y de mi labio, aunque el golpe no me habia dolido tanto. Intenté levantarme pero Maxwell me piso en el pecho, dejándome sin salidas. Por mas que me movia no podia quitarme la fuerza de su peso contra mi. Lo único que pensaba era que ese era el final. Los Juegos habían acabado para mi. Pataleaba y me movía intentando que me dejase, pero no me soltaba.
¿Y Cloe?  ¿Ganaría ella?
Me quedaba sin aire así que grité. Grite por si alguien me oía, por si eso me daba fuerzas a escapar, pero no se escuchaba nada, salvo burbujas saliendo de mi garganta. Entonces, bajo el agua, oí como el acero rasgaba la piel, y la sangre se mezclaba con el agua. No habia sido otro tributo. Habia sido yo. Maxwell quito el peso de encima de mi, y yo me levanté, viendo lo que había ocurrido. Mientras me agitaba para lograrme escapar, no habia soltado el machete, y este se habia clavado en el abdomen del chico del 8. Muerto. Aun estaba vivo, pero por poco tiempo. Con fuerza, saque el arma de su cuerpo, y Maxwell hundio sus manos en el agua, llevandoselas a la herida.
-¡Blight!-El grito de Cloe resonó por las paredes de la Cornucopia. Parecía urgente, pero yo seguía mirando mi machete cubierto de sangre, y a Maxwell empezando a inclinarse sobre si mismo. Habia matado a un chico inocente. Y eso no me lo perdonaría nunca.
Alguien me empujo contra la pared de la Cornucopia, dandome en la cabeza y hundiendome de nuevo en el agua y tragándola. Sabía horriblemente mal. Me levanté rápido dispuesto a luchar, pero el corazón me dio un vuelco al ver a Jade.
-¡Vete! ¡Te dije que te fueses! ¡Vete ya!-Gritaba. Histérica.
Asenti, e intenté correr hacia la dirección opuesta a donde estaba la masacre. Cloe venía hacia mi. La hice un gesto para que no se acercase a mi más, e intenté impulsarme con las puntas de mis pies en el suelo para avanzar mas deprisa por el agua. Cuando llegue al lado de mi hermana, nos abrazamos durante unos breves segundos y luego salimos de alli lo mas rapido posible.
A medida que nos separamos de la Cornucopia habia menor cantidad de agua. Corrimos bastante minutos con ella a la altura de las rodillas y despues se fue rebajando hasta que solo estaba a la altura de los tobillos. Me pregunté si el suelo estaria encharcado en toda la arena. No podía divisar zonas elevadas por culpa de los árboles.
-¿Que te ha pasado Blight?-Cloe me volvió a abrazar, esta vez con cuidado, y mirándome miedosa. Ladeé la cabeza al no comprender.-La sangre por la cara, y la brecha en la cabeza.
La miré. Ella estaba intacta, pese a estar empapada, como si no hubiese pasado por esa guerra.
-He matado a un chico Cloe. Yo. Y... No deberia haber pasado.
Solte el machete, y me saque los cuchillos del cinturon deshaciendome de ellos. Los cojí por el mango y los tire al agua.
-No... ¿Que haces? Pueden sernos utiles.
Cloe fue a por ellos, y yo llore. No queria, pero no podia evitarlo. No queria estar alli, queria volver a casa. No queria haber matado a aquel chico.







Capitulo 18


-¿Bueno, y que hacemos ahora?-Preguntó Cloe, bastante animada para estar en la arena.
-¿A que te refieres?
- No podemos quedarnos aquí para siempre. Debemos de buscar comida, refugio, y agua potable. Y algo para calentarnos no estaría nada mal, estoy helada y no pienso morir por un...
Cloe se vio interrumpida por los cañonazos que anunciaban las muertes de los tributos caídos. Los conté. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete. Ocho. Ocho cañonazos. ¿Solo ocho?
-Ocho.-Afirmó Cloe.-Son bastante pocos para el baño de sangre. Siempre suele morir casi la mitad de los tributos.
Cloe se apoyó en un tronco de un árbol de corteza rugosa, con aspecto de estar muerto, de casi sin y hojas, y las que había eran oscuras. Estaba bastante inclinado hacia la derecha.
-Yo mate a un chico...-Susurré.
-He visto como mataban a Eve y a Poppy. Las chicas del cinco y del nueve...
-Pero el intento matarme...
-Luego Maxwell, al que tu te cargaste...
Estaba contando con los dedos los tributos que ella creía muertos. No me lo podía creer. Parecía que se lo estaba tomando a broma.
-¿Estas hablando en serio? Lo dices como si eso no significase nada. ¡Mira que bien, hoy han muerto ocho!, bueno, mas posibilidades de ganar...
-Es que hay mas posibilidades de ganar.
Me enfade con ella y decidí caminar en una dirección opuesta a la de ella. No quería abandonarla, y de hecho no iba a hacerlo, pero estar solo me ayudaría a despejar la cabeza durante un rato. Pero ella me siguió gritando mi nombre.
-¡Blight! ¡Eh, Blight! ¿Adonde crees que vas?
-Solo quiero estar solo un rato Cloe. Quiero pensar...
-Por mucho que pienses... lo hecho, hecho esta. No puedes devolverle la vida a ese chico.
Paré de andar y miré al suelo. Tenia las botas llenas de lodo negro. El agua bajo mis pies, había creado burbujas entre la goma de mis zapatos y el suelo.
- ¿Por que lo haces tan sencillo? ¿Hablar sobre esto, como si nada hubiese pasado? Como si matarnos los unos a los otros fuese lo mas normal del mundo...
-Porque a partir de ahora sera lo mas normal del mundo... si queremos salir de aquí. Y uno de los dos lo va a lograr. Ademas, es mejor decirlo en voz alta, aunque cueste. Estamos aquí, y ya esta. ¿Tienes alguna solución para salir de aquí que no sea esta?-Negué con la cabeza.-Y nunca la habrá. Los Juegos serán así siempre... Ya no eres un niño Blight...
Suspire y seguí caminando sin hablar. Cloe caminó a mi lado, sin decir nada tampoco. Absorbimos el paisaje, y yo intente disfrutarlo un poco. Caminamos en dirección contraria por donde habíamos venido. A lo desconocido. Yo no quería volver a la Cornucopia, ni siquiera acercarme por allí, aunque aun quedasen provisiones. Y me imaginaba que Cloe tampoco quisiese. Estaba pendiente de cualquier cosa. Ruido, sombrea... podía ser un pájaro inofensivo, o los profesionales sedientos de sangre. Y aunque Jade estuviese con los profesionales, ella solo no podría evitar que Jasper y los suyos nos diesen caza. Si es que trataba de evitarlo...
Caminamos durante horas en silencio, después cuando el silencio empezó a ser incómodo, Cloe tarareo canciones. Las conocía, porque mucha gente en el Distrito las cantaba o las silbaba. Cuando nos sentimos cansados paramos a descansar. Nos sentíamos sedientos, pero no era una buena idea beber el agua del suelo. Caminamos en busca de zonas algo mas profundas, y las encontramos, en las zonas alejadas a los arboles. Podíamos divisar montañas a lo lejos. Muy a lo lejos. Cloe me mando intentar pescar algo. Lo intenté con el machete, y con los cuchillos. Pero no hubo suerte. Lo único que logre pescar fueron diminutas algas cubiertas de barro. Las guarde por si acaso. Me quite el abrigo e intente almacenar algo de agua en el. Si hacíamos un fuego... algo que parecía difícil aquí, podríamos calentar el agua y beberla.  Fui con cuidado para que no se cayese el agua del abrigo, hacia el árbol donde estaba Cloe preparando el refugio. No estaba lejos de la zona profunda, pero algo metido entre los arboles. Habíamos elegido un árbol alto, robusto y que fuese algo fácil de escalar, pero a la vez difícil. Tenia gruesas ramas y escasas hojas. Me quede mirando a mi hermana, con los brazos levantados, sujetando el abrigo.
Al parecer, Cloe había aprovechado el tiempo. Las cuerdas estaban preparadas en las ramas. Había fabricado con el lodo un pequeño recipiente donde poner el agua, incluso había cazado una especie de pájaro que se había posado en el árbol. Y yo... bueno...
-Haz el fuego...-Me ordeno, con una sonrisa de lado.
Intente hacer fuego con dos palos medianamente secos que habíamos encontrado. Oscureció, y seguía sin salir una chispa. Nos moríamos de sed, y de hambre.
-Blight... para. Encender ahora un fuego seria condenarnos. Esperaremos a mañana. Intenta no morir de sed. Ni de hambre...
-El hambre la controlo bien...
En nuestra familia, nunca habíamos pasado hambre de verdad. De esa que algunos ni;os del Distrito sufrían y con la que se les marcaban todos los huesos del cuerpo, pero había meses en que no llegábamos con el dinero. Nos cortaban la luz. Y comíamos mal. Normalmente pan duro, ya que era lo mas barato. Hacia mucho que no pasaba hambre. Y menos después de conocer a Rosie, la cual, a veces me pasaba dinero si sufríamos una crisis.
Rosie...
Me ate la cuerda a la cintura, y comprobé si se sujetaba bien. Lo hacia. Me tumbe en la rama. Tras dormir en los mullidos colchones del Capitolio, esto era un verdadero horror.
-Buenas noches...-Susurro mi hermana.
Abrí la boca para contestarle pero algo a lo lejos comenzó a sonar verdaderamente fuerte. Sonaba como el viento, pero nunca lo había escuchado con esa fuerza. Me levante. En la oscuridad, con la simple iluminación de la luna, vislumbre algo, sin saber el que.
-¿Que es eso...?
Cloe ahogo un grito.
-Eso es un tornado.

Capitulo 19
-¿Un tornado?
Había estudiado lo que era un tornado en el colegio, pero nunca había visto uno de verdad. De hecho, era muy difícil que ocurriese un tornado en el Distrito 7.
Me lleve las manos al nudo que había hecho con la cuerda alrededor de mi cintura, intentando desatarlo. Tal vez nunca hubiese visto un tornado antes de aquello realmente, pero sabia de lo que eran capaces de hacer. Si podían destruir un Distrito entero, no podía imaginarme lo que podía hacer con el árbol. Cloe me paro. Moví las manos deseperadamente para zafarme de ella. ¿Que hacia?
-¡Espera, espera, espera! No te muevas. ¿No es precioso?-Me volvió a inmovilizar.
-¿Que haces? Vamos a morir si nos quedamos aquí.
-No, no. Te equivocas. Esto es obra de las personas que controlan la arena, y no te van a dejar morir tan fácilmente...
-Prefiero no arriesgarme Cloe...
El tornado se dirigía hacia nosotros rápidamente, amenazador. Era negro, y salpicaba agua por donde quiera que pasase. Cogí uno de los cuchillos del cinturón para cortar la cuerda, pero mi hermana me lo quito, haciéndose una herida en la palma de la mano. El cuchillo cayó al suelo.  Iba a protestar, gritando su nombre y llamándola irracional, pero me tapo la boca. Señalo hacia donde terminaban los arboles, un grupo de tres personas. Intente fijarme bien en ellos para ver de quien se trataba. El chico del dos, y ambos tributos del 4. Me quito la mano de la boca, pero me quede cayado. Eran profesionales, si nos veían, nos podíamos dar por muertos. Aunque lo único que me preguntaba, era si estarían con Jasper, Jade y Blade. Dude y me puse a pensar en lo mal que se llevaban Blade, y su compañero de Distrito, Flint. Ademas que no había visto conversar ni a Jasper ni a Jade con ningún tributo del 4. Raro.
Abrace la rama del árbol con miedo. Si bajábamos de ahí, moriríamos por aquellos tributos. Si nos quedábamos ahí, moriríamos por el tornado. Alcé la vista, encontrándome con una Cloe nada nerviosa, limpiándose la sangre seca que empezaba a coagularse en su pálida piel con la hoja de un cuchillo, mirando de soslayo el tornado que avanzaba hacia nosotros.
Abracé con mas fuerza el árbol. El viento empezaba a sacudirme la ropa, y el pelo, haciendo que se metiese en mis ojos. Cloe guardo su cuchillo en el cinturón, y se tumbo boca abajo en frente de mi, abrazando la rama también. Su pelo se ondeaba en el aire mucho mas bruscamente que el mio. El viento soplaba directamente en mi oído, y dolía. Había optado por cerrar los ojos, ya que el agua comenzaba a alcanzarnos, y también otras cosas como hojas, ramitas y piedras. Sentí un escalofrió, y note la fuerza del aire demasiado cerca. Abrí los ojos solo un momento y lo único que vi en la oscuridad fue la gran masa de aire negro que ya estaba encima de nosotros.
-Oh, mierda... -Fue lo único que pude decir, aunque careciese de coherencia.
-Pasara, pasara, pasara...-Escuche a mi hermana, repetirse a si misma una y otra vez. "Si, claro..." Pensé. Aunque quizá tenia razón.  Los otros tres tributos estaban cerca, y cargarse con un tornado a cinco -cuando tres de ellos eran profesionales, y los otros dos se suponía que habían tenido una alianza con otros- no seria bien visto. ¿No?
Entonces el fuerte sonido empezó a desvanecerse, y mi pelo paro de meterse en los ojos, la rama del árbol ya no parecía tambalearse, y abrí los ojos. Ya no había tornado. Cloe tenia razón. Tan solo querían asustarnos.
Me enderece en la rama del árbol y me pase una mano por el pelo. Esto empezaba fuerte, aunque claro, tras el segundo vasallaje de los 25, los espectadores estarían acostumbrados a la acción constante de los Juegos.
El sonido del himno de Panem sustituyo al del viento, y los tributos caídos aparecieron en el cielo, iluminando la arena por breves momentos.
Los dos del cinco.
Los dos del seis.
Maxwell, el chico del ocho. Sentí como me ahogaba por la culpabilidad.
Poppy, la chica del 9.
Y ambos tributos del doce.
Ocho en total.
-¡Eh!¡Allí, mirad!
No había sido la voz de Cloe, y sonaba mucho mas lejana y aguda. Mire hacia abajo, a la derecha. Marina, la chica del 4 nos estaba señalando. Busque un cuchillo en mi cinturón. Solo me quedaba uno. Rasgue la cuerda que estaba atada a mi cintura y volví a guardar el cuchillo. Cloe seguía agarrada a la rama, así que la sacudí por los hombros. Ella abrió los ojos, y miro a los míos, que eran del mismo color marrón que los suyos. Al fin y al cabo si que nos parecíamos.
-Muévete, nos han visto.-Grite.
Los profesionales no estaban cerca, pero tampoco muy lejos. Baje con cuidado del árbol, asegurándome mentalmente de que tenia el machete y el cuchillo. Cuando pose los pies en la tierra, vi el reflejo de la hoja del cuchillo que se había caído antes. Lo recogí, y Cloe salto a mi lado. Me agarro de la mano y me obligo a correr tras ella, a tropezones. Llevaba el hacha en la mano derecha, y miraba cada poco tiempo hacia atrás. Era de noche, así que no podíamos ver demasiado bien si alguien nos seguía de cerca. Agudice el oído. Solo escuchaba la respiración fuerte de nosotros dos, y nuestras pisadas.
-Derecha...-Susurro Cloe.
Gire a la derecha, donde había un árbol muy grueso, y a simple vista, bastante difícil de escalar. Había un pequeño hueco, por el que Cloe me empujo, y yo entre. Olía a humedad y a madera muerta, tras dieciséis años y medio viviendo en el 7 reconocia perfectamente ese olor.
-¿Donde se han metido?-Era la voz de Marina.
-Acaban de pasar por aquí. Les he visto. Estas gafas no engañan, creerme. -Ahora hablaba Flint. Tenia la voz ronca, y hablaba muy bajo.
-Te creemos.  ¿No ves nada ahora?-Ese había sido Mosses.
-Silencio...-Dijo Marina aun mas bajo.-Ponte las gafas de visión nocturna Flint.
No oí nada durante un rato.
-Veo algo...-Contesto Flint, muy, muy bajo.
 Mas silencio, y de repente un estruendo. Un grito ahogado, seguido de un grito de guerra. Un choque de metal contra metal y una suplica.
Me encogí en el pequeño espacio de madera junto a Cloe, y agradecí por tener ese espacio en el que podíamos ocultarnos. Tenia frío, y temblaba un poco. Cloe también temblaba, aunque me echaba su cálido aliento sobre el cuello.
-¿Preparados para morir?
Reconocía esa voz.
Sabia perfectamente a quien pertenecía.
Jade.

Capitulo 20
Había sido Jade la que había hablado. Jade estaba aquí. Y sonaba muy, muy cerca. Demasiado cerca.
-Blade, Blade... somos del mismo Distrito, venga ya...-Suplicaba Flint.
-Creí que eso no te importaba tanto hace apenas un día... Y ahora cuando tienes la punta de una espada en tu cuello rectificas. ¿Un poco tarde, no?-Esa era Blade.
Parecía ser que los dos grupos de profesionales se habían encontrado, y que no se llevaban demasiado bien, aunque tuviesen un propósito en común: Darnos caza. Aunque de momento, todo indicaba a que no sabían donde estábamos.
-Acabamos de ver a los dos del 7.-Dijo Marina, casi desesperada.
-¿A los del 7?-Pregunto Jade.
-Miente. Miente, miente, miente...-Cantaba Blade.-Mátala ya, Jade.
-Espera Jasper, es verdad. No mentimos. Tenían el refugio en un árbol, al norte de aquí.-Dijo Flint.
Silencio. Un par de susurros difíciles de entender, y mas silencio. Se oyó un sigiloso revuelto.
-Esta bien...-Jasper hablaba ahora.-Os dejaremos ir, esta vez. Y porque sois vosotros. Pero si os vemos otra vez...
-Muertos.-Termino Jade.
-Deberían de estarlo ya.-Espeto Blade.-Ha corrido muy poca sangre aun, ¿verdad Flint?
-Loca...-Escupió Flint.
Mas silencio en tensión. Un crujido de una rama. La ropa en movimiento. Agua. Choque de metal contra metal. Un crujido, como de algo que se rompe. Agua. Un bufido. Un grito ahogado. Suplicas de una voz femenina. Un grito de dolor. Agua. Otro grito, esta vez mas alto.
-PARAD.-Suplico Marina, gritando.
Otro choque de metal contra metal. Mas agua. El metal rasgando la piel. Otro grito, esta vez de una voz diferente. Y... una carcajada, de Jasper. Por lo bajo, podía oír unos leves jadeos.
-¡No! ¡Mosses!
Cañonazo.  Lloros. Y mas carcajadas.
Mire a Cloe. Estaba abrazada a mi, controlando su respiración, y apretando fuertemente mi espalda. Me desenvolví de sus cálidos brazos, e intente mirar a los dos grupos de los profesionales. Vi dos figuras y me metí de nuevo en el hueco del árbol.  El corazón me iba a mil. Jade, Jasper y Blade estaban intentando darnos caza de verdad.
-¿Vienes con nosotros Flint?-Pregunto la voz de Jade.
-Si viene con nosotros le matare...-Dijo Blade. Su aversión hacia su compañero de Distrito era palpable.-Ya lo he intentado antes de los Juegos, ahora seria menos raro.
-No... -Dijo Flint.- Yo iré con Marina... Vosotros por vuestro camino, nosotros por el nuestro... -Se oyeron pasos que se acercaban a nosotros, y a Marina llorando por la perdida de su amigo.- Y de todo corazón, espero que para el amanecer esteis muertos los tres.
Me apreté mas contra Cloe. No podían vernos ahora. Seria una muerte demasiado horrible.
-Nosotros esperamos lo mismo de vosotros dos, Flint, de verdad.-Dijo Jasper, aumentando el tono de voz.
Y luego todo quedo en silencio, salvo por unos chapoteos y unas quejas. Pasaron unos tres minutos hasta que Cloe me miro a la cara y hablo.
-Tengo una idea. Quizá es un poco arriesgada, pero hay que arriesgarse para ganar.
Suspire hondo. No me atrevía a hacer mucho ruido por si aun estaban cerca. Me sentía paranoico. Tenia el sentimiento de que Jade y el resto se habían quedado ahí, hasta que hablásemos, y así poder matarnos. Espere angustiado a que una espada se clavase en mi estomago. Pero no ocurrió nada. Asentí para que continuase hablando, ya que no me veía capaz de decir nada.- Ahora han ido hacia nuestro refugio... Tienes que hacer una trampa. Eres el mejor con las trampas.
-No, no, ni hablar...
-Blight... Créeme, soy la primera que quiere que salgas de aquí. Eres mi hermano, no quiero ponerte en peligro... Pero seria tan fácil que una de tus trampas acabase con uno de esos tres... Yo te ayudare...
Suspire. Salir de aquel tronco no me parecía buena idea. De hecho, si no estuviese con Cloe me pasaría ahí el resto de los Juegos. Y hacer una trampa ahora, con esos tributos acechando... Ademas no quería que la que saliese perdiendo fuese Jade. Mi hermana pareció leerme el pensamiento.
-Si estas pensando en Jade... al final acabara muriendo. Y si no muere, tu estarás muerto, así que... no importa. Aunque te hayas enamorado de ella, cosa que no creo, porque pienso que de verdad quieres a Rosie -El nombre de Rosie me hizo atenderla mas aun.- Bueno... aunque te hayas enamorado de Jade da igual, porque lo vuestro es imposible... Así que quizá sea mejor acabar con esto ahora.
Suspire de nuevo.
-Necesito un cuchillo, ramas, cuerda... No tenemos cuerda.
-Gracias...-Me abrazo y me dio un beso en la mejilla.-Si que tenemos...-Señalo hacia su cintura, donde aun tenia la cuerda con el nudo.
Así que salimos de nuestro escondite. Cloe iba delante, y yo tras ella. Fuimos caminando hasta que vimos nuestro árbol, y después, Cloe me obligo a arrastrarme por el agua y el lodo. Me llene la ropa, las manos, y la cara de barro. Me empezaba a morir de sed, y tener toda ese agua alrededor era lo peor.
La noche empezaba a terminarse, y las primeras luces del día empezaban a esparcirse por toda la arena. Por primera vez, pude ver bien a Jade desde ayer. Sin prisas, sin correr, sin amenazas de muerte... Tenia una pinta horrible. Estaba bajo el árbol, con Blade, con el suelo de los pantalones roto, y las botas cubiertas de lodo. Tenia manchas rojizas y marrones por la ropa. Sus manos estaban rojas. Su cara tenia salpicaduras rojas. Incluso su pelo tenia algunos mechones pintados de rojo. Estaba mojada y ya no parecía tan angelical como antes. Incluso daba miedo.
-Creo que he encontrado desayuno...-Grito Jasper, bajando de nuestro árbol con nuestro pájaro en una mano. Esa iba a ser nuestra cena de ayer. De repente, mi estomago rugió. Tenia hambre, y no me había percatado hasta ahora. -Tenían también una especie de cuenco. Me pareció inútil llevarlo teniendo cantimploras y recipientes en nuestro refugio.
 ¿Con que tenían un refugio lleno de cosas?
-Date prisa.-Me insto mi hermana. Tenia unas ramas que parecían resistentes y largas.-Están hablando, y Jasper se acaba de sentar. Trabaja.
Uní con pequeños trozos de cuerda las ramas, y empece a diseñar la trampa.
-¿Y si no vienen por aquí?
-Vendrán. Acaban de decir que tienen un refugio.
Seguí trabajando. Paso medio minuto hasta que me di cuenta de algo.
-Cloe, no tenemos suficientes materiales como para que el cuchillo llegue a causar daños en una zona vital.
-¿Que? Espera, te traeré mas.-Escuche un ruido, y ambos alzamos la vista.
-Ya vienen.
-Oh, genial...-Dijo Cloe, irónicamente.-Bueno, da igual, déjala así. Con que les duela, me vale.
Mi hermana me agarro por el brazo, y me arrastro hacia atrás. La trampa se escondía bien en el suelo, y a menos que te fijases detenidamente, pasaría desapercibida. Era mi obra maestra. Una complicada, pero rápida de hacer.
Nos escondimos tras un tronco. Cloe me cubrió la cara con barro, y ella se hizo lo mismo. Unos helechos al lado del árbol nos ocultaban también. Me sentía nervioso.
Mire a los profesionales, que avanzaban a trote justo hacia la trampa. Pero me dio un vuelco al corazón cuando vi que Jade era la que iba en primer lugar, sin mirar al suelo. Jade paso la trampa sin problemas. Jasper no tuvo tanta suerte. El cuchillo se clavo en su muslo, y el profirió un grito de dolor mientras se agarraba la pierna con dolor. Se sentó en el suelo, sacándose el cuchillo poco a poco y tirándolo por ahí, maldiciéndolo.
-Necesito medicina Jade...-Protesto Jasper.
-La medicina esta en el refugio...-Dijo Jade, que se agacho para ver la trampa, no la herida de su amigo, que parecía tener mala pinta.-Esto es obra de Blight. No hay a nadie mejor que se le den las trampas. Te dije que seria bueno tenerlos con nosotros.
-¿Están cerca?-Pregunto Blade.
-No creo... Y si lo estaban habrán huido después del grito de Jasper.
-No es por nada, pero duele...
-De todas formas, esta trampa estaba diseñada para cazar animales, no humanos. Si no, el cuchillos hubiese estado mas arriba.-Puntualizo Jade, ignorando a Jasper.
Jasper se quejo mas, poniéndose en pie y refunfuñando por lo bajo. Blade le paso una pano por la cintura y se alejaron dando pasos cortos. Jade, en cambio, se quedo observando la trampa un rato mas. Cogió el cuchillo que había tirado Jasper, y lo dejo de nuevo en la trampa. Cuando se levanto, miro al cielo.
-Buena esa Blight...
Y salio corriendo por la dirección que habían tomado sus aliados.

Capitulo 21
Ya no quedaba ni rastro de la oscuridad que había cubierto la arena por la noche. Tampoco quedaba nada de los profesionales, salvo la sangre seca en la hoja del cuchillo que habíamos puesto en la trampa. Había sido todo un detalle que Jade nos hubiese devuelto el cuchillo.
Nada mas que ordenamos todas las cosas, Cloe, cansada pero persistente, se puso a dar ordenes. 
-Recoge todas las armas. Nos vamos.
-¿Nos vamos? ¿A donde?
-A las montañas. Estar aquí es peligroso. No hay comida, no hay agua... Solo abundan animales peligrosos. 
-Pues yo aun no he visto ninguno aun. Aunque la verdad es que me muero de sed, y de hambre. ¿Como vamos a llegar hasta allí sin agua? Esta demasiado lejos. 
-Tu crees que no has visto animales peligrosos, pero mírate, estas lleno de picaduras de mosquitos. Y yo también...-Suspiro.-Yo buscare el agua mientras tu recoges las cosas, relájate, y haz lo que te digo. 
-Si, mi capitán.-Si las miradas matasen, Cloe me hubiese matado con la suya.-Perdón...
-Hoy no es mi día Blight. Obedece. 
Finalmente, la hice caso. Deshice la trampa y recogí los trozos de cuerda que quedaban. Limpie la sangre del cuchillo con mi camiseta, y lo metí en el cinturón, junto al otro, y el machete. Pose el hacha de Cloe junto a sus dos cuchillos, las cuerdas, y el cuenco de barro que habíamos fabricado la noche anterior, y los profesionales habían decidido no llevarse. Como acabe y Cloe todavía no aparecía, me limpie la cara y el pelo, que estaban cubiertos de barro, con el agua que había en el suelo. No era muy agradable, pero era mejor que tener barro seco pegado a la piel. Mi hermana aun tardo bastante en regresar, y cuando lo hizo, no tenia muy buena pinta. Me dio una especie de raíz mojada y con tierra, y se fue a revisar sus cosas. 
-¿Que es esto?-Dije, mirando confuso a la raíz.
-Ahora mismo es tu principal fuente de agua potable. 
-¿Que tengo que beber de aquí?
Cloe se llevo su propia raíz a la boca y asintió. 
-Anda Blight, no te quejes tanto, al menos ya tenemos agua...
La mire raro y después a la raíz. A esto no le podía llamar agua. De todas formas, me lleve la raíz a la boca y la mastique. Sorprendentemente, Cloe tenia razón. De ella salia bastante agua fresca. 
Emprendimos la marcha poco después. Caminamos durante horas, y las habíamos agotado el agua de las raíces. Parecíamos no avanzar, ya que las montañas parecían igual de pequeñas que antes. El agua del suelo seguía sin desaparecer, y bajo el sol, parecía que las picaduras de mosquito picaban mas aun. Me rascaba constantemente, aunque cada vez que Cloe me veía, me daba un manotazo. Ella no paraba de afirmar que el barro aliviaba el picor, y no hacia mas que echárselo en la piel. 
-No pienso ponerme mas barro encima. 
-¿Que no? Ya veras como si. 
Cloe, rápidamente se agacho e hizo una bola de lodo en sus manos, tirandomela. Parecía ser que mi querida hermana tenia muy buena puntería, ya que me dio con la bola en toda la frente. 
-¿Con que esas tenemos verdad?
Me agache haciendo una bola aun mas grande que la de antes y la tire, pero se desvió demasiado, y no la dio. Ella se rió, y empezó a hacerme burla. Me levante y corrí, lanzándome contra ella y tirándola al suelo entre risas. Cogí un puñado de barro y se lo puse en la cara. Ella se rió, y yo me reí con ella. Se retorció, y con fuerza rodó, poniéndose sobre mi. 
-Ahora sufrirás tu.
Me puso las manos llenas de barro sobre la cara, mientras gritaba y estiraba el cuello. Giraba la cara de derecha a izquierda, y viceversa, rápidamente, intentando que no me manchase mas, pero sin éxito. De repente, vi algo a lo lejos. 
-Para, para, para... Cloe, creo que he visto algo.
Me levante bruscamente, y ella cayo al suelo. Se levanto limpiándose los pantalones -o ensuciandolos mas aun- y miro hacia donde yo miraba. Me volvió a mirar a mi, extrañada.
-Allí no hay nada Blight. Vamos, estarás divagando por la falta de agua. Hay que encontrarla ya. 
-Que no. Allí hay algo. Espera...
Camine rápido hacia allí mientras desenfundaba mi machete y dejaba un cuchillo a la vista, para cogerlo rápido por si pasaba algo con mi actual arma. Mire hacia atrás. Cloe se había quedado donde antes, mirándome como si estuviese loco, con los brazos en jarras y un pie adelantando, suspirando. Volví a mirar al frente, con las dos manos en la empuñadura del machete, dando pasos pequeños, hasta que vi lo que había enfrente de mi. Un chico. No tenia muy buena pinta. Había bastante sangre a su alrededor. No podía verle la cara, ya que estaba de lado.
-Cloe.-Grite.-Cloe, ven. 
Cloe vino corriendo, dando zancadas grandes, sujetando su hacha con fuerza.
-¿Que ocurre?-Dijo antes de dar un gritito ahogado. 
Ella se puso al otro lado del chico para ver de quien se trataba.
-Ten cuidado...-La dije.
Ella me miro con sus grandes ojos marrones y asintió. Con el pie, le dio un poco la vuelta.
-Es Eldan. El chico del diez.-Me informo. 
Tenia los ojos cerrados, y el pelo negro lo tenia pegado a la frente. Se abrazaba a si mismo, justo en el lado donde tenia la herida, donde aun continuaba saliendo sangre. 
-¿Y que hacemos con el?
Cloe me miro con frialdad, volvió a mirar al chico, y se dio la vuelta.

