Abrí los ojos, pero la oscuridad invadía todo mi campo de visión.
Sentía que mi cuerpo estaba empapado en un sudor frío. Cogí la manta para taparme mejor, pero un peso me lo impedía... Parker.
Él había dormido conmigo.
Eso significaba que no había sido un sueño. Willow se había suicidado realmente.
La oscuridad pareció invadirme a mí también. Algo me taponaba la garganta, traté de respirar y un sonido raro salió de ella. Fue una especie de lamento, o quizá un quejido. Fuese lo que fuese, Parker se despertó y me rodeó con sus cálidos brazos.
Lloré en su hombro sin decir nada.
Él tampoco habló.
No hacía falta utilizar palabras para expresar nuestros sentimientos.
Parker se durmió poco después de nuevo. Lo sé, porque dejo de mover su brazo para tranquilizarme, y cuando susurré su nombre, no contestó.
-¿Cómo puedes dormir sabiendo lo que va a pasar mañana?-Susurré.
Le admiraba.
Yo era capaz de dormir habiendo pasado su suerte ya, y él lo hacía como si mañana se levantase para ir a trabajar. Aunque supongo que estar descansado es un plus. Puedes estar más alerta.
Me deshice de su abrazo y me levante.
Podía escuchar mis pasos por el suelo, iba descalza por lo que no hacía mucho ruido.
Salí de mi habitación guiándome por mis sentidos, ya que no veía nada. Me sorprendió ver que pese a las horas que eran, la luz del comedor estaba encendida. Lo que no me resultó extraño fue encontrarme a Blight con una copa entres sus manos.
-Creí que todo había sido un mal sueño...-Me senté a su lado, con mis manos en mis rodillas. Él tenía la mirada perdida en la mesa que estaba frente a él.- Pero no. Ella a muerto. Era mi mejor amiga, ¿Lo sabías? Es verdad que este último año hemos tenido muchos problemas... Muchos se queda corto. Pero la quería. Y cuando salió elegida tenía esperanzas de ella. Siempre hay esperanzas. ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué morir sin intentarlo?
-Porque te ahorras el sufrimiento.-Dijo Blight, dando otro trago a la copa. Al fin reaccionaba.
-¿Es mejor morir sin intentarlo que luchar por tu vida?-Pregunté incrédula.-¿Mejor que ahorrar sufrimiento a tus padres, amigos...?
-Te diré algo...-Blight dejó la copa en la mesa y me miró finalmente a los ojos.-No sé tú, pero yo he deseado miles de veces haber muerto en los Juegos. Es verdad, tu muerte hace sufrir a tus padres, a tus amigos, a tu pareja... Pero el dolor se va esfumando con el paso del tiempo, al igual que la nieve de invierno cuando llega la primavera, o la sequía del verano con las lluvias del otoño. Pero si vives, seguirá tu dolor, y se lo transmitirás a los tuyos. Y no serás feliz. Ni tu, ni los que quieres que lo sean.
-¿No has sido feliz nunca desde que ganaste?-Pregunté curiosa.
-¡Qué importa!-Se quejó.
-Sí, si importa. A pesar de todo sigues siendo mi mentor. Me tienes que guiar. tú sabes mejor que nada lo que es el sufrimiento.
-La vida es difícil. Los juegos te perseguirán siempre.
-Eso lo sé.-Respondí.-Pero... ¿Es imposible ser feliz?
Blight suspiró y volvió a coger la copa, dando otro trago y dejándola vacía. la miró durante unos instantes y habló.
-Hay momentos de felicidad. Hay momentos de dolor. La vida es una mezcla de ellos. Si juntas los momentos de tristeza con los felices, ¿Qué te sale? Es como hacer una mezcla de colores claros y oscuros.
-Los oscuros siempre tienen más peso.-Dije, y él sonrió.
-Al igual que la vida... Por muchas cosas buenas que te pasen, siempre tendrás esa espina clavada, los Juegos. ¿Los superarás? No. ¿Los superaré? No. ¿Llegaremos a ser felices? Podemos serlo, pero no siempre. La vida es equilibrio...
-Pues últimamente mi balanza se está pasando con la parte mala.
-Aún podemos arreglarlo, con ese chico.-Blight apuntó a mi habitación.-Piensa que si muere tu balanza se inclinará hacia un lado excesivamente. Pero recuerda de que si muere, su balanza se destruirá. Y dicho esto, me voy a dormir. No es bueno juntar el alcohol y el insomnio, sobre todo cuando mañana empiezan los Juegos. Y tú deberías de hacer lo mismo.
Blight se retiró de la sala y entró en su habitación. Me quedé allí mucho más tiempo, pensando en sus palabras. Teníamos que salvar a Parker.
Cuando los rayos de sol empezaron a colarse por la ventana, regresé a mi habitación.
Hoy era el gran día.
6/28/2015
6/22/2015
Blight: Capítulo 49
Apoyé mi mejilla izquierda en las palmas de mis manos, que estaban frías a causa del contacto con la nieve. Rosie se preocupaba de mi pierna, de si me dolía. La verdad era que no sentía absolutamente nada en ella. No me preocupaba el dolor. Ya no. Me preocupaba el frío, y la noche. Estaba débil, inmovilizado, a unas temperaturas muy bajas. Con la caída de la noche no tardaría mucho tiempo en morir congelado. Luego estaba el peligro de los animales salvajes. No sentía nada en la pierna, era cierto, pero eso no evitaba que hubiese una posibilidad bastante alta de estar sangrando y atraer a animales.
Cerré los ojos. Estaba muy cansado. No sentía ya las manos, que estaban cubiertas por una gran capa de nieve. Notaba la mitad del cuerpo muerta. El frío hacía sumirme en el sueño, pero no me permitía cerrar los ojos. Sabía que si los cerraba me dormiría... y no volvería a despertar.
-¡Blight! ¡Blight, escúchame!-Levanté la vista y vi la cara de Rosie en una mancha borrosa. Su pelo se agitaba por culpa del viento. Tenía los labios amoratados, y parecía llorar, aunque no podía ver sus lágrimas con claridad.- ¡No puedo mover el árbol!
-Está bien...-La contesté, e hice un esfuerzo por sonreír para que no se preocupase, para que creyese que estaba bien.
Me costaba pensar. Empezaba a notar el dolor del frío por el cuerpo. Tal vez este fuese el fin. Y a lo mejor así fuese mejor para todos.
Rosie se quitó su abrigo y me lo puso por encima, luego hizo lo mismo con su jersey.
-No...-Dije en un susurro.- Morirás... de frío...
Me costaba hablar ya que mi mandíbula no paraba de moverse. Mis brazos también temblaban a un ritmo frenético.
-Voy a ir a buscar a mi padre Blight. ¿Me oyes? ¡No puedes dormirte?-me sacudió suavemente por los hombros.-Prométeme que no te dormirás. No cierres los ojos.
-No vayas...-La susurré.-A tu padre no...
-No pienso dejarte morir aquí.
-Espera... ¿Qué pensara... si ve... que has salido del Dist...?-No acabe la frase. Deje caer mi cabeza sobre mis manos de nuevo, y una lágrima se precipitó desde mi ojo derecho. Apostaría cualquier cosa a que se podía haber congelado en ese momento.
-¡Blight!-Chilló Rosie con verdadera angustia en su voz.
Cerré los ojos con fuerza y reuní la energía suficiente para elevar la voz y decir con firmeza seis palabras.
-Debes de buscar a Gardenia Blackwood.
-¿Qué?-Preguntó Rosie.
Intenté repetirlo, pero no me sentía capaz. Sabía que Gardenia podía ayudarnos. Había conocido a esa chica en verano, y sabía que era valiente y con las ideas claras. Trabajaba con árboles, sabía cualquier cosa sobre el bosque mejor que nosotros. Ella podría resultarnos de mejor ayuda que el padre de Rosie, de seguro.
.¿Gardenia Blackwood?-Musitó Rosie.-¡Está bien! ¡Está bien! Pero mírame... Hey...-Rosie me levantó la barbilla y me hizo mirarla.-Aguanta diez minutos, ¿vale?
Asentí. Ella se inclino sobre mí y me dio un beso. Por un segundo volví a sentir calidez, pero éste se apago cuando ella se separó. Oí sus pisadas rápidas por la nieve alejándose y luego silencio.
Los primeros minutos intenté concentrarme en el dolor que el frío hacía que sintiese en algunas partes del cuerpo. Otras estaban completamente entumecidas. Luego intenté contar los segundos. Intenté pellizcarme para ver si el dolor me transmitía calor también.
Nada.
Intentaba no cerrar los párpados, pero me pesaban demasiado. Mire el cielo, que empezaba a tener un tono rojizo, los árboles, y entonces la vi. Cloe se volvía a aparecerse delante de mí. Seguramente estaba loco. O loco o a punto de morir.
No la hablé. No porque no quisiese, si no porque no podía. La miré tanto tiempo como pude, hasta que finalmente no pude más y cerré los ojos. Escuché un "¡NO!" y me pregunté si lo habría gritado Cloe. Es lo último que pensé antes de que la nada me envolviese.
Cuando volví a abrir los ojos ya no estaba en el bosque, a punto de morir congelado. Estaba en una cama, con un montón de edredones y colchas encima de mí. Me seguían pesando los párpados, notaba un dolor muy fuerte en la garganta y a pesar de todo, tenía frío. A parte, casi no podía respirar por culpa de la congestión nasal. Miré a mi alrededor y me mareé. Cerré los ojos y volví a empezar desde el principio. No sabía donde estaba.
Era una habitación pequeña, con paredes de madera, al igual que el techo, y el suelo. Parecía una jaula de madera. Enfrente de la cama había una puerta, y al lado, una cómoda con un jarrón azul que contenía flores secas.
¿Dónde estaba?
Intenté levantarme, pero el mareo volvió a mí. Me di cuenta de que no tenía mi ropa puesta. Noté como la sangre se juntaba en mis mejillas, y sentí calor en ellas desde hace mucho tiempo.
La puerta se abrió despacio, y una chica morena entró en la habitación. La reconocía, era Gardenia Blackwood.
-¿Qué...?-Intenté decir, pero mi voz no se oía apenas. Ni incluso cuando intenté levantarla más.
-Al fin despiertas...-Susurró.-Sinceramente, todos pensamos que te ibas a morir. Estabas muy mal. Te encontramos con las pulsaciones tan bajas que en cuanto te dejamos con mi madre Rosie se desmayó.
-¿Cómo esta Rosie?-Pregunté.
-¡Qué más da! la pregunta es, ¿Cómo estás tú?-Gardenia se sentó junto a mí en la cama y me revolvió el pelo. No contesté.- ¿Tienes hambre? Te traeré algo para comer...
La verdad era que no tenía hambre. La chica se levantó y salió de la habitación. Cuando volvió, un chico más o menos de nuestra edad entró con ella. Me quedé petrificado. Le recordaba perfectamente. Él había sido uno de los tres chicos que se había metido conmigo en verano, y habíamos acabado en una pelea. ¿Qué hacía aquí? Busqué mi cuchillo, pero no tenía ropa, ¿cómo iba a tener cuchillo?
-¿Qué hace él aquí?.-Pregunté con mi voz rota.
Cerré los ojos. Estaba muy cansado. No sentía ya las manos, que estaban cubiertas por una gran capa de nieve. Notaba la mitad del cuerpo muerta. El frío hacía sumirme en el sueño, pero no me permitía cerrar los ojos. Sabía que si los cerraba me dormiría... y no volvería a despertar.
-¡Blight! ¡Blight, escúchame!-Levanté la vista y vi la cara de Rosie en una mancha borrosa. Su pelo se agitaba por culpa del viento. Tenía los labios amoratados, y parecía llorar, aunque no podía ver sus lágrimas con claridad.- ¡No puedo mover el árbol!
-Está bien...-La contesté, e hice un esfuerzo por sonreír para que no se preocupase, para que creyese que estaba bien.
Me costaba pensar. Empezaba a notar el dolor del frío por el cuerpo. Tal vez este fuese el fin. Y a lo mejor así fuese mejor para todos.
Rosie se quitó su abrigo y me lo puso por encima, luego hizo lo mismo con su jersey.
-No...-Dije en un susurro.- Morirás... de frío...
Me costaba hablar ya que mi mandíbula no paraba de moverse. Mis brazos también temblaban a un ritmo frenético.
-Voy a ir a buscar a mi padre Blight. ¿Me oyes? ¡No puedes dormirte?-me sacudió suavemente por los hombros.-Prométeme que no te dormirás. No cierres los ojos.
-No vayas...-La susurré.-A tu padre no...
-No pienso dejarte morir aquí.
-Espera... ¿Qué pensara... si ve... que has salido del Dist...?-No acabe la frase. Deje caer mi cabeza sobre mis manos de nuevo, y una lágrima se precipitó desde mi ojo derecho. Apostaría cualquier cosa a que se podía haber congelado en ese momento.
-¡Blight!-Chilló Rosie con verdadera angustia en su voz.
Cerré los ojos con fuerza y reuní la energía suficiente para elevar la voz y decir con firmeza seis palabras.
-Debes de buscar a Gardenia Blackwood.
-¿Qué?-Preguntó Rosie.
Intenté repetirlo, pero no me sentía capaz. Sabía que Gardenia podía ayudarnos. Había conocido a esa chica en verano, y sabía que era valiente y con las ideas claras. Trabajaba con árboles, sabía cualquier cosa sobre el bosque mejor que nosotros. Ella podría resultarnos de mejor ayuda que el padre de Rosie, de seguro.
.¿Gardenia Blackwood?-Musitó Rosie.-¡Está bien! ¡Está bien! Pero mírame... Hey...-Rosie me levantó la barbilla y me hizo mirarla.-Aguanta diez minutos, ¿vale?
