*Rosie*
Me desperté envuelta en la oscuridad mas absoluta, empapada en sudor. No podía creer que hubiese dormido. Le había dicho a mi niñera que no me dejase dormirme bajo ningún concepto, y aquí estaba, hecha un ovillo en el sofá y cubierta de mantas con el pelo sobre la cara. Tenia un horrible dolor de cabeza. No había dormido nada desde que habían empezado los Juegos. Blight estaba allí, sufriendo, y yo no podía hacer nada. También estaba Cloe, junto a Blight. Los dos cooperando en todo lo que podían, y solo uno de los dos podía volver. Sentía que tenia el corazón dividido. Los dos significaban algo muy importante para mi. No podía imaginarme a uno de ellos muerto, y mucho menos, a los dos.
La televisión seguía proyectando imágenes de la arena. Era irónico. En anteriores Juegos me había negado completamente a ver nada de aquella matanza. En estos, no había podido quitar los ojos de la pantalla.
Blight había mejorado. Había mejorado gracias a mi.
"Aun estaba con los nervios a flor de piel después de que Eldan atacase a Blight y a Cloe. Al menos, estaban vivos todavía. Cloe se despertó temprano. Se merecían un gran descanso, pero en los Juegos no creo que se aconsejable dormir demasiado, y sin protección. Estaba calmada tras lo sucedido en la noche anterior, pero mi mundo se desmorono cuando Blight no despertó.
Tenia fiebre. Estaba enfermo.
Corrí al despacho de mi padre. El era el alcalde. Debía de hacer algo.
-Papa, Blight se esta muriendo.
Mi padre me miro como si fuese normal. El nunca le había tenido mucho cariño a mi novio, pero no podía creer que le diese igual que muriera.
-Tenemos que salvarlo. Tenemos dinero, podemos comprar medicinas. El coste es bajo aun. Por favor, por favor...
-Rosie... no vas a salvarlo todas las veces... Las medicinas no son baratas. No tenemos dinero suficiente.
-Si tenemos.
-No vamos a gastarnos tanto dinero en...
-¡Papa! Blight es una de las personas mas importantes de mi vida, te guste o no. Y voy a salvarlo. Prefiero vivir pobre y con el, que rica y con el pensamiento de que podría haberle salvado durante toda mi vida. Así que o me das el dinero, o yo me las arreglare para buscarlo de cualquier forma.
Sentía mi sangre hervir en mis venas. Estaba enfadada.
Mire a mi padre con los ojos llameantes de ira. Mi padre se sentó en su sillón de piel, se froto el mentón y saco un fajo de billetes de su bolsillo.
-Gracias...-Susurre, y fui corriendo al teléfono para llamar al Capitolio."
Ahora estaban contemplando las dos muertes del día. Eldan y Halia. El chico al que habían intentado ayudar, había muerto cuando uno de los tornados que azoto la arena durante la primera noche, hizo que algunos arboles cayesen. Una rama se le clavo en un costado. La herida se había infectado, y se había llevado su vida. La muerte de la chica fue mas rápida. Marina y Flint la encontraron y... el resto es de esperar.
-Quedamos trece.-Dijo Cloe mientras miraba la pradera que tenían bajo el abismo, inalcanzable.-No le mate yo...
-Te creo...-Respondió Blight, mirándola.
Gracias a los Juegos me había enterado de que Blight y Cloe, en realidad eran hermanos. Cuando Cloe lo dijo, en la pelea con Eldan, me quede completamente en shock. Siempre me había dado cuenta de que Cloe miraba demasiado a Blight, tanto que incluso cuando comenzamos nuestra relación incluso me molestaba un poco. Ahora ya lo sabia todo.
Un ruido raro me hizo devolver mis pensamientos a lo que sucedía en la arena. Trozos de la montaña donde se encontraban, habían empezado a caer al vacío.
-Corre Blight.-Gritaba Cloe.
Blight se había quedado inmóvil viendo como los grandes bloques de tierra se desprendían, pero el grito de Cloe le había hecho reaccionar. Corrió detrás de Cloe, la cual le llevaba ventaja.
Otra vez no... ¿No podían dejarles tranquilos ni siquiera un día?
Las grietas avanzaban apresuradamente tras ellos, intentando alcanzarles. Cuando dos grietas conectaban, un trozo de tierra caía, llevándose cualquier cosa que se encontrase sobre ella.
Me doble sobre mi regazo, como si así pudiese entrar en la pantalla y salvarlos. Las grietas que se formaban les pisaban los talones, aunque ya estaban llegando a su lugar de acampada. Blight había alcanzado a Cloe, pero cuando llegaron a su refugio, se detuvo a recoger algunas cosas.
-Blight, déjalo. ¡Corre!
Pero Blight no la hizo caso, se limpio el sudor de la frente, se metió un par de cosa en los bolsillos, miro hacia atrás, y volvió a correr. Poco mas tarde, volvía a estar al lado de Cloe. Era rápido. Corrieron colina abajo, saltando algunas piedras que se interponían en su camino, entonces, Cloe tropezó. Blight retrocedió para ayudarla. La agarro del brazo. Cloe, intento ponerse en pie.
-Venga Cloe, levanta. Levanta, levanta...
Pero ya era demasiado tarde. Las grietas les habían alcanzado, y en el trozo de tierra donde se encontraban, empezaba a caer. Blight intento agarrarse a otro bloque de piedra que parecía quedarse en lo alto, pero que también de desmorono. Mientras caían, Blight y Cloe pataleaban y movían con desesperación los brazos. Contuve la respiración y cerré los ojos. Escuche un golpe seco. Medio segundo después otro.
Conté un segundo. Dos. Tres... Me permití abrir el ojo derecho. No había sonado ningún cañonazo. Cuatro... Cinco... Seis... Un aullido, pero no un cañonazo. Debían de estar inconscientes. No veía muy bien a causa de la oscuridad de la noche, pero me pareció ver que algo se movía. Blight. Se arrastraba tembloroso hacia donde estaba su hermana.
-Cloe...-Susurro, con voz quebrada, y después tosió.-Cloe, por favor, respondeme...
Entonces cambiaron la pantalla, dejándonos ver lo que ocurría con Jade, Blade y Jasper. Este ultimo, llevaba inconsciente desde la noche anterior, a causa de la trampa que Blight había fabricado. Pero me daba igual. Necesitaba ver lo que pasaba con mis amigos.
No me había dado cuenta hasta ahora de que estaba temblando y llorando.
La gente tampoco creía que fuese justo. Y empezaron a haber protestas cuando se enteraron de que Blight y Cloe eran hermanos. Todos intentaban aportar dinero para ayudarles, pero el siete era pobre, y las cosas de la arena muy caras. Excesivamente caras.
-Bueno Caesar, parece ser que estos Juegos no nos están dejando un mal sabor de boca.-Hablaba Claudius, uno de los presentadores de los Juegos.
-No, no están yendo nada mal. Aunque bueno... ahora las cosas estarán mas calmadas con la llegada de la oscuridad.
Entonces los comentarios cesaron, y la conversación que Blade y Jade mantenían se pudo escuchar. Jade no me gustaba. Era una traidora. Todo el mundo pensaba que iba a ayudar a mis amigos, y en la arena intento matarlos. Hasta era una traidora con su amigo.
-Va a morir.-Afirmo, mirando a Jasper.
-Nos han dado medicinas. Quizá reviva.-Dijo Blade. La habían apodado como "La Loca" y no era raro. Todas las cosas que había dicho, incluso hecho, desde que empezaron los Juegos... algunas me daban escalofríos.
Jade suspiro y susurro algo:
-Duerme, yo montare guardia. Hoy ha sido un día movidito.
Blade se hizo un ovillo al lado de Jade. Tenían una tienda de acampada que habían conseguido en la Cornucopia. Blade se durmió en apenas minutos, abrazada a sus armas. Jade se puso su abrigo por encima, agarro su espada y salio al frío de la noche. Se abrazo a si misma mientras miraba a la luna.
-¿Donde estas Blight?-Musito, muy , muy bajo. Pero no lo suficiente.
No había duda. Jade quería matar a Blight.
1/31/2015
1/26/2015
Blight: Capitulo 24
Siento que de nuevo puedo mover los dedos de las manos, y que hace frio. Oigo el sonido del viento y mi respiración continua, acompañada de la de Cloe. Pero me siento cansado. Tan cansado, que ni siquiera puedo abrir los ojos. Los párpados me pesan, y siento que tengo un nudo en la garganta. Por un momemto dudo si todavía estoy soñando, pero noto que estoy despierto. Empiezo a recordar lo que paso... Eldan estrangulandome.
¿Eso significa que Cloe llego a tiempo? ¿O que estoy en mi cuerpo aun pero estoy muerto? ¿Estoy muerto? Tengo miedo. Quiero gritar, pero otra vez, me siento demasiado cansado. Noto que algo se mueve a mi lado, y se va. Ahora tengo mas frío.
-Blight, ya es de día.-Esa es Cloe. Me ha salvado.- Levanta, hay pescado. Lo pesque ayer, aunque esta algo chamuscado. Me muero de hambre... -Empezó a hablar con la boca llena - Dios, esta delicioso. Como no te levantes ya me comeré el tuyo también
No tenia nada de hambre. De hecho, pensar en comida me daba nauseas.
-Blight... -Sentí como se acercaba y me soplaba en la cara. Al no responder empezó a sacudirme, y al no obtener respuesta, grito angustiada.
-Blight, despierta por favor... -Puso la cabeza sobre mi pecho para escuchar el latido de mi corazón.- Estas vivo... ¿Pero que te pasa? -Me envolvió una de mis manos en las suyas, pero la aparto rápidamente. -Y estas helado... pero hace calor... - Llevo una de sus manos a mi frente.- Tienes fiebre...
¿Fiebre? ¿Como iba a tener fiebre? Hasta ayer estaba perfectamente.
Cloe volvió a envolverme las manos con las suyas, y esforzándome mucho, yo la di un suave apretón. Ella lo sintió, y se le escapo un gritito ahogado.
Entonces escuche un ruido, como un pitido, y Cloe se fue. Ahora hacia mas frío. Me alentaba que Cloe hablase.
Al rato volví a escuchar unos pasos rápidos, y después a alguien sentarse a mi lado.
-Blight te estas muriendo pero nos acaba de llegar un paracaídas. Creo que estas así por las picaduras de mosquito. Han debido de ser mas agresivos contigo. -Oí algo metálico y a Cloe suspirando.- Vale. No es medicina, y creo que esto te va a gustar tan poco como a mi. ¿Te gustan las inyecciones?
No me gustaban las inyecciones, pero podía con ello.
- Vale, a la de tres lo haré. Una... Dos... -La temblaba la voz.- Y tres...
Antes de terminar de decir el numero, ya había sentido el pinchazo el el brazo. No dolía tanto como yo había supuesto. Un hormigueo empezó a adormecer lentamente mi brazo. Luego el hormigueo continuo por el cuello, el otro brazo, las piernas...
Me pareció muy raro que poco a poco me costase mas pensar, hasta el punto que me quede dormido en mi inconsciencia.
Desperté de un salto, sintiéndome vivo al cien por cien. Ya no tenia frío. De hecho hasta podía sentir calor. De nuevo, el día llegaba a su fin. Y Cloe no andaba por allí. ¿Donde se había ido? ¿Me había dejado desprotegido? Rote sobre mis pies para ver si veía un rastro de ella. Y la vi. Tumbada en el suelo en una posición realmente extraña. No se movía. Me acerque con el corazón palpitandome fuertemente.
-Ni se te ocurra acercarte un centímetro mas. -Me dijo Cloe.
Yo suspire al saber que estaba bien. Me parecía desconcertante que después de lo sucedido me respondiese así. Pero era Cloe...
Volví a donde se encontraban nuestras cosas. En el cuenco había agua, y al lado estaba el pescado que Cloe había pescado...¿ayer? Me moría de hambre y de sed, así que me lleve el cuenco a los labios y me lo bebí entero. Luego devore el pescado en apenas dos minutos. Sentí un pequeño mareo y me tumbe en el suelo. Las estrellas empezaba a verse en el rojizo cielo, salpicado de manchas azulonas.
-¡Lo tengo, lo tengo, lo tengo! -Grito Cloe, mientras levantaba un animal muerto con su brazo derecho.
-¿Que es eso?
Cloe me abrazo aun con el animal en sus manos.
- Una especie de topo.
- ¿Vamos a comer topo?
- Es lo que hay...
Se sentó a mi lado y saco un cuchillo de su pantalón, para despellejar el animal.
- Mientras dormías han sonado dos cañonazos.
No quería saber de quienes.
- ¿He dormido mucho?
- Dos días y una noche. Llevamos cuatro días aquí. He descubierto que estamos casi en la linea final de la arena. Ya sabes... estrategia, como la del año pasado en los 50° Juegos. Si quieres subir, puedes verlo. Me aburría y he creado otros dos recipientes con lodo, así que tenemos tres, y dos con agua. Eso si, no he sido capaz de encender el fuego...
- Lo encenderse yo.
- No, ahora no. Es tarde. Y estamos bastante tranquilos por ahora.
-Pero tu hace bastante que no comes.
Sin recibir respuesta, me arrodille y comencé a hacer fuerza con los palos para crear fuego. Esta vez, resulto mas fácil que la noche anterior. Troceamos al pobre animal y lo cocinamos. Otra vez, volvió a quemarse un poco. Cenamos mientras Cloe cantaba una de las conocidas canciones del Distrito. Tenia una voz bonita. Un sinsajo la imito desde algún lugar. Terminamos con las provisiones de agua que había, negociando con que yo mañana debería ir a por agua.
Apagamos el fuego, y echamos las cenizas en el hueco excavado. Luego lo cubrimos con nuestros abrigos. Las noches eran cálidas, lo único malo, eran los mosquitos.
Cloe me animo a ir con ellas por la noche a ver el borde de la arena, así que caminamos un poco, y alcanzamos el final de la montaña. Terminaba en un acantilado, y después, todo era pradera, pero no podíamos llegar hasta allí.
- Esto es todo lo que tenemos. El presente.
Dijo mi hermana. Observe la escena. Era asombrosa. Jamas había visto una vista tan espectacular como aquella. Oí un aullido lejano, y eso hizo que los nervios me asaltasen, pero seguí disfrutando del paisaje.
Allí abajo, la pradera. Arriba, el cielo, ahora negro, lleno de brillantes puntitos plateados que brillaban. La luna, vigilando la noche.
El himno de Panem me distrajo de mis pensamientos. Eldan y Halia, ambos tributos del diez, aparecieron en el cielo.
Dos menos.
Quedamos trece.
- Quedamos trece -Dijo Cloe, como si me hubiese leído nos pensamientos.-No le mate yo...
Dijo, como disculpándose de la muerte del chico que había tratado de matarme cuando yo le había ayudado.
