Me había quedando mirando al cielo, como si así pudiese conseguir ver a la persona que nos hablaba, pero cuando el silencio regreso, mis ojos encontraron los de Cloe, la cual no parecía haber quitado la mirada de mi. Ella sonrió al ver que la miraba, tranquila, como si acabasen de anunciar que nos dejaban volver a todos a casa. Aunque supongo que un regalo es mejor que nada.
Un pitido sobre nuestras cabezas llamó mi atención, y me pareció ver el reflejo de algo plateado; un paracaídas. Éste cayo a un par de metros detrás de mí, y fui a recogerlo, pero cuando fui a cogerlo, otro pitido proveniente del cielo apareció. Otro paracaídas. Cloe alargo sus brazos y lo cogió sin necesidad de moverse. Cada uno desenvolvimos nuestro paracaídas con ímpetu. En ambos había pan. del mismo tamaño, color y forma.
-Hey.-Dije, al percatarme de algo.-A Jade también le ha llegado su paracaídas. Mira.
Señalé al techo de la tela verde de la tienda de acampada, donde un paracaídas plateado descansaba. Volví a mirar a mi hermana, que parecía abstraída en sus pensamientos. Yo me encogí de hombros y mire el trozo de pan, dispuesto a hincarle el diente.
-¡NO!-Grito Cloe, quizá demasiado fuerte. La mire sin comprender.-No. ¿No lo has escuchado? Un sustento por Distrito. Tenemos dos.
-Somos dos...-Nos señalé.
-Por Distrito, tonto.-Me dijo muy seria, aunque luego se le escapo una sonrisa.-Es una trampa. Y esperan que caigamos. Apuesto que uno de estos dos nos haría...
¡PUM!
Un cañonazo interrumpió a Cloe antes de que pudiese terminar la frase. Pero lo había entendido. Uno de esos panes podría estar (y muy seguramente lo estaba) envenenado.
-No nos podemos fiar de nadie.-Dijo Cloe, como leyéndome la mente. -Me desharé de ellos.
Me quitó el pan de las manos, y luego, con cuidado, se llevo el paracaídas sin abrir de Jade. Puede que dos estuviesen bien, pero no queríamos correr riesgos. Mi hermana se fue durante un largo rato, y después regresó, sin ninguno de los tres panes. Jade seguía durmiendo plácidamente. Ambos queríamos dejarla dormir y tener un rato a solas. Hacia mucho tiempo que no teníamos un momento hermano-hermana apropiado.
-Deberías dormir...
-Otra vez me lo dices...-Refunfuñó Cloe.-Dormiré por la tarde.
-Antes dijiste que dormirías por la mañana.
-Pero si no tengo sueño...-Suspiró, y cambió de tema.-¿Sabes lo bueno de todo esto? Que Jade confiara en nosotros ahora.
-Jade confiaba. La que no lo hacia era Blade...-Dije.
-Respecto a Blade...
Suspire, y crucé los brazos. Iba a ser dificíl hablar sobre ello.
-Solo me protegí.-Me defendí.
-Lo sé.-Contestó Cloe.
-Quería mataros a vosotras también. A todos.
-Quería ganar...
-Sí, pero... No sé. La otra noche estuvimos hablando...-La confesé.-Ella me salvó la vida...-Miré a mi hermana. No parecía perpleja, ni enfadada de que la hubiese mentido. Solo me escuchaba.- Y que ahora me quisiese matar me ha dejado tan... ¿Raro? Es una sensación extraña.
-Todo aquí lo es Blight.-Ella me paso un brazo por los hombros. Yo deje mi cabeza en su hombro y note como me daba un beso en la mejilla.
-Quiero salir de aquí contigo...
Otra vez retomaba el tema. Ya sabía que era imposible. Pero en verdad, quería saber si había alguna posibilidad de que abandonase su idea de protegerme y que pensase en ella misma... No respondió. Al menos no a lo que la acababa de decir.
-¿Te has fijado en lo silencioso que está todo? Ni siquiera hay viento...
Levanté la cabeza para comprobarlo.
-Eso es... ¿malo?-Pregunté, temeroso.
-No lo sé...
Nos quedamos así un buen rato, hasta que tuvimos hambre. Comimos y volvimos a la misma posición que antes, pero de varias formas; Sentados en el suelo y apoyados en la tienda de campaña, Cloe sentada y yo tumbado con la cabeza en su regazo, yo reclinado sobre la tienda y Cloe entre mis piernas mientras jugaba con su pelo... vigilando, disfrutando del tiempo. Ella me hablaba sobre su vida, yo de la mía... Ambos queríamos saber más el uno del otro, pero nunca sin dar tantas pistas como para que la audiencia se enterase de que realmente eramos hermanos. Hasta que Jade pareció despertar.
