Mi habitación se había convertido en una exposición de trajes, no había duda. No había espacio para llegar desde la puerta a la cama. Todo estaba ocupado de maniquíes con diferentes trajes que Atella estaba como loca por enseñarme. Había un poco de todo, desde un sencillo traje de color negro, hasta uno rojo muy extravagante.
Yo estaba pegado a la pared, aferrando con fuerza el cuchillo que había cogido a escondidas del comedor. Nadie se había enterado, y ese era un punto para mí. Sonaba estúpido, pero aquel cuchillo de cortar carne me daba seguridad. Lo guardé en la manga de mi camiseta, por si Atella lo veía. No podía arriesgarme a perderlo.
-Y bien, ¿Cuál te gusta?-Preguntó Atella parpadeando rápidamente, seguramente para que me fijase en sus nuevas largas pestañas plateadas.
-No lo sé. Son todos muy distintos.
-Yo me pondría este...-Dijo pasando las manos por el traje rojo que sinceramente no me gustaba nada.- ...pero tu eres un poco tedioso para estas cosas.
-¿Un poco qué?-Pregunté sin entender nada.
-Tu pruébate este...
Suspiré, poniendo los ojos en blanco. Desvié la mirada hacia los demás trajes a los que ni siquiera me alcanzaba la vista.
-¿Y ese de allí?-Señalé uno que estaba al fondo de la habitación. Me separé de la pared en la que estaba apoyado y cojeé hacia allí.
-¡No, no, no! Ese no es un traje adecuado para esta entrevista. Ese debería...
Atrapé la tela azul del traje con una mano. Era suave al tacto, y tenía una especie de brillo en la superficie.Me di cuenta de que al otro lado del maniquí colgaba un vestido a juego. Obviamente no era para mí. Era para Cloe.
-Quiero este...
-Ese no es un traje adecuado para esta entrevista.
-Me da igual. Quiero este. -Se hizo un silencio de apenas unos segundos. -¿Estos eran los verdaderos trajes de nuestra entrevista verdad? Ningún tributo iba discordante con su compañero excepto nosotros. Yo iba igual que Jade...-Las lágrimas amenazaban con salir de nuevo. Era imposible hablar, o tan siquiera recordar, a Jade y a Cloe sin llorar.
-No puedo hablar de eso Blight...
-Esta bien. Vete, por favor. Quiero estar solo.
Atella se disculpó y salió de la habitación. Me tumbé en la cama, con la mirada perdida. Estaban muertas por mi culpa. Había acabado con todas mis aliadas. Con Blade, con Jade, y la muerte de Cloe era en parte culpa mía también. Porque ella quería defenderme, y no debería de haberlo hecho.
Sentía un dolor fuerte a la altura del pecho. Era un dolor distinto al dolor físico, y me quemaba. Por un lado sabía que ese dolor no desaparecería jamás. Grité intentando deshacerme del dolor, de la ira y de la angustia. Grité con todas mis fuerzas mientras lloraba. Odiaba llorar, pero lo necesitaba esta vez.
Alguien entro en mi habitación sin llamar a la puerta, y me enjuagué las lágrimas de inmediato. Si las miradas matasen, Haymitch Abernathy hubiese muerto ahí mismo.
-Te oía desde mi planta...
-Me da igual...-Dije, levantándome de la cama avergonzado. Odiaba llorar. Y que alguien a quien solo había visto una vez me viese, era lo peor.
-Me pasaba solo a desearte suerte... Hoy es tu entrevista y... -Entrecerré los ojos fijándome en el chico. No estaba borracho, pero le seguía costando mantenerse en pie.- ...me caes bien, nada más.
-¿Por qué?-Pregunté. Haymitch me miró con cara rara.-¿Por qué te caigo bien?
-Aprenderás dos cosas con el paso del tiempo. Esto está lleno de, uno, gente estúpida. Dos, gente mentirosa y encima estúpida. Tu no pareces ninguna de las dos cosas. No cambies...
-Los Juegos te cambian...
-Eso te quieren hacer creer. Bueno, ya te he deseado suerte. Ahora todo depende de ti.-Dijo Haymitch, y salió por la puerta. Me quedé un instante solo en la habitación, pero después salí tras él.
-¡Hey! ¡Espera!-Grité. Haymitch se dio la vuelta y me miró ladeando la cabeza.- Siento lo de por la mañana... lo que te echasen de aquí... yo no...
-¿Vine aquí por la mañana?-Él suspiró y se tocó la frente.- Regla número uno de tu nueva vida, si te ofrezco alcohol, pégame en la cara.-Dijo apuntándome con un dedo. Yo me reí, no pude evitarlo.-Bueno... algo, es algo. Es mejor que ríes a que llores.
Sentía como la sangre iba a mis mejillas.
-Yo no...
-Hey... es normal eso de llorar... Yo lo hago todavía cuando no encuentro una copa para echar el champagne.-Suspiró.-Todos perdemos personas, dentro y fuera de los Juegos. Por cierto... debería de acompañarme a la planta 12. Tengo algo para ti, y seguro que te gusta.
La planta 12 era idéntica a la planta 7, excepto porque allí vivía menos gente. Solo estaba Haymitch. Su mentor había muerto poco después de sus Juegos, así que estaba solo en todo esto. Tenía que sentirse muy solo. Me fijé en que la mesa del comedor estaba llena de copas y de botellas abiertas.
Haymitch regresó de su habitación con una especie de vara. Me asusté, y ya estaba preparando el cuchillo para defenderme de un posible ataque cuando me dio la vara. No era lo que parecía, era un bastón.
-Para ti y tu cojera. Odio verte dando tumbos por ahí tío.
-Es lo que sueles hacer tu cuando vas borracho.-Le contesté. Haymitch se río, y yo me reí con él.
-¿Sabes que tu entrevista es en una hora y media?
-No quiero ir a mi entrevista.
-Yo tampoco querría.
-¿Por qué dijiste eso de que todos perdemos personas dentro y fuera de los Juegos?
-No puedo hablar de eso.-Me contestó el chico del doce.
-Últimamente parece que nadie puede hablar de nada...-Protesté.
Haymitch miró a sus alrededores, se levantó, cogió una copa, se sirvió algo en ella y regresó.
-Tus Juegos no han acabado aunque lo parezca... Ahora estarás pensando: "Este tío está loco." Pues no lo estoy. Lo descubrirás con el tiempo. No puedo hablar de ello. Ven un día al doce, emborrachémonos, y te lo contaré. Total, al día siguiente no te acordarás de nada...
Finalmente, Atella me dejo llevar el traje azul que debía de haber llevado en la otra entrevista junto a mi hermana. No estaba nervioso por hablar con Caesar. Lo estaba porque volvería a ver mis Juegos, y no quería verlos como un espectador. No ahora que sabía verdaderamente lo que se sufría.
No paraba de darle vueltas al bastón negro que Haymitch me había regalado. La verdad es que me ayudaba realmente a caminar.
Ray y Jara se situaron uno a cada uno de mis lados. Jara me paso un brazo pr los hombros y me dedicó una sonrisa, intentando tranquilizarme.
-No estés asustado. Ya te los has ganado. Todo el mundo aquí te adora y esta esperando impaciente a oír tus palabras.
-Además Caesar te ayudará.-Añadió Ray a las palabras de su compañera.
-Sabéis que eso no es lo que me preocupa...-Les dije.
Mis mentores se miraron, y luego me miraron a mi.
-Verás como pasa muy rápido. Tu solo piensa... que no son tus Juegos.-Dijo Jara.
-No es un consejo muy bueno Jara...-Me quejé.
-Lo sé, pero es lo que hay.
Me quitó el brazo de los hombros y se marchó junto a Ray.
Ahora estaba solo, al pie del escenario en el que hoy iba a estar. Rosie, mis amigos, mis padres... todos ellos me verían hoy de nuevo.
Las luces bailaban por el suelo del escenario, haciendo todo aún más llamativo. Caesar no paraba de hablar, haciendo una introducción bastante larga. Me temblaban las piernas, o al menos sentía que una de ellas lo hacía. Pero de repente, el temblor paró cuando oí mi nombre por los altavoces.
Me apoyé en el bastón y entré caminando despacio en el escenario. Los bítores, gritos, y aplausos de la gente me hicieron recordar las palabras de Jara. Era cierto, ya me los había ganado.
4/30/2015
4/28/2015
Johanna: Capítulo 60
Wow, sesenta capítulos ya... No me lo creo jajaja. Espero que os guste, de verdad. ^^
Este año todo es diferente a los anteriores. Este año no tengo el miedo de enfrentarme a los Juegos, porque ya lo he pasado. Este año no tengo ni a mis padres, ni a mi hermano para que me tranquilice. Este debería de ser mi último año de Cosecha. Mi nombre ya no está en la urna, ni lo volverá a estar nunca más. Aún así, no me siento calmada.
Observo a todos los chicos y chicas que esperan ansiosos los nombres que Minerva sacará este año de las respectivas urnas. Los nombres que se harán oír por todo Panem.
Vuelvo a mi imagen de chica seria y valiente, y me doy cuenta de que poco a poco esa chica se está tragando a la verdadera Johanna, porque a la verdadera Johanna cada vez le quedan menos motivos por los que sonreír.
Estoy al lado de Blight mientras nuestro Alcalde realiza su discurso. El mismo Discurso que da todos los años. Luego Minerva se levanta y ocupa su puesto, mientras se proyecta un vídeo, ella da otro discurso.
Busco atentamente con la mirada a Parker. Este es su último año también. Cuando le encuentro, me doy cuenta de que no está mirando el vídeo. Me mira a mí. Me sonríe con una sonrisa quebradiza, pero yo no respondo su sonrisa. Ahora soy la Johanna seria que todo Panem admira y teme. No me puedo permitir una sonrisa cálida.
-Primero, las chicas...-Anuncia Minerva.
Miro a la multitud de chicas temblorosas, la mayoría más pequeñas que yo. Todas están enfundadas en bonitos vestidos de colores pastel, con diferentes recogidos para el pelo, agarradas fuertemente de la mano de sus compañeras. Quieran o no, una saldrá elegida. Y sufrirá. Y seguramente, morirá.
-¡Willow Green!
No puedo evitar una cara de estupefacción. ¿Willow? Llevaba tanto tiempo sin hablarme que se me había olvidado que ella aún estaba en la Cosecha y que podía salir elegida.
Willow no... Wwillow no...
Pese a todo ella era mi mejor amiga. ¡No podía ir a los Juegos!¡Yo no podía ser su mentora! ¡No podía verla sufrir todo lo que yo había pasado!
La busco en la multitud, y no es muy difícil encontrarla. Camina con pasos cortos, sin lágrimas, tan solo con una mirada lúgubre y cara triste. Lleva un vestido amarillo, y un lazo a juego en su pelo alborotado. Sube las escaleras dirigiéndose a su condena. A pasar a mi lado, me dedica una mirada. No se como interpretarla. ¿De angustia? ¿De culpa?
-¡Aquí tenemos a nuestro tributo femenino de los 72 Juegos del Hambre! Ahora, los chicos.
Sigo con la vista clavada en mi amiga. Nada puede ser peor en estos momentos. Willow... Ella creció conmigo. No puedo dejarla morir sin mas. Me hago una promesa interiormente; intentaré salvarla como sea.
Pero algo rompe mis esquemas totalmente.
-¡Parker Ackley!-Grita Minerva pleno pulmón.
Me flaquean las piernas. Noto que Blight me sujeta por un brazo, y le miro de reojo.
Él lo sabía.
Él tenía razón.
Blight intentó advertirme de todo esto y yo no le hice caso...
Toda la culpa es mía.
Miro a Parker desconsolada. Siento que estoy a punto de llorar.
Parker no parece estar bien. Está pálido, y camina hacía el escenario como si se tratase de un patíbulo.
Quiero hacer algo, pero no se el que.
Quiero volver a elegir los nombres y que esto nunca hubiese pasado.
Que esto solo sea un mal sueño.
Cierro los ojos, pero cuando los abro Parker ya esta situándose al lado de Minerva.
No tardan mucho en llevárselos al interior del Edificio de Justicia. A mi amiga, y a mi novio. A los dos. Entro en el Edificio de Justicia. Quiero hablar con ellos. No como mentora, sino como lo que soy. Cuando estoy dentro, corro por los pasillos. Se perfectamente donde están.
-¡Johanna! ¡Johanna!
Oigo mi nombre acompañado de pasos desde detrás, así que me giro. Blight viene corriendo todo lo rápido que puede hacia mí.
-¡No puedes verlos! ¡No ahora!
-¿Qué?-Pregunto sin entender nada.
-Es mejor que me hagas caso... Te dije que te alejases de ese chico...
Aprieto con fuerza los puños pero no logro resistirme, y le doy un puñetazo a Blight en la mandíbula. El cae hacia atrás, aunque logra recomponerse inmediatamente.
-¡No hace falta que me digas que es mi culpa! ¡Ya lo sé! Mi novio y mi mejor amiga van a morir por mi culpa. Y lo peor es que ellos no sabían el riesgo que corrían acercándose a mi.
-Johanna... te entiendo...-Se explica Blight.
-¡No, no lo haces! ¡Tu no sabes nada!
-¡Yo también sufrí después de mis Juegos!-Grita Blight.- Mucho...
Nos miramos el uno al otro, con ira, con compasión, con frustración...
-Es mejor que no les veas ahora... Hazme caso Johanna, lo digo por tu bien. Puedes hablar con ellos en el tren, lejos de los ojos curiosos. Yo también quiero hablar contigo en el tren.
-¿Sobre qué?
-Somos mentores ahora. Los dos. Tenemos que cooperar.
-Esta bien...-Digo, seca. Me di la vuelta, repitiendo los pasos que hice antes. Tenía pensado ir a la estación, así cuando ellos llegasen yo ya estaría allí y perderíamos menos tiempo.
-¡Johanna! ¡Espera!-Otra voz me llamaba desde lejos. Al mirar, me encontré a Clara, la hermana de Parker, corriendo desde el final del pasillo. Corrí hasta ella también, y cuando nos encontramos ella se abalanzó a mis brazos. Iba vestida con su vestido blanco del día de la Cosecha, y aunque ella no había salido elegida, no todo era bonito. Clara y yo no teníamos mucha confianza, pero cuando se separó de mi, me cogió las manos con las suyas temblorosas y me miro fijamente a los ojos.
-No le dejes morir... a el no... Intenta salvarlo... Si tu pudiste ganar el puede también, ¿no?
-Yo... yo... lo intentaré...
-Confío en ti... El lo hace...
Y dicho esto, me soltó y salió corriendo .
Este año todo es diferente a los anteriores. Este año no tengo el miedo de enfrentarme a los Juegos, porque ya lo he pasado. Este año no tengo ni a mis padres, ni a mi hermano para que me tranquilice. Este debería de ser mi último año de Cosecha. Mi nombre ya no está en la urna, ni lo volverá a estar nunca más. Aún así, no me siento calmada.
Observo a todos los chicos y chicas que esperan ansiosos los nombres que Minerva sacará este año de las respectivas urnas. Los nombres que se harán oír por todo Panem.
Vuelvo a mi imagen de chica seria y valiente, y me doy cuenta de que poco a poco esa chica se está tragando a la verdadera Johanna, porque a la verdadera Johanna cada vez le quedan menos motivos por los que sonreír.
Estoy al lado de Blight mientras nuestro Alcalde realiza su discurso. El mismo Discurso que da todos los años. Luego Minerva se levanta y ocupa su puesto, mientras se proyecta un vídeo, ella da otro discurso.
Busco atentamente con la mirada a Parker. Este es su último año también. Cuando le encuentro, me doy cuenta de que no está mirando el vídeo. Me mira a mí. Me sonríe con una sonrisa quebradiza, pero yo no respondo su sonrisa. Ahora soy la Johanna seria que todo Panem admira y teme. No me puedo permitir una sonrisa cálida.
-Primero, las chicas...-Anuncia Minerva.
Miro a la multitud de chicas temblorosas, la mayoría más pequeñas que yo. Todas están enfundadas en bonitos vestidos de colores pastel, con diferentes recogidos para el pelo, agarradas fuertemente de la mano de sus compañeras. Quieran o no, una saldrá elegida. Y sufrirá. Y seguramente, morirá.
-¡Willow Green!
No puedo evitar una cara de estupefacción. ¿Willow? Llevaba tanto tiempo sin hablarme que se me había olvidado que ella aún estaba en la Cosecha y que podía salir elegida.
Willow no... Wwillow no...
Pese a todo ella era mi mejor amiga. ¡No podía ir a los Juegos!¡Yo no podía ser su mentora! ¡No podía verla sufrir todo lo que yo había pasado!
La busco en la multitud, y no es muy difícil encontrarla. Camina con pasos cortos, sin lágrimas, tan solo con una mirada lúgubre y cara triste. Lleva un vestido amarillo, y un lazo a juego en su pelo alborotado. Sube las escaleras dirigiéndose a su condena. A pasar a mi lado, me dedica una mirada. No se como interpretarla. ¿De angustia? ¿De culpa?
-¡Aquí tenemos a nuestro tributo femenino de los 72 Juegos del Hambre! Ahora, los chicos.
Sigo con la vista clavada en mi amiga. Nada puede ser peor en estos momentos. Willow... Ella creció conmigo. No puedo dejarla morir sin mas. Me hago una promesa interiormente; intentaré salvarla como sea.
Pero algo rompe mis esquemas totalmente.
-¡Parker Ackley!-Grita Minerva pleno pulmón.
Me flaquean las piernas. Noto que Blight me sujeta por un brazo, y le miro de reojo.
Él lo sabía.
Él tenía razón.
Blight intentó advertirme de todo esto y yo no le hice caso...
Toda la culpa es mía.
Miro a Parker desconsolada. Siento que estoy a punto de llorar.
Parker no parece estar bien. Está pálido, y camina hacía el escenario como si se tratase de un patíbulo.
Quiero hacer algo, pero no se el que.
Quiero volver a elegir los nombres y que esto nunca hubiese pasado.
Que esto solo sea un mal sueño.
Cierro los ojos, pero cuando los abro Parker ya esta situándose al lado de Minerva.
No tardan mucho en llevárselos al interior del Edificio de Justicia. A mi amiga, y a mi novio. A los dos. Entro en el Edificio de Justicia. Quiero hablar con ellos. No como mentora, sino como lo que soy. Cuando estoy dentro, corro por los pasillos. Se perfectamente donde están.
-¡Johanna! ¡Johanna!
Oigo mi nombre acompañado de pasos desde detrás, así que me giro. Blight viene corriendo todo lo rápido que puede hacia mí.
-¡No puedes verlos! ¡No ahora!
-¿Qué?-Pregunto sin entender nada.
-Es mejor que me hagas caso... Te dije que te alejases de ese chico...
Aprieto con fuerza los puños pero no logro resistirme, y le doy un puñetazo a Blight en la mandíbula. El cae hacia atrás, aunque logra recomponerse inmediatamente.
-¡No hace falta que me digas que es mi culpa! ¡Ya lo sé! Mi novio y mi mejor amiga van a morir por mi culpa. Y lo peor es que ellos no sabían el riesgo que corrían acercándose a mi.
-Johanna... te entiendo...-Se explica Blight.
-¡No, no lo haces! ¡Tu no sabes nada!
-¡Yo también sufrí después de mis Juegos!-Grita Blight.- Mucho...
Nos miramos el uno al otro, con ira, con compasión, con frustración...
-Es mejor que no les veas ahora... Hazme caso Johanna, lo digo por tu bien. Puedes hablar con ellos en el tren, lejos de los ojos curiosos. Yo también quiero hablar contigo en el tren.
-¿Sobre qué?
-Somos mentores ahora. Los dos. Tenemos que cooperar.
-Esta bien...-Digo, seca. Me di la vuelta, repitiendo los pasos que hice antes. Tenía pensado ir a la estación, así cuando ellos llegasen yo ya estaría allí y perderíamos menos tiempo.
-¡Johanna! ¡Espera!-Otra voz me llamaba desde lejos. Al mirar, me encontré a Clara, la hermana de Parker, corriendo desde el final del pasillo. Corrí hasta ella también, y cuando nos encontramos ella se abalanzó a mis brazos. Iba vestida con su vestido blanco del día de la Cosecha, y aunque ella no había salido elegida, no todo era bonito. Clara y yo no teníamos mucha confianza, pero cuando se separó de mi, me cogió las manos con las suyas temblorosas y me miro fijamente a los ojos.
-No le dejes morir... a el no... Intenta salvarlo... Si tu pudiste ganar el puede también, ¿no?
-Yo... yo... lo intentaré...
-Confío en ti... El lo hace...
Y dicho esto, me soltó y salió corriendo .
4/26/2015
Blight: Capítulo 38
Recuerdo despertarme gritando y pidiendo auxilio. Estaba rodeado de personas que vestían de blanco, y a ninguna de ellas se le veían la caras. Tenía una vía intravenosa en el pliegue interior del codo, y la pierna izquierda inmovilizada, levantada en una especie de cabestrillo. Las personas vestidas de blanco analizaban mi pierna, y no me gustaba que llevasen un bisturí en la mano. Me levanté con fuerza intentando apartar la pierna del cabestrillo, para luego golpear a aquellas personas, pero no tuve tiempo de escapar. Alguien me agarro con fuerza y me introdujo una aguja de inyección en el brazo. No tardé mucho hasta volver a quedarme completamente dormido.
La segunda vez que me desperté, solo había una persona en la sala. La luz provenía del techo, y se enfocaba fijamente en mis ojos. Esta vez, estaba demasiado alelado como para poder moverme. Ni siquiera podía apartar la vista del foco de luz.