Capitulo 22
-¿Que? ¿Estas bromeando verdad? ¿No pensaras dejarle aquí, así?
-Blight, no podemos llevarle. Mírale... Esta muy mal.-Susurro.
-Pero tal vez podemos ayudarle. Venga, tiene que quedarte algo de humanidad. ¿Que pasaría si fuese yo y me encontrase otro tributo?
-Pues que te acabaría de matar Blight. Parece que no entiendes las reglas de los Juegos. Solo puede quedar uno. No puedes salvar a todos los que estamos aquí.
-Pero...
- Esta bien. Haz lo que quieras...-Cloe movía sus manos frenéticamente por el aire.-Intenta salvarlo, o lo que quieras. Pero tu lo llevaras hasta las montañas. Tu le protegerás, y le buscaras su comida, y todo lo que necesite... Yo tengo que cuidar de ti. Y de nadie mas.
-Nadie tiene que cuidar de mi.-Proteste, aunque mi hermana ya no me hacia caso. Se había dado la vuelta y avanzaba a grandes zancadas hacia las montañas.
Suspire, y volví a guardar el machete en el cinturón mientras miraba al chico. ¿Como le había llamado Cloe? ¿Eldan? Me pase las manos por el alborotado pelo. No sabia como llevarle. Eldan parecía fuerte, y era al menos quince centímetros mas alto que yo, y eso que yo no era bajo. Levante la vista hacia el horizonte. Cloe se había tomado en serio el tema de no ayudar. Caminaba rápido, pasando su hacha de una mano a otra. Volví a suspirar y mire al suelo.  Me agache e intente arrastrar al chico por los brazos. Me caí al barro, y Eldan se quejo, aun inconsciente. Me levante pasando la mano por mis pantalones, intentando limpiarlos -aunque los ensucie mas.- Al final, me volví a agachar, y me puse al chico en la espalda, con su cabeza en mi hombro, sujetándole por los brazos. Le arrastraban los pies, pero yo no podía hacer nada mas. Al menos no se movió, ni se quejo mas. Cloe aminoro la marcha. Hasta me espero. Aunque no hacia mas de quejarse de que incluso los muertos podrían adelantarnos. Caminábamos diez minutos y descansábamos cinco. Volvíamos a caminar diez, y volvíamos a descansar cinco.
-Oh, venga! Así no vamos a llegar nunca.-Protesto Cloe, cuando habíamos pasado los cinco minutos de descanso y no me sentía con mas fuerzas para levantarme. Me quite la cazadora y se la di a mi hermana, enfadado.
-Esta bien. Vamos.-Dije, con un deje de exasperación.
Volví a sujetar a Eldan por la espalda y avanzamos bajo el sol, hacia las montañas. Diez minutos después, mi hermana se detuvo. Yo continué, sin decir nada. Cloe volvió a incorporarse en apenas unos segundos. Pasaron veinte minutos mas. Treinta. Cuarenta. Sin ningún descanso...
-Blight, deberías parar. Ya me has demostrado tu poder de superación, y tu orgullo, y que eres muy fuerte y bla bla bla. Pero descansa, si sigues así lo único que puedes encontrar es un ligamento de tendón o una rot...
-No. Hay que llegar allí antes de que vuelva a caer la noche. Y tenemos que buscar agua y comida, y montar un refugio.
Cloe suspiro.
-Mira que eres cabezota...
De repente Eldan paso a pesar menos. Gire la cabeza un poco, y vi a mi hermana, sujetando sus piernas. Ayudándome a cargarle.
-¿Yo cabezota? Creí que esa eras tu...
-Oh, cállate Blight, o cambiare de opinión.
Sonreí, y caminamos unos minutos en silencio antes de que pudiese musitar algo.
-Gracias Cloe... De verdad.
No vi muy bien la reacción de mi hermana, pero pude apostar a que era una sonrisa.

Habían pasado ya tres horas desde que emprendimos la marcha, y por la posición del sol, entendía que estábamos en el medio día. Ahora nuestro objetivo parecía estar mas cerca que nunca. El camino había empezado a empinarse, aunque al menos habíamos dejado atrás el agua estancada y con horrible olor que de dispersaba alrededor de todo el pantano. Pero ya no estábamos en el pantano. Estábamos camino a las montañas.
-Blight. Creo que deberíamos de parar. -Dijo mi hermana, fatigada.- Podrías encender un fuego mientras yo retrocedo y voy a buscar agua y comida. O puedes preparar una trampa si te sobra tiempo.
-Esta bien...-Respondí también entre jadeos.
Cloe dejo mi chaqueta y la suya en el suelo, y tumbamos a Eldan sobre ellas.
-Pero no tenemos madera. Y aquí no hay arboles...
Con una sonrisa de lado, Cloe saco varios palos secos, de los bolsillos de su pantalón. Me reí. Cloe a veces se pasaba de previsora. Me los dio y me abrazo.
-Ten cuidado.-La susurre.
-Lo tendré.
Me miro a los ojos y se deshizo de mi abrazo lentamente. Después, corrió hacia el horizonte. La mire hasta que la vi desaparecer.
Una vez que estábamos el cuerpo de Eldan y yo, solos, empece a preparar una fogata. Frote un palo contra otro durante muchos y largos minutos. No lleve la cuenta, pero cuando conseguí que los palos chispeasen el cielo ya era de un color anaranjado. No tenia nada con lo que avivar el fuego, así que moví los palos mas fuerte, hasta que por fin, la llama nació. Para mantenerlo encendido eche mas palos. Me calenté las manos en el fuego, y pronto me puse manos a la obra con la trampa, hasta que me di cuenta de que Cloe se había llevado las cuerdas.
Cloe...
Hacia tiempo que se había ido. Pero no había sonado ningún cañonazo. Debía de relajarme. Tenia los nervios a flor de piel. Me senté junto a la hoguera sin dejar de mirar el horizonte. De repente vi una sombra.
-¿Cloe?-Pregunte al aire. Estaba demasiado lejos como para que me oyese.
Eldan comenzó a moverse. Se giro a un lado, entre gruñidos, y de repente se levanto. Tenia los ojos azules, y me miro fijamente a los ojos.
-Ho...Hola...-Le salude, con las manos levantadas, para que viese que estaba entre "amigos".
El chico movía sus manos con nerviosismo por su cuerpo. Me levante, acercándome a el, con la intención de ayudarle, y de repente vi algo negro en su mano. Sacudió el brazo y comprobé de que se trataba de un cuchillo. ¿Como no se nos había ocurrido mirar si llevaba armas?
-Hey, tranquilo... Solo quiero ayudarte.
-Estoy herido.-Respondió, temblando.
-Lo se, por eso estas aquí.
-¿Que me has hecho?
-¿Que? Yo no...
-¿Que me has hecho?-Repitió.
Le mire extrañado y retrocedí un par de pasos. Eldan se avalanzo sobre mi.
-CLOE-Grite, antes de que mi cabeza impactase contra el suelo.
Lo ultimo que vi fue la cara de enfado de Eldan, sobre mi. Estaba apretando mi cuello con fuerza. Podía sentirlo... Pero la imagen empezó a cubrirse con diminutas estrellitas negras, hasta que lo ultimo que vi fue la oscuridad. Luego deje de oír. Incluso deje de sentir las manos de Eldan sobre mi cuello.

Capitulo 23
*CLOE*

Sentía un ardor en las piernas de tanto caminar, pero no me podía quejar. Ignorando el hambre y la sed, estaba bastante bien para estar donde me encontraba. El cielo azul se había esfumado, y con el se había llevado el calor que invadía a la arena. Ahora, un tupido manto negro salpicado de estrellas cubría la arena, pero a lo lejos, aun se podían reconocer los colores anaranjados de la puesta de sol. Puestas de sol... ¿Cuantas mas podría ver? Tenia miedo. No me gustaba admitirlo. De hecho, no me permitía demostrar nunca lo aterrorizaba que estaba. No cuando Blight estaba cerca de mi. El tenia que pensar que salir de aquí con vida era posible, no podía perder esa esperanza. Me había prometido que le salvaría. Se lo merecía.
-Blight... -Dije, continuado de un suspiro. Mi hermano, quien a pesar de estar en los Juegos salvaba a chicos heridos, que confiaba en la bondad de las personas como Jade... Tenia que ganar. Si no era el, nadie era merecedor de la victoria. Pero temía que sus buenas acciones le llevasen a la muerte.
Suspire, y deje el hacha y el cuenco de barro lleno de agua con los dos peces muertos que había pescado sobre el suelo algo desnivelado."Ojala Blight haya encendido el fuego"-Pensé.  Me agache y me pase la mano por la frente llena de sudor. Podía sentir mi corazón latir con fuerza en mi pecho, y mi estomago retorciéndose de hambre. Estaba bastante acostumbrada a los dos sonidos, por desgracia. Levante la vista. Estaba ya casi en el lugar donde habíamos decidido acampar.
Oí mi nombre en un grito desgarrador y angustioso y me incorpore rápidamente,   recogiendo el hacha, pero dejando el cuenco en el suelo. No volví a escuchar nada, pero no me relaje. Aquella voz me había atravesado el alma, así que eche a correr hacia el campamento. Una parte de mi me obligaba a relajarme, diciéndome que Blight estaba a salvo y que seguramente fuese una imaginación mía, pero estábamos en los Juegos del Hambre. Y en los Juegos del Hambre no puedes fiarte de nada... ni de nadie.
Corrí con grandes zancadas por la pendiente y lo único que vi fue una sombra sobre el cuerpo de mi hermano, apretándole el cuello fuertemente mientras este tenia el rostro pálido como la nieve. No lo pene. Me lance sobre el chico, haciendo que se distrajese del estrangulamiento. Era Eldan. Había despertado.
"Blight, tonto, te dije que era mala idea."-Pensé.
Eldan era mucho mas alto que yo, y ahora me miraba con ira directamente a los ojos. Sujete el hacha con las dos manos y apreté tanto el mango que mis nudillos se tornaron blancos. Ahora yo también le miraba con furia. Había separado mis piernas, con una mas adelantada que la otra, en posición de ataque. Le mire bien, examinando cualquier movimiento que hiciese. Tenia un cuchillo... posiblemente se lo robase a Blight. Pero tenia un punto débil, la herida, y eso era algo a mi favor.
No me moví. Yo no iba a ser la primera en dar el paso. Habrían pasado unos segundos, aunque eran eternos. Eldan sujeto con fuerza el cuchillo, y se giro hacia Blight, con la punta hacia su pecho. Abrí los ojos con miedo y di un salto hacia el, intentando evitar que le clavase el cuchillo a Blight. Le di un codazo en la herida que tenia en las costillas, y Eldan se tambaleo de dolor. Cayo al suelo gracias a uno de mis empujones y entonces me subí a horcajadas sobre el, empezando a darle puñetazos en la cara. Eldan me aparto violentamente de el, tirándome con fuerza mientras escupía al suelo sangre y quizá algún diente. Mi cuerpo y mi cabeza rebotaron con fuerza en una roca. Había perdido mi hacha. Ya no la tenia. Busque uno de mis cuchillos en el cinturón, pero no conseguía enfocar la imagen. Ante de sacar mis cuchillos, Eldan estaba de nuevo a mi lado, inmovilizandome las muñecas. Patalee y grite, ya que era lo único que podía hacer. Entonces es cuando vi como la hoja fría de su cuchillo avanzaba lentamente hacia mi cuello. Me zafe de su agarre y por instinto intente parar el cuchillo. El era mas fuerte que yo. Intente desviar la trayectoria. Imposible. Ya tenia el cuchillo en el cuello, y yo no hacia mas que estirarme y gritar, entonces tuve una idea. Doble mi pierna izquierda con fuerza y mi rodilla fue a parar a su entrepierna. Me arrastre por el suelo para estar fuera de su alcance y me puse en pie para ir a por mi hacha, pero Eldan me puso la zancadilla y yo caí de bruces contra el suelo. Alargue mi mano para recuperar mi hacha y me di la vuelta en un abrir y cerrar de ojos, esperando a Eldan listo para matarme en frente de mi. Pero de nuevo, estaba al lado de Blight, dispuesto a matarle.
-¡A mi hermano no!-Grite, y rápidamente me cubrí la boca con las manos. Acababa de desvelar a todo Panem que el vinculo que compartíamos Blight y yo era mas importante que ser simples compañeros. Eldan miro a Blight, y luego a mi, extrañado.-Escucha, no tiene que morir nadie.-Levante las manos.-Tu te vas, nosotros te dejamos. Cada uno hace su propio camino. Los dos queremos lo mismo, salir de aquí.
-¿Y como se que no me seguiréis?-Replico el chico del diez.-Sois dos. Podéis tenderme una trampa.
-No lo haremos. No queremos matarte... bueno... mi hermano no quiere matarte. Te encontró herido y te trajo hasta aquí para ayudarte a sanar... Por favor...
Eldan dudo un momento y después guardo su cuchillo en la manga. Con un paso corto pero firme se acerco a mi y me extendió su mano derecha. Yo se la estreche. Retrocedió otro paso y empezó a alejarse. Yo me aleje de el también, acercándome a Blight. Una vez Eldan estuvo a unos cuantos metros, dejo de mirarnos, se dio la vuelta, y echo a correr con una mano en la herida. No llegaría muy lejos sin medicina.
Le tome el pulso a Blight. Estaba muy pálido, pero estaba vivo. Me reí. Era una risa angustiada y desesperada pero a la vez llena de felicidad acompañada de lagrimas de terror.
Deje a Blight donde habíamos depositado a Eldan antes, y fui a por el cuenco de barro. No me había percatado hasta ahora de que Blight había encendido el fuego. Cocine los peces y herví el agua y espere a que despertase, tumbandome a su lado. Le aparte el pelo de la frente y le limpie algunos manchones de barro que tenia por la cara, seguramente de la pelea de barro. Así, dormido, parecía incluso tranquilo, como un niño.

"Recordaba perfectamente como mi madre venia a verme, y me decía que mi hermanito estaba bien, pero que no podía verle. 
-¿Por que no puedo verle mami? -Preguntaba la Cloe de apenas siete añitos. 
-Hay cosas muy peligrosas Cloe. Y esta es una de ellas. Si alguien os ve hablando, podría ocurriros algo malo. ¿Y no quieres que pase eso, verdad? 
La pequeña Cloe negó rápidamente con un movimiento de cabeza. 

Me pase toda mi niñez observando a mi hermano, quien pensaba ser hijo único. El tenia un año menos que yo, por lo que solo le veía en la cafetería, en el patio, en el bosque, de compras con mama... Recuerdo que era un niño tierno, algo regordete, bajito, con las mejillas y la nariz salpicadas de pequeñas pecas de color canela. Le miraba, y sabia muy bien que era muy tímido a sus nueve años. No tenia casi amigos. Y siempre, siempre, siempre, lloviese o hiciese sol, se sentaba en la mesa de madera, bajo el pino seco, del patio del colegio, a comer su bocadillo. Recuerdo la envidia que me daba. A nosotros, en el orfanato, no nos daban bocadillos para merendar. 
En su décimo primer cumpleaños, como todos los días, se había sentado en la misma mesa de siempre, solo, como siempre. No me gustaba ver a mi hermanito solo, y menos en un día tan importante. Tantee a la suerte. Hacia frío, y la gente estaba dentro de la cafetería merendando, así que me acerque a su mesa, sentándome en frente de el. Nadie tenia por que saber que habíamos hablado. 
-Hola, me llamo Cloe. ¿Tu eres Blight, verdad?
Blight no contesto, pero yo mantenía mi sonrisa. El pequeño Blight estaba con los brazos cruzados sobre el pecho mirando fijamente su bocadillo, como si estuviese enfadado. 
-¿No te gusta tu bocadillo?-Pregunto la pequeña Cloe de doce años.
-No, no es eso.-Replico Blight.
-¿Entonces que ocurre?
-Hay un gusano sobre el.-Señalo su bocadillo con una mueca.
-Hmm... Pero me apuesto lo que sea a que te encantan las mariposas.
-Pues claro.-Dijo el pequeño Blight, como si fuese lo mas normal que a la gente le gustasen las mariposas.
-Pues las mariposas, antes de ser mariposas, son gusanos. Antes de ser algo tan bonito tiene que haber una etapa mala. 

Sonreí. Buen pensamiento pequeña Cloe. "Antes de ser algo tan bonito tiene que haber una etapa mala." Mire de nuevo a mi hermano, y me fije en lo mucho que había cambiado desde ser aquel niño regordete y solitario. Le abrace fuerte, temiendo que otra vez, no supiese quien era. Era lo único bueno de los Juegos. Habían permitido que mi hermano supiese que yo era su hermana.

Tenia quince años, y estaba sentada en uno de los bancos de la plaza del Distrito 7, haciendo como si leía un libro, aunque en realidad, estaba mas bien observando a un Blight de catorce años... hasta que algo me distrajo. O mas bien alguien. Un tornado de mechones dorados me entorpeció la vista, acompañados de una risa dulce... Rosie. 
-Hola Cloe...-Había dicho Rosie con su tierna vocecita musical. 
-Si, si... hola.-Dije, sin apartar la vista de mi hermano. Había cambiado mucho en el ultimo año. Había crecido, había adelgazado demasiado (mi madre me había dicho que la imprenta había tenido un mal año), sus pecas habían desaparecido, hasta su peinado era diferente. 
-Vaya... Al parecer van a ser ciertos los rumores de que estas enamoradita de ese chico.-Alzo las cejas y miro a Blight, luego le dio un mordisco a una manzana. 
-¿Que? ¿De verdad hay rumores tan estúpidos como esos?
-Eso dicen...-Rosie me quito el libro que tenia para aparentar que estaba ocupada y leyó la contraportada.-Hey, este libro esta genial, ¿te lo has leído?
No la hice caso. Seguía mirando de reojo a mi hermano, el cual estaba en la otra punta de la plaza, sentado en otro banco, escribiendo en un cuaderno.
-¿De verdad que no te gusta ni un poquito?
-No.-Dije cortante.-De verdad Rosie...
Rosie le miro. En ese momento parecíamos dos acosadoras. 
-La verdad es que es bastante guapo...
-¿De verdad lo piensas?-La pregunte, con una picara sonrisa. Rosie asintió sonrojada-Ve a hablar con el.-La anime.-Es muy tímido, pero si le conoces bien es muy simpático. 
-Pero si no se ni su nombre...-Se excuso.
-Blight. Se llama Blight.
-No creo que pueda...-Rosie se cubrió las mejillas con las manos. 
-Si que puedes... es como hacer amigos nuevos. Y tu eres la mejor para eso. Ademas... si lo haces te daré mi postre de la cafetería durante todos los viernes hasta que acabe el curso. 
Rosie sonrió y se levanto del banco, caminando decidida hacia mi hermano. Les observe. Al principio ella no hacia mas que toquetearse el pelo y estar continuamente sonrojada. Aunque el la acompañaba. Ambos tenían la cara tan roja como un tomate. Blight señalo el libro que tenia Rosie, (mi libro), cerro el cuaderno en el que estaba escribiendo y comenzaron lo que parecía ser una animosa charla. 
Blight se convirtió en el mejor amigo de Rosie a las pocas semanas, y de la noche a la mañana paso a ser uno de los chicos mas populares del instituto, al que le salían novias cada dos semanas. A Rosie eso no le sentaba muy bien, aunque siempre tenia una sonrisa para mi hermano. Yo animaba a Rosie, sabiendo que algún día terminarían junto, y como buena adivina que soy, acerté. Unos días antes de que Rosie cumpliese los quince vino a mi clase corriendo a contarme la gran noticia de que por fin Blight se había fijado en ella. Rosie intento que yo me acercase a Blight y que fuésemos amigos. Pero me negué rotundamente. Si mi madre se enteraba podría tener problemas. Desde entonces ya no observaba solo a Blight, sino también a Rosie, quien podía considerar como una hermana.

 Le hice prometer a Rosie que nunca le hablase sobre a mi a Blight. Y lo cumplió. Rosie nunca supo que Blight y yo eramos hermanos. Quizá se enterase hoy a través de las cámaras. Ojala... Así lo entendería todo. Me acurruque mejor al lado de Blight, quien seguía sin despertar. Creo que no había nadie mejor que Rosie para el. Y Rosie se merecía a Blight de vuelta.
Algo se movió a mi lado, dejando sobre la piel de mi cuello un cálido suspiro.
-¿Cloe?-Pregunto Blight, adormilado.
-¿Blight?-Respondí.
-Te quiero.
-Y yo a ti... hermano.
No pude evitar que se me escapase una lagrima de felicidad.


Capitulo 24
Siento que de nuevo puedo mover los dedos de las manos, y que hace frio. Oigo el sonido del viento y mi respiración continua, acompañada de la de Cloe. Pero me siento cansado. Tan cansado, que ni siquiera puedo abrir los ojos. Los párpados me pesan, y siento que tengo un nudo en la garganta. Por un momemto dudo si todavía estoy soñando, pero noto que estoy despierto. Empiezo a recordar lo que paso... Eldan estrangulandome.
¿Eso significa que Cloe llego a tiempo? ¿O que estoy en mi cuerpo aun pero estoy muerto?  ¿Estoy muerto? Tengo miedo. Quiero gritar, pero otra vez, me siento demasiado cansado. Noto que algo se mueve a mi lado, y se va. Ahora tengo mas frío.
-Blight, ya es de día.-Esa es Cloe. Me ha salvado.- Levanta, hay pescado. Lo pesque ayer, aunque esta algo chamuscado. Me muero de hambre... -Empezó a hablar con la boca llena - Dios, esta delicioso. Como no te levantes ya me comeré el tuyo también
No tenia nada de hambre. De hecho, pensar en comida me daba nauseas.
-Blight... -Sentí como se acercaba y me soplaba en la cara. Al no responder empezó a sacudirme, y al no obtener respuesta, grito angustiada.
-Blight, despierta por favor... -Puso la cabeza sobre mi pecho para escuchar el latido de mi corazón.- Estas vivo... ¿Pero que te pasa? -Me envolvió una de mis manos en las suyas, pero la aparto rápidamente. -Y estas helado... pero hace calor... - Llevo una de sus manos a mi frente.- Tienes fiebre...
¿Fiebre? ¿Como iba a tener fiebre? Hasta ayer estaba perfectamente.
Cloe volvió a envolverme las manos con las suyas, y esforzándome mucho, yo la di un suave apretón. Ella lo sintió, y se le escapo un gritito ahogado.
Entonces escuche un ruido, como un pitido, y Cloe se fue. Ahora hacia mas frío. Me alentaba que Cloe hablase.
Al rato volví a escuchar unos pasos rápidos, y después a alguien sentarse a mi lado.
-Blight te estas muriendo pero nos acaba de llegar un paracaídas. Creo que estas así por las picaduras de mosquito. Han debido de ser mas agresivos contigo. -Oí algo metálico y a Cloe suspirando.- Vale. No es medicina, y creo que esto te va a gustar tan poco como a mi. ¿Te gustan las inyecciones?
No me gustaban las inyecciones, pero podía con ello.
- Vale, a la de tres lo haré. Una... Dos... -La temblaba la voz.- Y tres...
Antes de terminar de decir el numero, ya había sentido el pinchazo el el brazo. No dolía tanto como yo había supuesto. Un hormigueo empezó a adormecer lentamente mi brazo. Luego el hormigueo continuo por el cuello, el otro brazo, las piernas...
Me pareció muy raro que poco a poco me costase mas pensar, hasta el punto que me quede dormido en mi inconsciencia.

Desperté de un salto, sintiéndome vivo al cien por cien. Ya no tenia frío. De hecho hasta podía sentir calor. De nuevo, el día llegaba a su fin. Y Cloe no andaba por allí. ¿Donde se había ido? ¿Me había dejado desprotegido? Rote sobre mis pies para ver si veía un rastro de ella. Y la vi. Tumbada en el suelo en una posición realmente extraña. No se movía. Me acerque con el corazón palpitandome fuertemente.
-Ni se te ocurra acercarte un centímetro mas. -Me dijo Cloe.
Yo suspire al saber que estaba bien. Me parecía desconcertante que después de lo sucedido me respondiese así. Pero era Cloe...
Volví a donde se encontraban nuestras cosas. En el cuenco había agua, y al lado estaba el pescado que Cloe había pescado...¿ayer? Me moría de hambre y de sed, así que me lleve el cuenco a los labios y me lo bebí entero. Luego devore el pescado en apenas dos minutos. Sentí un pequeño mareo y me tumbe en el suelo. Las estrellas empezaba a verse en el rojizo cielo, salpicado de manchas azulonas.
-¡Lo tengo, lo tengo, lo tengo! -Grito Cloe, mientras levantaba un animal muerto con su brazo derecho.
-¿Que es eso?
Cloe me abrazo aun con el animal en sus manos.
- Una especie de topo.
- ¿Vamos a comer topo?
- Es lo que hay...
Se sentó a mi lado y saco un cuchillo de su pantalón, para despellejar el animal.
- Mientras dormías han sonado dos cañonazos.
No quería saber de quienes.
- ¿He dormido mucho?
- Dos días y una noche. Llevamos cuatro días aquí. He descubierto que estamos casi en la linea final de la arena. Ya sabes... estrategia, como la del año pasado en los 50° Juegos. Si quieres subir, puedes verlo. Me aburría y he creado otros dos recipientes con lodo, así que tenemos tres, y dos con agua. Eso si, no he sido capaz de encender el fuego...
- Lo encenderse yo.
- No, ahora no. Es tarde. Y estamos bastante tranquilos por ahora.
-Pero tu hace bastante que no comes.
Sin recibir respuesta, me arrodille y comencé a hacer fuerza con los palos para crear fuego. Esta vez, resulto mas fácil  que la noche anterior. Troceamos al pobre animal y lo cocinamos. Otra vez, volvió a quemarse un poco. Cenamos mientras Cloe cantaba una de las conocidas canciones del Distrito. Tenia una voz bonita. Un sinsajo la imito desde algún lugar. Terminamos con las provisiones de agua que había, negociando con que yo mañana debería ir a por agua.
Apagamos el fuego, y echamos las cenizas en el hueco excavado. Luego lo cubrimos con nuestros abrigos. Las noches eran cálidas, lo único malo, eran los mosquitos.
Cloe me animo a ir con ellas por la noche a ver el borde de la arena, así que caminamos un poco, y alcanzamos el final de la montaña. Terminaba en un acantilado, y después, todo era pradera, pero no podíamos llegar hasta allí.
- Esto es todo lo que tenemos. El presente.
Dijo mi hermana. Observe la escena. Era asombrosa. Jamas había visto una vista tan espectacular como aquella. Oí un aullido lejano, y eso hizo que los nervios me asaltasen, pero seguí disfrutando del paisaje.
Allí abajo, la pradera. Arriba, el cielo, ahora negro, lleno de brillantes puntitos plateados que brillaban. La luna, vigilando la noche.
El himno de Panem me distrajo de mis pensamientos. Eldan y Halia, ambos tributos del diez, aparecieron en el cielo.
Dos menos.
Quedamos trece.
- Quedamos trece -Dijo Cloe, como si me hubiese leído nos pensamientos.-No le mate yo...
Dijo, como disculpándose de la muerte del chico que había tratado de matarme cuando yo le había ayudado.
- Te creo...-Suspire.- Deberíamos volver. -Dije y nos dirigimos de vuelta al campamento.- Es noche cerrada. Vigilare yo hoy.
- Me parece bien. -Respondió mi hermana. - Ya has dormido por una semana...-Dijo en tono de broma.- Pero luego despiertame para hacer el cambio.
- Vale.- Respondí antes de que un ruido ensordecedor hiciese girarme.
Un gran trozo de suelo había caído al acantilado. Tenia curiosidad por acercarme, pero algo me decía que era mala idea. Mi hermana me tiro del brazo.
- Vamos... -Dijo Cloe.
Otro trozo de suelo cayo al abismo. Empezaron a formarse grietas en el suelo que avanzaban hacia nosotros. Cuando dos se juntaban, un trozo de montaña caía.
Cloe tiro con fuerza de mi brazo y corrimos montaña abajo.
La montaña se derrumbaba.

Capitulo 25
*Rosie*

Me desperté envuelta en la oscuridad mas absoluta, empapada en sudor. No podía creer que hubiese dormido. Le había dicho a mi niñera que no me dejase dormirme bajo ningún concepto, y aquí estaba, hecha un ovillo en el sofá y cubierta de mantas con el pelo sobre la cara. Tenia un horrible dolor de cabeza. No había dormido nada desde que habían empezado los Juegos. Blight estaba allí, sufriendo, y yo no podía hacer nada. También estaba Cloe, junto a Blight. Los dos cooperando en todo lo que podían, y solo uno de los dos podía volver. Sentía que tenia el corazón dividido. Los dos significaban algo muy importante para mi. No podía imaginarme a uno de ellos muerto, y mucho menos, a los dos.
La televisión seguía proyectando imágenes de la arena. Era irónico. En anteriores Juegos me había negado completamente a ver nada de aquella matanza. En estos, no había podido quitar los ojos de la pantalla.
Blight había mejorado. Había mejorado gracias a mi.

"Aun estaba con los nervios a flor de piel después de que Eldan atacase a Blight y a Cloe. Al menos, estaban vivos todavía. Cloe se despertó temprano. Se merecían un gran descanso, pero en los Juegos no creo que se aconsejable dormir demasiado, y sin protección. Estaba calmada tras lo sucedido en la noche anterior, pero mi mundo se desmorono cuando Blight no despertó. 
Tenia fiebre. Estaba enfermo. 
Corrí al despacho de mi padre. El era el alcalde. Debía de hacer algo.
-Papa, Blight se esta muriendo. 
Mi padre me miro como si fuese normal. El nunca le había tenido mucho cariño a mi novio, pero no podía creer que le diese igual que muriera.
-Tenemos que salvarlo. Tenemos dinero, podemos comprar medicinas. El coste es bajo aun. Por favor, por favor...
-Rosie... no vas a salvarlo todas las veces... Las medicinas no son baratas. No tenemos dinero suficiente. 
-Si tenemos.
-No vamos a gastarnos tanto dinero en...
-¡Papa! Blight es una de las personas mas importantes de mi vida, te guste o no. Y voy a salvarlo. Prefiero vivir pobre y con el, que rica y con el pensamiento de que podría haberle salvado durante toda mi vida. Así que o me das el dinero, o yo me las arreglare para buscarlo de cualquier forma. 
Sentía mi sangre hervir en mis venas. Estaba enfadada. 
Mire a mi padre con los ojos llameantes de ira. Mi padre se sentó en su sillón de piel, se froto el mentón y saco un fajo de billetes de su bolsillo. 
-Gracias...-Susurre, y fui corriendo al teléfono para llamar al Capitolio."