Asentí. Ella se inclino sobre mí y me dio un beso. Por un segundo volví a sentir calidez, pero éste se apago cuando ella se separó. Oí sus pisadas rápidas por la nieve alejándose y luego silencio.
Los primeros minutos intenté concentrarme en el dolor que el frío hacía que sintiese en algunas partes del cuerpo. Otras estaban completamente entumecidas. Luego intenté contar los segundos. Intenté pellizcarme para ver si el dolor me transmitía calor también.
Nada.
Intentaba no cerrar los párpados, pero me pesaban demasiado. Mire el cielo, que empezaba a tener un tono rojizo, los árboles, y entonces la vi. Cloe se volvía a aparecerse delante de mí. Seguramente estaba loco. O loco o a punto de morir.
No la hablé. No porque no quisiese, si no porque no podía. La miré tanto tiempo como pude, hasta que finalmente no pude más y cerré los ojos. Escuché un "¡NO!" y me pregunté si lo habría gritado Cloe. Es lo último que pensé antes de que la nada me envolviese.
Cuando volví a abrir los ojos ya no estaba en el bosque, a punto de morir congelado. Estaba en una cama, con un montón de edredones y colchas encima de mí. Me seguían pesando los párpados, notaba un dolor muy fuerte en la garganta y a pesar de todo, tenía frío. A parte, casi no podía respirar por culpa de la congestión nasal. Miré a mi alrededor y me mareé. Cerré los ojos y volví a empezar desde el principio. No sabía donde estaba.
Era una habitación pequeña, con paredes de madera, al igual que el techo, y el suelo. Parecía una jaula de madera. Enfrente de la cama había una puerta, y al lado, una cómoda con un jarrón azul que contenía flores secas.
¿Dónde estaba?
Intenté levantarme, pero el mareo volvió a mí. Me di cuenta de que no tenía mi ropa puesta. Noté como la sangre se juntaba en mis mejillas, y sentí calor en ellas desde hace mucho tiempo.
La puerta se abrió despacio, y una chica morena entró en la habitación. La reconocía, era Gardenia Blackwood.
-¿Qué...?-Intenté decir, pero mi voz no se oía apenas. Ni incluso cuando intenté levantarla más.
-Al fin despiertas...-Susurró.-Sinceramente, todos pensamos que te ibas a morir. Estabas muy mal. Te encontramos con las pulsaciones tan bajas que en cuanto te dejamos con mi madre Rosie se desmayó.
-¿Cómo esta Rosie?-Pregunté.
-¡Qué más da! la pregunta es, ¿Cómo estás tú?-Gardenia se sentó junto a mí en la cama y me revolvió el pelo. No contesté.- ¿Tienes hambre? Te traeré algo para comer...
La verdad era que no tenía hambre. La chica se levantó y salió de la habitación. Cuando volvió, un chico más o menos de nuestra edad entró con ella. Me quedé petrificado. Le recordaba perfectamente. Él había sido uno de los tres chicos que se había metido conmigo en verano, y habíamos acabado en una pelea. ¿Qué hacía aquí? Busqué mi cuchillo, pero no tenía ropa, ¿cómo iba a tener cuchillo?
-¿Qué hace él aquí?.-Pregunté con mi voz rota.
6/21/2015
Blight: Capítulo 48
-Vine a buscarte porque tengo que decirte algo...-Rosie miró nerviosa a sus lados.- No pueden verme contigo más. Mi padre me ha prohibido verte.
El mundo se me detuvo durante unos segundos.
-¿Qué quieres decir con eso de que te ha prohibido verme?
-Él piensa que has cambiado y que después de los Juegos las personas se vuelven peligrosas. No quiere verme a tu lado. De hecho no me permite ni despedirme de ti, así que supongo que ya estoy desobedeciendo una de sus reglas.
-Pero no puede prohibirte verme... Tu y yo...-La doy la mano, pero ella la retira.
-Blight... Yo te quiero con toda mi alma pero no puedo correr el riesgo de que mi padre nos vea juntos, porque no sería yo quien sufriese las consecuencias, serías tú.
-¿Y qué sugieres que haga? ¿Qué me quede solo muriéndome de asco en mi casa?
Rosie bajó la cabeza y dio unos leves toques al suelo con la punta de sus zapatos.
-No... Tu eres fuerte puedes salir de esta.
-¿Por qué todo el mundo me dice que soy fuerte?-Me quejé.-¡No lo soy! ¡Y cada vez menos! Rosie... no puedo perderte a ti también.
-No me vas a perder...-Ella se acercó a mi y me miró a los ojos.-Te lo prometo, no me perderás.
Rosie se puso de puntillas y me dio un beso, luego se apartó y comenzó a caminar de nuevo hacia el centro del Distrito. No la seguí. Ella me lo había advertido.
Los meses pasaron lentos, pero pronto llegó Diciembre. Jara y Ray me advirtieron de que pronto sería la Gira de la Victoria y que sería mejor que me preparase mentalmente. Finalmente no todo se volvió tan aburrido como yo había supuesto.
Olwer, el chico pelirrojo, solía venir a la Aldea de los Vencedores a visitarme. Siempre parecía intranquilo, y no le gustaba andar por el bosque. A mi no me gustaba pasear por el Distrito, así que nos quedábamos en casa.
-No deberías de hacer caso a la gente.-Me aconsejaba.
-Es fácil decirlo cuando no lo estás viviendo.
-Lo digo en serio Blight. ¿Qué más da lo que digan? Tu has ganado los Juegos, te mereces vivir ahora.
-Todos me tienen miedo Olwer... Los chicos, el padre de Rosie... Incluso tú.-Le miré de reojo.
-¿Yo? ¡No! Es cierto que a veces se te va la pinza y ves asesinos donde solo hay sombras y también es verdad que me pones nervioso que lleves esa cosa a todas partes...-Señaló al cuchillo.-Pero en el fondo eres tú, y sé que no harías daño a nadie fuera de la arena.
-Gracias...-Dije.
-De verdad, no has cambiado tanto, aunque la gente se empeñe en aumentar los rumores. Sigues siendo igual de borde que antes.-Olwer se rió y yo me reí también. En aquellos momentos ese chico era mi mejor amigo.
Después de haberla salvado, Gardenia Blackwood también se había convertido en una persona bastante importante en mi vida. Venía todas las tardes después del final de sus clases. Yo la acompañaba hasta el bosque donde comenzaba su jornada de trabajo hasta la noche.
-Así que en un mes te vas.-No lo preguntaba, ella ya sabía mis planes.
-Sí... No quiero irme y volver a revivir todo... pero es lo que hay.
-¿Te imaginas un mundo sin Juegos?-Preguntó Gardenia.
-¿Te refieres a un mundo sin miedo?
-Sí, también... Mi hermana pequeña está muy asustada. Cumple doce este año, será su primera cosecha.
-No saldrá elegida.-La tranquilicé.
-Eso nunca lo sabes Blight.
-No saldrá. El Distrito 7 es muy grande como para que salga tu hermana.
-Tu saliste este año.
Suspiré y la miré directamente a sus ojos marrones.
-Alguien tenía que salir.
Si digo que no vi a Rosie en el Distrito ni una sola vez desde nuestra despedida estaría diciendo la verdad a medias. Es verdad que ella y yo no quedábamos ni en los bosques, ni en mi casa, ni en el Distrito... Pero si que nos fugábamos a los bosques de detrás de la valla. Era ilegal, así que no nos alejábamos mucho, pero había un hueco bastante ancho en la valla y éste era muy tentador.
Echaba muchísimo de menos a Rosie. Olwer era algo así como nuestro mensajero, porque gracias a él, Rosie y yo podíamos hablar. Siempre esperaba que tuviese una carta de ella, aunque a veces se demoraba demasiado.
Hoy era el día. Hoy iba a volver a verla.
Siempre me ponía nervioso cuando la veía. Me recordaba a aquellos tiempos en los que no sabía si eramos novios o solo amigos.
El suelo estaba cubierto de nieve, y eso era algo bastante malo, porque las huellas quedaban en el suelo. Mi preocupación se desvaneció cuando comenzó a nevar fuertemente. Vi unas marcas en el suelo, por el hueco de la valla, así que supuse que Rosie ya estaría allí. me pasé la mano por el pelo para sacudir los copos de nieve. Hacía mucho frío. Tenía las manos congeladas, y seguramente la nariz y las orejas rojas por culpa de éste.
No tardé mucho en divisar a Rosie. Estaba envuelta en un abrigo blanco por lo que se camuflaba muy bien con el paisaje. Ella corrió hacia mi e intentó saltar sobre mí, pero caí al suelo por culpa del hielo, y ella cayó sobre mí. Los dos nos quedamos tendidos en la nieve riéndonos, olvidando que si alguien nos pillase aquí, lo pagaríamos caro. Yo el doble.
-Te echaba muchísimo de menos.-Me dijo Rosie abrazándome.
-Yo si que te he echado de menos.-Dije mientras la pellizcaba con suavidad una mejilla, que la tenía roja.
-¿Qué tal te ha ido la semana?
-Bueno... Macy cree que aún te sigo viendo.
-Es que lo haces.-Me reí.- Pero me refiero... ¿Estas feliz?
-¿Ahora mismo? No podría ser más feliz.
Suspiré.
-Rosie...-Sacudí la cabeza, para quitarme la nieve que se acumulaba otra vez.- No quiero que dependas de mí.
-No lo hago. Lo digo en serio... Es solo que no puedo evitar estar mal estando apartada de ti. Pero me pasaría lo mismo si se tratase de Olwer, o Macy, o... Tu eres muy importante para mi.-Ella entrelazó su mano con la mía.-Me ayudaste cuando estaba mal, y eres mi mejor amigo y...
Los dos nos quedamos callados durante un momento.
Un viento muy fuerte agitó los árboles que estaban a nuestro alrededor, y de repente escuché un crujido no muy fuerte. Antes de que me diese cuenta, un árbol estaba cayendo en nuestra dirección. Empujé a Rosie e intenté saltar, pero no actué con demasiada rapidez. Con suerte, la pierna que había sufrido tanto en los Juegos y en la que no sentía absolutamente nada, fue la que quedó entre una de las ramas más grandes del árbol y el suelo. Intenté arrastrarme, pero no podía salir. Rosie me miró con auténtico terror.
El mundo se me detuvo durante unos segundos.
-¿Qué quieres decir con eso de que te ha prohibido verme?
-Él piensa que has cambiado y que después de los Juegos las personas se vuelven peligrosas. No quiere verme a tu lado. De hecho no me permite ni despedirme de ti, así que supongo que ya estoy desobedeciendo una de sus reglas.
-Pero no puede prohibirte verme... Tu y yo...-La doy la mano, pero ella la retira.
-Blight... Yo te quiero con toda mi alma pero no puedo correr el riesgo de que mi padre nos vea juntos, porque no sería yo quien sufriese las consecuencias, serías tú.
-¿Y qué sugieres que haga? ¿Qué me quede solo muriéndome de asco en mi casa?
Rosie bajó la cabeza y dio unos leves toques al suelo con la punta de sus zapatos.
-No... Tu eres fuerte puedes salir de esta.
-¿Por qué todo el mundo me dice que soy fuerte?-Me quejé.-¡No lo soy! ¡Y cada vez menos! Rosie... no puedo perderte a ti también.
-No me vas a perder...-Ella se acercó a mi y me miró a los ojos.-Te lo prometo, no me perderás.
Rosie se puso de puntillas y me dio un beso, luego se apartó y comenzó a caminar de nuevo hacia el centro del Distrito. No la seguí. Ella me lo había advertido.
Los meses pasaron lentos, pero pronto llegó Diciembre. Jara y Ray me advirtieron de que pronto sería la Gira de la Victoria y que sería mejor que me preparase mentalmente. Finalmente no todo se volvió tan aburrido como yo había supuesto.
Olwer, el chico pelirrojo, solía venir a la Aldea de los Vencedores a visitarme. Siempre parecía intranquilo, y no le gustaba andar por el bosque. A mi no me gustaba pasear por el Distrito, así que nos quedábamos en casa.
-No deberías de hacer caso a la gente.-Me aconsejaba.
-Es fácil decirlo cuando no lo estás viviendo.
-Lo digo en serio Blight. ¿Qué más da lo que digan? Tu has ganado los Juegos, te mereces vivir ahora.
-Todos me tienen miedo Olwer... Los chicos, el padre de Rosie... Incluso tú.-Le miré de reojo.
-¿Yo? ¡No! Es cierto que a veces se te va la pinza y ves asesinos donde solo hay sombras y también es verdad que me pones nervioso que lleves esa cosa a todas partes...-Señaló al cuchillo.-Pero en el fondo eres tú, y sé que no harías daño a nadie fuera de la arena.
-Gracias...-Dije.
-De verdad, no has cambiado tanto, aunque la gente se empeñe en aumentar los rumores. Sigues siendo igual de borde que antes.-Olwer se rió y yo me reí también. En aquellos momentos ese chico era mi mejor amigo.
Después de haberla salvado, Gardenia Blackwood también se había convertido en una persona bastante importante en mi vida. Venía todas las tardes después del final de sus clases. Yo la acompañaba hasta el bosque donde comenzaba su jornada de trabajo hasta la noche.
-Así que en un mes te vas.-No lo preguntaba, ella ya sabía mis planes.
-Sí... No quiero irme y volver a revivir todo... pero es lo que hay.
-¿Te imaginas un mundo sin Juegos?-Preguntó Gardenia.
-¿Te refieres a un mundo sin miedo?
-Sí, también... Mi hermana pequeña está muy asustada. Cumple doce este año, será su primera cosecha.
-No saldrá elegida.-La tranquilicé.
-Eso nunca lo sabes Blight.
-No saldrá. El Distrito 7 es muy grande como para que salga tu hermana.
-Tu saliste este año.