-Vaya, que poco te duran los sedantes chico...-Me dijo una voz. Supongo que era la de la persona que estaba en la habitación. Sonaba femenina, cálida, y relajada. Hacía mucho que no escuchaba a alguien hablar tan calmadamente como aquella voz.-¿Sabes que? Ahora mismo todo el mundo esta hablando de ti. Eres famoso. Te llaman el Chico Paciente. Dicen que has sabido esperar para llevar todos tus planes a cabo, pero a mi me parece que se equivocan, y que realmente has sido suerte. En cambio me parece también que te han puesto un nombre demasiado soso... yo te llamaría Blight el invencible. De verdad, creo que has sido el tributo que más desastres ha tenido que soportar. Y lo de tu hermana... increíble. A todos nos destrozó el corazón. ¿Y te habías visto la pierna? Nunca vi algo tan destrozado como...
Dejé el hilo de la conversación que la chica mantenía con ella misma, porque yo, aunque hubiese querido hablar, no podía.
Cerré los ojos e intenté tranquilizarme, ya que tenía los nervios a flor de piel.
Ya está. Había ganado, e iba a volver a casa. No tenía que pensar que todas las personas de mi alrededor me iban a hacer mal, ni que tenía que matarlas o pelearme contra ellas.
Aunque después de esto, el verbo "matar" solo era una palabra más añadida a mi diccionario. Había acabado con cuatro personas. Cuatro de veinticuatro.
Intenté no pensar y dormirme. Lo conseguí en segundos.
Cuando volví a abrir los ojos, la luz seguía encendida, y esta vez estaba completamente solo en la habitación. La cabeza ya no pesaba, ni me sentía medio drogado. Me senté cuidadosamente sobre la camilla en la que había estado tumbado segundos antes. Estaba vestido con una simple túnica que me llegaba hasta las rodillas y era de color azul. Tenía puesta la vía intravenosa. Me levanté. Estaba descalzo así que sentía en las plantas de los píes el frío del suelo. A un lado, había un espejo. Me detuve a mirarme.
¿Ese era yo?
Parecía tan cambiado, tan... débil. Me toqué la cara, con unos cuantos moratones amarillentos aún. Intenté dar un paso y avanzar hacia la puerta, pero sentía la pierna izquierda mucho más pesada de lo normal. Intenté caminar, pero me costaba. Volví a sentarme en la camilla poniéndome nervioso y empecé a tocarme la pierna. No sentía nada a partir de la rodilla. Tenía una cicatriz horrible a un lado de esta. Se me escapó una lágrima que borré con la palma de la mano.
Cojeando avancé hasta la puerta de la habitación. Quería salir. Quería encontrar a Ray o a Jara. Solo a ellos. Era los únicos en los que podía confiar.
La puerta no se abrió. Di varios manotazos en ella y grite. Vi a dos personas vestidas de blanco y con mascarilla pasar por delante de la puerta. Los dos se me quedaron mirando, y luego pasaron de largo mientras gritaba a través del cristal. No tardaron mucho en aparecer otras personas que abrieron la puerta. Sin dudarlo me abalancé sobre ellos. Eran dos. Un señor de mediana edad y una chica. Al señor le arañé la cara antes de que otra vez, alguien volviese a anestesiarme y me cayese al suelo. Lo último que oí, fue la voz relajada que había hablado antes. Mucho antes, diciendo:
-Pobrecillo...
Me desperté por culpa de una pesadilla. Me llevé la mano a la cabeza a la vez que me sentaba en la camilla. Era la primera vez que soñaba desde los Juegos, y lo detestaba.
No recordaba muy bien las imágenes. Solo sangre, muerte, y angustia.
-Espero que esta vez te sepas comportar.
Levanté la cabeza. ¡Ray! Era él.
No pude contenerme. Me levanté, y cojeé hasta él. Vi su rostro asustado, pensando que le iba a hacer algún daño, pero cuando le abracé el me devolvió el abrazo.
-Te echaba de menos chico...-Dijo él, con su voz grave y monótona.
-¿Hace cuanto que salí?
-Seis días. Has tenido bastantes problemas. Casi creímos que nos íbamos a quedar sin tributo ganador.
"¡Oh claro! El veneno, se me había olvidado por completo lo que Flint intentó hacer. Flint... al que yo mate."-Pense.
-Y han pasado muchas cosas mientras tu dormías tranquilamente.-Me espetó mi mentor.-Por ejemplo, tu cumpleaños. ¡Felices diecisiete chico!
-Ahora mismo, me da igual mi cumpleaños. Quiero volver a casa.
-Lo imagino... Deberías de venir conmigo y comer en condiciones. Creo que será mejor que ese líquido que te meten, además Jara se muere por verte. Al igual que tus estilistas, y no olvidemos de Crassa. Todo el mundo sabe ya que su chico a ganado.
-¿Su chico?-Pregunté atónito.
Ray me paso un brazo por los hombros. Cojeé a su lado y el me miró con pena.
-Siento lo de tu pierna.
-Si, bueno...-Dije, y salimos de la habitación.
Era extraño estar otra vez en el Edificio de los Tributos, pero que ya no quedase ningún tributo. Ni siquiera yo. Ya no era un tributo, ahora era un vencedor.
Ya no estaba Cloe.
Ya no estaba Jade.
Ya no había nadie que quedase vivo.
Al acordarme de Jade, me vino a la mente Ben, su hermano. Él estaba tan seguro de que su hermanita ganaría, y de que yo moriría. ¿Cómo me miraría ahora? Yo había matado a su hermana...
Estábamos sentados en la mesa. Ray. Jara. Cressa. Y yo. Un avox trajo un plato de comida. Solo uno. La comida era una simple compota de manzana. Nada más. A pesar de lo pequeña que era, no conseguí acabármela sin que me entrasen arcadas.
-Debemos de hablar de esta noche.-Dijo Cressa, dando palmaditas.
-¿Esta noche?-Pregunté. Vivía como en una burbuja, aislado del mundo real.
-Esta noche es tu entrevista.-Me informó Jara.
-Con Caesar.-Añadió Ray.
Les miré con detenimiento. No se me había pasado por la cabeza. Todos los vencedores, pasados unos días, realizaban una entrevista donde se les mostraban todos los secretos de sus Juegos.
¡De mis Juegos!
Tendría que volver a vivir la pesadilla, de nuevo. Era lo que menos me apetecía en el mundo.
-¿No podemos posponerla?-Pregunté.
-Me temo que no. Estas bastante evolucionado después de todo lo que has pasado. Los médicos te han dado el visto bueno y dicen que hoy será el...
Algo interrumpió a Ray mientras me informaba sobre lo que pasaba. Un chico alto, de pelo y ojos oscuros, piel olivácea, más o menos de mi edad, entró por el ascensor, dando tumbos por la habitación. Tenía una copa en la mano, y cuando llegó a nuestra mesa, la dejo sobre el. Se sentó a mi lado. Apestaba a alcohol. Sabía perfectamente quién era. Haymitch Abernathy. El ganador del Vasallaje de los Veinticinco. Solo había pasado un año de aquello. La última vez que lo había visto había sido en la Gira de la Victoria, pero parecía mucho más sano que ahora.
-¿Qué tal la vida como vencedor?-Me preguntó.
No supe que contestarle. Me había quedado mirándole anonadado.
-¡Haymitch! ¿Estás borracho? Creí que te habían avisado sobre el alcohol.-Preguntó Ray.-Deberías de estar en tu planta.
-Estoy muy aburrido en mi planta. Mataron a mis chicos, ¿Sabes? Y respecto a esto, dije que no tomaría ni una gota durante los Juegos. Pero los Juegos se han terminado.-Dijo levantando la copa y dando un largo trago.
-Deberías marcharte. Este no es tu lugar.-Dijo Jara, muy seria.
-Esta bien, esta bien... Me marcharé...-Haymitch se levantó, poniendo una mano sobre mi hombro.-Y tu...-Me señaló.- ¡Enhorabuena! ¡Y bienvenido al infierno de tu vida! -Soltó una carcajada.- No, en serio. Podemos ser amigos, si quieres, tu solo... ya sabes donde estoy.-Y dicho esto, se fue con su copa y su peste a alcohol.
-Ese chico se está echando a perder...-Refunfuñó Cressa.
-Parecía un buen chico... la última vez que le vi.-Susurré.
-Y lo es...-Dijo Jara.- Pero es demasiado para un chico de diecisiete años. No todas las personas estan hechas para aguantar esto.
-¿Yo lo haré?-Pregunté, pero nadie me respondió.
La segunda vez que me desperté, solo había una persona en la sala. La luz provenía del techo, y se enfocaba fijamente en mis ojos. Esta vez, estaba demasiado alelado como para poder moverme. Ni siquiera podía apartar la vista del foco de luz.
-Vaya, que poco te duran los sedantes chico...-Me dijo una voz. Supongo que era la de la persona que estaba en la habitación. Sonaba femenina, cálida, y relajada. Hacía mucho que no escuchaba a alguien hablar tan calmadamente como aquella voz.-¿Sabes que? Ahora mismo todo el mundo esta hablando de ti. Eres famoso. Te llaman el Chico Paciente. Dicen que has sabido esperar para llevar todos tus planes a cabo, pero a mi me parece que se equivocan, y que realmente has sido suerte. En cambio me parece también que te han puesto un nombre demasiado soso... yo te llamaría Blight el invencible. De verdad, creo que has sido el tributo que más desastres ha tenido que soportar. Y lo de tu hermana... increíble. A todos nos destrozó el corazón. ¿Y te habías visto la pierna? Nunca vi algo tan destrozado como...
Dejé el hilo de la conversación que la chica mantenía con ella misma, porque yo, aunque hubiese querido hablar, no podía.
Cerré los ojos e intenté tranquilizarme, ya que tenía los nervios a flor de piel.
Ya está. Había ganado, e iba a volver a casa. No tenía que pensar que todas las personas de mi alrededor me iban a hacer mal, ni que tenía que matarlas o pelearme contra ellas.
Aunque después de esto, el verbo "matar" solo era una palabra más añadida a mi diccionario. Había acabado con cuatro personas. Cuatro de veinticuatro.
Intenté no pensar y dormirme. Lo conseguí en segundos.
Cuando volví a abrir los ojos, la luz seguía encendida, y esta vez estaba completamente solo en la habitación. La cabeza ya no pesaba, ni me sentía medio drogado. Me senté cuidadosamente sobre la camilla en la que había estado tumbado segundos antes. Estaba vestido con una simple túnica que me llegaba hasta las rodillas y era de color azul. Tenía puesta la vía intravenosa. Me levanté. Estaba descalzo así que sentía en las plantas de los píes el frío del suelo. A un lado, había un espejo. Me detuve a mirarme.
¿Ese era yo?
Parecía tan cambiado, tan... débil. Me toqué la cara, con unos cuantos moratones amarillentos aún. Intenté dar un paso y avanzar hacia la puerta, pero sentía la pierna izquierda mucho más pesada de lo normal. Intenté caminar, pero me costaba. Volví a sentarme en la camilla poniéndome nervioso y empecé a tocarme la pierna. No sentía nada a partir de la rodilla. Tenía una cicatriz horrible a un lado de esta. Se me escapó una lágrima que borré con la palma de la mano.
Cojeando avancé hasta la puerta de la habitación. Quería salir. Quería encontrar a Ray o a Jara. Solo a ellos. Era los únicos en los que podía confiar.
La puerta no se abrió. Di varios manotazos en ella y grite. Vi a dos personas vestidas de blanco y con mascarilla pasar por delante de la puerta. Los dos se me quedaron mirando, y luego pasaron de largo mientras gritaba a través del cristal. No tardaron mucho en aparecer otras personas que abrieron la puerta. Sin dudarlo me abalancé sobre ellos. Eran dos. Un señor de mediana edad y una chica. Al señor le arañé la cara antes de que otra vez, alguien volviese a anestesiarme y me cayese al suelo. Lo último que oí, fue la voz relajada que había hablado antes. Mucho antes, diciendo:
-Pobrecillo...
Me desperté por culpa de una pesadilla. Me llevé la mano a la cabeza a la vez que me sentaba en la camilla. Era la primera vez que soñaba desde los Juegos, y lo detestaba.
No recordaba muy bien las imágenes. Solo sangre, muerte, y angustia.
-Espero que esta vez te sepas comportar.
Levanté la cabeza. ¡Ray! Era él.
No pude contenerme. Me levanté, y cojeé hasta él. Vi su rostro asustado, pensando que le iba a hacer algún daño, pero cuando le abracé el me devolvió el abrazo.
-Te echaba de menos chico...-Dijo él, con su voz grave y monótona.
-¿Hace cuanto que salí?
-Seis días. Has tenido bastantes problemas. Casi creímos que nos íbamos a quedar sin tributo ganador.
"¡Oh claro! El veneno, se me había olvidado por completo lo que Flint intentó hacer. Flint... al que yo mate."-Pense.
-Y han pasado muchas cosas mientras tu dormías tranquilamente.-Me espetó mi mentor.-Por ejemplo, tu cumpleaños. ¡Felices diecisiete chico!
-Ahora mismo, me da igual mi cumpleaños. Quiero volver a casa.
-Lo imagino... Deberías de venir conmigo y comer en condiciones. Creo que será mejor que ese líquido que te meten, además Jara se muere por verte. Al igual que tus estilistas, y no olvidemos de Crassa. Todo el mundo sabe ya que su chico a ganado.
-¿Su chico?-Pregunté atónito.
Ray me paso un brazo por los hombros. Cojeé a su lado y el me miró con pena.
-Siento lo de tu pierna.
-Si, bueno...-Dije, y salimos de la habitación.
Era extraño estar otra vez en el Edificio de los Tributos, pero que ya no quedase ningún tributo. Ni siquiera yo. Ya no era un tributo, ahora era un vencedor.
Ya no estaba Cloe.
Ya no estaba Jade.
Ya no había nadie que quedase vivo.
Al acordarme de Jade, me vino a la mente Ben, su hermano. Él estaba tan seguro de que su hermanita ganaría, y de que yo moriría. ¿Cómo me miraría ahora? Yo había matado a su hermana...
Estábamos sentados en la mesa. Ray. Jara. Cressa. Y yo. Un avox trajo un plato de comida. Solo uno. La comida era una simple compota de manzana. Nada más. A pesar de lo pequeña que era, no conseguí acabármela sin que me entrasen arcadas.
-Debemos de hablar de esta noche.-Dijo Cressa, dando palmaditas.
-¿Esta noche?-Pregunté. Vivía como en una burbuja, aislado del mundo real.
-Esta noche es tu entrevista.-Me informó Jara.
-Con Caesar.-Añadió Ray.
Les miré con detenimiento. No se me había pasado por la cabeza. Todos los vencedores, pasados unos días, realizaban una entrevista donde se les mostraban todos los secretos de sus Juegos.
¡De mis Juegos!
Tendría que volver a vivir la pesadilla, de nuevo. Era lo que menos me apetecía en el mundo.
-¿No podemos posponerla?-Pregunté.
-Me temo que no. Estas bastante evolucionado después de todo lo que has pasado. Los médicos te han dado el visto bueno y dicen que hoy será el...
Algo interrumpió a Ray mientras me informaba sobre lo que pasaba. Un chico alto, de pelo y ojos oscuros, piel olivácea, más o menos de mi edad, entró por el ascensor, dando tumbos por la habitación. Tenía una copa en la mano, y cuando llegó a nuestra mesa, la dejo sobre el. Se sentó a mi lado. Apestaba a alcohol. Sabía perfectamente quién era. Haymitch Abernathy. El ganador del Vasallaje de los Veinticinco. Solo había pasado un año de aquello. La última vez que lo había visto había sido en la Gira de la Victoria, pero parecía mucho más sano que ahora.
-¿Qué tal la vida como vencedor?-Me preguntó.
No supe que contestarle. Me había quedado mirándole anonadado.
-¡Haymitch! ¿Estás borracho? Creí que te habían avisado sobre el alcohol.-Preguntó Ray.-Deberías de estar en tu planta.
-Estoy muy aburrido en mi planta. Mataron a mis chicos, ¿Sabes? Y respecto a esto, dije que no tomaría ni una gota durante los Juegos. Pero los Juegos se han terminado.-Dijo levantando la copa y dando un largo trago.
-Deberías marcharte. Este no es tu lugar.-Dijo Jara, muy seria.
-Esta bien, esta bien... Me marcharé...-Haymitch se levantó, poniendo una mano sobre mi hombro.-Y tu...-Me señaló.- ¡Enhorabuena! ¡Y bienvenido al infierno de tu vida! -Soltó una carcajada.- No, en serio. Podemos ser amigos, si quieres, tu solo... ya sabes donde estoy.-Y dicho esto, se fue con su copa y su peste a alcohol.
-Ese chico se está echando a perder...-Refunfuñó Cressa.
-Parecía un buen chico... la última vez que le vi.-Susurré.
-Y lo es...-Dijo Jara.- Pero es demasiado para un chico de diecisiete años. No todas las personas estan hechas para aguantar esto.
-¿Yo lo haré?-Pregunté, pero nadie me respondió.
4/23/2015
Blight: Capitulo 37
Holaaa! Quería avisaros de que este capítulo es algo (bastante) más largo de lo normal, así que he decidido dividirlo en dos subcapítulos. La verdad es que tenía muchas ganas de subirlo, pero no sabía como porque si lo dejaba a la mitad no me parecía bien pero si lo acababa igual lo hacia muy largo, así que opté por dividirlo. Ahora es como si fuesen dos capítulos pero subidos de una vez, para que me entendáis (por que hago unos líos...) Espero que lo disfrutéis, y gracias por leer. Besos!
Parte 1
Los dos nos giramos para mirar de donde procedía aquel estruendo. Jade, rápida y ágil escaló un par de ramas más antes de que se quedase literalmente con la boca abierta.
-¿Qué ocurre?-Pregunté, porque yo no podía ver nada.
Intenté ponerme en pie en la estrecha y quebradiza rama del árbol.
-¡No, no, no! ¡Quédate ahí!-Gritaba Jade, después de reaccionar. Saltaba prácticamente de rama en rama, otra vez, pero esta vez bajando. -¡Agárrate a algo!
Sin pensármelo me agarre fuertemente al tronco del árbol.
-¿Pero qué...?
No hizo falta que la chica me respondiese. Lo podía ver con mis propios ojos. Una gran masa de agua avanzaba rápidamente hacia nosotros, destruyendo casi todo lo que se encontraba por el camino. Mi cabeza solo logró reunir dos ideas: La primera era la muerte. La segunda era escapar. Sí, por ese orden.
En apenas un par de segundos el agua impactó contra nuestro árbol, el cual se tambaleó un poco, pero aguantó en pie. Jade soltó una carcajada de victoria, hasta que el árbol volvió a tambalearse. Esta vez mucho más fuerte. Tan fuerte, que el árbol no aguanto y cayó. Yo no tenía la fuerza suficiente para agarrarme al tronco que caía, chocándose con más árboles, por lo que me solté y caí mientras agitaba los brazos en el aire. Oí el grito de Jade también. La chica estaba aún más alto que yo, pero ella sabía como salvar la vida al contrario de mí.
No quería caer en el agua rápida y turbulenta. No sabía nadar, y estaba seguro de que esas no eran buenas condiciones para aprender. Pero no caí en el agua. Mi estómago chocó contra otra rama, o un tronco caído, que estaba a unos cinco metros del agua. El agua pasaba rápido bajo mi cuerpo, y notaba como la rama, el árbol, o lo que fuese que me había salvado de morir ahogado, se hundía.
Algo cayó a una precipitada velocidad hacia donde yo estaba. Jade. Su cuerpo no impactó como el mío en el tronco, pero se supo agarrar al tronco con sus brazos. Su cuerpo estaba colgando. La tenía a unos dos metros de donde yo estaba.
Estiré un brazo, porque temía moverme mucho y que el árbol se hundiese. Ella estiró su otro brazo y los dos nos cogimos de la mano.
-¡Sueltate!-La grité. Y al principio pensé que no me iba a hacer caso, pero se soltó. La sujeté fuerte, y le di la otra mano. El peso de su cuerpo hacía que el mío se deslizase hacia delante. Otro árbol cayó justo donde Jade había estado hace diez segundos antes. Todo se desmoronaba y nosotros solo intentábamos caer.
Jade no pesaba mucho, pero tiraba de mi hacia delante. Estábamos mirándonos a los ojos, y sabía que los dos pensábamos lo mismo. ¿Iba a acabar así para nosotros?
-¡Tenemos que luchar Jade!-La dije.-¡Esto no puede acabar así!
Ella me clavó sus uñas en la piel, y yo hice un esfuerzo por no quejarme. Me apretaba las manos con fuerza, pero ambos las teníamos mojadas y ella se me resbalaba de los dedos. Intenté subirla un poco, pero no tenía fuerza, y el tronco crujió. Otro árbol cayó justo a nuestro lado, salpicándonos con el agua que seguía moviéndose rápidamente. La lluvia incesante no ayudaba, ya que me hacia ver peor.
Jade miró hacia abajo, luego me miró y se mordió el labio.
-Suéltame...
-¿Qué?-Pregunté confuso.-¡Ni lo sueñes! ¡No!
-Blight, apuesto lo que sea a que no sabes nadar. Y... esto no va a aguantar mucho más. Suéltame. Saldré a la superficie y luego nos encontraremos.
-Pero y si...
No quería soltarla. No por el hecho de que no confiase en ella y me estuviese mintiendo, si no porque no quería quedarme solo en esta situación. ¿Cuándo pasaría el agua? ¿Cómo saldría de allí?
-Blight por favor...
Ella me miraba suplicante, aunque en realidad tenía miedo. Lo podía leer en sus ojos.
Entonces la solté. No porque yo quisiese, si no porque no podía más con su peso y se me había resbalado de las manos. La vi hundirse. Esperé. Esperé. Esperé. Y apareció en la superficie de nuevo. Dio unos manotazos y volvió a hundirse, mientras la corriente la arrastraba.
No sé cuanto tiempo pasó hasta que el agua se calmó y rebajó de nivel poco a poco. Yo estaba temblando sobre el tronco, que cada vez crujía más. Temblaba por el frío, por el miedo... No quería bajar porque temía que el agua volviese, que me encontrase con el otro tributo, que me pasase algo en general...
Finalmente bajé. Tenía que encontrar a Jade, ya que ella había sido valiente al decirme que la soltase, y si ella me encontrase en el árbol igual que antes, estaba seguro de que no se lo tomaría muy bien.