Ahora estaban contemplando las dos muertes del día. Eldan y Halia. El chico al que habían intentado ayudar, había muerto cuando uno de los tornados que azoto la arena durante la primera noche, hizo que algunos arboles cayesen. Una rama se le clavo en un costado. La herida se había infectado, y se había llevado su vida. La muerte de la chica fue mas rápida. Marina y Flint la encontraron y... el resto es de esperar.
-Quedamos trece.-Dijo Cloe mientras miraba la pradera que tenían bajo el abismo, inalcanzable.-No le mate yo...
-Te creo...-Respondió Blight, mirándola.
Gracias a los Juegos me había enterado de que Blight y Cloe, en realidad eran hermanos. Cuando Cloe lo dijo, en la pelea con Eldan, me quede completamente en shock. Siempre me había dado cuenta de que Cloe miraba demasiado a Blight, tanto que incluso cuando comenzamos nuestra relación incluso me molestaba un poco. Ahora ya lo sabia todo.
Un ruido raro me hizo devolver mis pensamientos a lo que sucedía en la arena. Trozos de la montaña donde se encontraban, habían empezado a caer al vacío.
-Corre Blight.-Gritaba Cloe.
Blight se había quedado inmóvil viendo como los grandes bloques de tierra se desprendían, pero el grito de Cloe le había hecho reaccionar. Corrió detrás de Cloe, la cual le llevaba ventaja.
Otra vez no... ¿No podían dejarles tranquilos ni siquiera un día?
Las grietas avanzaban apresuradamente tras ellos, intentando alcanzarles. Cuando dos grietas conectaban, un trozo de tierra caía, llevándose cualquier cosa que se encontrase sobre ella.
Me doble sobre mi regazo, como si así pudiese entrar en la pantalla y salvarlos. Las grietas que se formaban les pisaban los talones, aunque ya estaban llegando a su lugar de acampada. Blight había alcanzado a Cloe, pero cuando llegaron a su refugio, se detuvo a recoger algunas cosas.
-Blight, déjalo. ¡Corre!
Pero Blight no la hizo caso, se limpio el sudor de la frente, se metió un par de cosa en los bolsillos, miro hacia atrás, y volvió a correr. Poco mas tarde, volvía a estar al lado de Cloe. Era rápido. Corrieron colina abajo, saltando algunas piedras que se interponían en su camino, entonces, Cloe tropezó. Blight retrocedió para ayudarla. La agarro del brazo. Cloe, intento ponerse en pie.
-Venga Cloe, levanta. Levanta, levanta...
Pero ya era demasiado tarde. Las grietas les habían alcanzado, y en el trozo de tierra donde se encontraban, empezaba a caer. Blight intento agarrarse a otro bloque de piedra que parecía quedarse en lo alto, pero que también de desmorono. Mientras caían, Blight y Cloe pataleaban y movían con desesperación los brazos.  Contuve la respiración y cerré los ojos. Escuche un golpe seco. Medio segundo después otro.
Conté un segundo. Dos. Tres... Me permití abrir el ojo derecho. No había sonado ningún cañonazo. Cuatro... Cinco... Seis... Un aullido, pero no un cañonazo. Debían de estar inconscientes. No veía muy bien a causa de la oscuridad de la noche, pero me pareció ver que algo se movía. Blight. Se arrastraba tembloroso hacia donde estaba su hermana.
-Cloe...-Susurro, con voz quebrada, y después tosió.-Cloe, por favor, respondeme...
Entonces cambiaron la pantalla, dejándonos ver lo que ocurría con Jade, Blade y Jasper. Este ultimo, llevaba inconsciente desde la noche anterior, a causa de la trampa que Blight había fabricado. Pero me daba igual. Necesitaba ver lo que pasaba con mis amigos.
No me había dado cuenta hasta ahora de que estaba temblando y llorando.
La gente tampoco creía que fuese justo. Y empezaron a haber protestas cuando se enteraron de que Blight y Cloe eran hermanos. Todos intentaban aportar dinero para ayudarles, pero el siete era pobre, y las cosas de la arena muy caras. Excesivamente caras.
-Bueno Caesar, parece ser que estos Juegos no nos están dejando un mal sabor de boca.-Hablaba Claudius, uno de los presentadores de los Juegos.
-No, no están yendo nada mal. Aunque bueno... ahora las cosas estarán mas calmadas con la llegada de la oscuridad.
Entonces los comentarios cesaron, y la conversación que Blade y Jade mantenían se pudo escuchar. Jade no me gustaba. Era una traidora. Todo el mundo pensaba que iba a ayudar a mis amigos, y en la arena intento matarlos. Hasta era una traidora con su amigo.
-Va a morir.-Afirmo, mirando a Jasper.
-Nos han dado medicinas. Quizá reviva.-Dijo Blade. La habían apodado como "La Loca" y no era raro. Todas las cosas que había dicho, incluso hecho, desde que empezaron los Juegos... algunas me daban escalofríos.
Jade suspiro y susurro algo:
-Duerme, yo montare guardia. Hoy ha sido un día movidito.
Blade se hizo un ovillo al lado de Jade. Tenían una tienda de acampada que habían conseguido en la Cornucopia. Blade se durmió en apenas minutos, abrazada a sus armas. Jade se puso su abrigo por encima, agarro su espada y salio al frío de la noche.  Se abrazo a si misma mientras miraba a la luna.
-¿Donde estas Blight?-Musito, muy , muy bajo. Pero no lo suficiente.
No había duda. Jade quería matar a Blight.


Capitulo 26
La altura de la caída no era muy alta, aun así, aterrizar sobre piedras no era algo que quisiese repetir.
No veía nada. Todo estaba completamente a oscuras y la luna iluminaba poca cosa. Me sentía fatigado y acalorado. Tenia un dolor horrible en la espalda, los brazos, y la pierna izquierda, pero al menos, no tenia nada roto. Hice rodar mi cuerpo por las piedras, y me arrastre por ellas para buscar a Cloe.
Me sentía mal por no haber pensado en mi hermana antes, pero estaba tranquilo, (todo lo tranquilo que uno puede estar en los Juegos), ya que no había sonado ningún cañonazo.
-Cloe...-Susurre. Note la garganta seca y mi voz mas grave de lo normal. Tosí para aclararme la garganta, y seguí arrastrándome. -Cloe, por favor, respóndeme...
Nada. Ni siquiera un ligero movimiento.
Avance mas rápido hacia ella. Estaba tumbada de lado, y no se movía, pero su pecho subía y bajaba, por lo tanto, estaba viva.
-Cloe...-La llame.
Con cuidado, me senté a su izquierda, y la cogí por los hombros poniéndola sobre mi regazo lentamente, y dejando su cabeza descansar sobre mi hombro. La aparte el pelo de la cara y la abrace con fuerza. No podía hacer nada mas. No teníamos nada, salvo las armas. Volvíamos a comenzar de cerno de nuevo.
Ella había sido fuerte, me había cuidado cuando yo había estado inconsciente. Ahora, era mi turno.
Odiaba estar así. Solo. Y en parte, me sentía egoísta.
Sabia que no podíamos vivir los dos, y quería con todas mis fuerzas que Cloe saliese de los Juegos. Era mi hermana, por fin la había encontrado, no podía morir. Pero a la vez, yo quería salir de allí también. Me sentía la peor persona del mundo, porque sabia que el principal objetivo de Cloe era sacarme de allí, en cambio, mi principal objetivo siempre era mantenernos a salvo a los dos durante un minuto mas. Nunca sin escoger. Nunca sin arriesgarme. Siempre dejando que la suerte hiciese su jugada.
Sin mas, empece a llorar. No me importaba que la gente me viese, lo necesitaba. Necesitaba desahogarme. Tenia un gran cumulo de emociones dentro de mi que no podía compartir con nadie, ni siquiera con Cloe, porque pensaría que soy un desagradecido.
Los primeros rayos del sol comenzaban a despuntar por el horizonte dejando surcos rosados por el cielo.
¿Cuantos amaneceres me quedaban? ¿Cuantos nos quedaban a los dos?
Era el amanecer del cuarto día.
Seguí sumido en mis pensamientos durante horas hasta que decidí hacer algo.
Cogí a Cloe en brazos,(un gran alivio tras el peso de Eldan), y camine con mi cojera en la pierna izquierda, con el propósito de llegar hasta el suelo encharcado. No estaba lejos de aquí, y con suerte podría encontrar algo para comer, ya que me moría de hambre. Llegue allí mas o menos una hora después, dejando a Cloe sobre nuestras chaquetas. No quería que se mojase, ya que si luego bajaba la temperatura, se quedaría fría y podría ponerse enferma. Ademas, no tenia recursos suficientes para hacer una hoguera, e ir hasta el bosque del pantano con Cloe en brazos y con la pierna dolorida no era una buena idea. Me fije en Cloe, y me percate de que tenia una herida en la cabeza, lo cual me puso muy tenso.
Escarbe en la tierra húmeda durante horas, y di con una especie de caracoles. Al principio, los mire asqueado y casi los tiro, pero tenia un hambre tan feroz que al final termine comiéndomelos crudos sin pensármelo. Luego, al recapacitar, me entraron arcadas. Pero el hambre seguía ahí. Los caracoles no servían de mucha ayuda con su pequeño tamaño. Lo que mas me desquiciaba era el agua. Estar rodeado de agua y no poder probarla. Me acorde de la excelente idea de las raíces de Cloe y me puse a buscar, pero un cañonazo me sorprendió en mi búsqueda. Rápidamente fui a mirar a mi hermana, al verla respirar, se me tranquilizo el corazón de nuevo. Quedábamos doce. No me preocupe.
 Con suerte, encontré algunas raíces que  estaban empapadas de agua, pero no eran tan buenas como las que Cloe había encontrado el primer día. Me lleve un par a la boca y decidí guardar varias mas en los bolsillos para la posteridad y para Cloe. El día acabo bastante rápido, así que cuando me percate de que el sol descendía por el cielo despejado a una gran velocidad, sentí la imperiosa necesidad de regresar a las rocas caídas de la montaña. En menos de dos horas, la arena volvía a estar sumergida en la oscuridad de la noche.
Decidí no dormir, pese a que la noche anterior tampoco lo había hecho. Pero el día anterior había dormido una noche entera y la mitad del día, así que eso me dio algunos ánimos. Me senté en el suelo, apoyando la espalda en una roca y volví a dejar a Cloe sobre mi, acunándola, dándonos calor el uno al otro. Esta noche seria mas fría, sin fuego. El himno de Panem sonó, proyectando la imagen del tributo muerto en el cielo. Me sorprendió ver la imagen de Jasper, y eso me hizo pensar en Jade. ¿Que seria de ella? Cuando la imagen desapareció del cielo, todo quedo calmado, y pude contemplar las estrellas.
Respire hondo y me permití admirar la belleza del lugar.
"A Rosie le hubiese gustado esto."-Pensé.-"No los Juegos, sino esto. Estar aquí, conmigo, contemplando las estrellas en mitad de la noche. En verano siempre se quejaba de que nunca la llevaba a ver las estrellas. De aquella pensaba que era una chorrada. Ahora seria un buen recuerdo que podría recordar cuando estuviese muerto. Que positivo, Blight..."
Y eso fue lo ultimo que pensé antes de cerrar los ojos y quedarme dormido.

Sorprendentemente, fue una noche con sueños. Y con sueños bonitos. En ellos, aparecía Rosie intentando convencerme de las cosas que deberíamos hacer en el verano mientras paseábamos por las abarrotadas calles del Distrito 7, y yo me quejaba por que eso en realidad solo eran modas. Ella se quejaba por mi pesimismo y fingía un enfado.  Yo me reía de su actitud, pero finalmente la rodeaba la cintura con el brazo y la daba un beso diciéndola: "Haremos todo lo que tu quieras."  Y ella me respondía: "No hace falta si no quieres." Y así, un día tras otro, sin avanzar, hasta que el verano termino, y las noches empezaron a ser demasiado frías como para salir fuera a observar las estrellas.

Un aullido que me heló la sangre, hizo que me despertase de un salto. Había sonado cerca. Demasiado cerca. Llevaba escuchando aullidos lejanos durante tantos días que ya ni me sorprendían, pero este hizo ponerme la piel de gallina.
"Menudo vigilante estas hecho. Te has dormido..."-Pensé para mi.
-Bl-¿Blight?-Pregunto una voz temblorosa. Mire hacia abajo y vi los grandes ojos marrones de mi hermana mirándome de una manera distinta. Sus ojos reflejaban miedo, algo que ella siempre pretendía ocultar. Parecía estar llorando.
-Hey, ¿Estas bien? ¿Llevas mucho tiempo despierta? ¿Tienes hambre? ¿Sed? Tengo raíces. Perdón por no ayudarte, yo solo...
Cloe negó con la cabeza y yo me calle.
-No, acabo de despertarme...-Se encogió sobre mi pecho.- ...y estoy bien. Salvo la cabeza. Me duele muchísimo la cabeza.
-Creo que te golpeaste en la cabeza al caer. Tienes una herida...-Se palpo las sienes haciendo un gesto de dolor y después empezó a respirar muy rápido. Las lagrimas no tardaron en caer.
-Tengo miedo...-Se limpio los ojos.-Ya esta, ya lo he dicho. Y... y... no se que hacer, nunca. Y por mi culpa te pasan cosas así y yo nunca se lo que hacer Blight. Estoy perdida en esto.
-Oye... nada de esto es tu culpa. De hecho, sin ti llevaría muerto desde que pisamos el Capitolio. Fíjate, el Capitolio, ya no digo la arena.
Cloe se hecho a reír por un momento.
-Eres un tonto...-Me encogí de hombros sonriendo.- Y encima no puedo parar de llorar. Soy una imbécil. Como si eso arreglase las cosas.-Se limpio las lagrimas con las mangas de su abrigo.
-A veces ayuda, créeme. No eres la única llorona de este equipo. Debiste de verme la noche anterior.
Nos reímos los dos juntos, hasta que otro aullido corto el aire.
-Me pone nerviosa... tan cerca. No estarán ni a un kilómetro...
-Quizá estemos en su territorio.
-Quizá deberíamos irnos.
-¿Tu crees?
-Si tienen hambre no dudaran en comernos.
-Pues yo tengo hambre también...-Intente bromear.
-Blight... hablo en serio.-Cloe se zafo de mi y se puso en pie.- Creo que deberíamos irnos. Ir a algún sitio. Aquí no hacemos nada. ¿Y que mejor que la noche para eso?
Otro aullido. Me levante con dificultad, sin posar el pie izquierdo en el suelo.
-¿Estas bien?
-Bueno... me duele algo el pie, pero supongo que se me pase. Espero que se me pase.
Cloe se tenso y frunció el gesto. Me paso un brazo bajo los hombros para ayudarme a ir mas rápido. Lo único que pensé, fue de que no se enterase de que había cargado con ella durante unas dos horas  con el pie mal, porque sino ella seria la encargada de matarme. No paraba de susurrarme de que necesitaba reposo, pero que estábamos en unas circunstancias muy malas. Le di la razón, y entonces le conté que Jasper había muerto. No pareció importarle mucho la noticia. Aun quedaban doce, y aunque Jasper fuese un rival fuerte, aun quedaban Jade, Flint, Blade, Marina...
Algo se movió a nuestra derecha, y Cloe y yo miramos rápidamente hacia allí. Era una sombra oscura y demasiado rápida para ser un tributo. Cloe se junto a mi.
-Saca el machete y los cuchillos, despacio...-Me susurro.
La hice caso, y me quede con el machete en la mano derecha y el cuchillo en la izquierda. Cloe hizo lo mismo, pero en vez de un machete, llevaba un arma. Otra sombra oscura paso al lado, esta vez a la izquierda. Otra por detrás, de brillantes ojos amarillos. Entonces sonó un aullido que me puso los nervios a flor de piel. Ya no estaban "cerca". Estaban allí.
Cloe y yo, sin decirnos nada, quedamos espalda contra espalda, mirándolo todo con ojos de cazador. Estábamos rodeados. Habría quince lobos aproximadamente, rodeándonos. Parecían estar vigilandonos, mirando nuestros puntos débiles, esperando al momento para atacar. Porque iban a atacar.
-Blight, por si no salimos de esta... Te quiero, y siento no haber podido sacarte de aquí.-Susurro Cloe con una voz demasiado lúgubre para que mantuviese las esperanzas, pero me anime a no rendirme.
-No digas eso. Lucharemos. Y veremos otro amanecer.-Dije, justo antes de que otro aullido muy fuerte interrumpiese mis palabras, y diese paso a que los lobos se abalanzasen sobre nosotros mientras nos enseñaban los dientes.


Capitulo 27
Uno se lanzo sobre mi, tirándome al suelo. Sentía un ardor doloroso en la espalda, pero lo ignore, ya que estaba en un momento de vida o muerte y cualquier tontería me llevaría a la segunda opción, bastante poco deseada por mi.
Había puesto el machete verticalmente delante de mi, de modo que el lobo no podía atacarme de frente a no ser que quisiese cortarse el cuello. Era fuerte, y su pútrido y caliente aliento estaba justo en frente de mi cara. Sus ojos amarillos destacaban en su pelaje negro, y me miraban locura.
-¡Cloe! -Gritaba- ¡Cloe, ayúdame, por favor!
Notaba la sangre espesa correrme por el brazo izquierdo. Mi mano izquierda estaba en la hoja del machete, apretándolo fuertemente, de modo que me había cortado y había empezado a sangrar mucho. La hoja del machete estaba ensangrentada también por el cuello del lobo. Le mire con furia.
-Ahora mismo no puedo Blight...-Dijo, seguido de un aullido de dolor por parte de una bestia.
"Piensa deprisa, actúa rápido"-Pensé.
En el momento en el que el lobo decidió atacar de nuevo, y acercarse demasiado al machete, retire el arma verticalmente, de modo que le corte el cuello. El lobo se desplomo en el suelo, moviendo las patas débilmente, y yo rodé sobre mi mismo para escapar de allí. Pero antes de poder incorporarme, tenia a otro animal encima. Le atravesé con mi arma sin darme cuenta. Me deshice de su cuerpo con una patada y me reuní otra vez junto a Cloe, espalda contra espalda.
-¿Cuantos hay?
-Yo que se. Cada vez mas, yo creo.
Un lobo se tiro encima de ella. Yo ahogue un grito cuando vi que mi hermana le clavaba un cuchillo en el ojo y el animal salia corriendo despavorido y lastimándose.
Vi que se acercaba uno y le amenace con el machete, mostrandole los dientes. Cloe se rió. Solo alguien como ella podría reírse en estas circunstancias.
En un momento de descuido, volvía a tener a otro lobo, esta vez de color blanco, sobre mi. Este me araño en la pierna izquierda, (en la que tenia la cojera), despedazandome la piel. Un grito desgarrador salio de mi garganta, y pude notar que me quedaba sin fuerzas.
Dolía. Dolía mucho. Las lagrimas se empeñaban en nublarme la vista, pero no podía rendirme ahora. No podía dejar a Cloe sola. Doble el codo, dándole al lobo en todo el hocico, y con el cuchillo, le corte la garganta. Cayo, al igual que el primero. Me quede a cuatro patas intentando levantarme, pero no podía. El dolor en la pierna, era insoportable. Me senté un momento, solo un momento para observar la herida. La piel ensangrentada colgaba por ambos lados de la pierna y pude contemplar algo blanco. Temí que fuese el hueso, entonces me maree y me entraron arcadas. Una vez que me recompuse un poco, volvi a coger el machete y el cuchillo con fuerza, y busque dentro de mi todo el valor que tenia. Me puse en pie poco a poco, sin apoyar la pierna izquierda. Ardía. Ardía tanto aquel dolor que incluso casi no lo notaba.
Me quede de pie, sin moverme, esperando a mis atacantes. Todos se estaban moviendo en circulo, en el mismo sentido. Ahora, todos atacaban a Cloe, no a mi. Todos moviéndose en el mismo sentido que las agujas del reloj, y cuando Cloe mataba a uno, otro ocupaba su puesto. Y de repente, otro lobo aparecía en el circulo.
-Mutos...-Susurre.- ¡Cloe, son mutos!
-¿Que?-Me miro desorientada. Me miro por una fracción de segundo, y un lobo se abalanzo sobre su cuerpo.
Cloe gritaba, y trataba de quitárselo de encima.
¿Por que ya no me atacaban a mi? ¿Por que me habían dejado en paz? Era el mas débil en todo esto. Los gritos de mi hermana eran desgarradores, como si la estuviesen torturando. Intente correr hacia ella, pero mi pierna me lo impedía. El dolor seguía allí. No me dejaba pensar en nada mas.
"Dolor, dolor, dolor"-Era lo único que mi cabeza me permitía pensar.
Me fije en aquel cuerpo frágil, suplicando por su vida, y me arrastre con los brazos hacia ella. Quizá muriese también. Tal vez moriríamos los dos. Pero tenia que hacer algo, y quedarme a unos escasos metros mirando no era una opción. Poco a poco, veía como mi hermana perdía fuerza, y se dejaba ganar, entonces, una flecha impacto contra el cuerpo del lobo. Este se desplomo sobre Cloe, aplastando la mayor parte de su cuerpo. Cloe, a pesar de que el animal ya estaba muerto, seguía llorando y gritando.
Me había quedado de piedra. Mire hacia donde la flecha provenía, y en lo alto de una roca, vi ondeante el pelo dorado de Jade recogido en una coleta, flanqueada por Blade. Jade llevaba unos pantalones grises, y una cazadora del mismo color. Blade llevaba pantalones y camiseta negros, y una sudadera granate. Ambas llevaban un carcaj de flechas, Jade con un arco y Blade con una ballesta.
Ahora sabia por que los lobos habían dejado de atacarme. Iba a ser mas interesante lo que Jade hiciese conmigo. Cloe, por fin, pareció entender que el lobo había dejado de atacarla, aunque todo los demás se habían quedado expectantes de la flecha que había matado al otro. Rodo sobre misma, y me vio, tumbado boca abajo.
-¡Blight!-Chillo. Debió de haberme visto la pierna. La verdad, no tenia buen aspecto. La mire, con miedo. Parecía no haberse percatado de Jade y Blade, y si las había visto, su presencia parecía importarle lo mas mínimo. Cloe tampoco se veía bien. Tenia una herida en la cara, desde la barbilla hasta la oreja derecha. Parecía profunda, y apostaría a que si salia de aquí, la dejaría una marca de por vida.
Pasee la mirada desde mi hermana hasta Jade y Blade. Sacaban sin cesar flechas de sus carcaj's, y disparaban contra los lobos. Los animales morían sin ninguna resistencia, y sin moverse del sitio. Parecía que su deber, era quedarse allí y morir.  Me arrastre, mientras Jade y Blade estaban ocupadas. Cloe se levanto, y corrió lo mas rápido que pudo hacia a mi. Cuando llego a mi altura, se arrodillo frente a mi, cogiéndome la cara entre las manos.
-¿Que te han hecho? ¿Estas bien?-Estaba llorando desconsoladamente.
-Estoy... bueno... tenemos que salir de aquí. -Señale con la mirada a las profesionales del uno y del dos.
-No, no podemos, ya nos han visto.
-Intentarlo.
-¿En tu estado? Blight, no te mueras, por favor.
-No lo voy a hacer.
-Hablo en serio. Tiene mala pinta. Muy, muy mala pinta. ¿Y la medicina? Tenemos que encontrarla.
-Cloe, la medicina cayo junto al resto de nuestras cosas cuando la montaña se derrumbo.
-Hay que encontrar la medicina.
-Cloe, es imposible, ¿vale?
Mi hermana suspiro, intentando asumirlo todo.
-Enviaran mas.-Dijo finalmente.
-Si claro...-Respondí. Cloe me miro con pena, e intente cambiar de tema.-¿Y tu cara?
-¡Da igual mi cara! ¿Vale?
Cloe estaba temblando, y las lagrimas corrían estrepitosamente por su cara, llena de suciedad y sangre.
Todo quedo en silencio por un instante. Un simple instante. No se escucho el ruido del arco al tensarlo, ni las las fechas deslizarse por el cielo, ni los lobos lamentándose... nada de nada.
Mire a Cloe, y luego a la roca donde debían de estar Jade y Blade, pero no había nadie. Mire por la oscuridad de la noche, y las volví a ver. Ahora estaban a pocos metros de nosotros, con los brazos en jarras. Alrededor, ya no había lobos, al menos, vivos.
-Os venís con nosotras.-Dijo Jade.
Volví a mirar a Cloe.
-¿Por que no nos matas aquí y ya esta?-Protesto Cloe.
-¿Ves? Incluso ellos son listos y piden que les matemos.-Dijo Blade en un tono bastante elevado a los susurros que usábamos nosotros. Jade prefirió ignorarla.
-Andando.-Ordeno la chica del uno.
Cloe se puso de pie, y me ayudo a mi a ponerme levantarme. El dolor seguía ahí, y andar, seria una tarea difícil, casi imposible. Me acerque al oído de mi hermana y susurre algo.
-No puedo caminar así...-Dije. Mi voz sonaba rota, como si fuese a llorar. Me aclare la voz. No podía demostrar debilidad.
-No te preocupes, yo te ayudare.
-No podrás soportar mi peso mucho tiempo...
-¡Venga!-Grito Blade.-Esta a punto de amanecer, y nosotros aquí. Como alguien llegue a la tienda...
La chica del dos se adelanto, poniéndose de nuevo junto a Jade.
-Jade...-Dije. No me atrevía a mencionar a Blade.- Matadme. Aquí, y ahora. Seré un incordio para vosotras. No puedo caminar. Cloe sabe muchas cosas, os ayudara.
Cloe me miro con pánico. De no haber estado en un estado de salud tan pésimo y en una situación tan llena de tensión, hubiese apostado a que me hubiese dado un codazo en las costillas.
-Encantada...-Dijo Blade con una sonrisa maliciosa en su boca, sacando una espada que llevaba colgada de la cintura.
-Blade, para.-Ordeno Jade. Luego camino hacia nosotros, se puso en frente de mi y me levanto la barbilla.-Tengo otros planes mejores para ti.


Capitulo 28
Jade caminaba en primera fila, marcando el camino. Blade, estaba detrás de nosotros, rechinando los dientes y murmurando cosas desagradables por lo bajo. No llevábamos ni media hora caminando, cuando Cloe empezó a ralentizar el paso. Tenia un brazo sobre sus hombros, y aunque intentaba andar por mi mismo, no podía. Cloe me estaba llevando a rastras, y yo pesaba mas que ella. Seguía perdiendo sangre a un ritmo muy rápido, y Cloe temía por mi vida. No se fiaba ni de Jade ni de Blade, pero la habían prometido salvarme, y eso era lo único que mi hermana quería. Salvarme la vida.
-¿Queréis ir mas rápido? Ya ha amanecido y ni siquiera estamos cerca del refugio.-Rugió Blade.
-No puedo...-Musito Cloe. Acto seguido, Blade la empujo por detrás. Los dos caímos al suelo. Algo parecido a una descarga eléctrica me recorrió la pierna, haciendo que me retorciese de dolor mientras gritaba. No hice caso a nada mas que al dolor. No hice caso a Cloe, ni a las voces que Jade dedicaba a su aliada del dos. En esos momentos, quería estar muerto. El dolor era demasiado insoportable. La muerte era mas fácil.
Algo hizo que me diese cuenta de que ya no solo Cloe estaba a mi lado.
-Cloe, apártate por favor...-Dijo la voz de Jade.
-No...-Dijo mi hermana, fría.
Una de las chicas debió de apartar a mi hermana a la fuerza, ya que pude oír quejas y gritos, acompañados de insultos. Sentí el roce de la piel contra mi oreja, y un aliento cálido en mi oído.
-Quizá me odies por lo que voy a hacer, pero vamos a poder llevarte mas fácilmente, y creerme, yo...
No pude escuchar nada mas de lo que Jade me estaba diciendo. Acababa de introducir uno de sus dedos en la herida abierta. Agarre uno de los brazos de Jade con mucha fuerza, como si así el dolor fuese menor. No se cuanto tiempo duro hasta que todo lo que veía se empezó a volver negro, hasta que no vi nada. Me deje llevar por la inconsciencia, tan ajena al dolor.

Me desperté en medio de la oscuridad, poco a poco. Había tenido varias pesadillas mientras dormía, pero la peor había sido la ultima. Había soñado que era el ganador de los Juegos, pero que cuando llegaba a casa, me decían que Rosie había muerto en ellos. Y aparecían imágenes en una pantalla en la que debía de haber aparecido Jade conmigo, pero en lugar de Jade, era Rosie. Me calme al darme cuenta de que estaba en los Juegos. Me frote la cara con las manos, y suspire. Mire el lugar. Estábamos en una tienda de campaña, era bastante grande y... Jade. Jade estaba allí. Me fije bien en su cara. Si, era Jade.
-Al fin despiertas... Ya era hora, a vuelto a oscurecer.
-Últimamente vivo mas de noche que de día.-Intente incorporarme sobre mi brazo, pero dos cosas me detuvieron. Una, los pinchazos que sentía en la pierna, y la segunda, darme cuenta de que no tenia ni camiseta ni pantalones. Me volví a subir la manta hasta el cuello. Jade se dio cuenta y suspiro.
-Fui yo la que te curo la pierna y ya te he visto semi desnudo, así que no tiene sentido que te tapes con la manta. Pero si te sientes mejor...
-¿Curar? ¿La pierna? ¿Con que?
-Con las medicinas que nos enviaron para Jasper.-Dijo Jade, tranquila.
-Entonces no funcionaran. La herida de Jasper no eran nada en comparación con esto.
-¿Como lo sabes?
-Porque vi como se la hizo.
Nos quedamos en un silencio incomodo, y Jade se acerco a mi, apartando la manta del lado de la pierna y comprobándola.
-Cloe esta fuera con Blade, montando guardia.
Asentí.
-¿Esta muy mal?
-Te lo he dicho... vas a vivir...
-Pero, ¿Y Jasper?
Jade miro incomoda a sus lados, y luego se tumbo a mi lado, tapándose con la manta al igual que yo. No me gustaba compartir mi manta con Jade. No después de lo ocurrido. No sabia si confiar en ella o no.
-Tengo aprecio a mis amigos, pero no soy tonta, ¿Sabes? Jasper sabia que yo era una rival difícil, al igual que yo sabia que Jasper tenia mucho potencial. Por eso le mate. Juntaba la medicina con veneno en un cuenco y le decía a Blade que se lo diese. Blade no sabe nada... De todas formas, se que Jasper intentaría matarme en cuanto se le presentase la ocasión, al igual que Blade.
Se me heló la sangre mientras Jade me contaba lo que le había hecho a su compañero de Distrito.
-¿Por que?
-Mi hermano me quiere a mi como vencedora. Siempre me ha obligado, desde pequeña, a ser de las mejores. A mi, y a mi otro hermano. ¿Recuerdas los Juegos del año pasado, verdad? Mi hermano era uno de los dos chicos que fue. Y murió. Murió por culpa de Ben porque le obligo a ir. Igual que a mi.-Hice un esfuerzo y recordé los chicos de los anteriores Juegos, entonces un nombre apareció en mi mente.
-¿Martin Monroe?
-Si... el era mi hermano, ademas de Ben. Ben le considera como una deshonra para la familia, como lo hará conmigo si no gano. Desde que gano los Juegos, y mi madre...-Se callo durante un momento.-... es el quien nos cuida. Y aunque nos haya cuidado, le odio, y le tengo miedo... Aunque supongo que muy en el fondo le quiera.
-¿El te obligo a ser voluntaria?
-Eso, y que llevo toda mi vida preparándome para esto. De verdad, -Cogió una de mis manos y me la puso a la altura de su corazón.- si no soy yo quien logre salir de aquí con vida, espero que seas tu. Me recuerdas a Martin, a mi hermano... En su forma de ser, tan... como tu.
Nos quedamos un rato mirándonos a los ojos. Intente pensar en algo con coherencia que podía decir, y cuando abrí la boca para decir algo, un grito de miedo rompió el silencio.
Jade salio disparada, dejando la manta por el suelo. A mi me costo algo mas ponerme de pie, pero sorprendentemente podía mantenerme en pie. Salí afuera dando saltos tan rápido como pude y me encontré la escena de Jade agarrando por la cintura a Blade, que tenia en las manos un cuchillo, demasiado cerca de la cara de Cloe. Estaba harto de todo esto. De todo el caos. ¿Se suponía que ahora estábamos juntos en esto no? Entonces, ¿Por que nos matábamos entre nosotros?
-¡Eh!-Grite. Pero nadie me hizo caso.-¡Eh!-Volví a gritar. Los gritos de las chicas seguían superando mi voz. Reuní todo el aire en mis pulmones y grite lo mas fuerte que pude. -¡EHEEEE!
Los ojos de Blade se centraron en mi. Los de Jade también. Los de Cloe solo por un segundo, luego retrocedió alejándose de las otras dos chicas y corrió hacia mi. Cuando llego a mi altura me abrazo entre lagrimas.
-¿Estas bien?-La susurre al oído. Ella asintió, sollozando.
Me apoye un poco a ella y mire a Jade y a Blade. Ya me daba igual estar sin pantalones. Estaba cansado de todo esto. Así que hable, casi gritando:
-Hacedme caso. Estoy harto de porque seamos del siete nos consideréis inferiores. Vosotras queréis cosas de nosotros, ¡Genial! Tendremos condiciones para eso. Se acabo eso de intentar matarnos cada vez que nos demos la vuelta. Y hablo por ti, Blade. Si vuelves a tocar a Cloe, yo mismo me encargare de matarte.
-¿Te crees que tienes el poder sobre nosotras solo porque...?
-¡CÁLLATE!-Aunque no me lo esperaba, Blade se callo.-Haré cualquier cosa para salir de aquí, al igual que vosotras. Somos listos, y somos fuertes. No nos infravaloréis, tal vez os sorprendamos. Las cosas van a cambiar. Os comportáis como si ahora no fuésemos aliados, pero lo somos. Ahora si, así que... Si alguno de nosotros intenta hacer daño a otro, se puede dar por muerto.
Me sentía mucho mas mayor ahora. Había dejado atrás mi faceta de chico asustado y observador y había pasado a la acción y tomado las riendas del grupo. Jade, quien a mi vista parecía de ser la controladora de todo esto, se había quedado callada, mirando a sus pies y asintiendo.
-Cloe, vete a dormir. Jade, tu también. Yo haré guardia con Blade.
Mire a la chica, y esta me dedico una sonrisa poco amistosa.
-Pero...-Se quejo Cloe.
-¡He dicho que descanses! Una de vosotras con uno de nosotros, siempre. Yo ya he dormido bastante por hoy, os despertaremos en cuatro horas o así.
Entre en la tienda para buscar mi ropa. Me puse los pantalones, las botas, la camiseta y el jersey. Cloe estaba acostada en el mismo sitio donde yo había estado antes. Me acerque a ella sin apoyar el pie en el suelo y la di un beso en la frente.
-Todo saldrá bien.-La prometí.
-Tengo miedo.
-Yo también.
-No lo parece... Ahí fuera. Has estado bien, Blight. -Ella sonrió.-Te quiero.
-Yo también.
Justo en ese momento, entro Jade, la cual miro a Cloe de una forma acusadora.
-Hora de dormir. Apagad el fuego y las linternas. Encenderlas solo en caso de que creáis que hay algún peligro.-Dijo Jade, dándome una linterna.
-Dormid tranquilas.
-Lo haremos.-Jade me sonrió.
Salí de la tienda. El aire de la noche era cálido. Estábamos en una especie de elevación del terreno, y a lo lejos parecía como una isla, rodeada de agua. Mire a Blade, que estaba apoyada en la tela de la tienda, y me senté junto a ella, en medio de la oscuridad. Ella me miro con sus ojos azules y me sonrió.
-Eres rara.-La espete.
-No te fías de mi, ¿eh?
-¿Debería?
Blade empezó a reírse de una forma tan siniestra, que los aullidos de los lobos volvieron, y mi pierna comenzó a dolerme otra vez, como si las medicinas hubiesen cesado de funcionar.