-Buenos días... O tardes. ¿Qué hora es?-Dijo nada más salir de la tienda, con mala cara.
-Ojalá lo supiese...-Dijo Cloé.-Pero por la posición del sol y las sombras que hay, apostaría a que pronto anochecerá.
-¿Alguna novedad?-Preguntó la chica del uno.
-Nada.-Respondí..
-Un cañonazo. No sabemos de quien es.-Añadió mi hermana.
-Bien...-Dijo Jade, y se sentó a nuestro lado, pero a una distancia poco cercana.-Tengo esta parte dolorida todavía.
Se señaló la zona de los dedos que había perdido.
-Es... normal...-Dijo Cloe.-Si sales de esta, te seguirán doliendo con el paso de los años.
-Saldré de esta.-Dijo Jade, corrigiendo a Cloe.-No es una posibilidad...
-Bueno... habrá que jugar para verlo...
Jade levantó la vista de su mano y miró a Cloe, alzando una ceja. Sabía como lo había comprendido la chica del 1. Como un desafío. Intenté cambiar de tema.
-¿Quién apostáis que ha muerto?-Sonaba tan raro eso de mi. Pero no quería peleas. No ahora. Y menos una entre Jade y mi hermana.
-Algún estúpido de los Distritos más bajos...-Respondió Jade.
-O algún estúpido del 2 y del 4... Todo es posible.
Otra vez...
-Habrá que volver de caza pronto...-Dije.
-Cuando se acabe la carne que tenemos...-Respondió Jade.
-Sí...-Añadió Cloe.
Jade se levantó y se dirigió a la caja de las armas. Vi como se colocaba dos cuchillos en el cinturón y se guardaba otro dos, uno en la bota y otro en la manga del jersey. Cogió una espada y volvió hacia nosotros.
-Voy a investigar. Volveré pronto.
-¿Sola?-La dije.
-No se que hacer aquí... Tendré cuidado con tus trampas. Si grito no vengáis. Puedo poneros en peligro...
-Pero se supone que somos...-Se quejó Cloe.
-Venid solo si grito vuestros nombres.
-Esta bien...-Dijimos Clo y yo al unísono. Jade nos miró una última vez y se marchó.
La oscuridad volvió a la arena. Una vez más. Cenamos sin Cloe. No había habido cañonazos ni habíamos escuchado gritos. No estaba tranquilo, y su ausencia a estas horas me inquietaba.
-No me fío. ¿Y si se ha ido a buscar al resto de profesionales?-Preguntó Cloe.
-Ella no es así.
-¿Y tu que sabes?
-Lo intuyo...
El sello del Capitolio distrajo nuestra conversación. Solo había muerto una persona hoy; Shirley, la chica del ocho. El ocho se había quedado sin tributos. Y uno de ellos había sido matado por mi.
-Yo me voy a ir a dormir...-Anunció Cloe, bostezando.-Me muero de sueño. ¿Vigilas tu?
-Si, claro...
Cloe entró en la tienda, y yo me volví a quedar solo, acompañado de la oscuridad. Era terriblemente aburrido estar solo, y más de noche. El aburrimiento y el sueño se juntaban con el miedo. No debió de pasar mucho hasta oír unos chasquidos. Me levanté rápidamente, con mis armas en alto, listo para atacar y para gritar. Pero me tranquilicé al ver a Jade. Y venía sola. Cuando llegó a mi altura, se deshizo de todas las armas ocultas que llevaba.
-¿Qué tal... todo?-Pregunté, en un tono de voz más bien bajo.
-Todo sigue igual. No he visto a nadie, y tampoco animales aunque la verdad es que no me he fijado mucho en ellos.
-¿No te has topado con nada?-Pregunté, mientras Jade se deshacía su coleta y metía sus dedos entre los mechones de su pelo.
-No... ¿Y Cloe?
-Durmiendo.-Respondí.
-Vigilaré yo. Ve a dormir.
-¡No!-Dije, algo más alto de lo que quería. Jade me miró fijamente a los ojos. Sabía lo que pensaba. Que no me fiaba de ella. Intente disculparme.-Haremos guardia los dos. Yo estoy bien.
-Tenemos que aprender a confiar unos de otros Blight.
-Si lo hago...-Me excusé.
-Creí que tu eras diferente. Que tenías algo conmigo.
-¿Algo contigo?-Pregunté confundido.