Seguí el rastro del agua. Hacia el sur.
El agua volvía a estar por la altura de las rodillas otra vez. Costaba andar, sobre todo ahora que el suelo estaba revuelto, y a cada paso que dabas te hundías en el lodo.
Encontré a Jade gracias a que su pelo rubio destacaba entre el bosque. Estaba agarrada a un árbol, medio tumbada medio apoyada, con la mitad del cuerpo sumergido. Intenté correr hacia ella. Cuando llegué, me esperaba una sonrisa de bienvenida o algo por el estilo. Pero la cara de Jade borraba todo rastro de alegría. Estaba pálida, con los labios amoratados. Me enseñó una mano que estaba llena de sangre. Mi corazón empezó a palpitar fuertemente. ¿Qué la había pasado? No veía ninguna herida. Hice que ella pasase un brazo por mis hombros y se apoyase en mí. La levante un poco y ella se quejó con un grito desgarrador, pero lo vi. Había una especie de rama afilada atravesándola la cadera izquierda. Si salía de esta, no creo que pudiese tener hijos. Si salía de esta...
Me senté en el suelo, sumergiéndome en el agua, y senté a Jade en mi regazo.
-¿Me voy a morir verdad?-Preguntó ella con lágrimas en los ojos. No supe que responderla.
-No... Puedes ponerte bien. Solo quedamos tres.
-Blight, no me valen las mentiras ahora. Sé sincero conmigo. ¿Cuántas posibilidades hay de que gane?
-No lo sé, no soy médico...
-¡Blight, por favor!
-Quizá... si yo logro deshacerme del otro tributo y luego me matas sin que me de cuenta...
Entonces empezó a llorar. Yo la abracé fuerte, y ella me respondió al abrazo.
-Tengo miedo Blight. Tengo mucho miedo.
-Yo también...
-Tu no vas a morir...
-Eso no lo sé todavía.
-No vas a morir aquí. Yo lo sé. Estoy segura de ello. Morirás dentro de muchos años por un despiste o una tontería de esas que le pasan a la gente tonta como tú, pero no hoy, no aquí.
Cuando acabó de decir esto se separó de mi y vomitó. Apostaría cualquier cosa a que me puse tan pálido como ella cuando vi que solo vomitaba sangre. Se dejó caer en mis brazos de nuevo y apoyo su cabeza en mi pecho.
-Te dije... que estaba muy mal...
-¿No te duele?-Pregunté.
-¿El qué?
-Eso... atravesándote... ¿No te...?
-No lo siento Blight... es como si tuviese la mitad del cuerpo muerta...-Ella suspiró.-Hazme un favor...-Jade rebuscó en su pantalón sin ganas, sacó un cuchillo y me lo dio.-Mátame.
Mi cara se descompuso.
-¿Qué?
-Estoy torturándome sobre lo que va a pasar con la muerte, y lo asustada que estoy y... estoy cansada de pensar... Solo... haz que me olvide de eso y acaba conmigo.
-No puedo Jade...
-Te lo estoy suplicando...
-No puedo matar a otra persona.
-No me estas asesinando tu. Es un suicidio por mi parte pero que no soy capaz de hacer.
Ella, con sus manos temblorosas llevo mi mano hacia su cuello, y puso la fría hoja afilada en su piel. Hizo que me acercase a ella tanto que nuestros alientos se mezclaban.
No podía hacer lo que me pedía. Quizá nuestra relación había sido muy rara, y puede que a veces esa chica me diese dolores de cabeza, pero no podía hacerlo. Ella y yo eramos aliados. Y los aliados que uno hace en los Juegos se vuelven tus mejores amigos sin que te des cuenta, para siempre. Y la peor parte es que esos mejores amigos acaban muertos. Pero acaban muertos por su cuenta, no porque yo tenga que matarlos.
-Jade... de verdad que no puedo.
-¿Vas a dejar sufriéndome durante horas hasta que suene mi cañón? Cuanto antes lo hagas, antes saldrás de aquí, y lo sabes. Yo ya no pinto nada aquí... Y Rosie... estoy segura de que quiere volver a verte...
No le había hablado de Rosie detalladamente a Jade. De hecho no creí haberla dicho su nombre. Pero entonces pensé en Cloe.
Era una buena jugada sacar a Rosie en el tema por parte de Jade.
-Pensé que estabas segura de ser la próxima vencedora.
-Y lo estaba... Pero mis planes no salieron... como esperaba...
Cogí todo el aire que mis pulmones me permitían y miré a Jade a los ojos, con el cuchillo en su cuello.
-¿Una última petición?-Pregunté al borde de las lágrimas.
Ella sonrió, cerró los ojos y se inclinó hacia mi, posando sus labios sobre los míos. Cerré los ojos también y moví la mano rápidamente. Pronto un líquido espeso y caliente empezó a correr por mi mano. Sonó el cañón, y me aparté de Jade. Ahora no parecía tan bella como antes. Tenía los ojos cerrados, marcas de los Juegos, sangre por todas partes...
Entonces me percaté. Solo quedábamos dos.
Parte 2
¿Cuánto tardaría en encontrarme con el otro tributo? ¿Horas? ¿Minutos? ¿Segundos?
Sinceramente, no creía que pasase de esta noche.
¿Y que tributo sería mi contrincante?
Ahora estaba solo. Completamente solo. Y mi vida solo dependía de mis acciones. Cloe, Jade, Rosie, mis padres, mis amigos... todos confiaban en mi. Todos, menos yo. Tal vez pudiese con alguien como Paige, la chica del 3. Pero si era Flint el otro tributo, lo vía difícil. Muy difícil. Había visto como actuaba Flint. Prepotente, irónico, desagradable... actuaba antes de pensar y eso podría jugarle malas pasadas. Pero era fuerte, rápido y siniestro. Básicamente era como Blade pero algo más cuerdo y en versión masculina.
En esos momentos solo sentía un sentimiento: Culpabilidad. Por la muerte de Maxwell, por la de Blade, por no proteger a mi hermana, por matar a Jade. Aunque ella me lo pidiese, yo la había matado. Había matado a mi aliada. Había matado a mi mejor amiga.
Me había quedado con todas las armas de Jade, así que ahora tenía cuatro cuchillos, dos espadas, y un machete. Iba equipado.
"Se acabaron las trampas Blight. Ahora tendrás que hacerle frente a tus peores miedos."
Parecía que habían pasado años desde que entre a los Juegos. El día de la Cosecha estaba tan lejano ya... Y lo mucho que había cambiado en dos semanas.
Los rayos del sol se filtraban por las hojas de los árboles. Esta parte de la arena no había sido afectada por el agua, ya que estaba tal y como había estado el resto de días.
Caminé y caminé, hasta que de repente me di cuenta de a donde había llegado. Vi la cornucopia dorada y seguí su resplandor. No había vuelto a la cornucopia desde el primer día, y ahora, allí estaba.
Parecía que la habían elevado de nivel. recordaba que el agua me llegaba al cuello al estar cerca del cuerno dorado, y ahora que estaba tocando la superficie caliente del cuerno con la palma de mi dedo, el agua solo me llegaba a las rodillas. Parecía que todo el agua estaba al mismo nivel.
Un cuchillo se estrelló contra la pared dorada de la cornucopia. Obviamente había sido lanzado a posta a la pared, si Flint me hubiese querido dar, lo hubiese hecho. Lo que decía, prepotente. Prefería dar un buen espectáculo antes que matarme sencillamente. Tenía el presentimiento de que iba a sufrir.
-Vaya siete. Debo de decir que me has impresionado llegando tan lejos. Te aplaudiría, pero tengo que reservar mis energías. ¿Dónde está Jade? ¿Cómo la mataste? Se la veía tan segura de ser la ganadora...-Flint se río.- Inútil...
No le contesté. me sentía petrificado. Era Flint. Tenía que matar a Flint.
-¿Hola? ¿Estas bien?-Preguntó Flint.-Te lanzaría otro cuchillo para espabilarte, pero sería una muerte muy rápida ¿no? Muy... agradable. ¿Qué? ¿No me esperabas a mi? ¿A que no? Creías que tendrías que enfrentarte a alguno de esos pardillos del tres. Ellos tenían un plan, pero Marina y yo teníamos otro.
Apreté los puños al oír el nombre de Marina. Flint se dio cuenta.
-Ah claro... Marina mató a tu novia... Lo siento chaval. Bueno, pronto os reuniréis. Pero antes te contaré lo ocurrido... -Dijo mientras jugaba con un cuchillo.- A los del tres les habían enviado esos postes hace mucho tiempo los patrocinadores. Les encontramos, y nos los íbamos a cargar, pero nos dijeron que si les dejábamos vivir nos contarían su plan. Total, que nos dividimos y fuimos plantando esos postes por la arena. Eso hacíamos cuando nos encontramos con vosotros. Luego Marina murió, y yo tuve que hacer el resto. Hoy se avecinaba la tormenta tan esperada por los del 3, así que les dejé inconscientes, y yo huí. Cuando el rayo calló se supone que debería de haber ganado. Pero aún quedaban otros dos.
-Éramos Jade y yo.-Dije.
-Si bueno, me da igual Ahora solo quedas tu, y vas a morir.
Flint corrió hacia mi cuando ni siquiera había acabado de decir la frase. Giró su brazo y me dió con el codo en la cara, haciendo que cayese hacia atrás. Rodé por el agua, y él me pateó en las costillas. No podía levantarme, pero el me agarró del pelo y me arrastró hacia atrás para darme unas cuantas patadas en el estómago. Luego me tiró con fuerza al suelo.
Estaba mareado y confuso, pero tenía que responder si no quería morir. Todo esto había pasado como en un minuto. Lo único que sentía ahora mi cuerpo era dolor.
Me levanté y saqué una las espadas de Jade. Flint sacó las suyas.
-¿Qué piensas hacer con eso? Si ni siquiera la sujetas bien.-Me espetó el chico del 2.
Me apuntó con su espada, y con un movimiento rápido me corto en el brazo derecho, haciendo que soltase una de las espadas. Rápidamente me agaché a recogerla, pero Flint fue más rápido y la apartó de mi. Hizo otro movimiento rápido, pero yo supe responder. Los metales de las espadas chocaron. Una vez, dos veces, tres... Pero con otro movimiento hizo que me quedase sin espada de nuevo. Antés de que me diese tiempo a buscar más armas, llevo su brazo hacia atrás y lo bajo rápidamente. Intentando defenderme, atrapé la hoja de la espada entre mis manos. Flint, sonriendo maliciosamente, retiro la hoja de la espada con rapidez, haciendo que me cortase las manos que pronto se llenaron de sangre. Dolía inmensamente. Me ardían. Estaba seguro de que me había quedado sin manos, pero al mirar, comprobé que seguían estando ahí. Aunque estuviesen cubiertas de sangre goteante. Ahora no iba a ser capaz de coger nada más. Pero no quería morir.
Miré con odio a Flint. Era grande y rápido con las armas. ¿Pero y corriendo? ¿Era astuto? Le miré a él, y luego miré de soslayo la cornucopia.
"Los débiles no siempre están perdidos. Siempre hay esperanza." -Pensé.
Así que retrocedí un par de pasos hacia atrás, y huí. Mi cojera no me permitía correr adecuadamente, pero Flint no estaba muy preocupado por eso, ya que caminaba a un ritmo normal.
Yo rodeé la cornucopia y me subí encima de ella. Mientras esperaba a mi contrincante hize un esfuerzo y saqué el machete sujetándolo como podía. Me dolían tanto las manos. No miré mis manos durante mucho tiempo, pero vi como la piel cortada colgaba de ellas. Me escondí detrás del cuerno, y esperé a que subiese. Cuando lo hizo, salí de detrás del cuerno y me moví rápidamente en frente de el; de derecha a izquierda, (ignorando el dolor), y entonces hice una especie de giros con el machete. Se lo había visto hacer a Jade, y estaba seguro de que no se esperaría eso de mi. Cuando Flint estaba bastante desconcertado, levante el machete y le di con toda la fuerza que tenía en la cara. Flint cayó hacia atrás, con la nariz sangrante. Cayó de la cornucopia de espaldas. Yo bajé de un salto y recordando el dolor que Blade me había provocado, le hice girar con una patada y cuando intento levantarse le pisé con fuerza en la espalda, luego le corte en la curva de la espalda. Sabía lo que dolía porque su compañera de distrito me lo había hecho.
Pero al contrario que Blade yo no quería perder el tiempo. Yo no sabía jugar bien a esto, así que sin pensármelo dos veces, cerré los ojos y hundí el machete en la espalda del chico. Al mismo tiempo, un dolor intenso me recorrió el cuerpo. Di dos o tres pasos hacia atrás y miré a Flint, que estaba gritando y agitándose. Se supone que eso debía de haber acabado con el, ¿no? Di unos pasos más hacia atrás y miré hacia abajo. Tenía un cuchillo clavado en el tobillo. Me senté en el suelo, y sin dejar de mirar a Flint, intenté sacármelo.
El chico estaba tumbado en el suelo, mirándome, respirando fuerte. Pero sonriendo.
-A ver quien consigue salir de aquí... antes... Ese... cuchillo tiene... veneno...-Tenía la respiración agitada, e intentaba desconsoladamente coger aire.
Miré la herida profunda que me había hecho.
-¿Qué?
Flint se río mientras escupía sangre.
Me levanté furioso. Esto tenía que acabar ya. Quería volver a casa. Me acerqué a Flint y le puse el pie en la espalda. El chico aulló de dolor. Hice que diese su cabeza hacia atrás y puse el cuchillo en su cuello, como había hecho con Jade.
-Hazlo rápido...-Pidió el chico. Y yo lo cumplí.
El cañón sonó. Y una voz invadió la arena.
-"Blight Oakheart, ganador de los 51 Juegos del Hambre."
No me lo creía.
Había ganado.
Miré al cielo. Un aerodeslizador venía a recogernos.
Pero entonces la vista se me emborronó, y noté que me caí al suelo aunque no viese nada. y el mundo me daba vueltas, y los ojos me temblaban. Sentía frío y calor al mismo tiempo y estaba temblando.
El veneno estaba empezando a hacer efecto.
Pero no podía. Había ganado. No podía morir ahora.
Mi tortura no había acabado aún. Tenía que seguir luchando, ya quedaba poco. Tenía que luchar por Jade, por Cloe, por Rosie...
Parte 1
Los dos nos giramos para mirar de donde procedía aquel estruendo. Jade, rápida y ágil escaló un par de ramas más antes de que se quedase literalmente con la boca abierta.
-¿Qué ocurre?-Pregunté, porque yo no podía ver nada.
Intenté ponerme en pie en la estrecha y quebradiza rama del árbol.
-¡No, no, no! ¡Quédate ahí!-Gritaba Jade, después de reaccionar. Saltaba prácticamente de rama en rama, otra vez, pero esta vez bajando. -¡Agárrate a algo!
Sin pensármelo me agarre fuertemente al tronco del árbol.
-¿Pero qué...?
No hizo falta que la chica me respondiese. Lo podía ver con mis propios ojos. Una gran masa de agua avanzaba rápidamente hacia nosotros, destruyendo casi todo lo que se encontraba por el camino. Mi cabeza solo logró reunir dos ideas: La primera era la muerte. La segunda era escapar. Sí, por ese orden.
En apenas un par de segundos el agua impactó contra nuestro árbol, el cual se tambaleó un poco, pero aguantó en pie. Jade soltó una carcajada de victoria, hasta que el árbol volvió a tambalearse. Esta vez mucho más fuerte. Tan fuerte, que el árbol no aguanto y cayó. Yo no tenía la fuerza suficiente para agarrarme al tronco que caía, chocándose con más árboles, por lo que me solté y caí mientras agitaba los brazos en el aire. Oí el grito de Jade también. La chica estaba aún más alto que yo, pero ella sabía como salvar la vida al contrario de mí.
No quería caer en el agua rápida y turbulenta. No sabía nadar, y estaba seguro de que esas no eran buenas condiciones para aprender. Pero no caí en el agua. Mi estómago chocó contra otra rama, o un tronco caído, que estaba a unos cinco metros del agua. El agua pasaba rápido bajo mi cuerpo, y notaba como la rama, el árbol, o lo que fuese que me había salvado de morir ahogado, se hundía.
Algo cayó a una precipitada velocidad hacia donde yo estaba. Jade. Su cuerpo no impactó como el mío en el tronco, pero se supo agarrar al tronco con sus brazos. Su cuerpo estaba colgando. La tenía a unos dos metros de donde yo estaba.
Estiré un brazo, porque temía moverme mucho y que el árbol se hundiese. Ella estiró su otro brazo y los dos nos cogimos de la mano.
-¡Sueltate!-La grité. Y al principio pensé que no me iba a hacer caso, pero se soltó. La sujeté fuerte, y le di la otra mano. El peso de su cuerpo hacía que el mío se deslizase hacia delante. Otro árbol cayó justo donde Jade había estado hace diez segundos antes. Todo se desmoronaba y nosotros solo intentábamos caer.
Jade no pesaba mucho, pero tiraba de mi hacia delante. Estábamos mirándonos a los ojos, y sabía que los dos pensábamos lo mismo. ¿Iba a acabar así para nosotros?
-¡Tenemos que luchar Jade!-La dije.-¡Esto no puede acabar así!
Ella me clavó sus uñas en la piel, y yo hice un esfuerzo por no quejarme. Me apretaba las manos con fuerza, pero ambos las teníamos mojadas y ella se me resbalaba de los dedos. Intenté subirla un poco, pero no tenía fuerza, y el tronco crujió. Otro árbol cayó justo a nuestro lado, salpicándonos con el agua que seguía moviéndose rápidamente. La lluvia incesante no ayudaba, ya que me hacia ver peor.
Jade miró hacia abajo, luego me miró y se mordió el labio.
-Suéltame...
-¿Qué?-Pregunté confuso.-¡Ni lo sueñes! ¡No!
-Blight, apuesto lo que sea a que no sabes nadar. Y... esto no va a aguantar mucho más. Suéltame. Saldré a la superficie y luego nos encontraremos.
-Pero y si...
No quería soltarla. No por el hecho de que no confiase en ella y me estuviese mintiendo, si no porque no quería quedarme solo en esta situación. ¿Cuándo pasaría el agua? ¿Cómo saldría de allí?
-Blight por favor...
Ella me miraba suplicante, aunque en realidad tenía miedo. Lo podía leer en sus ojos.
Entonces la solté. No porque yo quisiese, si no porque no podía más con su peso y se me había resbalado de las manos. La vi hundirse. Esperé. Esperé. Esperé. Y apareció en la superficie de nuevo. Dio unos manotazos y volvió a hundirse, mientras la corriente la arrastraba.
No sé cuanto tiempo pasó hasta que el agua se calmó y rebajó de nivel poco a poco. Yo estaba temblando sobre el tronco, que cada vez crujía más. Temblaba por el frío, por el miedo... No quería bajar porque temía que el agua volviese, que me encontrase con el otro tributo, que me pasase algo en general...
Finalmente bajé. Tenía que encontrar a Jade, ya que ella había sido valiente al decirme que la soltase, y si ella me encontrase en el árbol igual que antes, estaba seguro de que no se lo tomaría muy bien.
Seguí el rastro del agua. Hacia el sur.
El agua volvía a estar por la altura de las rodillas otra vez. Costaba andar, sobre todo ahora que el suelo estaba revuelto, y a cada paso que dabas te hundías en el lodo.
Encontré a Jade gracias a que su pelo rubio destacaba entre el bosque. Estaba agarrada a un árbol, medio tumbada medio apoyada, con la mitad del cuerpo sumergido. Intenté correr hacia ella. Cuando llegué, me esperaba una sonrisa de bienvenida o algo por el estilo. Pero la cara de Jade borraba todo rastro de alegría. Estaba pálida, con los labios amoratados. Me enseñó una mano que estaba llena de sangre. Mi corazón empezó a palpitar fuertemente. ¿Qué la había pasado? No veía ninguna herida. Hice que ella pasase un brazo por mis hombros y se apoyase en mí. La levante un poco y ella se quejó con un grito desgarrador, pero lo vi. Había una especie de rama afilada atravesándola la cadera izquierda. Si salía de esta, no creo que pudiese tener hijos. Si salía de esta...
Me senté en el suelo, sumergiéndome en el agua, y senté a Jade en mi regazo.
-¿Me voy a morir verdad?-Preguntó ella con lágrimas en los ojos. No supe que responderla.
-No... Puedes ponerte bien. Solo quedamos tres.
-Blight, no me valen las mentiras ahora. Sé sincero conmigo. ¿Cuántas posibilidades hay de que gane?
-No lo sé, no soy médico...
-¡Blight, por favor!
-Quizá... si yo logro deshacerme del otro tributo y luego me matas sin que me de cuenta...
Entonces empezó a llorar. Yo la abracé fuerte, y ella me respondió al abrazo.
-Tengo miedo Blight. Tengo mucho miedo.
-Yo también...
-Tu no vas a morir...
-Eso no lo sé todavía.
-No vas a morir aquí. Yo lo sé. Estoy segura de ello. Morirás dentro de muchos años por un despiste o una tontería de esas que le pasan a la gente tonta como tú, pero no hoy, no aquí.
Cuando acabó de decir esto se separó de mi y vomitó. Apostaría cualquier cosa a que me puse tan pálido como ella cuando vi que solo vomitaba sangre. Se dejó caer en mis brazos de nuevo y apoyo su cabeza en mi pecho.
-Te dije... que estaba muy mal...
-¿No te duele?-Pregunté.
-¿El qué?
-Eso... atravesándote... ¿No te...?
-No lo siento Blight... es como si tuviese la mitad del cuerpo muerta...-Ella suspiró.-Hazme un favor...-Jade rebuscó en su pantalón sin ganas, sacó un cuchillo y me lo dio.-Mátame.
Mi cara se descompuso.
-¿Qué?