- Te creo...-Suspire.- Deberíamos volver. -Dije y nos dirigimos de vuelta al campamento.- Es noche cerrada. Vigilare yo hoy.
- Me parece bien. -Respondió mi hermana. - Ya has dormido por una semana...-Dijo en tono de broma.- Pero luego despiertame para hacer el cambio.
- Vale.- Respondí antes de que un ruido ensordecedor hiciese girarme.
Un gran trozo de suelo había caído al acantilado. Tenia curiosidad por acercarme, pero algo me decía que era mala idea. Mi hermana me tiro del brazo.
- Vamos... -Dijo Cloe.
Otro trozo de suelo cayo al abismo. Empezaron a formarse grietas en el suelo que avanzaban hacia nosotros. Cuando dos se juntaban, un trozo de montaña caía.
Cloe tiro con fuerza de mi brazo y corrimos montaña abajo.
La montaña se derrumbaba.
¿Eso significa que Cloe llego a tiempo? ¿O que estoy en mi cuerpo aun pero estoy muerto? ¿Estoy muerto? Tengo miedo. Quiero gritar, pero otra vez, me siento demasiado cansado. Noto que algo se mueve a mi lado, y se va. Ahora tengo mas frío.
-Blight, ya es de día.-Esa es Cloe. Me ha salvado.- Levanta, hay pescado. Lo pesque ayer, aunque esta algo chamuscado. Me muero de hambre... -Empezó a hablar con la boca llena - Dios, esta delicioso. Como no te levantes ya me comeré el tuyo también
No tenia nada de hambre. De hecho, pensar en comida me daba nauseas.
-Blight... -Sentí como se acercaba y me soplaba en la cara. Al no responder empezó a sacudirme, y al no obtener respuesta, grito angustiada.
-Blight, despierta por favor... -Puso la cabeza sobre mi pecho para escuchar el latido de mi corazón.- Estas vivo... ¿Pero que te pasa? -Me envolvió una de mis manos en las suyas, pero la aparto rápidamente. -Y estas helado... pero hace calor... - Llevo una de sus manos a mi frente.- Tienes fiebre...
¿Fiebre? ¿Como iba a tener fiebre? Hasta ayer estaba perfectamente.
Cloe volvió a envolverme las manos con las suyas, y esforzándome mucho, yo la di un suave apretón. Ella lo sintió, y se le escapo un gritito ahogado.
Entonces escuche un ruido, como un pitido, y Cloe se fue. Ahora hacia mas frío. Me alentaba que Cloe hablase.
Al rato volví a escuchar unos pasos rápidos, y después a alguien sentarse a mi lado.
-Blight te estas muriendo pero nos acaba de llegar un paracaídas. Creo que estas así por las picaduras de mosquito. Han debido de ser mas agresivos contigo. -Oí algo metálico y a Cloe suspirando.- Vale. No es medicina, y creo que esto te va a gustar tan poco como a mi. ¿Te gustan las inyecciones?
No me gustaban las inyecciones, pero podía con ello.
- Vale, a la de tres lo haré. Una... Dos... -La temblaba la voz.- Y tres...
Antes de terminar de decir el numero, ya había sentido el pinchazo el el brazo. No dolía tanto como yo había supuesto. Un hormigueo empezó a adormecer lentamente mi brazo. Luego el hormigueo continuo por el cuello, el otro brazo, las piernas...
Me pareció muy raro que poco a poco me costase mas pensar, hasta el punto que me quede dormido en mi inconsciencia.
Desperté de un salto, sintiéndome vivo al cien por cien. Ya no tenia frío. De hecho hasta podía sentir calor. De nuevo, el día llegaba a su fin. Y Cloe no andaba por allí. ¿Donde se había ido? ¿Me había dejado desprotegido? Rote sobre mis pies para ver si veía un rastro de ella. Y la vi. Tumbada en el suelo en una posición realmente extraña. No se movía. Me acerque con el corazón palpitandome fuertemente.
-Ni se te ocurra acercarte un centímetro mas. -Me dijo Cloe.
Yo suspire al saber que estaba bien. Me parecía desconcertante que después de lo sucedido me respondiese así. Pero era Cloe...
Volví a donde se encontraban nuestras cosas. En el cuenco había agua, y al lado estaba el pescado que Cloe había pescado...¿ayer? Me moría de hambre y de sed, así que me lleve el cuenco a los labios y me lo bebí entero. Luego devore el pescado en apenas dos minutos. Sentí un pequeño mareo y me tumbe en el suelo. Las estrellas empezaba a verse en el rojizo cielo, salpicado de manchas azulonas.
-¡Lo tengo, lo tengo, lo tengo! -Grito Cloe, mientras levantaba un animal muerto con su brazo derecho.
-¿Que es eso?
Cloe me abrazo aun con el animal en sus manos.
- Una especie de topo.
- ¿Vamos a comer topo?
- Es lo que hay...
Se sentó a mi lado y saco un cuchillo de su pantalón, para despellejar el animal.
- Mientras dormías han sonado dos cañonazos.
No quería saber de quienes.
- ¿He dormido mucho?
- Dos días y una noche. Llevamos cuatro días aquí. He descubierto que estamos casi en la linea final de la arena. Ya sabes... estrategia, como la del año pasado en los 50° Juegos. Si quieres subir, puedes verlo. Me aburría y he creado otros dos recipientes con lodo, así que tenemos tres, y dos con agua. Eso si, no he sido capaz de encender el fuego...
- Lo encenderse yo.
- No, ahora no. Es tarde. Y estamos bastante tranquilos por ahora.
-Pero tu hace bastante que no comes.
Sin recibir respuesta, me arrodille y comencé a hacer fuerza con los palos para crear fuego. Esta vez, resulto mas fácil que la noche anterior. Troceamos al pobre animal y lo cocinamos. Otra vez, volvió a quemarse un poco. Cenamos mientras Cloe cantaba una de las conocidas canciones del Distrito. Tenia una voz bonita. Un sinsajo la imito desde algún lugar. Terminamos con las provisiones de agua que había, negociando con que yo mañana debería ir a por agua.
Apagamos el fuego, y echamos las cenizas en el hueco excavado. Luego lo cubrimos con nuestros abrigos. Las noches eran cálidas, lo único malo, eran los mosquitos.
Cloe me animo a ir con ellas por la noche a ver el borde de la arena, así que caminamos un poco, y alcanzamos el final de la montaña. Terminaba en un acantilado, y después, todo era pradera, pero no podíamos llegar hasta allí.
- Esto es todo lo que tenemos. El presente.
Dijo mi hermana. Observe la escena. Era asombrosa. Jamas había visto una vista tan espectacular como aquella. Oí un aullido lejano, y eso hizo que los nervios me asaltasen, pero seguí disfrutando del paisaje.
Allí abajo, la pradera. Arriba, el cielo, ahora negro, lleno de brillantes puntitos plateados que brillaban. La luna, vigilando la noche.
El himno de Panem me distrajo de mis pensamientos. Eldan y Halia, ambos tributos del diez, aparecieron en el cielo.
Dos menos.
Quedamos trece.
- Quedamos trece -Dijo Cloe, como si me hubiese leído nos pensamientos.-No le mate yo...
Dijo, como disculpándose de la muerte del chico que había tratado de matarme cuando yo le había ayudado.
- Te creo...-Suspire.- Deberíamos volver. -Dije y nos dirigimos de vuelta al campamento.- Es noche cerrada. Vigilare yo hoy.
- Me parece bien. -Respondió mi hermana. - Ya has dormido por una semana...-Dijo en tono de broma.- Pero luego despiertame para hacer el cambio.
- Vale.- Respondí antes de que un ruido ensordecedor hiciese girarme.
Un gran trozo de suelo había caído al acantilado. Tenia curiosidad por acercarme, pero algo me decía que era mala idea. Mi hermana me tiro del brazo.
- Vamos... -Dijo Cloe.
Otro trozo de suelo cayo al abismo. Empezaron a formarse grietas en el suelo que avanzaban hacia nosotros. Cuando dos se juntaban, un trozo de montaña caía.
Cloe tiro con fuerza de mi brazo y corrimos montaña abajo.
La montaña se derrumbaba.
1/24/2015
Johanna: Capitulo 53
No me detuve. Ni siquiera lo pensé. Con tres grandes zancadas, salte los pequeños escalones de madera que separaban la casa del suelo de piedra, y me adentre en la casa que estaba bajo el poder del fuego. El pasillo de la primera planta aun no había entrado en contacto con las llamas, pero al coger la primera bocanada de aire note como me envenenaba a mi misma rápidamente. El calor era horrible, y notaba la garganta seca. De hecho, dudaba de si seria capaz de gritar si las llamas me alcanzaban. Tenia los ojos llorosos, pero no estaban humedecidos ni lo mas mínimo. Intente hablar.
-¿Mama? ¿Papa? ¿Paul?-Quería gritar, pero era imposible. Parecía que mis cuerdas vocales estaban rotas.
- ¿Johanna?-Ese era Parker.
Oh, Parker. ¿Estaría fuera? Tenia que quedarse fuera, no podía entrar. Esto era cosa mía.
El humo me mareaba, pero me obligue a seguir. Como en los Juegos. Quizá pudiese parecer que no había esperanza, pero siempre la había. Incluso ahora.
Al girar la esquina para subir las escaleras, me quede de piedra. El fuego devoraba la madera como si la estuviese devorando. Ya no había escaleras. Empece a toser, girando sobre la punta de mis pies, buscando algo con lo que subir.
Tenia que haber algo. Mire a la izquierda, donde todo estaba en llamas, y avanzaban hacia mi. Luego mire a la derecha, a la cocina. Corrí hasta allí tan rápido como pude. Sentía que estaba empapada en sudor.
Me subí con dificultad a la encimera, metiendo uno de mis pies en el fregadero sin querer, y dándome en el codo con algo que no vi. Abrí la ventana, y salí por ella. La brisa suave me hizo suspirar de alivio. La repisa sostuvo mi peso. Al menos era bastante ancha. Mire hacia arriba. Quizá podría impulsarme hacia la otra cornisa, si mis piernas daban con la tubería de la pared. Algo me agarro del pie, y me distrajo de mis pensamientos. Me sorprendió al ver la cabeza de Parker saliendo por mi ventana, seguido de su cuerpo. Se quedo medio colgado de la repisa, pero mantuvo el equilibrio y se enderezo junto a mi.
-Te ayudare.-Dijo mientras le interrumpía un ataque de tos, a causa del humo.
-No. Salta. Vete. Tengo que hacerlo yo sola.
-Te ayudare.-Insistió.
-Esta bien, pero rápido.
Sentía como mi voz se resquebrajaba y sufría cambios de tonalidad. No era muy estable.
Sin mas preámbulos, Parker flexiono un poco sus rodillas y abrió sus brazos.
-Sube.-Dijo, con la voz también rota. Se estaba dando unas pequeñas palmadas sobre las rodillas.
Me agarre a uno de sus hombros con las manos, y con la otra me apoye en la pared de la casa. Subí uno de mis pies a su rodilla y me impulse para escalar. El me ayudo a poner mis rodillas sobre sus hombros, y después a mantenerme en equilibrio allí arriba para ponerme de pie. Levante la pierna y me impulse un poco para alcanzar la cornisa, rodé, y di con la pared de la casa. Me levante, buscando una ventana. Solo estaba la diminuta ventana del cuarto de baño, y estaba cerrada. Maldije por lo bajo. Mire hacia adentro. Parecía que el fuego no había llegado hasta ahí. Cerré los ojos, apreté la mandíbula e hice impactar mi codo con el cristal. Este se hizo añicos, cayendo sobre mis pies. Me arrastre por la ventana, y caí sobre la bañera, de tal forma que tire todos los champús sobre mi. Me enderece, y conseguí salir de la bañera.
Me ardía el brazo. La sangre empezaba a chorrearme hasta la muñeca. Estaba segura de que hasta se me había clavado algún cristal en el codo. El dolor era horrible.
Me acerque a la puerta, y el calor comenzó a invadirme de nuevo. Estaba segura de que al otro lado una gran cantidad de llamas furiosas intentarían engullirme. Toque la puerta, pero se abrió antes de que yo agarrase la empuñadura. El humo invadió el aire puro de la habitación, volviéndolo negro y haciéndome toser.
Un hombre cubierto totalmente de negro acababa de entrar en el baño. Me quede atónita mirándole. El me miro. Y distinguí sus ojos. Paul.
Me abalance sobre sus brazos.
El me abrazo con fuerza.
Y me susurro algo con la voz probablemente mas silenciosa y solemne que había escuchado en mi vida.
-No han sobrevivido Jo...
El funeral fue una cosa austera, seria, triste... El Presidente había cumplido su palabra. Me arrpentiria. Y ya lo estaba haciendo. En realidad, yo les había matado. No el fuego. No Snow. Yo. Su hija pequeña a la que tanto querían. No había cámaras, algo que me reconfortaba.
Permanecía al lado de mi hermano, agarrando su mano tan fuerte que incluso a veces se quejaba. Quizá si le hacia daño el podría despertar de la pesadilla. Willow estaba a mi otro lado, sin decir nada. Parker también había venido. No podía haberle dado las gracias por ayudarme a entrar en el segundo piso, y no le había vuelto a ver desde entonces. Los padres de Wood estaban también. Pero lo que mas me sorprendió fue ver al nuevo alcalde. No le había visto nunca, ni siquiera me parecía sonarme su cara. No podía entender que el y mis padres tuviesen algo que ver.
Cuando todo acabo, la mayoría de la gente se fue. Los pocos que quedaban se fueron también al cabo de un rato. Los padres de Wood se despidieron. Willow lo hizo tras ellos. La panadera. Amigos de mis padres. Parker fue el ultimo en despedirse de mi.
-Gracias...-Le dije con voz quebrada.-Por ayudarme.
Parker asintió con una sonrisa tensa, me abrazo y se fue.
Ya solo quedábamos Paul y yo. Y yo no tenia ni idea de como irme sin decirle que fue mi culpa. No lo hice. Salimos en silencio, agarrados de la mano todavía.
-Señorita Mason...-Mi corazón empezó a latir con fuerza. Me gire rápidamente para ver a quien pertenecía aquella voz, y vi al nuevo Alcalde. Su voz era tan parecida a la de Snow...-¿Podría acompañarme un momento por favor?
Paul me soltó la mano. Y en ese momento sentí como de verdad caía hacia la oscuridad, sin ayuda. Sin nadie para rescatarme.
-¿Mama? ¿Papa? ¿Paul?-Quería gritar, pero era imposible. Parecía que mis cuerdas vocales estaban rotas.
- ¿Johanna?-Ese era Parker.
Oh, Parker. ¿Estaría fuera? Tenia que quedarse fuera, no podía entrar. Esto era cosa mía.
El humo me mareaba, pero me obligue a seguir. Como en los Juegos. Quizá pudiese parecer que no había esperanza, pero siempre la había. Incluso ahora.
