8/25/2015

AVISO: VUELVO EN OCTUBRE

¡Hola tributos! Este verano se me ha pasado volando, y con todas las cosas que tenía planeadas no he tenido ni un respiro para escribir. Creo que el mes de Septiembre también será bastante ajetreado, por eso he decidido volver en Octubre. Siento haberos tenido en vilo tanto tiempo. Volveré en Octubre con muchas más aventuras. ¡Gracias por leer! :)

8/10/2015

Blight: Capítulo 52

Aquel día la nieve me alcanzaba las rodillas. Me costaba atravesar la gran capa blanca que se había construido en todo el Distrito. La gente había decidido cerrar sus puertas y ventanas y no salir hasta que la nevada pasase. Pero para mí, quedarse en casa solo no era una opción. Al día siguiente debería subir a un tren  y recorrer todo Panem. Y allí si que estaría solo. Más que en ese instante, rodeado de árboles, de nieve y de pensamientos lúgubres. Y no tendría a Gardenia, ni a Olwer, ni a Rosie... Había perdido a aquella chica. La que me hacía feliz. Por la que luché en los Juegos.
Tenía los dedos tensos a causa del frío, rodeando mi querido cuchillo. Sin aquel objeto no sabía lo que era la seguridad. Había olvidado aquella sensación incluso con mis dedos aferrados a mi fiel arma.
Los copos caían sobre mi pelo y sobre mi cazadora y se derretían rápidamente dando paso a otros copos que seguirían el mismo camino.
No se escuchaba nada. Era como si me hubiese quedado solo en el mundo. Mis pisadas y yo. El castañear de mis dientes, los largos suspiros que dejaban escapar el vaho cálido de mi boca y se mezclaba con el aire congelado, más pisadas...
No.
Yo no acababa de pisar la nieve. Me giré sujetando con más fuerza -si cabe- mi cuchillo. Observar. Escuchar. Atacar.
Intenté relajarme.
"Calma Blight. Ya no estás en los Juegos. nadie quiere hacerte daño."
Pero mi mente trataba de ignorar esas palabras. En el fondo sabía que algo iba mal. Que estaba en peligro.
Me giré de nuevo al escuchar detrás de mí otro ruido. Corrí por la nieve. O más bien di saltos tratando de esquivar los muros de esta.
Vi una sombra entre los árboles y me abalancé sobre ella, pegando el filo del cuchillo a lo que se supone que era su cuello.
Entonces vi un mechón dorado escaparse de la oscura capucha y me fijé en la cara de la sombra.
No era una sombra, era la chica más bonita que había visto nunca. Y en sus ojos solo encontraba miedo. Auténtico terror. Pero no podía despegar el cuchillo del cuello de Rosie. Estaba completamente en shock y notaba como cada vez lo hundía más en su piel.
-¡Blight! ¿Qué haces?-Chilló Rosie demostrando todo el pavor que sentía.
No moví ni un músculo. Estaba hipnotizado. Por fin volvía a verla.
Rosie me empujo con fuerza. Me di con algo realmente duro en la cabeza y me la toqué. En mi mano tenía un rastro de sangre. Miré a Rosie aturdido.
-Venía solo para despedirme...-La temblaba el labio inferior. Iba a decir algo más. Pero no pudo. Rompió a llorar, se dio la vuelta, y se fue.
¿Acababa de intentar matarla? ¿Matar a la chica que amaba?
Solté el cuchillo con asco.
Era la primera vez que lo hacía a propósito.
Estaba avergonzado de mí mismo.
Rosie me odiaría. Y yo lo entendería.

7/29/2015

LIBRO RECOMENDADO: AMANECER ROJO



¡Hola tributos! Hoy os traigo uno de los libros que he descubierto este verano y que sencillamente me ha enamorado. Sinceramente no sabría como describir este libro. Es algo completamente nuevo que te engancha desde el primer momento. Os dejo aquí la sinopsis:



Estrategia. Fuerza. Amor. Traición. Ideas como libertad o igualdad murieron junto con la Tierra. Ahora, en Marte, el equilibrio se sustenta en un férreo sistema de castas representadas por colores. Para acceder a la élite de los gobernantes, los dorados deben ganarse su puesto en una contienda implacable. Pero Darrow no es un dorado. Es un rojo, forjado en las entrañas del infierno. Afilado por el odio. Fortalecido por el amor. Para sobrevivir, debe ocultar su verdad. Sin olvidar que cada muerte, cada paso de la contienda, es por la libertad. Y con una idea fija en la mente: no convertirse en uno de ellos, pase lo que pase. En un mundo de oscuridad, un rojo amanecerá dorado.