-Estoy torturándome sobre lo que va a pasar con la muerte, y lo asustada que estoy y... estoy cansada de pensar... Solo... haz que me olvide de eso y acaba conmigo.
-No puedo Jade...
-Te lo estoy suplicando...
-No puedo matar a otra persona.
-No me estas asesinando tu. Es un suicidio por mi parte pero que no soy capaz de hacer.
Ella, con sus manos temblorosas llevo mi mano hacia su cuello, y puso la fría hoja afilada en su piel. Hizo que me acercase a ella tanto que nuestros alientos se mezclaban.
No podía hacer lo que me pedía. Quizá nuestra relación había sido muy rara, y puede que a veces esa chica me diese dolores de cabeza, pero no podía hacerlo. Ella y yo eramos aliados. Y los aliados que uno hace en los Juegos se vuelven tus mejores amigos sin que te des cuenta, para siempre. Y la peor parte es que esos mejores amigos acaban muertos. Pero acaban muertos por su cuenta, no porque yo tenga que matarlos.
-Jade... de verdad que no puedo.
-¿Vas a dejar sufriéndome durante horas hasta que suene mi cañón? Cuanto antes lo hagas, antes saldrás de aquí, y lo sabes. Yo ya no pinto nada aquí... Y Rosie... estoy segura de que quiere volver a verte...
No le había hablado de Rosie detalladamente a Jade. De hecho no creí haberla dicho su nombre. Pero entonces pensé en Cloe.
Era una buena jugada sacar a Rosie en el tema por parte de Jade.
-Pensé que estabas segura de ser la próxima vencedora.
-Y lo estaba... Pero mis planes no salieron... como esperaba...
Cogí todo el aire que mis pulmones me permitían y miré a Jade a los ojos, con el cuchillo en su cuello.
-¿Una última petición?-Pregunté al borde de las lágrimas.
Ella sonrió, cerró los ojos y se inclinó hacia mi, posando sus labios sobre los míos. Cerré los ojos también y moví la mano rápidamente. Pronto un líquido espeso y caliente empezó a correr por mi mano. Sonó el cañón, y me aparté de Jade. Ahora no parecía tan bella como antes. Tenía los ojos cerrados, marcas de los Juegos, sangre por todas partes...
Entonces me percaté. Solo quedábamos dos.
Parte 2
¿Cuánto tardaría en encontrarme con el otro tributo? ¿Horas? ¿Minutos? ¿Segundos?
Sinceramente, no creía que pasase de esta noche.
¿Y que tributo sería mi contrincante?
Ahora estaba solo. Completamente solo. Y mi vida solo dependía de mis acciones. Cloe, Jade, Rosie, mis padres, mis amigos... todos confiaban en mi. Todos, menos yo. Tal vez pudiese con alguien como Paige, la chica del 3. Pero si era Flint el otro tributo, lo vía difícil. Muy difícil. Había visto como actuaba Flint. Prepotente, irónico, desagradable... actuaba antes de pensar y eso podría jugarle malas pasadas. Pero era fuerte, rápido y siniestro. Básicamente era como Blade pero algo más cuerdo y en versión masculina.
En esos momentos solo sentía un sentimiento: Culpabilidad. Por la muerte de Maxwell, por la de Blade, por no proteger a mi hermana, por matar a Jade. Aunque ella me lo pidiese, yo la había matado. Había matado a mi aliada. Había matado a mi mejor amiga.
Me había quedado con todas las armas de Jade, así que ahora tenía cuatro cuchillos, dos espadas, y un machete. Iba equipado.
"Se acabaron las trampas Blight. Ahora tendrás que hacerle frente a tus peores miedos."
Parecía que habían pasado años desde que entre a los Juegos. El día de la Cosecha estaba tan lejano ya... Y lo mucho que había cambiado en dos semanas.
Los rayos del sol se filtraban por las hojas de los árboles. Esta parte de la arena no había sido afectada por el agua, ya que estaba tal y como había estado el resto de días.
Caminé y caminé, hasta que de repente me di cuenta de a donde había llegado. Vi la cornucopia dorada y seguí su resplandor. No había vuelto a la cornucopia desde el primer día, y ahora, allí estaba.
Parecía que la habían elevado de nivel. recordaba que el agua me llegaba al cuello al estar cerca del cuerno dorado, y ahora que estaba tocando la superficie caliente del cuerno con la palma de mi dedo, el agua solo me llegaba a las rodillas. Parecía que todo el agua estaba al mismo nivel.
Un cuchillo se estrelló contra la pared dorada de la cornucopia. Obviamente había sido lanzado a posta a la pared, si Flint me hubiese querido dar, lo hubiese hecho. Lo que decía, prepotente. Prefería dar un buen espectáculo antes que matarme sencillamente. Tenía el presentimiento de que iba a sufrir.
-Vaya siete. Debo de decir que me has impresionado llegando tan lejos. Te aplaudiría, pero tengo que reservar mis energías. ¿Dónde está Jade? ¿Cómo la mataste? Se la veía tan segura de ser la ganadora...-Flint se río.- Inútil...
No le contesté. me sentía petrificado. Era Flint. Tenía que matar a Flint.
-¿Hola? ¿Estas bien?-Preguntó Flint.-Te lanzaría otro cuchillo para espabilarte, pero sería una muerte muy rápida ¿no? Muy... agradable. ¿Qué? ¿No me esperabas a mi? ¿A que no? Creías que tendrías que enfrentarte a alguno de esos pardillos del tres. Ellos tenían un plan, pero Marina y yo teníamos otro.
Apreté los puños al oír el nombre de Marina. Flint se dio cuenta.
-Ah claro... Marina mató a tu novia... Lo siento chaval. Bueno, pronto os reuniréis. Pero antes te contaré lo ocurrido... -Dijo mientras jugaba con un cuchillo.- A los del tres les habían enviado esos postes hace mucho tiempo los patrocinadores. Les encontramos, y nos los íbamos a cargar, pero nos dijeron que si les dejábamos vivir nos contarían su plan. Total, que nos dividimos y fuimos plantando esos postes por la arena. Eso hacíamos cuando nos encontramos con vosotros. Luego Marina murió, y yo tuve que hacer el resto. Hoy se avecinaba la tormenta tan esperada por los del 3, así que les dejé inconscientes, y yo huí. Cuando el rayo calló se supone que debería de haber ganado. Pero aún quedaban otros dos.
-Éramos Jade y yo.-Dije.
-Si bueno, me da igual Ahora solo quedas tu, y vas a morir.
Flint corrió hacia mi cuando ni siquiera había acabado de decir la frase. Giró su brazo y me dió con el codo en la cara, haciendo que cayese hacia atrás. Rodé por el agua, y él me pateó en las costillas. No podía levantarme, pero el me agarró del pelo y me arrastró hacia atrás para darme unas cuantas patadas en el estómago. Luego me tiró con fuerza al suelo.
Estaba mareado y confuso, pero tenía que responder si no quería morir. Todo esto había pasado como en un minuto. Lo único que sentía ahora mi cuerpo era dolor.
Me levanté y saqué una las espadas de Jade. Flint sacó las suyas.
-¿Qué piensas hacer con eso? Si ni siquiera la sujetas bien.-Me espetó el chico del 2.
Me apuntó con su espada, y con un movimiento rápido me corto en el brazo derecho, haciendo que soltase una de las espadas. Rápidamente me agaché a recogerla, pero Flint fue más rápido y la apartó de mi. Hizo otro movimiento rápido, pero yo supe responder. Los metales de las espadas chocaron. Una vez, dos veces, tres... Pero con otro movimiento hizo que me quedase sin espada de nuevo. Antés de que me diese tiempo a buscar más armas, llevo su brazo hacia atrás y lo bajo rápidamente. Intentando defenderme, atrapé la hoja de la espada entre mis manos. Flint, sonriendo maliciosamente, retiro la hoja de la espada con rapidez, haciendo que me cortase las manos que pronto se llenaron de sangre. Dolía inmensamente. Me ardían. Estaba seguro de que me había quedado sin manos, pero al mirar, comprobé que seguían estando ahí. Aunque estuviesen cubiertas de sangre goteante. Ahora no iba a ser capaz de coger nada más. Pero no quería morir.
Miré con odio a Flint. Era grande y rápido con las armas. ¿Pero y corriendo? ¿Era astuto? Le miré a él, y luego miré de soslayo la cornucopia.
"Los débiles no siempre están perdidos. Siempre hay esperanza." -Pensé.
Así que retrocedí un par de pasos hacia atrás, y huí. Mi cojera no me permitía correr adecuadamente, pero Flint no estaba muy preocupado por eso, ya que caminaba a un ritmo normal.
Yo rodeé la cornucopia y me subí encima de ella. Mientras esperaba a mi contrincante hize un esfuerzo y saqué el machete sujetándolo como podía. Me dolían tanto las manos. No miré mis manos durante mucho tiempo, pero vi como la piel cortada colgaba de ellas. Me escondí detrás del cuerno, y esperé a que subiese. Cuando lo hizo, salí de detrás del cuerno y me moví rápidamente en frente de el; de derecha a izquierda, (ignorando el dolor), y entonces hice una especie de giros con el machete. Se lo había visto hacer a Jade, y estaba seguro de que no se esperaría eso de mi. Cuando Flint estaba bastante desconcertado, levante el machete y le di con toda la fuerza que tenía en la cara. Flint cayó hacia atrás, con la nariz sangrante. Cayó de la cornucopia de espaldas. Yo bajé de un salto y recordando el dolor que Blade me había provocado, le hice girar con una patada y cuando intento levantarse le pisé con fuerza en la espalda, luego le corte en la curva de la espalda. Sabía lo que dolía porque su compañera de distrito me lo había hecho.
Pero al contrario que Blade yo no quería perder el tiempo. Yo no sabía jugar bien a esto, así que sin pensármelo dos veces, cerré los ojos y hundí el machete en la espalda del chico. Al mismo tiempo, un dolor intenso me recorrió el cuerpo. Di dos o tres pasos hacia atrás y miré a Flint, que estaba gritando y agitándose. Se supone que eso debía de haber acabado con el, ¿no? Di unos pasos más hacia atrás y miré hacia abajo. Tenía un cuchillo clavado en el tobillo. Me senté en el suelo, y sin dejar de mirar a Flint, intenté sacármelo.
El chico estaba tumbado en el suelo, mirándome, respirando fuerte. Pero sonriendo.
-A ver quien consigue salir de aquí... antes... Ese... cuchillo tiene... veneno...-Tenía la respiración agitada, e intentaba desconsoladamente coger aire.
Miré la herida profunda que me había hecho.
-¿Qué?
Flint se río mientras escupía sangre.
Me levanté furioso. Esto tenía que acabar ya. Quería volver a casa. Me acerqué a Flint y le puse el pie en la espalda. El chico aulló de dolor. Hice que diese su cabeza hacia atrás y puse el cuchillo en su cuello, como había hecho con Jade.
-Hazlo rápido...-Pidió el chico. Y yo lo cumplí.
El cañón sonó. Y una voz invadió la arena.
-"Blight Oakheart, ganador de los 51 Juegos del Hambre."
No me lo creía.
Había ganado.
Miré al cielo. Un aerodeslizador venía a recogernos.
Pero entonces la vista se me emborronó, y noté que me caí al suelo aunque no viese nada. y el mundo me daba vueltas, y los ojos me temblaban. Sentía frío y calor al mismo tiempo y estaba temblando.
El veneno estaba empezando a hacer efecto.
Pero no podía. Había ganado. No podía morir ahora.
Mi tortura no había acabado aún. Tenía que seguir luchando, ya quedaba poco. Tenía que luchar por Jade, por Cloe, por Rosie...
4/22/2015
Johanna: Capitulo 59
Abrí los ojos y los volví a cerrar nada más comprobar que una intensa luz me estaba cegando. Me dolía la cabeza mucho y no entendía nada. Solo recordaba lo que los Agentes de la paz me habían dicho, pero no quería creérmelo.
Él no podía estar muerto.
Mi hermano. Mi protector. La única familia que me quedaba... ¿Se había ido para siempre?
Intenté levantarme y hacer miles de preguntas, las cuales más de la mitad quedarían sin respuesta, pero algo me lo impidió, así que sin darme cuenta volvía a estar tumbada en quién sabe dónde.
Miré a mi izquierda. Parker estaba sujetándome fuerte la mano, con ojos llenos de preocupación.
-¿Qué ha pasado?-Pregunté.
-No podemos hablar sobre esto ahora señorita Mason, esta demasiado débil.-Dijo el doctor. Supuse que era el doctor por la forma en la que me atendía.
-Llevo estando demasiado débil desde que salí de los Juegos...-Murmuré.-A buenas horas os preocupáis por mi salud.
-Johanna...-Se quejó Parker.-Están intentando hacer lo mejor para ti.
-Lo mejor para mi hubiese sido morir en la arena, y no causarle ningún mal a nadie.
No me dio tiempo a quejarme más. Sentí un pinchazo doloroso en el brazo que hizo que mi vista se volviese borrosa, que los ojos me pesasen, y que me entrasen unas grandes ganas de dormir.
Podían dormir a la bestia pero el fuego seguía dentro.
Tras el funeral de Paul, Parker no me dejaba ni un minuto a solas, cosa que agradecía, ya que quedarme a solas era entablar una enzarzada discusión con mis pensamientos y siempre ganaban ellos.
Él siempre me mantenía ocupada. Me ayudaba con mis entrenamientos, leíamos juntos, le ayudaba con su trabajo, me invitaba a conocer a su familia... con la cual había entablado una estrecha relación, sobre todo con su hermana Clara.
Clara había decidido a ayudar a su hermano en su misión de cuidarme sin apenas conocerme, y la verdad es que se lo agradecía mucho.
No sabía nada de Willow.
Me dolía. Pero muy en el fondo, debía de asumir que nuestra amistad tenía una herida mortal, y que no nos íbamos a recuperar nunca.
Aprovechaba las horas de luz con todas las ganas, y temía la llegada de la noche, solitaria y llena de pesadillas. Parker se quedaba conmigo hasta que yo me dormía, y muchas veces cuando despertaba el ya estaba en mi casa. Pero lo peor era cuando una pesadilla me hacia despertar y estaba sola. Sin nadie.
Había pasado tan solo una semana de la muerte de Paul. Pensaba en ello. Mucho. Pero no quería llorar por él, ni deprimirme. Él había muerto. Y ya está. Por muchas lágrimas que derramase por el mi hermano no iba a volver, y estando a siete días de la Cosecha, prefería parecer tan fuerte como siempre bajo la incesante mirada de las cámaras y de Snow. Aunque por dentro estuviese destrozada.
Nadie lo sabía. Parker sabía que no estaba bien pero el creía que llevaba así tanto tiempo... Clara me preguntaba que como era tan fuerte. Yo la sonreía y la decía: No lo soy. Entonces ella pensaba que mentía.
Es tan fácil mentir a las personas cuando tus sentimientos están enterrados bajo la sombra de una radiante sonrisa.
Era noche cerrada. Parker y y estábamos en mi habitación, con las luces apagadas. El me rodeaba con sus brazos, y yo tenía los ojos cerrados. Respiraba tranquilamente mientras sabía que él me estaba mirando.
-Deberías de irte ya...-Sugerí.
-No sé si será una buena idea. ¿Hoy? ¿Irme?
-No voy a dormir de todas formas, y no quiero ser una carga.
-Tu nunca serás una carga Jo.
Me deshice de su abrazo y me incorporé en la cama, mirándole.
-En serio, vete. Estaré bien.
Él suspiró. Estaba deseando irse. Lo sabía.
-Pero...
Le di un beso antes de que pudiese poner excusas, y cuando me aparte hablé muy bajito.
-Escucha. Mañana todo será diferente. Estaré sola, sin ti, a cargo de dos niños que seguramente morirán. Y no puedes hacerte cargo de mi siempre. Ya estoy bastante asustada por quien pueda salir, y por tener que volver al Capitolio y revivir todo que...-Suspiré y le miré a los ojos.-Prométeme una cosa.
-Lo que sea.-Respondió el chico.
-No me dejes. No confíes en la Johanna que ves a través de la pantalla. Ella es pura fachada, tu sabes quien es la verdadera Jo.
-Lo sé.-Dijo antes de darme un beso y despedirse. Luego se fue.
Me tumbé en la cama mientras escuchaba sus pasos bajando la escalera, después cerró la puerta y todo quedó en silencio.
No dormí en toda la noche. Hace un año... hace exactamente un año tampoco lo había hecho. Hace un año estaría durmiendo con Paul, en la habitación de al lado de nuestros padres, en nuestra antigua casa. Por la mañana me despertaría pronto y saldría a dar una vuelta. Luego me enfundaría en un vestidito verde y caminaría hacia mi condena. Ignorante de todo.
Esta mañana, se supone que debo de estar lista a las nueve para que mis estilistas me preparen. A las nueve menos cuartos están aporreando la puerta. Pero no les abro. Hoy no. Parker también viene. Pero tampoco le abro.
Hoy quiero estar sola. Y mas que querer, es una necesidad.
Me miro en el espejo del baño. ¿Cuánto he cambiado en apenas un año en una escala del uno al diez? Once sería la respuesta correcta, y tal vez me quedase corta.
Voy a mi armario y decido vestirme con unos pantalones anchos de color negro, una camiseta negra, una cazadora negra y unas botas del mismo calor. Me recojo el pelo en una coleta y me aplico un poco de maquillaje, solo para que la bronca de mis estilistas sea algo menos fuerte.
Me sorprende que no hayan saltado por la ventana para buscarme.
Salgo a la fría mañana. Camino arrastrando los pies por la gravilla del suelo hasta que escucho otros pasos. Para mi sorpresa no es ninguno de mis estilistas, ni Parker, es Blight. Y al verle se me ilumina la cara. Pese a todo el es mi mentor. Y yo soy nueva en esto, así que tendrá que ayudarme.
-¿Preparada?-Me pregunta.
-No.-Le respondo honesta.
-Bien. Así me siento yo todos los años.
Él no podía estar muerto.
Mi hermano. Mi protector. La única familia que me quedaba... ¿Se había ido para siempre?
Intenté levantarme y hacer miles de preguntas, las cuales más de la mitad quedarían sin respuesta, pero algo me lo impidió, así que sin darme cuenta volvía a estar tumbada en quién sabe dónde.
Miré a mi izquierda. Parker estaba sujetándome fuerte la mano, con ojos llenos de preocupación.
-¿Qué ha pasado?-Pregunté.
-No podemos hablar sobre esto ahora señorita Mason, esta demasiado débil.-Dijo el doctor. Supuse que era el doctor por la forma en la que me atendía.
-Llevo estando demasiado débil desde que salí de los Juegos...-Murmuré.-A buenas horas os preocupáis por mi salud.
-Johanna...-Se quejó Parker.-Están intentando hacer lo mejor para ti.
-Lo mejor para mi hubiese sido morir en la arena, y no causarle ningún mal a nadie.
No me dio tiempo a quejarme más. Sentí un pinchazo doloroso en el brazo que hizo que mi vista se volviese borrosa, que los ojos me pesasen, y que me entrasen unas grandes ganas de dormir.
Podían dormir a la bestia pero el fuego seguía dentro.
Tras el funeral de Paul, Parker no me dejaba ni un minuto a solas, cosa que agradecía, ya que quedarme a solas era entablar una enzarzada discusión con mis pensamientos y siempre ganaban ellos.
Él siempre me mantenía ocupada. Me ayudaba con mis entrenamientos, leíamos juntos, le ayudaba con su trabajo, me invitaba a conocer a su familia... con la cual había entablado una estrecha relación, sobre todo con su hermana Clara.
Clara había decidido a ayudar a su hermano en su misión de cuidarme sin apenas conocerme, y la verdad es que se lo agradecía mucho.
No sabía nada de Willow.
Me dolía. Pero muy en el fondo, debía de asumir que nuestra amistad tenía una herida mortal, y que no nos íbamos a recuperar nunca.
Aprovechaba las horas de luz con todas las ganas, y temía la llegada de la noche, solitaria y llena de pesadillas. Parker se quedaba conmigo hasta que yo me dormía, y muchas veces cuando despertaba el ya estaba en mi casa. Pero lo peor era cuando una pesadilla me hacia despertar y estaba sola. Sin nadie.
Había pasado tan solo una semana de la muerte de Paul. Pensaba en ello. Mucho. Pero no quería llorar por él, ni deprimirme. Él había muerto. Y ya está. Por muchas lágrimas que derramase por el mi hermano no iba a volver, y estando a siete días de la Cosecha, prefería parecer tan fuerte como siempre bajo la incesante mirada de las cámaras y de Snow. Aunque por dentro estuviese destrozada.
Nadie lo sabía. Parker sabía que no estaba bien pero el creía que llevaba así tanto tiempo... Clara me preguntaba que como era tan fuerte. Yo la sonreía y la decía: No lo soy. Entonces ella pensaba que mentía.
Es tan fácil mentir a las personas cuando tus sentimientos están enterrados bajo la sombra de una radiante sonrisa.
Era noche cerrada. Parker y y estábamos en mi habitación, con las luces apagadas. El me rodeaba con sus brazos, y yo tenía los ojos cerrados. Respiraba tranquilamente mientras sabía que él me estaba mirando.
-Deberías de irte ya...-Sugerí.
-No sé si será una buena idea. ¿Hoy? ¿Irme?
-No voy a dormir de todas formas, y no quiero ser una carga.
-Tu nunca serás una carga Jo.
Me deshice de su abrazo y me incorporé en la cama, mirándole.
-En serio, vete. Estaré bien.
Él suspiró. Estaba deseando irse. Lo sabía.
-Pero...
Le di un beso antes de que pudiese poner excusas, y cuando me aparte hablé muy bajito.
-Escucha. Mañana todo será diferente. Estaré sola, sin ti, a cargo de dos niños que seguramente morirán. Y no puedes hacerte cargo de mi siempre. Ya estoy bastante asustada por quien pueda salir, y por tener que volver al Capitolio y revivir todo que...-Suspiré y le miré a los ojos.-Prométeme una cosa.
