9/28/2014

Johanna: Capítulo 40.


Holaaa, os tengo que pedir perdón por la tardanza, porque este mes no he subido capítulo, pero es que he estado muy ocupada y no he tenido tiempo. A partir de ahora, espero poder subir cada viernes y cada sabado uno capítulo; uno de Johanna, y otro de Blight. Espero que os guste el capítulo 40 (40 ya, uf...) y que comentéis. ¡Gracias por leer!





No volví a dormir. Los ojos ya no me pesaban, y la temperatura había bajado, así que ya no era tan fácil conciliar el sueño.

Cuando el sol comenzaba a salir, Blight me llamó, y me llevó a una habitación separada del resto.

-Hoy no te vestirán tus estilistas.-Dijo con un tono de voz más grave de lo normal. Me sorprendió lo que dijo. ¿Qué diría Minerva de aquello? Pero lo que ella diría no importaba. Blight me tendió unos pantalones grises, y una chaqueta del mismo color.

La verdad es que no me disgustaba nada llevar esa ropa. La prefería ante los extravagantes vestidos del Capitolio, y aunque hoy aún habría cámaras a mi alrededor, ya no sería lo mismo.

-Blight...-Susurré, sin saber muy bien que preguntar.-¿Cómo debo de... comportarme?

Blight gruñó, y se apoyó en una de las paredes de la habitación.

-Como una vencedora.

Después salió de allí y me dejó sola. No hacía falta darle muchas vueltas a la respuesta, estaba claro.

Vibia me buscaba por todo el tren con un recargado vestido granate, que nada más verlo, no pude reprimir una mueca. Y esta vez, sin actuar.

Me negué a ponermelo, l igual que me negué  que desenrredase de mi pelo, ya que estaba recogido en una coleta y no quería llevarlo suelto porque me entorpecía la vista. Al final me convenció para maquillarme, y aunque la avisé de que solo quería tonos oscuros con un tono de voz hostil, se permitió utilizar un delineador rosado. La cojí la muñeca con fuerza, y ella dejó escapar un grito.

-Dije tonos oscuros.

Me levanté, con fingido enfado, y marché de allí. Luego Vibia volvio, tan solo con una caja de tonos oscuros, y volvió a finalizar el trabajo en silencio.

La estación de tren del Distrito 7 estaba atestada de gente. Todo me recordaba a mi sueño de la noche anterior. Las cámaras grabaron cada uno de mis pasos hasta mi familia. Intenté no aligerarlo, pero me resultó imposible. A medida que estaban más cerca, más rápido caminaba. Me fundí primero en los brazos de Paul. Luego mi padre se unió a nosotros, y por último mi madre, que tenía la cara cubierta de lágrimas.

Las cámaras grabándonos, la gente gritando y vítoreando. Entre el brazo de mis padres, pude ver a los Harrison.

Lo único en lo que pude pensar fue: Wood...

Él me había salvado la vida, y de no ser por eso, seguramente habría tenido las mismas posibilidades que yo de ganar. O incluso más.

Se lo que sus padres dirían. Que en realidad no había sido mi culpa. Pero sería normal, que lo dijesen. Me conocían desde niña y mis padres y ellos eran amigos. Pero yo sabría que no dirían la verdad.

Me empezó a doler el pecho, como cuando te golpean. ¿Culpabilidad? El momento en el que Wood me salvó pasó por delante de mis ojos a cámara lenta.

Alguien hablaba. No sé si para mi, porque oía la voces como si estuviese sumergida bajo el agua.

Las cámaras estaban entrevistándonos. Mi padre hablaba de lo feliz que se snetía, mi madre no podía hablar por la emoción, y mi hermano que me había echado de menos, apretándome fuerte contra él. Caminamos rápido hacia nuestra antigua casa. Antigua, porque como vencedora, el alcalde me daría una nueva casa en la Aldea de los Vencedores. No había pensado en ello hasta aquel momento. La Aldea de los Vencedores estaba más allá del bosque. Casi en el término del Distrito.