Al girar la esquina para subir las escaleras, me quede de piedra. El fuego devoraba la madera como si la estuviese devorando. Ya no había escaleras. Empece a toser, girando sobre la punta de mis pies, buscando algo con lo que subir.
Tenia que haber algo. Mire a la izquierda, donde todo estaba en llamas, y avanzaban hacia mi. Luego mire a la derecha, a la cocina. Corrí hasta allí tan rápido como pude. Sentía que estaba empapada en sudor.
Me subí con dificultad a la encimera, metiendo uno de mis pies en el fregadero sin querer, y dándome en el codo con algo que no vi. Abrí la ventana, y salí por ella. La brisa suave me hizo suspirar de alivio. La repisa sostuvo mi peso. Al menos era bastante ancha. Mire hacia arriba. Quizá podría impulsarme hacia la otra cornisa, si mis piernas daban con la tubería de la pared. Algo me agarro del pie, y me distrajo de mis pensamientos. Me sorprendió al ver la cabeza de Parker saliendo por mi ventana, seguido de su cuerpo. Se quedo medio colgado de la repisa, pero mantuvo el equilibrio y se enderezo junto a mi.
-Te ayudare.-Dijo mientras le interrumpía un ataque de tos, a causa del humo.
-No. Salta. Vete. Tengo que hacerlo yo sola.
-Te ayudare.-Insistió.
-Esta bien, pero rápido.
Sentía como mi voz se resquebrajaba y sufría cambios de tonalidad. No era muy estable.
Sin mas preámbulos, Parker flexiono un poco sus rodillas y abrió sus brazos.
-Sube.-Dijo, con la voz también rota. Se estaba dando unas pequeñas palmadas sobre las rodillas.
Me agarre a uno de sus hombros con las manos, y con la otra me apoye en la pared de la casa. Subí uno de mis pies a su rodilla y me impulse para escalar. El me ayudo a poner mis rodillas sobre sus hombros, y después a mantenerme en equilibrio allí arriba para ponerme de pie. Levante la pierna y me impulse un poco para alcanzar la cornisa, rodé, y di con la pared de la casa. Me levante, buscando una ventana. Solo estaba la diminuta ventana del cuarto de baño, y estaba cerrada. Maldije por lo bajo. Mire hacia adentro. Parecía que el fuego no había llegado hasta ahí. Cerré los ojos, apreté la mandíbula e hice impactar mi codo con el cristal. Este se hizo añicos, cayendo sobre mis pies. Me arrastre por la ventana, y caí sobre la bañera, de tal forma que tire todos los champús sobre mi. Me enderece, y conseguí salir de la bañera.
Me ardía el brazo. La sangre empezaba a chorrearme hasta la muñeca. Estaba segura de que hasta se me había clavado algún cristal en el codo. El dolor era horrible.
Me acerque a la puerta, y el calor comenzó a invadirme de nuevo. Estaba segura de que al otro lado una gran cantidad de llamas furiosas intentarían engullirme. Toque la puerta, pero se abrió antes de que yo agarrase la empuñadura. El humo invadió el aire puro de la habitación, volviéndolo negro y haciéndome toser.
Un hombre cubierto totalmente de negro acababa de entrar en el baño. Me quede atónita mirándole. El me miro. Y distinguí sus ojos. Paul.
Me abalance sobre sus brazos.
El me abrazo con fuerza.
Y me susurro algo con la voz probablemente mas silenciosa y solemne que había escuchado en mi vida.
-No han sobrevivido Jo...
El funeral fue una cosa austera, seria, triste... El Presidente había cumplido su palabra. Me arrpentiria. Y ya lo estaba haciendo. En realidad, yo les había matado. No el fuego. No Snow. Yo. Su hija pequeña a la que tanto querían. No había cámaras, algo que me reconfortaba.
Permanecía al lado de mi hermano, agarrando su mano tan fuerte que incluso a veces se quejaba. Quizá si le hacia daño el podría despertar de la pesadilla. Willow estaba a mi otro lado, sin decir nada. Parker también había venido. No podía haberle dado las gracias por ayudarme a entrar en el segundo piso, y no le había vuelto a ver desde entonces. Los padres de Wood estaban también. Pero lo que mas me sorprendió fue ver al nuevo alcalde. No le había visto nunca, ni siquiera me parecía sonarme su cara. No podía entender que el y mis padres tuviesen algo que ver.
Cuando todo acabo, la mayoría de la gente se fue. Los pocos que quedaban se fueron también al cabo de un rato. Los padres de Wood se despidieron. Willow lo hizo tras ellos. La panadera. Amigos de mis padres. Parker fue el ultimo en despedirse de mi.
-Gracias...-Le dije con voz quebrada.-Por ayudarme.
Parker asintió con una sonrisa tensa, me abrazo y se fue.
Ya solo quedábamos Paul y yo. Y yo no tenia ni idea de como irme sin decirle que fue mi culpa. No lo hice. Salimos en silencio, agarrados de la mano todavía.
-Señorita Mason...-Mi corazón empezó a latir con fuerza. Me gire rápidamente para ver a quien pertenecía aquella voz, y vi al nuevo Alcalde. Su voz era tan parecida a la de Snow...-¿Podría acompañarme un momento por favor?
Paul me soltó la mano. Y en ese momento sentí como de verdad caía hacia la oscuridad, sin ayuda. Sin nadie para rescatarme.
1/20/2015
Blight: Capitulo 23
Hola tributos! Bueno, aquí os dejo el capitulo 23. Ya se que hacia una semana que no escribía, pero al principio tenia exámenes y luego estaba enferma y no me apetecía hacer nada, pero ya estoy recuperada. Y como recompensa en estos días de ausencia, os he traído un capitulo algo mas largo y desde la perspectiva de nuestra querida Cloe. Así podremos descubrir mejor como piensa, como ve a Blight, y algunos aspectos de su vida en el pasado. Espero que os guste. Besos! :3
*CLOE*
Sentía un ardor en las piernas de tanto caminar, pero no me podía quejar. Ignorando el hambre y la sed, estaba bastante bien para estar donde me encontraba. El cielo azul se había esfumado, y con el se había llevado el calor que invadía a la arena. Ahora, un tupido manto negro salpicado de estrellas cubría la arena, pero a lo lejos, aun se podían reconocer los colores anaranjados de la puesta de sol. Puestas de sol... ¿Cuantas mas podría ver? Tenia miedo. No me gustaba admitirlo. De hecho, no me permitía demostrar nunca lo aterrorizaba que estaba. No cuando Blight estaba cerca de mi. El tenia que pensar que salir de aquí con vida era posible, no podía perder esa esperanza. Me había prometido que le salvaría. Se lo merecía.
-Blight... -Dije, continuado de un suspiro. Mi hermano, quien a pesar de estar en los Juegos salvaba a chicos heridos, que confiaba en la bondad de las personas como Jade... Tenia que ganar. Si no era el, nadie era merecedor de la victoria. Pero temía que sus buenas acciones le llevasen a la muerte.
Suspire, y deje el hacha y el cuenco de barro lleno de agua con los dos peces muertos que había pescado sobre el suelo algo desnivelado."Ojala Blight haya encendido el fuego"-Pensé. Me agache y me pase la mano por la frente llena de sudor. Podía sentir mi corazón latir con fuerza en mi pecho, y mi estomago retorciéndose de hambre. Estaba bastante acostumbrada a los dos sonidos, por desgracia. Levante la vista. Estaba ya casi en el lugar donde habíamos decidido acampar.
Oí mi nombre en un grito desgarrador y angustioso y me incorpore rápidamente, recogiendo el hacha, pero dejando el cuenco en el suelo. No volví a escuchar nada, pero no me relaje. Aquella voz me había atravesado el alma, así que eche a correr hacia el campamento. Una parte de mi me obligaba a relajarme, diciéndome que Blight estaba a salvo y que seguramente fuese una imaginación mía, pero estábamos en los Juegos del Hambre. Y en los Juegos del Hambre no puedes fiarte de nada... ni de nadie.
Corrí con grandes zancadas por la pendiente y lo único que vi fue una sombra sobre el cuerpo de mi hermano, apretándole el cuello fuertemente mientras este tenia el rostro pálido como la nieve. No lo pene. Me lance sobre el chico, haciendo que se distrajese del estrangulamiento. Era Eldan. Había despertado.
"Blight, tonto, te dije que era mala idea."-Pensé.
Eldan era mucho mas alto que yo, y ahora me miraba con ira directamente a los ojos. Sujete el hacha con las dos manos y apreté tanto el mango que mis nudillos se tornaron blancos. Ahora yo también le miraba con furia. Había separado mis piernas, con una mas adelantada que la otra, en posición de ataque. Le mire bien, examinando cualquier movimiento que hiciese. Tenia un cuchillo... posiblemente se lo robase a Blight. Pero tenia un punto débil, la herida, y eso era algo a mi favor.
No me moví. Yo no iba a ser la primera en dar el paso. Habrían pasado unos segundos, aunque eran eternos. Eldan sujeto con fuerza el cuchillo, y se giro hacia Blight, con la punta hacia su pecho. Abrí los ojos con miedo y di un salto hacia el, intentando evitar que le clavase el cuchillo a Blight. Le di un codazo en la herida que tenia en las costillas, y Eldan se tambaleo de dolor. Cayo al suelo gracias a uno de mis empujones y entonces me subí a horcajadas sobre el, empezando a darle puñetazos en la cara. Eldan me aparto violentamente de el, tirándome con fuerza mientras escupía al suelo sangre y quizá algún diente. Mi cuerpo y mi cabeza rebotaron con fuerza en una roca. Había perdido mi hacha. Ya no la tenia. Busque uno de mis cuchillos en el cinturón, pero no conseguía enfocar la imagen. Ante de sacar mis cuchillos, Eldan estaba de nuevo a mi lado, inmovilizandome las muñecas. Patalee y grite, ya que era lo único que podía hacer. Entonces es cuando vi como la hoja fría de su cuchillo avanzaba lentamente hacia mi cuello. Me zafe de su agarre y por instinto intente parar el cuchillo. El era mas fuerte que yo. Intente desviar la trayectoria. Imposible. Ya tenia el cuchillo en el cuello, y yo no hacia mas que estirarme y gritar, entonces tuve una idea. Doble mi pierna izquierda con fuerza y mi rodilla fue a parar a su entrepierna. Me arrastre por el suelo para estar fuera de su alcance y me puse en pie para ir a por mi hacha, pero Eldan me puso la zancadilla y yo caí de bruces contra el suelo. Alargue mi mano para recuperar mi hacha y me di la vuelta en un abrir y cerrar de ojos, esperando a Eldan listo para matarme en frente de mi. Pero de nuevo, estaba al lado de Blight, dispuesto a matarle.
-¡A mi hermano no!-Grite, y rápidamente me cubrí la boca con las manos. Acababa de desvelar a todo Panem que el vinculo que compartíamos Blight y yo era mas importante que ser simples compañeros. Eldan miro a Blight, y luego a mi, extrañado.-Escucha, no tiene que morir nadie.-Levante las manos.-Tu te vas, nosotros te dejamos. Cada uno hace su propio camino. Los dos queremos lo mismo, salir de aquí.
-¿Y como se que no me seguiréis?-Replico el chico del diez.-Sois dos. Podéis tenderme una trampa.
-No lo haremos. No queremos matarte... bueno... mi hermano no quiere matarte. Te encontró herido y te trajo hasta aquí para ayudarte a sanar... Por favor...
Eldan dudo un momento y después guardo su cuchillo en la manga. Con un paso corto pero firme se acerco a mi y me extendió su mano derecha. Yo se la estreche. Retrocedió otro paso y empezó a alejarse. Yo me aleje de el también, acercándome a Blight. Una vez Eldan estuvo a unos cuantos metros, dejo de mirarnos, se dio la vuelta, y echo a correr con una mano en la herida. No llegaría muy lejos sin medicina.
Le tome el pulso a Blight. Estaba muy pálido, pero estaba vivo. Me reí. Era una risa angustiada y desesperada pero a la vez llena de felicidad acompañada de lagrimas de terror.
Deje a Blight donde habíamos depositado a Eldan antes, y fui a por el cuenco de barro. No me había percatado hasta ahora de que Blight había encendido el fuego. Cocine los peces y herví el agua y espere a que despertase, tumbandome a su lado. Le aparte el pelo de la frente y le limpie algunos manchones de barro que tenia por la cara, seguramente de la pelea de barro. Así, dormido, parecía incluso tranquilo, como un niño.
"Recordaba perfectamente como mi madre venia a verme, y me decía que mi hermanito estaba bien, pero que no podía verle.
-¿Por que no puedo verle mami? -Preguntaba la Cloe de apenas siete añitos.
-Hay cosas muy peligrosas Cloe. Y esta es una de ellas. Si alguien os ve hablando, podría ocurriros algo malo. ¿Y no quieres que pase eso, verdad?
La pequeña Cloe negó rápidamente con un movimiento de cabeza.
Me pase toda mi niñez observando a mi hermano, quien pensaba ser hijo único. El tenia un año menos que yo, por lo que solo le veía en la cafetería, en el patio, en el bosque, de compras con mama... Recuerdo que era un niño tierno, algo regordete, bajito, con las mejillas y la nariz salpicadas de pequeñas pecas de color canela. Le miraba, y sabia muy bien que era muy tímido a sus nueve años. No tenia casi amigos. Y siempre, siempre, siempre, lloviese o hiciese sol, se sentaba en la mesa de madera, bajo el pino seco, del patio del colegio, a comer su bocadillo. Recuerdo la envidia que me daba. A nosotros, en el orfanato, no nos daban bocadillos para merendar.
En su décimo primer cumpleaños, como todos los días, se había sentado en la misma mesa de siempre, solo, como siempre. No me gustaba ver a mi hermanito solo, y menos en un día tan importante. Tantee a la suerte. Hacia frío, y la gente estaba dentro de la cafetería merendando, así que me acerque a su mesa, sentándome en frente de el. Nadie tenia por que saber que habíamos hablado.
-Hola, me llamo Cloe. ¿Tu eres Blight, verdad?
Blight no contesto, pero yo mantenía mi sonrisa. El pequeño Blight estaba con los brazos cruzados sobre el pecho mirando fijamente su bocadillo, como si estuviese enfadado.
-¿No te gusta tu bocadillo?-Pregunto la pequeña Cloe de doce años.
-No, no es eso.-Replico Blight.
-¿Entonces que ocurre?
-Hay un gusano sobre el.-Señalo su bocadillo con una mueca.
-Hmm... Pero me apuesto lo que sea a que te encantan las mariposas.
-Pues claro.-Dijo el pequeño Blight, como si fuese lo mas normal que a la gente le gustasen las mariposas.