Suspiré y la miré directamente a sus ojos marrones.
-Alguien tenía que salir.
Si digo que no vi a Rosie en el Distrito ni una sola vez desde nuestra despedida estaría diciendo la verdad a medias. Es verdad que ella y yo no quedábamos ni en los bosques, ni en mi casa, ni en el Distrito... Pero si que nos fugábamos a los bosques de detrás de la valla. Era ilegal, así que no nos alejábamos mucho, pero había un hueco bastante ancho en la valla y éste era muy tentador.
Echaba muchísimo de menos a Rosie. Olwer era algo así como nuestro mensajero, porque gracias a él, Rosie y yo podíamos hablar. Siempre esperaba que tuviese una carta de ella, aunque a veces se demoraba demasiado.
Hoy era el día. Hoy iba a volver a verla.
Siempre me ponía nervioso cuando la veía. Me recordaba a aquellos tiempos en los que no sabía si eramos novios o solo amigos.
El suelo estaba cubierto de nieve, y eso era algo bastante malo, porque las huellas quedaban en el suelo. Mi preocupación se desvaneció cuando comenzó a nevar fuertemente. Vi unas marcas en el suelo, por el hueco de la valla, así que supuse que Rosie ya estaría allí. me pasé la mano por el pelo para sacudir los copos de nieve. Hacía mucho frío. Tenía las manos congeladas, y seguramente la nariz y las orejas rojas por culpa de éste.
No tardé mucho en divisar a Rosie. Estaba envuelta en un abrigo blanco por lo que se camuflaba muy bien con el paisaje. Ella corrió hacia mi e intentó saltar sobre mí, pero caí al suelo por culpa del hielo, y ella cayó sobre mí. Los dos nos quedamos tendidos en la nieve riéndonos, olvidando que si alguien nos pillase aquí, lo pagaríamos caro. Yo el doble.
-Te echaba muchísimo de menos.-Me dijo Rosie abrazándome.
-Yo si que te he echado de menos.-Dije mientras la pellizcaba con suavidad una mejilla, que la tenía roja.
-¿Qué tal te ha ido la semana?
-Bueno... Macy cree que aún te sigo viendo.
-Es que lo haces.-Me reí.- Pero me refiero... ¿Estas feliz?
-¿Ahora mismo? No podría ser más feliz.
Suspiré.
-Rosie...-Sacudí la cabeza, para quitarme la nieve que se acumulaba otra vez.- No quiero que dependas de mí.
-No lo hago. Lo digo en serio... Es solo que no puedo evitar estar mal estando apartada de ti. Pero me pasaría lo mismo si se tratase de Olwer, o Macy, o... Tu eres muy importante para mi.-Ella entrelazó su mano con la mía.-Me ayudaste cuando estaba mal, y eres mi mejor amigo y...
Los dos nos quedamos callados durante un momento.
Un viento muy fuerte agitó los árboles que estaban a nuestro alrededor, y de repente escuché un crujido no muy fuerte. Antes de que me diese cuenta, un árbol estaba cayendo en nuestra dirección. Empujé a Rosie e intenté saltar, pero no actué con demasiada rapidez. Con suerte, la pierna que había sufrido tanto en los Juegos y en la que no sentía absolutamente nada, fue la que quedó entre una de las ramas más grandes del árbol y el suelo. Intenté arrastrarme, pero no podía salir. Rosie me miró con auténtico terror.
6/20/2015
Johanna: Capítulo 65
No sé como describir lo que sentí ante las palabras de Parker. Primero me fallaron las piernas, amenazando con dejarme caer al suelo, pero supe recomponerme, y avancé hacia las escaleras que me conducirían arriba tan deprisa como podía. Me temblaba todo el cuerpo. Sentí unas manos en mi cintura, tirándome hacia atrás. Me agarré a la balaustrada mientras gritaba que me dejasen en paz, que quería ver a Willow.
Blight había aparecido, y junto a él se encontraba Ray.
Todos gritaban.
Blight intentaba hacerme callar. Yo chillaba. Parker intentaba hacer que nos callasemos los dos. Y Ray solamente quería saber lo que pasaba.
No podía ser cierto.
Ella no podía estar muerta.
Willow no.
No antes de los Juegos.
Me zafé del agarre de Blight y de un tirón le empuje. Él cayó hacia atrás, momento que yo aproveché para subir las escaleras lo más rápido posible. Parker me siguió.
No sentía mi cuerpo realmente. Era como un fantasma, como un pájaro... Parecía que podía verlo todo desde fuera. O como si en realidad todo fuese una pesadilla muy mala.
-Johanna, ¡espera! Quizá tengan razón. ¡No es una buena idea! ¡Johanna!-Gritaba Parker.
Pero yo le ignoraba.
Caminé descalza por el frío suelo de los pasillos, hasta llegar a la habitación de Willow.
Respiré hondo.
La puerta estaba abierta. Todo estaba a oscuras, pero en cuanto entré la luz se encendió.
La cama estaba hecha, aunque tenía un pequeño hoyo que indicaba que en el se había tumbado mi amiga durante un rato. Había ropa a los pies de ésta.
La ventana estaba abierta, y las cortinas descorridas.
Me acerqué a la ventana e inspiré el aire de la noche. Conté hasta tres y miré hacia abajo.
Un grupo de gente se arremolinaba en torno a algo.
Ante el cuerpo de Willow.
Muerta.
Era imposible sobrevivir a esa caída.
Parker cerró la ventana y me hizo retroceder.
-Hey...
-Déjame...-Le supliqué.-¡Déjame! ¡Déjame!
Estaba llorando. No podía evitarlo. Pese a que últimamente ella y yo no habíamos estado tan unidas como de costumbre, habíamos sido amigas durante toda la vida...
-Yo, lo siento, Johanna... -Decía mientras intentaba agarrarme por un brazo para tranquilizarme.
-¡He dicho que me dejes en paz!-Grité, golpeándole con un puño en el pecho.
Él me agarro con más fuerza y me abrazó inmovilizándose.
Lloré en su hombro hasta que me tranquilicé un poco, y luego bajamos a la planta de abajo. Blight estaba hablando por teléfono. No parecía bien. Aunque al menos, tenía mejor pinta que yo .
Parker me acompañó hasta la habitación y me obligó a meterme en la cama. Él se metió conmigo y le mire mal.
-No, no, no. ¡Esto esta mal! Se supone que eres tu el que tiene que ser consolado, no yo. Tu vas mañana a los Juegos...-Grité.
-Oh... Gracias por recordármelo...
Y en ese momento rompí a llorar.
-¿Por qué lo hizo? ¡Os voy a perder a los dos! ¡A los dos!
Parker me abrazó, y yo me calmé.
-Shsss...-Dijo acariciándome el pelo.- Todo se arreglará, ¿Vale?
-No... Todo es una mierda.-Respondí.
-Duerme.-Me aconsejó.
-No quiero.
-Espera. Volveré en un minuto...
Parker se levantó y salió de la habitación. La luz se filtró por la rendija de la puerta. Podía escuchar a Blight. Parecía preocupado.
Poco después Parker apareció con una taza de café. Me la dio y yo la bebí de un trago.
-Ahora dormirás mejor...
-¿Qué?
Vi como el chico movía los labios. No podía escucharle. Entrecerré los ojos para leerle los labios, pero mi vista se volvió borrosa. Finalmente, cerré los ojos y dejé que el cansancio me llevase.
Parker me acompañó hasta la habitación y me obligó a meterme en la cama. Él se metió conmigo y le mire mal.
-No, no, no. ¡Esto esta mal! Se supone que eres tu el que tiene que ser consolado, no yo. Tu vas mañana a los Juegos...-Grité.
-Oh... Gracias por recordármelo...
Y en ese momento rompí a llorar.
-¿Por qué lo hizo? ¡Os voy a perder a los dos! ¡A los dos!
Parker me abrazó, y yo me calmé.
-Shsss...-Dijo acariciándome el pelo.- Todo se arreglará, ¿Vale?
-No... Todo es una mierda.-Respondí.
-Duerme.-Me aconsejó.
-No quiero.
-Espera. Volveré en un minuto...
Parker se levantó y salió de la habitación. La luz se filtró por la rendija de la puerta. Podía escuchar a Blight. Parecía preocupado.
Poco después Parker apareció con una taza de café. Me la dio y yo la bebí de un trago.
-Ahora dormirás mejor...
-¿Qué?
Vi como el chico movía los labios. No podía escucharle. Entrecerré los ojos para leerle los labios, pero mi vista se volvió borrosa. Finalmente, cerré los ojos y dejé que el cansancio me llevase.
6/13/2015
Blight: Capítulo 47
-No puedo creer que me hayas hecho esto. Llevo cuidando de ti desde que volviste de los Juegos y desapareces, sin decirme nada. Ni una nota. ¿Sabes lo que han sido estos tres días?-Gritaba Rosie, mientras yo me llevaba un dedo a los labios e intentaba hacer que hablase más bajo.- ¡No me pidas que me calle! ¡Creí que te había pasado algo! Llegue a pensar que... que estabas muerto Blight. De verdad, ¿En que estabas pensando?
-Rosie...-Intentaba calmarla.-No sabes por lo que estoy pasando y...
-¡No desde luego que no lo sé! Pero yo solo quiero ayudarte. Si no me quieres por aquí, solo dilo, ¿Vale?
-Te quiero. Te quiero aquí, conmigo. Pero es por eso por lo que me fui.
-¿Te fuiste porque me quieres?-Me reprochó sarcásticamente.
-No es por que...
-¿Qué ocurre ahí abajo?-Preguntó una voz diferente.
Me giré, y vi que al pie de las escaleras estaba Gardenia, la chica que había encontrado ayer malherida en el bosque. Llevaba la misma ropa sucia y el pelo todavía más enmarañado. Bajaba las escaleras con pasos silenciosos y cara de aturdimiento. Volví a darme la vuelta para mirar a Rosie, pero ésta había transformado su cara de enfado en una peor todavía.
-Vaya... Parece que ya sé a lo que te has dedicado estos tres días.-Dijo apretando muchos los labios hasta convertirlos en una línea fina. Luego cogió aire y se dio la vuelta, intentando salir de casa.
-¡Rosie!-Intenté pararla.
-¡Déjame! ¡No quiero saber nada más de ti!-La ira, el odio y el dolor habían dado paso a las lágrimas. Me dio un codazo en el estómago y salió corriendo por la puerta. Me quede arrodillado en el suelo, en frente de la puerta entreabierta, viendo como Rosie corría por el sendero y se perdía entre los árboles.
-Yo... si fuese tu correría detrás de ella.-Me aconsejó Gardenia con voz firme.
Me llevé la mano al estómago y me levanté con un gran esfuerzo. ¿Alcanzaría a Rosie? Corría más que ella, de eso no tenía duda, pero ella me llevaba una gran ventaja, y además mi pierna herida no me permitía alcanzar la misma velocidad de siempre.
Corrí por el camino que atravesaba el bosque. Era un recorrido largo, y correrlo entero para alguien quien no tiene práctica te dejaba exhausto.
No me fijaba en nada. Oía voces de los primeros leñadores que habían comenzado su jornada de trabajo hace horas. Pero no escuchaba los pasos rápidos de una persona corriendo. Me detuve unos segundos para coger aire, con la espalda doblada y las manos en las rodillas. Notaba una quemazón en la pierna, pero traté de ignorarlo. Rosie era lo que importaba. Después volví a correr.
Quería ir en silencio. Quizá si ella no escuchaba nada dejaría de correr, creyendo que no iba detrás de ella. Entonces me pareció verla. Vi su pelo dorado, tan poco común en el Distrito. Caminaba lentamente, así que dejé de correr.
-¡No puedes irte sin que te dé una explicación!
Rosie se dio la vuelta. Tenía los ojos rojos y las mejillas inundadas de lágrimas.
-¿Qué explicación? Estabas con otra chica Blight...
Di unos pasos hacia ella.
-No... Hace tres días me fui al doce, para desconectar de todo. Para dejarte espacio. Porque siento que te estoy absorbiendo la vida.
-¡Es no es verdad!-Se quejó ella, andando también hacia mí.-No lo haces. Yo estoy bien. Quiero ayudarte a salir de esto. Es mucho para ti.
-No quiero que tu vida se convierta en una pesadilla... Cuando regresé, en el bosque, me encontré a Gardenia... a esa chica. Estaba siendo atacada por perros salvajes.
-¿Perros salvajes en el Distrito?-Rosie se enjuagó una lágrima.
-Lo sé, a mi también me parece raro. La ofrecí mi casa para sanarla y luego ya era muy tarde así que la dejé dormir aquí. No ha pasado nada, la conocí ayer. Te lo prometo.
Rosie miró al cielo, como si una respuesta la viniese desde allí.
-¿Sabes cual es el problema? Que no es solo esa chica... ¿Y todas las admiradoras que tienes de repente? ¿Y los Juegos?-Se mordió el labio con fuerza.-No quería decirte nada, porque sé que los Juegos es un tema que no debería de tocar... Pero... ¡Yo misma vi como te besabas con Jade! ¡No quería decírtelo! No quería decirte como la gente cuchicheaba a mis espaldas después de eso. Como me sentí. Me dolió... sí... Pero sabía que no serías lo suficientemente estúpido como para caer en sus redes.
-Rosie en los Juegos no pasó absolutamente nada. Nada.
-Lo sé... o eso quiero creer...
-Tú eres la razón por la que estoy vivo.-La dije. Ella me miró con sus fríos ojos azules.
-¿Qué?
-Lo has oído perfectamente. Tú eres la razón por la que ahora mismo estoy aquí, respirando, mirándote, sintiéndome mal. Porque en los Juegos pensaba en ti, y me decía: "Tienes que volver, por Rosie." Tú eras la que me hacía seguir adelante. -Vi como una sonrisa se dibujaba en la cara de Rosie.-Te quiero. Creí que ya lo sabías...