-Lo que sea.-Respondió el chico.
-No me dejes. No confíes en la Johanna que ves a través de la pantalla. Ella es pura fachada, tu sabes quien es la verdadera Jo.
-Lo sé.-Dijo antes de darme un beso y despedirse. Luego se fue.
Me tumbé en la cama mientras escuchaba sus pasos bajando la escalera, después cerró la puerta y todo quedó en silencio.
No dormí en toda la noche. Hace un año... hace exactamente un año tampoco lo había hecho. Hace un año estaría durmiendo con Paul, en la habitación de al lado de nuestros padres, en nuestra antigua casa. Por la mañana me despertaría pronto y saldría a dar una vuelta. Luego me enfundaría en un vestidito verde y caminaría hacia mi condena. Ignorante de todo.
Esta mañana, se supone que debo de estar lista a las nueve para que mis estilistas me preparen. A las nueve menos cuartos están aporreando la puerta. Pero no les abro. Hoy no. Parker también viene. Pero tampoco le abro.
Hoy quiero estar sola. Y mas que querer, es una necesidad.
Me miro en el espejo del baño. ¿Cuánto he cambiado en apenas un año en una escala del uno al diez? Once sería la respuesta correcta, y tal vez me quedase corta.
Voy a mi armario y decido vestirme con unos pantalones anchos de color negro, una camiseta negra, una cazadora negra y unas botas del mismo calor. Me recojo el pelo en una coleta y me aplico un poco de maquillaje, solo para que la bronca de mis estilistas sea algo menos fuerte.
Me sorprende que no hayan saltado por la ventana para buscarme.
Salgo a la fría mañana. Camino arrastrando los pies por la gravilla del suelo hasta que escucho otros pasos. Para mi sorpresa no es ninguno de mis estilistas, ni Parker, es Blight. Y al verle se me ilumina la cara. Pese a todo el es mi mentor. Y yo soy nueva en esto, así que tendrá que ayudarme.
-¿Preparada?-Me pregunta.
-No.-Le respondo honesta.
-Bien. Así me siento yo todos los años.
4/18/2015
Blight: Capítulo 36
Me desperté por el frío. De repente me encontraba con la ropa completamente mojada, al igual que el pelo, y temblando. Estaba lloviendo fuertemente. No parecía ser por la mañana, ya que entre los árboles pude ver el cielo de un color tan gris que daba pena verlo.
Guardé mis cosas a buen recaudo y comencé a caminar hacia ningún sitio en concreto. Era lo único que podía hacer. Caminar, no pararme, sobrevivir... Fijándome en cada movimiento extraño, aunque fuese la simple agitación de una hoja a causa del viento.
Entonces la vi. Y me detuve.
-Creí que te dije que no me siguieses...
Era increíble como en apenas dos semanas había mejorado tanto mi capacidad en... prácticamente todo. Excepto en la buena alimentación.
Me giré, para ver si Jade se dejaba ver. Y haló, aunque estaba escondida.
-Aún somos aliados... no has roto el pacto. Debemos de cuidarnos.
-¿Y por qué te escondes de mi?
-Creí que me dijiste que no te siguiese...-Dijo la chica, asomando su cabeza por encima del tronco de un árbol caído.
No dije nada. Solo fui hasta ella y la abracé. Sentí la tensión de su cuerpo al principio, pero después se dejó abrazar mientras yo lloraba en su hombro y ella me daba palmaditas en la espalda, como si se tratase de un niño.
-¿Te has fijado?-Susurró.
-¿En qué?
-En la lluvia. Ha hecho que el agua suba de nivel.
-Quizá quieran inundar la arena...-Pensé.
-No bromees.-La cara de Jade era todo un poema.
-No lo hago. -Me giré para continuar mi camino.-¿Vienes conmigo?
-Quedamos seis.
-Y nosotros somos dos Jade, aún quedan cuatro por ahí sueltos.
La chica suspiro y se puso a mi derecha, dándome la mano.
-Estoy contigo.
Parecía que nos habíamos perdido. Kilómetros y kilómetros de bosque con agua estancada. Y lo peor era que ahora costaba más caminar, porque el agua ya no nos llegaba a los tobillos sino a la rodilla.
-Hey, ¿Qué es eso?-Preguntó Jade, soltándome la mano y dando saltos raros para avanzar por el agua. Yo la seguí. Estaba al lado de un poste que nos llegaba a la altura de la cintura. Tenia un cuerpo de color negro, con un 3 pintado de color blanco, y una cabeza y redonda de metal. Jade acercó una de sus manos, pero yo la detuve.
-No lo toques. Igual es peligroso. Ten cuidado.-Señalé al suelo. Unas cuerdas sujetas al poste se hundían en el agua y avanzaban bajo esta hasta quien sabe donde.
-¿Qué es eso Blight?
-No lo sé, pero no tiene muy buena pinta...
Jade miró las cuerdas que había bajo el agua con cautela, y luego sus ojos azules miraron a los míos. Podía leer sus ojos. Tenía miedo. Si ella estaba asustada, ¿Por qué estaba yo tan tranquilo?
-¿Y si los seguimos?-Pregunté.
-Dijiste que podía ser peligroso.
-Pero igual nos den respuestas.-Repliqué.
Jade tardó unos segundos eternos en contestar, y la verdad, no me esperaba esa contestación para nada.
-Mi hermano dice que los Juegos cambian a la gente, y es verdad. Pero hoy he comprobado que no son los Juegos los que hacen cambiar a las personas, son las heridas profundas que estos les dejan. Tu herida es Cloe, y siento decirte que no te vas a recuperar.
Dicho esto, avanzo siguiendo la cuerda de cerca, y yo la seguí a ella.
La cuerda nos llevó hasta otro poste totalmente idéntico. Al igual que el otro, también tenía un 3 dibujado en el.
-¿Por qué un tres?-Preguntó la chica.
-Quedamos seis. Dos postes. Tres más tres, seis.-Dije.
-¿Matemáticas?-Preguntó Jade, y yo me encogí de hombros.
-¿Cuántas semanas llevamos aquí?
-Dos.-Respondí.
-¿Distrito 3?
-Los dos tributos están vivos, creo.-Volví a decir.
-No lo entiendo... -Jade se limpió la frente del agua de la lluvia y del sudor. -¿Seguimos las cuerdas de nuevo?
-¿Crees que llegaremos a una conclusión?
-No lo sé, pero es mejor que no hacer nada...
Nuestros estómagos rugían con fuerza. Yo podía escuchar el de Jade, y apostaba a que Jade podía oír el mío. Caminamos siguiendo las cuerdas subaquáticas que se movían con el movimiento del agua, pero que nunca llegábamos a tocar. No me fiaba de nada que no fuese natural en la arena, y esto no lo era. De hecho, tampoco me fiaba de nada natural, solo con recordar los anteriores Juegos...
No tardamos más de una hora en llegar al siguiente poste, igual que los anteriores. Con el mismo tres pintado, y con cuerdas saliendo de él en todas las direcciones.
-Bueno... ahora sabemos que la opción de los seis tributos queda descartada.-Dije.
-¿Cuántos de estos puede haber?
-No lo sé Jade, pero me estoy muriendo de hambre.
-Lo he oído...-Dijo la chica con una risita.
Miré al cielo, el cual seguía tan oscuro (o incluso más) que cuando empezamos a caminar. Entonces algo me llamo la atención.
Un nido.
-Jade, ¿Qué te parecerían ahora mismo unos huevos?
Jade me miro confusa, y yo señalé a un árbol bastante alto.
Jade no quería que escalase el árbol con mi pierna en aquellas condiciones, pero no quería parecer débil, y tenía demasiada hambre. Además que tener las piernas tanto rato sumergidas bajo el agua estaba empezando a disgustarme.
Jade llegó a la rama donde se encontraba el nido mucho antes que yo, pero yo no me atrevía a ir rápido por el hecho de que podía estar a unos quince o veinte metros de altura y caerme no me apetecía lo más mínimo. Cuando llegué, me quedé una rama más abajo que Jade. La chica no podía pesar mucho, pero la rama parecía demasiado débil.
Jade me miró desde arriba.
-Tengo tanta hambre que me los comería crudos.
Me agarré fuertemente al tronco del árbol. No estaba muy seguro de soltarme de su firmeza.
Miré al suelo. Suelo... o agua. Todo era agua.
Entonces un pensamiento extraño se me paso por la mente.
-¿Crees que ahora habrá criaturas peligrosas por el agua?
Mi pregunta hizo que el rostro de Jade se contrajese y la hiciese pensar.
-No lo sé... Pero si es así, ya no quiero bajar.
Finalmente, comimos los huevos crudos en lo alto del árbol. Las hojas no nos protegían nada de la finísima lluvia que no paraba de caer. La madre pájaro tampoco apareció, por lo que tuvimos suerte por ese lado también.
Un ruido sonó desde lo alto del cielo. Más allá de las nubes negras y enroscadas que se apelotonaban encima de nosotros. Miré hacia el, y vi que Jade también miraba. Así que los dos vimos lo que ocurrió. Fue todo muy rápido, y aunque pareciese natural, no lo era.
En la parte donde todas las nubes negras se congregaban, estalló una bola dorada que lanzó varios rayos dorados al suelo.
-¡Ha caído en el poste Blight! Oh, Dios mío, ¡Ha caído en el poste!-Gritó Jade, antes de que sonasen tres cañonazos.
¡Pum!
¡Pum!
¡Pum!
Miré aterrado a Jade, y después de nuevo al cielo, donde las nubes negras seguían juntas, pero sin más rayos.
-¿Eso han sido tres cañones?-Pregunté.
-No han parecido ser truenos.
-¿Qué diablos está pasando?-Grité, histérico. Jade también estaba histérica.
-No entiendo nada...
-Explícame lo que has visto.-La exigí.
-Lo mismo que tu. La bola dorada en el cielo explotando en cientos de rayos. Uno de ellos ha impactado en el poste de ahí abajo. ¡Mira! ¡La cabeza del poste! Esta negra. Antes era plateada.
-¿Han muerto tres personas?-Grité.
-Quizá esos postes transmitían la corriente eléctrica a través del agua gracias a las cuerdas.-Dijo Jade.
-¿Como sabes eso?
-No lo sé... El Distrito 3 sabe mucho de eso y yo...
-Espera, espera, espera... ¿El Distrito 3?
Jade asintió, y abrió los ojos como platos.
-Los postes tenían un tres dibujado en ellos...-Dijo Jade, bajando la voz.
-Y quedan dos tributos del tres. -Añadí. -Solo ellos saben de electricidad aparte del Distrito 5, y no queda nadie del cinco.
-¿Connor y Paige han hecho esto?-Preguntó Jade, casi afirmándolo.
Connor era el tributo masculino del Distrito 3, y Paige su compañera.
-No. juntos no. Lo han hecho por separado, uno de ellos está muerto. ¿Entonces eso significa que solo quedamos Paige o Connor, tu y yo?-Pregunté.-¿Y si no han sido ellos? Quizá es una treta del Capitolio para volvernos locos. Quizá uno de esos cañonazos sea el de los tributos del tres, y otro siga vivo.
-Sea como sea quedamos tres Blight. Tu yo, y otro tributo.
-¿Cuántos quedábamos antes de los cañonazos?
Jade contó con sus dedos todos los nombres de los tributos. Se sabía de memoria todas las muertes por orden, y como habían sido. Sentí un pinchazo en mi interior cuando ella dijo: "Maxwell, del 8, que no sé como murió." y "Blade, del 2, los dos sabemos como fue." Se saltó las muertes de cloe y Marina, algo que agradecí, porque no quería pensar en eso en ese momento.
-Se supone que Flint, el chico del dos. Connor y Paige. Evan, el chico del once. Tú. y yo.
-Quedamos tres.-Susurré...
-Hoy por la noche sabremos quien es nuestro rival.-Me tranquilizó Jade.
-No... me refiero. Quedamos tres. Y tu y yo seguimos juntos. ¿Sabes lo que pasará si el otro tributo muere verdad?
Jade bajó de su rama del árbol, y de cuclillas se mantuvo en equilibrio en la que yo estaba. Los dos nos miramos. Sabíamos la respuesta.
-No quiero hacerte daño.-Musitó Jade.
-Yo a ti tampoco.
Nos quedamos mirando un rato más.
-Aunque... si me matas, te lo perdonaría.-Susurró Jade, antes de que un estruendo se oyese a lo lejos.
Guardé mis cosas a buen recaudo y comencé a caminar hacia ningún sitio en concreto. Era lo único que podía hacer. Caminar, no pararme, sobrevivir... Fijándome en cada movimiento extraño, aunque fuese la simple agitación de una hoja a causa del viento.
Entonces la vi. Y me detuve.
-Creí que te dije que no me siguieses...
Era increíble como en apenas dos semanas había mejorado tanto mi capacidad en... prácticamente todo. Excepto en la buena alimentación.
Me giré, para ver si Jade se dejaba ver. Y haló, aunque estaba escondida.
-Aún somos aliados... no has roto el pacto. Debemos de cuidarnos.
-¿Y por qué te escondes de mi?
-Creí que me dijiste que no te siguiese...-Dijo la chica, asomando su cabeza por encima del tronco de un árbol caído.
No dije nada. Solo fui hasta ella y la abracé. Sentí la tensión de su cuerpo al principio, pero después se dejó abrazar mientras yo lloraba en su hombro y ella me daba palmaditas en la espalda, como si se tratase de un niño.
-¿Te has fijado?-Susurró.
-¿En qué?
-En la lluvia. Ha hecho que el agua suba de nivel.
-Quizá quieran inundar la arena...-Pensé.
-No bromees.-La cara de Jade era todo un poema.
-No lo hago. -Me giré para continuar mi camino.-¿Vienes conmigo?
-Quedamos seis.
-Y nosotros somos dos Jade, aún quedan cuatro por ahí sueltos.
La chica suspiro y se puso a mi derecha, dándome la mano.
-Estoy contigo.
Parecía que nos habíamos perdido. Kilómetros y kilómetros de bosque con agua estancada. Y lo peor era que ahora costaba más caminar, porque el agua ya no nos llegaba a los tobillos sino a la rodilla.
-Hey, ¿Qué es eso?-Preguntó Jade, soltándome la mano y dando saltos raros para avanzar por el agua. Yo la seguí. Estaba al lado de un poste que nos llegaba a la altura de la cintura. Tenia un cuerpo de color negro, con un 3 pintado de color blanco, y una cabeza y redonda de metal. Jade acercó una de sus manos, pero yo la detuve.
-No lo toques. Igual es peligroso. Ten cuidado.-Señalé al suelo. Unas cuerdas sujetas al poste se hundían en el agua y avanzaban bajo esta hasta quien sabe donde.
-¿Qué es eso Blight?
-No lo sé, pero no tiene muy buena pinta...
Jade miró las cuerdas que había bajo el agua con cautela, y luego sus ojos azules miraron a los míos. Podía leer sus ojos. Tenía miedo. Si ella estaba asustada, ¿Por qué estaba yo tan tranquilo?
-¿Y si los seguimos?-Pregunté.
-Dijiste que podía ser peligroso.
-Pero igual nos den respuestas.-Repliqué.
Jade tardó unos segundos eternos en contestar, y la verdad, no me esperaba esa contestación para nada.
-Mi hermano dice que los Juegos cambian a la gente, y es verdad. Pero hoy he comprobado que no son los Juegos los que hacen cambiar a las personas, son las heridas profundas que estos les dejan. Tu herida es Cloe, y siento decirte que no te vas a recuperar.
Dicho esto, avanzo siguiendo la cuerda de cerca, y yo la seguí a ella.
La cuerda nos llevó hasta otro poste totalmente idéntico. Al igual que el otro, también tenía un 3 dibujado en el.
-¿Por qué un tres?-Preguntó la chica.
-Quedamos seis. Dos postes. Tres más tres, seis.-Dije.
-¿Matemáticas?-Preguntó Jade, y yo me encogí de hombros.
-¿Cuántas semanas llevamos aquí?
-Dos.-Respondí.
-¿Distrito 3?
-Los dos tributos están vivos, creo.-Volví a decir.
-No lo entiendo... -Jade se limpió la frente del agua de la lluvia y del sudor. -¿Seguimos las cuerdas de nuevo?
-¿Crees que llegaremos a una conclusión?
-No lo sé, pero es mejor que no hacer nada...
Nuestros estómagos rugían con fuerza. Yo podía escuchar el de Jade, y apostaba a que Jade podía oír el mío. Caminamos siguiendo las cuerdas subaquáticas que se movían con el movimiento del agua, pero que nunca llegábamos a tocar. No me fiaba de nada que no fuese natural en la arena, y esto no lo era. De hecho, tampoco me fiaba de nada natural, solo con recordar los anteriores Juegos...
No tardamos más de una hora en llegar al siguiente poste, igual que los anteriores. Con el mismo tres pintado, y con cuerdas saliendo de él en todas las direcciones.
-Bueno... ahora sabemos que la opción de los seis tributos queda descartada.-Dije.
-¿Cuántos de estos puede haber?
-No lo sé Jade, pero me estoy muriendo de hambre.
-Lo he oído...-Dijo la chica con una risita.
Miré al cielo, el cual seguía tan oscuro (o incluso más) que cuando empezamos a caminar. Entonces algo me llamo la atención.
Un nido.
-Jade, ¿Qué te parecerían ahora mismo unos huevos?
Jade me miro confusa, y yo señalé a un árbol bastante alto.
Jade no quería que escalase el árbol con mi pierna en aquellas condiciones, pero no quería parecer débil, y tenía demasiada hambre. Además que tener las piernas tanto rato sumergidas bajo el agua estaba empezando a disgustarme.
Jade llegó a la rama donde se encontraba el nido mucho antes que yo, pero yo no me atrevía a ir rápido por el hecho de que podía estar a unos quince o veinte metros de altura y caerme no me apetecía lo más mínimo. Cuando llegué, me quedé una rama más abajo que Jade. La chica no podía pesar mucho, pero la rama parecía demasiado débil.
Jade me miró desde arriba.
-Tengo tanta hambre que me los comería crudos.
Me agarré fuertemente al tronco del árbol. No estaba muy seguro de soltarme de su firmeza.
Miré al suelo. Suelo... o agua. Todo era agua.
Entonces un pensamiento extraño se me paso por la mente.
-¿Crees que ahora habrá criaturas peligrosas por el agua?
Mi pregunta hizo que el rostro de Jade se contrajese y la hiciese pensar.
-No lo sé... Pero si es así, ya no quiero bajar.
Finalmente, comimos los huevos crudos en lo alto del árbol. Las hojas no nos protegían nada de la finísima lluvia que no paraba de caer. La madre pájaro tampoco apareció, por lo que tuvimos suerte por ese lado también.
Un ruido sonó desde lo alto del cielo. Más allá de las nubes negras y enroscadas que se apelotonaban encima de nosotros. Miré hacia el, y vi que Jade también miraba. Así que los dos vimos lo que ocurrió. Fue todo muy rápido, y aunque pareciese natural, no lo era.
En la parte donde todas las nubes negras se congregaban, estalló una bola dorada que lanzó varios rayos dorados al suelo.
-¡Ha caído en el poste Blight! Oh, Dios mío, ¡Ha caído en el poste!-Gritó Jade, antes de que sonasen tres cañonazos.
¡Pum!
¡Pum!
¡Pum!
Miré aterrado a Jade, y después de nuevo al cielo, donde las nubes negras seguían juntas, pero sin más rayos.
-¿Eso han sido tres cañones?-Pregunté.
-No han parecido ser truenos.
-¿Qué diablos está pasando?-Grité, histérico. Jade también estaba histérica.
-No entiendo nada...
-Explícame lo que has visto.-La exigí.
-Lo mismo que tu. La bola dorada en el cielo explotando en cientos de rayos. Uno de ellos ha impactado en el poste de ahí abajo. ¡Mira! ¡La cabeza del poste! Esta negra. Antes era plateada.
-¿Han muerto tres personas?-Grité.
-Quizá esos postes transmitían la corriente eléctrica a través del agua gracias a las cuerdas.-Dijo Jade.
-¿Como sabes eso?
-No lo sé... El Distrito 3 sabe mucho de eso y yo...
-Espera, espera, espera... ¿El Distrito 3?
Jade asintió, y abrió los ojos como platos.
-Los postes tenían un tres dibujado en ellos...-Dijo Jade, bajando la voz.
-Y quedan dos tributos del tres. -Añadí. -Solo ellos saben de electricidad aparte del Distrito 5, y no queda nadie del cinco.
-¿Connor y Paige han hecho esto?-Preguntó Jade, casi afirmándolo.
Connor era el tributo masculino del Distrito 3, y Paige su compañera.
-No. juntos no. Lo han hecho por separado, uno de ellos está muerto. ¿Entonces eso significa que solo quedamos Paige o Connor, tu y yo?-Pregunté.-¿Y si no han sido ellos? Quizá es una treta del Capitolio para volvernos locos. Quizá uno de esos cañonazos sea el de los tributos del tres, y otro siga vivo.
-Sea como sea quedamos tres Blight. Tu yo, y otro tributo.
-¿Cuántos quedábamos antes de los cañonazos?
Jade contó con sus dedos todos los nombres de los tributos. Se sabía de memoria todas las muertes por orden, y como habían sido. Sentí un pinchazo en mi interior cuando ella dijo: "Maxwell, del 8, que no sé como murió." y "Blade, del 2, los dos sabemos como fue." Se saltó las muertes de cloe y Marina, algo que agradecí, porque no quería pensar en eso en ese momento.
-Se supone que Flint, el chico del dos. Connor y Paige. Evan, el chico del once. Tú. y yo.
-Quedamos tres.-Susurré...
-Hoy por la noche sabremos quien es nuestro rival.-Me tranquilizó Jade.
-No... me refiero. Quedamos tres. Y tu y yo seguimos juntos. ¿Sabes lo que pasará si el otro tributo muere verdad?
Jade bajó de su rama del árbol, y de cuclillas se mantuvo en equilibrio en la que yo estaba. Los dos nos miramos. Sabíamos la respuesta.