Capitulo 29
Todo era demasiado tranquilo por la noche, como si en realidad el infierno en el que nos encontrábamos solo fuese una escapada al bosque. Blade no paraba de comprobar y afilar sus cuchillos mientras murmuraba cosas por lo bajo, como: "Les matare a todos." o "Pronto empezara a correr la sangre de verdad, y todos lo verán."
-¿Por que te presentaste voluntaria?-La pregunte, sin pensarlo.
Deje de escuchar el ruido que hacia cuando afilaba las hojas de las armas, y supuse que me miraba. No quería verla, yo solo miraba al frente y vigilaba, con la simple compañía de la luna y las estrellas.
-¿Y a ti que te importa chico del siete?
-Tengo nombre... Y solo lo preguntaba para matar el tiempo. Esto esta muy aburrido.
-Si, quizá deberíamos ir a por tributos desprevenidos... Y por si te interesa, no me importa tu nombre, solo que en una semana estés muerto.
No hable mas. No sabia que pensar de Blade. Era una chica rara dispuesta a hacer lo que fuese por ganar, y sinceramente, en el fondo la temía mas que a nadie. Puede que Jade, Flint, y el resto de tributos fuesen listos y fuertes. Blade también lo tenia, era astuta, solo con verla lo sabias, pero tenia algo mas. Había algo cuando estabas cerca de ella que sabias que podría sorprenderte en cualquier momento. Actuaba como si estuviésemos todos en una alianza de paz, pero en realidad estaba buscando el momento ideal para deshacerse de todos nosotros. Y cada vez quedábamos menos tributos.
Un escalofrío me recorrió la espalda. Me puse en pie, y camine cojeando hacia la caja de suministros. Me aburría. Estaba malditamente aburrido, y hablar con Blade hacia que entrase en un estado de tensión permanente.
-¿Adonde vas?-Pregunto Blade. Era la primera vez que me dirigía la palabra.
-A poner trampas.
-Tenemos comida. Yo que tu no me molestaría...
-No he dicho que sean para buscar comida.
Escuche como de nuevo,Blade volvía a su afán de afilar sus armas.
-Eso me gusta mas. ¿Sabes? Quizás hasta acabes cayéndome bien, Blight. Quizá hasta te dedique un discurso en mi Tour de la Victoria.
Ignore lo ultimo que dijo. No me gustaba hablar del futuro. No ahora.
-Creí que te daba igual mi nombre.-Dije, mientras revolvía en la caja. Lo mas importante, eran las cuerdas, y por suerte Jade y Blade se habían encargado de guardarlas.
-Solo me importan los nombres de los que se merecen ser recordados.-Contesto la chica.
Me eche las cuerdas al hombro y me levante. Un dolor punzante me atravesó la pierna, pero trate de ignorarlo. Volví a caminar cojeando, lejos de Blade, y la tienda de acampada. La verdad era que había mentido a Blade. No quería construir trampas para capturar a la gente. Quería hacer trampas porque no quería pasarme la noche de brazos cruzados. Así que me puse manos a la obra con las trampas mas difíciles que había aprendido durante el entrenamiento. Todos decían que tenia un don para esto, así que,  ¿por que no usarlo? Montaría un par de ellas, luego volvería junto a Blade, despertaríamos a Cloe y a Jade e intentaría dormir.
Empece a hacer nudos y a unir los nudos en las cuerdas, poniéndolas alrededor de las ramas de los arboles y escondiendo las partes de la cuerda que quedaban a la vista bajo una capa de lodo. Fue entonces cuando oí un chapoteo. Me levante sin hacer ruido, con las manos temblorosas. Al principio pensé que era Blade, al ver la coleta morena que se escondía tras los estrechos arboles negros. Pero el corazón me dio un vuelco al ver a la chica del once. Intente recordar su nombre, Flora. Me lleve la mano a la empuñadura del machete sin pensármelo dos veces. La chica tenia muy mala pinta en verdad. Tenia la ropa hecha jirones y la cara demacrada llena de manchas purpureas.
-Hola Blight...-Su voz sonaba fantasmagórica. No acerté a responderla. -Se te ve tan solo aquí... Sin nadie... Yo también estoy sola. Y no lo aguanto mas. Necesito salir de aquí. Como sea.
No me dio tiempo a pestañear cuando un cuchillo volador se clavo en el árbol que había a unos cuantos metros de mi. Había dos opciones, una, o quería asustarme, o dos, era muy mala lanzando cuchillos. Decidí no arriesgarme e intente correr. Pero no me acordaba de que mi pierna no me lo permitía hasta que el dolor volvió. Me arrodille en el suelo por culpa del insoportable dolor, y gracias a eso, no acabe con un cuchillo en mi espalda. Me di la vuelta para verla y me arrastre hacia atrás en el agua pantanosa.
-Si tu te vas yo puedo salir de aquí antes. -Estaba llorando, y me daba verdadera lastima, pero tenia mucho miedo.
- ¡Blade!  ¡BLADE!-Grite. Flora se abalanzo sobre mi, y me tapo la boca con fuerza. La di un golpe intentando soltarme, pero se puso sobre mi. Busque mis armas todo lo rápido que pude, pero ella fue mas veloz y me las quito del cinturón, tirándolas a un lado.
-Lo siento, lo siento de verdad... yo no soy así.
Gritaba aunque tenia la boca tapada. Me deshice de la chica, ya que pesaba poco, y me arrastre por el suelo en busca de mis armas. Pero Flora me agarro por un pie arrastrándome hacia atrás. Sin querer, me llene la boca de agua. Cuando me di la vuelta se la escupí en la cara. La chica se aparto por un momento, en el que me dio tiempo a gritar de nuevo.
- ¡BLADEE!
-¿Quieres callarte?-La chica del once me dio una bofetada fuerte y sonora. La mire con odio.- ¿Estas herido verdad? Por eso no corres...
Me levante con fuerza impactando contra ella, pero Flora me agarro con sus delgados dedos en los brazos y no me soltó. Dimos vueltas por el lodo, chocamos con un árbol, ella saco un cuchillo, lo tire de un manotazo, me grito en la oreja, la di un codazo en la mejilla... Finalmente, cuando estaba mareado de dar tantas vueltas y agotado por intentar quitarme de encima, alguien la aparto de mi. Sacudí la cabeza un par de veces para ver lo que pasaba, y entonces vi a Blade riéndose y tirando de la ropa de Flora lejos de mi. Se la llevaba. Y supe de inmediato que su final no seria agradable.
Volví al campamento cojeando mas de lo normal y con un dolor mas fuerte que antes. Recogí las armas ya afiladas que Blade había dejado donde nos encontrábamos antes y me volví a sentar, apoyándome sobre la tela de la tienda. Al cabo de unos minutos, en la serenidad de la noche, escuche unos chillidos agudos y espeluznantes. Blade había empezado su trabajo. No podía escuchar nada mas que aquellos gritos de dolor, que duraron alrededor de quince minutos. Después, todo volvió a la calma, y Blade regreso, con las manos manchadas de sangre. No pregunte, y ella no dijo nada.
-Deberíamos avisarlas ya. Estoy cansado.
Blade afirmo, y ambos entramos a la tienda. Yo desperté a Cloe, Blade a Jade. Preguntaron que si había ocurrido algo durante la noche. Yo mire a Blade, y la chica me devolvió la mirada con una sonrisa de lado. Negué lentamente. No quería preocupar a mi hermana por nada, y Blade pareció entenderlo.
-No, todo ha sido tan aburrido como siempre.-Respondió la chica del dos.
-Despertadnos al amanecer.-Las dije.
Cloe y Jade afirmaron. Pude notar que Cloe me miraba con una mirada de que sabia que había pasado algo. Luego se dieron la vuelta y salieron de la tienda.
Lo mas bonito del día fue tumbarme en la tienda, enrollandome en las mantas, sabiendo que iba a descansar. Aunque debía de enfrentarme al día siguiente. Suspire. Estos días me estaban matando. No había pasado ninguno en el que estuviésemos tranquilos; Tornados, chicos que querían matarnos, lobos...
Me di la vuelta poniéndome en posición fetal, mirando hacia donde Blade estaba durmiendo.
-No se si estas despierta, pero... gracias. Por salvarme, y por no decir nada.
-No las des, al menos me he divertido con la chica esa... Se que oíste los gritos.
Odiaba cuando Blade se ponía así. Sugiriendo que ella era una amenazadora asesina. Volví a darme la vuelta y cerré los ojos. No quería pensar, solo dormir.
-Si, los oí.-Dije finalmente, antes de que me encontrase en el escenario de una de mis pesadillas.


Capitulo 30
Nadie me llamo para despertarme a la mañana siguiente. El cañonazo lo hizo. Me quede sentado sobre las mantas tiradas en el suelo de la tienda de acampada, jadeando. La pesadilla no había sido de las mejores, y el corazón me iba a mil por hora. Blade seguía durmiendo tranquilamente, o al menos eso parecía. Nunca me podía fiar de ella, siempre estaba alerta.
Me deshice de las mantas y salí de la tienda tan rápido como pude. Y eso fue lo peor. Darme cuenta de que era de día y que ellas no estaban por allí. Sentía un nudo en la garganta, un dolor en el pecho, y pinchazos en el estomago. Saque el cuchillo de mi cinturón y adelante el brazo derecho para protegerme. Tenia miedo. Aquel cañonazo no podía ser de ellas. Ni de Cloe, ni de Jade. Cloe... tenia que encontrarla.
- ¡CLOE!-Grite. Tenia la garganta seca, así que se me quebró la voz, pero volví a intentarlo.- ¡CLOE!
Me sentía impotente. No estaban allí. Y no podían haberse ido sin avisar. Baje la colina que nos separaba del agua estancada, y camine con las piernas temblando, al igual que mis brazos.
No sabia si gritar, quedarme callado, o correr. Medite mis posibilidades. Si gritaba y alguien andaba cerca, me mataría. Si no gritaba y alguien andaba cerca, Cloe o Jade podrían morir. Si corría me podría encontrar con alguien que acabaría matándome.
-¡CLOE!,¡JADE!
No podía creerme que Blade no se hubiese enterado de nada... Pero, ¿Y si era eso lo que querían? Apartarnos, y matarnos cada una por su cuenta. Temblé mas aun. ¿Era eso posible?
- ¡CLOEEE!
Ya no sabia que hacer. Me estaba alejando demasiado de nuestro lugar de encuentro, y en lo único que me fijaba era el suelo. El lugar estaba plagado de las trampas que había hecho anoche... Las trampas... ¿Y si habían muerto por mi culpa? Llene mis pulmones de aire para volver a llamar a mi hermana cuando Jade apareció a mi lado. Instintivamente, moví el brazo con el que sujetaba el cuchillo hacia la chica.  
-Hey, ¿Estas bien? Estas temblando mas que un perrito mojado.-La tierna voz infantil de Jade había regresado, pero ya no lograba engatusarme como antes.
-¿Donde esta mi her... Cloe?-Me mordí la lengua. Casi lo soltaba.- ¿Donde esta Cloe?
Seguía apuntándola con el cuchillo, algo que hizo que pusiese una mueca rara. Ella alzo las manos, como diciendo: "Yo estoy de tu lado, y siempre lo estaré." Ya, claro...
-Hemos bajado a recoger un poco de agua. Se están acabando los suministros. Jasper, Blade y yo no supimos controlarnos. Hoy por la tarde iremos de caza. De verdad Blight, yo nunca os haría daño. Os salve, ¿Recuerdas?
-Si, nos salvaste, y te lo agradezco. Pero lo hiciste por algo. Eso también lo recuerdo, por mucho que me desmayase. Me dijiste que me necesitabas para algo, y aun no se ni para que.
-Te lo diré, ¿ Pero quieres hacer el favor de bajar el cuchillo? Tu dijiste que...
No la escuche mas. Acababa de ver a mi hermana acercándose hacia nosotros, por lo que aun con el cuchillo en mano, corrí hacia ella. La abrace. No se si alguna vez había necesitado el abrazo de alguien mas que aquel. Ella me devolvió el abrazo con fuerza y me acaricio el pelo. 
-¿Estas bien?-Me susurre.
Me force a mirar el suelo, y en concentrarme en que las lagrimas no saliesen de mis ojos.
-Tengo miedo-Ya estaba. Ya lo había dicho. No necesitaba esconderlo mas, ya estaba harto de hacerlo.-Todo el mundo me dice siempre que no debo tener miedo. Pero no lo entiendo. El miedo es algo normal. Siempre he intentado ocultarlo, pero ahora me doy cuenta de lo estúpido que es. Tengo miedo a perderte Cloe. Ahora que te he encontrado no puedo dejarte ir. En cierto modo estar aquí, en los Juegos, es un milagro por haberte conocido, pero no puedo soportarlo mas. Vivo asustado de levantarme un día y darme cuenta de que tu no estas. No creo que fuese capaz de vivir con ello...
Mi hermana me envolvió en sus brazos, y le hizo una señal a Jade. La chica del 1 se retiro, y nos quedamos los dos solos. Lo necesitaba. Me daba igual lo que el resto pensase de mi. Pronto, o ellos o yo estaríamos muertos.
Me limpie algunas lagrimas que habían caído por mis mejillas. No quería llorar delante de ella. Quería decirla que tenia miedo, no demostrar debilidad. Tener miedo y ser débil no tiene nada que ver. 
-Yo también tengo miedo Blight. Lo sabes. Y créeme, yo tampoco podría vivir sin ti. Pero tengo que sacarte de aquí. Hace mucho prometí cuidarte hasta el final, no solo a mama, si no a mi misma. Y no pienso romper la promesa. A partir de ahora, esto se va a complicar aun mas. 
-Lo se, lo se... Pero no quiero que cuides de mi. Quiero que cuides de ti también. Si tengo alguna posibilidad de salir de aquí, quiero ganármela por mi mismo.-Suspire.- Si salgo tengo la impresión de que todo cambiara. 
Cloe me sonrió y me revolvió el pelo.
-Saldrás. Y lo hará. Pero las personas aprenden de los momentos difíciles de la vida. Si todo fuese fácil, nada tendría sentido. Yo he sufrido aquí mucho, pero es donde he aprendido a apreciar la vida, y lo bonito de las cosas del día a día. Como ver cambiar el color del cielo, o observar las chispas de la hoguera. Todo en si es precioso si sabes como mirarlo. 

Cuando Cloe y yo regresamos, Blade ya había despertado. Jade había recogido las cosas y había comprobado que estábamos muy escasos de comida, así que abrió la ultima lata de caldo que quedaba, y nos dio a Cloe y a mi una manzana para cada uno. Mientras que Blade y ella compartían una naranja. La comida fue calmada. Ellas dos murmuraban cosas, yo lo hacia con Cloe... aunque realmente mi hermana intentaba tranquilizarme por todo mas que cualquier otra cosa. Yo se lo agradecía enormemente. Una vez acabamos, Jade se puso en pie.
-Cloe y yo vamos a ir a cazar.-Informo la chica.
-No-Dijimos Blade y yo a la vez. Mis ojos se encontraron con sus ojos azules y volvimos a mirar a Jade.
-Nosotras somos las que mejor cazamos a distancia.-Dijo Jade.
-Y tu no puedes ir Blight, aun estas débil.-Dijo Cloe.
-¿ Y yo por que no?-Se quejo Blade.
-Tu siempre haces ruido al pisar. Asustarías a los animales. Son animales Blade, no personas... Vosotros protegeréis esto.-La dijo Jade.
-Diras que yo lo haré. No creo que el pueda hacer mucho...-Blade me señalo con el dedo indice. Yo puse los ojos en blanco.
-Esta bien, esta bien... nos quedaremos. -Dije al fin. -Pero volved antes de media noche. 

Jade y Cloe partieron nada mas que recogimos las cosas que habían quedado tras la comida. Otra vez, volvía a quedarme a solas con Blade, y no me gustaba. Hoy me negaría a vigilar con ella por la noche. Otra vez, volvimos a sentarnos al lado de la tienda, aunque Blade dejo de lado su afición de afilar sus armas, a utilizar un cuchillo para limpiarse las uñas.
-¿Quieres dejar de mirarme?-Me espeto.
-¿Y que quieres que haga? Esto es muy aburrido. 
-No es mi problema Blight.
-Al menos si quisieses hablar sobre algo...
-Si esperas que te cuente como fue mi infeliz y corta infancia, estas muy equivocada.
-Oye... mi infancia tampoco fue tan feliz como crees.
-Si claro, ¿Te pegaban tus padres?-Pregunto Blade. No conteste, e increíblemente, no sentí pena por no estar en el 7 junto a mi familia. Quería a mis padres, pero mi madre me había mentido durante toda mi vida, y mi padre no siempre me había tratado bien.-Lo siento...
-Es igual.-Dije, y me levante.Me lleve las manos a la cintura e inspire el aire del lugar. Recordé lo que me había dicho mi hermana, disfrutar de las pequeñas cosas en cualquier lugar porque ya no teníamos tiempo. Entonces fue cuando sentí que algo tiraba de mi y me hacia caer hacia delante. Mi cuerpo fue arrastrado hacia atrás mientras yo daba manotazos al aire intentando darme la vuelta y ver lo que ocurría. Una vez me quede quieto, lo comprendí.
- ¿Que haces?-Estaba en shock. Blade me había atado un pie con una cuerda, (¿de donde la habia sacado?), y ahora estaba intentando atarme las manos. Me zafe de ella, pero era lista. Apoyo el cuchillo con el que había estado limpiando sus uñas y lo hundió un poco en el lugar donde tenia mi herida. A pesar del medicamento, aun dolía demasiado. Grite, pero Blade me tapo la boca.
-Aun no... espera.
-Creí que me respetabas.
-No te respeto. Te dije que tu nombre merecía ser recordado, nada mas. ¿Y sabes? Las personas cuyos nombres deben de ser recordados tienen posibilidades de ganar. Solo me se tres nombre en toda la arena. El de Jade, el tuyo, y el mio. Los demás son tan tontos que podrían matarse a si mismos...-Intente quitármela de encima.-Tranquilo, después de ti, ira Jade. Y quien sabe, igual tu amada también.
-Cloe no es mi amada...
-Me da igual lo que seáis.-Me dio la vuelta, de forma que no podía mover un musculo de cintura para arriba.-Perfecto... Esto va a ser tan fácil...
Seguía sin creérmelo. Seguía esperando despertarme de la pesadilla. 
-Blade, por favor...
La chica se burlo de mi. Vi de soslayo como pasaba dos dedos por la hoja del cuchillo comprobando que cortasen. Luego se agacho a mi lado, y me corto en la mejilla. Apenas dolía, pero un hilillo de sangre corría por mi piel. El siguiente fue en el brazo, y dolía mas. Luego en el otro brazo. En la espalda (con la que chille mas alto que ninguna)...
-¿Estas intentando que me desangre?-Pregunte tras el corte en la espalda. Blade se rió. Intuí que eso era un si.-Jade y Cloe vendrán.
-Y tu ya estarás muerto...
Blade se dio la vuelta. Tenia una gran indumentaria de armas tras ella, y deicidi que esa era la mejor oportunidad de atacar contra aquella loca. Como pude, me puse de pie. Me sentía muy debilitado, pero tenia que luchar por mi vida. Como le había dicho a Cloe, esta vez era mi lucha. Blade se dio cuenta de que me ponía en pie, y se giro. Lo siguiente no lo vi venir. Con todas sus fuerzas, me clavo el cuchillo con el que me había cortado en la pierna débil. No justo en la herida, mas arriba, pero aun así mi pierna no funcionaba bien. Tras eso, me rodeo con el brazo derecho la espalda, y me dio dos puñetazos en el estomago. Caí de rodillas, y ella me dio una patada haciendo que cayese de costado.
Aquel era el fin, no había mas.
Me sentía estúpido por haber confiado lo mas mínimo en ella. Me sentía traicionado. Sentía tantas cosas que no podía enumerarlas. Entonces tuve la mejor idea del mundo en aquel instante, tras mucho mirar a la chica del dos que se demoraba en acabar con mi vida. Esta vez, el chico el 7 a quien infravaloraba la ganaría la batalla. Ella estaba justo en la pendiente, al lado de mis pies, y creía que estaba demasiado débil para darme cuenta de nada. Si caía, esto me haría ganar unos cuantos segundos para deshacerme de los nudos. Así que choque rápidamente mi pierna con las suyas. Blade perdió el equilibrio, se cayo, y rodó colina abajo. No era muy empinada, pero bajaba rápido intentando agarrarse a cualquier cosa que encontrase. Perdió su cuchillo mientras descendía, y finalmente, paro de rodar cuando llego al agua. Me arrastre hasta las armas de la tienda para coger cualquier cosa que rompiese las cuerdas, entonces sonó el cañonazo. Me deshice de las cuerdas de las manos, de la del pie, me hice con dos cuchillos y me acerque a la pendiente, en posición de defenderme. Para mi sorpresa Blade seguía allí. Y siguió sin moverse cuando el aerodeslizador vino para llevarse su cuerpo. Luego me encontré solo.
Baje con cuidado hasta donde Blade había estado minutos antes. Todo lo que había pasado en un par de minutos era increíble. Estábamos hablando, y de repente, había tratado de matarme. Me fije en el suelo. Había una roca que sobresalía de la tierra bastante, con una gran mancha de sangre. La sangre seguía camino abajo. Igual ese fue el golpe mortal de Blade.
Suspire mirando al cielo.
Había matado ya a dos tributos. 



Capitulo 31
La noche llego, y con ella el miedo de la soledad. Siempre había intentado huir de la soledad cuando era pequeño y no tenia ni un amigo en todo el Distrito. Luego conocí a Rosie, y ahí fue cuando empece a añorar ese sentimiento a veces tan necesario de no tener a nadie a tu alrededor. Pero ahora, en mitad de la oscuridad de los Juegos, solo, y con el único pensamiento de donde podrían estar Jade y mi hermana, estar solo no ayudaba mucho. Me pregunte que harían los tributos que estuviesen solos en todo esto, sin aliados. Y en el mismo momento en el que lo pensé supe que aquellos chicos que pasaban por esto solos eran unos verdaderos valientes.
También temía el momento en el que Jade me preguntase donde estaba Blade. Mi cara me delataría y ella averiguaría que estaba muerta por mi culpa. Porque yo la tire por el precipicio. Recordaba la regla que había impuesto yo mismo. Si alguien de nosotros cuatro trataba de matar a otro de nosotros, su destino seria la muerte. Yo había matado a Blade. Pero Blade había intentado matarme antes. ¿Estaban Jade y Blade de verdad tan unidas? Porque al fin y al cabo, en realidad parecía que se odiaban la una a la otra.
Pero no podía mentirme. No a mi mismo. Quizá podía sonreír a mi hermana, pero no podía sonreír dentro de mi. Creo que si tuviese que elegir un color para describirme, seria el negro. Me sentía como un verdadero asesino. Antes de eso, no hubiese sido capaz de hacerle ningún mal a nadie, y ahora, le había quitado la vida a dos personas inocentes... o al menos una de ellas lo era. No me permitía mucho pensar en el chico del ocho. Yo le había matado. A un chico como yo. Con familia, con amigos, quizá con alguien especial, con sueños, ilusiones... ahora muertos.  Todos ellos. El chico, las personas que le querían y sus ilusiones. Gracias a mi. Y luego estaba Blade... no quería negar que me sentía culpable de su muerte, pero muy en el fondo, algo decía que se lo merecía. Y sinceramente, ese algo me aterrorizaba, porque yo no era cruel. O al menos el Blight que yo conocía no lo era.
-Ten cuidado por donde pisas, eso parece una trampa de Blight...
Fue un murmullo. Un susurro no mas fuerte que el sonido del viento, pero lo escuche, y reconocí la voz de Cloe. Estaba bien. Ella y Jade. Lo sabia porque no había habido cañonazos desde el de Blade. No creo que ellas no estuviesen tan poco preocupadas. Me levante de inmediato, y las vi, tambalenadose entre los arboles cubiertos de oscuridad.
-¡Habéis llegado! -Dije, levantando la voz por encima del murmullo que ellas utilizaban, pero no tanto como para romper el equilibrio de la naturaleza. Pero no estaban tan bien como yo había imaginado en un principio. Tal vez llevasen al hombro cada una dos animales despellejados, pero las caras de las chicas demostraban una inmensa preocupación. Y cuando pasaron a mi lado y se metieron dentro de la tienda sin dirigirme la mirada siquiera, mis sospechas se confirmaron. Pase adentro con ellas. No había luz, pero ellas no dejaban de parlotear.
-Tenemos que actuar rápido. -Dijo Cloe, mas seria que de costumbre.
-No veo nada, pero te aseguro que tengo la mano completamente anestesiada. No la siento.-Dijo Jade demasiado rápido.
-Tenemos que hacer algo.-La respondió mi hermana.
-¿El que?-Pregunto Jade. Yo solo estaba ahí de observador, y no entendida nada.
-Necesito verte la mano.
-No hay luz. No habrá luz hasta el amanecer Cloe.
-Sera demasiado tarde. ¿Y si hacemos un fuego?
-Demasiado peligroso.
-Necesito verte la mano.-Chillo mi hermana, histérica.
-¿Que ocurre?-Pregunte, pero ninguna de las dos chicas me presto atención. ¿No se daban cuenta de nada? ¿De que Blade no estaba?¿O ya lo sabían? Entonces sonó el himno del Capitolio, que anunciaba los tributos caídos del día. Mi corazón empezó a latir tan rápido que podía apostar a que ellas lo oían.
-¡SI!-Grito mi hermana, tal vez demasiado alto. -¡SI, SI, SI! ¡Era lo que necesitábamos!-Y dicho esto, se llevo a Jade fuera, donde la luz del símbolo del Capitolio iluminaba nuestras caras.
No me di cuenta de que Cloe estaba aprovechando la luz que ofrecía el símbolo para mirar la mano de Jade. Y no me di cuenta de la importancia de la situación hasta que vi un par de dedos de su mano completamente negros, como si estuviesen podridos. Había odio hablar de eso, necrosis. En el siete, era frecuente en épocas de invierno debido a las bajas temperaturas, y solo había una solución. Y sabia que Cloe también sabia cual era la solución.
-¿Ha muerto Blade?-Pregunto Jade, con voz infantil. Mire al cielo y vi a Blade, con su sonrisa de lado dispuesta a hacer cualquier cosa para salir de aquí como vencedora. Nunca mas volvería a ver esa sonrisa siniestra. La cara de Blade fue sustituida por la de Randall, tributo del nueve.
-Si...-Susurre.
Pero como si no tuviese importancia, la voz de Cloe corto la conversación.
-Jade, no vas a recuperar los dedos.
Hubo silencio. Espere chillidos histéricos por parte de Jade, pero no. Suspiro, cerro los ojos y los abrió de nuevo, y su voz dejo de ser infantil. En esos momentos parecía cien, o mil años mayor.
-¿Y que se supone que tenemos que hacer?