-Pues las mariposas, antes de ser mariposas, son gusanos. Antes de ser algo tan bonito tiene que haber una etapa mala.
Sonreí. Buen pensamiento pequeña Cloe. "Antes de ser algo tan bonito tiene que haber una etapa mala." Mire de nuevo a mi hermano, y me fije en lo mucho que había cambiado desde ser aquel niño regordete y solitario. Le abrace fuerte, temiendo que otra vez, no supiese quien era. Era lo único bueno de los Juegos. Habían permitido que mi hermano supiese que yo era su hermana.
Tenia quince años, y estaba sentada en uno de los bancos de la plaza del Distrito 7, haciendo como si leía un libro, aunque en realidad, estaba mas bien observando a un Blight de catorce años... hasta que algo me distrajo. O mas bien alguien. Un tornado de mechones dorados me entorpeció la vista, acompañados de una risa dulce... Rosie.
-Hola Cloe...-Había dicho Rosie con su tierna vocecita musical.
-Si, si... hola.-Dije, sin apartar la vista de mi hermano. Había cambiado mucho en el ultimo año. Había crecido, había adelgazado demasiado (mi madre me había dicho que la imprenta había tenido un mal año), sus pecas habían desaparecido, hasta su peinado era diferente.
-Vaya... Al parecer van a ser ciertos los rumores de que estas enamoradita de ese chico.-Alzo las cejas y miro a Blight, luego le dio un mordisco a una manzana.
-¿Que? ¿De verdad hay rumores tan estúpidos como esos?
-Eso dicen...-Rosie me quito el libro que tenia para aparentar que estaba ocupada y leyó la contraportada.-Hey, este libro esta genial, ¿te lo has leído?
No la hice caso. Seguía mirando de reojo a mi hermano, el cual estaba en la otra punta de la plaza, sentado en otro banco, escribiendo en un cuaderno.
-¿De verdad que no te gusta ni un poquito?
-No.-Dije cortante.-De verdad Rosie...
Rosie le miro. En ese momento parecíamos dos acosadoras.
-La verdad es que es bastante guapo...
-¿De verdad lo piensas?-La pregunte, con una picara sonrisa. Rosie asintió sonrojada-Ve a hablar con el.-La anime.-Es muy tímido, pero si le conoces bien es muy simpático.
-Pero si no se ni su nombre...-Se excuso.
-Blight. Se llama Blight.
-No creo que pueda...-Rosie se cubrió las mejillas con las manos.
-Si que puedes... es como hacer amigos nuevos. Y tu eres la mejor para eso. Ademas... si lo haces te daré mi postre de la cafetería durante todos los viernes hasta que acabe el curso.
Rosie sonrió y se levanto del banco, caminando decidida hacia mi hermano. Les observe. Al principio ella no hacia mas que toquetearse el pelo y estar continuamente sonrojada. Aunque el la acompañaba. Ambos tenían la cara tan roja como un tomate. Blight señalo el libro que tenia Rosie, (mi libro), cerro el cuaderno en el que estaba escribiendo y comenzaron lo que parecía ser una animosa charla.
Blight se convirtió en el mejor amigo de Rosie a las pocas semanas, y de la noche a la mañana paso a ser uno de los chicos mas populares del instituto, al que le salían novias cada dos semanas. A Rosie eso no le sentaba muy bien, aunque siempre tenia una sonrisa para mi hermano. Yo animaba a Rosie, sabiendo que algún día terminarían junto, y como buena adivina que soy, acerté. Unos días antes de que Rosie cumpliese los quince vino a mi clase corriendo a contarme la gran noticia de que por fin Blight se había fijado en ella. Rosie intento que yo me acercase a Blight y que fuésemos amigos. Pero me negué rotundamente. Si mi madre se enteraba podría tener problemas. Desde entonces ya no observaba solo a Blight, sino también a Rosie, quien podía considerar como una hermana.
Le hice prometer a Rosie que nunca le hablase sobre a mi a Blight. Y lo cumplió. Rosie nunca supo que Blight y yo eramos hermanos. Quizá se enterase hoy a través de las cámaras. Ojala... Así lo entendería todo. Me acurruque mejor al lado de Blight, quien seguía sin despertar. Creo que no había nadie mejor que Rosie para el. Y Rosie se merecía a Blight de vuelta.
Algo se movió a mi lado, dejando sobre la piel de mi cuello un cálido suspiro.
-¿Cloe?-Pregunto Blight, adormilado.
-¿Blight?-Respondí.
-Te quiero.
-Y yo a ti... hermano.
No pude evitar que se me escapase una lagrima de felicidad.
*CLOE*
Sentía un ardor en las piernas de tanto caminar, pero no me podía quejar. Ignorando el hambre y la sed, estaba bastante bien para estar donde me encontraba. El cielo azul se había esfumado, y con el se había llevado el calor que invadía a la arena. Ahora, un tupido manto negro salpicado de estrellas cubría la arena, pero a lo lejos, aun se podían reconocer los colores anaranjados de la puesta de sol. Puestas de sol... ¿Cuantas mas podría ver? Tenia miedo. No me gustaba admitirlo. De hecho, no me permitía demostrar nunca lo aterrorizaba que estaba. No cuando Blight estaba cerca de mi. El tenia que pensar que salir de aquí con vida era posible, no podía perder esa esperanza. Me había prometido que le salvaría. Se lo merecía.
-Blight... -Dije, continuado de un suspiro. Mi hermano, quien a pesar de estar en los Juegos salvaba a chicos heridos, que confiaba en la bondad de las personas como Jade... Tenia que ganar. Si no era el, nadie era merecedor de la victoria. Pero temía que sus buenas acciones le llevasen a la muerte.
Suspire, y deje el hacha y el cuenco de barro lleno de agua con los dos peces muertos que había pescado sobre el suelo algo desnivelado."Ojala Blight haya encendido el fuego"-Pensé. Me agache y me pase la mano por la frente llena de sudor. Podía sentir mi corazón latir con fuerza en mi pecho, y mi estomago retorciéndose de hambre. Estaba bastante acostumbrada a los dos sonidos, por desgracia. Levante la vista. Estaba ya casi en el lugar donde habíamos decidido acampar.
Oí mi nombre en un grito desgarrador y angustioso y me incorpore rápidamente, recogiendo el hacha, pero dejando el cuenco en el suelo. No volví a escuchar nada, pero no me relaje. Aquella voz me había atravesado el alma, así que eche a correr hacia el campamento. Una parte de mi me obligaba a relajarme, diciéndome que Blight estaba a salvo y que seguramente fuese una imaginación mía, pero estábamos en los Juegos del Hambre. Y en los Juegos del Hambre no puedes fiarte de nada... ni de nadie.
Corrí con grandes zancadas por la pendiente y lo único que vi fue una sombra sobre el cuerpo de mi hermano, apretándole el cuello fuertemente mientras este tenia el rostro pálido como la nieve. No lo pene. Me lance sobre el chico, haciendo que se distrajese del estrangulamiento. Era Eldan. Había despertado.
"Blight, tonto, te dije que era mala idea."-Pensé.
Eldan era mucho mas alto que yo, y ahora me miraba con ira directamente a los ojos. Sujete el hacha con las dos manos y apreté tanto el mango que mis nudillos se tornaron blancos. Ahora yo también le miraba con furia. Había separado mis piernas, con una mas adelantada que la otra, en posición de ataque. Le mire bien, examinando cualquier movimiento que hiciese. Tenia un cuchillo... posiblemente se lo robase a Blight. Pero tenia un punto débil, la herida, y eso era algo a mi favor.
No me moví. Yo no iba a ser la primera en dar el paso. Habrían pasado unos segundos, aunque eran eternos. Eldan sujeto con fuerza el cuchillo, y se giro hacia Blight, con la punta hacia su pecho. Abrí los ojos con miedo y di un salto hacia el, intentando evitar que le clavase el cuchillo a Blight. Le di un codazo en la herida que tenia en las costillas, y Eldan se tambaleo de dolor. Cayo al suelo gracias a uno de mis empujones y entonces me subí a horcajadas sobre el, empezando a darle puñetazos en la cara. Eldan me aparto violentamente de el, tirándome con fuerza mientras escupía al suelo sangre y quizá algún diente. Mi cuerpo y mi cabeza rebotaron con fuerza en una roca. Había perdido mi hacha. Ya no la tenia. Busque uno de mis cuchillos en el cinturón, pero no conseguía enfocar la imagen. Ante de sacar mis cuchillos, Eldan estaba de nuevo a mi lado, inmovilizandome las muñecas. Patalee y grite, ya que era lo único que podía hacer. Entonces es cuando vi como la hoja fría de su cuchillo avanzaba lentamente hacia mi cuello. Me zafe de su agarre y por instinto intente parar el cuchillo. El era mas fuerte que yo. Intente desviar la trayectoria. Imposible. Ya tenia el cuchillo en el cuello, y yo no hacia mas que estirarme y gritar, entonces tuve una idea. Doble mi pierna izquierda con fuerza y mi rodilla fue a parar a su entrepierna. Me arrastre por el suelo para estar fuera de su alcance y me puse en pie para ir a por mi hacha, pero Eldan me puso la zancadilla y yo caí de bruces contra el suelo. Alargue mi mano para recuperar mi hacha y me di la vuelta en un abrir y cerrar de ojos, esperando a Eldan listo para matarme en frente de mi. Pero de nuevo, estaba al lado de Blight, dispuesto a matarle.
-¡A mi hermano no!-Grite, y rápidamente me cubrí la boca con las manos. Acababa de desvelar a todo Panem que el vinculo que compartíamos Blight y yo era mas importante que ser simples compañeros. Eldan miro a Blight, y luego a mi, extrañado.-Escucha, no tiene que morir nadie.-Levante las manos.-Tu te vas, nosotros te dejamos. Cada uno hace su propio camino. Los dos queremos lo mismo, salir de aquí.
-¿Y como se que no me seguiréis?-Replico el chico del diez.-Sois dos. Podéis tenderme una trampa.
-No lo haremos. No queremos matarte... bueno... mi hermano no quiere matarte. Te encontró herido y te trajo hasta aquí para ayudarte a sanar... Por favor...
Eldan dudo un momento y después guardo su cuchillo en la manga. Con un paso corto pero firme se acerco a mi y me extendió su mano derecha. Yo se la estreche. Retrocedió otro paso y empezó a alejarse. Yo me aleje de el también, acercándome a Blight. Una vez Eldan estuvo a unos cuantos metros, dejo de mirarnos, se dio la vuelta, y echo a correr con una mano en la herida. No llegaría muy lejos sin medicina.
Le tome el pulso a Blight. Estaba muy pálido, pero estaba vivo. Me reí. Era una risa angustiada y desesperada pero a la vez llena de felicidad acompañada de lagrimas de terror.
Deje a Blight donde habíamos depositado a Eldan antes, y fui a por el cuenco de barro. No me había percatado hasta ahora de que Blight había encendido el fuego. Cocine los peces y herví el agua y espere a que despertase, tumbandome a su lado. Le aparte el pelo de la frente y le limpie algunos manchones de barro que tenia por la cara, seguramente de la pelea de barro. Así, dormido, parecía incluso tranquilo, como un niño.
"Recordaba perfectamente como mi madre venia a verme, y me decía que mi hermanito estaba bien, pero que no podía verle.
-¿Por que no puedo verle mami? -Preguntaba la Cloe de apenas siete añitos.
-Hay cosas muy peligrosas Cloe. Y esta es una de ellas. Si alguien os ve hablando, podría ocurriros algo malo. ¿Y no quieres que pase eso, verdad?
La pequeña Cloe negó rápidamente con un movimiento de cabeza.
Me pase toda mi niñez observando a mi hermano, quien pensaba ser hijo único. El tenia un año menos que yo, por lo que solo le veía en la cafetería, en el patio, en el bosque, de compras con mama... Recuerdo que era un niño tierno, algo regordete, bajito, con las mejillas y la nariz salpicadas de pequeñas pecas de color canela. Le miraba, y sabia muy bien que era muy tímido a sus nueve años. No tenia casi amigos. Y siempre, siempre, siempre, lloviese o hiciese sol, se sentaba en la mesa de madera, bajo el pino seco, del patio del colegio, a comer su bocadillo. Recuerdo la envidia que me daba. A nosotros, en el orfanato, no nos daban bocadillos para merendar.
En su décimo primer cumpleaños, como todos los días, se había sentado en la misma mesa de siempre, solo, como siempre. No me gustaba ver a mi hermanito solo, y menos en un día tan importante. Tantee a la suerte. Hacia frío, y la gente estaba dentro de la cafetería merendando, así que me acerque a su mesa, sentándome en frente de el. Nadie tenia por que saber que habíamos hablado.
-Hola, me llamo Cloe. ¿Tu eres Blight, verdad?
Blight no contesto, pero yo mantenía mi sonrisa. El pequeño Blight estaba con los brazos cruzados sobre el pecho mirando fijamente su bocadillo, como si estuviese enfadado.
-¿No te gusta tu bocadillo?-Pregunto la pequeña Cloe de doce años.
-No, no es eso.-Replico Blight.
-¿Entonces que ocurre?
-Hay un gusano sobre el.-Señalo su bocadillo con una mueca.
-Hmm... Pero me apuesto lo que sea a que te encantan las mariposas.
-Pues claro.-Dijo el pequeño Blight, como si fuese lo mas normal que a la gente le gustasen las mariposas.
-Pues las mariposas, antes de ser mariposas, son gusanos. Antes de ser algo tan bonito tiene que haber una etapa mala.
Sonreí. Buen pensamiento pequeña Cloe. "Antes de ser algo tan bonito tiene que haber una etapa mala." Mire de nuevo a mi hermano, y me fije en lo mucho que había cambiado desde ser aquel niño regordete y solitario. Le abrace fuerte, temiendo que otra vez, no supiese quien era. Era lo único bueno de los Juegos. Habían permitido que mi hermano supiese que yo era su hermana.
Tenia quince años, y estaba sentada en uno de los bancos de la plaza del Distrito 7, haciendo como si leía un libro, aunque en realidad, estaba mas bien observando a un Blight de catorce años... hasta que algo me distrajo. O mas bien alguien. Un tornado de mechones dorados me entorpeció la vista, acompañados de una risa dulce... Rosie.
-Hola Cloe...-Había dicho Rosie con su tierna vocecita musical.
-Si, si... hola.-Dije, sin apartar la vista de mi hermano. Había cambiado mucho en el ultimo año. Había crecido, había adelgazado demasiado (mi madre me había dicho que la imprenta había tenido un mal año), sus pecas habían desaparecido, hasta su peinado era diferente.
-Vaya... Al parecer van a ser ciertos los rumores de que estas enamoradita de ese chico.-Alzo las cejas y miro a Blight, luego le dio un mordisco a una manzana.
-¿Que? ¿De verdad hay rumores tan estúpidos como esos?