Jade suspiró, mirando al cielo. Luego volvió la vista a mi y nuestras miradas se encontraron por unos segundos. Me sentía tenso, nervioso y a la vez bien. Jade para mi era como una caja llena de explosivos. En menos de un segundo, pasó una de sus manos por mi cuello y me atrajo hacia ella. Su boca se encontró con la mía, y yo volví a ser presa del aturdimiento. ¿A que jugaba Jade? ¿No le había dejado claro ya todo? Quería deshacerme de ella, pero me sentía tan bien a su lado... Allí, en los Juegos, no importaba nada. Todo era como un sueño.
Jade se separó de mi, pero yo tardé algo más en abrir los ojos.
-Lo siento...-Se disculpó la chica.
Miré al cielo en busca de una respuesta que pudiese valer para aquel beso. Pero la única respuesta que encontré fue un punto rojo que cada vez se hacía más y más grande. Una bola de fuego venía hacia nosotros.
-¡Corre!-Grité, y salí corriendo a la tienda para despertar a Cloe. Jade apareció detrás e mi en poco tiempo. Cloe se despertó confusa. Alguien grito que no había tiempo de explicaciones, aunque no sabía con exactitud si había sido yo o Jade.
Salimos los tres de la tienda cuando la bola de fuego impactó en el suelo, a unos quince metros de nuestra posición. Miré al cielo de nuevo y me di cuenta de que esa no iba a ser la única. Había más. Muchas más. ¿Meteoritos? Todo podía pasar ya... Más grandes o más pequeñas, más lejos o más cerca. Cientos y cientos de bolas de fuego caían del cielo.
Suspire, y crucé los brazos. Iba a ser dificíl hablar sobre ello.
-Solo me protegí.-Me defendí.
-Lo sé.-Contestó Cloe.
-Quería mataros a vosotras también. A todos.
-Quería ganar...
-Sí, pero... No sé. La otra noche estuvimos hablando...-La confesé.-Ella me salvó la vida...-Miré a mi hermana. No parecía perpleja, ni enfadada de que la hubiese mentido. Solo me escuchaba.- Y que ahora me quisiese matar me ha dejado tan... ¿Raro? Es una sensación extraña.
-Todo aquí lo es Blight.-Ella me paso un brazo por los hombros. Yo deje mi cabeza en su hombro y note como me daba un beso en la mejilla.
-Quiero salir de aquí contigo...
Otra vez retomaba el tema. Ya sabía que era imposible. Pero en verdad, quería saber si había alguna posibilidad de que abandonase su idea de protegerme y que pensase en ella misma... No respondió. Al menos no a lo que la acababa de decir.
-¿Te has fijado en lo silencioso que está todo? Ni siquiera hay viento...
Levanté la cabeza para comprobarlo.
-Eso es... ¿malo?-Pregunté, temeroso.
-No lo sé...
Nos quedamos así un buen rato, hasta que tuvimos hambre. Comimos y volvimos a la misma posición que antes, pero de varias formas; Sentados en el suelo y apoyados en la tienda de campaña, Cloe sentada y yo tumbado con la cabeza en su regazo, yo reclinado sobre la tienda y Cloe entre mis piernas mientras jugaba con su pelo... vigilando, disfrutando del tiempo. Ella me hablaba sobre su vida, yo de la mía... Ambos queríamos saber más el uno del otro, pero nunca sin dar tantas pistas como para que la audiencia se enterase de que realmente eramos hermanos. Hasta que Jade pareció despertar.
-Buenos días... O tardes. ¿Qué hora es?-Dijo nada más salir de la tienda, con mala cara.
-Ojalá lo supiese...-Dijo Cloé.-Pero por la posición del sol y las sombras que hay, apostaría a que pronto anochecerá.
-¿Alguna novedad?-Preguntó la chica del uno.
-Nada.-Respondí..
-Un cañonazo. No sabemos de quien es.-Añadió mi hermana.
-Bien...-Dijo Jade, y se sentó a nuestro lado, pero a una distancia poco cercana.-Tengo esta parte dolorida todavía.
Se señaló la zona de los dedos que había perdido.
-Es... normal...-Dijo Cloe.-Si sales de esta, te seguirán doliendo con el paso de los años.
-Saldré de esta.-Dijo Jade, corrigiendo a Cloe.-No es una posibilidad...
-Bueno... habrá que jugar para verlo...
Jade levantó la vista de su mano y miró a Cloe, alzando una ceja. Sabía como lo había comprendido la chica del 1. Como un desafío. Intenté cambiar de tema.
-¿Quién apostáis que ha muerto?-Sonaba tan raro eso de mi. Pero no quería peleas. No ahora. Y menos una entre Jade y mi hermana.
-Algún estúpido de los Distritos más bajos...-Respondió Jade.