Es un libro de ciencia ficción distópica que a los amantes de "Los Juegos del Hambre" les va a encantar. Las críticas le han dado cierto parecido a la trilogía de Collins y a la aclamada saga de Canción de Hielo y Fuego. Últimamente sabemos que las nuevas novelas distópicas son comparadas con "Los Juegos del Hambre". Yo no creo que se parezcan, pero he de decir que me han dejado la misma sensación de: Necesito continuar esto , y alguna que otra similitud.


Tenía unas expectativas muy altas con "Amanecer Rojo" y no me ha decepcionado para nada. Es el primero de una trilogía (el último aún no ha sido publicado) y en cuanto pueda me haré con el siguiente.

Así que si no sabéis lo que queréis leer, os recomiendo este libro. Os aseguro que os encantará.


7/26/2015

Johanna: Capítulo 68

Me hubiese gustado decir que Blight insistió en llevarme al centro del Capitolio a ver el comienzo de los Juegos, pero me había obligado. Eso era importante para Parker. Para su inicio en los Juegos y que no fuese un tributo más que pasaba desapercibido. Se lo debía por todas aquellos días en los que había compartido mi sufrimiento, esas noches en las que me consolaba asegurándome que todo iba bien. Cuando yo sabía que nada iba bien y como una tonta, me lo creí. 
La gente se amontonaba delante de las pantallas gigantes que había en la plaza. Un Caesar Flickerman siempre sonriente presentaba los Juegos más animado que nunca. 
Yo veía todo pasar a cámara lenta. La excitación de la gente, las apuestas, Blight abriéndose paso y encontrándose con viejos amigos, Blight convenciendo a una chica de lo bueno que era Parker con el hacha, intentando interesar a un hombre de pelo lila con que Parker trabajaba por y para su familia. 
"Tienes que buscar patrocinadores"
Habló una vocecita en mi interior. Y tenía razón. 
Miré a mi alrededor. Cientos y cientos de personas. 
-Perdone... -Le dije a una mujer de pelo azul y largas pestañas del mismo color que se entrelazaban creando espirales. Su piel tenía un color azulado también. -Em... ¿Se ha fijado en los tributos de este año?
La mujer me miró con interés. Tenía los ojos de diferente color. Uno era de un verde apagado. El otro completamente negro. 
-¿Tu eres Johanna Mason, verdad?-Asentí.-¿Y vienes para promocionarme a tu chico?
-No, sí, bueno mire... Tengo ojo para los tributos que tienen potencial.
-Yo también.-Protestó la mujer.
-¿Y ya ha apostado? 
-Claro que no. Quiero ver como comienza esto. Pero me he fijado en las dos chicas del uno y del dos. 
-¿Tributos del uno y del dos? Todo el mundo apuesta por ellos.-Me quejé.
-Casi siempre ganan.
-Casi... Mira si ganan, será poco el dinero que gane. Todos apuestan por ellos. Dale la oportunidad a Parker. 
La mujer miró la pantalla.
-¿Por qué?
-Es bueno con las armas. Es listo. Sabe como actuar con cada persona. Le sorprenderá. Le he dicho que tengo ojo para los tributos con potencial. Apuesto a que usted el año pasado ni siquiera arrojó un centavo por mí.
La mujer hizo un mohín y arrugó la nariz. 
-Puede que no.
-Y aquí estoy ahora. Negociando con usted. Confíe en mí. Ese chico...-Señalé la pantalla aunque seguía retransmitiendo la cara de Caesar. - Ese chico tiene algo que hace que mis manos empiezen a temblar. Cuando salga en pantalla, mírele a los ojos. Demuestra poderío, esperanza, e ilusión. no tiene miedo. Es valiente. 
La mujer me sonrío. 
-Le daré una oportunidad si no muere en el baño de sangre por dos razones. Eres nueva en este mundillo, y no quiero robarte la esperanza de que tu chico se salve. Y segundo, le he visto. Tiene madera de vencedor. Espero que si tomo la decisión que me aconsejas, no me decepcione. 
-No lo hará.-Dije emocionada.
-Eso espero. 
Giré mis pies y avancé a través del montón de gente en busca de Blight. No me costó mucho encontrarle. Tenía ese aspecto ordinario que la gente del Capitolio había perdido.
-¡Blight! Creo que lo he logrado. ¡He ganado un patrocinador!
Blight sonrió justo cuando la cara de Caesar desapareció, como mi sonrisa, y la pantalla mostró la Cornucopia dorada del lugar. Sentí como Blight encontraba mi mano, entrelazaba sus dedos con los míos y me los apretaba, dándome fuerzas. Sentía mis piernas flaquear. El aire no me llegaba a los pulmones completamente. Mi corazón latía frenéticamente contra mi pecho. 
Los tributos salieron a la arena.
Ya empezaba. 
Una voz resonó por todo el Capitolio.
-¡Que comiencen los 72 Juegos del Hambre!
Observé el lugar. 
Estaba oscuro, pero no era de noche. Estaban en una cueva. Una luz desde un lado de la pared iluminaba el lugar, creando sombra y dándole luminosidad a la Cornucopia de oro. 
Observé a Parker. 
No estaba lejos del cuerno dorado. 
Esta año habría veintitrés tributos. Uno menos que mata. ¿Más posibilidades?
La cuenta atrás empezó.
Agarraba con tanta fuerza a Blight que creí que se quejaría. 
Cuando el contador llegó a cero, todos los tributos se lanzaron al suelo. unos se dirigieron a la luz de la arena. Otros hacia la Cornucopia. Parker pertenecía a los del último grupo. 
Todo estaba envuelto en la oscuridad y en las sombras. 
La gente se quejaba por no poder ver completamente el espectáculo. 
Los tributos se movían ágilmente. Mataban, morían ,perseguían, huían... La pantalla pasó de la oscuridad de la cueva a un radiante resplandor azul. 
Lo primero que pensé; frío. 
Muchos tributos corrían por el horizonte, dejando sus huellas en la nieve. 
En cierto modo la nieve era algo bueno. 
El Distrito 7 era el Distrito más al norte de todo Panem. Sabíamos protegernos del frío. No como los del once, o el nueve. Esos si lo tenían difícil.
No había que dar la partida por terminada. 
Entonces le vi. Con el pelo delante de sus ojos. Llevaba una mochila a su espalda y ningún arma. Corría detrás de la montaña que guardaba la cueva. Un camino que nadie había tomado aún.
Sonreí y dejé de apretar la mano de Blight. 