-Eso dicen...-Rosie me quito el libro que tenia para aparentar que estaba ocupada y leyó la contraportada.-Hey, este libro esta genial, ¿te lo has leído?
No la hice caso. Seguía mirando de reojo a mi hermano, el cual estaba en la otra punta de la plaza, sentado en otro banco, escribiendo en un cuaderno.
-¿De verdad que no te gusta ni un poquito?
-No.-Dije cortante.-De verdad Rosie...
Rosie le miro. En ese momento parecíamos dos acosadoras.
-La verdad es que es bastante guapo...
-¿De verdad lo piensas?-La pregunte, con una picara sonrisa. Rosie asintió sonrojada-Ve a hablar con el.-La anime.-Es muy tímido, pero si le conoces bien es muy simpático.
-Pero si no se ni su nombre...-Se excuso.
-Blight. Se llama Blight.
-No creo que pueda...-Rosie se cubrió las mejillas con las manos.
-Si que puedes... es como hacer amigos nuevos. Y tu eres la mejor para eso. Ademas... si lo haces te daré mi postre de la cafetería durante todos los viernes hasta que acabe el curso.
Rosie sonrió y se levanto del banco, caminando decidida hacia mi hermano. Les observe. Al principio ella no hacia mas que toquetearse el pelo y estar continuamente sonrojada. Aunque el la acompañaba. Ambos tenían la cara tan roja como un tomate. Blight señalo el libro que tenia Rosie, (mi libro), cerro el cuaderno en el que estaba escribiendo y comenzaron lo que parecía ser una animosa charla.
Blight se convirtió en el mejor amigo de Rosie a las pocas semanas, y de la noche a la mañana paso a ser uno de los chicos mas populares del instituto, al que le salían novias cada dos semanas. A Rosie eso no le sentaba muy bien, aunque siempre tenia una sonrisa para mi hermano. Yo animaba a Rosie, sabiendo que algún día terminarían junto, y como buena adivina que soy, acerté. Unos días antes de que Rosie cumpliese los quince vino a mi clase corriendo a contarme la gran noticia de que por fin Blight se había fijado en ella. Rosie intento que yo me acercase a Blight y que fuésemos amigos. Pero me negué rotundamente. Si mi madre se enteraba podría tener problemas. Desde entonces ya no observaba solo a Blight, sino también a Rosie, quien podía considerar como una hermana.
Le hice prometer a Rosie que nunca le hablase sobre a mi a Blight. Y lo cumplió. Rosie nunca supo que Blight y yo eramos hermanos. Quizá se enterase hoy a través de las cámaras. Ojala... Así lo entendería todo. Me acurruque mejor al lado de Blight, quien seguía sin despertar. Creo que no había nadie mejor que Rosie para el. Y Rosie se merecía a Blight de vuelta.
Algo se movió a mi lado, dejando sobre la piel de mi cuello un cálido suspiro.
-¿Cloe?-Pregunto Blight, adormilado.
-¿Blight?-Respondí.
-Te quiero.
-Y yo a ti... hermano.
No pude evitar que se me escapase una lagrima de felicidad.
1/13/2015
Blight: Capitulo 22
-¿Que? ¿Estas bromeando verdad? ¿No pensaras dejarle aquí, así?
-Blight, no podemos llevarle. Mírale... Esta muy mal.-Susurro.
-Pero tal vez podemos ayudarle. Venga, tiene que quedarte algo de humanidad. ¿Que pasaría si fuese yo y me encontrase otro tributo?
-Pues que te acabaría de matar Blight. Parece que no entiendes las reglas de los Juegos. Solo puede quedar uno. No puedes salvar a todos los que estamos aquí.
-Pero...
- Esta bien. Haz lo que quieras...-Cloe movía sus manos frenéticamente por el aire.-Intenta salvarlo, o lo que quieras. Pero tu lo llevaras hasta las montañas. Tu le protegerás, y le buscaras su comida, y todo lo que necesite... Yo tengo que cuidar de ti. Y de nadie mas.
-Nadie tiene que cuidar de mi.-Proteste, aunque mi hermana ya no me hacia caso. Se había dado la vuelta y avanzaba a grandes zancadas hacia las montañas.
Suspire, y volví a guardar el machete en el cinturón mientras miraba al chico. ¿Como le había llamado Cloe? ¿Eldan? Me pase las manos por el alborotado pelo. No sabia como llevarle. Eldan parecía fuerte, y era al menos quince centímetros mas alto que yo, y eso que yo no era bajo. Levante la vista hacia el horizonte. Cloe se había tomado en serio el tema de no ayudar. Caminaba rápido, pasando su hacha de una mano a otra. Volví a suspirar y mire al suelo. Me agache e intente arrastrar al chico por los brazos. Me caí al barro, y Eldan se quejo, aun inconsciente. Me levante pasando la mano por mis pantalones, intentando limpiarlos -aunque los ensucie mas.- Al final, me volví a agachar, y me puse al chico en la espalda, con su cabeza en mi hombro, sujetándole por los brazos. Le arrastraban los pies, pero yo no podía hacer nada mas. Al menos no se movió, ni se quejo mas. Cloe aminoro la marcha. Hasta me espero. Aunque no hacia mas de quejarse de que incluso los muertos podrían adelantarnos. Caminábamos diez minutos y descansábamos cinco. Volvíamos a caminar diez, y volvíamos a descansar cinco.
-Oh, venga! Así no vamos a llegar nunca.-Protesto Cloe, cuando habíamos pasado los cinco minutos de descanso y no me sentía con mas fuerzas para levantarme. Me quite la cazadora y se la di a mi hermana, enfadado.
-Esta bien. Vamos.-Dije, con un deje de exasperación.
Volví a sujetar a Eldan por la espalda y avanzamos bajo el sol, hacia las montañas. Diez minutos después, mi hermana se detuvo. Yo continué, sin decir nada. Cloe volvió a incorporarse en apenas unos segundos. Pasaron veinte minutos mas. Treinta. Cuarenta. Sin ningún descanso...
-Blight, deberías parar. Ya me has demostrado tu poder de superación, y tu orgullo, y que eres muy fuerte y bla bla bla. Pero descansa, si sigues así lo único que puedes encontrar es un ligamento de tendón o una rot...
-No. Hay que llegar allí antes de que vuelva a caer la noche. Y tenemos que buscar agua y comida, y montar un refugio.
Cloe suspiro.
-Mira que eres cabezota...
De repente Eldan paso a pesar menos. Gire la cabeza un poco, y vi a mi hermana, sujetando sus piernas. Ayudándome a cargarle.
-¿Yo cabezota? Creí que esa eras tu...
-Oh, cállate Blight, o cambiare de opinión.
Sonreí, y caminamos unos minutos en silencio antes de que pudiese musitar algo.
-Gracias Cloe... De verdad.
No vi muy bien la reacción de mi hermana, pero pude apostar a que era una sonrisa.
Habían pasado ya tres horas desde que emprendimos la marcha, y por la posición del sol, entendía que estábamos en el medio día. Ahora nuestro objetivo parecía estar mas cerca que nunca. El camino había empezado a empinarse, aunque al menos habíamos dejado atrás el agua estancada y con horrible olor que de dispersaba alrededor de todo el pantano. Pero ya no estábamos en el pantano. Estábamos camino a las montañas.
-Blight. Creo que deberíamos de parar. -Dijo mi hermana, fatigada.- Podrías encender un fuego mientras yo retrocedo y voy a buscar agua y comida. O puedes preparar una trampa si te sobra tiempo.
-Esta bien...-Respondí también entre jadeos.
Cloe dejo mi chaqueta y la suya en el suelo, y tumbamos a Eldan sobre ellas.
-Pero no tenemos madera. Y aquí no hay arboles...
Con una sonrisa de lado, Cloe saco varios palos secos, de los bolsillos de su pantalón. Me reí. Cloe a veces se pasaba de previsora. Me los dio y me abrazo.
-Ten cuidado.-La susurre.
-Lo tendré.
Me miro a los ojos y se deshizo de mi abrazo lentamente. Después, corrió hacia el horizonte. La mire hasta que la vi desaparecer.
Una vez que estábamos el cuerpo de Eldan y yo, solos, empece a preparar una fogata. Frote un palo contra otro durante muchos y largos minutos. No lleve la cuenta, pero cuando conseguí que los palos chispeasen el cielo ya era de un color anaranjado. No tenia nada con lo que avivar el fuego, así que moví los palos mas fuerte, hasta que por fin, la llama nació. Para mantenerlo encendido eche mas palos. Me calenté las manos en el fuego, y pronto me puse manos a la obra con la trampa, hasta que me di cuenta de que Cloe se había llevado las cuerdas.
Cloe...
Hacia tiempo que se había ido. Pero no había sonado ningún cañonazo. Debía de relajarme. Tenia los nervios a flor de piel. Me senté junto a la hoguera sin dejar de mirar el horizonte. De repente vi una sombra.
-¿Cloe?-Pregunte al aire. Estaba demasiado lejos como para que me oyese.
Eldan comenzó a moverse. Se giro a un lado, entre gruñidos, y de repente se levanto. Tenia los ojos azules, y me miro fijamente a los ojos.
-Ho...Hola...-Le salude, con las manos levantadas, para que viese que estaba entre "amigos".
El chico movía sus manos con nerviosismo por su cuerpo. Me levante, acercándome a el, con la intención de ayudarle, y de repente vi algo negro en su mano. Sacudió el brazo y comprobé de que se trataba de un cuchillo. ¿Como no se nos había ocurrido mirar si llevaba armas?
-Hey, tranquilo... Solo quiero ayudarte.
-Estoy herido.-Respondió, temblando.
-Lo se, por eso estas aquí.
-¿Que me has hecho?
-¿Que? Yo no...
-¿Que me has hecho?-Repitió.
Le mire extrañado y retrocedí un par de pasos. Eldan se avalanzo sobre mi.
-CLOE-Grite, antes de que mi cabeza impactase contra el suelo.
Lo ultimo que vi fue la cara de enfado de Eldan, sobre mi. Estaba apretando mi cuello con fuerza. Podía sentirlo... Pero la imagen empezó a cubrirse con diminutas estrellitas negras, hasta que lo ultimo que vi fue la oscuridad. Luego deje de oír. Incluso deje de sentir las manos de Eldan sobre mi cuello.
Hola tributos! Bueno, venia a avisaros de que seguramente el próximo capitulo de Blight este narrado por Cloe, ya que Blight estará algo indispuesto. Espero que os haya gustado, y gracias por leer! Besos!
-Blight, no podemos llevarle. Mírale... Esta muy mal.-Susurro.
-Pero tal vez podemos ayudarle. Venga, tiene que quedarte algo de humanidad. ¿Que pasaría si fuese yo y me encontrase otro tributo?
-Pues que te acabaría de matar Blight. Parece que no entiendes las reglas de los Juegos. Solo puede quedar uno. No puedes salvar a todos los que estamos aquí.
-Pero...
- Esta bien. Haz lo que quieras...-Cloe movía sus manos frenéticamente por el aire.-Intenta salvarlo, o lo que quieras. Pero tu lo llevaras hasta las montañas. Tu le protegerás, y le buscaras su comida, y todo lo que necesite... Yo tengo que cuidar de ti. Y de nadie mas.
-Nadie tiene que cuidar de mi.-Proteste, aunque mi hermana ya no me hacia caso. Se había dado la vuelta y avanzaba a grandes zancadas hacia las montañas.
Suspire, y volví a guardar el machete en el cinturón mientras miraba al chico. ¿Como le había llamado Cloe? ¿Eldan? Me pase las manos por el alborotado pelo. No sabia como llevarle. Eldan parecía fuerte, y era al menos quince centímetros mas alto que yo, y eso que yo no era bajo. Levante la vista hacia el horizonte. Cloe se había tomado en serio el tema de no ayudar. Caminaba rápido, pasando su hacha de una mano a otra. Volví a suspirar y mire al suelo. Me agache e intente arrastrar al chico por los brazos. Me caí al barro, y Eldan se quejo, aun inconsciente. Me levante pasando la mano por mis pantalones, intentando limpiarlos -aunque los ensucie mas.- Al final, me volví a agachar, y me puse al chico en la espalda, con su cabeza en mi hombro, sujetándole por los brazos. Le arrastraban los pies, pero yo no podía hacer nada mas. Al menos no se movió, ni se quejo mas. Cloe aminoro la marcha. Hasta me espero. Aunque no hacia mas de quejarse de que incluso los muertos podrían adelantarnos. Caminábamos diez minutos y descansábamos cinco. Volvíamos a caminar diez, y volvíamos a descansar cinco.
-Oh, venga! Así no vamos a llegar nunca.-Protesto Cloe, cuando habíamos pasado los cinco minutos de descanso y no me sentía con mas fuerzas para levantarme. Me quite la cazadora y se la di a mi hermana, enfadado.
-Esta bien. Vamos.-Dije, con un deje de exasperación.
Volví a sujetar a Eldan por la espalda y avanzamos bajo el sol, hacia las montañas. Diez minutos después, mi hermana se detuvo. Yo continué, sin decir nada. Cloe volvió a incorporarse en apenas unos segundos. Pasaron veinte minutos mas. Treinta. Cuarenta. Sin ningún descanso...
-Blight, deberías parar. Ya me has demostrado tu poder de superación, y tu orgullo, y que eres muy fuerte y bla bla bla. Pero descansa, si sigues así lo único que puedes encontrar es un ligamento de tendón o una rot...
-No. Hay que llegar allí antes de que vuelva a caer la noche. Y tenemos que buscar agua y comida, y montar un refugio.
Cloe suspiro.
-Mira que eres cabezota...
De repente Eldan paso a pesar menos. Gire la cabeza un poco, y vi a mi hermana, sujetando sus piernas. Ayudándome a cargarle.
-¿Yo cabezota? Creí que esa eras tu...
-Oh, cállate Blight, o cambiare de opinión.
Sonreí, y caminamos unos minutos en silencio antes de que pudiese musitar algo.
-Gracias Cloe... De verdad.
No vi muy bien la reacción de mi hermana, pero pude apostar a que era una sonrisa.
Habían pasado ya tres horas desde que emprendimos la marcha, y por la posición del sol, entendía que estábamos en el medio día. Ahora nuestro objetivo parecía estar mas cerca que nunca. El camino había empezado a empinarse, aunque al menos habíamos dejado atrás el agua estancada y con horrible olor que de dispersaba alrededor de todo el pantano. Pero ya no estábamos en el pantano. Estábamos camino a las montañas.
-Blight. Creo que deberíamos de parar. -Dijo mi hermana, fatigada.- Podrías encender un fuego mientras yo retrocedo y voy a buscar agua y comida. O puedes preparar una trampa si te sobra tiempo.
-Esta bien...-Respondí también entre jadeos.
Cloe dejo mi chaqueta y la suya en el suelo, y tumbamos a Eldan sobre ellas.