-No quiero hacerte daño.-Musitó Jade.
-Yo a ti tampoco.
Nos quedamos mirando un rato más.
-Aunque... si me matas, te lo perdonaría.-Susurró Jade, antes de que un estruendo se oyese a lo lejos.
4/13/2015
Blight: Capítulo 35
*Jade*
-¿Volverás?-Le preguntó antes de que se de la vuelta.
-No lo sé... No me busques. Solo... déjame.
Aprieto los puños e intento respirar hondo. No quiero que se me note como los ojos se me llenan de lágrimas.
-Está bien.-Digo conteniéndome el típico gritito ahogado que hago antes de empezar a llorar. Aquel que esta arena a oído tantas veces. Entonces Blight se da la vuelta y comienza a caminar en dirección contraria a mi, lentamente.
Yo no sabía nada. Sabía que el y Cloe tenían algo. Al principio incluso pensé que se gustaban, pero nunca imaginé que la verdad de todo aquello fuese que eran hermanos.
Ben no se preocupaba por mi. Quería aparentarlo delante de las cámaras del Capitolio y que la gente admirase su faceta de hermano mayor. Pero un hermano mayor no obliga a sus hermanos pequeños a saber utilizar a las perfección armas desde los cinco años. No les hace despertarse a las cinco de la mañana todos los días para hacerles máquinas de matar. No les castiga cuando no dominan una nueva técnica, cuando no saben hacer un fuego bajo la lluvia... No les obliga a presentarse a los Juegos del Hambre y morir. Ben estaba orgulloso de Martin, mi otro hermano, cuando dejó su cobardía a un lado y se presentó en los anteriores Juegos.
Estuvo orgulloso de el durante dos semanas. Dos. Hasta que murió. Entonces pasó a ser una vergüenza para la familia. Y ahora, conmigo, Ben esperaba que yo volviese a hacer que el apellido Monroe brillase de nuevo.
Pero no sabía como.
Sabía matar. Sabía que podía ganar a la gran mayoría de tributos que quedaban, de hecho, del único que tenía miedo era de Flint. Pero no sabía como matar a Blight.
Ahora que estábamos solos, era incluso peor.
Mi plan antes de entrar había sido no cruzarme con Blight en todos los Juegos, y que la naturaleza actuase por si sola, pero cuando me lo encontré rodeado de lobos me fue imposible no salvarlo. Me recordaba demasiado a él. Su forma de ser, como me miraba... me recordaba tantísimo a Martín.
Había intentado matarlo un par de noches mientras dormía. Pero no había sido capaz.
Y no me veía capaz de hacerlo en un futuro próximo.
En mi interior había una guerra. Yo tenía que salir de aquí. La muerte me asustaba tantísimo que no podía ni imaginarme en otro sitio que no fuese al lado de mi hermano Ben, con una corona de victoria. Pero por otro lado me asustaba tantísimo imaginar los ojos vacíos de vida de Blight... Recordar la muerte de Martin otra vez...
Y luego estaba el estúpido sentimiento. Aquel precipitado palpitar de corazón que ocurría cada vez que le veía, actuar de forma insegura a su lado, perderme en sus ojos...
Miré de nuevo al puntito en el que Blight se había convertido y eche a correr. No podía perderle de vista.
Era rápida y silenciosa, así que llegué a su altura en menos de dos minutos sin que el se percatase. Seguí sus pasos, me escondí entre la maleza y los árboles, vigilaba el terreno por el... Porque el estaba ido. Me había amenazado. ¡A mi! Y la verdad es que pensé que la muerte de Cloe le había dejado tan ido que me mataría. Pero parecía que aún quedaba algo de él dentro de su cuerpo.
Bastante tiempo después, Blight se detuvo, y se sentó en el suelo. Yo escalé un árbol cercano sin hacer el mínimo ruido y me dediqué a observar. Le contemplé mientras el se enterraba en una profunda pena y lloraba sin poder parar. Entonces gritó como si hablase con alguien:
-¿Por qué me dejaste? Todo es más duro ahora. ¿Lo sabes verdad? Y ni siquiera ha empezado lo peor. No creo que aguante...-Y luego su voz se convirtió en un simple murmuro que no fui capaz de oír. Pero yo seguí atenta a sus movimientos.
Le vi moverse. Me estiré, agarrada fuertemente a la rama del árbol, para ver si podía verle mejor. Casi me caigo del susto.
¡No podía hacer eso! ¡No!
No podía suicidarse después de todo lo que había pasado... ¿Iba a rendirse sin más?
-No...-Susurré, mientras una lágrima resbalaba por mi mejilla izquierda. Me la limpié inmediatamente con la manga del jersey e intenté poner cara seria.
Intenté tranquilizarme con un pensamiento:
"Deberías darle las gracias por quitarse del camino solo y no tener que matarlo tu. Las cosas pasan por algo. Tu debes de ser la ganadora."
Pero en realidad, sabía que no deseaba pensar eso.
Blight tiró el cuchillo con furia, y yo respiré tranquila de nuevo.
Después de un rato pareció caer dormido. La oscuridad había llegado también a la arena. Bajé del árbol, y cuando puse mis pies en el suelo, el Himno del Capitolio sonó. Marina apareció primero, después Cloe.
Sentí un pinchazo a la altura del pecho. Fuerte. Cloe y yo no habíamos sido las mejores aliadas, eso era cierto. Pero admiraba su valentía y la energía que desprendía. Su manera de pensar. Todo. Era una chica fuerte. Pero la suerte no estuvo de su parte.
Miré mi mano derecha, donde solo quedaban tres dedos.
De no ser por ella estaría muerta.
Volví a mirar al cielo, y antes de que su cara se esfumase logré susurrar un "gracias".
Caminé rápida y ligera, casi sin hacer ruido cuando las puntas de mis pies impactaban con el agua estancada y se hundían en ella, hasta que llegué a Blight. Estaba durmiendo, abrazándose a si mismo, tranquilo por fuera... Su mente debía de ser un tormento.
Me agaché a su lado y acerqué mis labios a su oído.
-Aunque ahora no puedas escucharme, tienes que dar lo mejor de ti para salir de aquí. Si yo no gano... -Me costo decir eso.- Tu eres quien debe hacerlo.
Me aparté de el lentamente, y le di un beso en la comisura de los labios antes de alejarme de el.
Quizá no volviese a hablar con el.
Quizá el prefería estar ahora solo, ya que quedábamos tan poco tributos.
Pero le protegería, al menos por esta noche.
Así que escalé un árbol, justo el que estaba en frente de mi ex-aliado, y le vigilé durante toda la noche.
Yo le protegería.
Apoyé mi espalda en el tronco del árbol y empecé a tararear una canción muy, muy bajo.
Esa canción que Cloe me había metido en la cabeza mientras cazábamos.
-¿Volverás?-Le preguntó antes de que se de la vuelta.
-No lo sé... No me busques. Solo... déjame.
Aprieto los puños e intento respirar hondo. No quiero que se me note como los ojos se me llenan de lágrimas.
-Está bien.-Digo conteniéndome el típico gritito ahogado que hago antes de empezar a llorar. Aquel que esta arena a oído tantas veces. Entonces Blight se da la vuelta y comienza a caminar en dirección contraria a mi, lentamente.
Yo no sabía nada. Sabía que el y Cloe tenían algo. Al principio incluso pensé que se gustaban, pero nunca imaginé que la verdad de todo aquello fuese que eran hermanos.
Ben no se preocupaba por mi. Quería aparentarlo delante de las cámaras del Capitolio y que la gente admirase su faceta de hermano mayor. Pero un hermano mayor no obliga a sus hermanos pequeños a saber utilizar a las perfección armas desde los cinco años. No les hace despertarse a las cinco de la mañana todos los días para hacerles máquinas de matar. No les castiga cuando no dominan una nueva técnica, cuando no saben hacer un fuego bajo la lluvia... No les obliga a presentarse a los Juegos del Hambre y morir. Ben estaba orgulloso de Martin, mi otro hermano, cuando dejó su cobardía a un lado y se presentó en los anteriores Juegos.
Estuvo orgulloso de el durante dos semanas. Dos. Hasta que murió. Entonces pasó a ser una vergüenza para la familia. Y ahora, conmigo, Ben esperaba que yo volviese a hacer que el apellido Monroe brillase de nuevo.
Pero no sabía como.
Sabía matar. Sabía que podía ganar a la gran mayoría de tributos que quedaban, de hecho, del único que tenía miedo era de Flint. Pero no sabía como matar a Blight.
Ahora que estábamos solos, era incluso peor.
Mi plan antes de entrar había sido no cruzarme con Blight en todos los Juegos, y que la naturaleza actuase por si sola, pero cuando me lo encontré rodeado de lobos me fue imposible no salvarlo. Me recordaba demasiado a él. Su forma de ser, como me miraba... me recordaba tantísimo a Martín.
Había intentado matarlo un par de noches mientras dormía. Pero no había sido capaz.
Y no me veía capaz de hacerlo en un futuro próximo.
En mi interior había una guerra. Yo tenía que salir de aquí. La muerte me asustaba tantísimo que no podía ni imaginarme en otro sitio que no fuese al lado de mi hermano Ben, con una corona de victoria. Pero por otro lado me asustaba tantísimo imaginar los ojos vacíos de vida de Blight... Recordar la muerte de Martin otra vez...
Y luego estaba el estúpido sentimiento. Aquel precipitado palpitar de corazón que ocurría cada vez que le veía, actuar de forma insegura a su lado, perderme en sus ojos...
Miré de nuevo al puntito en el que Blight se había convertido y eche a correr. No podía perderle de vista.
Era rápida y silenciosa, así que llegué a su altura en menos de dos minutos sin que el se percatase. Seguí sus pasos, me escondí entre la maleza y los árboles, vigilaba el terreno por el... Porque el estaba ido. Me había amenazado. ¡A mi! Y la verdad es que pensé que la muerte de Cloe le había dejado tan ido que me mataría. Pero parecía que aún quedaba algo de él dentro de su cuerpo.
Bastante tiempo después, Blight se detuvo, y se sentó en el suelo. Yo escalé un árbol cercano sin hacer el mínimo ruido y me dediqué a observar. Le contemplé mientras el se enterraba en una profunda pena y lloraba sin poder parar. Entonces gritó como si hablase con alguien:
-¿Por qué me dejaste? Todo es más duro ahora. ¿Lo sabes verdad? Y ni siquiera ha empezado lo peor. No creo que aguante...-Y luego su voz se convirtió en un simple murmuro que no fui capaz de oír. Pero yo seguí atenta a sus movimientos.
Le vi moverse. Me estiré, agarrada fuertemente a la rama del árbol, para ver si podía verle mejor. Casi me caigo del susto.
¡No podía hacer eso! ¡No!
No podía suicidarse después de todo lo que había pasado... ¿Iba a rendirse sin más?
-No...-Susurré, mientras una lágrima resbalaba por mi mejilla izquierda. Me la limpié inmediatamente con la manga del jersey e intenté poner cara seria.
Intenté tranquilizarme con un pensamiento:
"Deberías darle las gracias por quitarse del camino solo y no tener que matarlo tu. Las cosas pasan por algo. Tu debes de ser la ganadora."
Pero en realidad, sabía que no deseaba pensar eso.
Blight tiró el cuchillo con furia, y yo respiré tranquila de nuevo.
Después de un rato pareció caer dormido. La oscuridad había llegado también a la arena. Bajé del árbol, y cuando puse mis pies en el suelo, el Himno del Capitolio sonó. Marina apareció primero, después Cloe.
Sentí un pinchazo a la altura del pecho. Fuerte. Cloe y yo no habíamos sido las mejores aliadas, eso era cierto. Pero admiraba su valentía y la energía que desprendía. Su manera de pensar. Todo. Era una chica fuerte. Pero la suerte no estuvo de su parte.
Miré mi mano derecha, donde solo quedaban tres dedos.
De no ser por ella estaría muerta.
Volví a mirar al cielo, y antes de que su cara se esfumase logré susurrar un "gracias".
Caminé rápida y ligera, casi sin hacer ruido cuando las puntas de mis pies impactaban con el agua estancada y se hundían en ella, hasta que llegué a Blight. Estaba durmiendo, abrazándose a si mismo, tranquilo por fuera... Su mente debía de ser un tormento.
Me agaché a su lado y acerqué mis labios a su oído.
-Aunque ahora no puedas escucharme, tienes que dar lo mejor de ti para salir de aquí. Si yo no gano... -Me costo decir eso.- Tu eres quien debe hacerlo.
Me aparté de el lentamente, y le di un beso en la comisura de los labios antes de alejarme de el.
Quizá no volviese a hablar con el.
Quizá el prefería estar ahora solo, ya que quedábamos tan poco tributos.
Pero le protegería, al menos por esta noche.
Así que escalé un árbol, justo el que estaba en frente de mi ex-aliado, y le vigilé durante toda la noche.
Yo le protegería.
Apoyé mi espalda en el tronco del árbol y empecé a tararear una canción muy, muy bajo.
Esa canción que Cloe me había metido en la cabeza mientras cazábamos.
4/12/2015
Johanna: Capítulo 58
El mes de Junio se instaló finalmente en el Distrito 7, junto al suave calor de verano del que nos permitía disfrutar durante un par de meses al año.
Debería de ser una época de felicidad. Pero no lo era. No lo era para las familias. No lo era para mi.
Mi vida se limitaba en encerrarme en mi casa, hablar con mi hermano y con Blight y entrenar. Sonaba raro en mi, pero ahora que no tenía que hacer nada, me encantaba salir a correr por el bosque. Amaba el dolor en mi pecho cuando corría durante tanto tiempo sin detenerme y sentía que no me alcanzaba el aire. Cuando mis piernas eran incapaces de correr más rápido. Trepaba arboles. Al principio era malísima. De hecho, una vez me caí cuando estaba casi en la copa de un árbol, dejándome inconsciente. Luego aparecí en mi casa. Paul nunca me dijo quien me había traído. Poco a poco fui mejorando, incluso llegue a saltar de un árbol a otro. Me sentía libre. Practiqué con el hacha tanto, que incluso me llegué a cuestionar que tal vez ahora tuviese una mejor técnica que los profesionales.
Durante ese período fui feliz. Hasta Junio. Ese mes. Todo comenzó de nuevo. En dos semanas, volvería al Capitolio, esta vez de mentora.
No podía.
No me sentía preparada.
Y justo cuando comenzó Junio, una nota apareció en el marco de mi ventana por la mañana. Era un folio doblado a la mitad, y con letras gordas había un claro mensaje;
Debería de ser una época de felicidad. Pero no lo era. No lo era para las familias. No lo era para mi.
Mi vida se limitaba en encerrarme en mi casa, hablar con mi hermano y con Blight y entrenar. Sonaba raro en mi, pero ahora que no tenía que hacer nada, me encantaba salir a correr por el bosque. Amaba el dolor en mi pecho cuando corría durante tanto tiempo sin detenerme y sentía que no me alcanzaba el aire. Cuando mis piernas eran incapaces de correr más rápido. Trepaba arboles. Al principio era malísima. De hecho, una vez me caí cuando estaba casi en la copa de un árbol, dejándome inconsciente. Luego aparecí en mi casa. Paul nunca me dijo quien me había traído. Poco a poco fui mejorando, incluso llegue a saltar de un árbol a otro. Me sentía libre. Practiqué con el hacha tanto, que incluso me llegué a cuestionar que tal vez ahora tuviese una mejor técnica que los profesionales.
Durante ese período fui feliz. Hasta Junio. Ese mes. Todo comenzó de nuevo. En dos semanas, volvería al Capitolio, esta vez de mentora.
No podía.
No me sentía preparada.
Y justo cuando comenzó Junio, una nota apareció en el marco de mi ventana por la mañana. Era un folio doblado a la mitad, y con letras gordas había un claro mensaje;
Te
echo de menos. ¿A las nueve
en nuestro sitio? -Parker
Rompí la carta y la tiré. Pero a la mañana siguiente una nueva apareció en su lugar. Hice lo mismo.
Aquel día fui a visitar a Blight después de pasarme la mañana corriendo por el bosque hasta que las piernas me temblaron.
Últimamente pasaba tiempo con el.
Era de lo más raro, porque no hablábamos. Solo jugábamos al ajedrez.
Era un juego en el que ganabas o perdías. Vivías o morías.
Era simple.
Pasé toda la tarde con el, y cuando las sombras de los muebles empezaron a cernirse sobre el suelo oscuro de madera, hicimos nuestro último Juego, y después volví a casa.
Regresé justo cuando Paul parecía irse.
-¿Te vas? ¿Otra vez?
-Tengo que irme. Volveré pronto.
-Ya... si, claro, siempre lo haces.
-¿Hay algún problema Jo?
-No... no...-Me encogí de hombros.-Es solo que me molesta no saber a donde vas, o con quien.
-Te lo explicare algún día...-Dijo, mientras se ponía su cazadora.
-Intenta que sea pronto.
Le miré una última vez y subí a mi dormitorio. Cerré la puerta y me tumbé en la cama. Observé el techo durante unos minutos y después cerré los ojos. El silencio invadía la habitación, pero el sonido de mis pensamientos no me dejaba apreciarlo.
Abrí los ojos y me senté en la cama. No tenía hambre. No quería pensar. no quería hacer nada.
Parecía un zombie.
Desvié la vista hacia mi ventana, y de nuevo, un folio doblado a la mitad estaba ahí. Lo cogí entre dos dedos y lo abrí para ver lo que ponía. Nada. Absolutamente nada. Lo miré por la parte de atrás, pero tampoco había nada.
Un ruido hizo que diese dos traspiés hacia detrás y me cayese de culo sobre la alfombra que había en el suelo. Una figura oscura estaba entrando en mi habitación por la ventana. Enfoqué la vista y aprecié el pelo oscuro de Parker.
-¿Qué..Qué haces aquí?-Le chillé, histérica, mientras me levantaba.
-Quiero verte. Necesitaba verte.
-Ya te dije que...
-Me dijiste que a tu lado corría peligro Johanna. Pero sin ti estoy más cerca de él.
-O sales de aquí o...
Parker se acercó a mi y me agarró por las muñecas, mirándome a solo unos centímetros de mi cara. Miré al suelo. Ahora solía ser más dura con la gente. Los Juegos cambiaban a las personas. Pero no con Parker...
-No estas bien...-Me dijo, y me levanto la barbilla para que le mirase.
-Lo sé.-Le respondí.
-Te quiero.
Me mordí el labio y volví a mirar al suelo.
-No puedo quererte. No puedo ponerte en peligro...
-¿Otra vez? Johanna, solo tienes una vida. Y yo también. Si vives pendiente del miedo te perderás cosas extraordinarias.
-Pero...
-¡No!-Gritó Parker.-¿Me quieres?
-Lo hago.
-Entonces es lo único que hace falta.-Y cuando terminó la frase, me besó con ganas. Yo no se lo impedí. Es más, le pase los brazos alrededor del cuello y acaricié su pelo. No me había dado cuenta antes de lo que le necesitaba. A él, a Paul, a mis padres... Estaba falta de amor. Y cuanto le agradecía a Parker esto. El estaba a salvo. No tenía que ocurrir nada. Nadie debía de enterarse.
-No sabes cuanto te necesitaba...-Dijo el, como si me leyese la mente. Entonces me beso en la frente, me acurrucó en sus brazos y ambos nos sentamos en mi cama, en silencio durante unos instantes.
-Yo te traje aquí. Yo soy quien está pendiente de ti todo el tiempo.
Le miré sin comprender.
-Cuando te caíste del árbol...-Explicó.-Yo estaba allí, viéndote. Cuando te vi caer, sentí como mi mundo se caía. Te quiero. No sé como explicarte lo que significas para mi.
Yo le puse un dedo en los labios mientras le sonreía tiernamente. Luego aparté el dedo y lo sustituí por mis labios. Durante todo este tiempo el había estado ahí. Y yo no me había dado cuenta.
Parker metió sus frías manos dentro de mi camiseta, acariciando mi piel lentamente mientras nos besábamos. Yo desabroché los botones de su camisa lentamente. Él interrumpió el beso y me miro, levantando una ceja.
-Dijiste que no viviese pendiente del miedo...-Le expliqué.-Eso es lo que hago...
El me sonrío y nos volvimos a fundir en un apasionado beso mientras el llevaba sus manos hacia el botón de mis pantalones.
Aquella fue una de las noches más maravillosas de toda mi vida.
Cuando me desperté, estaba en los brazos de Parker. Me hubiese quedado ahí de no ser por los golpes secos en la puerta. Me deshice de su abrazo bruscamente y me vestí lo más rápido que pude. Bajé las escaleras de dos en dos y abrí la puerta.
No me gustaba ver a dos Agentes de la paz nada más despertarme aporreando en la puerta de mi casa.
-¿Ocurre algo?-Pregunté.
-¿Usted es Johanna Mason?
-La misma.-Respondí.
-Tenemos que hablarle sobre la reciente muerte de Paul Mason.
4/07/2015
Blight: Capítulo 34
-Tenemos que irnos Blight... Ya viene el aerodeslizador.
Escuchaba la voz de Jade lejana, como si algo hiciese que se distorsionara.
No pensaba irme. No iba a abandonar a Cloe. ¿Y si en realidad no estaba muerta? ¿Y si ese cañón no había sonado por ella? Hacía mal dándome esperanzas que no existían, pero no podía aceptar esa situación. Mi hermana no podía estar muerta.
-Blight, Blight...-Jade tiraba de mi con fuerza ahora.-Blight el aerodeslizador está aquí ya...
Pero me daba igual.
Ellos habían matado a Cloe.
Por su culpa ella y otros muchos chicos estaban muertos. Todo por querer tener controladas a las masas. El miedo les dominaba.
Entonces me dí cuenta de algo muy importante. Un segundo antes de que Marina cambiase de idea, cuando todavía tenía la lanza en mi dirección, no había pensado en mi muerte. No la había tenido miedo. Había estado asustado de no saber lo que pasaría con la gente que me importaba. Eso era lo que me aterraba. Y ahora me habían quitado a Cloe.