-O algún estúpido del 2 y del 4... Todo es posible.
Otra vez...
-Habrá que volver de caza pronto...-Dije.
-Cuando se acabe la carne que tenemos...-Respondió Jade.
-Sí...-Añadió Cloe.
Jade se levantó y se dirigió a la caja de las armas. Vi como se colocaba dos cuchillos en el cinturón y se guardaba otro dos, uno en la bota y otro en la manga del jersey. Cogió una espada y volvió hacia nosotros.
-Voy a investigar. Volveré pronto.
-¿Sola?-La dije.
-No se que hacer aquí... Tendré cuidado con tus trampas. Si grito no vengáis. Puedo poneros en peligro...
-Pero se supone que somos...-Se quejó Cloe.
-Venid solo si grito vuestros nombres.
-Esta bien...-Dijimos Clo y yo al unísono. Jade nos miró una última vez y se marchó.
La oscuridad volvió a la arena. Una vez más. Cenamos sin Cloe. No había habido cañonazos ni habíamos escuchado gritos. No estaba tranquilo, y su ausencia a estas horas me inquietaba.
-No me fío. ¿Y si se ha ido a buscar al resto de profesionales?-Preguntó Cloe.
-Ella no es así.
-¿Y tu que sabes?
-Lo intuyo...
El sello del Capitolio distrajo nuestra conversación. Solo había muerto una persona hoy; Shirley, la chica del ocho. El ocho se había quedado sin tributos. Y uno de ellos había sido matado por mi.
-Yo me voy a ir a dormir...-Anunció Cloe, bostezando.-Me muero de sueño. ¿Vigilas tu?
-Si, claro...
Cloe entró en la tienda, y yo me volví a quedar solo, acompañado de la oscuridad. Era terriblemente aburrido estar solo, y más de noche. El aburrimiento y el sueño se juntaban con el miedo. No debió de pasar mucho hasta oír unos chasquidos. Me levanté rápidamente, con mis armas en alto, listo para atacar y para gritar. Pero me tranquilicé al ver a Jade. Y venía sola. Cuando llegó a mi altura, se deshizo de todas las armas ocultas que llevaba.
-¿Qué tal... todo?-Pregunté, en un tono de voz más bien bajo.
-Todo sigue igual. No he visto a nadie, y tampoco animales aunque la verdad es que no me he fijado mucho en ellos.
-¿No te has topado con nada?-Pregunté, mientras Jade se deshacía su coleta y metía sus dedos entre los mechones de su pelo.
-No... ¿Y Cloe?
-Durmiendo.-Respondí.
-Vigilaré yo. Ve a dormir.
-¡No!-Dije, algo más alto de lo que quería. Jade me miró fijamente a los ojos. Sabía lo que pensaba. Que no me fiaba de ella. Intente disculparme.-Haremos guardia los dos. Yo estoy bien.
-Tenemos que aprender a confiar unos de otros Blight.
-Si lo hago...-Me excusé.
-Creí que tu eras diferente. Que tenías algo conmigo.
-¿Algo contigo?-Pregunté confundido.
Jade suspiró, mirando al cielo. Luego volvió la vista a mi y nuestras miradas se encontraron por unos segundos. Me sentía tenso, nervioso y a la vez bien. Jade para mi era como una caja llena de explosivos. En menos de un segundo, pasó una de sus manos por mi cuello y me atrajo hacia ella. Su boca se encontró con la mía, y yo volví a ser presa del aturdimiento. ¿A que jugaba Jade? ¿No le había dejado claro ya todo? Quería deshacerme de ella, pero me sentía tan bien a su lado... Allí, en los Juegos, no importaba nada. Todo era como un sueño.
Jade se separó de mi, pero yo tardé algo más en abrir los ojos.
-Lo siento...-Se disculpó la chica.
Miré al cielo en busca de una respuesta que pudiese valer para aquel beso. Pero la única respuesta que encontré fue un punto rojo que cada vez se hacía más y más grande. Una bola de fuego venía hacia nosotros.
-¡Corre!-Grité, y salí corriendo a la tienda para despertar a Cloe. Jade apareció detrás e mi en poco tiempo. Cloe se despertó confusa. Alguien grito que no había tiempo de explicaciones, aunque no sabía con exactitud si había sido yo o Jade.
Salimos los tres de la tienda cuando la bola de fuego impactó en el suelo, a unos quince metros de nuestra posición. Miré al cielo de nuevo y me di cuenta de que esa no iba a ser la única. Había más. Muchas más. ¿Meteoritos? Todo podía pasar ya... Más grandes o más pequeñas, más lejos o más cerca. Cientos y cientos de bolas de fuego caían del cielo.