-Pero no tenemos madera. Y aquí no hay arboles...
Con una sonrisa de lado, Cloe saco varios palos secos, de los bolsillos de su pantalón. Me reí. Cloe a veces se pasaba de previsora. Me los dio y me abrazo.
-Ten cuidado.-La susurre.
-Lo tendré.
Me miro a los ojos y se deshizo de mi abrazo lentamente. Después, corrió hacia el horizonte. La mire hasta que la vi desaparecer.
Una vez que estábamos el cuerpo de Eldan y yo, solos, empece a preparar una fogata. Frote un palo contra otro durante muchos y largos minutos. No lleve la cuenta, pero cuando conseguí que los palos chispeasen el cielo ya era de un color anaranjado. No tenia nada con lo que avivar el fuego, así que moví los palos mas fuerte, hasta que por fin, la llama nació. Para mantenerlo encendido eche mas palos. Me calenté las manos en el fuego, y pronto me puse manos a la obra con la trampa, hasta que me di cuenta de que Cloe se había llevado las cuerdas.
Cloe...
Hacia tiempo que se había ido. Pero no había sonado ningún cañonazo. Debía de relajarme. Tenia los nervios a flor de piel. Me senté junto a la hoguera sin dejar de mirar el horizonte. De repente vi una sombra.
-¿Cloe?-Pregunte al aire. Estaba demasiado lejos como para que me oyese.
Eldan comenzó a moverse. Se giro a un lado, entre gruñidos, y de repente se levanto. Tenia los ojos azules, y me miro fijamente a los ojos.
-Ho...Hola...-Le salude, con las manos levantadas, para que viese que estaba entre "amigos".
El chico movía sus manos con nerviosismo por su cuerpo. Me levante, acercándome a el, con la intención de ayudarle, y de repente vi algo negro en su mano. Sacudió el brazo y comprobé de que se trataba de un cuchillo. ¿Como no se nos había ocurrido mirar si llevaba armas?
-Hey, tranquilo... Solo quiero ayudarte.
-Estoy herido.-Respondió, temblando.
-Lo se, por eso estas aquí.
-¿Que me has hecho?
-¿Que? Yo no...
-¿Que me has hecho?-Repitió.
Le mire extrañado y retrocedí un par de pasos. Eldan se avalanzo sobre mi.
-CLOE-Grite, antes de que mi cabeza impactase contra el suelo.
Lo ultimo que vi fue la cara de enfado de Eldan, sobre mi. Estaba apretando mi cuello con fuerza. Podía sentirlo... Pero la imagen empezó a cubrirse con diminutas estrellitas negras, hasta que lo ultimo que vi fue la oscuridad. Luego deje de oír. Incluso deje de sentir las manos de Eldan sobre mi cuello.
Hola tributos! Bueno, venia a avisaros de que seguramente el próximo capitulo de Blight este narrado por Cloe, ya que Blight estará algo indispuesto. Espero que os haya gustado, y gracias por leer! Besos!
1/11/2015
Blight: Capitulo 21
Ya no quedaba ni rastro de la oscuridad que había cubierto la arena por la noche. Tampoco quedaba nada de los profesionales, salvo la sangre seca en la hoja del cuchillo que habíamos puesto en la trampa. Había sido todo un detalle que Jade nos hubiese devuelto el cuchillo.
Nada mas que ordenamos todas las cosas, Cloe, cansada pero persistente, se puso a dar ordenes.
-Recoge todas las armas. Nos vamos.
-¿Nos vamos? ¿A donde?
-A las montañas. Estar aquí es peligroso. No hay comida, no hay agua... Solo abundan animales peligrosos.
-Pues yo aun no he visto ninguno aun. Aunque la verdad es que me muero de sed, y de hambre. ¿Como vamos a llegar hasta allí sin agua? Esta demasiado lejos.
-Tu crees que no has visto animales peligrosos, pero mírate, estas lleno de picaduras de mosquitos. Y yo también...-Suspiro.-Yo buscare el agua mientras tu recoges las cosas, relájate, y haz lo que te digo.
-Si, mi capitán.-Si las miradas matasen, Cloe me hubiese matado con la suya.-Perdón...
-Hoy no es mi día Blight. Obedece.
Finalmente, la hice caso. Deshice la trampa y recogí los trozos de cuerda que quedaban. Limpie la sangre del cuchillo con mi camiseta, y lo metí en el cinturón, junto al otro, y el machete. Pose el hacha de Cloe junto a sus dos cuchillos, las cuerdas, y el cuenco de barro que habíamos fabricado la noche anterior, y los profesionales habían decidido no llevarse. Como acabe y Cloe todavía no aparecía, me limpie la cara y el pelo, que estaban cubiertos de barro, con el agua que había en el suelo. No era muy agradable, pero era mejor que tener barro seco pegado a la piel. Mi hermana aun tardo bastante en regresar, y cuando lo hizo, no tenia muy buena pinta. Me dio una especie de raíz mojada y con tierra, y se fue a revisar sus cosas.
-¿Que es esto?-Dije, mirando confuso a la raíz.
-Ahora mismo es tu principal fuente de agua potable.
-¿Que tengo que beber de aquí?
Cloe se llevo su propia raíz a la boca y asintió.
-Anda Blight, no te quejes tanto, al menos ya tenemos agua...
La mire raro y después a la raíz. A esto no le podía llamar agua. De todas formas, me lleve la raíz a la boca y la mastique. Sorprendentemente, Cloe tenia razón. De ella salia bastante agua fresca.
Emprendimos la marcha poco después. Caminamos durante horas, y las habíamos agotado el agua de las raíces. Parecíamos no avanzar, ya que las montañas parecían igual de pequeñas que antes. El agua del suelo seguía sin desaparecer, y bajo el sol, parecía que las picaduras de mosquito picaban mas aun. Me rascaba constantemente, aunque cada vez que Cloe me veía, me daba un manotazo. Ella no paraba de afirmar que el barro aliviaba el picor, y no hacia mas que echárselo en la piel.
-No pienso ponerme mas barro encima.
-¿Que no? Ya veras como si.
Cloe, rápidamente se agacho e hizo una bola de lodo en sus manos, tirandomela. Parecía ser que mi querida hermana tenia muy buena puntería, ya que me dio con la bola en toda la frente.
-¿Con que esas tenemos verdad?
Me agache haciendo una bola aun mas grande que la de antes y la tire, pero se desvió demasiado, y no la dio. Ella se rió, y empezó a hacerme burla. Me levante y corrí, lanzándome contra ella y tirándola al suelo entre risas. Cogí un puñado de barro y se lo puse en la cara. Ella se rió, y yo me reí con ella. Se retorció, y con fuerza rodó, poniéndose sobre mi.
-Ahora sufrirás tu.
Me puso las manos llenas de barro sobre la cara, mientras gritaba y estiraba el cuello. Giraba la cara de derecha a izquierda, y viceversa, rápidamente, intentando que no me manchase mas, pero sin éxito. De repente, vi algo a lo lejos.
-Para, para, para... Cloe, creo que he visto algo.
Me levante bruscamente, y ella cayo al suelo. Se levanto limpiándose los pantalones -o ensuciandolos mas aun- y miro hacia donde yo miraba. Me volvió a mirar a mi, extrañada.
-Allí no hay nada Blight. Vamos, estarás divagando por la falta de agua. Hay que encontrarla ya.
-Que no. Allí hay algo. Espera...
Camine rápido hacia allí mientras desenfundaba mi machete y dejaba un cuchillo a la vista, para cogerlo rápido por si pasaba algo con mi actual arma. Mire hacia atrás. Cloe se había quedado donde antes, mirándome como si estuviese loco, con los brazos en jarras y un pie adelantando, suspirando. Volví a mirar al frente, con las dos manos en la empuñadura del machete, dando pasos pequeños, hasta que vi lo que había enfrente de mi. Un chico. No tenia muy buena pinta. Había bastante sangre a su alrededor. No podía verle la cara, ya que estaba de lado.
-Cloe.-Grite.-Cloe, ven.
Cloe vino corriendo, dando zancadas grandes, sujetando su hacha con fuerza.
-¿Que ocurre?-Dijo antes de dar un gritito ahogado.
Ella se puso al otro lado del chico para ver de quien se trataba.
-Ten cuidado...-La dije.
Ella me miro con sus grandes ojos marrones y asintió. Con el pie, le dio un poco la vuelta.
-Es Eldan. El chico del diez.-Me informo.
Tenia los ojos cerrados, y el pelo negro lo tenia pegado a la frente. Se abrazaba a si mismo, justo en el lado donde tenia la herida, donde aun continuaba saliendo sangre.
-¿Y que hacemos con el?
Cloe me miro con frialdad, volvió a mirar al chico, y se dio la vuelta.
1/10/2015
Johanna:Capitulo 52
Hola tributos! Como el capitulo anterior fue bastante corto, esta vez me he extendido mas. Aquí os dejo el capitulo 52, en el que aparece un nuevo personaje y ocurre algo... importante. Jajajaja. Espero que os guste. Besos!
-Gane los Juegos con 14 años contra todo pronostico. Era el tributo mas joven de toda la arena, pescador, sin posibilidades... Pero fui uno de los favoritos desde el principio. En la arena no me resulto difícil encontrar buenos aliados, y tampoco me costo deshacerme de ellos, ya que yo no tuve nada que ver con que ellos... dejasen de jugar... por así decirlo. No paraban de llegarme paracaídas, y cuando me llego un brillante y precioso tridente en uno de ellos, me sentí con muchas posibilidades de ganar. La primera persona a la que... bueno...mate...-Se aclaro la garganta.-...fue la mas difícil. Después, todas eran iguales. Ya había condenado mi alma por quitarle la vida a una, podía quitar unas cuantas mas. Cuando acabe con el ultimo tributo, me sentía eufórico. Supongo que sabes de lo que te hablo, ya sabes, salir de ahí con vida, pensar que volverás a tu vida normal con tus familiares, tus amigos... Todo parecía que iba a ser así. El Capitolio me quería, mis entrevistas eran estupendas, hasta incluso pensaba que a Snow le agradaba. Todo continuo siendo absolutamente perfecto hasta que cumplí los dieciocho años y el presidente Snow se presento en mi casa. Honestamente, no estaba asustado. Solía pasearme por el Capitolio y encontrarme a Snow con una gran sonrisa dedicada para mi, pero esta vez era distinto. Me lo encontré en el despacho, serio, y entonces me entraron los nervios. Me hizo una proposición para trabajar en el Capitolio... como a ti.
-¿Aceptaste?-Susurre, para acompañar su tono de voz.
-No. Al menos al principio. El me advirtió que lo lamentaría. Me amenazo, y después se fue. Una semana después, era la cosecha, así que allí estaba, dispuesto a acompañar a los tributos que les tocase ir. Y les acompañe... pero cuando volví, sin ninguno de los dos, lo único que me encontré fue devastación...-Le mire perpleja.-Yo... yo solo recuerdo...-Intentaba mantener la voz calmada, pero en realidad parecía que quería llorar.- Recuerdo que Mags me abrazo... Ya no había nadie en mi casa. Pusieron la escusa de que habían muerto en el mar, pero yo sabia que era mentira. Viví en la oscuridad durante bastante tiempo, aunque algunas personas me ayudaron a volver. Luego estaba menos preocupado. A mi no me podían hacer daño. Era uno de los vencedores favoritos, así que pensé que después de todo, ahora Snow no podía hacer nada contra mi, y que me dejaría en paz para siempre. Pero en mi décimo noveno cumpleaños regreso, para hacerme la misma preposición... Ya me había quitado a mi familia, así que no podía quitarme nada mas. Le dije que no, y esta vez no me amenazo. Pero una vez mas me equivoque, cuando Annie salio elegida en la cosecha.
-Annie fue la vencedora anterior a mi.
Finnick asintió.
-Yo acepte el trabajo de Snow en esos momentos, a cambio de algo. Annie debía de salir con vida de los Juegos. Y créeme cuando te digo que Snow cumple con su palabra. La inundación de sus Juegos, fue a propósito. Ella era la única que sabia nadar, lo sabia, y le proporcione esa información a Snow. El solo tuvo que reventar la presa para que Annie ganase... Aunque los Juegos dejan grandes marcas en el corazón y... desde que volvió, Annie ya no es la misma de siempre.
-Trucaste los Juegos...
Pensé en lo que me hubiese sucedido se hubiese salido cosechada un año antes. Un escalofrió recorrió mi espalda.
-Pero por un gran precio...
-¿Y que puedo hacer?
Finnick suspiro.
-Después de lo del veneno... Me temo que ya no puedes hacer nada.
-¿Le hará algo a mi familia?
-Quizá, después de todo se lo piense y prefiera hacerte algo a ti directamente.-Hizo una mueca.-Cuídate Johanna, por favor.
Después de que Finnick dijese esto, mire nerviosa hacia los lados y corrí para buscar a Blight. Debía de volver a casa.
La verdad, prefería que me matasen a mi antes que a mis padres y a Paul. Ellos no tenían la culpa de nada. La culpable era yo. Cuando encontré a Blight, el corazón se me inundo de esperanza, pero al hablar con el, la esperanza se esfumo. Estaba borracho, y lo único que sabia decir era:
"Mañana, mañana, mañana."
El mundo comenzó a tambalearse, a dar vueltas y giros, mezclando colores. La gente venia hacia mi y me hacia cumplidos y entonces todo se volvió negro.
Me desperté asustada en la oscuridad. Reconocí el movimiento del vagón del tren y el olor de la habitación. Regresábamos a casa. Y yo no sabia lo que sucedió. Salí al vagón bar, donde se encontraba Blight, el cual se encontraba aun con un deje de ebriedad. Me explico que me había desmayado en la fiesta, y que todo el mundo se preocupo, pero que estaba bien. Pusieron la escusa de:
"Demasiado licor para un cuerpo tan pequeño."
Y todos volvieron a mi fiesta, sin mi.
Me pase todo el viaje deseando volver a casa. Aunque la verdad, pensaba en lo peor. No paraba de dar vueltas por el tren. A veces lloraba en silencio. A veces gritaba. A veces miraba por la ventana. Y de repente el vagón se paro, y llegamos al Distrito.
Baje la primera de todas. Había bastante gente en la estación, y cara por cara, fui buscando esperanzada el rostro de mis familiares. No veía ninguno, y mi cara cambio. Solo deseaba gritar.
-Hey Jo, ¿Que tal por el Capitolio?
ESA. Esa era la voz de mi hermano. Estaba escondido detrás de dos chicas morenas. Baje del tren de un salto y corrí hacia el. Salte a sus brazos, abrazándole.
-¿Estais todos bien?-Pregunte.
-Si, claro. ¿Por que no deberíamos de estarlo?
Suspire aliviada.
-Las pesadillas...-Me escude.-No se van y tenia miedo.