7/14/2015

Blight: Capítulo 51

Había perdido la cuenta de cuantos días llevaba enjaulado en la casa de Gardenia. No podía hacer nada salvo comer y dormir. Me desorientaba despertar y que toda la habitación estuviese sumida en la oscuridad. Gardenia y su madre venían a tomarme la temperatura y a preguntarme si me encontraba bien. Los primeros días fue una locura. Sentía frío, y a los dos minutos calor. Estaba pálido. No quería comer... La madre de Gardenia ponía mala cara. Gardenia intentaba animarme con la Gira de la Victoria. ¡La había olvidado por completo! Mi madre venía a verme todos los días, o eso decían, yo solo la vi un par de veces.
De repente empecé a recuperarme, de la noche a la mañana. Un día, cuando el sol comenzaba a colarse por las rendijas de la ventana, me levanté de la cama en la que llevaba metido días, me puse las botas y salí a la calle. Había nieve en el suelo y sentía el frío en la piel. Respiré hondo.
Aire limpio, por fin.
No tardé mucho en oír las voces de la madre de Gardenia mientras me obligaba a volver a su casa.
— ¡No estás recuperado del todo! ¿Cómo se te ocurre salir de casa? 
—Me encuentro bien, de verdad... —dije, tratando de convencerla. 
—No... No aún. 
Me puso una madre en la frente y me dejo quedarme en el sofá del salón, con una manta. Estaba cansado de no hacer nada. 

Tres días después, salí con permiso. ¡Al fin! Acompañé a Gardenia y a su hermano al bosque para empezar su jornada laboral. Fue un paseo bastante tenso. la única que hablaba era Gardenia, y ella era una chica bastante fría que se percataba de las cosas.

