6/27/2014

Johanna: Capítulo 34

Cambios



Blight me dejó sola, con un par de avox, en una especie de comedor. Me habían traído un cuenco de caldo anaranjado y compota de manzana. No era un gran banquete para alguien que acababa de salir de los Juegos, pero por increíble que parezca, no conseguí acabarlo. Tras la comida, los avox me llevaron con mi estilista, Vibia y sus preparadores especiales, Petra, Lucius y Silva. Al principio solo parloteaban sobre lo contentos que están de volver a verme, pero tras los saludos comenzaron a hablar sobre los Juegos. Recoerdé las palabras que Blight me dijo, aunque en aquel momento parecían haber sido sacadas de un sueño.
<<Ahora eres Johanna Mason, ganadora de los Juegos del Hambre. Eres salvaje, cruel, y no te importa nada. Mira a todos con la cabeza bien alta. A todos. Haz que piensen que estabas actuando. Ahora eres fuerte. Actúa como si fueses la persona más importante del mundo. Hazlo, o lo que te ha pasado en los Juegos no será lo peor.>>
Decidí no hablar mientras me desnudaban y me metían en una bañera llena de agua azul verdosa. Vibia me hablaba sobre el fantástico vestido que me había preparado, y que, tras los Juegos, le parecía una gran elección. Petra le daba forma a mis uñas y le sacaba la tierra, mientras susurraba que los arañazos y las heridas de mis manos podían ser tratados con una crema especial que ella poseía, y además, me guiñaba un ojo. Lucius hundía sus desdos en mi pelo e intentaba quitar los nudos, masájeandome la cabeza y dándo varias capas de champú, marscarilla, y cosas que no llegaba a entender... Por último, Silva, me había puesto un ungüento por todo el cuerpo que me dejaba la piel blanca como la nieve. Una vez termindado, me sacaron de la bañera y me visiteron con una fina túnica de color dorado. Lucius seguía encargandose de mi pelo, mientras Petra pintaba mis uñas de diferentes colores en tonos rojizos y Silva me depilaba y me maquillaba. Hoy iba a ser la entrevista. Según había oído, había estado durmiendo unos cuatro o cinco días. A veces me despertaba durante unos escasos segundos y después volvía a cerrar los ojos durante horas. Habían aprovechado para operarme. Al principio no sabía de qué, porque cuando había salido de los Juegos, yo no me había sentido tan mal como para esperar una operación, hasta que Vibia dijo por lo que era. La belleza, como no. Obviamente, el Capitolio no podía permitir que la vencedora de unos Juegos del Hambre saliese delgaducha, con la cara huesuda y los huesos marcados, y no podían esperar a que me alimentase y engoradase. A mis estilistas les había sorprendido lo poco habladora que estaba, y lo único que hize hacia aquel comentario fue alzar la barbilla y mirarles con una sonrisa torcida. Seguí pensando en las palabras de Blight, en como actuar, y que, si Vibia y mis preparadores no se creían una de mis actuaciones, ¿Cómo se lo iba a creer toda Panem? ¿Y el Presidente Snow, se lo creería? Así que esperé al comentario indicado, cuando hablaban de la Gran Final de los Juegos.
-Sinceramente, Johanna, tengo que decir que ¡Se me salió el corazón cuando me enteré de que solo quedabais Rubi y tu! Estaba haciendo los preparativos de una fiesta cuando oí el cañon, y ya estaban... las dos finalistas. Como decía, me sincero contigo y admito que creí que ibas a perder.-Había dicho Silva.
Perder, y no morir. Perder parecía una palabra tan dulce en comparación a la realidad...
-Entonces tengo que suponer que no conoces a la verdadera Johanna Mason, porque yo nunca pierdo.
Esbozé una sonrisa, una de las que Leonnora me había dedicado en los entrenamientos. Silva intentó llenarme de halagos, y el resto la imitaron. Una vez acabaron, Vibia me condujo a una habitación para ver mi vestido para la entrevista con Caesar. Caminé con la cabeza bien alta, mirando al frente, e ignorando a las personas que se quedaban observándome en las esquinas. Lo que veían era una Johanna fría y... ¿cruel? Pero no era yo para nada. Y quizá fuese mejor. Quizá lo mejor era actuar y que no me conociesen tal y como era. Hacerles pensar que todo fue una farsa.
Llegamos a la habitación. Blight y Minerva estaban fuera, y me sorprendió, pero no les dediqué ni una mirada. Pase al lado de ellos sin saludar, y caminando como una verdadera vencedora. Recordé a Cashmere, una vencedora del Distrito 1 que había ganado años y atrás. Su forma de caminar, sus poses... todos la adoraban. Escuché a Minerva quejarse, y pude sentir como Blight esbozaba una sonrisa y me susurraba <<¡Buen trabajo!>>
Vibia abrió la puerta. Dudé un momento, pero pasé antes que ella, justo cuando había movido un pie para entrar. No dijo nada y me siguió. El vestido, era espectacular, pero para nada transmitía la imagen de como era yo. Era largo, de tirantes. Parecía que estuviese hecho de hojas transportadas del mismísimo Distrito 7. Aunque no tocases el vestido, podías sentir el tacto de las hojas y su forma. Las hojas del pecho, comenzaban con un tono verde oscuro, mientras bajabas la vista, iban cambiando a un tono verde claro, luego a uno amarillo por donde la cintura, y desde el muslo hasta las rodillas cambiaban a un tono marrón. Lo que me sorprendió, no fuese eso, sino, que a partir de las rodillas hasta los pies, las hojas parecían que se transformaban a un líquido de color rojo, algunas de las hojas más bajas se manchaban con el. Parecía sangre. La vencedora del Distrito 7 se había convertido en una asesina. Digno de ella.
Me obligué a sonreir.

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