Rosie corrió, esta vez a mis brazos. Saltó sobre mí y me rodeó la cintura con las piernas. Luego me rodeó el cuello y me besó mientras me acariciaba el pelo. Cuando se separó, se acercó a mi oreja y me susurró algo. Volvía a llorar.
-Tengo que contarte algo... Y no te va a gustar.
-Rosie...-Intentaba calmarla.-No sabes por lo que estoy pasando y...
-¡No desde luego que no lo sé! Pero yo solo quiero ayudarte. Si no me quieres por aquí, solo dilo, ¿Vale?
-Te quiero. Te quiero aquí, conmigo. Pero es por eso por lo que me fui.
-¿Te fuiste porque me quieres?-Me reprochó sarcásticamente.
-No es por que...
-¿Qué ocurre ahí abajo?-Preguntó una voz diferente.
Me giré, y vi que al pie de las escaleras estaba Gardenia, la chica que había encontrado ayer malherida en el bosque. Llevaba la misma ropa sucia y el pelo todavía más enmarañado. Bajaba las escaleras con pasos silenciosos y cara de aturdimiento. Volví a darme la vuelta para mirar a Rosie, pero ésta había transformado su cara de enfado en una peor todavía.
-Vaya... Parece que ya sé a lo que te has dedicado estos tres días.-Dijo apretando muchos los labios hasta convertirlos en una línea fina. Luego cogió aire y se dio la vuelta, intentando salir de casa.
-¡Rosie!-Intenté pararla.
-¡Déjame! ¡No quiero saber nada más de ti!-La ira, el odio y el dolor habían dado paso a las lágrimas. Me dio un codazo en el estómago y salió corriendo por la puerta. Me quede arrodillado en el suelo, en frente de la puerta entreabierta, viendo como Rosie corría por el sendero y se perdía entre los árboles.
-Yo... si fuese tu correría detrás de ella.-Me aconsejó Gardenia con voz firme.
Me llevé la mano al estómago y me levanté con un gran esfuerzo. ¿Alcanzaría a Rosie? Corría más que ella, de eso no tenía duda, pero ella me llevaba una gran ventaja, y además mi pierna herida no me permitía alcanzar la misma velocidad de siempre.
Corrí por el camino que atravesaba el bosque. Era un recorrido largo, y correrlo entero para alguien quien no tiene práctica te dejaba exhausto.
No me fijaba en nada. Oía voces de los primeros leñadores que habían comenzado su jornada de trabajo hace horas. Pero no escuchaba los pasos rápidos de una persona corriendo. Me detuve unos segundos para coger aire, con la espalda doblada y las manos en las rodillas. Notaba una quemazón en la pierna, pero traté de ignorarlo. Rosie era lo que importaba. Después volví a correr.
Quería ir en silencio. Quizá si ella no escuchaba nada dejaría de correr, creyendo que no iba detrás de ella. Entonces me pareció verla. Vi su pelo dorado, tan poco común en el Distrito. Caminaba lentamente, así que dejé de correr.
-¡No puedes irte sin que te dé una explicación!
Rosie se dio la vuelta. Tenía los ojos rojos y las mejillas inundadas de lágrimas.
-¿Qué explicación? Estabas con otra chica Blight...
Di unos pasos hacia ella.
-No... Hace tres días me fui al doce, para desconectar de todo. Para dejarte espacio. Porque siento que te estoy absorbiendo la vida.
-¡Es no es verdad!-Se quejó ella, andando también hacia mí.-No lo haces. Yo estoy bien. Quiero ayudarte a salir de esto. Es mucho para ti.
-No quiero que tu vida se convierta en una pesadilla... Cuando regresé, en el bosque, me encontré a Gardenia... a esa chica. Estaba siendo atacada por perros salvajes.
-¿Perros salvajes en el Distrito?-Rosie se enjuagó una lágrima.
-Lo sé, a mi también me parece raro. La ofrecí mi casa para sanarla y luego ya era muy tarde así que la dejé dormir aquí. No ha pasado nada, la conocí ayer. Te lo prometo.
Rosie miró al cielo, como si una respuesta la viniese desde allí.
-¿Sabes cual es el problema? Que no es solo esa chica... ¿Y todas las admiradoras que tienes de repente? ¿Y los Juegos?-Se mordió el labio con fuerza.-No quería decirte nada, porque sé que los Juegos es un tema que no debería de tocar... Pero... ¡Yo misma vi como te besabas con Jade! ¡No quería decírtelo! No quería decirte como la gente cuchicheaba a mis espaldas después de eso. Como me sentí. Me dolió... sí... Pero sabía que no serías lo suficientemente estúpido como para caer en sus redes.
-Rosie en los Juegos no pasó absolutamente nada. Nada.
-Lo sé... o eso quiero creer...
-Tú eres la razón por la que estoy vivo.-La dije. Ella me miró con sus fríos ojos azules.
-¿Qué?
-Lo has oído perfectamente. Tú eres la razón por la que ahora mismo estoy aquí, respirando, mirándote, sintiéndome mal. Porque en los Juegos pensaba en ti, y me decía: "Tienes que volver, por Rosie." Tú eras la que me hacía seguir adelante. -Vi como una sonrisa se dibujaba en la cara de Rosie.-Te quiero. Creí que ya lo sabías...
Rosie corrió, esta vez a mis brazos. Saltó sobre mí y me rodeó la cintura con las piernas. Luego me rodeó el cuello y me besó mientras me acariciaba el pelo. Cuando se separó, se acercó a mi oreja y me susurró algo. Volvía a llorar.
-Tengo que contarte algo... Y no te va a gustar.
6/11/2015
Johanna: Capítulo 64
Sentía como si fuese yo la que tuviese que volver a los Juegos. No dormía, no comía y no quería hablar con nadie. Tenía los nervios a flor de piel, y dirigirme la palabra no era una buena idea a no ser que quisieses una mala contestación.
Los primeros días de entrenamiento Blight de los tributos Blight me animaba acompañarle a él y a "nuestros chicos", como se refería a Willow y a Parker. Pero no podía. Cada vez que salía de la habitación y les veía un nudo se me formaba en el estómago, se me secaba la boca, se me olvida respirar y los ojos se me llenaban de lágrimas.
Volvía corriendo a mi habitación.
Finalmente, salí el día de las puntuaciones. Me senté en el sofá antes que nadie, abrazando mis rodillas hasta que todo el grupo del siete estuvo presente. Willow se había sentado en el extremo opuesto a Parker, quién estaba justo a mí lado. Él no parecía llevarlo tan mal. Al menos no tan mal como Willow. La chica tenía grandes ojeras, los ojos rojos, marcas debido al entrenamiento y agotamiento físico. Además habría que sufrir el agotamiento psicológico por el que debían de estar pasando.
Caesar hablar, pero yo no le escuchaba. Las puntuaciones de los Distritos iban apareciendo en la pantalla. Desde onces a cincos, pasando por varios ochos y nueves.
-Son buenos...-Murmuró Blight.
Willow le miró con terror, y yo le miré de tal forma que si las miradas matasen el ya estaría muerto.
-Apuesto a que luego no son tan buenos como aparentan...-Añadí para tranquilizarles.-Solo están intentando llamar la atención del público. Parker me miró con una pequeña sonrisa, pero mi amiga seguía tmblando.-Estarás bien.-La dije, y la tendí la mano. Ella la agarró con fuerza.
-Y ahora damos paso a los tributos del Distrito 7.
-¡Ya nos toca!-Dijo Parker saltando del sofá, mientras hablaban de él.
-Y el tributo masculino del Distrito 7 obtiene... un ocho.
Una alegría infinita me inundó. ¡Un ocho! ¡Era una buenísima nota!
-¡Enhorabuena!-Le dije mientras le abrazaba, y el me abrazaba a mí. Luego se separo mientras Blight le decía algo así como: "Sabía que lo harías bien"
-Y su compañera, obtiene... un cinco.
Todo queda en silencio un segundo. Parece que nadie va a reaccionar y que Willow se va a poner a llorar.
-¡Enhorabuena1-La digo, quizá con algo más de entusiasmo del que debo.
-¿Enhorabuena? ¿Con un cinco?-Me pregunta, histérica.
-No es necesaria una buena nota para ganar los Juegos, Willow.-La recuerda Blight.
-Eso es cierto...-Le respaldo.-Yo gané, y conseguí un cinco. No te preocupes por eso.
Willow suspira y se reclina en el sillón. Me quedo mirándola durante unos minutos, preocupada.
Al día siguiente, Blight me llamó temprano por la mañana. Teníamos que preparar a nuestro tributos ya que era el día de las entrevistas. Él y Minerva se habían distribuido el trabajo. Por la mañana ella estaría con Willow, y nosotros con Parker, y a la tarde del revés.
Honestamente Parker no nos llevó mucho tiempo. Él sabía como debía de comportarse, y sabía contestar a las preguntas que le hicimos bastante bien, así que después estuvimos ocupados comiendo algo.
-Echaré de menos esto, de verdad.-Dijo mientras comía un pastelito.
-Seguro que será lo que mas extrañes.-Le dije.
-No lo creo. Puede que lo segundo, pero lo primero... no.-Contestó, mirándome a los ojos.
Willow nos llevó muchísimo más tiempo. La habíamos propuesto que intentase parecer adorable, pero no hacía más que romper a carcajadas cada vez que la preguntábamos algo.
-Supongo que el humor nunca es un mal toque.-Me susurró Blight mientras Willow intentaba controlar su risa.
En las entrevistas me sitúe con Blight y Minerva en una de las primeras filas. Caesar tenía la misma sonrisa de siempre, y Blight me aseguró que era así desde sus propios Juegos. Me pregunté como sería hacer todos los años el mismo trabajo; entrevistar a veinticuatro chicos sabiendo que solo uno iba a regresar.
Los tributos del uno y del dos parecían muy sueltos, como si llevasen practicando para esta entrevista durante toda su vida. La chica del tres eligió llevar la entrevista a un ámbito más tecnológico y lleno de posibilidades, en el cual más de uno quedó con la boca abierta. La chica del cuatro llamo inmensamente la atención con su belleza. El chico del cinco contó una trágica historia de su familia y que por eso quería ganar. Los del seis no llamaron mucho la atención, y después... Willow subió temblorosa al escenario. Caesar la recibió con su amigable sonrisa y con halagos. Se sentó en la butaca al lado de él y se plancho el vestido amarillo con las manos.
Willow había dejado las risas a parte, porque ni siquiera sonreía. Contestaba seriamente a las preguntas, y en las que se sentía incómoda respondía con un "Sí" un "No" o un "Bueno..." si no tenía otra salida. Caesar hizo unos chistes y Willow sonrío débilmente. Luego el entrevistador la preguntó si estaba nerviosa, lo que ella contestó con un "Mucho", y luego sonó el gong.
-No ha estado muy bien, ¿Verdad?-Le pregunté en un susurró a Blight.
-Ha estado bien si no la comparas con la chica del cuatro o el chico del dos.
-Genial...-Suspiré. Entonces Parker entró en el escenario.
Parker parecía estar muy a gusto al lado de Caesar, como lo había estado antes con nosotros.
-Entonces, ¿Trabajas en los bosques?
-Ajá.-Afirmó Parker.-Son como mi segundo hogar. Les echo mucho de menos aquí.
-Cómo a tu familia imagino...
-Sí... Como a mi familia. Quiero ganar por ellos, ¿Sabes? No quiero ver a mis padres o a mi hermana sufrir por mí. No, no, no... Ellos no se merecen eso.
-Claro que no. Y seguro que están muy orgullosos de ti. ¿Y dime, hay alguien especial esperándote en casa?-Caesar enarcó las cejas. Sabía a lo que se refería.
-No...-Dijo Parker ruborizándose y soltando una pequeña risilla. Por un momento creí que me miraba a mi.
Alguna gente del público chilló un poco. Pero yo sentía como algo de despedazaba dentro de mi.
-Yo le dije que dijese eso...-Susurró Blight.-No sería bueno que la gente supiese que es el novio de su mentora.
Le miré de reojo.
-¿Por qué?-Pregunté confusa y algo enfadada.
-Tú hazme caso...
A la hora de subir a nuestra planta, nos dividimos. Yo subí con Willow, con los tributos del doce y su mentor, Haymitch.
-Hola...-Dije seriamente y con pocos ánimos.
-Hola.-Susurró Haymitch. La última vez que le había visto había peleado con Blight.-Has hecho una buena entrevista.-Dijo dirigiéndose a Willow.
No sabía si era sarcasmo o no.
-Igual...-Les dije a sus tributos, y salimos del ascensor en la planta siete.
Una vez allí, Willow me abrazó de repente. Yo la abracé también.
-¿Lo he hecho muy mal?-Me preguntó sollozando.
-No, claro que no...
-No voy a ganar.-Me dijo.
-No pierdas la esperanza.
-Solo soy realista.-Contestó, y luego salió corriendo a su habitación.
Willow no bajó a cenar, pese a las insistencias de todo el mundo. El salón quedó despejado muy pronto.
Estaba en mi habitación, no durmiendo porque sabía que no lo haría, cuando Parker bajó gritando por las escaleras.
Abrí la puerta de mi habitación para encontrarme con él. Tenía los ojos muy abirtos, y parecía asustado.
-¡Johanna! ¡Johanna! ¡Es Willow! ¡Willow se ha tirado! ¡Se ha tirado por la ventana! ¡Está muerta!
Los primeros días de entrenamiento Blight de los tributos Blight me animaba acompañarle a él y a "nuestros chicos", como se refería a Willow y a Parker. Pero no podía. Cada vez que salía de la habitación y les veía un nudo se me formaba en el estómago, se me secaba la boca, se me olvida respirar y los ojos se me llenaban de lágrimas.