— ¿A vosotros dos os pasa algo? 
—No, no... —susurró su hermano. Ni siquiera sabía como se llamaba. Y prefería no saberlo.
Gardenia hizo un mohín. Seguramente no se creía las palabras de su hermano. 
Después de dejarles en el bosque fui a comprar un par de cosas para la madre de Gardenia. Ella me había salvado la vida y yo quería agradecérselo. La había ofrecido dinero, pero lo había rechazado. Así que me había ofrecido a hacer algunas de las tareas que necesitaba. Yo tenía demasiado tiempo libre y no sabía que hacer con él. 
Fui al centro del Distrito y compré varias cosas. Sentía euforia en mi interior. Me sentía vivo. ¿Podía volver a ser una persona normal?
Una voz interior me contesto.
"No"
Y en el fondo, sabía que esa voz tenía razón. Solo hacía falta que me parase un instante. ¿Que sentía? Alegría, sí, pero porque estaba feliz de salir por fin y hacer algo con mi vida. Pero... ¿Qué sentía a parte de la alegría temporal? Miedo. ¿El miedo se iría? Llevaba sufriéndolo desde los Juegos. Pero había algo más. Había algo detrás del miedo que me aterrorizaba. No quería encararme con ello. No quería admitir que lo sentía. Pero lo hacía. Sentía ira. Una furia descontrolada que intentaba esconder con otros sentimientos, pero que sabía que al final estallaría. 
¿Cuánto tiempo tardaría? 
Choqué con alguien. La chica pasó a mi lado sin dirigirme ni una mirada. Me di la vuelta para seguirla. 
—¡Rosie! —grité. Ella aceleró el paso—. ¡Rosie!
Se dio la vuelta. 
—¡No pueden verme contigo! ¿Ya estás bien?
Asentí.
Estaba tan cansado de aquello... De prohibiciones absurdas.
—¿Las cartas?
—Escribiré hoy una. Te la haré llegar mañana. 
Rosie miró hacia los dos lados. Había bastante gente en la calle. 
—¿Te espían?—. pregunté
La chica asintió. 
—Te quiero, pero debo irme. 
Volvió a girarse, caminando más rápido que antes. Empezó a nevar. 

No paró de nevar durante días. Me reunía con gardenia y Olwer en mi casa y encendíamos un fuego. Cuando oscurecía, Olwer se marchaba. Aún no me había traído ninguna carta de Rosie. La extrañaba. 

—Bueno, ¿Y ahora qué? ¿Contamos historias de terror? —preguntó Gardenia cuando Olwe cerró la puerta. Estábamos solos. 
—Creo que yo estoy viviendo en una...
Acerqué las manos al fuego y las froté entre sí. 
—Tengo miedo, ¿sabes? Los Juegos... No quiero morir. Por mi familia, no soportaría... mi madre, imaginarme como sería su vida.
—No saldrás. 
—Me haces recordar los Juegos. Tu presencia, es como su hubiese algo alertándome de que ese podría ser mi destino.
Suspiré.
—Parece que últimamente nadie me quiere ver.
—Yo no he dicho eso.
—Pero lo piensas...
—No Blight... Lo que quiero decir es que... Te aprecio mucho. Eres valiente y has pasado por cosas que ni siquiera me hago una idea de lo dolorosas que han podido ser. Y te admiro, en serio. No sé como eras antes de todo esto. Pero si eres así tras los Juegos, el antiguo Blight tuvo que ser una verdadera buena persona. 
—Tengo miedo...—La corté. No soportaba mucho los halagos. No después de todos los que había vivido en el capitolio. Aunque la verdad es que me había impresionado escuchar a Gardenia hablando así de mí.
—Todos tenemos miedo de algo. 
—Algunos miedos son más reales que otros...
—Como los Juegos...
—No saldrás...
—¿Cuál es tu miedo? -pregunto Gardenia, mirándome con sus grandes ojos marrones.
—La ira
—¿La ira? —repitió Gardenia en forma de pregunta.
—Siempre está ahí... No desaparece nunca. Tengo miedo de hacer daño a la gente que quiero por no poder controlar mis emociones —me expliqué.
— Nunca te ha pasado.
—Porque he sabido controlarme, o estaba débil. Pero habrá un día en el que no pueda hacerlo y... 
—Yo confío en ti. Sé que podrás controlarte.
Gardenia me tendió una mano, y yo se la estreche. Ella sonrió, y yo me obligué a sonreír también. Y ahí estábamos, dos personas aterrorizadas contándonos nuestros miedos. 
Jamás le había hablado a nadie de la ira. Y ahora Gardenia lo sabía.
Suspiré mirando el reloj y recordé que en menos de una semana empezaría la Gira de la Victoria.