Con esfuerzo, miré hacia abajo, donde el cuerpo de mi hermana estaba rodeado por mis brazos cubiertos de sangre. Su sangre. En realidad ella no parecía estar muerta. Estaba preciosa, pese a tener la tez blanquísima, una horrorosa cicatriz en la cara y moratones por toda la piel. Sonreía. Sonreía como si hubiese triunfado. Como si hubiese ganado el juego...
Jade me apartó de ella con fuerza. Aunque no lo parecía, podía apostar a que tenía más fuerza que yo. Intente zafarme de ella sin éxito. Me agarro de la espalda y de los brazos tirándome hacia atrás, mientras los dos chapoteábamos en el agua, y yo soltaba a Cloe. Jade me tumbó con fuerza en el suelo mientras yo intentaba volver con Cloe. ¡No podía dejarla ahí! Jade se sentó sobre mi y me abrazó fuerte mientras me acariciaba el pelo. Intenté tirarla, pero no pude. Rodé. Y cuando al fin me la quité de encima, Cloe ya no estaba. El aerodeslizador se la había llevado y yo no volvería a verla nunca más.
Me quede mirando al cielo entre lágrimas, con los puños apretados. jade estaba detrás de mi. La sentía. Sentía su respiración y su pulso acelerado.
-Blight...-Dijo. Tardé un momento en recomponerme y encontrar el valor para girarme. -Yo... Lo siento, de verdad... Sé que ella significaba mucho para ti.
Respiré pausadamente, intentando relajarme.
-¿Qué tu sabes lo mucho que ella significaba para mi?-Grité, desesperado, lleno de dolor y angustia.- ¿Qué tu lo sabes? ¡Nadie lo sabía! ¡Nadie! Nadie sabía lo que ella y yo compartíamos.
-Se os veía unidos...-Admitió jade, algo perpleja ante mi reacción.
.¿Unidos?-Solté una carcajada en medio del llanto. Y entonces exploté.-¡Ella era mi hermana! ¡Mi-hermana! ¿Sabes cuando lo descubrí? ¡Hace apenas dos semanas! era la única que realmente se ha preocupado de mi durante toda la vida. Siempre ha sido ella. Hubiese dado su vida por mi. pensaba hacerlo. Y ellos me la han quitado.-Señalé al cielo.-El Capitolio me ha quitado a mi hermana. Y juro, que si logró salir de aquí su muerte será vengada de alguna manera.
Me volví a girar y caminé cojeando hacia la dirección opuesta la que habíamos venido. Lejos de Jade, lejos del campamento, lejos de todo...
Oí unos pasos chapotear detrás de mi. Me llevé la mano al machete, lo saqué y me giré. Jade abrió mucho los ojos al darse cuenta de que la apuntaba a ella.
-No me sigas...
-¿De verdad Blight?
Miré como ella llevaba sus manos hacia una de sus espadas.
-Quiero estar solo...
-¿Volverás?
-No lo sé. No me busques. Solo... dejame...
-Está bien.
Me giré sin guardar el arma y volví a caminar lentamente, sin importarme el ruido que hacía, sin preocuparme de si saldría de allí o no.
Caminé durante horas, hasta que el cielo se volvió de un color rojizo y llegué al final del pantano. Entonces me senté en el suelo, y lloré. Lloré como nunca antes había llorado. Lloré por Cloe, por todo lo que había vivido aquí, por la suerte que me había tocado...
"Yo hace dos semanas era feliz."-Me dije.- "¿Dónde está ese Blight ahora?"
No hacía falta pensar mucho. El viejo Blight había quedado enterrado en lo más profundo de mí.
Me enjuagué las lágrimas y miré al cielo.
-¿Por que me dejaste? Todo es más duro ahora. ¿Lo sabes verdad? Y ni siquiera ha empezado lo peor. No creo que aguante... En realidad no se si puedo estar una hora más aquí, soportándolo todo. La muerte es más fácil...
Le grite al cielo, esperando que Cloe me escuchase...
Suspiré, y dejé el machete a mi lado. De mi cinturón saqué el cuchillo y lo sujete con la mano derecha con fuerza. Me levanté las mangas del jersey, dejando la piel de mi brazo al descubierto y lo observé detenidamente durante un rato. Miré las venas azuladas que se podían apreciar a través de mi piel y deslicé la punta del cuchillo allí. Me mordí el labio.
La muerte era más fácil...
Lo hundí un poco, y salió una gota de sangre de la herida, pero rápidamente lo quité. Lancé el cuchillo lejos.
No podía.
No después de todo lo que Cloe había luchado por mi. Y tampoco estaba seguro de querer hacerlo.
¿Y si después de todo sobrevivía? Como Cloe había dicho. Las probabilidades eran pocas, pero si moría no haría falta que me suicidase, y si ganaba habría cumplido el deseo de mi hermana. Me levanté para buscar el cuchillo que había lanzado y me lo volví a guardar en el cinturón, junto al machete. Después me senté en el mismo sitio que antes.
Quería dormir ya.
No iba a esperar a que el himno del capitolio apareciese y me mostrase la cara de mi hermana, restregándome que estaba muerta, así que cerré los ojos.
Me desperté sobresaltado, quizá por una pesadilla que no conseguía recordar, quizá porque las temperaturas habían bajado. El dolor volvió a mi, y abracé mis rodillas contra mi pecho. Todo era real. No era un sueño. Cloe estaba muerta. Yo había abandonado a jade. No me quedaba nada. Estaba solo.
Escuché un ruido, y me levanté en menos de un segundo, sacando mis armas.
Esperé.
En el silencio de la noche, no se podía oír nada más que el ruido del agua al correr y algún que otro búho. Nada más.
-¿Quién anda ahí?
Me giré, para comprobar que nadie quisiese atacarme por las espaldas, y entonces la vi. Me froté los ojos. no podía ser.
-¿Cloe?
Estaba apoyada en un árbol. Iba con los pies descalzos, y llevaba un largo vestido blanco hasta los tobillos. El pelo negro lo tenía suelto, cayéndole por la espalda. Sus heridas habían desaparecido, como si nunca hubiese estado en los Juegos, luchando junto a mí.
Ella sonrío, y caminó lentamente hacia mí sujetando el vestido con sus delicadas manos. Parecía tan... inocente.
-¿Estoy soñando?
-Más o menos...-Contestó Cloe.-Prometí que cuidaría de ti siempre.
-Tu... estas...-Di un par de pasos hacia ella e intente tocarla, pero ella se separó y me miró asustada.
-¡No!-Dijo. -No puedes tocarme... No aún.
-¿Por qué?-Pregunté.
-Porque...
Otro ruido, desde atrás. Me giré, esperando un enemigo o algo a quien enfrentarme, pero no había nada. Volví a girarme para encontrarme con Cloe de nuevo, pero ya no estaba.
Había desaparecido...
Me senté en el suelo y me pellizque en la pierna.
¿Estaba soñando?
¿Estaba loco?
Fuera como fuese aquello no podía haber sido real... ¿No?
¡Hola! Bueno, hoy he subido capítulo porque no creo que el fin de semana pueda subir nada y tenía ganas así que... Además, se me ha ocurrido una idea. ¿Qué os parecería un capítulo desde el punto de vista de Jade? ¿Os gustaría? ¿No? Dejadme vuestras opiniones en los comentarios si queréis y muuuchas gracias por leer. ^^
Escuchaba la voz de Jade lejana, como si algo hiciese que se distorsionara.
No pensaba irme. No iba a abandonar a Cloe. ¿Y si en realidad no estaba muerta? ¿Y si ese cañón no había sonado por ella? Hacía mal dándome esperanzas que no existían, pero no podía aceptar esa situación. Mi hermana no podía estar muerta.
-Blight, Blight...-Jade tiraba de mi con fuerza ahora.-Blight el aerodeslizador está aquí ya...
Pero me daba igual.
Ellos habían matado a Cloe.
Por su culpa ella y otros muchos chicos estaban muertos. Todo por querer tener controladas a las masas. El miedo les dominaba.
Entonces me dí cuenta de algo muy importante. Un segundo antes de que Marina cambiase de idea, cuando todavía tenía la lanza en mi dirección, no había pensado en mi muerte. No la había tenido miedo. Había estado asustado de no saber lo que pasaría con la gente que me importaba. Eso era lo que me aterraba. Y ahora me habían quitado a Cloe.
Con esfuerzo, miré hacia abajo, donde el cuerpo de mi hermana estaba rodeado por mis brazos cubiertos de sangre. Su sangre. En realidad ella no parecía estar muerta. Estaba preciosa, pese a tener la tez blanquísima, una horrorosa cicatriz en la cara y moratones por toda la piel. Sonreía. Sonreía como si hubiese triunfado. Como si hubiese ganado el juego...
Jade me apartó de ella con fuerza. Aunque no lo parecía, podía apostar a que tenía más fuerza que yo. Intente zafarme de ella sin éxito. Me agarro de la espalda y de los brazos tirándome hacia atrás, mientras los dos chapoteábamos en el agua, y yo soltaba a Cloe. Jade me tumbó con fuerza en el suelo mientras yo intentaba volver con Cloe. ¡No podía dejarla ahí! Jade se sentó sobre mi y me abrazó fuerte mientras me acariciaba el pelo. Intenté tirarla, pero no pude. Rodé. Y cuando al fin me la quité de encima, Cloe ya no estaba. El aerodeslizador se la había llevado y yo no volvería a verla nunca más.
Me quede mirando al cielo entre lágrimas, con los puños apretados. jade estaba detrás de mi. La sentía. Sentía su respiración y su pulso acelerado.
-Blight...-Dijo. Tardé un momento en recomponerme y encontrar el valor para girarme. -Yo... Lo siento, de verdad... Sé que ella significaba mucho para ti.
Respiré pausadamente, intentando relajarme.
-¿Qué tu sabes lo mucho que ella significaba para mi?-Grité, desesperado, lleno de dolor y angustia.- ¿Qué tu lo sabes? ¡Nadie lo sabía! ¡Nadie! Nadie sabía lo que ella y yo compartíamos.
-Se os veía unidos...-Admitió jade, algo perpleja ante mi reacción.
.¿Unidos?-Solté una carcajada en medio del llanto. Y entonces exploté.-¡Ella era mi hermana! ¡Mi-hermana! ¿Sabes cuando lo descubrí? ¡Hace apenas dos semanas! era la única que realmente se ha preocupado de mi durante toda la vida. Siempre ha sido ella. Hubiese dado su vida por mi. pensaba hacerlo. Y ellos me la han quitado.-Señalé al cielo.-El Capitolio me ha quitado a mi hermana. Y juro, que si logró salir de aquí su muerte será vengada de alguna manera.
Me volví a girar y caminé cojeando hacia la dirección opuesta la que habíamos venido. Lejos de Jade, lejos del campamento, lejos de todo...
Oí unos pasos chapotear detrás de mi. Me llevé la mano al machete, lo saqué y me giré. Jade abrió mucho los ojos al darse cuenta de que la apuntaba a ella.
-No me sigas...
-¿De verdad Blight?
Miré como ella llevaba sus manos hacia una de sus espadas.
-Quiero estar solo...
-¿Volverás?
-No lo sé. No me busques. Solo... dejame...
-Está bien.
Me giré sin guardar el arma y volví a caminar lentamente, sin importarme el ruido que hacía, sin preocuparme de si saldría de allí o no.
Caminé durante horas, hasta que el cielo se volvió de un color rojizo y llegué al final del pantano. Entonces me senté en el suelo, y lloré. Lloré como nunca antes había llorado. Lloré por Cloe, por todo lo que había vivido aquí, por la suerte que me había tocado...
"Yo hace dos semanas era feliz."-Me dije.- "¿Dónde está ese Blight ahora?"
No hacía falta pensar mucho. El viejo Blight había quedado enterrado en lo más profundo de mí.
Me enjuagué las lágrimas y miré al cielo.
-¿Por que me dejaste? Todo es más duro ahora. ¿Lo sabes verdad? Y ni siquiera ha empezado lo peor. No creo que aguante... En realidad no se si puedo estar una hora más aquí, soportándolo todo. La muerte es más fácil...
Le grite al cielo, esperando que Cloe me escuchase...
Suspiré, y dejé el machete a mi lado. De mi cinturón saqué el cuchillo y lo sujete con la mano derecha con fuerza. Me levanté las mangas del jersey, dejando la piel de mi brazo al descubierto y lo observé detenidamente durante un rato. Miré las venas azuladas que se podían apreciar a través de mi piel y deslicé la punta del cuchillo allí. Me mordí el labio.
La muerte era más fácil...
Lo hundí un poco, y salió una gota de sangre de la herida, pero rápidamente lo quité. Lancé el cuchillo lejos.
No podía.
No después de todo lo que Cloe había luchado por mi. Y tampoco estaba seguro de querer hacerlo.
¿Y si después de todo sobrevivía? Como Cloe había dicho. Las probabilidades eran pocas, pero si moría no haría falta que me suicidase, y si ganaba habría cumplido el deseo de mi hermana. Me levanté para buscar el cuchillo que había lanzado y me lo volví a guardar en el cinturón, junto al machete. Después me senté en el mismo sitio que antes.
Quería dormir ya.
No iba a esperar a que el himno del capitolio apareciese y me mostrase la cara de mi hermana, restregándome que estaba muerta, así que cerré los ojos.
Me desperté sobresaltado, quizá por una pesadilla que no conseguía recordar, quizá porque las temperaturas habían bajado. El dolor volvió a mi, y abracé mis rodillas contra mi pecho. Todo era real. No era un sueño. Cloe estaba muerta. Yo había abandonado a jade. No me quedaba nada. Estaba solo.
Escuché un ruido, y me levanté en menos de un segundo, sacando mis armas.
Esperé.
En el silencio de la noche, no se podía oír nada más que el ruido del agua al correr y algún que otro búho. Nada más.
-¿Quién anda ahí?
Me giré, para comprobar que nadie quisiese atacarme por las espaldas, y entonces la vi. Me froté los ojos. no podía ser.
-¿Cloe?
Estaba apoyada en un árbol. Iba con los pies descalzos, y llevaba un largo vestido blanco hasta los tobillos. El pelo negro lo tenía suelto, cayéndole por la espalda. Sus heridas habían desaparecido, como si nunca hubiese estado en los Juegos, luchando junto a mí.
Ella sonrío, y caminó lentamente hacia mí sujetando el vestido con sus delicadas manos. Parecía tan... inocente.
-¿Estoy soñando?
-Más o menos...-Contestó Cloe.-Prometí que cuidaría de ti siempre.
-Tu... estas...-Di un par de pasos hacia ella e intente tocarla, pero ella se separó y me miró asustada.
-¡No!-Dijo. -No puedes tocarme... No aún.
-¿Por qué?-Pregunté.
-Porque...
Otro ruido, desde atrás. Me giré, esperando un enemigo o algo a quien enfrentarme, pero no había nada. Volví a girarme para encontrarme con Cloe de nuevo, pero ya no estaba.
Había desaparecido...
Me senté en el suelo y me pellizque en la pierna.
¿Estaba soñando?
¿Estaba loco?
Fuera como fuese aquello no podía haber sido real... ¿No?
¡Hola! Bueno, hoy he subido capítulo porque no creo que el fin de semana pueda subir nada y tenía ganas así que... Además, se me ha ocurrido una idea. ¿Qué os parecería un capítulo desde el punto de vista de Jade? ¿Os gustaría? ¿No? Dejadme vuestras opiniones en los comentarios si queréis y muuuchas gracias por leer. ^^
4/04/2015
Blight: Capítulo 33
Holaaaa! Bueno, ya estoy de vuelta. (Sé que llevo sin escribir bastante tiempo pero es que he estado muy ocupada.) Pero ya hay capítulo nuevo y creo que lo he hecho algo más largo de lo normal. Espero que os guste y gracias por leer. ^^
Otro meteorito aterrizó a unos cuantos metros de nosotros. Corríamos sin dirección fija, apiñados y corriendo al mismo paso. Íbamos a bajar por la pendiente todo lo rápido que podíamos para adentrarnos en el bosque, hasta que yo tropecé y rodé por la colina. Me protegí la cabeza con los brazos, no quería terminar igual que Blade.
Los segundos se me hacían eternos mientras rodaba cuesta abajo y escuchaba los gritos de Cloe y Jade. Y lo peor es que no sabía si gritaban por mi o por la bolas de fuego. No sabía si el mundo estaba al revés o si era yo quién lo estaba. Sentía que la boca me sabía a tierra, y que me ardían las manos. Finalmente, cuando creí que había parado de rodar me descubrí la cabeza y abrí los ojos. Y allí estaba, boca abajo al final de la pendiente. Eso si había sido una bajada rápida.
Me giré para ver a las chicas, que bajaban con más cuidado por la pendiente, entonces Jade me miro y su cara se descompuso.
-¡Cuidado!-Gritó.
A primeras, no lo entendí. Lo hice cuando una bola de fuego paso a un par de metros sobre mi cabeza y se estrelló contra la colina. Las chicas saltaron hacia un lado. El impacto de la bola contra la tierra me hizo desplazarme hacia atrás, casi haciendo una voltereta en el aire.
No me había recuperado cuando alguien me cogió por los hombros, arrastrándome. Mire al cielo y vi mechones de pelo rubio. Alguien más me cogió y me levantó con tal fuerza que finalmente me puse de pie. Miré a mi izquierda y vi a Cloe, agarrándome mientras corría. Miré a Jade, que también estaba corriendo.
¿Corriendo?
Miré hacia el suelo y vi como mis pies se movían patosamente. Estaba demasiado aturdido para entender nada, y entonces Jade y Cloe tiraron de mi hacia atrás. Caí de espaldas y vi como otra bola de fuego chocaba con un árbol cercano.
Intenté levantarme, pero mi cuerpo no respondía bien. ¿Qué me pasaba?
-¡Tenemos que irnos!-Gritó mi hermana.-¡Blight, Blight, levanta por favor!
Rodé sobre mi mismo y levante una pierna para apoyar mi rodilla en el suelo. Intenté hacerlo con la otra, pero no se movía. ¿Por qué no se movía?
-No puedo...-Susurré, intentando gritar. No podía levantar más la voz.
Empecé a temblar. ¿Qué me estaba pasando?
-No hay ningún sitio seguro.-Gritó Jade. -¿Dónde podemos ir?
-A donde sea mientras estemos seguros.-Respondió mi hermana.
Ambas parecieron ponerse de acuerdo y me ayudaron a levantarme. Caminé un paso, dos, tres... y luego la vista se me puso borrosa. Intenté gritar, pero no podía. Parpadeé varias veces intentando aclararla, pero al final no pude abrirlos de nuevo.
Cuando abrí los ojos, estaba asustado, pero la luz del día ya nos había alcanzado. Escuché una conversación suave, no muy lejana a mi. Miré a mi alrededor. Estaba apoyado en el tronco de un árbol, medio tumbado y medio sentado. No quería moverme. Temía que al querer hacerlo nada sobre mi cuerpo respondiese, y eso significaría que estaba muerto. Porque si no podía moverme...
-Tengo miedo...-Escuché decir a Cloe. Estaba cerca, solo a un par de metros.
-Estará bien. Créeme. Seréis del siete, pero sois difíciles de matar...
Cloe soltó una carcajada poco creíble que terminó en llanto.
¿Estaba llorando por mi?
Cerré los ojos.
Tenía que levantarme.
En algún momento tenía que comprobar que estaba bien... o no tan bien. Tenía que hacerlo.
Así que armé de valor e intente impulsarme con los brazos para levantarme. Funcionó.
Regresamos al campamento lentamente. Todo parecía ir bien para mi excepto por una cosa. Mi pierna derecha no funcionaba bien. Había sufrido demasiado en estos Juegos y parecía tener su límite. Me apoyaba en una rama de árbol (que Jade había cogido para mi) y que me ayudaba a caminar.
La imagen del campamento era desoladora. Ya no había campamento. Ya no había comida. Ya no había armas. Solo teníamos lo que llevábamos.
Investigamos un poco alrededor del campamento y encontramos unas cuantas cosas. Armas principalmente. Nada de comida. Teníamos que volver a cazar.
-¿Y ahora qué?-Pregunté.
-Ahora habrá que empezar de cero.-Dijo jade mientras tiraba un trozo de plástico visiblemente inútil hacia atrás.
-Está claro que esto lo hicieron aposta...-Añadió Cloe.
-¿Destruir el campamento?-Pregunté.
-Sin duda es una buena táctica... -Dijo Jade.- Nos deja expuestos ante el peligro...
-Sin protección por las noches...-Añadí.
-Por lo que tenemos que estar más atentos, por lo que estaremos más cansados y seremos objetivos más fáciles.-Terminó mi hermana.
-Y luego está el tema de la comida.-Las dije.-Si no conseguimos alimento...
-Lo haremos.-Respondió Jade.
-¡Pero porque tenemos algunas armas! Ellos querían que nos quedásemos sin ellas.-Dije.
-Sea como sea ya no podemos hacer nada, así que... Será mejor que busquemos algo mejor que esto.-Sugirió Cloe.
Jade asintió. Yo lo hice también. Y nos pusimos en marcha.
-¿Vamos a volver a las montañas?-Pregunté.
No me gustaba estar aquí, con el agua estancada hasta las rodillas, con un olor putrefacto instalado para siempre en el ambiente, y con tanta poca visibilidad... me sentía más indefenso que nunca.
Cloe iba a la cabeza porque según Jade tenía buena vista. Jade iba la última, porque era la más rápido podía defenderse frente a un ataque desde detrás. Yo iba en medio porque Jade decía que era el más débil.
Gracias Jade...
En realidad ella era la que más sabía sobre todo esto, por lo que Cloe y yo la dejábamos hacer su trabajo.
-No es seguro...-Respondió Jade cauta.
-¿Y estar aquí si lo es?-Murmuré.
-No.-Respondió la chica rubia.-Pero... quiero saber que más hay aquí. Quiero decir... Yo no me he movido de esta ciénaga. Vosotros al menos habéis ido a las montañas pero... Habrá mas. No se puede resumir toda la arena a eso.