Al llegar a la zona vieja del Distrito, la de nuestra casa, pasé el umbral de la puerta, la primera, y cuando los cuatro estuvimos dentro, la cerramos, dejando a las cámaras atrás.



...



No salí mucho de casa en unos dos meses. Al principio me sentía obligada, pues las cámaras aún revoloteaban a mi alrededor, pero cuando se esfumaron, me encerré en mi habitación y negué a abandonarla. Además, tampoco era aburrido. Teníamos una nueva casa, mucho más grande que la anterior. Mucho más grande de lo que habría imaginado. Teníamos dinero de sobra, así que había insistido a mis padres para que dejasen el trabajo. Sorprendentemente, lo hicieron, pero Paul no era tan fácil de convencer.

-Muy bien hermanita, tienes dinero, pero... ¿Y luego qué? ¿Cuándo yo tenga mi propia familia?

-Podré alimentar también a tu familia.

-¿Podrás alimentar a tres o cuatro familias?

Habíamos hablado mucho sobre aquello. Paul creía que no podría abastecer eternamente a los Harrison, a papa y mamá, a Paul cuando crease su propia familia, y a la mía. Yo no lo veía tan oscuro. Tenía dinero suficiente para cualquier cosa. Pero Paul era cabezota respecto a ese tema.

-Prefiero ganar mi propio dinero Jo.

Los días se me pasaban despacio. Las noches eran un sufrimiento. Me despertaba, maldiciendo por haberme dormido, por culpa de las pesadillas. A veces gritaba, a veces no. Pensaba en Wood, en Cliff, en los tributos muertos, en lo que Snow me había dicho. Ya había pasado tiempo, pero seguía recordando sus palabras. Tenía miedo. Pasaba semanas temiendo que un día Snow me visitase. Al fin, una noche, Paul vino a mi habitación, por culp de los gritos.

-¿Estas bien?

Asentí, poco convencida.

-Cuéntame lo que te pasa.

Así que, se lo conté. Entendió lo de las pesadillas, y el hecho de que ahora me daba miedo dormir, e intentó tranquilizarme con lo de Snow.

-¿Cómo te va a hacer daño Snow? Ya no puede Jo. Eres la vencedora de los Juegos, y la gente de allí, -Se refería al Capitolio.- te adora. Así que no temas.

Y sabía que tenía razón, porque nunca habían matado a un vencedor. La gente no lo permitiría.

No fue hasta que un día llamaron al teléfono. Me extraño. Nadie tenía teléfono en el Distrito aparte de Blight, que vivía a unos cuantos pasos de mi casa, Ray, con el que nunca hablaba, y el Alcalde, con quien tampoco hablaba. Descolgué, pensando que quizá se tratase de Vibia, o incluso de la ajetreada Minerva, la cual había ganado fama desde los Juegos. Pero nada más oír la voz, se me olvidó respirar.

-Buenos días, mi querida Johanna. Espero que esté teniendo un tiempo feliz.

Snow.

 

4 comentarios:

  1. Yaa estaba esperaaandolo!! Me ha encantado!! Por cierto, has visto mis últimoos capiis?? Pasaate si pueedes

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    1. Aun no he podido leer tu nuevo capítulo, pero este fin de semana lo leere sin falta y comentaré. Jajaja. Lo sé, siento mucho tardar tanto, pero con los estudios y las actividades extraescolares siento que no tengo tiempo para nada. Como ya he dicho, espero al menos subir un capítulo a la semana. Muchas gracias por leer y comentar! ^^

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  2. TE HA QUEDADO GENIAL!!!!!!
    Cuanto tiempo hacía que lo esperaba.
    Me encantó ;-)

    Besos

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    1. Muchas gracias!!! Se que tarde mucho en subirlo, y lo siento mucho pero es que estaba bastante ocupada. A partir de ahora espero poder subir al menos uno a la semana. ^^

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