Volvía corriendo a mi habitación.
Finalmente, salí el día de las puntuaciones. Me senté en el sofá antes que nadie, abrazando mis rodillas hasta que todo el grupo del siete estuvo presente. Willow se había sentado en el extremo opuesto a Parker, quién estaba justo a mí lado. Él no parecía llevarlo tan mal. Al menos no tan mal como Willow. La chica tenía grandes ojeras, los ojos rojos, marcas debido al entrenamiento y agotamiento físico. Además habría que sufrir el agotamiento psicológico por el que debían de estar pasando.
Caesar hablar, pero yo no le escuchaba. Las puntuaciones de los Distritos iban apareciendo en la pantalla. Desde onces a cincos, pasando por varios ochos y nueves.
-Son buenos...-Murmuró Blight.
Willow le miró con terror, y yo le miré de tal forma que si las miradas matasen el ya estaría muerto.
-Apuesto a que luego no son tan buenos como aparentan...-Añadí para tranquilizarles.-Solo están intentando llamar la atención del público. Parker me miró con una pequeña sonrisa, pero mi amiga seguía tmblando.-Estarás bien.-La dije, y la tendí la mano. Ella la agarró con fuerza.
-Y ahora damos paso a los tributos del Distrito 7.
-¡Ya nos toca!-Dijo Parker saltando del sofá, mientras hablaban de él.
-Y el tributo masculino del Distrito 7 obtiene... un ocho.
Una alegría infinita me inundó. ¡Un ocho! ¡Era una buenísima nota!
-¡Enhorabuena!-Le dije mientras le abrazaba, y el me abrazaba a mí. Luego se separo mientras Blight le decía algo así como: "Sabía que lo harías bien"
-Y su compañera, obtiene... un cinco.
Todo queda en silencio un segundo. Parece que nadie va a reaccionar y que Willow se va a poner a llorar.
-¡Enhorabuena1-La digo, quizá con algo más de entusiasmo del que debo.
-¿Enhorabuena? ¿Con un cinco?-Me pregunta, histérica.
-No es necesaria una buena nota para ganar los Juegos, Willow.-La recuerda Blight.
-Eso es cierto...-Le respaldo.-Yo gané, y conseguí un cinco. No te preocupes por eso.
Willow suspira y se reclina en el sillón. Me quedo mirándola durante unos minutos, preocupada.
Al día siguiente, Blight me llamó temprano por la mañana. Teníamos que preparar a nuestro tributos ya que era el día de las entrevistas. Él y Minerva se habían distribuido el trabajo. Por la mañana ella estaría con Willow, y nosotros con Parker, y a la tarde del revés.
Honestamente Parker no nos llevó mucho tiempo. Él sabía como debía de comportarse, y sabía contestar a las preguntas que le hicimos bastante bien, así que después estuvimos ocupados comiendo algo.
-Echaré de menos esto, de verdad.-Dijo mientras comía un pastelito.
-Seguro que será lo que mas extrañes.-Le dije.
-No lo creo. Puede que lo segundo, pero lo primero... no.-Contestó, mirándome a los ojos.
Willow nos llevó muchísimo más tiempo. La habíamos propuesto que intentase parecer adorable, pero no hacía más que romper a carcajadas cada vez que la preguntábamos algo.
-Supongo que el humor nunca es un mal toque.-Me susurró Blight mientras Willow intentaba controlar su risa.
En las entrevistas me sitúe con Blight y Minerva en una de las primeras filas. Caesar tenía la misma sonrisa de siempre, y Blight me aseguró que era así desde sus propios Juegos. Me pregunté como sería hacer todos los años el mismo trabajo; entrevistar a veinticuatro chicos sabiendo que solo uno iba a regresar.
Los tributos del uno y del dos parecían muy sueltos, como si llevasen practicando para esta entrevista durante toda su vida. La chica del tres eligió llevar la entrevista a un ámbito más tecnológico y lleno de posibilidades, en el cual más de uno quedó con la boca abierta. La chica del cuatro llamo inmensamente la atención con su belleza. El chico del cinco contó una trágica historia de su familia y que por eso quería ganar. Los del seis no llamaron mucho la atención, y después... Willow subió temblorosa al escenario. Caesar la recibió con su amigable sonrisa y con halagos. Se sentó en la butaca al lado de él y se plancho el vestido amarillo con las manos.
Willow había dejado las risas a parte, porque ni siquiera sonreía. Contestaba seriamente a las preguntas, y en las que se sentía incómoda respondía con un "Sí" un "No" o un "Bueno..." si no tenía otra salida. Caesar hizo unos chistes y Willow sonrío débilmente. Luego el entrevistador la preguntó si estaba nerviosa, lo que ella contestó con un "Mucho", y luego sonó el gong.
-No ha estado muy bien, ¿Verdad?-Le pregunté en un susurró a Blight.
-Ha estado bien si no la comparas con la chica del cuatro o el chico del dos.
-Genial...-Suspiré. Entonces Parker entró en el escenario.
Parker parecía estar muy a gusto al lado de Caesar, como lo había estado antes con nosotros.
-Entonces, ¿Trabajas en los bosques?
-Ajá.-Afirmó Parker.-Son como mi segundo hogar. Les echo mucho de menos aquí.
-Cómo a tu familia imagino...
-Sí... Como a mi familia. Quiero ganar por ellos, ¿Sabes? No quiero ver a mis padres o a mi hermana sufrir por mí. No, no, no... Ellos no se merecen eso.
-Claro que no. Y seguro que están muy orgullosos de ti. ¿Y dime, hay alguien especial esperándote en casa?-Caesar enarcó las cejas. Sabía a lo que se refería.
-No...-Dijo Parker ruborizándose y soltando una pequeña risilla. Por un momento creí que me miraba a mi.
Alguna gente del público chilló un poco. Pero yo sentía como algo de despedazaba dentro de mi.
-Yo le dije que dijese eso...-Susurró Blight.-No sería bueno que la gente supiese que es el novio de su mentora.
Le miré de reojo.
-¿Por qué?-Pregunté confusa y algo enfadada.
-Tú hazme caso...
A la hora de subir a nuestra planta, nos dividimos. Yo subí con Willow, con los tributos del doce y su mentor, Haymitch.
-Hola...-Dije seriamente y con pocos ánimos.
-Hola.-Susurró Haymitch. La última vez que le había visto había peleado con Blight.-Has hecho una buena entrevista.-Dijo dirigiéndose a Willow.
No sabía si era sarcasmo o no.
-Igual...-Les dije a sus tributos, y salimos del ascensor en la planta siete.
Una vez allí, Willow me abrazó de repente. Yo la abracé también.
-¿Lo he hecho muy mal?-Me preguntó sollozando.
-No, claro que no...
-No voy a ganar.-Me dijo.
-No pierdas la esperanza.
-Solo soy realista.-Contestó, y luego salió corriendo a su habitación.
Willow no bajó a cenar, pese a las insistencias de todo el mundo. El salón quedó despejado muy pronto.
Estaba en mi habitación, no durmiendo porque sabía que no lo haría, cuando Parker bajó gritando por las escaleras.
Abrí la puerta de mi habitación para encontrarme con él. Tenía los ojos muy abirtos, y parecía asustado.
-¡Johanna! ¡Johanna! ¡Es Willow! ¡Willow se ha tirado! ¡Se ha tirado por la ventana! ¡Está muerta!
6/09/2015
Blight: Capítulo 46
¡Hola! Hoy, debido al estreno del teaser trailer de Sinsajo parte 2 me he dicho que tenía que publicar un capítulo. Y es que estoy muy emocionada por esta película aunque tenga sentimientos contradictorios. Creo que va a ser una película increíble, y aunque quiero que llegue el día de verla por fin, me da pena porque va a ser como el final de una parte de mi vida. no sé si me entendeis, pero espero que si jajaja, y bueno, que aquí os dejo el nuevo capítulo. ¡Disfrutadlo!
Solo tarde un par de días en regresar de nuevo al siete. Los días que había estado con Haymitch había aprendido varias cosas. Me había desahogado, él también lo había hecho, y habíamos compartidos nuestros miedos. Ambos teníamos pesadillas por las noches, pero ninguno de los dos nos enterábamos de los sufrimientos del otro. Por la mañana, yo le escondía la bebida a Haymitch, y el se quedaba con mi cuchillo. Los dos permanecimos nerviosos durante todo el día... Hasta que regresé. El me devolvió mi cuchillo y yo le dije donde había guardado el alcohol.
El cielo tenía un tono rojizo cuando el tren llegó a la estación. No había llevado muchas cosas al doce, por lo que solo llevaba una mochila. Me la eché al hombro y emprendí el camino hacia la Aldea de los Vencedores.
Se podía respirar el ambiente cálido en el Distrito, que indicaba que ya estábamos a mediados de verano. Una brisa fría hacía mover las hojas de los árboles del bosque. Todo estaba en calma. Como a mi me gustaba. Podía sentirme seguro, y era la primera vez que pensaba eso desde que había regresado del Capitolio como vencedor de los Juegos. Quizá las cosas iban a cambiar y Haymitch tenía razón. El pasado ya está hecho y ahora tenía que mirar hacia el frente.
Un grito cortó el aire. La brisa paró de repente, el sol empezó a esconderse más rápido, la tranquilidad se esfumó. De nuevo, otro grito. Di una vuelta sobre mis pies mientras agarraba con fuerza mi cuchillo. Otra vez sentía que estaba en peligro. El grito se vuelve a escuchar, y yo corrí en la dirección de la que provenía.
-¿Rosie?-Grité sin pensar. ¿Y si Rosie estaba en peligro?- ¿Hola?
-¡Socorro!-Gritó la voz, que esta vez se escuchaba más cerca.
Me adentré en el bosque a toda velocidad, apartando las ramas y las hojas que me entorpecían la vista y el camino. Me guié por los gritos, y no tardé mucho en encontrarme el problema.
Un animal bastante grande estaba apoyado sobre las patas traseras, intentando alcanzar a una chica que estaba subida en el árbol. El animal se giró hacia mí, olvidando a su presa inalcanzable. Era un perro salvaje. ¿Cómo había entrado en el Distrito? Le apunté con mi cuchillo y separé las piernas, preparado para luchar.
El perro se abalanzó sobre mí con un gran salto, y cuando me quise dar cuenta estaba en el suelo, soportando su peso y con su gran boca y sus dientes afilados a solo unos centímetros de mi cara. No podía con el, y había perdido mi cuchillo. De repente el perro se desplomó sobre mí. Pesaba muchísimo pero conseguí quitármelo de encima. lo observé durante un instante. Su pelaje de color canela estaba manchado de sangre a causa de una herida creada por un hacha que había en su espalda. Observé a la chica, que se encontraba jadeando al otro lado del perro. Era alta, tenía el pelo moreno y enmarañado y la ropa bastante sucia. Se acercó al hacha con cuidado y la sacó del perro. Me agaché y busqué mi cuchillo rápidamente. No me fiaba de ella. No me fiaba de nadie con ningún arma.
Los dos nos quedamos en silencio, mirándonos. Había anochecido bastante.
-¿Estás bien?-La pregunté finalmente.
-Sí... Gracias.-Dijo con voz temblorosa.-¿Y tú?
-Yo estoy bien. ¿Cómo...?
-No lo sé.-La chica pareció leerme la mente.- Había vuelto al bosque después del final de la jornada y estaba aquí. Me subí a un árbol porque estaba asustada...
La miré bien. Tenía una manda de su chaqueta deshilachada y manchada de sangre.
-Estás sangrando.
-Es solo un arañazo. No es nada...
Me acerqué a ella sin guardar el cuchillo y la miré el brazo. No veía muy bien, pero no tenía buena pinta.
-Ven a mi casa, te ayudaré a curar eso.
-No... Mis padres se preocuparán si no llego a casa antes del toque de queda.
-Quedan minutos para el toque de queda.-La dije.
La chica me miró asustada, y luego levantó la vista al cielo.
-Esta bien. -Dijo finalmente.
Regresamos al sendero. Estaba todo tan oscuro que ni siquiera veía el camino, aún así, llegamos a la Aldea de los Vencedores gracias a las luces que desprendían las casas de Ray y Jara.
En casa todo estaba tan tranquilo como lo había estado el bosque antes del chillido de la chica. Subimos al baño y saqué la cajita de primeros auxilios. La verdad es que no tenía mucha idea de curar este tipo de heridas, pero era mejor que nada.
-Por cierto, me llamo Blight Oa...
-Sé quién eres. Todo el mundo lo sabe. El nuevo ganador, ¿no?
-Sí, bueno...-Dije mientras la curaba el brazo.
-Yo me llamo Gardenia. Gardenia Blackwood.-Levanté la vista para mirarla y me encontré con sus grandes ojos marrones.-Mi hermano me dijo que eras un idiota. Pero no lo pareces...
-Gracias, supongo...-Sonreí un poco.-Ya está.
-¡Genial! ¿Y ahora que hago? No puedo volver hasta el Distrito ahora. esta lejísimos y el toque de queda...
-Puedes quedarte aquí si quieres.-La contesté, sintiéndome que me sonrojaba. No solía ser muy atrevido.-Quédate en la habitación que está justo en frente de esta. Yo dormiré abajo.
-Vale.-Respondió Gardenia, saliendo antes que yo. pero poco antes de cruzar la puerta se giró.-Y muchísimas gracias.
Luego se metió en mi habitación y cerró la puerta.
Estaba bien entrada la madrugada cuando yo estaba en el salón mirado a la nada. No quería dormir. no quería que volviesen las pesadillas. Hoy había sido un día bien raro. Había vuelto al siete, (¿Alguien se abría dado cuenta de que me había ido?), había luchado contra un perro salvaje que no tenía ni idea de como había entrado, y había conocido a una chica misteriosa que lo único que sabía de ella era su nombre... Finalmente, todos estos sueños me sumieron en un profundo sueño.