Cloe me obligo a encender un fuego pequeño, pese a las oposiciones de Jade. Las chicas se sentaron frente a frente. Aunque lo habían preparado todo muy deprisa, ahora parecían tranquilas y calculadoras. No podía haber fallos. Mientras Cloe había preparado las telas mas limpias que había encontrado a su lado, había esterilizado un cuchillo de varias formas, y había colocado a su alrededor cantimploras y cantimploras de agua, Jade se veía nada nerviosa, mirando las opciones de por que había ocurrido eso. Sus mejores opciones habían sido o infección, o veneno.
Mi hermana me había ordenado sentarme al lado de la chica. No me gustaba esto. Sabia que Jade gritaría, pero se sentía tan segura. Casi mas que yo.
-¿Estas lista?-Pregunto mi hermana, con voz de anciana. Su cara estaba apenas iluminada por la antorcha.
-Lo estoy. Es esto o la muerte, y no pienso morir aquí. Perder un par de dedos no es para tanto.-Soltó una risita y la tendió la mano, que estaba mucho peor que antes cuando solo habían transcurrido cinco escasos minutos.
Mi hermana cogió el cuchillo mas afilado. Un golpe seco, eso bastaría. Yo le tendí un trozo de tela a Jade para que lo mordiese. Esta lo sujeto con la mano izquierda tambaleandole un poco.
-Contare hasta tres...-Advirtió Cloe, y Jade asintió.-Una..., dos...-El cuchillo corto el aire. Escuche el sonido del metal rasgando la piel, chocando contra el hueso y los gritos ensordecedores de Jade. La sujete por los hombros con toda la fuerza que pude, pero la chica se retorcía de dolor en ellos, y recordé la vez en que había metido el dedo en mi herida y me había hecho desmayarme. Todos sufríamos en los Juegos.-... y tres.-Termino Cloe.
Jade seguía contorsionándose mientras yo la abrazaba e intentaba calmarla, aunque sabia que en esos momento en lo único que pensaba era en el dolor. Mi hermana ya había envuelto su mano en varias telas que pronto se habían empapado de sangre rojiza. El principal objetivo ahora, era que no se infectase. Algo difícil en los Juegos, y que probablemente Cloe no le hubiese dicho a Jade. Aunque hubiese muerto en un par de horas si Cloe no hubiese cortado los dedos de la chica. Jade, poco a poco, se fue calmando. Yo no la solté. La limpiaba las lagrimas de las mejillas, la acariciaba el pelo, y la prometía que todo pasaría dentro de poco. Finalmente, no se si por el dolor o por el cansancio, Jade se quedo dormida en mis brazos. Mientras mi hermana trabajaba en su salud, yo la contemplaba. No se donde mi hermana había aprendido todos aquellos detalles de sanidad, pero era de increíble ayuda en aquellos momentos. Pase de mirar a Cloe a mirar a la chica dormida de mis brazos. Nunca antes había tenido unos sentimientos tan raros hacia una persona. Jade me hacia sentir cosas muy diferentes hacia ella, desde odio a admiración pasando por ternura y envidia. Y lo peor de todo, era lo parecida que era a Rosie... y lo que me dolía tenerla al lado y saber que nunca volvería a ver a Rosie.
- ¿Estas pensando en Rosie, no es así?-La voz de mi hermana me sorprendió y di un respingo.
-¿Como lo sabes?
-Eres tan fácil de leer...-Suspiro.-Ella te quiere. Rosie, digo. Lo hará siempre.
-Lo se.-Respondí.
-Lo digo en serio.
-Lo se...-Yo suspire esta vez.- Si no salgo, tienes que decirla...
-Ya lo harás por ti mismo.-Dijo, y la mire. Ella levanto la mirada hacia mi, y nuestros ojos se cruzaron.
-Duele que no puedas pasar el tiempo que te mereces con una de las persona que mas quieres en el mundo.
Cloe pareció comprender.
-Yo siempre estaré ahí. Contigo. Pase lo que pase.
-¿Y si morimos los dos?-Pregunte.
-Entonces cuidare de ti en el otro lado.
-¿De que? Se supone que si morimos ya no hay nada de lo que nos debamos de proteger.
-Blight, yo siempre te protegeré. Aunque no haya nada de que protegerte, lo haré siempre.-Suspire, y antes de decir algo, Cloe me interrumpió.-Deberías ir a dormir... ha sido un día largo.
-¿Y tu?
-Te despertare en un par de horas...
Le pase a Cloe el cuerpo de Jade, que ahora parecía diminuto. Jade tenia una mano agarrada a mi camiseta fuertemente. La otra estaba en un gran envoltorio de vendas. Me levante sacudiéndome los pantalones y me dirigí a la tienda.
-Blight...-Dijo Cloe antes de que entrase.-No te culpes por lo de Blade.
-¿Como lo sabes?
-Lo noto en tus ojos... No se como fue, y si quieres hablar de ello te escuchare, pero se que lo hiciste para salvar tu vida. Siento no haberte podido ayudar.
-No te preocupes, fue mi lucha.
Ella sonrió, y volvió a sus quehaceres.
Me tumbe en el suelo de la tienda y me cubrí con la única manta que Cloe había dejado, la mas sucia. Genial... Me acomode, y suspire. Escuche a mi hermana tararear una canción. La canción que siempre tarareaba. Y gracias a ella, me quede profundamente dormido...

Cloe me despertó al amanecer. Esa noche no había tenido pesadillas. No había soñado nada. Increíble. Estaba algo molesto con ella porque no me había despertado, aunque me prometió que dormiría durante la mañana, aunque debía de cuidar de Jade, ya que parecía estar débil. Jade seguía durmiendo. No queríamos molestarla, y quizá cuando despertase sentiría un dolor horrible, y yo había agotado las medicinas.
-Tienes que dormir...-Le dije a Cloe, mientras me llenaba el estomago con el conejo que habían cazado el día anterior.
-Ya te dije que lo haré...
-Tienes una cara horrible.-Me queje.
-Pues la tuya no se queda lejos Blight.-Me espeto, utilizando el mismo tono, y después se rió. Y mis carcajadas se unieron a las de ella.
-Tienes una cicatriz espantosa en la mejilla.-Dije entre risas.
-Y tu tienes los dos ojos morados. Y la cara llena de heridas. ¿No te duele?
Me toque la cara.
-No. Aunque parezca increíble y debería de estar arrastrándome por el suelo me siento bastante bien.
-Seguro que si ahora hacemos una guerra de barro te gano...-Dijo ella, mirándome picaramente.
-¿Segura?-Respondí, siguiéndola el Juego, pero algo nos corto nuestro divertido desayuno.
-ATENCIÓN TRIBUTOS, ATENCIÓN...




Capitulo 32
-ATENCIÓN TRIBUTOS, ATENCIÓN. -La voz resonó por toda la arena.- Como felicitación por haber llegado a este punto de los Juegos, queremos regalar a cada Distrito un sustento. ¡Felices Juegos del Hambre! Y que la suerte este siempre de vuestra parte.
Me había quedando mirando al cielo, como si así pudiese conseguir ver a la persona que nos hablaba, pero cuando el silencio regreso, mis ojos encontraron los de Cloe, la cual no parecía haber quitado la mirada de mi. Ella sonrió al ver que la miraba, tranquila, como si acabasen de anunciar que nos dejaban volver a todos a casa. Aunque supongo que un regalo es mejor que nada.
Un pitido sobre nuestras cabezas llamó mi atención, y me pareció ver el reflejo de algo plateado; un paracaídas. Éste cayo a un par de metros detrás de mí, y fui a recogerlo, pero cuando fui a cogerlo, otro pitido proveniente del cielo apareció. Otro paracaídas. Cloe alargo sus brazos y lo cogió sin necesidad de moverse. Cada uno desenvolvimos nuestro paracaídas con ímpetu. En ambos había pan. del mismo tamaño, color y forma. 
-Hey.-Dije, al percatarme de algo.-A Jade también le ha llegado su paracaídas. Mira.
Señalé al techo de la tela verde de la tienda de acampada, donde un paracaídas plateado descansaba. Volví a mirar a mi hermana, que parecía abstraída en sus pensamientos. Yo me encogí de hombros y mire el trozo de pan, dispuesto a hincarle el diente.
-¡NO!-Grito Cloe, quizá demasiado fuerte. La mire sin comprender.-No. ¿No lo has escuchado? Un sustento por Distrito. Tenemos dos.
-Somos dos...-Nos señalé.
-Por Distrito, tonto.-Me dijo muy seria, aunque luego se le escapo una sonrisa.-Es una trampa. Y esperan que caigamos. Apuesto que uno de estos dos nos haría...
¡PUM!
Un cañonazo interrumpió a Cloe antes de que pudiese terminar la frase. Pero lo había entendido. Uno de esos panes podría estar (y muy seguramente lo estaba) envenenado.
-No nos podemos fiar de nadie.-Dijo Cloe, como leyéndome la mente. -Me desharé de ellos.
Me quitó el pan de las manos, y luego, con cuidado, se llevo el paracaídas sin abrir de Jade. Puede que dos estuviesen bien, pero no queríamos correr riesgos. Mi hermana se fue durante un largo rato, y después regresó, sin ninguno de los tres panes. Jade seguía durmiendo plácidamente. Ambos queríamos dejarla dormir y tener un rato a solas. Hacia mucho tiempo que no teníamos un momento hermano-hermana apropiado.
-Deberías dormir...
-Otra vez me lo dices...-Refunfuñó Cloe.-Dormiré por la tarde.
-Antes dijiste que dormirías por la mañana.
-Pero si no tengo sueño...-Suspiró, y cambió de tema.-¿Sabes lo bueno de todo esto? Que Jade confiara en nosotros ahora.
-Jade confiaba. La que no lo hacia era Blade...-Dije.
-Respecto a Blade...
Suspire, y  crucé los brazos. Iba a ser dificíl hablar sobre ello.
-Solo me protegí.-Me defendí.
-Lo sé.-Contestó Cloe.
-Quería mataros a vosotras también. A todos.
-Quería ganar...
-Sí, pero... No sé. La otra noche estuvimos hablando...-La confesé.-Ella me salvó la vida...-Miré a mi hermana. No parecía perpleja, ni enfadada de que la hubiese mentido. Solo me escuchaba.- Y que ahora me quisiese matar me ha dejado tan... ¿Raro? Es una sensación extraña.
-Todo aquí lo es Blight.-Ella me paso un brazo por los hombros. Yo deje mi cabeza en su hombro y note como me daba un beso en la mejilla.
-Quiero salir de aquí contigo...
Otra vez retomaba el tema. Ya sabía que era imposible. Pero en verdad, quería saber si había alguna posibilidad de que abandonase su idea de protegerme y que pensase en ella misma... No respondió. Al menos no a lo que la acababa de decir.
-¿Te has fijado en lo silencioso que está todo? Ni siquiera hay viento...
Levanté la cabeza para comprobarlo.
-Eso es... ¿malo?-Pregunté, temeroso.
-No lo sé...


Nos quedamos así un buen rato, hasta que tuvimos hambre. Comimos y volvimos a la misma posición que antes, pero de varias formas; Sentados en el suelo y apoyados en la tienda de campaña, Cloe sentada y yo tumbado con la cabeza en su regazo, yo reclinado sobre la tienda y Cloe entre mis piernas mientras jugaba con su pelo... vigilando, disfrutando del tiempo. Ella me hablaba sobre su vida, yo de la mía... Ambos queríamos saber más el uno del otro, pero nunca sin dar tantas pistas como para que la audiencia se enterase de que realmente eramos hermanos. Hasta que Jade pareció despertar.
-Buenos días... O tardes. ¿Qué hora es?-Dijo nada más salir de la tienda, con mala cara.
-Ojalá lo supiese...-Dijo Cloé.-Pero por la posición del sol y las sombras que hay, apostaría a que pronto anochecerá.
-¿Alguna novedad?-Preguntó la chica del uno.
-Nada.-Respondí..
-Un cañonazo. No sabemos de quien es.-Añadió mi hermana.
-Bien...-Dijo Jade, y se sentó a nuestro lado, pero a una distancia poco cercana.-Tengo esta parte dolorida todavía.
Se señaló la zona de los dedos que había perdido.
-Es... normal...-Dijo Cloe.-Si sales de esta, te seguirán doliendo con el paso de los años.
-Saldré de esta.-Dijo Jade, corrigiendo a Cloe.-No es una posibilidad...
-Bueno... habrá que jugar para verlo...
Jade levantó la vista de su mano y miró a Cloe, alzando una ceja. Sabía como lo había comprendido la chica del 1. Como un desafío. Intenté cambiar de tema.
-¿Quién apostáis que ha muerto?-Sonaba tan raro eso de mi. Pero no quería peleas. No ahora. Y menos una entre Jade y mi hermana.
-Algún estúpido de los Distritos más bajos...-Respondió Jade.
-O algún estúpido del 2 y del 4... Todo es posible.
Otra vez...
-Habrá que volver de caza pronto...-Dije.
-Cuando se acabe la carne que tenemos...-Respondió Jade.
-Sí...-Añadió Cloe.
Jade se levantó y se dirigió a la caja de las armas. Vi como se colocaba dos cuchillos en el cinturón y se guardaba otro dos, uno en la bota y otro en la manga del jersey. Cogió una espada y volvió hacia nosotros.
-Voy a investigar. Volveré pronto.
-¿Sola?-La dije.
-No se que hacer aquí... Tendré cuidado con tus trampas. Si grito no vengáis. Puedo poneros en peligro...
-Pero se supone que somos...-Se quejó Cloe.
-Venid solo si grito vuestros nombres.
-Esta bien...-Dijimos Clo y yo al unísono. Jade nos miró una última vez y se marchó.


La oscuridad volvió a la arena. Una vez más. Cenamos sin Cloe. No había habido cañonazos ni habíamos escuchado gritos. No estaba tranquilo, y su ausencia a estas horas me inquietaba.
-No me fío. ¿Y si se ha ido a buscar al resto de profesionales?-Preguntó Cloe.
-Ella no es así.
-¿Y tu que sabes?
-Lo intuyo...
El sello del Capitolio distrajo nuestra conversación. Solo había muerto una persona hoy; Shirley, la chica del ocho. El ocho se había quedado sin tributos. Y uno de ellos había sido matado por mi.
-Yo me voy a ir a dormir...-Anunció Cloe, bostezando.-Me muero de sueño. ¿Vigilas tu?
-Si, claro...
Cloe entró en la tienda, y yo me volví a quedar solo, acompañado de la oscuridad. Era terriblemente aburrido estar solo, y más de noche. El aburrimiento y el sueño se juntaban con el miedo. No debió de pasar mucho hasta oír unos chasquidos. Me levanté rápidamente, con mis armas en alto, listo para atacar y para gritar. Pero me tranquilicé al ver a Jade. Y venía sola. Cuando llegó a mi altura, se deshizo de todas las armas ocultas que llevaba.
-¿Qué tal... todo?-Pregunté, en un tono de voz más bien bajo.
-Todo sigue igual. No he visto a nadie, y tampoco animales aunque la verdad es que no me he fijado mucho en ellos.
-¿No te has topado con nada?-Pregunté, mientras Jade se deshacía su coleta y metía sus dedos entre los mechones de su pelo.
-No... ¿Y Cloe?
-Durmiendo.-Respondí.
-Vigilaré yo. Ve a dormir.
-¡No!-Dije, algo más alto de lo que quería. Jade me miró fijamente a los ojos. Sabía lo que pensaba. Que no me fiaba de ella. Intente disculparme.-Haremos guardia los dos. Yo estoy bien.
-Tenemos que aprender a confiar unos de otros Blight.
-Si lo hago...-Me excusé.
-Creí que tu eras diferente. Que tenías algo conmigo.
-¿Algo contigo?-Pregunté confundido.
Jade suspiró, mirando al cielo. Luego volvió la vista a mi y nuestras miradas se encontraron por unos segundos. Me sentía tenso, nervioso y a la vez bien. Jade para mi era como una caja llena de explosivos. En menos de un segundo, pasó una de sus manos por mi cuello y me atrajo hacia ella. Su boca se encontró con la mía, y yo volví a ser presa del aturdimiento. ¿A que jugaba Jade? ¿No le había dejado claro ya todo? Quería deshacerme de ella, pero me sentía tan bien a su lado... Allí, en los Juegos, no importaba nada. Todo era como un sueño.
Jade se separó de mi, pero yo tardé algo más en abrir los ojos.
-Lo siento...-Se disculpó la chica.
Miré al cielo en busca de una respuesta que pudiese valer para aquel beso. Pero la única respuesta que encontré fue un punto rojo que cada vez se hacía más y más grande. Una bola de fuego venía hacia nosotros.
-¡Corre!-Grité, y salí corriendo a la tienda para despertar a Cloe. Jade apareció detrás e mi en poco tiempo. Cloe se despertó confusa. Alguien grito que no había tiempo de explicaciones, aunque no sabía con exactitud si había sido yo o Jade.
Salimos los tres de la tienda cuando la bola de fuego impactó en el suelo, a unos quince metros de nuestra posición. Miré al cielo de nuevo y me di cuenta de que esa no iba a ser la única. Había más. Muchas más. ¿Meteoritos? Todo podía pasar ya... Más grandes o más pequeñas, más lejos o más cerca. Cientos y cientos de bolas de fuego caían del cielo.

Capitulo 33

Otro meteorito aterrizó a unos cuantos metros de nosotros. Corríamos sin dirección fija, apiñados y corriendo al mismo paso. Íbamos a bajar por la pendiente todo lo rápido que podíamos para adentrarnos en el bosque, hasta que yo tropecé y rodé por la colina. Me protegí la cabeza con los brazos, no quería terminar igual que Blade.
Los segundos se me hacían eternos mientras rodaba cuesta abajo y escuchaba los gritos de Cloe y Jade. Y lo peor es que no sabía si gritaban por mi o por la bolas de fuego. No sabía si el mundo estaba al revés o si era yo quién lo estaba. Sentía que la boca me sabía a tierra, y que me ardían las manos. Finalmente, cuando creí que había parado de rodar me descubrí la cabeza y abrí los ojos. Y allí estaba, boca abajo al final de la pendiente. Eso si había sido una bajada rápida.
Me giré para ver a las chicas, que bajaban con más cuidado por la pendiente, entonces Jade me miro y su cara se descompuso.
-¡Cuidado!-Gritó.
A primeras, no lo entendí. Lo hice cuando una bola de fuego paso a un par de metros sobre mi cabeza y se estrelló contra la colina. Las chicas saltaron hacia un lado. El impacto de la bola contra la tierra me hizo desplazarme hacia atrás, casi haciendo una voltereta en el aire.
No me había recuperado cuando alguien me cogió por los hombros, arrastrándome. Mire al cielo y vi mechones de pelo rubio. Alguien más me cogió y me levantó con tal fuerza que finalmente me puse de pie. Miré a mi izquierda y vi a Cloe, agarrándome mientras corría.  Miré a Jade, que también estaba corriendo.
¿Corriendo?
Miré hacia el suelo y vi como mis pies se movían patosamente. Estaba demasiado aturdido para entender nada, y entonces Jade y Cloe tiraron de mi hacia atrás. Caí de espaldas y vi como otra bola de fuego chocaba con un árbol cercano.
Intenté levantarme, pero mi cuerpo no respondía bien. ¿Qué me pasaba?
-¡Tenemos que irnos!-Gritó mi hermana.-¡Blight, Blight, levanta por favor!
Rodé sobre mi mismo y levante una pierna para apoyar mi rodilla en el suelo. Intenté hacerlo con la otra, pero no se movía. ¿Por qué no se movía?
-No puedo...-Susurré, intentando gritar. No podía levantar más la voz.
Empecé a temblar. ¿Qué me estaba pasando?
-No hay ningún sitio seguro.-Gritó Jade. -¿Dónde podemos ir?
-A donde sea mientras estemos seguros.-Respondió mi hermana.
Ambas parecieron ponerse de acuerdo y me ayudaron a levantarme. Caminé un paso, dos, tres... y luego la vista se me puso borrosa. Intenté gritar, pero no podía. Parpadeé varias veces intentando aclararla, pero al final no pude abrirlos de nuevo.


Cuando abrí los ojos, estaba asustado, pero la luz del día ya nos había alcanzado. Escuché una conversación suave, no muy lejana a mi. Miré a mi alrededor. Estaba apoyado en el tronco de un árbol, medio tumbado y medio sentado. No quería moverme. Temía que al querer hacerlo nada sobre mi cuerpo respondiese, y eso significaría que estaba muerto. Porque si no podía moverme...
-Tengo miedo...-Escuché decir a Cloe. Estaba cerca, solo a un par de metros.
-Estará bien. Créeme. Seréis del siete, pero sois difíciles de matar...
Cloe soltó una carcajada poco creíble que terminó en llanto.
¿Estaba llorando por mi?
Cerré los ojos.
Tenía que levantarme.
En algún momento tenía que comprobar que estaba bien... o no tan bien. Tenía que hacerlo.
Así que armé de valor e intente impulsarme con los brazos para levantarme. Funcionó.


Regresamos al campamento lentamente. Todo parecía ir bien para mi excepto por una cosa. Mi pierna derecha no funcionaba bien. Había sufrido demasiado en estos Juegos y parecía tener su límite. Me apoyaba en una rama de árbol (que Jade había cogido para mi) y que me ayudaba a caminar.
La imagen del campamento era desoladora. Ya no había campamento. Ya no había comida. Ya no había armas. Solo teníamos lo que llevábamos.
Investigamos un poco alrededor del campamento y encontramos unas cuantas cosas. Armas principalmente. Nada de comida. Teníamos que volver a cazar.
-¿Y ahora qué?-Pregunté.
-Ahora habrá que empezar de cero.-Dijo jade mientras tiraba un trozo de plástico visiblemente inútil hacia atrás.
-Está claro que esto lo hicieron aposta...-Añadió Cloe.
-¿Destruir el campamento?-Pregunté.
-Sin duda es una buena táctica... -Dijo Jade.- Nos deja expuestos ante el peligro...
-Sin protección por las noches...-Añadí.
-Por lo que tenemos que estar más atentos, por lo que estaremos más cansados y seremos objetivos más fáciles.-Terminó mi hermana.
-Y luego está el tema de la comida.-Las dije.-Si no conseguimos alimento...
-Lo haremos.-Respondió Jade.
-¡Pero porque tenemos algunas armas! Ellos querían que nos quedásemos sin ellas.-Dije.
-Sea como sea ya no podemos hacer nada, así que... Será mejor que busquemos algo mejor que esto.-Sugirió Cloe.
Jade asintió. Yo lo hice también. Y nos pusimos en marcha.


-¿Vamos a volver a las montañas?-Pregunté.
No me gustaba estar aquí, con el agua estancada hasta las rodillas, con un olor putrefacto instalado para siempre en el ambiente, y con tanta poca visibilidad... me sentía más indefenso que nunca.
Cloe iba a la cabeza porque según Jade tenía buena vista. Jade iba la última, porque era la más rápido podía defenderse frente a un ataque desde detrás. Yo iba en medio porque Jade decía que era el más débil.
Gracias Jade...
En realidad ella era la que más sabía sobre todo esto, por lo que Cloe y yo la dejábamos hacer su trabajo.
-No es seguro...-Respondió Jade cauta.
-¿Y estar aquí si lo es?-Murmuré.
-No.-Respondió la chica rubia.-Pero... quiero saber que más hay aquí. Quiero decir... Yo no me he movido de esta ciénaga. Vosotros al menos habéis ido a las montañas pero... Habrá mas. No se puede resumir toda la arena a eso.
-¿Quieres explorar?-Preguntó Cloe, quien había estado callada durante todo este tiempo.
-Si os parece bien a vosotros...-Respondió Jade.
-A mi me parece buena idea. Además, solo quedamos ocho. Cuanto más alejados estemos del resto, mejor.-Dijo Cloe con firmeza.
-¿Solo quedamos ocho?
-Sí.-Respondieron las chicas a la vez.
Ocho.
Había perdido la cuenta de los días que llevábamos aquí, como también de los tributos muertos. Parecía que había pasado una eternidad desde el primer día cuando seguramente no llevábamos ni siquiera dos semanas aquí.
-¿Qué ha sido eso?-Preguntó Jade tan bajo que me costó oírla.
Todos nos quedamos inmóviles, deambulando la vista de un lugar a otro en busca de algún movimiento. Todos con las armas levantadas. Yo con mi machete y con mi cuchillo, Jade con dos espadas, y Cloe levantando el hacha y sujetando el único arco que nos había quedado con otra mano.
-Tal vez fue un animal...-Objetó mi hermana.
-No... no, no, no... Ha sonado como una pisada humana, no como la de un animal...
Miré a Cloe un momento, encogiéndome de hombros. ¿En serio Jade sabía diferenciar las pisadas? Si de verdad lo hacía, era asombroso...
Jade se adelantó y se puso al lado de Cloe.
-Quédate atrás Blight.-Me ordenó.
-¿Qué? ¿Por qué?-Pregunté susurrando.
Estábamos en una posición triangular. Cloe y Jade en frente de mi. Quería hacer miles de preguntas, pro jade no bromeaba. Pasaba algo.
Y no tarde mucho en darme cuenta.
Flint, el chico del dos, salió detrás de un árbol del lado izquierdo. Iba bastante bien armado, y tenía una sonrisa torcida. Los Juegos le habían pasado factura al igual que ha todos. Le faltaban un par de dientes, tenía el labio partido, una herida en la cabeza y la ropa hecha jirones.
No sabía por que se veía tan confiado. El era uno, y nosotros tres. Entonces jade se giro repentinamente y lanzó un cuchillo hacia atrás. El corazón empezó a latirme fuertemente.  Al principio pensé que Jade me lo había tirado a mi. Pero el cuchillo paso de largo y se perdió en el agua estancada, aunque por pocos centímetros casi le da una chica. No supe quien era hasta que se sitúo al lado de Flint. Marina, la chica del cuatro. Tampoco se veía bien. Tenía cortes por la cara, un ojo inyectado en sangre y parecía que le habían arrancado mechones de pelo.
Entonces supe por que no se veían nerviosos. Para ellos, la única que podía darles problemas era Jade, no nosotros. Y se veían dispuestos a luchar. Flint saco su espada. Tenía un aspecto amenazador. Marina, por su parte, llevaba una lanza de dos puntas.
No hablaron. Parecía que todo estaba planeado. Caminaron a la vez, Flint en dirección a Jade, Marina hacia mi hermana y yo. Vi como Jade le plantaba cara y daba pasos hacia el chico también, fijándose milimetricamente en cada movimiento. No le tenía miedo. Y si lo tenía, no lo demostraba. Pronto empezó su baile de espadas. El metal chocaba contra el metal y rasgaba el aire. Podía oír los ruidos de esfuerzo que ambos tributos hacían al intentar atacar a su adversario.
Pronto desvié la vista de ellos. marina comenzó a moverse rápidamente. saltó hacia la izquierda, luego a la derecha, y luego a la izquierda hacia atrás. Nosotros no éramos como Jade. No avanzábamos hacia ella como si fuese lo más normal del mundo. El miedo nos delataba, y dábamos pasos hacia atrás intentando defendernos. Pero eso era lo que ella quería. Y ya lo había conseguido. Había creado una barrera entre Jade y nosotros, porque en el medio se encontraban ellos, cada uno con su lucha.
Noté como Cloe me empujó con la cadera hacia atrás y me echaba una mirada rápida, como diciéndome que me fuese. Pero no la iba a dejar sola. No ahora.
Levanté mi machete y me sitúe al lado de Cloe, quién estaba balanceando su hacha.
Y comenzó el baile.
Marina adelantó su lanza y su pie izquierdo, haciendo que diésemos varios pasos hacia atrás. Nos amenazó con la punta de la lanza, y Cloe se decidió a mover el brazo con fuerza, casi alcanzando a Marina en el hombro. Pero la chica era rápida, lanzó la lanza al aire y la cogió del revés. Me quedé desconcertado por un momento, entonces la chica me miró a los ojos y cuando menos me lo esperaba, el mástil de la lanza impactó en mi mejilla izquierda, haciendo que me cayese de lado. Me arrastré por el agua, mientras Marina me amenazaba a mi y a Cloe al mismo tiempo, una cualidad que te daba una lanza de dos hojas. No me había enterado de que de nuevo, Marina nos había separado. Cloe estaba a la derecha de la chica, mientras que yo estaba a su izquierda. Intente levantarme, pero mi pierna no ayudaba. Seguía sin sentir absolutamente nada en ella. Me permití mirar a Jade y a Flint un par de segundos. Luchaban tan bien, que realmente no parecía una lucha de vida o muerte. Algo impactó en mi espalda haciéndome caer de nuevo . Giré la cabeza y en un segundo me dio tiempo a ver lo que ocurría. Marina estaba a punto de matarme con la lanza, y pronto mataría a Cloe que estaba intentando incorporarse. Cerré los ojos. Así que este era el final...
Pensé que me iba a asustar lo desconocido de la muerte y su misterio, pero en aquellos momentos no era eso. Me asustaba más pensar que nunca sabría lo que pasaría con Cloe, con jade, con Rosie, con mis padres y mis amigos... con ninguno de ellos.
Entonces oí la profunda voz de la chica del cuatro.
-Pensándolo mejor...
Me permití abrir los ojos. Si iba a morir quería contemplar el mundo por última vez. Pero no fue el final que yo esperaba. Marina giro su lanza al mismo tiempo que se giraba ella y la lanzó contra Cloe, que estaba arrodillada  en posición de lanzar una flecha. La flecha salió del arco a la vez que la lanza la atravesaba. La flecha alcanzó a marina en el cuello. La chica del cuatro calló a mi lado. Pero ella me daba igual.
Cloe se estaba muriendo.
Me arrastré. Caminé a cuatro patas hasta que al final llegué hasta ella. Hasta mi hermana, y la tumbe en mis brazos. Abrazándola.
Tenía la lanza en el estómago, agarrándola fuertemente, como si así se fuese a salvar.
Palpé su camiseta y pronto mi mano se llenó de sangre también.
De mis ojos empezaron a desbordar lagrimas.
-No duele...-Me susurró Cloe, sonriendo.
Sonriendo.
¿Por qué sonreía?
-No te mueras...-Supliqué.- No ahora. No me dejes solo.
-Ahora te toca luchar a ti... saldrás de aquí... lo sé...
-Cloe...
Ella me sonrío y llevó una de sus manos temblorosas a mi mano derecha. Me la apretó con fuerza y me miró a los ojos. Luego miró al cielo.
-El mundo te parece mucho más bonito cuando te tienes que ir...
-No te vayas...-La supliqué otra vez, sin dejar de llorar.
Ella cerró los ojos, tranquila, como si se fuese a dormir y despertase al día siguiente. Unos segundos más tarde intentó coger aire, una y otra vez, mientras me apretaba con fuerza la mano, y yo la apretaba también. Luego se quedó quieta, su mano perdió fuerza y sonaron dos cañones. Uno por Marina. Otro por Cloe.
Mientras, no sabía si Jade seguía luchando.
Me daba igual.
Quería a mi hermana de vuelta.
Me quedé allí sentado, abrazándola. Jade se sentó a mi lado poco después, abrazándome a mi.
Pero ya no me importaba nada.
Sentía que me hundía, y que ya nadie podía rescatarme.