Paul me tranquilizo, como siempre lo había hecho. Como siempre lo hacia. Y me condujo hacia casa. Mi tranquila casa en la Aldea de los Vencedores, mas allá del bosque del Distrito. Cuando vi a mi padre en la sala ordenando sus viejos libros le abrace, recordandole que le quería. Y cuando mi madre entro en la cocina salte a sus brazos también. Les había echado de menos. Y una cosa estaba clara. Ellos no pagarían mis deudas. Era yo la que debía de sufrir.
Febrero acabo, dejando una gran capa de nieve en el suelo. Luego le siguió Marzo... Y entonces empezó el mes de Abril, con sus incesantes lluvias. Había pasado todos estos meses en compañía de Willow, la cual, ahora parecía que me entendía. Sin cámaras y sin gente a mi alrededor, volvía a ser la misma que siempre. Volviamos a cotillear de la gente del colegio, de chicos y de cualquier cosa interesante que nos enterásemos, pero no sacábamos el tema de los Juegos del Hambre. Era algo totalmente prohibido hablar sobre ello. Era su ultimo año, algo alentador, pero a Willow aquello la aterrorizaba, y a mi me hacia recordar.
Aquel primer día del mes, habíamos quedado en la plaza del Distrito. Uno de los hermanos de Willow estaba enfermo, y habíamos ido al bosque a buscar plantas medicinales. Los antibióticos eran caros, y los médicos y curanderos del Distrito estaban atestados de gente con problemas mas graves que un simple dolor de estomago. Habíamos encontrado las plantas, la había acompañado a casa, donde me confeso que se había fijado en un chico del colegio y que me contaría todo el próximo día, y yo, volví a casa.
Caminaba sin prisa. Disfrutando del día frío -aunque menos frió que los días invernales- del Distrito. Había empezado a llover, pero eran gotas finas que casi no las sentías cuando entraban en contacto con tu piel. Aunque mojaban. Y mucho. Andaba arrastrando las botas marrones por la tierra húmeda y dando patadas a las piedrecitas que encontraba. Cantaba canciones conocidas, me fijaba en los animales del bosque... Ya no me sentía preocupada, de hecho, me había olvidado de Snow y de sus amenazas.
-Cuidado...-Oí gritar a alguien. Me di la vuelta y no vi a nadie. La fina lluvia entorpecía algo la vista, y los arboles hacían que las personas se escondiesen bien. Entonces algo - o mas bien alguien- me empujo haciendo me caer al suelo. La persona que me había advertido estaba tirada a mi lado, pero no me fije en el, si no en la gran rama de árbol que se había caído a unos cuantos metros de donde yo estaba. Justo donde había estado yo segundos antes.
-Gracias...-Dije a la persona que me había salvado, atontada, aun sin mirar quien era.
-De... nada... Tu eres Johanna Mason, te he visto, todo el mundo te conoce.
Por fin mire a la persona. Era un chico de mi edad. Tenia el pelo mojado y de color castaño entorpeciendole la vista. Sus ojos eran azules, y me recordaban al cielo de un día despejado. Tenia pecas esparcidas por sus mejillas y su nariz y sonreía de una manera dulce. Le devolví la sonrisa al segundo de verle, y me puse en pie, sacudiendo mis ropas de la tierra del Distrito.
-Si, soy yo...-Conteste, poniéndome un mechón suelto detrás de la oreja. Notaba calor en las mejillas.
-Genial. Yo soy Parker. Trabajo aquí en el bosque. Todos los días de la semana menos el domingo, en la sección A-17.
-Yo también debería de haber trabajado en los bosques...-Sonreí.
-Pero ganaste los Juegos.-Apunto Parker.-La sonrisa se me esfumo.- ¿Y a donde vas? Te pareceré muy atrevido, pero eres como una estrella en el Distrito y hace bastante que no apareces por el colegio. Yo estuve en tu misma clase un par de cursos. ¿No me recuerdas?
-La verdad es que no...-Respondí, volviéndose a formar una sonrisa en mi cara.-Iba a mi casa... Debería de ayudar a mi madre.
-Yo acabo el turno en cuarenta minutos. Si me esperas, puedo acompañarte...
Dude un momento. Solo un momento. No tenia prisa, y se me daba mal hacer amigos, y Parker parecía tan amigable... ademas de que me hacia sonreír como una tonta sin motivo.
Así que me llevo por la sección A-17 del bosque, donde el recogía, talaba y miraba troncos. Parker me pregunto por mi vida, y yo por la suya. El viva con su madre y su hermana pequeña. Su padre murió cuando el tenia siete años. Trabajaba en los bosques desde hacia tiempo, aunque talar no era lo suyo, pero el bosque le encantaba. Cuando me queje por la incesante lluvia, el me dijo que le encantaba aquel clima frío del siete, y que no soportaba el calor del verano.
Cuarenta minutos después, dejo sus cosas en las cabañas de trabajadores, y le guié por el sendero que llevaba a mi casa. Todo iba bien. Había ayudado a Willow, había hecho un nuevo amigo...
-Me gustaría ser escritor.-Dijo Parker.
-¿Escritor?-Pregunte.
-Si. Tengo mucha imaginación y se me da muy bien escribir. Lo dice hasta...-Parker paro en seco y empezó a olfatear el aire. Al principio me pareció muy raro, hasta que el volvió a hablar. Me fije bien en Parker. Llevaba unos vaqueros rotos, una camisa sucia y unas botas que parecían demasiado pequeñas para su altura. Su pelo, ahora mas mojado que antes, parecía casi negro. Aunque cuando hablo, volví a la realidad.-¿No hueles como a quemado?
Olfatee el aire también, aunque al principio me sentí estúpida, luego yo también detecte el olor.
-El bosque...-Susurre.
-No... No huele a madera quemada... Es como...
De repente, paranoica, eche a correr por el camino, hacia la Aldea de los Vencedores. No tarde ni cinco minutos en llegar y que todos mis miedos se hiciesen realidad. Mi casa estaba en llamas.
-Gane los Juegos con 14 años contra todo pronostico. Era el tributo mas joven de toda la arena, pescador, sin posibilidades... Pero fui uno de los favoritos desde el principio. En la arena no me resulto difícil encontrar buenos aliados, y tampoco me costo deshacerme de ellos, ya que yo no tuve nada que ver con que ellos... dejasen de jugar... por así decirlo. No paraban de llegarme paracaídas, y cuando me llego un brillante y precioso tridente en uno de ellos, me sentí con muchas posibilidades de ganar. La primera persona a la que... bueno...mate...-Se aclaro la garganta.-...fue la mas difícil. Después, todas eran iguales. Ya había condenado mi alma por quitarle la vida a una, podía quitar unas cuantas mas. Cuando acabe con el ultimo tributo, me sentía eufórico. Supongo que sabes de lo que te hablo, ya sabes, salir de ahí con vida, pensar que volverás a tu vida normal con tus familiares, tus amigos... Todo parecía que iba a ser así. El Capitolio me quería, mis entrevistas eran estupendas, hasta incluso pensaba que a Snow le agradaba. Todo continuo siendo absolutamente perfecto hasta que cumplí los dieciocho años y el presidente Snow se presento en mi casa. Honestamente, no estaba asustado. Solía pasearme por el Capitolio y encontrarme a Snow con una gran sonrisa dedicada para mi, pero esta vez era distinto. Me lo encontré en el despacho, serio, y entonces me entraron los nervios. Me hizo una proposición para trabajar en el Capitolio... como a ti.
-¿Aceptaste?-Susurre, para acompañar su tono de voz.
-No. Al menos al principio. El me advirtió que lo lamentaría. Me amenazo, y después se fue. Una semana después, era la cosecha, así que allí estaba, dispuesto a acompañar a los tributos que les tocase ir. Y les acompañe... pero cuando volví, sin ninguno de los dos, lo único que me encontré fue devastación...-Le mire perpleja.-Yo... yo solo recuerdo...-Intentaba mantener la voz calmada, pero en realidad parecía que quería llorar.- Recuerdo que Mags me abrazo... Ya no había nadie en mi casa. Pusieron la escusa de que habían muerto en el mar, pero yo sabia que era mentira. Viví en la oscuridad durante bastante tiempo, aunque algunas personas me ayudaron a volver. Luego estaba menos preocupado. A mi no me podían hacer daño. Era uno de los vencedores favoritos, así que pensé que después de todo, ahora Snow no podía hacer nada contra mi, y que me dejaría en paz para siempre. Pero en mi décimo noveno cumpleaños regreso, para hacerme la misma preposición... Ya me había quitado a mi familia, así que no podía quitarme nada mas. Le dije que no, y esta vez no me amenazo. Pero una vez mas me equivoque, cuando Annie salio elegida en la cosecha.
-Annie fue la vencedora anterior a mi.
Finnick asintió.
-Yo acepte el trabajo de Snow en esos momentos, a cambio de algo. Annie debía de salir con vida de los Juegos. Y créeme cuando te digo que Snow cumple con su palabra. La inundación de sus Juegos, fue a propósito. Ella era la única que sabia nadar, lo sabia, y le proporcione esa información a Snow. El solo tuvo que reventar la presa para que Annie ganase... Aunque los Juegos dejan grandes marcas en el corazón y... desde que volvió, Annie ya no es la misma de siempre.
-Trucaste los Juegos...
Pensé en lo que me hubiese sucedido se hubiese salido cosechada un año antes. Un escalofrió recorrió mi espalda.
-Pero por un gran precio...
-¿Y que puedo hacer?
Finnick suspiro.
-Después de lo del veneno... Me temo que ya no puedes hacer nada.
-¿Le hará algo a mi familia?
-Quizá, después de todo se lo piense y prefiera hacerte algo a ti directamente.-Hizo una mueca.-Cuídate Johanna, por favor.
Después de que Finnick dijese esto, mire nerviosa hacia los lados y corrí para buscar a Blight. Debía de volver a casa.
La verdad, prefería que me matasen a mi antes que a mis padres y a Paul. Ellos no tenían la culpa de nada. La culpable era yo. Cuando encontré a Blight, el corazón se me inundo de esperanza, pero al hablar con el, la esperanza se esfumo. Estaba borracho, y lo único que sabia decir era:
"Mañana, mañana, mañana."
El mundo comenzó a tambalearse, a dar vueltas y giros, mezclando colores. La gente venia hacia mi y me hacia cumplidos y entonces todo se volvió negro.
Me desperté asustada en la oscuridad. Reconocí el movimiento del vagón del tren y el olor de la habitación. Regresábamos a casa. Y yo no sabia lo que sucedió. Salí al vagón bar, donde se encontraba Blight, el cual se encontraba aun con un deje de ebriedad. Me explico que me había desmayado en la fiesta, y que todo el mundo se preocupo, pero que estaba bien. Pusieron la escusa de:
"Demasiado licor para un cuerpo tan pequeño."
Y todos volvieron a mi fiesta, sin mi.
Me pase todo el viaje deseando volver a casa. Aunque la verdad, pensaba en lo peor. No paraba de dar vueltas por el tren. A veces lloraba en silencio. A veces gritaba. A veces miraba por la ventana. Y de repente el vagón se paro, y llegamos al Distrito.
Baje la primera de todas. Había bastante gente en la estación, y cara por cara, fui buscando esperanzada el rostro de mis familiares. No veía ninguno, y mi cara cambio. Solo deseaba gritar.
-Hey Jo, ¿Que tal por el Capitolio?
ESA. Esa era la voz de mi hermano. Estaba escondido detrás de dos chicas morenas. Baje del tren de un salto y corrí hacia el. Salte a sus brazos, abrazándole.
-¿Estais todos bien?-Pregunte.
-Si, claro. ¿Por que no deberíamos de estarlo?
Suspire aliviada.
-Las pesadillas...-Me escude.-No se van y tenia miedo.
Paul me tranquilizo, como siempre lo había hecho. Como siempre lo hacia. Y me condujo hacia casa. Mi tranquila casa en la Aldea de los Vencedores, mas allá del bosque del Distrito. Cuando vi a mi padre en la sala ordenando sus viejos libros le abrace, recordandole que le quería. Y cuando mi madre entro en la cocina salte a sus brazos también. Les había echado de menos. Y una cosa estaba clara. Ellos no pagarían mis deudas. Era yo la que debía de sufrir.
Febrero acabo, dejando una gran capa de nieve en el suelo. Luego le siguió Marzo... Y entonces empezó el mes de Abril, con sus incesantes lluvias. Había pasado todos estos meses en compañía de Willow, la cual, ahora parecía que me entendía. Sin cámaras y sin gente a mi alrededor, volvía a ser la misma que siempre. Volviamos a cotillear de la gente del colegio, de chicos y de cualquier cosa interesante que nos enterásemos, pero no sacábamos el tema de los Juegos del Hambre. Era algo totalmente prohibido hablar sobre ello. Era su ultimo año, algo alentador, pero a Willow aquello la aterrorizaba, y a mi me hacia recordar.
Aquel primer día del mes, habíamos quedado en la plaza del Distrito. Uno de los hermanos de Willow estaba enfermo, y habíamos ido al bosque a buscar plantas medicinales. Los antibióticos eran caros, y los médicos y curanderos del Distrito estaban atestados de gente con problemas mas graves que un simple dolor de estomago. Habíamos encontrado las plantas, la había acompañado a casa, donde me confeso que se había fijado en un chico del colegio y que me contaría todo el próximo día, y yo, volví a casa.
Caminaba sin prisa. Disfrutando del día frío -aunque menos frió que los días invernales- del Distrito. Había empezado a llover, pero eran gotas finas que casi no las sentías cuando entraban en contacto con tu piel. Aunque mojaban. Y mucho. Andaba arrastrando las botas marrones por la tierra húmeda y dando patadas a las piedrecitas que encontraba. Cantaba canciones conocidas, me fijaba en los animales del bosque... Ya no me sentía preocupada, de hecho, me había olvidado de Snow y de sus amenazas.
-Cuidado...-Oí gritar a alguien. Me di la vuelta y no vi a nadie. La fina lluvia entorpecía algo la vista, y los arboles hacían que las personas se escondiesen bien. Entonces algo - o mas bien alguien- me empujo haciendo me caer al suelo. La persona que me había advertido estaba tirada a mi lado, pero no me fije en el, si no en la gran rama de árbol que se había caído a unos cuantos metros de donde yo estaba. Justo donde había estado yo segundos antes.
-Gracias...-Dije a la persona que me había salvado, atontada, aun sin mirar quien era.
-De... nada... Tu eres Johanna Mason, te he visto, todo el mundo te conoce.
Por fin mire a la persona. Era un chico de mi edad. Tenia el pelo mojado y de color castaño entorpeciendole la vista. Sus ojos eran azules, y me recordaban al cielo de un día despejado. Tenia pecas esparcidas por sus mejillas y su nariz y sonreía de una manera dulce. Le devolví la sonrisa al segundo de verle, y me puse en pie, sacudiendo mis ropas de la tierra del Distrito.