7/06/2015

Johanna: Capítulo 67

Desayunamos los cuatro juntos. Ray, Blight, Parker, y yo. No hablamos de lo sucedido con Willow. No hablamos de los Juegos. Solo comíamos. O bueno, Ray y Blight comían. Yo no podía. Parker, al parecer, tampoco. Él sabía mejor que nadie que tenía que alimentarse bien, que lo que se le avecinaba iba a ser muy duro, pero lo comprendía. Había llevado el sufrimiento muy bien por dentro hasta ahora, pero eso empezaba a cambiar al verse en menos de dos horas en la arena con el resto de tributos empuñando armas y persiguiéndole para matarlo.
Estaba pálido. Tenía el pelo negro, limpio y brillante. Los ojos rojos y hundidos, el pestañear lento. Los hombros estaban caídos, los labios agrietados. No tenía buena pinta. Parecía enfermo. Pero no era una enfermedad que se curase con medicinas. Esa enfermedad se superaba ganando los Juegos.
No había sido buena mentora. Ni buena amiga. Ni buena novia. De hecho, no tenía ni idea de si había hecho algo bien. Si yo fuese un tributo y me hubiese tenido a mi como mentora, me hubiese clavado un hacha en la cabeza. Seguro que eso ayudaría más.
Parker dejó con un estrepitoso ruido el tenedor sobre el plato de porcelana. Le temblaban las manos, pero intentaba disimularlo agarrándose de las muñecas.
-¿Algunos consejos?-Preguntó, cogiendo aire.-Antes de salir, ya sabéis...
Intentó soltar una risa nerviosa, pero paró al darse cuenta de que al final terminaría llorando.
Le conocía, no quería dar pena.
Miré a Blight en busca de ayuda. Él me miró a mí, y los dos suspiramos a la vez.
-Bueno...-Dijo Blight.- Te parecerá una locura pero...
-Y todos los demás mentores dirán lo contrario.-Añadí, porque a mí me había dado el mismo consejo.
-Pero olvida lo de huir sin pasar por la Cornucopia. No llegarás muy lejos sin nada de lo de allí.
-Parece una locura, pero tiene razón.-Seguí.-Sin armas, sin formas de encender un fuego, comida, agua... no llegarás lejos.
-Busca refugio.-Comentó Blight.
-Busca comida.-Le aconsejé, recordando lo mal que lo había pasado yo el año anterior.
-Busca agua.-Ésta vez había hablado Ray. A veces se me olvidaba de que él, al igual que nosotros, era un campeón. ¿Cómo habrían sido sus Juegos? No me sonaba haberle visto en la arena.
-Tengo que buscar muchas cosas, parece...-Se quejó Parker.
-¿Alianzas?-Preguntó Blight.
-Había hablado con Willow...-Susurró Parker, mirándome.- ...pero supongo que eso ya da igual. Quizá el ocho, o el nueve.
-¿El cuatro?-Sopesé esa opción, porque mi aliado había sido de aquel Distrito.
-Ni loco. ¿Profesionales?-Protestó Parker, mirándome como si me hubiese vuelto loca.
-No siempre está tan mal contar con su ayuda... Aunque sí, son más peligrosos que el resto.-Terminó Blight.
Parker miró fijamente el reloj de la pared y empezó a temblarle el labio.
Quedaban quince minutos.
No era mucho tiempo .

Blight y yo le acompañamos hasta donde se nos tenía permitido, el aerodeslizador que les llevaría a la arena.
-No estés nervioso.-Le dije. Sí, muy buen consejo, aunque imposible claro.- Los nervios te harán desconcentrarte.
-Sí, lo sé. -Contestó.
-Puedes hacerlo.-Le animó Blight.
-No es fácil, pero confiamos en ti.-Le dije también.
Blight se despidió de él con un abrazo, y cuando se separaron, Parker me miró a los ojos. Le vi. Abrió sus brazos para envolver mi cuerpo en ellos, pero yo le aplasté las mejillas con las palmas de mis manos y le besé. Le besé como si nunca más fuera a verle, y en verdad, no lo sabía.
Él me rodeo con sus brazos, yo metí mis dedos por su pelo, y cuando nos separamos, los dos respirábamos fuerte.
-Tengo que irme...-Susurró, rozando sus labios con los míos. Yo asentí haciendo que nuestras narices se tocasen. Él se separó de mi poco a poco, me dio un último beso en la mano y después se fue.
Miré a Blight, éste me miraba con pena.
-Confío en ese chaval.-Me dijo.
-Y él confía en nosotros.-Le avisé.-Tenemos que conseguir patrocinadores.