Capitulo 34
-Tenemos que irnos Blight... Ya viene el aerodeslizador.
Escuchaba la voz de Jade lejana, como si algo hiciese que se distorsionara.
No pensaba irme. No iba a abandonar a Cloe. ¿Y si en realidad no estaba muerta? ¿Y si ese cañón no había sonado por ella? Hacía mal dándome esperanzas que no existían, pero no podía aceptar esa situación. Mi hermana no podía estar muerta.
-Blight, Blight...-Jade tiraba de mi con fuerza ahora.-Blight el aerodeslizador está aquí ya...
Pero me daba igual.
Ellos habían matado a Cloe.
Por su culpa ella y otros muchos chicos estaban muertos. Todo por querer tener controladas a las masas. El miedo les dominaba.
Entonces me dí cuenta de algo muy importante. Un segundo antes de que Marina cambiase de idea, cuando todavía tenía la lanza en mi dirección, no había pensado en mi muerte. No la había tenido miedo. Había estado asustado de no saber lo que pasaría con la gente que me importaba. Eso era lo que me aterraba. Y ahora me habían quitado a Cloe.
Con esfuerzo, miré hacia abajo, donde el cuerpo de mi hermana estaba rodeado por mis brazos cubiertos de sangre. Su sangre. En realidad ella no parecía estar muerta. Estaba preciosa, pese a tener la tez blanquísima, una horrorosa cicatriz en la cara y moratones por toda la piel. Sonreía. Sonreía como si hubiese triunfado. Como si hubiese ganado el juego...
Jade me apartó de ella con fuerza. Aunque no lo parecía, podía apostar a que tenía más fuerza que yo. Intente zafarme de ella sin éxito. Me agarro de la espalda y de los brazos tirándome hacia atrás, mientras los dos chapoteábamos en el agua, y yo soltaba a Cloe. Jade me tumbó con fuerza en el suelo mientras yo intentaba volver con Cloe. ¡No podía dejarla ahí! Jade se sentó sobre mi y me abrazó fuerte mientras me acariciaba el pelo. Intenté tirarla, pero no pude. Rodé. Y cuando al fin me la quité de encima, Cloe ya no estaba. El aerodeslizador se la había llevado y yo no volvería a verla nunca más.
Me quede mirando al cielo entre lágrimas, con los puños apretados. jade estaba detrás de mi. La sentía. Sentía su respiración y su pulso acelerado.
-Blight...-Dijo. Tardé un momento en recomponerme y encontrar el valor para girarme. -Yo... Lo siento, de verdad... Sé que ella significaba mucho para ti.
Respiré pausadamente, intentando relajarme.
-¿Qué tu sabes lo mucho que ella significaba para mi?-Grité, desesperado, lleno de dolor y angustia.- ¿Qué tu lo sabes? ¡Nadie lo sabía! ¡Nadie! Nadie sabía lo que ella y yo compartíamos.
-Se os veía unidos...-Admitió jade, algo perpleja ante mi reacción.
.¿Unidos?-Solté una carcajada en medio del llanto. Y entonces exploté.-¡Ella era mi hermana! ¡Mi-hermana! ¿Sabes cuando lo descubrí? ¡Hace apenas dos semanas! era la única que realmente se ha preocupado de mi durante toda la vida. Siempre ha sido ella. Hubiese dado su vida por mi. pensaba hacerlo. Y ellos me la han quitado.-Señalé al cielo.-El Capitolio me ha quitado a mi hermana. Y juro, que si logró salir de aquí su muerte será vengada de alguna manera.
Me volví a girar y caminé cojeando hacia la dirección opuesta  la que habíamos venido. Lejos de Jade, lejos del campamento, lejos de todo...
Oí unos pasos chapotear detrás de mi. Me llevé la mano al machete, lo saqué y me giré. Jade abrió mucho los ojos al darse cuenta de que la apuntaba a ella.
-No me sigas...
-¿De verdad Blight?
Miré como ella llevaba sus manos hacia una de sus espadas.
-Quiero estar solo...
-¿Volverás?
-No lo sé. No me busques. Solo... dejame...
-Está bien.
Me giré sin guardar el arma y volví a caminar lentamente, sin importarme el ruido que hacía, sin preocuparme de si saldría de allí o no.
Caminé durante horas, hasta que el cielo se volvió de un color rojizo y llegué al final del pantano. Entonces me senté en el suelo, y lloré. Lloré como nunca antes había llorado. Lloré por Cloe, por todo lo que había vivido aquí, por la suerte que me había tocado...
"Yo hace dos semanas era feliz."-Me dije.- "¿Dónde está ese Blight ahora?"
No hacía falta pensar mucho. El viejo Blight había quedado enterrado en lo más profundo de mí.
Me enjuagué las lágrimas y miré al cielo.
-¿Por que me dejaste? Todo es más duro ahora. ¿Lo sabes verdad? Y ni siquiera ha empezado lo peor. No creo que aguante... En realidad no se si puedo estar una hora más aquí, soportándolo todo. La muerte es más fácil...
Le grite al cielo, esperando que Cloe me escuchase...
Suspiré, y dejé el machete a mi lado. De mi cinturón saqué el cuchillo y lo sujete con la mano derecha con fuerza. Me levanté las mangas del jersey, dejando la piel de mi brazo al descubierto y lo observé detenidamente durante un rato. Miré las venas azuladas que se podían apreciar a través de mi piel y deslicé la punta del cuchillo allí. Me mordí el labio.
La muerte era más fácil...
Lo hundí un poco, y salió una gota de sangre de la herida, pero rápidamente lo quité. Lancé el cuchillo lejos.
No podía.
No después de todo lo que Cloe había luchado por mi. Y tampoco estaba seguro de querer hacerlo.
¿Y si después de todo sobrevivía? Como Cloe había dicho. Las probabilidades eran pocas, pero si moría no haría falta que me suicidase, y si ganaba habría cumplido el deseo de mi hermana.  Me levanté para buscar el cuchillo que había lanzado y me lo volví a guardar en el cinturón, junto al machete. Después me senté en el mismo sitio que antes.
Quería dormir ya.
No iba a esperar a que el himno del capitolio apareciese y me mostrase la cara de mi hermana, restregándome que estaba muerta, así que cerré los ojos.

Me desperté sobresaltado, quizá por una pesadilla que no conseguía recordar, quizá porque las temperaturas habían bajado. El dolor volvió a mi, y abracé mis rodillas contra mi pecho. Todo era real. No era un sueño. Cloe estaba muerta. Yo había abandonado a jade. No me quedaba nada. Estaba solo.
Escuché un ruido, y me levanté en menos de un segundo, sacando mis armas.
Esperé.
En el silencio de la noche, no se podía oír nada más que el ruido del agua al correr y algún que otro búho. Nada más.
-¿Quién anda ahí?
Me giré, para comprobar que nadie quisiese atacarme por las espaldas, y entonces la vi. Me froté los ojos. no podía ser.
-¿Cloe?
Estaba apoyada en un árbol. Iba con los pies descalzos, y llevaba un largo vestido blanco hasta los tobillos. El pelo negro lo tenía suelto, cayéndole por la espalda. Sus heridas habían desaparecido, como si nunca hubiese estado en los Juegos, luchando junto a mí.
Ella sonrío, y caminó lentamente hacia mí sujetando el vestido con sus delicadas manos. Parecía tan... inocente.
-¿Estoy soñando?
-Más o menos...-Contestó Cloe.-Prometí que cuidaría de ti siempre.
-Tu... estas...-Di un par de pasos hacia ella e intente tocarla, pero ella se separó y me miró asustada.
-¡No!-Dijo. -No puedes tocarme... No aún.
-¿Por qué?-Pregunté.
-Porque...
Otro ruido, desde atrás. Me giré, esperando un enemigo o algo a quien enfrentarme, pero no había nada. Volví a girarme para encontrarme con Cloe de nuevo, pero ya no estaba.
Había desaparecido...
Me senté en el suelo y me pellizque en la pierna.
¿Estaba soñando?
¿Estaba loco?
Fuera como fuese aquello no podía haber sido real... ¿No?


Capitulo 35
*Jade*

-¿Volverás?-Le preguntó antes de que se de la vuelta.
-No lo sé... No me busques. Solo... déjame.
Aprieto los puños e intento respirar hondo. No quiero que se me note como los ojos se me llenan de lágrimas.
-Está bien.-Digo conteniéndome el típico gritito ahogado que hago antes de empezar a llorar. Aquel que esta arena a oído tantas veces. Entonces Blight se da la vuelta y comienza a caminar en dirección contraria a mi, lentamente.
Yo no sabía nada. Sabía que el y Cloe tenían algo. Al principio incluso pensé que se gustaban, pero nunca imaginé que la verdad de todo aquello fuese que eran hermanos.
Ben no se preocupaba por mi. Quería aparentarlo delante de las cámaras del Capitolio y que la gente admirase su faceta de hermano mayor. Pero un hermano mayor no obliga a sus hermanos pequeños a saber utilizar a las perfección armas desde los cinco años. No les hace despertarse a las cinco de la mañana todos los días para hacerles máquinas de matar. No les castiga cuando no dominan una nueva técnica, cuando no saben hacer un fuego bajo la lluvia... No les obliga a presentarse a los Juegos del Hambre y morir. Ben estaba orgulloso de Martin, mi otro hermano, cuando dejó su cobardía a un lado y se presentó en los anteriores Juegos.
Estuvo orgulloso de el durante dos semanas. Dos. Hasta que murió. Entonces pasó a ser una vergüenza para la familia. Y ahora, conmigo, Ben esperaba que yo volviese a hacer que el apellido Monroe brillase de nuevo.
Pero no sabía como.
Sabía matar. Sabía que podía ganar a la gran mayoría de tributos que quedaban, de hecho, del único que tenía miedo era de Flint. Pero no sabía como matar a Blight.
Ahora que estábamos solos, era incluso peor.
Mi plan antes de entrar había sido no cruzarme con Blight en todos los Juegos, y que la naturaleza actuase por si sola, pero cuando me lo encontré rodeado de lobos me fue imposible no salvarlo. Me recordaba demasiado a él. Su forma de ser, como me miraba... me recordaba tantísimo a Martín.
Había intentado matarlo un par de noches mientras dormía. Pero no había sido capaz.
Y no me veía capaz de hacerlo en un futuro próximo.
En mi interior había una guerra. Yo tenía que salir de aquí. La muerte me asustaba tantísimo que no podía ni imaginarme en otro sitio que no fuese al lado de mi hermano Ben, con una corona de victoria. Pero por otro lado me asustaba tantísimo imaginar los ojos vacíos de vida de Blight... Recordar la muerte de Martin otra vez...
Y luego estaba el estúpido sentimiento. Aquel precipitado palpitar de corazón que ocurría cada vez que le veía, actuar de forma insegura a su lado, perderme en sus ojos...
Miré de nuevo al puntito en el que Blight se había convertido y eche a correr. No podía perderle de vista.
Era rápida y silenciosa, así que llegué a su altura en menos de dos minutos sin que el se percatase. Seguí sus pasos, me escondí entre la maleza y los árboles, vigilaba el terreno por el... Porque el estaba ido. Me había amenazado. ¡A mi! Y la verdad es que pensé que la muerte de Cloe le había dejado tan ido que me mataría. Pero parecía que aún quedaba algo de él dentro de su cuerpo.
Bastante tiempo después, Blight se detuvo, y se sentó en el suelo. Yo escalé un árbol cercano sin hacer el mínimo ruido y me dediqué a observar. Le contemplé mientras el se enterraba en una profunda pena y lloraba sin poder parar. Entonces gritó como si hablase con alguien:
-¿Por qué me dejaste? Todo es más duro ahora. ¿Lo sabes verdad? Y ni siquiera ha empezado lo peor. No creo que aguante...-Y luego su voz se convirtió en un simple murmuro que no fui capaz de oír. Pero yo seguí atenta a sus movimientos.
Le vi moverse. Me estiré, agarrada fuertemente a la rama del árbol, para ver si podía verle mejor. Casi me caigo del susto.
¡No podía hacer eso! ¡No!
No podía suicidarse después de todo lo que había pasado... ¿Iba a rendirse sin más?
-No...-Susurré, mientras una lágrima resbalaba por mi mejilla izquierda. Me la limpié inmediatamente con la manga del jersey e intenté poner cara seria.
Intenté tranquilizarme con un pensamiento:
"Deberías darle las gracias por quitarse del camino solo y no tener que matarlo tu. Las cosas pasan por algo. Tu debes de ser la ganadora."
Pero en realidad, sabía que no deseaba pensar eso.
Blight tiró el cuchillo con furia, y yo respiré tranquila de nuevo.
Después de un rato pareció caer dormido. La oscuridad había llegado también a la arena. Bajé del árbol, y cuando puse mis pies en el suelo, el Himno del Capitolio sonó. Marina apareció primero, después Cloe.
Sentí un pinchazo a la altura del pecho. Fuerte. Cloe y yo no habíamos sido las mejores aliadas, eso era cierto. Pero admiraba su valentía y la energía que desprendía. Su manera de pensar. Todo. Era una chica fuerte. Pero la suerte no estuvo de su parte.
Miré mi mano derecha, donde solo quedaban tres dedos.
De no ser por ella estaría muerta.
Volví a mirar al cielo, y antes de que su cara se esfumase logré susurrar un "gracias".
Caminé rápida y ligera, casi sin hacer ruido cuando las puntas de mis pies impactaban con el agua estancada y se hundían en ella, hasta que llegué a Blight. Estaba durmiendo, abrazándose a si mismo, tranquilo por fuera... Su mente debía de ser un tormento.
Me agaché a su lado y acerqué mis labios a su oído.
-Aunque ahora no puedas escucharme, tienes que dar lo mejor de ti para salir de aquí. Si yo no gano... -Me costo decir eso.- Tu eres quien debe hacerlo.
Me aparté de el lentamente, y le di un beso en la comisura de los labios antes de alejarme de el.
Quizá no volviese a hablar con el.
Quizá el prefería estar ahora solo, ya que quedábamos tan poco tributos.
Pero le protegería, al menos por esta noche.
Así que escalé un árbol, justo el que estaba en frente de mi ex-aliado, y le vigilé durante toda la noche.
Yo le protegería.
Apoyé mi espalda en el tronco del árbol y empecé a tararear una canción muy, muy bajo.
Esa canción que Cloe me había metido en la cabeza mientras cazábamos.


Capitulo 36
Me desperté por el frío. De repente me encontraba con la ropa completamente mojada, al igual que el pelo, y temblando. Estaba lloviendo fuertemente. No parecía ser por la mañana, ya que entre los árboles pude ver el cielo de un color tan gris que daba pena verlo.
Guardé mis cosas a buen recaudo y comencé a caminar hacia ningún sitio en concreto. Era lo único que podía hacer. Caminar, no pararme, sobrevivir... Fijándome en cada movimiento extraño, aunque fuese la simple agitación de una hoja a causa del viento.
Entonces la vi. Y me detuve.
-Creí que te dije que no me siguieses...
Era increíble como en apenas dos semanas había mejorado tanto mi capacidad en... prácticamente todo. Excepto en la buena alimentación.
Me giré, para ver si Jade se dejaba ver. Y haló, aunque estaba escondida.
-Aún somos aliados... no has roto el pacto. Debemos de cuidarnos.
-¿Y por qué te escondes de mi?
-Creí que me dijiste que no te siguiese...-Dijo la chica, asomando su cabeza por encima  del tronco de un árbol caído.
No dije nada. Solo fui hasta ella y la abracé. Sentí la tensión de su cuerpo al principio, pero después se dejó abrazar mientras yo lloraba en su hombro y ella me daba palmaditas en la espalda, como si se tratase de un niño.
-¿Te has fijado?-Susurró.
-¿En qué?
-En la lluvia. Ha hecho que el agua suba de nivel.
-Quizá quieran inundar la arena...-Pensé.
-No bromees.-La cara de Jade era todo un poema.
-No lo hago. -Me giré para continuar mi camino.-¿Vienes conmigo?
-Quedamos seis.
-Y nosotros somos dos Jade, aún quedan cuatro por ahí sueltos.
La chica suspiro y se puso a mi derecha, dándome la mano.
-Estoy contigo.

Parecía que nos habíamos perdido. Kilómetros y kilómetros de bosque con agua estancada. Y lo peor era que ahora costaba más caminar, porque el agua ya no nos llegaba a los tobillos sino a la rodilla.
-Hey, ¿Qué es eso?-Preguntó Jade, soltándome la mano y dando saltos raros para avanzar por el agua. Yo la seguí. Estaba al lado de un poste que nos llegaba a la altura de la cintura. Tenia un cuerpo de color negro, con un 3 pintado de color blanco, y una cabeza y redonda de metal. Jade acercó una de sus manos, pero yo la detuve.
-No lo toques. Igual es peligroso. Ten cuidado.-Señalé al suelo. Unas cuerdas sujetas al poste se hundían en el agua y avanzaban bajo esta hasta quien sabe donde.
-¿Qué es eso Blight?
-No lo sé, pero no tiene muy buena pinta...
Jade miró las cuerdas que había bajo el agua con cautela, y luego sus ojos azules miraron a los míos. Podía leer sus ojos. Tenía miedo. Si ella estaba asustada, ¿Por qué estaba yo tan tranquilo?
-¿Y si los seguimos?-Pregunté.
-Dijiste que podía ser peligroso.
-Pero igual nos den respuestas.-Repliqué.
Jade tardó unos segundos eternos en contestar, y la verdad, no me esperaba esa contestación para nada.
-Mi hermano dice que los Juegos cambian a la gente, y es verdad. Pero hoy he comprobado que no son los Juegos los que hacen cambiar a las personas, son las heridas profundas que estos les dejan. Tu herida es Cloe, y siento decirte que no te vas a recuperar.
Dicho esto, avanzo siguiendo la cuerda de cerca, y yo la seguí a ella.

La cuerda nos llevó hasta otro poste totalmente idéntico. Al igual que el otro, también tenía un 3 dibujado en el.
-¿Por qué un tres?-Preguntó la chica.
-Quedamos seis. Dos postes. Tres más tres, seis.-Dije.
-¿Matemáticas?-Preguntó Jade, y yo me encogí de hombros.
-¿Cuántas semanas llevamos aquí?
-Dos.-Respondí.
-¿Distrito 3?
-Los dos tributos están vivos, creo.-Volví a decir.
-No lo entiendo... -Jade se limpió la frente del agua de la lluvia y del sudor. -¿Seguimos las cuerdas de nuevo?
-¿Crees que llegaremos a una conclusión?
-No lo sé, pero es mejor que no hacer nada...

Nuestros estómagos rugían con fuerza. Yo podía escuchar el de Jade, y apostaba a que Jade podía oír el mío. Caminamos siguiendo las cuerdas subaquáticas que se movían con el movimiento del agua, pero que nunca llegábamos a tocar. No me fiaba de nada que no fuese natural en la arena, y esto no lo era. De hecho, tampoco me fiaba de nada natural, solo con recordar los anteriores Juegos...
No tardamos más de una hora en llegar al siguiente poste, igual que los anteriores. Con el mismo tres pintado, y con cuerdas saliendo de él en todas las direcciones.
-Bueno... ahora sabemos que la opción de los seis tributos queda descartada.-Dije.
-¿Cuántos de estos puede haber?
-No lo sé Jade, pero me estoy muriendo de hambre.
-Lo he oído...-Dijo la chica con una risita.
Miré al cielo, el cual seguía tan oscuro (o incluso más) que cuando empezamos a caminar. Entonces algo me llamo la atención.
Un nido.
-Jade, ¿Qué te parecerían ahora mismo unos huevos?
Jade me miro confusa, y yo señalé a un árbol bastante alto.

Jade no quería que escalase el árbol con mi pierna en aquellas condiciones, pero no quería parecer débil, y tenía demasiada hambre. Además que tener las piernas tanto rato sumergidas bajo el agua estaba empezando a disgustarme.
Jade llegó a la rama donde se encontraba el nido mucho antes que yo, pero yo no me atrevía a ir rápido por el hecho de que podía estar a unos quince o veinte metros de altura y caerme no me apetecía lo más mínimo. Cuando llegué, me quedé una rama más abajo que Jade. La chica no podía pesar mucho, pero la rama parecía demasiado débil.
Jade me miró desde arriba.
-Tengo tanta hambre que me los comería crudos.
Me agarré fuertemente al tronco del árbol. No estaba muy seguro de soltarme de su firmeza.
Miré al suelo. Suelo... o agua. Todo era agua.
Entonces un pensamiento extraño se me paso por la mente.
-¿Crees que ahora habrá criaturas peligrosas por el agua?
Mi pregunta hizo que el rostro de Jade se contrajese y la hiciese pensar.
-No lo sé... Pero si es así, ya no quiero bajar.

Finalmente, comimos los huevos crudos en lo alto del árbol. Las hojas no nos protegían nada de la finísima lluvia que no paraba de caer. La madre pájaro tampoco apareció, por lo que tuvimos suerte por ese lado también.
Un ruido sonó desde lo alto del cielo. Más allá de las nubes negras y enroscadas que se apelotonaban encima de nosotros. Miré hacia el, y vi que Jade también miraba. Así que los dos vimos lo que ocurrió. Fue todo muy rápido, y aunque pareciese natural, no lo era.
En la parte donde todas las nubes negras se congregaban, estalló una bola dorada que lanzó varios rayos dorados al suelo.
-¡Ha caído en el poste Blight! Oh, Dios mío, ¡Ha caído en el poste!-Gritó Jade, antes de que sonasen tres cañonazos.
¡Pum!
¡Pum!
¡Pum!
Miré aterrado a Jade, y después de nuevo al cielo, donde las nubes negras seguían juntas, pero sin más rayos.
-¿Eso han sido tres cañones?-Pregunté.
-No han parecido ser truenos.
-¿Qué diablos está pasando?-Grité, histérico. Jade también estaba histérica.
-No entiendo nada...
-Explícame lo que has visto.-La exigí.
-Lo mismo que tu. La bola dorada en el cielo explotando en cientos de rayos. Uno de ellos ha impactado en el poste de ahí abajo. ¡Mira! ¡La cabeza del poste! Esta negra. Antes era plateada.
-¿Han muerto tres personas?-Grité.
-Quizá esos postes transmitían la corriente eléctrica a través del agua gracias a las cuerdas.-Dijo Jade.
-¿Como sabes eso?
-No lo sé... El Distrito 3 sabe mucho de eso y yo...
-Espera, espera, espera... ¿El Distrito 3?
Jade asintió, y abrió los ojos como platos.
-Los postes tenían un tres dibujado en ellos...-Dijo Jade, bajando la voz.
-Y quedan dos tributos del tres. -Añadí. -Solo ellos saben de electricidad aparte del Distrito 5, y no queda nadie del cinco.
-¿Connor y Paige han hecho esto?-Preguntó Jade, casi afirmándolo.
Connor era el tributo masculino del Distrito 3, y Paige su compañera.
-No. juntos no. Lo han hecho por separado, uno de ellos está muerto. ¿Entonces eso significa que solo quedamos Paige o Connor, tu y yo?-Pregunté.-¿Y si no han sido ellos? Quizá es una treta del Capitolio para volvernos locos. Quizá uno de esos cañonazos sea el de los tributos del tres, y otro siga vivo.
-Sea como sea quedamos tres Blight. Tu yo, y otro tributo.
-¿Cuántos quedábamos antes de los cañonazos?
Jade contó con sus dedos todos los nombres de los tributos. Se sabía de memoria todas las muertes por orden, y como habían sido. Sentí un pinchazo en mi interior cuando ella dijo: "Maxwell, del 8, que no sé como murió." y "Blade, del 2, los dos sabemos como fue." Se saltó las muertes de cloe y Marina, algo que agradecí, porque no quería pensar en eso en ese momento.
-Se supone que Flint, el chico del dos. Connor y Paige. Evan, el chico del once. Tú. y yo.
-Quedamos tres.-Susurré...
-Hoy por la noche sabremos quien es nuestro rival.-Me tranquilizó Jade.
-No... me refiero. Quedamos tres. Y tu y yo seguimos juntos. ¿Sabes lo que pasará si el otro tributo muere verdad?
Jade bajó de su rama del árbol, y de cuclillas se mantuvo en equilibrio en la que yo estaba. Los dos nos miramos. Sabíamos la respuesta.
-No quiero hacerte daño.-Musitó Jade.
-Yo a ti tampoco.
Nos quedamos mirando un rato más.
-Aunque... si me matas, te lo perdonaría.-Susurró Jade, antes de que un estruendo se oyese a lo lejos.


Capitulo 37
Parte 1

Los dos nos giramos para mirar de donde procedía aquel estruendo. Jade, rápida y ágil escaló un par de ramas más antes de que se quedase literalmente con la boca abierta.
-¿Qué ocurre?-Pregunté, porque yo no podía ver nada.
Intenté ponerme en pie en la estrecha y quebradiza rama del árbol.
-¡No, no, no! ¡Quédate ahí!-Gritaba Jade, después de reaccionar. Saltaba prácticamente de rama en rama, otra vez, pero esta vez bajando. -¡Agárrate a algo!
Sin pensármelo me agarre fuertemente al tronco del árbol.
-¿Pero qué...?
No hizo falta que la chica me respondiese. Lo podía ver con mis propios ojos. Una gran masa de agua avanzaba rápidamente hacia nosotros, destruyendo casi todo lo que se encontraba por el camino. Mi cabeza solo logró reunir dos ideas: La primera era la muerte. La segunda era escapar. Sí, por ese orden.
En apenas un par de segundos el agua impactó contra nuestro árbol, el cual se tambaleó un poco, pero aguantó en pie. Jade soltó una carcajada de victoria, hasta que el árbol volvió a tambalearse. Esta vez mucho más fuerte. Tan fuerte, que el árbol no aguanto y cayó. Yo no tenía la fuerza suficiente para agarrarme al tronco que caía, chocándose con más árboles, por lo que me solté y caí mientras agitaba los brazos en el aire. Oí el grito de Jade también. La chica estaba aún más alto que yo, pero ella sabía como salvar la vida al contrario de mí.
No quería caer en el agua rápida y turbulenta. No sabía nadar, y estaba seguro de que esas no eran buenas condiciones para aprender. Pero no caí en el agua. Mi estómago chocó contra otra rama, o un tronco caído, que estaba a unos cinco metros del agua. El agua pasaba rápido bajo mi cuerpo, y notaba como la rama, el árbol, o lo que fuese que me había salvado de morir ahogado, se hundía.
Algo cayó a una precipitada velocidad hacia donde yo estaba. Jade. Su cuerpo no impactó como el mío en el tronco, pero se supo agarrar al tronco con sus brazos. Su cuerpo estaba colgando. La tenía a unos dos metros de donde yo estaba.
Estiré un brazo, porque temía moverme mucho y que el árbol se hundiese. Ella estiró su otro brazo y los dos nos cogimos de la mano.
-¡Sueltate!-La grité. Y al principio pensé que no me iba a hacer caso, pero se soltó. La sujeté fuerte, y le di la otra mano. El peso de su cuerpo hacía que el mío se deslizase hacia delante.  Otro árbol cayó justo donde Jade había estado hace diez segundos antes. Todo se desmoronaba y nosotros solo intentábamos caer.
Jade no pesaba mucho, pero tiraba de mi hacia delante. Estábamos mirándonos a los ojos, y sabía que los dos pensábamos lo mismo. ¿Iba a acabar así para nosotros?
-¡Tenemos que luchar Jade!-La dije.-¡Esto no puede acabar así!
Ella me clavó sus uñas en la piel, y yo hice un esfuerzo por no quejarme. Me apretaba las manos con fuerza, pero ambos las teníamos mojadas y ella se me resbalaba de los dedos. Intenté subirla un poco, pero no tenía fuerza, y el tronco crujió. Otro árbol cayó justo a nuestro lado, salpicándonos con el agua que seguía moviéndose rápidamente. La lluvia incesante no ayudaba, ya que me hacia ver peor.
Jade miró hacia abajo, luego me miró y se mordió el labio.
-Suéltame...
-¿Qué?-Pregunté confuso.-¡Ni lo sueñes! ¡No!
-Blight, apuesto lo que sea a que no sabes nadar. Y... esto no va a aguantar mucho más. Suéltame. Saldré a la superficie y luego nos encontraremos.
-Pero y si...
No quería soltarla. No por el hecho de que no confiase en ella y me estuviese mintiendo, si no porque no quería quedarme solo en esta situación. ¿Cuándo pasaría el agua? ¿Cómo saldría de allí?
-Blight por favor...
Ella me miraba suplicante, aunque en realidad tenía miedo. Lo podía leer en sus ojos.
Entonces la solté. No porque yo quisiese, si no porque no podía más con su peso y se me había resbalado de las manos. La vi hundirse. Esperé. Esperé. Esperé. Y apareció en la superficie de nuevo. Dio unos manotazos y volvió a hundirse, mientras la corriente la arrastraba.

No sé cuanto tiempo pasó hasta que el agua se calmó y rebajó de nivel poco a poco. Yo estaba temblando sobre el tronco, que cada vez crujía más. Temblaba por el frío, por el miedo... No quería bajar porque temía que el agua volviese, que me encontrase con el otro tributo, que me pasase algo en general...
Finalmente bajé. Tenía que encontrar a Jade, ya que ella había sido valiente al decirme que la soltase, y si ella me encontrase en el árbol igual que antes, estaba seguro de que no se lo tomaría muy bien.
Seguí el rastro del agua. Hacia el sur.
El agua volvía a estar por la altura de las rodillas otra vez. Costaba andar, sobre todo ahora que el suelo estaba revuelto, y a cada paso que dabas te hundías en el lodo.
Encontré a Jade gracias a que su pelo rubio destacaba entre el bosque. Estaba agarrada a un árbol, medio tumbada medio apoyada, con la mitad del cuerpo sumergido. Intenté correr hacia ella. Cuando llegué, me esperaba una sonrisa de bienvenida o algo por el estilo. Pero la cara de Jade borraba todo rastro de alegría. Estaba pálida, con los labios amoratados. Me enseñó una mano que estaba llena de sangre. Mi corazón empezó a palpitar fuertemente. ¿Qué la había pasado? No veía ninguna herida. Hice que ella pasase un brazo por mis hombros y se apoyase en mí. La levante un poco y ella se quejó con un grito desgarrador, pero lo vi. Había una especie de rama afilada atravesándola la cadera izquierda. Si salía de esta, no creo que pudiese tener hijos. Si salía de esta...
Me senté en el suelo, sumergiéndome en el agua, y senté a Jade en mi regazo.
-¿Me voy a morir verdad?-Preguntó ella con lágrimas en los ojos. No supe que responderla.
-No... Puedes ponerte bien. Solo quedamos tres.
-Blight, no me valen las mentiras ahora. Sé sincero conmigo. ¿Cuántas posibilidades hay de que gane?
-No lo sé, no soy médico...
-¡Blight, por favor!
-Quizá... si yo logro deshacerme del otro tributo y luego me matas sin que me de cuenta...
Entonces empezó a llorar. Yo la abracé fuerte, y ella me respondió al abrazo.
-Tengo miedo Blight. Tengo mucho miedo.
-Yo también...
-Tu no vas a morir...
-Eso no lo sé todavía.
-No vas a morir aquí. Yo lo sé. Estoy segura de ello. Morirás dentro de muchos años por un despiste o una tontería de esas que le pasan a la gente tonta como tú, pero no hoy, no aquí.
Cuando acabó de decir esto se separó de mi y vomitó. Apostaría cualquier cosa a que me puse tan pálido como ella cuando vi que solo vomitaba sangre. Se dejó caer en mis brazos de nuevo y apoyo su cabeza en mi pecho.
-Te dije... que estaba muy mal...
-¿No te duele?-Pregunté.
-¿El qué?
-Eso... atravesándote... ¿No te...?
-No lo siento Blight... es como si tuviese la mitad del cuerpo muerta...-Ella suspiró.-Hazme un favor...-Jade rebuscó en su pantalón sin ganas, sacó un cuchillo y me lo dio.-Mátame.
Mi cara se descompuso.
-¿Qué?
-Estoy torturándome sobre lo que va a pasar con la muerte, y lo asustada que estoy y... estoy cansada de pensar... Solo... haz que me olvide de eso y acaba conmigo.
-No puedo Jade...
-Te lo estoy suplicando...
-No puedo matar a otra persona.
-No me estas asesinando tu. Es un suicidio por mi parte pero que no soy capaz de hacer.
Ella, con sus manos temblorosas llevo mi mano hacia su cuello, y puso la fría hoja afilada en su piel. Hizo que me acercase a ella tanto que nuestros alientos se mezclaban.
No podía hacer lo que me pedía. Quizá nuestra relación había sido muy rara, y puede que a veces esa chica me diese dolores de cabeza, pero no podía hacerlo. Ella y yo eramos aliados. Y los aliados que uno hace en los Juegos se vuelven tus mejores amigos sin que te des cuenta, para siempre. Y la peor parte es que esos mejores amigos acaban muertos. Pero acaban muertos por su cuenta, no porque yo tenga que matarlos.
-Jade... de verdad que no puedo.
-¿Vas a dejar sufriéndome durante horas hasta que suene mi cañón? Cuanto antes lo hagas, antes saldrás de aquí, y lo sabes. Yo ya no pinto nada aquí... Y Rosie... estoy segura de que quiere volver a verte...
No le había hablado de Rosie detalladamente a Jade. De hecho no creí haberla dicho su nombre. Pero entonces pensé en Cloe.
Era una buena jugada sacar a Rosie en el tema por parte de Jade.
-Pensé que estabas segura de ser la próxima vencedora.
-Y lo estaba... Pero mis planes no salieron... como esperaba...
Cogí todo el aire que mis pulmones me permitían y miré a Jade a los ojos, con el cuchillo en su cuello.
-¿Una última petición?-Pregunté al borde de las lágrimas.
Ella sonrió, cerró los ojos y se inclinó hacia mi, posando sus labios sobre los míos. Cerré los ojos también y moví la mano rápidamente. Pronto un líquido espeso y caliente empezó a correr por mi mano. Sonó el cañón, y me aparté de Jade. Ahora no parecía tan bella como antes. Tenía los ojos cerrados, marcas de los Juegos, sangre por todas partes...
Entonces me percaté. Solo quedábamos dos.