Había soñado. Podía sentir todavía el cuchillo desgarrándome la piel mientras me mordía los labios con fuerza, hasta sangrar, por evitar chillar. Pero la persona que llamaba a la puerta con fuerza me había despertado de la pesadilla. Me levanté del sofá y abrí la puerta. Me encontré de cara con Rosie, quién tenía cara de enfado.
-¿Así que por fin te has dignado a volver?-Me espetó, antes de colarse con rapidez en mi casa entre el marco de la puerta y mi brazo.
La miré sin saber que decir.
Solo tarde un par de días en regresar de nuevo al siete. Los días que había estado con Haymitch había aprendido varias cosas. Me había desahogado, él también lo había hecho, y habíamos compartidos nuestros miedos. Ambos teníamos pesadillas por las noches, pero ninguno de los dos nos enterábamos de los sufrimientos del otro. Por la mañana, yo le escondía la bebida a Haymitch, y el se quedaba con mi cuchillo. Los dos permanecimos nerviosos durante todo el día... Hasta que regresé. El me devolvió mi cuchillo y yo le dije donde había guardado el alcohol.
El cielo tenía un tono rojizo cuando el tren llegó a la estación. No había llevado muchas cosas al doce, por lo que solo llevaba una mochila. Me la eché al hombro y emprendí el camino hacia la Aldea de los Vencedores.
Se podía respirar el ambiente cálido en el Distrito, que indicaba que ya estábamos a mediados de verano. Una brisa fría hacía mover las hojas de los árboles del bosque. Todo estaba en calma. Como a mi me gustaba. Podía sentirme seguro, y era la primera vez que pensaba eso desde que había regresado del Capitolio como vencedor de los Juegos. Quizá las cosas iban a cambiar y Haymitch tenía razón. El pasado ya está hecho y ahora tenía que mirar hacia el frente.
Un grito cortó el aire. La brisa paró de repente, el sol empezó a esconderse más rápido, la tranquilidad se esfumó. De nuevo, otro grito. Di una vuelta sobre mis pies mientras agarraba con fuerza mi cuchillo. Otra vez sentía que estaba en peligro. El grito se vuelve a escuchar, y yo corrí en la dirección de la que provenía.
-¿Rosie?-Grité sin pensar. ¿Y si Rosie estaba en peligro?- ¿Hola?
-¡Socorro!-Gritó la voz, que esta vez se escuchaba más cerca.
Me adentré en el bosque a toda velocidad, apartando las ramas y las hojas que me entorpecían la vista y el camino. Me guié por los gritos, y no tardé mucho en encontrarme el problema.
Un animal bastante grande estaba apoyado sobre las patas traseras, intentando alcanzar a una chica que estaba subida en el árbol. El animal se giró hacia mí, olvidando a su presa inalcanzable. Era un perro salvaje. ¿Cómo había entrado en el Distrito? Le apunté con mi cuchillo y separé las piernas, preparado para luchar.
El perro se abalanzó sobre mí con un gran salto, y cuando me quise dar cuenta estaba en el suelo, soportando su peso y con su gran boca y sus dientes afilados a solo unos centímetros de mi cara. No podía con el, y había perdido mi cuchillo. De repente el perro se desplomó sobre mí. Pesaba muchísimo pero conseguí quitármelo de encima. lo observé durante un instante. Su pelaje de color canela estaba manchado de sangre a causa de una herida creada por un hacha que había en su espalda. Observé a la chica, que se encontraba jadeando al otro lado del perro. Era alta, tenía el pelo moreno y enmarañado y la ropa bastante sucia. Se acercó al hacha con cuidado y la sacó del perro. Me agaché y busqué mi cuchillo rápidamente. No me fiaba de ella. No me fiaba de nadie con ningún arma.
Los dos nos quedamos en silencio, mirándonos. Había anochecido bastante.
-¿Estás bien?-La pregunté finalmente.
-Sí... Gracias.-Dijo con voz temblorosa.-¿Y tú?
-Yo estoy bien. ¿Cómo...?
-No lo sé.-La chica pareció leerme la mente.- Había vuelto al bosque después del final de la jornada y estaba aquí. Me subí a un árbol porque estaba asustada...
La miré bien. Tenía una manda de su chaqueta deshilachada y manchada de sangre.
-Estás sangrando.
-Es solo un arañazo. No es nada...
Me acerqué a ella sin guardar el cuchillo y la miré el brazo. No veía muy bien, pero no tenía buena pinta.
-Ven a mi casa, te ayudaré a curar eso.
-No... Mis padres se preocuparán si no llego a casa antes del toque de queda.
-Quedan minutos para el toque de queda.-La dije.
La chica me miró asustada, y luego levantó la vista al cielo.
-Esta bien. -Dijo finalmente.
Regresamos al sendero. Estaba todo tan oscuro que ni siquiera veía el camino, aún así, llegamos a la Aldea de los Vencedores gracias a las luces que desprendían las casas de Ray y Jara.
En casa todo estaba tan tranquilo como lo había estado el bosque antes del chillido de la chica. Subimos al baño y saqué la cajita de primeros auxilios. La verdad es que no tenía mucha idea de curar este tipo de heridas, pero era mejor que nada.
-Por cierto, me llamo Blight Oa...
-Sé quién eres. Todo el mundo lo sabe. El nuevo ganador, ¿no?
-Sí, bueno...-Dije mientras la curaba el brazo.
-Yo me llamo Gardenia. Gardenia Blackwood.-Levanté la vista para mirarla y me encontré con sus grandes ojos marrones.-Mi hermano me dijo que eras un idiota. Pero no lo pareces...
-Gracias, supongo...-Sonreí un poco.-Ya está.
-¡Genial! ¿Y ahora que hago? No puedo volver hasta el Distrito ahora. esta lejísimos y el toque de queda...
-Puedes quedarte aquí si quieres.-La contesté, sintiéndome que me sonrojaba. No solía ser muy atrevido.-Quédate en la habitación que está justo en frente de esta. Yo dormiré abajo.
-Vale.-Respondió Gardenia, saliendo antes que yo. pero poco antes de cruzar la puerta se giró.-Y muchísimas gracias.
Luego se metió en mi habitación y cerró la puerta.
Estaba bien entrada la madrugada cuando yo estaba en el salón mirado a la nada. No quería dormir. no quería que volviesen las pesadillas. Hoy había sido un día bien raro. Había vuelto al siete, (¿Alguien se abría dado cuenta de que me había ido?), había luchado contra un perro salvaje que no tenía ni idea de como había entrado, y había conocido a una chica misteriosa que lo único que sabía de ella era su nombre... Finalmente, todos estos sueños me sumieron en un profundo sueño.
Había soñado. Podía sentir todavía el cuchillo desgarrándome la piel mientras me mordía los labios con fuerza, hasta sangrar, por evitar chillar. Pero la persona que llamaba a la puerta con fuerza me había despertado de la pesadilla. Me levanté del sofá y abrí la puerta. Me encontré de cara con Rosie, quién tenía cara de enfado.
-¿Así que por fin te has dignado a volver?-Me espetó, antes de colarse con rapidez en mi casa entre el marco de la puerta y mi brazo.
La miré sin saber que decir.
6/08/2015
Johanna: Capítulo 63
Aquella noche las pesadillas volvieron, como de costumbre. Creí que me había despertado antes que nadie, pero cuando salí, Parker y Willow ya estaban despiertos. No me resultó extraño.
-Buenos días...-Les dije.-Siento molestar....
-No molestas.-Me contestó Parker. Yo les respondí con una sonrisa y salí de aquel compartimento. iba a ser un día muy largo, y además, muy duro para ellos. Las primeras impresiones siempre eran muy importantes.
Un poco antes de llegar al Capitolio, Blight nos reunió a los cuatro.
-Recordad una cosa, vosotros dos.-Señaló a Parker y a Willow.-Hoy es un día importante, porque hoy empiezan los Juegos.-Los dos tributos se pusieron blancos como la cera. Blight lo notó, y continúo.- No, ésto no es una emboscada. Hoy no vais a salir a la arena. Pero hoy todo Panem empezará a juzgar y a elegir a sus favoritos. Así que tened cuidado. Quizá una sonrisa pueda ganaros algún patrocinador, y una mueca de asco os haga morir. Más os vale actuar lo mejor que sepáis.
-Tiene razón.-Les dije.-Por muy estúpidos que os parezcan sus consejos, seguidlos.
Cuando el tren paró, bajé detrás de Willow y Parker, acompañada de Blight. Fuimos engullidos por una masa de personas vestidas de colores brillantes.
-¡Johanna!
-¡Fírmame un autógrafo Johanna!
¡Te quiero Johanna!
Gritaban todas las voces.
A pesar de que mis Juegos habían sido ya hace un año, todos estaban encantados de volver a verme.
No les hice caso. Ese era mi papel en todo esto, ignorarlos y convertirme en una persona fría y dura, aunque cada vez me costaba menos.
Blight y yo subimos a la planta 7 del Edificio de los Tributos mientras willow y Parker eran preparados para el Desfile. Estaba nerviosa. No paraba de dar vueltas por la planta mientras Blight bebía y se reía de mi.
-¿Sabes que por más vueltas que des no les vas a ayudar en nada?-Me recordaba.
-¡Cállate!
-Vale, vale... Me callo... Te has tomado muy a pecho tu personaje.
-¿Sabes cómo va a ser la arena?-Pregunté esperanzada, cambiando de tema.
-Ojalá. No tengo ni idea.
-¿Ninguna idea?
-No...-Admitió Blight.-Pero creo que son muy aficionados por los bosques y ese tipo de cosas. Es lo que más abunda.
-El año pasado no había ni un árbol.
-He dicho que es lo que más abunda, no lo que siempre ponen...-Refunfuñó.
Me senté a su lado en el sofá.
-Tengo miedo y me siento impotente.
Blight se disponía ha hablar hasta que Vibia, mi estilista y ahora estilista de mis tributos, entró en la habitación.
-¡Tengo los trajeees!-Anunció con voz cantarina.
Bligh y yo la miramos a la vez. Tenía un modelo en un cuaderno. Nos lo enseñó emocionada. No me hizo falta mirarlo ni dos segundos.
-¿Árboles? ¿Otra vez?
-Es el Distrito 7...-Dijo, pero esta vez su voz musical había sido sustituida por una triste.- Madera. El traje tiene que concordar con el vestido.
-Y tiene que ser de árbol.-Protesté.
-Johanna...-Intentó calmarme Blight.
-Así es más difícil. ¡Así no llamarán la atención! ¡Tienes que cambiarlo Vibia!
-¿Ahora? ¡No hay tiempo!-Me dijo Vibia.
Empecé a hiperventilar.
¿Cómo iban a llamar la atención así?
A la hora del desfile, bajé junto a Blight. Me sentía realmente enfadada. El Distrito 7 siempre perdía porque sus tributos no llamaban suficientemente la atención. Y porque los profesionales llevaban practicando toda su vida para esto. ¿Es que Snow no se daba cuenta?
Los tributos del 1 y del 2 estaban impresionantes.
Mis tributos montaron en sus carros y emprendieron su camino por la ciudad.
Me parecía que el día había concluido demasiado rápido. En cinco como éstos, Parker y Willow irían a la arena, y al menos uno de ellos no volvería nunca.
-Buenos días...-Les dije.-Siento molestar....
-No molestas.-Me contestó Parker. Yo les respondí con una sonrisa y salí de aquel compartimento. iba a ser un día muy largo, y además, muy duro para ellos. Las primeras impresiones siempre eran muy importantes.
Un poco antes de llegar al Capitolio, Blight nos reunió a los cuatro.
-Recordad una cosa, vosotros dos.-Señaló a Parker y a Willow.-Hoy es un día importante, porque hoy empiezan los Juegos.-Los dos tributos se pusieron blancos como la cera. Blight lo notó, y continúo.- No, ésto no es una emboscada. Hoy no vais a salir a la arena. Pero hoy todo Panem empezará a juzgar y a elegir a sus favoritos. Así que tened cuidado. Quizá una sonrisa pueda ganaros algún patrocinador, y una mueca de asco os haga morir. Más os vale actuar lo mejor que sepáis.
-Tiene razón.-Les dije.-Por muy estúpidos que os parezcan sus consejos, seguidlos.
Cuando el tren paró, bajé detrás de Willow y Parker, acompañada de Blight. Fuimos engullidos por una masa de personas vestidas de colores brillantes.
-¡Johanna!
-¡Fírmame un autógrafo Johanna!
¡Te quiero Johanna!
Gritaban todas las voces.
A pesar de que mis Juegos habían sido ya hace un año, todos estaban encantados de volver a verme.
No les hice caso. Ese era mi papel en todo esto, ignorarlos y convertirme en una persona fría y dura, aunque cada vez me costaba menos.
Blight y yo subimos a la planta 7 del Edificio de los Tributos mientras willow y Parker eran preparados para el Desfile. Estaba nerviosa. No paraba de dar vueltas por la planta mientras Blight bebía y se reía de mi.
-¿Sabes que por más vueltas que des no les vas a ayudar en nada?-Me recordaba.
-¡Cállate!
-Vale, vale... Me callo... Te has tomado muy a pecho tu personaje.
-¿Sabes cómo va a ser la arena?-Pregunté esperanzada, cambiando de tema.
-Ojalá. No tengo ni idea.
-¿Ninguna idea?
-No...-Admitió Blight.-Pero creo que son muy aficionados por los bosques y ese tipo de cosas. Es lo que más abunda.
-El año pasado no había ni un árbol.
-He dicho que es lo que más abunda, no lo que siempre ponen...-Refunfuñó.
Me senté a su lado en el sofá.