-¿Quieres explorar?-Preguntó Cloe, quien había estado callada durante todo este tiempo.
-Si os parece bien a vosotros...-Respondió Jade.
-A mi me parece buena idea. Además, solo quedamos ocho. Cuanto más alejados estemos del resto, mejor.-Dijo Cloe con firmeza.
-¿Solo quedamos ocho?
-Sí.-Respondieron las chicas a la vez.
Ocho.
Había perdido la cuenta de los días que llevábamos aquí, como también de los tributos muertos. Parecía que había pasado una eternidad desde el primer día cuando seguramente no llevábamos ni siquiera dos semanas aquí.
-¿Qué ha sido eso?-Preguntó Jade tan bajo que me costó oírla.
Todos nos quedamos inmóviles, deambulando la vista de un lugar a otro en busca de algún movimiento. Todos con las armas levantadas. Yo con mi machete y con mi cuchillo, Jade con dos espadas, y Cloe levantando el hacha y sujetando el único arco que nos había quedado con otra mano.
-Tal vez fue un animal...-Objetó mi hermana.
-No... no, no, no... Ha sonado como una pisada humana, no como la de un animal...
Miré a Cloe un momento, encogiéndome de hombros. ¿En serio Jade sabía diferenciar las pisadas? Si de verdad lo hacía, era asombroso...
Jade se adelantó y se puso al lado de Cloe.
-Quédate atrás Blight.-Me ordenó.
-¿Qué? ¿Por qué?-Pregunté susurrando.
Estábamos en una posición triangular. Cloe y Jade en frente de mi. Quería hacer miles de preguntas, pro jade no bromeaba. Pasaba algo.
Y no tarde mucho en darme cuenta.
Flint, el chico del dos, salió detrás de un árbol del lado izquierdo. Iba bastante bien armado, y tenía una sonrisa torcida. Los Juegos le habían pasado factura al igual que ha todos. Le faltaban un par de dientes, tenía el labio partido, una herida en la cabeza y la ropa hecha jirones.
No sabía por que se veía tan confiado. El era uno, y nosotros tres. Entonces jade se giro repentinamente y lanzó un cuchillo hacia atrás. El corazón empezó a latirme fuertemente. Al principio pensé que Jade me lo había tirado a mi. Pero el cuchillo paso de largo y se perdió en el agua estancada, aunque por pocos centímetros casi le da una chica. No supe quien era hasta que se sitúo al lado de Flint. Marina, la chica del cuatro. Tampoco se veía bien. Tenía cortes por la cara, un ojo inyectado en sangre y parecía que le habían arrancado mechones de pelo.
Entonces supe por que no se veían nerviosos. Para ellos, la única que podía darles problemas era Jade, no nosotros. Y se veían dispuestos a luchar. Flint saco su espada. Tenía un aspecto amenazador. Marina, por su parte, llevaba una lanza de dos puntas.
No hablaron. Parecía que todo estaba planeado. Caminaron a la vez, Flint en dirección a Jade, Marina hacia mi hermana y yo. Vi como Jade le plantaba cara y daba pasos hacia el chico también, fijándose milimetricamente en cada movimiento. No le tenía miedo. Y si lo tenía, no lo demostraba. Pronto empezó su baile de espadas. El metal chocaba contra el metal y rasgaba el aire. Podía oír los ruidos de esfuerzo que ambos tributos hacían al intentar atacar a su adversario.
Pronto desvié la vista de ellos. marina comenzó a moverse rápidamente. saltó hacia la izquierda, luego a la derecha, y luego a la izquierda hacia atrás. Nosotros no éramos como Jade. No avanzábamos hacia ella como si fuese lo más normal del mundo. El miedo nos delataba, y dábamos pasos hacia atrás intentando defendernos. Pero eso era lo que ella quería. Y ya lo había conseguido. Había creado una barrera entre Jade y nosotros, porque en el medio se encontraban ellos, cada uno con su lucha.
Noté como Cloe me empujó con la cadera hacia atrás y me echaba una mirada rápida, como diciéndome que me fuese. Pero no la iba a dejar sola. No ahora.
Levanté mi machete y me sitúe al lado de Cloe, quién estaba balanceando su hacha.
Y comenzó el baile.
Marina adelantó su lanza y su pie izquierdo, haciendo que diésemos varios pasos hacia atrás. Nos amenazó con la punta de la lanza, y Cloe se decidió a mover el brazo con fuerza, casi alcanzando a Marina en el hombro. Pero la chica era rápida, lanzó la lanza al aire y la cogió del revés. Me quedé desconcertado por un momento, entonces la chica me miró a los ojos y cuando menos me lo esperaba, el mástil de la lanza impactó en mi mejilla izquierda, haciendo que me cayese de lado. Me arrastré por el agua, mientras Marina me amenazaba a mi y a Cloe al mismo tiempo, una cualidad que te daba una lanza de dos hojas. No me había enterado de que de nuevo, Marina nos había separado. Cloe estaba a la derecha de la chica, mientras que yo estaba a su izquierda. Intente levantarme, pero mi pierna no ayudaba. Seguía sin sentir absolutamente nada en ella. Me permití mirar a Jade y a Flint un par de segundos. Luchaban tan bien, que realmente no parecía una lucha de vida o muerte. Algo impactó en mi espalda haciéndome caer de nuevo . Giré la cabeza y en un segundo me dio tiempo a ver lo que ocurría. Marina estaba a punto de matarme con la lanza, y pronto mataría a Cloe que estaba intentando incorporarse. Cerré los ojos. Así que este era el final...
Pensé que me iba a asustar lo desconocido de la muerte y su misterio, pero en aquellos momentos no era eso. Me asustaba más pensar que nunca sabría lo que pasaría con Cloe, con jade, con Rosie, con mis padres y mis amigos... con ninguno de ellos.
Entonces oí la profunda voz de la chica del cuatro.
-Pensándolo mejor...
Me permití abrir los ojos. Si iba a morir quería contemplar el mundo por última vez. Pero no fue el final que yo esperaba. Marina giro su lanza al mismo tiempo que se giraba ella y la lanzó contra Cloe, que estaba arrodillada en posición de lanzar una flecha. La flecha salió del arco a la vez que la lanza la atravesaba. La flecha alcanzó a marina en el cuello. La chica del cuatro calló a mi lado. Pero ella me daba igual.
Cloe se estaba muriendo.
Me arrastré. Caminé a cuatro patas hasta que al final llegué hasta ella. Hasta mi hermana, y la tumbe en mis brazos. Abrazándola.
Tenía la lanza en el estómago, agarrándola fuertemente, como si así se fuese a salvar.
Palpé su camiseta y pronto mi mano se llenó de sangre también.
De mis ojos empezaron a desbordar lagrimas.
-No duele...-Me susurró Cloe, sonriendo.
Sonriendo.
¿Por qué sonreía?
-No te mueras...-Supliqué.- No ahora. No me dejes solo.
-Ahora te toca luchar a ti... saldrás de aquí... lo sé...
-Cloe...
Ella me sonrío y llevó una de sus manos temblorosas a mi mano derecha. Me la apretó con fuerza y me miró a los ojos. Luego miró al cielo.
-El mundo te parece mucho más bonito cuando te tienes que ir...
-No te vayas...-La supliqué otra vez, sin dejar de llorar.
Ella cerró los ojos, tranquila, como si se fuese a dormir y despertase al día siguiente. Unos segundos más tarde intentó coger aire, una y otra vez, mientras me apretaba con fuerza la mano, y yo la apretaba también. Luego se quedó quieta, su mano perdió fuerza y sonaron dos cañones. Uno por Marina. Otro por Cloe.
Mientras, no sabía si Jade seguía luchando.
Me daba igual.
Quería a mi hermana de vuelta.
Me quedé allí sentado, abrazándola. Jade se sentó a mi lado poco después, abrazándome a mi.
Pero ya no me importaba nada.
Sentía que me hundía, y que ya nadie podía rescatarme.
Otro meteorito aterrizó a unos cuantos metros de nosotros. Corríamos sin dirección fija, apiñados y corriendo al mismo paso. Íbamos a bajar por la pendiente todo lo rápido que podíamos para adentrarnos en el bosque, hasta que yo tropecé y rodé por la colina. Me protegí la cabeza con los brazos, no quería terminar igual que Blade.
Los segundos se me hacían eternos mientras rodaba cuesta abajo y escuchaba los gritos de Cloe y Jade. Y lo peor es que no sabía si gritaban por mi o por la bolas de fuego. No sabía si el mundo estaba al revés o si era yo quién lo estaba. Sentía que la boca me sabía a tierra, y que me ardían las manos. Finalmente, cuando creí que había parado de rodar me descubrí la cabeza y abrí los ojos. Y allí estaba, boca abajo al final de la pendiente. Eso si había sido una bajada rápida.
Me giré para ver a las chicas, que bajaban con más cuidado por la pendiente, entonces Jade me miro y su cara se descompuso.
-¡Cuidado!-Gritó.
A primeras, no lo entendí. Lo hice cuando una bola de fuego paso a un par de metros sobre mi cabeza y se estrelló contra la colina. Las chicas saltaron hacia un lado. El impacto de la bola contra la tierra me hizo desplazarme hacia atrás, casi haciendo una voltereta en el aire.
No me había recuperado cuando alguien me cogió por los hombros, arrastrándome. Mire al cielo y vi mechones de pelo rubio. Alguien más me cogió y me levantó con tal fuerza que finalmente me puse de pie. Miré a mi izquierda y vi a Cloe, agarrándome mientras corría. Miré a Jade, que también estaba corriendo.
¿Corriendo?
Miré hacia el suelo y vi como mis pies se movían patosamente. Estaba demasiado aturdido para entender nada, y entonces Jade y Cloe tiraron de mi hacia atrás. Caí de espaldas y vi como otra bola de fuego chocaba con un árbol cercano.
Intenté levantarme, pero mi cuerpo no respondía bien. ¿Qué me pasaba?
-¡Tenemos que irnos!-Gritó mi hermana.-¡Blight, Blight, levanta por favor!
Rodé sobre mi mismo y levante una pierna para apoyar mi rodilla en el suelo. Intenté hacerlo con la otra, pero no se movía. ¿Por qué no se movía?
-No puedo...-Susurré, intentando gritar. No podía levantar más la voz.
Empecé a temblar. ¿Qué me estaba pasando?
-No hay ningún sitio seguro.-Gritó Jade. -¿Dónde podemos ir?
-A donde sea mientras estemos seguros.-Respondió mi hermana.
Ambas parecieron ponerse de acuerdo y me ayudaron a levantarme. Caminé un paso, dos, tres... y luego la vista se me puso borrosa. Intenté gritar, pero no podía. Parpadeé varias veces intentando aclararla, pero al final no pude abrirlos de nuevo.
Cuando abrí los ojos, estaba asustado, pero la luz del día ya nos había alcanzado. Escuché una conversación suave, no muy lejana a mi. Miré a mi alrededor. Estaba apoyado en el tronco de un árbol, medio tumbado y medio sentado. No quería moverme. Temía que al querer hacerlo nada sobre mi cuerpo respondiese, y eso significaría que estaba muerto. Porque si no podía moverme...
-Tengo miedo...-Escuché decir a Cloe. Estaba cerca, solo a un par de metros.
-Estará bien. Créeme. Seréis del siete, pero sois difíciles de matar...
Cloe soltó una carcajada poco creíble que terminó en llanto.
¿Estaba llorando por mi?
Cerré los ojos.
Tenía que levantarme.
En algún momento tenía que comprobar que estaba bien... o no tan bien. Tenía que hacerlo.
Así que armé de valor e intente impulsarme con los brazos para levantarme. Funcionó.
Regresamos al campamento lentamente. Todo parecía ir bien para mi excepto por una cosa. Mi pierna derecha no funcionaba bien. Había sufrido demasiado en estos Juegos y parecía tener su límite. Me apoyaba en una rama de árbol (que Jade había cogido para mi) y que me ayudaba a caminar.
La imagen del campamento era desoladora. Ya no había campamento. Ya no había comida. Ya no había armas. Solo teníamos lo que llevábamos.
Investigamos un poco alrededor del campamento y encontramos unas cuantas cosas. Armas principalmente. Nada de comida. Teníamos que volver a cazar.
-¿Y ahora qué?-Pregunté.
-Ahora habrá que empezar de cero.-Dijo jade mientras tiraba un trozo de plástico visiblemente inútil hacia atrás.
-Está claro que esto lo hicieron aposta...-Añadió Cloe.
-¿Destruir el campamento?-Pregunté.
-Sin duda es una buena táctica... -Dijo Jade.- Nos deja expuestos ante el peligro...
-Sin protección por las noches...-Añadí.
-Por lo que tenemos que estar más atentos, por lo que estaremos más cansados y seremos objetivos más fáciles.-Terminó mi hermana.
-Y luego está el tema de la comida.-Las dije.-Si no conseguimos alimento...
-Lo haremos.-Respondió Jade.
-¡Pero porque tenemos algunas armas! Ellos querían que nos quedásemos sin ellas.-Dije.
-Sea como sea ya no podemos hacer nada, así que... Será mejor que busquemos algo mejor que esto.-Sugirió Cloe.
Jade asintió. Yo lo hice también. Y nos pusimos en marcha.
-¿Vamos a volver a las montañas?-Pregunté.
No me gustaba estar aquí, con el agua estancada hasta las rodillas, con un olor putrefacto instalado para siempre en el ambiente, y con tanta poca visibilidad... me sentía más indefenso que nunca.
Cloe iba a la cabeza porque según Jade tenía buena vista. Jade iba la última, porque era la más rápido podía defenderse frente a un ataque desde detrás. Yo iba en medio porque Jade decía que era el más débil.
Gracias Jade...
En realidad ella era la que más sabía sobre todo esto, por lo que Cloe y yo la dejábamos hacer su trabajo.
-No es seguro...-Respondió Jade cauta.
-¿Y estar aquí si lo es?-Murmuré.
-No.-Respondió la chica rubia.-Pero... quiero saber que más hay aquí. Quiero decir... Yo no me he movido de esta ciénaga. Vosotros al menos habéis ido a las montañas pero... Habrá mas. No se puede resumir toda la arena a eso.
-¿Quieres explorar?-Preguntó Cloe, quien había estado callada durante todo este tiempo.
-Si os parece bien a vosotros...-Respondió Jade.
-A mi me parece buena idea. Además, solo quedamos ocho. Cuanto más alejados estemos del resto, mejor.-Dijo Cloe con firmeza.
-¿Solo quedamos ocho?
-Sí.-Respondieron las chicas a la vez.
Ocho.
Había perdido la cuenta de los días que llevábamos aquí, como también de los tributos muertos. Parecía que había pasado una eternidad desde el primer día cuando seguramente no llevábamos ni siquiera dos semanas aquí.
-¿Qué ha sido eso?-Preguntó Jade tan bajo que me costó oírla.
Todos nos quedamos inmóviles, deambulando la vista de un lugar a otro en busca de algún movimiento. Todos con las armas levantadas. Yo con mi machete y con mi cuchillo, Jade con dos espadas, y Cloe levantando el hacha y sujetando el único arco que nos había quedado con otra mano.
-Tal vez fue un animal...-Objetó mi hermana.
-No... no, no, no... Ha sonado como una pisada humana, no como la de un animal...
Miré a Cloe un momento, encogiéndome de hombros. ¿En serio Jade sabía diferenciar las pisadas? Si de verdad lo hacía, era asombroso...
Jade se adelantó y se puso al lado de Cloe.
-Quédate atrás Blight.-Me ordenó.
-¿Qué? ¿Por qué?-Pregunté susurrando.
Estábamos en una posición triangular. Cloe y Jade en frente de mi. Quería hacer miles de preguntas, pro jade no bromeaba. Pasaba algo.
Y no tarde mucho en darme cuenta.
Flint, el chico del dos, salió detrás de un árbol del lado izquierdo. Iba bastante bien armado, y tenía una sonrisa torcida. Los Juegos le habían pasado factura al igual que ha todos. Le faltaban un par de dientes, tenía el labio partido, una herida en la cabeza y la ropa hecha jirones.
No sabía por que se veía tan confiado. El era uno, y nosotros tres. Entonces jade se giro repentinamente y lanzó un cuchillo hacia atrás. El corazón empezó a latirme fuertemente. Al principio pensé que Jade me lo había tirado a mi. Pero el cuchillo paso de largo y se perdió en el agua estancada, aunque por pocos centímetros casi le da una chica. No supe quien era hasta que se sitúo al lado de Flint. Marina, la chica del cuatro. Tampoco se veía bien. Tenía cortes por la cara, un ojo inyectado en sangre y parecía que le habían arrancado mechones de pelo.
Entonces supe por que no se veían nerviosos. Para ellos, la única que podía darles problemas era Jade, no nosotros. Y se veían dispuestos a luchar. Flint saco su espada. Tenía un aspecto amenazador. Marina, por su parte, llevaba una lanza de dos puntas.
No hablaron. Parecía que todo estaba planeado. Caminaron a la vez, Flint en dirección a Jade, Marina hacia mi hermana y yo. Vi como Jade le plantaba cara y daba pasos hacia el chico también, fijándose milimetricamente en cada movimiento. No le tenía miedo. Y si lo tenía, no lo demostraba. Pronto empezó su baile de espadas. El metal chocaba contra el metal y rasgaba el aire. Podía oír los ruidos de esfuerzo que ambos tributos hacían al intentar atacar a su adversario.
Pronto desvié la vista de ellos. marina comenzó a moverse rápidamente. saltó hacia la izquierda, luego a la derecha, y luego a la izquierda hacia atrás. Nosotros no éramos como Jade. No avanzábamos hacia ella como si fuese lo más normal del mundo. El miedo nos delataba, y dábamos pasos hacia atrás intentando defendernos. Pero eso era lo que ella quería. Y ya lo había conseguido. Había creado una barrera entre Jade y nosotros, porque en el medio se encontraban ellos, cada uno con su lucha.
Noté como Cloe me empujó con la cadera hacia atrás y me echaba una mirada rápida, como diciéndome que me fuese. Pero no la iba a dejar sola. No ahora.
Levanté mi machete y me sitúe al lado de Cloe, quién estaba balanceando su hacha.
Y comenzó el baile.
Marina adelantó su lanza y su pie izquierdo, haciendo que diésemos varios pasos hacia atrás. Nos amenazó con la punta de la lanza, y Cloe se decidió a mover el brazo con fuerza, casi alcanzando a Marina en el hombro. Pero la chica era rápida, lanzó la lanza al aire y la cogió del revés. Me quedé desconcertado por un momento, entonces la chica me miró a los ojos y cuando menos me lo esperaba, el mástil de la lanza impactó en mi mejilla izquierda, haciendo que me cayese de lado. Me arrastré por el agua, mientras Marina me amenazaba a mi y a Cloe al mismo tiempo, una cualidad que te daba una lanza de dos hojas. No me había enterado de que de nuevo, Marina nos había separado. Cloe estaba a la derecha de la chica, mientras que yo estaba a su izquierda. Intente levantarme, pero mi pierna no ayudaba. Seguía sin sentir absolutamente nada en ella. Me permití mirar a Jade y a Flint un par de segundos. Luchaban tan bien, que realmente no parecía una lucha de vida o muerte. Algo impactó en mi espalda haciéndome caer de nuevo . Giré la cabeza y en un segundo me dio tiempo a ver lo que ocurría. Marina estaba a punto de matarme con la lanza, y pronto mataría a Cloe que estaba intentando incorporarse. Cerré los ojos. Así que este era el final...
Pensé que me iba a asustar lo desconocido de la muerte y su misterio, pero en aquellos momentos no era eso. Me asustaba más pensar que nunca sabría lo que pasaría con Cloe, con jade, con Rosie, con mis padres y mis amigos... con ninguno de ellos.
Entonces oí la profunda voz de la chica del cuatro.
-Pensándolo mejor...
Me permití abrir los ojos. Si iba a morir quería contemplar el mundo por última vez. Pero no fue el final que yo esperaba. Marina giro su lanza al mismo tiempo que se giraba ella y la lanzó contra Cloe, que estaba arrodillada en posición de lanzar una flecha. La flecha salió del arco a la vez que la lanza la atravesaba. La flecha alcanzó a marina en el cuello. La chica del cuatro calló a mi lado. Pero ella me daba igual.
Cloe se estaba muriendo.
Me arrastré. Caminé a cuatro patas hasta que al final llegué hasta ella. Hasta mi hermana, y la tumbe en mis brazos. Abrazándola.
Tenía la lanza en el estómago, agarrándola fuertemente, como si así se fuese a salvar.
Palpé su camiseta y pronto mi mano se llenó de sangre también.
De mis ojos empezaron a desbordar lagrimas.
-No duele...-Me susurró Cloe, sonriendo.
Sonriendo.
¿Por qué sonreía?
-No te mueras...-Supliqué.- No ahora. No me dejes solo.
-Ahora te toca luchar a ti... saldrás de aquí... lo sé...
-Cloe...
Ella me sonrío y llevó una de sus manos temblorosas a mi mano derecha. Me la apretó con fuerza y me miró a los ojos. Luego miró al cielo.
-El mundo te parece mucho más bonito cuando te tienes que ir...
-No te vayas...-La supliqué otra vez, sin dejar de llorar.
Ella cerró los ojos, tranquila, como si se fuese a dormir y despertase al día siguiente. Unos segundos más tarde intentó coger aire, una y otra vez, mientras me apretaba con fuerza la mano, y yo la apretaba también. Luego se quedó quieta, su mano perdió fuerza y sonaron dos cañones. Uno por Marina. Otro por Cloe.
Mientras, no sabía si Jade seguía luchando.
Me daba igual.
Quería a mi hermana de vuelta.
Me quedé allí sentado, abrazándola. Jade se sentó a mi lado poco después, abrazándome a mi.
Pero ya no me importaba nada.
Sentía que me hundía, y que ya nadie podía rescatarme.
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