7/02/2015

Blight: Capítulo 50

-¡Hey! Tranquilízate... Él es mi hermano.-Dijo Gardenia, poniéndome una mano en el hombro para que me volviese a tumbar en la cama.
Me revolví un poco en la cama, deshaciéndome de las mantas y el edredón. No entendía nada. Tenía calor, tenía frío...
El chico sin nombre que me había pegado hace unos meses y que por sorpresa era hermano de Gardenia, me miró con sus ojos fríos y oscuros, llenos de ¿odio?, y dejó una bandeja de comida en mi regazo. 
-Te dije que no tenía hambre...-Repliqué.
-¡Come!-Contestó Gardenia con fuerza en la voz. 
Miré la bandeja, la cual tenía un cuenco de madera y una cuchara. El cuenco tenía una especie de caldo amarillo. Su olor me revolvía las tripas y me daba arcadas. No porque estuviese malo. Pensar en comida me daba ganas de meterme en el baño y no salir más. Cogí la cuchara solo para hacer feliz a Gardenia. Ésta se estaba enviando miradas con su hermano. Paseé la mirada entre ellos. 
-¿Qué pasa?-Pregunté con curiosidad.
-Nada...-Respondió la chica mirándome durante la mitad de un segundo, luego susurró algo inteligible, y su hermano se fue. Gardenia suspiró, se toqueteó el pelo y se giró para mirarme. 
-¿Dónde está mi cuchillo?-Pregunté. No me sentía seguro sin él. Tampoco me sentía seguro sin ropa, pero suponía que el cuchillo estaría con ella.
-Está con tu ropa. Tranquilo, nadie te va a matar.
"Genial, eso me da respuestas a todo."-Pensé.
Dejé la cuchara en el cuenco con el caldo. No había dado ni un sorbo, pero verdaderamente me estaban entrando nauseas. 
-¿Rosie está bien?
-Come...
Puse los ojos en blanco y volví a coger la cuchara para remover el caldo. Mala idea, mala idea...
-Pero...
Gardenia me cortó.
-¿Por qué te preocupas tanto con ella cuando has sido tú quién ha estado muriéndose?
-Estoy bien. 
-No decías eso ayer...-Gruñó la chica.
Volví a dejar caer la cuchara, salpicando caldo en la bandeja y en la colcha de la cama. 
-Rosie está bien.-Dijo finalmente con voz queda.- Pero creo que esta vez se acabaron las visitas para vosotros dos. 
Levanté la vista de la bandeja, encontrándome con sus ojos marrones.
-¿Su padre se enteró?
-Todo el Distrito se enteró. Eres el vencedor, todos están pendientes de ti. Obviamente maquillamos detalles. No dijimos nada de las escapadas de detrás de la valla... No queremos que os la carguéis más. Créeme cuando te digo que creímos que morirías. 
-No veo que mucha gente se preocupase por mí...
-¡Blight! La mitad no saben ni siquiera donde estas...  Vinieron tus mentores, tu madre, Rosie con un chico pelirrojo... y ya. 
Sentí algo en mi interior. Algo parecido a un puñetazo en el pecho y después calor. Ardía en llamas. Había venido mi madre, pero no mi padre. Que tu hijo esté muriéndose no es algo realmente importante, claro que no. 
-¿Estás bien?-Me preguntó Gardenia. 
Sacudí la cabeza y aparté la bandeja de comida. 
-No, no, no lo estoy. 
La chica retiró la bandeja de comida y la dejó en la mesilla de noche. Luego se inclinó sobre mí y me puso una de sus manos en la frente. Tenía las manos suaves, y olía muy bien. Tenerla tan cerca de mí me ponía nervioso. Nuestras caras estaban separadas tan solo por unos cuantos centímetros. Ella me miró a los ojos, y yo la miré a ella, sin decir ni una sola palabra. Luego se separó y volvió a toquetearse el sedoso pelo castaño. 
-Te pondrás bien.-Recogió la bandeja y se levantó de la cama para salir de la habitación.
Volví a quedarme completamente solo.
No me sentía bien, pero no creía que fuese por la enfermedad. El hecho de no poder ver a Rosie me consumía. Ya lo pasaba mal cuando tenía que esperar una semana por su carta, sin saber si podría verla o no. No podían quitarme a la persona que me mantenía cuerdo. 
Miré con ira el jarrón de flores secas y me dieron ganas de tirarlo. Tenía ganas de romper todo lo que había en la habitación. De romper todo lo que había en la casa. Por suerte para Gardenia y su familia, y desgracia para mí, no tenía fuerzas para ello. Así que deje mi cabeza en la almohada empapada de sudor frío y cerré los ojos, esperando dormirme y la inconsciencia me dejase no pensar por un rato.