-Tengo miedo y me siento impotente.
Blight se disponía ha hablar hasta que Vibia, mi estilista y ahora estilista de mis tributos, entró en la habitación.
-¡Tengo los trajeees!-Anunció con voz cantarina.
Bligh y yo la miramos a la vez. Tenía un modelo en un cuaderno. Nos lo enseñó emocionada. No me hizo falta mirarlo ni dos segundos.
-¿Árboles? ¿Otra vez?
-Es el Distrito 7...-Dijo, pero esta vez su voz musical había sido sustituida por una triste.- Madera. El traje tiene que concordar con el vestido.
-Y tiene que ser de árbol.-Protesté.
-Johanna...-Intentó calmarme Blight.
-Así es más difícil. ¡Así no llamarán la atención! ¡Tienes que cambiarlo Vibia!
-¿Ahora? ¡No hay tiempo!-Me dijo Vibia.
Empecé a hiperventilar.
¿Cómo iban a llamar la atención así?
A la hora del desfile, bajé junto a Blight. Me sentía realmente enfadada. El Distrito 7 siempre perdía porque sus tributos no llamaban suficientemente la atención. Y porque los profesionales llevaban practicando toda su vida para esto. ¿Es que Snow no se daba cuenta?
Los tributos del 1 y del 2 estaban impresionantes.
Mis tributos montaron en sus carros y emprendieron su camino por la ciudad.
Me parecía que el día había concluido demasiado rápido. En cinco como éstos, Parker y Willow irían a la arena, y al menos uno de ellos no volvería nunca.
Algo Nuevo
¡Hola tributos! Hoy vengo a presentaros algo nuevo que me hace mucha ilusión. Llevo meses pensando en esta idea, y ahora que llega el verano he decidido hacerla realidad.
Me encanta escribir historias, así que cuando se me ocurrió esta decidí publicarla en un blog. Primero, porque quería que la gente la pudiese leer, y segundo porque así me obligaba un poco a continuarla. Así que esa es mi nueva noticia, tengo un blog nuevo con una historia completamente diferente a las que estoy escribiendo de Johanna y Blight.
El blog es: http://aquaamissa.blogspot.com.es/
Así que si os pasáis estaré muy agradecida.
Os dejo aquí la sinopsis para que veáis de que va:
Nosotros cambiamos.
El mundo también.
A veces para bien, a veces para mal.
Jake Rowland tiene 17 años y no está muy contento con la vida que le ha tocado vivir. Sumido en la culpabilidad desde una corta edad se enfrentará a las leyes de un mundo en el que el agua es un bien escaso para recuperar el amor de su familia.
¡Así que espero que os animéis a pasaros!
¡Muchas gracias por leer!
Me encanta escribir historias, así que cuando se me ocurrió esta decidí publicarla en un blog. Primero, porque quería que la gente la pudiese leer, y segundo porque así me obligaba un poco a continuarla. Así que esa es mi nueva noticia, tengo un blog nuevo con una historia completamente diferente a las que estoy escribiendo de Johanna y Blight.
El blog es: http://aquaamissa.blogspot.com.es/
Así que si os pasáis estaré muy agradecida.
Os dejo aquí la sinopsis para que veáis de que va:
Nosotros cambiamos.
El mundo también.
A veces para bien, a veces para mal.
Jake Rowland tiene 17 años y no está muy contento con la vida que le ha tocado vivir. Sumido en la culpabilidad desde una corta edad se enfrentará a las leyes de un mundo en el que el agua es un bien escaso para recuperar el amor de su familia.
¡Así que espero que os animéis a pasaros!
¡Muchas gracias por leer!
6/02/2015
Blight: Capítulo 45
-Siento que esto no es para mí. Que todo el mundo me conozca y me juzgue. Lo odio. La gente a la que quiero o se apartan de mi, o se hunden conmigo. Lo estoy viendo. Les hago daño a todos los que alguna vez estuvieron cerca de mi vida. Atraigo a las cámaras, y en el Capitolio me adoran, ¿Pero que más dará eso? La vida que me han construido en el Capitolio es artificial porque no puedo actuar como yo mismo. No me siento cómodo delante de las cámaras, sin embargo están siempre al acecho. Últimamente no las he visto mucho... mejor. Luego están los recuerdos. No hago más que pensar que sigo en los Juegos, de pensar en como maté a Jade, a Blade, al chico del ocho... como no fui capaz de proteger a mi hermana.-Dudé un segundo de si contarle a Haymitch sobre mis alucinaciones de Cloe en el cementerio, pero finalmente lo dejé pasar.- El otro día tres chicos del Distrito tuvieron una pelea conmigo. Me llamaron asesino. Duele, porque es verdad. No quiero escuchar la verdad aunque tampoco los halagos del Capitolio. Mis amigos... los que antes eran mis amigos... ya no quieren verme con ellos. Rosie cada vez está más preocupada por mí y veo como la consumo la vida. ¡No sé que hacer para que ella esté bien! Ahora mismo es la única que me importa, porque se merece un final feliz. No se merece sufrir por mi culpa. Y estoy atrayéndola hacia mí cada vez más, en vez de dejarla ir como debería de hacer. Pero siento que si la dejo ir, ese será mi fin.
Haymitch escuchaba atentamente sin mover ni un músculo. Cuando terminé de hablar, se dio la vuelta y se quedó mirando a la nada durante un rato.
-Quiero ayudarte porque me recuerdas a mí, y no quiero que cometas los mismos errores que yo.-Dijo dándose la vuelta y mirándome a los ojos.-La gente te odiará o te amará, pero eso siempre ha sido así. Incluso antes de que ganases los Juegos. Sé tu mismo, lo que los demás pienses debería de importarte entre menos y nada. Si tus amigos han decidido abandonarte igual es que realmente no les importabas, ¿no crees?
-O que me tienen miedo.-Añadí.
-También. Pero, ¿hace falta recordarles que en los Juegos del Hambre se va a matar y no a hacer amigos? Hiciste lo necesario para salir, y punto. No te comas la cabeza con eso. Rosie, ¿es tu novia? -Asentí rápido.- Si ella te hace feliz, no la dejes...-Terminó Haymitch dirigiendo la vista al suelo con una mirada sombría.-Espero que esos sean tus menores problemas... Ya podían haber sido esos los míos. -El silencio lo invadió todo por un segundo.-Sé que te estas preguntando cuales eran los míos.
-¿Cuáles eran?-Susurré con curiosidad.
Haymitch se rió con fuerza. Pero no era una risa de felicidad. Era una risa de tristeza acompañada de sarcasmo.
-Jamás, por nada del mundo, confíes en el Presidente. El te prometerá cualquier cosa siempre y cuando hagas lo que el desea. Siempre y cuando siga teniendo a los Distritos sometidos. Ojalá tu tengas la suerte que yo no tuve y sepas como actuar.
-No comprendo...-Admití. ¿Qué quería decirme Haymitch con todo eso de no confiar en el Presidente? Sabía que en los Distritos no le tenían cariño, pero no entendía nada.
Haymitch suspiró.
-Tu vives solo porque quieres, ¿Verdad?
-¿Cómo sabes que...?-Quise preguntar, pero Haymitch me cortó con un gesto de mano.
-Yo era un chico normal como tú. Tenía a mis padres, a mi novia, e incluso a un hermano pequeño. ¿No se te hace raro que no les hayas visto nunca por televisión después de mis Juegos?-Haymitch sonrió de manera incómoda.-¿No te has preguntado por que me enganche de repente al alcohol?-Dio un puñetazo al tronco de un árbol que había a su lado.- Snow me tenía un poco de asco por el numerito que había montado en los Juegos, y tenía planes para mi. Siempre tiene planes. Y yo me negué a hacer sus sueños realidad. Y lo pagué... ¡Vaya si lo pagué! Fue poco a poco. Primero mi novia. La encontraron cubierta de una gruesa capa de nieve en la noche más fría del año. Luego mi hermano, cerca de la valla, la cual nunca está electrificada excepto aquel día, algo muy curioso. Y luego mi madre. Castigo por parte de los Agentes de la Paz, cuando aquí, nunca se usan los castigos.
Me resultaba tan raro escuchar hablar a Haymitch de las muertes de sus seres queridos... como si nunca los hubiese conocido o estuviese hablando en tercera persona.
-¿Eso les pasa a todos los vencedores?-Pregunté con voz trémula. No quería admitirlo, pero estaba temblando de miedo. ¿De verdad era capaz el Presidente de hacer algo así?
-No a todos... Ya te he dicho, a mi me tenía asco por ser más listo que sus estúpidos Juegos. Pero algún día, llegará alguien a los Juegos que sea mucho más listo que yo, y le desmorone su imperio por completo.-Sonrío, y esta vez de verdad.-¿Sabes? Lo bueno de ser vencedor es que a ti nunca te hará daño, porque quiere que sufras, y la muerte es demasiado rápida para sufrirla. Así que debes de superarte a ti mismo tantas veces, que a veces ya no sientes dolor.
-Tengo miedo.-Musité.
-Mientras hagas todo bien, no te pasará nada. Creéme. No todos los vencedores están solos. No todos han perdido a toda su familia. No todos están enganchados a la bebida.-Haymitch me pasó un brazo por los hombros.-Creo que tu y yo nos vamos a llevar verdaderamente bien. Nunca antes le había contado esto a nadie.
Le miré, mientras caminábamos de vuelta a su casa.
-Te ayudaré en todo lo que pueda. De verdad. Si alguna ve tienes un problema, avísame. Sea lo que sea.-Le prometí.
Haymitch escuchaba atentamente sin mover ni un músculo. Cuando terminé de hablar, se dio la vuelta y se quedó mirando a la nada durante un rato.
-Quiero ayudarte porque me recuerdas a mí, y no quiero que cometas los mismos errores que yo.-Dijo dándose la vuelta y mirándome a los ojos.-La gente te odiará o te amará, pero eso siempre ha sido así. Incluso antes de que ganases los Juegos. Sé tu mismo, lo que los demás pienses debería de importarte entre menos y nada. Si tus amigos han decidido abandonarte igual es que realmente no les importabas, ¿no crees?
-O que me tienen miedo.-Añadí.
-También. Pero, ¿hace falta recordarles que en los Juegos del Hambre se va a matar y no a hacer amigos? Hiciste lo necesario para salir, y punto. No te comas la cabeza con eso. Rosie, ¿es tu novia? -Asentí rápido.- Si ella te hace feliz, no la dejes...-Terminó Haymitch dirigiendo la vista al suelo con una mirada sombría.-Espero que esos sean tus menores problemas... Ya podían haber sido esos los míos. -El silencio lo invadió todo por un segundo.-Sé que te estas preguntando cuales eran los míos.
-¿Cuáles eran?-Susurré con curiosidad.
Haymitch se rió con fuerza. Pero no era una risa de felicidad. Era una risa de tristeza acompañada de sarcasmo.
-Jamás, por nada del mundo, confíes en el Presidente. El te prometerá cualquier cosa siempre y cuando hagas lo que el desea. Siempre y cuando siga teniendo a los Distritos sometidos. Ojalá tu tengas la suerte que yo no tuve y sepas como actuar.
-No comprendo...-Admití. ¿Qué quería decirme Haymitch con todo eso de no confiar en el Presidente? Sabía que en los Distritos no le tenían cariño, pero no entendía nada.
Haymitch suspiró.
-Tu vives solo porque quieres, ¿Verdad?
-¿Cómo sabes que...?-Quise preguntar, pero Haymitch me cortó con un gesto de mano.
-Yo era un chico normal como tú. Tenía a mis padres, a mi novia, e incluso a un hermano pequeño. ¿No se te hace raro que no les hayas visto nunca por televisión después de mis Juegos?-Haymitch sonrió de manera incómoda.-¿No te has preguntado por que me enganche de repente al alcohol?-Dio un puñetazo al tronco de un árbol que había a su lado.- Snow me tenía un poco de asco por el numerito que había montado en los Juegos, y tenía planes para mi. Siempre tiene planes. Y yo me negué a hacer sus sueños realidad. Y lo pagué... ¡Vaya si lo pagué! Fue poco a poco. Primero mi novia. La encontraron cubierta de una gruesa capa de nieve en la noche más fría del año. Luego mi hermano, cerca de la valla, la cual nunca está electrificada excepto aquel día, algo muy curioso. Y luego mi madre. Castigo por parte de los Agentes de la Paz, cuando aquí, nunca se usan los castigos.
Me resultaba tan raro escuchar hablar a Haymitch de las muertes de sus seres queridos... como si nunca los hubiese conocido o estuviese hablando en tercera persona.
-¿Eso les pasa a todos los vencedores?-Pregunté con voz trémula. No quería admitirlo, pero estaba temblando de miedo. ¿De verdad era capaz el Presidente de hacer algo así?
-No a todos... Ya te he dicho, a mi me tenía asco por ser más listo que sus estúpidos Juegos. Pero algún día, llegará alguien a los Juegos que sea mucho más listo que yo, y le desmorone su imperio por completo.-Sonrío, y esta vez de verdad.-¿Sabes? Lo bueno de ser vencedor es que a ti nunca te hará daño, porque quiere que sufras, y la muerte es demasiado rápida para sufrirla. Así que debes de superarte a ti mismo tantas veces, que a veces ya no sientes dolor.
-Tengo miedo.-Musité.
-Mientras hagas todo bien, no te pasará nada. Creéme. No todos los vencedores están solos. No todos han perdido a toda su familia. No todos están enganchados a la bebida.-Haymitch me pasó un brazo por los hombros.-Creo que tu y yo nos vamos a llevar verdaderamente bien. Nunca antes le había contado esto a nadie.
Le miré, mientras caminábamos de vuelta a su casa.
-Te ayudaré en todo lo que pueda. De verdad. Si alguna ve tienes un problema, avísame. Sea lo que sea.-Le prometí.