Parte 2

¿Cuánto tardaría en encontrarme con el otro tributo? ¿Horas? ¿Minutos? ¿Segundos?
Sinceramente, no creía que pasase de esta noche.
¿Y que tributo sería mi contrincante?
Ahora estaba solo. Completamente solo. Y mi vida solo dependía de mis acciones. Cloe, Jade, Rosie, mis padres, mis amigos... todos confiaban en mi. Todos, menos yo. Tal vez pudiese con alguien como Paige, la chica del 3. Pero si era Flint el otro tributo, lo vía difícil. Muy difícil. Había visto como actuaba Flint. Prepotente, irónico, desagradable... actuaba antes de pensar y eso podría jugarle malas pasadas. Pero era fuerte, rápido y siniestro. Básicamente era como Blade pero algo más cuerdo y en versión masculina.
En esos momentos solo sentía un sentimiento: Culpabilidad. Por la muerte de Maxwell, por la de Blade, por no proteger a mi hermana, por matar a Jade. Aunque ella me lo pidiese, yo la había matado. Había matado a mi aliada. Había matado a mi mejor amiga.
Me había quedado con todas las armas de Jade, así que ahora tenía cuatro cuchillos, dos espadas, y un machete. Iba equipado.
"Se acabaron las trampas Blight. Ahora tendrás que hacerle frente a tus peores miedos."
Parecía que habían pasado años desde que entre a los Juegos. El día de la Cosecha estaba tan lejano ya... Y lo mucho que había cambiado en dos semanas.
Los rayos del sol se filtraban por las hojas de los árboles. Esta parte de la arena no había sido afectada por el agua, ya que estaba tal y como había estado el resto de días.
Caminé y caminé, hasta que de repente me di cuenta de a donde había llegado. Vi la cornucopia dorada y seguí su resplandor. No había vuelto a la cornucopia desde el primer día, y ahora, allí estaba.
Parecía que la habían elevado de nivel. recordaba que el agua me llegaba al cuello al estar cerca del cuerno dorado, y ahora que estaba tocando la superficie caliente del cuerno con la palma de mi dedo, el agua solo me llegaba a las rodillas. Parecía que todo el agua estaba al mismo nivel.
Un cuchillo se estrelló contra la pared dorada de la cornucopia. Obviamente había sido lanzado a posta a la pared, si Flint me hubiese querido dar, lo hubiese hecho. Lo que decía, prepotente. Prefería dar un buen espectáculo antes que matarme sencillamente. Tenía el presentimiento de que iba a sufrir.
-Vaya siete. Debo de decir que me has impresionado llegando tan lejos. Te aplaudiría, pero tengo que reservar mis energías. ¿Dónde está Jade? ¿Cómo la mataste? Se la veía tan segura de ser la ganadora...-Flint se río.- Inútil...
No le contesté. me sentía petrificado. Era Flint. Tenía que matar a Flint.
-¿Hola? ¿Estas bien?-Preguntó Flint.-Te lanzaría otro cuchillo para espabilarte, pero sería una muerte muy rápida ¿no? Muy... agradable. ¿Qué? ¿No me esperabas a mi? ¿A que no? Creías que tendrías que enfrentarte a alguno de esos pardillos del tres. Ellos tenían un plan, pero Marina y yo teníamos otro.
Apreté los puños al oír el nombre de Marina. Flint se dio cuenta.
-Ah claro... Marina mató a tu novia... Lo siento chaval. Bueno, pronto os reuniréis. Pero antes te contaré lo ocurrido... -Dijo mientras jugaba con un cuchillo.- A los del tres les habían enviado esos postes hace mucho tiempo los patrocinadores. Les encontramos, y nos los íbamos a cargar, pero nos dijeron que si les dejábamos vivir nos contarían su plan. Total, que nos dividimos y fuimos plantando esos postes por la arena. Eso hacíamos cuando nos encontramos con vosotros. Luego Marina murió, y yo tuve que hacer el resto. Hoy se avecinaba la tormenta tan esperada por los del 3, así que les dejé inconscientes, y yo huí. Cuando el rayo calló se supone que debería de haber ganado. Pero aún quedaban otros dos.
-Éramos Jade y yo.-Dije.
-Si bueno, me da igual Ahora solo quedas tu, y vas a morir.
Flint corrió hacia mi cuando ni siquiera había acabado de decir la frase. Giró su brazo y me dió con el codo en la cara, haciendo que cayese hacia atrás. Rodé por el agua, y él me pateó en las costillas. No podía levantarme, pero el me agarró del pelo y me arrastró hacia atrás para darme unas cuantas patadas en el estómago. Luego me tiró con fuerza al suelo.
Estaba mareado y confuso, pero tenía que responder si no quería morir. Todo esto había pasado como en un minuto. Lo único que sentía ahora mi cuerpo era dolor.
Me levanté y saqué una las espadas de Jade. Flint sacó las suyas.
-¿Qué piensas hacer con eso? Si ni siquiera la sujetas bien.-Me espetó el chico del 2.
Me apuntó con su espada, y con un movimiento rápido me corto en el brazo derecho, haciendo que soltase una de las espadas. Rápidamente me agaché a recogerla, pero Flint fue más rápido y la apartó de mi. Hizo otro movimiento rápido, pero yo supe responder. Los metales de las espadas chocaron. Una vez, dos veces, tres... Pero con otro movimiento hizo que me quedase sin espada de nuevo. Antés de que me diese tiempo a buscar más armas, llevo su brazo hacia atrás y lo bajo rápidamente. Intentando defenderme, atrapé la hoja de la espada entre mis manos. Flint, sonriendo maliciosamente, retiro la hoja de la espada con rapidez, haciendo que me cortase las manos que pronto se llenaron de sangre. Dolía inmensamente. Me ardían. Estaba seguro de que me había quedado sin manos, pero al mirar, comprobé que seguían estando ahí. Aunque estuviesen cubiertas de sangre goteante. Ahora no iba a ser capaz de coger nada más. Pero no quería morir.
Miré con odio a Flint. Era grande y rápido con las armas. ¿Pero y corriendo? ¿Era astuto? Le miré a él, y luego miré de soslayo la cornucopia.
"Los débiles no siempre están perdidos. Siempre hay esperanza." -Pensé.
Así que retrocedí un par de pasos hacia atrás, y huí. Mi cojera no me permitía correr adecuadamente, pero Flint no estaba muy preocupado por eso, ya que caminaba a un ritmo normal.
Yo rodeé la cornucopia y me subí encima de ella. Mientras esperaba a mi contrincante hize un esfuerzo y saqué el machete sujetándolo como podía. Me dolían tanto las manos. No miré mis manos durante mucho tiempo, pero vi como la piel cortada colgaba de ellas. Me escondí detrás del cuerno, y esperé a que subiese. Cuando lo hizo, salí de detrás del cuerno y me moví rápidamente en frente de el; de derecha a izquierda, (ignorando el dolor), y entonces hice una especie de giros con el machete. Se lo había visto hacer a Jade, y estaba seguro de que no se esperaría eso de mi. Cuando Flint estaba bastante desconcertado, levante el machete y le di con toda la  fuerza que tenía en la cara. Flint cayó hacia atrás, con la nariz sangrante. Cayó de la cornucopia de espaldas. Yo bajé de un salto y recordando el dolor que Blade me había provocado, le hice girar con una patada y cuando intento levantarse le pisé con fuerza en la espalda, luego le corte en la curva de la espalda. Sabía lo que dolía porque su compañera de distrito me lo había hecho.
Pero al contrario que Blade yo no quería perder el tiempo. Yo no sabía jugar bien a esto, así que sin pensármelo dos veces, cerré los ojos y hundí el machete en la espalda del chico. Al mismo tiempo, un dolor intenso me recorrió el cuerpo. Di dos o tres pasos hacia atrás y miré a Flint, que estaba gritando y agitándose. Se supone que eso debía de haber acabado con el, ¿no? Di unos pasos más hacia atrás y miré hacia abajo. Tenía un cuchillo clavado en el tobillo. Me senté en el suelo, y sin dejar de mirar a Flint, intenté sacármelo.
El chico estaba tumbado en el suelo, mirándome, respirando fuerte. Pero sonriendo.
-A ver quien consigue salir de aquí... antes... Ese... cuchillo tiene... veneno...-Tenía la respiración agitada, e intentaba desconsoladamente coger aire.
Miré la herida profunda que me había hecho.
-¿Qué?
Flint se río mientras escupía sangre.
Me levanté furioso. Esto tenía que acabar ya. Quería volver a casa. Me acerqué a Flint y le puse el pie en la espalda. El chico aulló de dolor. Hice que diese su cabeza hacia atrás y puse el cuchillo en su cuello, como había hecho con Jade.
-Hazlo rápido...-Pidió el chico. Y yo lo cumplí.
El cañón sonó. Y una voz invadió la arena.
-"Blight Oakheart, ganador de los 51 Juegos del Hambre."

No me lo creía.
Había ganado.

Miré al cielo. Un aerodeslizador venía a recogernos.
Pero entonces la vista se me emborronó, y noté que me caí al suelo aunque no viese nada. y el mundo me daba vueltas, y los ojos me temblaban. Sentía frío y calor al mismo tiempo y estaba temblando.
El veneno estaba empezando a hacer efecto.
Pero no podía. Había ganado. No podía morir ahora.
Mi tortura no había acabado aún. Tenía que seguir luchando, ya quedaba poco. Tenía que luchar por Jade, por Cloe, por Rosie...


Capítulo 38
Recuerdo despertarme gritando y pidiendo auxilio. Estaba rodeado de personas que vestían de blanco, y a ninguna de ellas se le veían la caras. Tenía una vía intravenosa en el pliegue interior del codo, y la pierna izquierda inmovilizada, levantada en una especie de cabestrillo. Las personas vestidas de blanco analizaban mi pierna, y no me gustaba que llevasen un bisturí en la mano. Me levanté con fuerza intentando apartar la pierna del cabestrillo, para luego golpear a aquellas personas, pero no tuve tiempo de escapar. Alguien me agarro con fuerza y me introdujo una aguja de inyección en el brazo. No tardé mucho hasta volver a quedarme completamente dormido.

La segunda vez que me desperté, solo había una persona en la sala. La luz provenía del techo, y se enfocaba fijamente en mis ojos. Esta vez, estaba demasiado alelado como para poder moverme. Ni siquiera podía apartar la vista del foco de luz.
-Vaya, que poco te duran los sedantes chico...-Me dijo una voz. Supongo que era la de la persona que estaba en la habitación. Sonaba femenina, cálida, y relajada. Hacía mucho que no escuchaba a alguien hablar tan calmadamente como aquella voz.-¿Sabes que? Ahora mismo todo el mundo esta hablando de ti. Eres famoso. Te llaman el Chico Paciente. Dicen que has sabido esperar para llevar todos tus planes a cabo, pero a mi me parece que se equivocan, y que realmente has sido suerte. En cambio me parece también que te han puesto un nombre demasiado soso... yo te llamaría Blight el invencible. De verdad, creo que has sido el tributo que más desastres ha tenido que soportar. Y lo de tu hermana... increíble. A todos nos destrozó el corazón. ¿Y te habías visto la pierna? Nunca vi algo tan destrozado como...
Dejé el hilo de la conversación que la chica mantenía con ella misma, porque yo, aunque hubiese querido hablar, no podía.
Cerré los ojos e intenté tranquilizarme, ya que tenía los nervios a flor de piel.
Ya está. Había ganado, e iba a volver a casa. No tenía que pensar que todas las personas de mi alrededor me iban a hacer mal, ni que tenía que matarlas o pelearme contra ellas.
Aunque después de esto, el verbo "matar" solo era una palabra más añadida a mi diccionario. Había acabado con cuatro personas. Cuatro de veinticuatro.
Intenté no pensar y dormirme. Lo conseguí en segundos.

Cuando volví a abrir los ojos, la luz seguía encendida, y esta vez estaba completamente solo en la habitación. La cabeza ya no pesaba, ni me sentía medio drogado. Me senté cuidadosamente sobre la camilla en la que había estado tumbado segundos antes. Estaba vestido con una simple túnica que me llegaba hasta las rodillas y era de color azul. Tenía puesta la vía intravenosa. Me levanté. Estaba descalzo así que sentía en las plantas de los píes el frío del suelo. A un lado, había un espejo. Me detuve a mirarme.
¿Ese era yo?
Parecía tan cambiado, tan... débil. Me toqué la cara, con unos cuantos moratones amarillentos aún. Intenté dar un paso y avanzar hacia la puerta, pero sentía la pierna izquierda mucho más pesada de lo normal. Intenté caminar, pero me costaba. Volví a sentarme en la camilla poniéndome nervioso y empecé a tocarme la pierna. No sentía nada a partir de la rodilla. Tenía una cicatriz horrible a un lado de esta. Se me escapó una lágrima que borré con la palma de la mano.
Cojeando avancé hasta la puerta de la habitación. Quería salir. Quería encontrar a Ray o a Jara. Solo a ellos. Era los únicos en los que podía confiar.
La puerta no se abrió. Di varios manotazos en ella y grite. Vi a dos personas vestidas de blanco y con mascarilla pasar por delante de la puerta. Los dos se me quedaron mirando, y luego pasaron de largo mientras gritaba a través del cristal. No tardaron mucho en aparecer otras personas que abrieron la puerta. Sin dudarlo me abalancé sobre ellos. Eran dos. Un señor de mediana edad y una chica. Al señor le arañé la cara antes de que otra vez, alguien volviese a anestesiarme y me cayese al suelo. Lo último que oí, fue la voz relajada que había hablado antes. Mucho antes, diciendo:
-Pobrecillo...

Me desperté por culpa de una pesadilla. Me llevé la mano a la cabeza a la vez que me sentaba en la camilla. Era la primera vez que soñaba desde los Juegos, y lo detestaba.
No recordaba muy bien las imágenes. Solo sangre, muerte, y angustia.
-Espero que esta vez te sepas comportar.
Levanté la cabeza. ¡Ray! Era él.
No pude contenerme. Me levanté, y cojeé hasta él. Vi su rostro asustado, pensando que le iba a hacer algún daño, pero cuando le abracé el me devolvió el abrazo.
-Te echaba de menos chico...-Dijo él, con su voz grave y monótona.
-¿Hace cuanto que salí?
-Seis días. Has tenido bastantes problemas. Casi creímos que nos íbamos a quedar sin tributo ganador.
"¡Oh claro! El veneno, se me había olvidado por completo lo que Flint intentó hacer. Flint... al que yo mate."-Pense.
-Y han pasado muchas cosas mientras tu dormías tranquilamente.-Me espetó mi mentor.-Por ejemplo, tu cumpleaños. ¡Felices diecisiete chico!
-Ahora mismo, me da igual mi cumpleaños. Quiero volver a casa.
-Lo imagino... Deberías de venir conmigo y comer en condiciones. Creo que será mejor que ese líquido que te meten, además Jara se muere por verte. Al igual que tus estilistas, y no olvidemos de Crassa. Todo el mundo sabe ya que su chico a ganado.
-¿Su chico?-Pregunté atónito.
Ray me paso un brazo por los hombros. Cojeé a su lado y el me miró con pena.
-Siento lo de tu pierna.
-Si, bueno...-Dije, y salimos de la habitación.

Era extraño estar otra vez en el Edificio de los Tributos, pero que ya no quedase ningún tributo. Ni siquiera yo. Ya no era un tributo, ahora era un vencedor.
Ya no estaba Cloe.
Ya no estaba Jade.
Ya no había nadie que quedase vivo.
Al acordarme de Jade, me vino a la mente Ben, su hermano. Él estaba tan seguro de que su hermanita ganaría, y de que yo moriría. ¿Cómo me miraría ahora? Yo había matado a su hermana...
Estábamos sentados en la mesa. Ray. Jara. Cressa. Y yo. Un avox trajo un plato de comida. Solo uno. La comida era una simple compota de manzana. Nada más. A pesar de lo pequeña que era, no conseguí acabármela sin que me entrasen arcadas.
-Debemos de hablar de esta noche.-Dijo Cressa, dando palmaditas.
-¿Esta noche?-Pregunté. Vivía como en una burbuja, aislado del mundo real.
-Esta noche es tu entrevista.-Me informó Jara.
-Con Caesar.-Añadió Ray.
Les miré con detenimiento. No se me había pasado por la cabeza. Todos los vencedores, pasados unos días, realizaban una entrevista donde se les mostraban todos los secretos de sus Juegos.
¡De mis Juegos!
Tendría que volver a vivir la pesadilla, de nuevo. Era lo que menos me apetecía en el mundo.
-¿No podemos posponerla?-Pregunté.
-Me temo que no. Estas bastante evolucionado después de todo lo que has pasado. Los médicos te han dado el visto bueno y dicen que hoy será el...
Algo interrumpió a Ray mientras me informaba sobre lo que pasaba. Un chico alto, de pelo y ojos oscuros, piel olivácea, más o menos de mi edad, entró por el ascensor, dando tumbos por la habitación. Tenía una copa en la mano, y cuando llegó a nuestra mesa, la dejo sobre el. Se sentó a mi lado. Apestaba a alcohol. Sabía perfectamente quién era. Haymitch Abernathy. El ganador del Vasallaje de los Veinticinco. Solo había pasado un año de aquello. La última vez que lo había visto había sido en la Gira de la Victoria, pero parecía mucho más sano que ahora.
-¿Qué tal la vida como vencedor?-Me preguntó.
No supe que contestarle. Me había quedado mirándole anonadado.
-¡Haymitch! ¿Estás borracho? Creí que te habían avisado sobre el alcohol.-Preguntó Ray.-Deberías de estar en tu planta.
-Estoy muy aburrido en mi planta. Mataron a mis chicos, ¿Sabes? Y respecto a esto, dije que no tomaría ni una gota durante los Juegos. Pero los Juegos se han terminado.-Dijo levantando la copa y dando un largo trago.
-Deberías marcharte. Este no es tu lugar.-Dijo Jara, muy seria.
-Esta bien, esta bien... Me marcharé...-Haymitch se levantó, poniendo una mano sobre mi hombro.-Y tu...-Me señaló.- ¡Enhorabuena! ¡Y bienvenido al infierno de tu vida! -Soltó una carcajada.- No, en serio. Podemos ser amigos, si quieres, tu solo... ya sabes donde estoy.-Y dicho esto, se fue con su copa y su peste a alcohol.
-Ese chico se está echando a perder...-Refunfuñó Cressa.
-Parecía un buen chico... la última vez que le vi.-Susurré.
-Y lo es...-Dijo Jara.- Pero es demasiado para un chico de diecisiete años. No todas las personas estan hechas para aguantar esto.
-¿Yo lo haré?-Pregunté, pero nadie me respondió.




Capítulo 39

Mi habitación se había convertido en una exposición de trajes, no había duda. No había espacio para llegar desde la puerta a la cama. Todo estaba ocupado de maniquíes con diferentes trajes que Atella estaba como loca por enseñarme. Había un poco de todo, desde un sencillo traje de color negro, hasta uno rojo muy extravagante.
Yo estaba pegado a la pared, aferrando con fuerza el cuchillo que había cogido a escondidas del comedor. Nadie se había enterado, y ese era un punto para mí. Sonaba estúpido, pero aquel cuchillo de cortar carne me daba seguridad. Lo guardé en la manga de mi camiseta, por si Atella lo veía. No podía arriesgarme a perderlo.
-Y bien, ¿Cuál te gusta?-Preguntó Atella parpadeando rápidamente, seguramente para que me fijase en sus nuevas  largas pestañas plateadas.
-No lo sé. Son todos muy distintos.
-Yo me pondría este...-Dijo pasando las manos por el traje rojo que sinceramente no me gustaba nada.- ...pero tu eres un poco tedioso para estas cosas.
-¿Un poco qué?-Pregunté sin entender nada.
-Tu pruébate este...
Suspiré, poniendo los ojos en blanco. Desvié la mirada hacia los demás trajes a los que ni siquiera me alcanzaba la vista.
-¿Y ese de allí?-Señalé uno que estaba al fondo de la habitación. Me separé de la pared en la que estaba apoyado y cojeé hacia allí.
-¡No, no, no! Ese no es un traje adecuado para esta entrevista. Ese debería...
Atrapé la tela azul del traje con una mano. Era suave al tacto, y tenía una especie de brillo en la superficie.Me di cuenta de que  al otro lado del maniquí colgaba un vestido a juego. Obviamente no era para mí.  Era para Cloe.
-Quiero este...
-Ese no es un traje adecuado para esta  entrevista.
-Me da igual. Quiero este. -Se hizo un silencio de apenas unos segundos. -¿Estos eran los verdaderos trajes de nuestra entrevista verdad? Ningún tributo iba discordante con su compañero excepto nosotros. Yo iba igual que Jade...-Las lágrimas amenazaban con salir de nuevo. Era imposible hablar, o tan siquiera recordar, a Jade y a Cloe sin llorar.
-No puedo hablar de eso Blight...
-Esta bien. Vete, por favor. Quiero estar solo.
Atella se disculpó y salió de la habitación. Me tumbé en la cama, con la mirada perdida. Estaban muertas por mi culpa. Había acabado con todas mis aliadas. Con Blade, con Jade, y la muerte de Cloe era en parte culpa mía también. Porque ella quería defenderme, y no debería de haberlo hecho.
Sentía un dolor fuerte a la altura del pecho. Era un dolor distinto al dolor físico, y me quemaba. Por un lado sabía que ese dolor no desaparecería jamás. Grité intentando deshacerme del dolor, de la ira y de la angustia. Grité con todas mis fuerzas mientras lloraba. Odiaba llorar, pero lo necesitaba esta vez.
Alguien entro en mi habitación sin llamar a la puerta, y me enjuagué las lágrimas de inmediato. Si las miradas matasen, Haymitch Abernathy hubiese muerto ahí mismo.
-Te oía desde mi planta...
-Me da igual...-Dije, levantándome de la cama avergonzado. Odiaba llorar. Y que alguien a quien solo había visto una vez me viese, era lo peor.
-Me pasaba solo a desearte suerte... Hoy es tu entrevista y... -Entrecerré los ojos fijándome en el chico. No estaba borracho, pero le seguía costando mantenerse en pie.- ...me caes bien, nada más.
-¿Por qué?-Pregunté. Haymitch me miró con cara rara.-¿Por qué te caigo bien?
-Aprenderás dos cosas con el paso del tiempo. Esto está lleno de, uno, gente estúpida. Dos, gente mentirosa y encima estúpida. Tu no pareces ninguna de las dos cosas. No cambies...
-Los Juegos te cambian...
-Eso te quieren hacer creer. Bueno, ya te he deseado suerte. Ahora todo depende de ti.-Dijo Haymitch, y salió por la puerta. Me quedé un instante solo en la habitación, pero después salí tras él.
-¡Hey! ¡Espera!-Grité. Haymitch se dio la vuelta y me miró ladeando la cabeza.- Siento lo de por la mañana... lo que te echasen de aquí... yo no...
-¿Vine aquí por la mañana?-Él suspiró y se tocó la frente.- Regla número uno de tu nueva vida, si te ofrezco alcohol, pégame en la cara.-Dijo apuntándome con un dedo. Yo me reí, no pude evitarlo.-Bueno... algo, es algo. Es mejor que ríes a que llores.
Sentía como la sangre iba a mis mejillas.
-Yo no...
-Hey... es normal eso de llorar... Yo lo hago todavía cuando no encuentro una copa para echar el champagne.-Suspiró.-Todos perdemos personas, dentro y fuera de los Juegos. Por cierto... debería de acompañarme a la planta 12. Tengo algo para ti, y seguro que te gusta.

La planta 12 era idéntica a la planta 7, excepto porque allí vivía menos gente. Solo estaba Haymitch. Su mentor había muerto poco después de sus Juegos, así que estaba solo en todo esto. Tenía que sentirse muy solo. Me fijé en que la mesa del comedor estaba llena de copas y de botellas abiertas.
Haymitch regresó de su habitación con una especie de vara. Me asusté, y ya estaba preparando el cuchillo para defenderme de un posible ataque cuando me dio la vara. No era lo que parecía, era un bastón.
-Para ti y tu cojera. Odio verte dando tumbos por ahí tío.
-Es lo que sueles hacer tu cuando vas borracho.-Le contesté. Haymitch se río, y yo me reí con él.
-¿Sabes que tu entrevista es en una hora y media?
-No quiero ir a mi entrevista.
-Yo tampoco querría.
-¿Por qué dijiste eso de que todos perdemos personas dentro y fuera de los Juegos?
-No puedo hablar de eso.-Me contestó el chico del doce.
-Últimamente parece que nadie puede hablar de nada...-Protesté.
Haymitch miró a sus alrededores, se levantó, cogió una copa, se sirvió algo en ella y regresó.
-Tus Juegos no han acabado aunque lo parezca... Ahora estarás pensando: "Este tío está loco." Pues no lo estoy. Lo descubrirás con el tiempo. No puedo hablar de ello. Ven un día al doce, emborrachémonos, y te lo contaré. Total, al día siguiente no te acordarás de nada...

Finalmente, Atella me dejo llevar el traje azul que debía de haber llevado en la otra entrevista junto a mi hermana. No estaba nervioso por hablar con Caesar. Lo estaba porque volvería a ver mis Juegos, y no quería verlos como un espectador. No ahora que sabía verdaderamente lo que se sufría.
No paraba de darle vueltas al bastón negro que Haymitch me había regalado. La verdad es que me ayudaba realmente a caminar.
Ray y Jara se situaron uno a cada uno de mis lados. Jara me paso un brazo pr los hombros y me dedicó una sonrisa, intentando tranquilizarme.
-No estés asustado. Ya te los has ganado. Todo el mundo aquí te adora y esta esperando impaciente a oír tus palabras.
-Además Caesar te ayudará.-Añadió Ray a las palabras de su compañera.
-Sabéis que eso no es lo que me preocupa...-Les dije.
Mis mentores se miraron, y luego me miraron a mi.
-Verás como pasa muy rápido. Tu solo piensa... que no son tus Juegos.-Dijo Jara.
-No es un consejo muy bueno Jara...-Me quejé.
-Lo sé, pero es lo que hay.
Me quitó el brazo de los hombros y se marchó junto a Ray.
Ahora estaba solo, al pie del escenario en el que hoy iba a estar. Rosie, mis amigos, mis padres... todos ellos me verían hoy de nuevo.
Las luces bailaban por el suelo del escenario, haciendo todo aún más llamativo. Caesar no paraba de hablar, haciendo una introducción bastante larga. Me temblaban las piernas, o al menos sentía que una de ellas lo hacía. Pero de repente, el temblor paró cuando oí mi nombre por los altavoces.
Me apoyé en el bastón y entré caminando despacio en el escenario. Los bítores, gritos, y aplausos de la gente me hicieron recordar las palabras de Jara. Era cierto, ya me los había ganado.




Capítulo 40

Le doy vueltas a mi bastón. Vueltas, vueltas y más vueltas... No he dormido en toda la noche. No quiero dormir. Tengo miedo de lo que pueda ocurrir cuando estoy durmiendo. Lo único que hago es sentarme en algún sitio y esperar a que la oscuridad se vaya y de paso a la luz. Es más fácil mantenerse despierto que soportar tus peores miedos cada noche.
-Prepárate.-Dice una voz que hace que me sobresalte. Me giro para mirar a Jara, la cual está seria y me mira de una manera extraña.-Llegamos en diez minutos al Distrito.
Diez minutos. Solo diez.

El tren frenó sobre los raíles, con un leve chirrido. Era temprano por la mañana, pero la estación estaba atestada de gente. Miré por el cristal y los ánimos se me bajaron cuando no vi a nadie conocido.
¿Dónde estaban mis amigos?
¿Mis padres?
¿Rosie?
Reconocía a la mayoría de las caras. Gente del colegio, gente que se pasa por la imprenta, leñadores, comerciantes... pero al fin y al cabo son solo caras que veo de vez en cuando. Me volví a esconder. No creo que nadie me haya visto aún. Las puertas del tren aún no se habían abierto, pero lo harían en breves momentos. Sujeté mi bastón con fuerza, y me apoyé en el. Suspiré y me obligué a relajarme. ¿Habría cámaras? Seguro que había cámaras...
Las puertas se abrieron, y el aire frío característico del siete me envolvió. Posé el bastón en tierra, bajé la pierna derecha, y luego despacio hice mover la izquierda. La gente aplaudía y gritaba mi nombre, emocionados por mi regreso. Todo el Distrito parecía feliz por tenerme de vuelta. Ray y jara bajaron detrás de mi. Intenté escuchar lo que las voces decían:
-¡Chico lo lograste!
-¡Enhorabuena!
-¡Por fin tenemos otro ganador en el Distrito, ya era hora!
-¡Blight, Blight, estoy aquí!
Me giré rápidamente para mirar hacia donde creí que procedía la última voz. Pero todo lo que veía era gente y gente amontonada, sin dejar ver a las personas que estaban en la tercera fila.
Intenté volver a escuchar, pero las voces que más se hacían oír eran las de "Felicidades"
Entonces la vi intentar hacerse paso entre dos hombres el doble de altos que ella. Era fácil verla, porque el pelo rubio no era muy frecuente en el Distrito, y su larga melena dorada llamaba la atención. Cojeé hacia ella todo lo rápido que pude. Ella se hizo paso dejando atrás a los hombres que la impedían llegar hasta mí, y se quedó confusa mirando a todos lados hasta que me vio. Entonces corrió hacia mí. Yo solté el bastón para cogerla a ella. Ella dio un salto y me rodeó la cintura con las piernas, y por fin nos abrazamos. Después de tanto tiempo, volvía a tener a Rosie en mis brazos.


Capítulo 41

Quizá solo fueron unos segundos los que la tuve en mis brazos, o puede que fuese una eternidad, pero cuando se separó de mí para recoger mi bastón (que había dejado caer) solo quería volver a abrazarla y no volver a soltarla nunca. Sus ojos brillaban de felicidad, y tenía la sonrisa más bonita que había visto nunca. Esa que hacía que me olvidase de todos los problemas que tenía en mi vida, y eso, que no eran pocos.
Ray, me puso una mano en el hombro derecho. Yo me sobresalté. Estaba tan embobado mirando a Rosie que se me había olvidado que aún estábamos en la estación, con cientos de ojos y cámaras fijados en nosotros. Ray me hizo un gesto para que avanzase por el camino que me llevaría hasta mis padres. Miré a la multitud, y les vi.
No quería verles.
No ahora.
Me paré en seco. No estaba preparado para afrontar esto. Sentía un nudo en la garganta y un ardor en el pecho. Sabía que era rabia. Una cosa de las que no me había preocupado en la arena, había sido el reencuentro con mis padres, porque creí que nunca sucedería. Luego, cuando gané, estaba demasiado ocupado como para pensar en eso. Pero ahora, que les tenía apenas a unos veinte metros, parecía que el mundo se me venía encima. ¿Cómo iba a mirar a mi madre a la cara después de saber que tenía una hermana y ella no me dijo nada? ¿Cómo mirar a mi padre, el que seguramente había castigado a mi madre? No podía.
Sentí la mano de Rosie entrelazarse con la mía, y eso me hizo sentir más seguro. La miré. Tenía las mejillas rosadas y esa imborrable sonrisa de alegría.
Caminamos en silencio hasta que finalmente, llegamos a la altura de mis progenitores. Por un segundo, todo fue muy frío. Nos miramos los unos a los otros sin decir nada. Pero entonces mi madre reaccionó y me abrazó entre lágrimas. Quise devolverla el abrazo, pero había algo en mi que me lo impedía. No podía perdonarla lo de Cloe cuando la herida estaba tan reciente. Incluso dudaba si algún día podría perdonarla al completo.
Mi madre se apartó, secándose las lágrimas, y mi padre la sustituyó. Tampoco reaccione. Solo me fije en la mejilla hinchada de mi madre. Nadie sabía verdaderamente de mis problemas, de hecho a la única que la había contado algo de la relación que tenía con mis padres era Blade. Y Blade estaba muerta.

Las cámaras nos siguieron hasta nuestra casa. Nuestra vieja casa. Supongo que ahora me tocaba vivir en la Aldea de los Vencedores, algo que la verdad, no me disgustaba. Tenía a cada lado a uno de mis padres. Mi madre tenía uno de sus brazos alrededor de mis hombros. Yo miraba al suelo mientras caminaba apoyado en el bastón. Ray y Jara iban detrás de nosotros. Había perdido a Rosie de vista, y lo odiaba, porque Rosie era la única que me hacía sentir bien.