6/01/2015
Blight: Capítulo 44
Llevaba evitándolo desde hace tiempo, pero tenía que visitar a mi hermana tras todo lo que ella había hecho por mí en los Juegos.
El cementerio se encontraba al otro lado del Distrito, no muy lejos del bosque, cerca del pueblo. Estaba lleno de árboles altos y secos, muy descuidados. Todo lo que estaba cercano a él, era muy lúgubre. Estaba rodeado por unas vallas viejas y oxidadas, y el perímetro se dividía en distintos tramos. Desde hacía años, el Distrito había decidido reservar un sitio para los tributos caídos. Noventa y nueve chicos del Distrito 7 habían muerto a causa de los Juegos, uno de ellos, mi hermana.
Era tan triste pasear por allí... A cada sitio que mirabas, encontrabas una tumba. No miraba ni los nombres, ni las fechas. Pensar que todos aquellos chicos habían muerto siendo más o menos de mi edad, hacía que sintiese algo desagradable en el estómago. La mayoría de las tumbas estaban descuidadas, y con el clima del 7, crecía la maleza sobre ella rápidamente. La de Cloe, era la última de todas. Tenía flores frescas y velas.
¿Cómo podía haberme demorado tanto en venir?
Aunque en realidad, estar ahí no me hacía ningún bien. Sentía como en el fondo estaba muriéndome de culpabilidad por seguir vivo y no enterrado junto a ella.
Me agaché y deposité sobre la fría lápida de piedra gris unas cuantas flores amarillas que había recogido en el bosque. Me sorbí la nariz y me limpié una lágrima que resbalaba por mi mejilla.
Cerré los ojos y me senté junto a la tumba.
-Hola...-Dije en un susurro. No sabía muy bien porque estaba hablando, pero necesitaba hablar con alguien sobre todo lo que ocurría en mi vida, y parecía ser que Cloe era la única que se dignaría a escuchar.- A veces me pregunto si no hubiese sido mejor para todos que esto acabase de otra forma. Ya sabes... Yo, aquí, ganador y todo eso... Es muy, muy duro. No me hablo con mis padres. no me hablo con mis amigos. Mis mentores creen que soy feliz. Las pesadillas me persiguen. Consumo la vida de Rosie, y me estoy pudriendo por dentro. Lo noto. Odio estar así pero no se que hacer para acabar con esto. Igual debería de haber ganado Flint. O Jade... Yo la maté, ¿sabes? No logro quitármelo de la cabeza. Yo maté a nuestra aliada. Por mucho que la temiese, en el fondo, era mi amiga. Ella nos ayudó...-Sentí como se me quebraba la voz y suspiré. Cogí una piedra y la tiré con fuerza bien lejos. Luego cerré los ojos y apoyé mi cabeza en mis rodillas, abrazando mis piernas.
Una voz hizo que volviese a abrir los ojos y mirase a mi alrededor. No me sorprendió ver la figura de mi hermana sobre su lápida, porque ya la había visto otra vez después de su muerte, en los Juegos. Llevaba el mismo vestido largo y blanco, y el pelo cayéndole sobre los hombros.
-No la mataste tu. Ella te lo pidió. Ella quería que ganases tú.
Ladeé un poco la cabeza preguntándome si en realidad estaba soñando o si había perdido la cabeza completamente.
-La gente de aquí me odia por todo Cloe. Mis amigos no me hablan. El otro día unos chicos se metieron conmigo porque...
-Envidia.-Zanjó Cloe.- Es el precio de la victoria. No dudes que te mereces estar viviendo, sufriste y luchaste mucho, y tu recompensa está aquí. Los principios son difíciles Blight. Pronto las cosas mejorarán.
-¿Cómo estás tan segura?
-Confía en mí. Una vez más.
Y esta vez, sin evitarlo, empecé a llorar en silencio.
-Odio mi vida...-Susurré.
-Otros desearían estar viviendo Blight. No te quejes de lo que tienes...-La voz de Cloe no era tan cálida como la recordaba, pero sin duda alguna, eso sonaba muy propio de ella.- Si pudiese, te daría un abrazo, pero es hora de que te vayas. Tienes que ir al doce.
Me froté los ojos para aclarar la vista y limpiarme las lágrimas, pero cuando volví a mirar a la tumba de mi hermana, Cloe había desaparecido. Volví a preguntarme por mi estado de cordura.
Subí al tren que me llevaría al doce a la una del mediodía. Nadie sabía que me iba. Nadie salvo Haymitch y Cloe. No le había dicho nada a Rosie porque posiblemente se empeñase en acompañarme, o en su defecto, se quedaría preocupada todo el día por mi culpa. No me hablaba con mis padres, y me sentía lo suficientemente independiente como para hacer cosas sin contar con ellos.
A decir verdad, estaba nervioso. Pero no por estar solo, si no porque quizá Haymitch me ayudaría. Él ya había pasado por esto, y conocía mejor que nadie sus inconvenientes. Además, me parecía bastante sincero, y si no eso se podía solucionar con un poco de alcohol.
El viaje sería largo, ya que se encontraba a la otra punta de Panem. Y así fue. Duró un día y medio, así que cuando llegué al doce, ya era noche cerrada.
Verdaderamente, no tuve primera impresión del Distrito, ya que no pude ver nada, pero me sorprendió el hecho de que no hubiese toque de queda. Podía respirar la calidez del lugar en el ambiente, totalmente opuesta al frío del siete.
No tardé mucho en encontrar la Aldea de los Vencedores. Solo una casa tenía las luces encendidas, por lo que no me costó adivinar cual sería la vivienda de Haymitch. Tardé mi tiempo en llamar a la puerta. ¿Qué diría al verme allí tan tarde? ¿Me dejaría pasar?
Pero finalmente llamé.
Haymitch me abrió la puerta. No parecía muy contento, pero me dejo pasar. Miré la casa con curiosidad. Era exactamente una réplica de la mía interiormente, aunque probablemente más desordenada.
-¿Qué tal el viaje?-Me preguntó Haymitch, entre dientes mientras se dirigía al salón.
-Largo.-Contesté siguiéndole.
Haymitch cogió una chaqueta que estaba tirada sobre el sofá y señaló la puerta.
-Aquí no.-Me dijo, y salimos fuera.
Caminamos durante un rato sin hablar,y los dos con las manos metidas en los bolsillos y mirando al cielo lleno de estrellas. Caminamos y caminamos, apartándonos del centro del Distrito tanto que se me hizo raro que los Agentes de la Paz no nos siguiesen. Finalmente Haymitch se paró, miró a los lado y me dijo serio.
-Paso uno, no te fíes de nada. Siempre habrá alguien escuchando lo que dices. Los teléfonos están pinchados. La mayor parte de los lugares de las casas también. El Distrito, todo... tienes que buscar puntos ciegos.
Yo asentí rápidamente.
-Ahora, si quieres, puedes contármelo todo. Incluso tus mayores secretos. Nadie te oirá aquí, a parte de mi, claro.-Dijo Haymitch con una sonrisa.
Miré a los lados, y empecé a hablar.
El cementerio se encontraba al otro lado del Distrito, no muy lejos del bosque, cerca del pueblo. Estaba lleno de árboles altos y secos, muy descuidados. Todo lo que estaba cercano a él, era muy lúgubre. Estaba rodeado por unas vallas viejas y oxidadas, y el perímetro se dividía en distintos tramos. Desde hacía años, el Distrito había decidido reservar un sitio para los tributos caídos. Noventa y nueve chicos del Distrito 7 habían muerto a causa de los Juegos, uno de ellos, mi hermana.
Era tan triste pasear por allí... A cada sitio que mirabas, encontrabas una tumba. No miraba ni los nombres, ni las fechas. Pensar que todos aquellos chicos habían muerto siendo más o menos de mi edad, hacía que sintiese algo desagradable en el estómago. La mayoría de las tumbas estaban descuidadas, y con el clima del 7, crecía la maleza sobre ella rápidamente. La de Cloe, era la última de todas. Tenía flores frescas y velas.
¿Cómo podía haberme demorado tanto en venir?
Aunque en realidad, estar ahí no me hacía ningún bien. Sentía como en el fondo estaba muriéndome de culpabilidad por seguir vivo y no enterrado junto a ella.
Me agaché y deposité sobre la fría lápida de piedra gris unas cuantas flores amarillas que había recogido en el bosque. Me sorbí la nariz y me limpié una lágrima que resbalaba por mi mejilla.
Cerré los ojos y me senté junto a la tumba.
-Hola...-Dije en un susurro. No sabía muy bien porque estaba hablando, pero necesitaba hablar con alguien sobre todo lo que ocurría en mi vida, y parecía ser que Cloe era la única que se dignaría a escuchar.- A veces me pregunto si no hubiese sido mejor para todos que esto acabase de otra forma. Ya sabes... Yo, aquí, ganador y todo eso... Es muy, muy duro. No me hablo con mis padres. no me hablo con mis amigos. Mis mentores creen que soy feliz. Las pesadillas me persiguen. Consumo la vida de Rosie, y me estoy pudriendo por dentro. Lo noto. Odio estar así pero no se que hacer para acabar con esto. Igual debería de haber ganado Flint. O Jade... Yo la maté, ¿sabes? No logro quitármelo de la cabeza. Yo maté a nuestra aliada. Por mucho que la temiese, en el fondo, era mi amiga. Ella nos ayudó...-Sentí como se me quebraba la voz y suspiré. Cogí una piedra y la tiré con fuerza bien lejos. Luego cerré los ojos y apoyé mi cabeza en mis rodillas, abrazando mis piernas.
Una voz hizo que volviese a abrir los ojos y mirase a mi alrededor. No me sorprendió ver la figura de mi hermana sobre su lápida, porque ya la había visto otra vez después de su muerte, en los Juegos. Llevaba el mismo vestido largo y blanco, y el pelo cayéndole sobre los hombros.
-No la mataste tu. Ella te lo pidió. Ella quería que ganases tú.
Ladeé un poco la cabeza preguntándome si en realidad estaba soñando o si había perdido la cabeza completamente.
-La gente de aquí me odia por todo Cloe. Mis amigos no me hablan. El otro día unos chicos se metieron conmigo porque...
-Envidia.-Zanjó Cloe.- Es el precio de la victoria. No dudes que te mereces estar viviendo, sufriste y luchaste mucho, y tu recompensa está aquí. Los principios son difíciles Blight. Pronto las cosas mejorarán.
-¿Cómo estás tan segura?
-Confía en mí. Una vez más.
Y esta vez, sin evitarlo, empecé a llorar en silencio.
-Odio mi vida...-Susurré.
-Otros desearían estar viviendo Blight. No te quejes de lo que tienes...-La voz de Cloe no era tan cálida como la recordaba, pero sin duda alguna, eso sonaba muy propio de ella.- Si pudiese, te daría un abrazo, pero es hora de que te vayas. Tienes que ir al doce.
Me froté los ojos para aclarar la vista y limpiarme las lágrimas, pero cuando volví a mirar a la tumba de mi hermana, Cloe había desaparecido. Volví a preguntarme por mi estado de cordura.
Subí al tren que me llevaría al doce a la una del mediodía. Nadie sabía que me iba. Nadie salvo Haymitch y Cloe. No le había dicho nada a Rosie porque posiblemente se empeñase en acompañarme, o en su defecto, se quedaría preocupada todo el día por mi culpa. No me hablaba con mis padres, y me sentía lo suficientemente independiente como para hacer cosas sin contar con ellos.
A decir verdad, estaba nervioso. Pero no por estar solo, si no porque quizá Haymitch me ayudaría. Él ya había pasado por esto, y conocía mejor que nadie sus inconvenientes. Además, me parecía bastante sincero, y si no eso se podía solucionar con un poco de alcohol.
El viaje sería largo, ya que se encontraba a la otra punta de Panem. Y así fue. Duró un día y medio, así que cuando llegué al doce, ya era noche cerrada.
Verdaderamente, no tuve primera impresión del Distrito, ya que no pude ver nada, pero me sorprendió el hecho de que no hubiese toque de queda. Podía respirar la calidez del lugar en el ambiente, totalmente opuesta al frío del siete.
No tardé mucho en encontrar la Aldea de los Vencedores. Solo una casa tenía las luces encendidas, por lo que no me costó adivinar cual sería la vivienda de Haymitch. Tardé mi tiempo en llamar a la puerta. ¿Qué diría al verme allí tan tarde? ¿Me dejaría pasar?
Pero finalmente llamé.
Haymitch me abrió la puerta. No parecía muy contento, pero me dejo pasar. Miré la casa con curiosidad. Era exactamente una réplica de la mía interiormente, aunque probablemente más desordenada.
-¿Qué tal el viaje?-Me preguntó Haymitch, entre dientes mientras se dirigía al salón.
-Largo.-Contesté siguiéndole.
Haymitch cogió una chaqueta que estaba tirada sobre el sofá y señaló la puerta.
-Aquí no.-Me dijo, y salimos fuera.
Caminamos durante un rato sin hablar,y los dos con las manos metidas en los bolsillos y mirando al cielo lleno de estrellas. Caminamos y caminamos, apartándonos del centro del Distrito tanto que se me hizo raro que los Agentes de la Paz no nos siguiesen. Finalmente Haymitch se paró, miró a los lado y me dijo serio.
-Paso uno, no te fíes de nada. Siempre habrá alguien escuchando lo que dices. Los teléfonos están pinchados. La mayor parte de los lugares de las casas también. El Distrito, todo... tienes que buscar puntos ciegos.
Yo asentí rápidamente.
-Ahora, si quieres, puedes contármelo todo. Incluso tus mayores secretos. Nadie te oirá aquí, a parte de mi, claro.-Dijo Haymitch con una sonrisa.
Miré a los lados, y empecé a hablar.
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