Nos despedimos de las cámaras, yo obligándome a sonreír, y entramos en casa. Cuando cerramos la puerta, nuestra vida quedó oculta de las cámaras. Mi madre, loca de contento, intento abrazarme y darme un beso. Pero la rechacé con una mirada de odio. Ella se dio cuenta. Se había dado cuenta desde que me abrazó en la estación, porque yo siempre correspondía a los abrazos. Pero esta vez era distinto. Mi padre nos miraba despreocupado, como si no acabase de volver de los Juegos, como si no le importase. A veces no sabía muy bien si de verdad le importaba algo.
-Blight...-Se quejó mi madre con voz dulce.
-No puedo perdonártelo sin más.-La espeté.-Me has mentido. Durante toda mi vida.
Me di la vuelta y subí las escaleras. Sorprendentemente, mi madre no dijo nada más. Me encerré en mi habitación y comencé a preparar las cosas que quería llevar a mi nueva residencia. No pasaron ni cinco minutos cuando alguien llamó a la puerta de mi habitación. No contesté, y mi madre entró de todas formas.
-¿Qué haces?
-Preparar mis cosas para irme de aquí. A partir de ahora viviré solo.
-Pero... Blight puedo explicártelo y volver a...
-¿Explicarme qué?-Pregunté, gritando enfadado.-No hay nada que explicar. Me mentiste. Tú eras la única que lo sabías y me lo ocultaste durante diecisiete años. No hay nada que explicar.
-No lo entiendes...-Dijo mi madre.
Solté una camiseta que tenía en la mano y la estrellé con todas mis fuerzas contra la pared.
-¿Yo soy el que no entiende?-Me reí irónicamente.-Tú eres el adulto aquí. Tú pareces no comprender que acabo de salir de unos juegos donde he matado personas, niños inocentes, que he descubierto que he tenía una hermana, que ha muerto... Pero yo soy el que debe de perdonarte. Yo soy el que no entiende...
Me giré y guardé las cosas, listo para irme por fin. No podía aguantar ni un segundo más en estas paredes.
-La familia de tu padre siempre tuvo la imprenta... pasaba de generación en generación...-Explicó mi madre entre susurros.- Mi familia pertenecía al bosque, a la zona más pobre. Allí talaban y trabajaban con árboles. Yo estaba enamorada de un chico de allí. Estuvimos juntos durante un par de años, pero mi padre decidió, que si me casaba con tu padre podía salvar a nuestra familia y construirme un buen futuro. Yo era joven y guapa, y a tu padre no le parecía un mal partido... Pero yo no le quería. Antes de la boda, me quedé embarazada de...Cloe.-Suspiré, y miré a mi madre a los ojos. El nombre de Cloe dolía tanto... A ella parecía dolerle también.-Me escapé durante unos meses para tenerla, y se la entregué a su padre. El tuyo no podía enterarse de nada... Luego, cuando tu naciste, traté de decírtelo bastantes veces, pero al final llegué a la conclusión de que los secretos debe de mantenerlos solo una persona. Perdí a una hija, perdí al amor de mi vida... no quiero perderte a ti también Blight.
Cogí la maleta con una mano lo más fuerte que pude, mientras con la otra sujetaba el bastón.
-Ojalá algún día pueda perdonarte, de verdad. Pero ahora, me duele demasiado...
Y pase a su lado sin siquiera mirarla a los ojos.


Capítulo 42

La vida en la Aldea de los Vencedores era mucho más tranquila de lo que nunca me hubiese imaginado. Había podido elegir la casa que más me gustas, aunque todas fuesen iguales, ya que nuestro Distrito jamás había tenido muchos ganadores, y ahora solo había tres con vida.
Llevaba casi una semana instalado allí. Estaba lejos del Distrito. Para llegar a ella, tenías que atravesar el enorme bosque del Distrito. Mi madre se había pasado una vez a verme. Llamó a la puerta, pero no la abrí. A mi padre, no le había vuelto a ver. Jara pasaba de vez en cuando y me traía algo de su comida, ya que la encantaba cocinar. A veces comíamos los tres juntos, Jara, Ray y yo. Y todo era muy deprimente. A Rosie la había permitido entrar cuando quisiese. Ahora que el colegio había terminado, teníamos mucho tiempo para pasar juntos, pero lo desaprovechábamos.
Esto era culpa mía. Parecía un zombie durante todo el día. Me despertaba, y me quedaba sentado en la cama hasta que el sol volvía a ponerse e intentaba convencerme de que no necesitaba dormir. Siempre que dormía, tenía pesadillas. No me despertaba gritando, de hecho era lo peor de todo, no despertarme. Soñaba hasta que al fin terminaba el sueño y me despertaba de un salto, empapado en un sudor frío. A veces Rosie estaba allí para intentar tranquilizarme, y me leía poemas mientras insistía en que yo tocase el violín.
Rosie siempre estaba allí para cuidarme. Y me odiaba por eso.
Una mañana, cuando abrí los ojos y aún la oscuridad invadía la habitación, pude ver su sombra moverse para comprobar si había despertado. Siempre llevaba mi mano al cuchillo que estaba en mi mesita de noche y la apuntaba con el, hasta que me daba cuenta de quién era.
-¿Qué haces aquí?-Preguntaba.
-Decidí quedarme a dormir hoy. No me gusta verte tan solo...
-No has dormido...
-Que importa...-Ella se sentó a mi lado, y con ternura me quitó el cuchillo de la mano con el que todavía la estaba apuntando.-Te quiero, ¿vale?
Yo asentía, ella me apartaba el pelo de los ojos, y cogía el libro de poemas que tanto la gustaba.
Jara nos traía el desayuno. Comíamos. Seguíamos con los poemas. A veces Rosie se dormía en mi regazo de cansancio, y cuando el sol empezaba a bajar, la despertaba para que marchase a casa. Y a veces, se entretenía adrede para quedarse conmigo por la noche.
Pero ya llevaba muchos días sin salir de casa. Rosie se preocupaba mucho por mí.
-Blight no puedes quedarte toda la vida retenido en esta habitación. Tienes que vivir. Has ganado para vivir.
-O para sufrir por lo que he hecho...
Se río, y me dio unas palmaditas suaves en la mejilla seguidas de un beso.
-¡Tengo una idea!-Dijo con ojos brillantes.
-¿Qué idea?
-Hace mucho que no ves a tus amigos. A nuestros amigos. Podíamos ir hoy. Seguro que siguen en la plaza del pueblo.
-Ellos no han venido a verme. ¿Por qué debería de ir yo a verlos?
-Blight... es complicado. Ellos saben que todo esto es muy duro para ti.-Puse mala cara, y Rosie lo notó.- Venga, date una ducha, alegra esa cara, y vístete.-Me sonrío.-No pienso aguantarte yo sola todo el día...-Dijo en tono de broma, y después me saco la lengua.
Aquel día, creo que me di la ducha más larga de mi vida. Era duro pensar que volverías a ver a tus amigos de todo lo que habías hecho. Ellos habían visto como mataba a gente. Me daba vergüenza pensar que les volvería a mirar a los ojos después de terminar con cuatro vidas.
Cuando salí de la ducha, Rosie había preparado mi ropa sobre una cama perfectamente hecha. había abierto las ventanas, y había sustituido el cuchillo de mi mesita de noche por un jarrón con flores amarillas. No me costó encontrar el cuchillo de nuevo, debajo de mi almohada. Después de vestirme, metí el cuchillo en el bolsillo del pantalón, y bajé las escaleras. Rosie estaba abrochándose su chaqueta blanca que dejaba al descubierto un bonito vestido de color lila. Llevaba el pelo recogido en una trenza, y entre los mechones de pelo parecía haberse enzarzado una de las flores amarillas del jarrón. Ella me dio la mano, transmitiéndome seguridad.
-No estés nervioso Blight. Ellos son tus amigos. Te queremos.

El corazón me palpitaba fuertemente contra el pecho cuando Rosie y yo llegamos a la plaza. Como ella había asegurado, mis amigos estarían allí, sentados en uno de los bancos de madera que rodeaban la plaza. Había cuatro chicos y una chica. Cuando estuvimos lo suficientemente cerca para que nos vieran, solo uno de ellos nos saludó con una gran sonrisa en la cara; Olwer, el chico pelirrojo. Éste me dio un abrazo.
-Se te echaba de menos Blight. Menos mal que has vuelto.
-Yo también os eche de menos. No sabéis cuanto.-Le contesté, intentando ser el Blight de siempre, pero parecía que había algo que no cuadraba.
Miré al resto del grupo. Olive y Edward miraban al suelo, Macy me miraba con una cara de estupefacción y asco, y Joe simplemente no me prestaba atención. Rosie se dio cuenta del rechazo del grupo hacia mí, lo noté por lo tensa que se puso.
-¿Qué estabais haciendo?-Preguntó Rosie, intentando ser animosa.
-Macy nos estaba contando lo que pasó ayer en el bosque durante la jornada de trabajo..Contestó Olwer contento.
Todos miramos a Macy, la chica de pelo y ojos castaños que seguía mirándome sin mucha alegría. Finalmente hablo.
-Lo siento mucho chicos... pero creo que no puedo seguir con esto.-Macy miró a todos los integrantes del grupo mientras hablaba, menos a mí.-No quiero ser grosera, pero yo no me siento agusto aquí. No ahora...-Se abrazó a si misma, como intentado protegerse, y dio unos cuantos pasos hacia atrás.
-¿Lo dices por Blight?-Preguntó Olwer. El chico pareció comprender que sus amigos tampoco estaban muy felices con mi llegada.-¡Oh vamos chicos! ¡Ha sobrevivido a los Juegos! ¡Nuestro Blight sigue vivo!
-¿A costa de qué? ¿De matar gente?-Replicó Edward.
-No me siento segura.-Añadió Macy, y luego ésta miró a Rosie.-Rosie, no quiero verte sufrir...
Rosie estaba a punto de llorar. Tenía la boca abierta y miraba fijamente a su amiga.
-Él es nuestro amigo. No es su culpa...-Protestó Rosie.
Yo di varios pasos hacia atrás, despacio. Intentando dejar al grupo. me había quedado claro, no era querido aquí.  No quería estropear su espléndida tarde de... ¿lunes? ¿jueves? ¿domingo? Lo que fuese... Cuando estuve lo suficientemente lejos, me di la vuelta y me aleje con pasos cortos.
-¡Blight!-Una voz aguda me llamó desde lejos. No me hacía falta girarme para reconocer a Rosie. No me paré, pero ella me alcanzó.-Espera, iré contigo.
-No...-Dije serio.- Ellos te quieren a ti. Quieren pasar el día contigo. Con su grupo.
-Tu eres parte del grupo.
-Ya no Ros... Las cosas cambian.
-Pero... iré contigo.-Repitió.
-No te lo voy a permitir.
-No quiero dejarte solo...-Dijo abrazándome. La devolví el abrazo fuertemente. Sus abrazos eran siempre tan cálidos.
-Ve, yo estaré bien. Te lo prometo. Recuerda que sobreviví a los Juegos.
-No hace gracia Blight...-Protestó, y yo la sequé una lágrima que corría por su mejilla. Luego, ella se puso de puntillas y me dio un beso.-Iré a verte por la noche. Te lo prometo.
Se dio la vuelta rápidamente, y corrió hacia el grupo. Todos estaban centrados en lo que Macy estaba contando, todos excepto Olwer, quién me miraba con cara triste.



Capítulo 43

Para llegar a la Aldea de los Vencedores, era necesario atravesar todo el bosque del Distrito, principal productor de madera de todo Panem. Había un camino poco señalado, lleno de hierbajos, troncos caídos, señales de peligro, y trabajadores.
Llevaba las manos metidas en los bolsillos del pantalón. La mano derecha la tenía bien cerrada en torno al mango del cuchillo.
Me sentía egoísta. Por Rosie, por Olwer, por mis amigos, por los tributos caídos, por todos... Les había arrastrado al vertedero de mi vida. No podían ser felices sin mí, no podían ser felices conmigo. Y lo peor de todos es que sin ellos, sin Rosie, no sabía seguir. Ella era la única que verdaderamente se había preocupado por mí. Ella se había sacrificado y me había estado cuidando durante todo este tiempo. La quería con todas mis fuerzas, y por eso me dolía ver como yo absorbía su vida, su energía, y si felicidad. No podía convertirla en un zombie, al igual que yo. Pero no podía enfrentarme a un minuto más de vida sin ella.
Oí un ruido, y apreté con más fuerza el cuchillo. Levanté la vista y me encontré con un chico más o menos de mi edad. Era alto y robusto, como un árbol, y estaba en medio del camino obstaculizarlo. No le di importancia, y le rodeé para seguir mi camino, pero el chico me agarró de la chaqueta con fuerza. Me aparté de el mirándole con odio y a punto de sacar mi cuchillo.
-¿Qué crees que estás haciendo?-Le espeté.
Vi a otro chico aparecerse entre la espesura de los árboles. Éste era más bajo que su compañero, pero igual de robusto. Tenía los ojos grises y me miraba fijamente.  A mi izquierda apareció un tercero. A éste último si le conocía. Había compartido clases con él. No recordaba su nombre, pero estaba seguro de que empezaba por la letra "B". Llevaba el pelo negro aplastado y lleno de hojas.
No pude evitarlo. Saqué el cuchillo y les apunte con él, preparado para luchar. Y parecía que ellos deseaban una batalla también. El chico de los ojos grises me agarró los brazos por la espalda, inmovilizándome y haciendo que se me cayese el cuchillo al suelo. El chico que obstaculizaba el camino, de pelo largo y castaño, al igual que sus ojos, recogió mi cuchillo del suelo y lo miró con detenimiento.
-¿Que te pasa? ¿Te crees que todavía estas en los Juegos? Asesino...-Y acto seguido me dio un puñetazo en el estómago. Me doblé del dolor. No me esperaba para nada esto, y menos ahora.
En mi mente se mezcló el intento de supervivencia, las dudas, y el terror. ¿Y si estaba en los Juegos y no lo sabía? ¿Y si todo lo pasado había sido un sueño? ¿Y si ahora estaba solo y seguía siendo un tributo?
Me levanté cuando el chico del pelo largo volvió a acercarse a mi y le di una patada en la entrepierna que le hizo caer de rodillas. Ante la sorpresa de sus compañeros, me zafé del agarre del de los ojos grises para propinarle un fuerte codazo en la mandíbula y empujarle hacia atrás. Cogí mi cuchillo y me di la vuelta para apuntar al chico del pelo aplastado, que tenía las manos en alto en señal de paz. Sentí un golpe contra mi pierna, y medio segundo después estaba con la cara en el suelo, con el labio partido. El chico que era como un árbol me dio un puñetazo cerca del ojo que me dejó algo desorientado. Me revolví por el suelo. Lo único que veía eran estrellitas de colores parpadear en una blancura que invadía a las personas. Y luego vinieron las patadas en el estómago, en las costillas, en las piernas... Me encogí sin ganas de protegerme. No grité. No hice nada. ¿Qué podía hacer una persona contra tres sin armas? ¿Qué podía hacer una persona deprimida que no encontraba nada lo suficientemente fuerte que le hiciese seguir luchando? Aguantar. Era lo único que me quedaba. Aguantar sin rendirse.
Escuche una voz familiar. La oía lejana, y como si fuese un eco. La voz hizo que los chicos huyesen, porque el dolor amainó un poco. Vi una especie de sombra detenerse ante mi, y de repente sentí como volaba. Me estaba moviendo. Alguien me llevaba en brazos. Estaba demasiado cansado, y me daba igual todo, así que simplemente me dejé llevar por la oscuridad que se empeñaba en llevarme.

Desperté sin el cuchillo en la mesita, ni en los pantalones, ni bajo la almohada... Me desesperé buscándolo hasta que una voz verdaderamente familiar hizo que me olvidase de mis planes.
-No lo busques. No está aquí.
-¿Dónde está?-Le pregunté  a mi padre. Por una extraña razón me sentí muy enfadado. ¿Mi padre me había salvado ayer? ¿Mi padre? ¿Quién ya no se preocupaba por mi? Había perdido la cuenta de los días que llevaba sin verle. Supongo que los mismos que llevaba aquí.
-Ya no lo necesitas.-Contestó.
-¡Tu no sabes nada! ¿Qué haces aquí?-Le pregunté olvidando el tema del cuchillo. Podía encontrar otros.
-No me hables así...-Me dijo con un tono que al viejo Blight le hubiese dado miedo. Al nuevo Blight, no le transmitía nada. Solo veía a un hombre mayor intentando meter miedo a su hijo, el cual había vivido experiencias mucho peores que una paliza.
-Puedo hablar como me de la gana, es mi casa, son mis normas. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado?
Mi padre se acercó a mí, levantándome el dedo, intentando que me disculpase. Aún tenía la esperanza de que el inocente niño que había sido volviese y se disculpase por haberle faltado al respeto. Atrapé su brazo con una de mis manos y lo retorcí. Le atraje hacia mí, de forma que nuestras caras quedaron separadas por pocos centímetros.
-Vete...-Le susurré.-No necesito tu ayuda. Sé vivir solo perfectamente.
-Yo no diría eso habiendo visto lo que sucedió ayer
Le solté y me palpé la cara. Aún me dolía todo. Mi padre se sacudió el brazo.
-Quiero verte fuera de mi casa en dos minutos.
Él me miró. Yo le miré desafiante, y finalmente, gané. Se marchó, cerrando la puerta ruidosamente.

Intenté asimilar lo que había pasado aquel día, pero me parecía tan absurdo. Necesitaba hablar con alguien. Rosie fue la primera que me vino a la mente, pero necesitaba darla espacio para su vida. Ella no podía depender de mí. Al final, recordé a Haymitch Abernathy, último ganador del Distrito 12 y al que había conocido en el Capitolio, ofreciéndome su amistad. También me di cuenta de las ventajas de ser vencedor, como el hecho de disponer teléfonos propios, así que le llamé. Contestó justo cuando estaba a punto de colgar, con voz áspera y ruda.
-¿Qué?
-¿Haymitch? Soy Blight...
-Ah... Tú...
-Yo...-Dije.-Necesito a alguien con quien hablar...-Escuché un quejido a través de la linea.
-¿Ahora? ¿No tienes a tus amigos allí?-No contesté a su pregunta.-Entiendo. Oye estoy ocupado ahora, ¿por qué no vienes mañana? No me gusta hablar por este trasto...
-¿Ir?-Dije a punto de atragantarme.-¿Al doce?
-Claro... Vienes, te invito a unas copas, hablas, hago como que te escucho y vuelves...
-Nunca he ido a otro Distrito.
-¿Y a mi qué me cuentas? Me da igual. ¿Vienes o no?
-Sí, vale.-Dije, con una sensación extraña.
-Bien.-Dijo, y escuché como cortaba la linea.
Decidí en preparar las cosas para mañana. Estaba emocionado. ¿Cómo sería el doce? ¿Qué me diría Haymitch? ¿Me ayudaría?
Me senté en la cama y suspiré.
Tenía que preparar todo para ir al doce, pero antes tenía que hacer una cosa más importante. Algo que me costaría mucho; visitar la tumba de Cloe.


Capítulo 44

Llevaba evitándolo desde hace tiempo, pero tenía que visitar a mi hermana tras todo lo que ella había hecho por mí en los Juegos.
El cementerio se encontraba al otro lado del Distrito, no muy lejos del bosque, cerca del pueblo. Estaba lleno de árboles altos y secos, muy descuidados. Todo lo que estaba cercano a él, era muy lúgubre. Estaba rodeado por unas vallas viejas y oxidadas, y el perímetro se dividía en distintos tramos. Desde hacía años, el Distrito había decidido reservar un sitio para los tributos caídos. Noventa y nueve chicos del Distrito 7 habían muerto a causa de los Juegos, uno de ellos, mi hermana.
Era tan triste pasear por allí... A cada sitio que mirabas, encontrabas una tumba. No miraba ni los nombres, ni las fechas. Pensar que todos aquellos chicos habían muerto siendo más o menos de mi edad, hacía que sintiese algo desagradable en el estómago. La mayoría de las tumbas estaban descuidadas, y con el clima del 7, crecía la maleza sobre ella rápidamente. La de Cloe, era la última de todas. Tenía flores frescas y velas.
¿Cómo podía haberme demorado tanto en venir?
Aunque en realidad, estar ahí no me hacía ningún bien. Sentía como en el fondo estaba muriéndome de culpabilidad por seguir vivo y no enterrado junto a ella.
Me agaché y deposité sobre la fría lápida de piedra gris unas cuantas flores amarillas que había recogido en el bosque. Me sorbí la nariz y me limpié una lágrima que resbalaba por mi mejilla.
Cerré los ojos y me senté junto a la tumba.
-Hola...-Dije en un susurro. No sabía muy bien porque estaba hablando, pero necesitaba hablar con alguien sobre todo lo que ocurría en mi vida, y parecía ser que Cloe era la única que se dignaría a escuchar.- A veces me pregunto si no hubiese sido mejor para todos que esto acabase de otra forma. Ya sabes... Yo, aquí, ganador y todo eso... Es muy, muy duro. No me hablo con mis padres. no me hablo con mis amigos. Mis mentores creen que soy feliz. Las pesadillas me persiguen. Consumo la vida de Rosie, y me estoy pudriendo por dentro. Lo noto. Odio estar así pero no se que hacer para acabar con esto. Igual debería de haber ganado Flint. O Jade... Yo la maté, ¿sabes? No logro quitármelo de la cabeza. Yo maté a nuestra aliada. Por mucho que la temiese, en el fondo, era mi amiga. Ella nos ayudó...-Sentí como se me quebraba la voz y suspiré. Cogí una piedra y la tiré con fuerza bien lejos. Luego cerré los ojos y apoyé mi cabeza en mis rodillas, abrazando mis piernas.
Una voz hizo que volviese a abrir los ojos y mirase a mi alrededor. No me sorprendió ver la figura de mi hermana sobre su lápida, porque ya la había visto otra vez después de su muerte, en los Juegos. Llevaba el mismo vestido largo y blanco, y el pelo cayéndole sobre los hombros.
-No la mataste tu. Ella te lo pidió. Ella quería que ganases tú.
Ladeé un poco la cabeza preguntándome si en realidad estaba soñando o si había perdido la cabeza completamente.
-La gente de aquí me odia por todo Cloe. Mis amigos no me hablan. El otro día unos chicos se metieron conmigo porque...
-Envidia.-Zanjó Cloe.- Es el precio de la victoria. No dudes que te mereces estar viviendo, sufriste y luchaste mucho, y tu recompensa está aquí. Los principios son difíciles Blight. Pronto las cosas mejorarán.
-¿Cómo estás tan segura?
-Confía en mí. Una vez más.
Y esta vez, sin evitarlo, empecé a llorar en silencio.
-Odio mi vida...-Susurré.
-Otros desearían estar viviendo Blight. No te quejes de lo que tienes...-La voz de Cloe no era tan cálida como la recordaba, pero sin duda alguna, eso sonaba muy propio de ella.- Si pudiese, te daría un abrazo, pero es hora de que te vayas. Tienes que ir al doce.
Me froté los ojos para aclarar la vista y limpiarme las lágrimas, pero cuando volví a mirar a la tumba de mi hermana, Cloe había desaparecido. Volví a preguntarme por mi estado de cordura.

Subí al tren que me llevaría al doce a la una del mediodía. Nadie sabía que me iba. Nadie salvo Haymitch y Cloe. No le había dicho nada a Rosie porque posiblemente se empeñase en acompañarme, o en su defecto, se quedaría preocupada todo el día por mi culpa. No me hablaba con mis padres, y me sentía lo suficientemente independiente como para hacer cosas sin contar con ellos.
A decir verdad, estaba nervioso. Pero no por estar solo, si no porque quizá Haymitch me ayudaría. Él ya había pasado por esto, y conocía mejor que nadie sus inconvenientes. Además, me parecía bastante sincero, y si no eso se podía solucionar con un poco de alcohol.
El viaje sería largo, ya que se encontraba a la otra punta de Panem. Y así fue. Duró un día y medio, así que cuando llegué al doce, ya era noche cerrada.
Verdaderamente, no tuve primera impresión del Distrito, ya que no pude ver nada, pero me sorprendió el hecho de que no hubiese toque de queda. Podía respirar la calidez del lugar en el ambiente, totalmente opuesta al frío del siete.
No tardé mucho en encontrar la Aldea de los Vencedores. Solo una casa tenía las luces encendidas, por lo que no me costó adivinar cual sería la vivienda de Haymitch. Tardé mi tiempo en llamar a la puerta. ¿Qué diría al verme allí tan tarde? ¿Me dejaría pasar?
Pero finalmente llamé.
Haymitch me abrió la puerta. No parecía muy contento, pero me dejo pasar. Miré la casa con curiosidad. Era exactamente una réplica de la mía interiormente, aunque probablemente más desordenada.
-¿Qué tal el viaje?-Me preguntó Haymitch, entre dientes mientras se dirigía al salón.
-Largo.-Contesté siguiéndole.
Haymitch cogió una chaqueta que estaba tirada sobre el sofá y señaló la puerta.
-Aquí no.-Me dijo, y salimos fuera.
Caminamos durante un rato sin hablar,y los dos con las manos metidas en los bolsillos y mirando al cielo lleno de estrellas. Caminamos y caminamos, apartándonos del centro del Distrito tanto que se me hizo raro que los Agentes de la Paz no nos siguiesen. Finalmente Haymitch se paró, miró a los lado y me dijo serio.
-Paso uno, no te fíes de nada. Siempre habrá alguien escuchando lo que dices. Los teléfonos están pinchados. La mayor parte de los lugares de las casas también. El Distrito, todo... tienes que buscar puntos ciegos.
Yo asentí rápidamente.
-Ahora, si quieres, puedes contármelo todo. Incluso tus mayores secretos. Nadie te oirá aquí, a parte de mi, claro.-Dijo Haymitch con una sonrisa.
Miré a los lados, y empecé a hablar.

Capítulo 45


-Siento que esto no es para mí. Que todo el mundo me conozca y me juzgue. Lo odio. La gente a la que quiero o se apartan de mi, o se hunden conmigo. Lo estoy viendo. Les hago daño a todos los que alguna vez estuvieron cerca de mi vida. Atraigo a las cámaras, y en el Capitolio me adoran, ¿Pero que más dará eso? La vida que me han construido en el Capitolio es artificial porque no puedo actuar como yo mismo. No me siento cómodo delante de las cámaras, sin embargo están siempre al acecho. Últimamente no las he visto mucho... mejor. Luego están los recuerdos. No hago más que pensar que sigo en los Juegos, de pensar en como maté a Jade, a Blade, al chico del ocho... como no fui capaz de proteger a mi hermana.-Dudé un segundo de si contarle a Haymitch sobre mis alucinaciones de Cloe en el cementerio, pero finalmente lo dejé pasar.- El otro día tres chicos del Distrito tuvieron una pelea conmigo. Me llamaron asesino. Duele, porque es verdad. No quiero escuchar la verdad aunque tampoco los halagos del Capitolio. Mis amigos... los que antes eran mis amigos... ya no quieren verme con ellos. Rosie cada vez está más preocupada por mí y veo como la consumo la vida. ¡No sé que hacer para que ella esté bien! Ahora mismo es la única que me importa, porque se merece un final feliz. No se merece sufrir por mi culpa. Y estoy atrayéndola hacia mí cada vez más, en vez de dejarla ir como debería de hacer. Pero siento que si la dejo ir, ese será mi fin.
Haymitch escuchaba atentamente sin mover ni un músculo. Cuando terminé de hablar, se dio la vuelta y se quedó mirando a la nada durante un rato.
-Quiero ayudarte porque me recuerdas a mí, y no quiero que cometas los mismos errores que yo.-Dijo dándose la vuelta y mirándome a los ojos.-La gente te odiará o te amará, pero eso siempre ha sido así. Incluso antes de que ganases los Juegos. Sé tu mismo, lo que los demás pienses debería de importarte entre menos y nada. Si tus amigos han decidido abandonarte igual es que realmente no les importabas, ¿no crees?
-O que me tienen miedo.-Añadí.
-También. Pero, ¿hace falta recordarles que en los Juegos del Hambre se va a matar y no a hacer amigos? Hiciste lo necesario para salir, y punto. No te comas la cabeza con eso. Rosie, ¿es tu novia? -Asentí rápido.- Si ella te hace feliz, no la dejes...-Terminó Haymitch dirigiendo la vista al suelo con una mirada sombría.-Espero que esos sean tus menores problemas... Ya podían haber sido esos los míos. -El silencio lo invadió todo por un segundo.-Sé que te estas preguntando cuales eran los míos.
-¿Cuáles eran?-Susurré con curiosidad.
Haymitch se rió con fuerza. Pero no era una risa de felicidad. Era una risa de tristeza acompañada de sarcasmo.
-Jamás, por nada del mundo, confíes en el Presidente. El te prometerá cualquier cosa siempre y cuando hagas lo que el desea. Siempre y cuando siga teniendo a los Distritos sometidos. Ojalá tu tengas la suerte que yo no tuve y sepas como actuar.
-No comprendo...-Admití. ¿Qué quería decirme Haymitch con todo eso de no confiar en el Presidente? Sabía que en los Distritos no le tenían cariño, pero no entendía nada.
Haymitch suspiró.
-Tu vives solo porque quieres, ¿Verdad?
-¿Cómo sabes que...?-Quise preguntar, pero Haymitch me cortó con un gesto de mano.
-Yo era un chico normal como tú. Tenía a mis padres, a mi novia, e incluso a un hermano pequeño. ¿No se te hace raro que no les hayas visto nunca por televisión después de mis Juegos?-Haymitch sonrió de manera incómoda.-¿No te has preguntado por que me enganche de repente al alcohol?-Dio un puñetazo al tronco de un árbol que había a su lado.- Snow me tenía un poco de asco por el numerito que había montado en los Juegos, y tenía planes para mi. Siempre tiene planes. Y yo me negué a hacer sus sueños realidad. Y lo pagué... ¡Vaya si lo pagué! Fue poco a poco. Primero mi novia. La encontraron cubierta de una gruesa capa de nieve en la noche más fría del año. Luego mi hermano, cerca de la valla, la cual nunca está electrificada excepto aquel día, algo muy curioso. Y luego mi madre. Castigo por parte de los Agentes de la Paz, cuando aquí, nunca se usan los castigos.
Me resultaba tan raro escuchar hablar a Haymitch de las muertes de sus seres queridos... como si nunca los hubiese conocido o estuviese hablando en tercera persona.
-¿Eso les pasa a todos los vencedores?-Pregunté con voz trémula. No quería admitirlo, pero estaba temblando de miedo. ¿De verdad era capaz el Presidente de hacer algo así?
-No a todos... Ya te he dicho, a mi me tenía asco por ser más listo que sus estúpidos Juegos. Pero algún día, llegará alguien a los Juegos que sea mucho más listo que yo, y le desmorone su imperio por completo.-Sonrío, y esta vez de verdad.-¿Sabes? Lo bueno de ser vencedor es que a ti nunca te hará daño, porque quiere que sufras, y la muerte es demasiado rápida para sufrirla. Así que debes de superarte a ti mismo tantas veces, que a veces ya no sientes dolor.
-Tengo miedo.-Musité.
-Mientras hagas todo bien, no te pasará nada. Creéme. No todos los vencedores están solos. No todos han perdido a toda su familia. No todos están enganchados a la bebida.-Haymitch me pasó un brazo por los hombros.-Creo que tu y yo nos vamos a llevar verdaderamente bien. Nunca antes le había contado esto a nadie.
Le miré, mientras caminábamos de vuelta a su casa.
-Te ayudaré en todo lo que pueda. De verdad. Si alguna ve tienes un problema, avísame. Sea lo que sea.-Le prometí.


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