-Si, soy yo...-Conteste, poniéndome un mechón suelto detrás de la oreja. Notaba calor en las mejillas.
-Genial. Yo soy Parker. Trabajo aquí en el bosque. Todos los días de la semana menos el domingo, en la sección A-17.
-Yo también debería de haber trabajado en los bosques...-Sonreí.
-Pero ganaste los Juegos.-Apunto Parker.-La sonrisa se me esfumo.- ¿Y a donde vas? Te pareceré muy atrevido, pero eres como una estrella en el Distrito y hace bastante que no apareces por el colegio. Yo estuve en tu misma clase un par de cursos. ¿No me recuerdas?
-La verdad es que no...-Respondí, volviéndose a formar una sonrisa en mi cara.-Iba a mi casa... Debería de ayudar a mi madre.
-Yo acabo el turno en cuarenta minutos. Si me esperas, puedo acompañarte...
Dude un momento. Solo un momento. No tenia prisa, y se me daba mal hacer amigos, y Parker parecía tan amigable... ademas de que me hacia sonreír como una tonta sin motivo.
Así que me llevo por la sección A-17 del bosque, donde el recogía, talaba y miraba troncos. Parker me pregunto por mi vida, y yo por la suya. El viva con su madre y su hermana pequeña. Su padre murió cuando el tenia siete años. Trabajaba en los bosques desde hacia tiempo, aunque talar no era lo suyo, pero el bosque le encantaba. Cuando me queje por la incesante lluvia, el me dijo que le encantaba aquel clima frío del siete, y que no soportaba el calor del verano.
Cuarenta minutos después, dejo sus cosas en las cabañas de trabajadores, y le guié por el sendero que llevaba a mi casa. Todo iba bien. Había ayudado a Willow, había hecho un nuevo amigo...
-Me gustaría ser escritor.-Dijo Parker.
-¿Escritor?-Pregunte.
-Si. Tengo mucha imaginación y se me da muy bien escribir. Lo dice hasta...-Parker paro en seco y empezó a olfatear el aire. Al principio me pareció muy raro, hasta que el volvió a hablar. Me fije bien en Parker. Llevaba unos vaqueros rotos, una camisa sucia y unas botas que parecían demasiado pequeñas para su altura. Su pelo, ahora mas mojado que antes, parecía casi negro. Aunque cuando hablo, volví a la realidad.-¿No hueles como a quemado?
Olfatee el aire también, aunque al principio me sentí estúpida, luego yo también detecte el olor.
-El bosque...-Susurre.
-No... No huele a madera quemada... Es como...
De repente, paranoica, eche a correr por el camino, hacia la Aldea de los Vencedores. No tarde ni cinco minutos en llegar y que todos mis miedos se hiciesen realidad. Mi casa estaba en llamas.
1/08/2015
Johanna:Capítulo 51
Hola tributooos! Ya se que este capitulo no es muy largo y que no tiene mucha cosa, pero es que no he tenido mucho tiempo y la verdad es que las cosas en la vida de Johanna no cambiaran hasta dentro de un par de capítulos. Y bueno... el siguiente capitulo ya sera mas interesante, ya que nos enteraremos de cosas de la vida de otro personaje. Y ya no os enredo mas. Aquí tenéis el capítulo 51. Espero que os guste. Besos! ^^
Los dos hombres que iban vestidos con abrigos de cuero negro me dejaron en las puertas de las mansión de Snow, sola, junto a los jardines. No había nadie pasando por allí, y yo me ahogaba en mi propia angustia. Todo había salido realmente mal. Mis miedo se habían cumplido una vez mas, y nadie estaba a mi lado para apoyarme, y lo peor, nadie lo estaría, porque nadie sabia la locura que acababa de cometer.
Me doble sobre mi misma, intentando respirar, pero no podía. Había olvidado como se cogía aire.
Un único pensamiento inundaba mi mente: "Debía de volver a casa."
-Blight...-Susurre, por culpa de mi garganta seca. Me la aclare, y esta vez grite el nombre de mi mentor. No podría estar lejos de la fiesta, y la musica se oía fuerte.
Corrí a través de los altos arbustos llenos de rosas blancas del jardín de Snow. Parecía un laberinto, y mi única guía era la música. Corrí sin fijarme en nada, muerta de miedo, y sin ver el mundo real hasta toparme con Finnick Odair.
-Hey Johanna, ¿Que haces aquí? Se supone que debes de estar en tu fiesta.
-Finnick, tienes que ayudarme. Tengo que volver a casa. -Dije desesperada, casi gritando y al borde de las lágrimas. Finnick tuvo que verme la crea descompuesta ya que sustituyo su sexy sonrisa por una cara de seriedad.
-¿Ha ocurrido algo?
- Tengo...-Mire a la chica que era su acompañante, obviamente, una chica del Capitolio. Pero ahora no me importaba. Tenia que encontrar a Blight.
- Tengo que encontrar a Blight. Necesito encontrarle. Es urgente. Tengo que regresar a mi casa. Debo de regresar al siete.
Finnick se disculpo con la chica del Capitolio, quien le sonrió cordialmente, y me paso un brazo por los hombros. Al principio anduvimos tranquilos, como en un paseo. Luego me agarro por el brazo, caminando rápidamente.
-Cuentame lo que ha pasado Johanna.
Le mire a sus penetrantes ojos verdes dudando de si contárselo o no. Pero no podía aguantar mas la presión, así que le conté todo. Desde la proposición de Años, hasta lo del veneno. Cuando termine, sus labios apretado se habían convertido en una fina linea. Suspiro y miro al suelo. Nunca le había visto así. Preocupado.
-Johanna, siento decirlo pero... por mucho que lo intentes Snow hará lo que le de la gana. Estés o no en el Distrito... Y cree me, sera complicado volver hoy.
-¿Y que puedo hacer?
-Esperar que al presidente le caigas bien... -Me mordi el labio con fuerza para no llorar. No podía llorar. Era Johanna Masón.-Yo también hice algunas locuras en un intento de salvarme a mi, y nada funciono...
Le mire con expectación.
-¿Como que?
- Es una historia algo larga... -Suspiro y se le enfrió la mirada.- Tu me has contado tu historia, supongo que yo debo de contarte la mía... hasta que encontremos con Blight... -Miro al cielo y dejo de apretar con tanta fuerza mi brazo.- Gane los Juegos con 14 años...
Los dos hombres que iban vestidos con abrigos de cuero negro me dejaron en las puertas de las mansión de Snow, sola, junto a los jardines. No había nadie pasando por allí, y yo me ahogaba en mi propia angustia. Todo había salido realmente mal. Mis miedo se habían cumplido una vez mas, y nadie estaba a mi lado para apoyarme, y lo peor, nadie lo estaría, porque nadie sabia la locura que acababa de cometer.
Me doble sobre mi misma, intentando respirar, pero no podía. Había olvidado como se cogía aire.
Un único pensamiento inundaba mi mente: "Debía de volver a casa."
-Blight...-Susurre, por culpa de mi garganta seca. Me la aclare, y esta vez grite el nombre de mi mentor. No podría estar lejos de la fiesta, y la musica se oía fuerte.
Corrí a través de los altos arbustos llenos de rosas blancas del jardín de Snow. Parecía un laberinto, y mi única guía era la música. Corrí sin fijarme en nada, muerta de miedo, y sin ver el mundo real hasta toparme con Finnick Odair.
-Hey Johanna, ¿Que haces aquí? Se supone que debes de estar en tu fiesta.
-Finnick, tienes que ayudarme. Tengo que volver a casa. -Dije desesperada, casi gritando y al borde de las lágrimas. Finnick tuvo que verme la crea descompuesta ya que sustituyo su sexy sonrisa por una cara de seriedad.
-¿Ha ocurrido algo?
- Tengo...-Mire a la chica que era su acompañante, obviamente, una chica del Capitolio. Pero ahora no me importaba. Tenia que encontrar a Blight.
- Tengo que encontrar a Blight. Necesito encontrarle. Es urgente. Tengo que regresar a mi casa. Debo de regresar al siete.
Finnick se disculpo con la chica del Capitolio, quien le sonrió cordialmente, y me paso un brazo por los hombros. Al principio anduvimos tranquilos, como en un paseo. Luego me agarro por el brazo, caminando rápidamente.
-Cuentame lo que ha pasado Johanna.
Le mire a sus penetrantes ojos verdes dudando de si contárselo o no. Pero no podía aguantar mas la presión, así que le conté todo. Desde la proposición de Años, hasta lo del veneno. Cuando termine, sus labios apretado se habían convertido en una fina linea. Suspiro y miro al suelo. Nunca le había visto así. Preocupado.
-Johanna, siento decirlo pero... por mucho que lo intentes Snow hará lo que le de la gana. Estés o no en el Distrito... Y cree me, sera complicado volver hoy.
-¿Y que puedo hacer?
-Esperar que al presidente le caigas bien... -Me mordi el labio con fuerza para no llorar. No podía llorar. Era Johanna Masón.-Yo también hice algunas locuras en un intento de salvarme a mi, y nada funciono...
Le mire con expectación.
-¿Como que?
- Es una historia algo larga... -Suspiro y se le enfrió la mirada.- Tu me has contado tu historia, supongo que yo debo de contarte la mía... hasta que encontremos con Blight... -Miro al cielo y dejo de apretar con tanta fuerza mi brazo.- Gane los Juegos con 14 años...
1/06/2015
Blight: Capitulo 20
Había sido Jade la que había hablado. Jade estaba aquí. Y sonaba muy, muy cerca. Demasiado cerca.
-Blade, Blade... somos del mismo Distrito, venga ya...-Suplicaba Flint.
-Creí que eso no te importaba tanto hace apenas un día... Y ahora cuando tienes la punta de una espada en tu cuello rectificas. ¿Un poco tarde, no?-Esa era Blade.
Parecía ser que los dos grupos de profesionales se habían encontrado, y que no se llevaban demasiado bien, aunque tuviesen un propósito en común: Darnos caza. Aunque de momento, todo indicaba a que no sabían donde estábamos.
-Acabamos de ver a los dos del 7.-Dijo Marina, casi desesperada.
-¿A los del 7?-Pregunto Jade.
-Miente. Miente, miente, miente...-Cantaba Blade.-Mátala ya, Jade.
-Espera Jasper, es verdad. No mentimos. Tenían el refugio en un árbol, al norte de aquí.-Dijo Flint.
Silencio. Un par de susurros difíciles de entender, y mas silencio. Se oyó un sigiloso revuelto.
-Esta bien...-Jasper hablaba ahora.-Os dejaremos ir, esta vez. Y porque sois vosotros. Pero si os vemos otra vez...
-Muertos.-Termino Jade.
-Deberían de estarlo ya.-Espeto Blade.-Ha corrido muy poca sangre aun, ¿verdad Flint?
-Loca...-Escupió Flint.
Mas silencio en tensión. Un crujido de una rama. La ropa en movimiento. Agua. Choque de metal contra metal. Un crujido, como de algo que se rompe. Agua. Un bufido. Un grito ahogado. Suplicas de una voz femenina. Un grito de dolor. Agua. Otro grito, esta vez mas alto.
-PARAD.-Suplico Marina, gritando.
Otro choque de metal contra metal. Mas agua. El metal rasgando la piel. Otro grito, esta vez de una voz diferente. Y... una carcajada, de Jasper. Por lo bajo, podía oír unos leves jadeos.
-¡No! ¡Mosses!
Cañonazo. Lloros. Y mas carcajadas.
Mire a Cloe. Estaba abrazada a mi, controlando su respiración, y apretando fuertemente mi espalda. Me desenvolví de sus cálidos brazos, e intente mirar a los dos grupos de los profesionales. Vi dos figuras y me metí de nuevo en el hueco del árbol. El corazón me iba a mil. Jade, Jasper y Blade estaban intentando darnos caza de verdad.
-¿Vienes con nosotros Flint?-Pregunto la voz de Jade.
-Si viene con nosotros le matare...-Dijo Blade. Su aversión hacia su compañero de Distrito era palpable.-Ya lo he intentado antes de los Juegos, ahora seria menos raro.
-No... -Dijo Flint.- Yo iré con Marina... Vosotros por vuestro camino, nosotros por el nuestro... -Se oyeron pasos que se acercaban a nosotros, y a Marina llorando por la perdida de su amigo.- Y de todo corazón, espero que para el amanecer esteis muertos los tres.
Me apreté mas contra Cloe. No podían vernos ahora. Seria una muerte demasiado horrible.
-Nosotros esperamos lo mismo de vosotros dos, Flint, de verdad.-Dijo Jasper, aumentando el tono de voz.
Y luego todo quedo en silencio, salvo por unos chapoteos y unas quejas. Pasaron unos tres minutos hasta que Cloe me miro a la cara y hablo.
-Tengo una idea. Quizá es un poco arriesgada, pero hay que arriesgarse para ganar.
Suspire hondo. No me atrevía a hacer mucho ruido por si aun estaban cerca. Me sentía paranoico. Tenia el sentimiento de que Jade y el resto se habían quedado ahí, hasta que hablásemos, y así poder matarnos. Espere angustiado a que una espada se clavase en mi estomago. Pero no ocurrió nada. Asentí para que continuase hablando, ya que no me veía capaz de decir nada.- Ahora han ido hacia nuestro refugio... Tienes que hacer una trampa. Eres el mejor con las trampas.
-No, no, ni hablar...
-Blight... Créeme, soy la primera que quiere que salgas de aquí. Eres mi hermano, no quiero ponerte en peligro... Pero seria tan fácil que una de tus trampas acabase con uno de esos tres... Yo te ayudare...
Suspire. Salir de aquel tronco no me parecía buena idea. De hecho, si no estuviese con Cloe me pasaría ahí el resto de los Juegos. Y hacer una trampa ahora, con esos tributos acechando... Ademas no quería que la que saliese perdiendo fuese Jade. Mi hermana pareció leerme el pensamiento.
-Si estas pensando en Jade... al final acabara muriendo. Y si no muere, tu estarás muerto, así que... no importa. Aunque te hayas enamorado de ella, cosa que no creo, porque pienso que de verdad quieres a Rosie -El nombre de Rosie me hizo atenderla mas aun.- Bueno... aunque te hayas enamorado de Jade da igual, porque lo vuestro es imposible... Así que quizá sea mejor acabar con esto ahora.
Suspire de nuevo.
-Necesito un cuchillo, ramas, cuerda... No tenemos cuerda.
-Gracias...-Me abrazo y me dio un beso en la mejilla.-Si que tenemos...-Señalo hacia su cintura, donde aun tenia la cuerda con el nudo.
Así que salimos de nuestro escondite. Cloe iba delante, y yo tras ella. Fuimos caminando hasta que vimos nuestro árbol, y después, Cloe me obligo a arrastrarme por el agua y el lodo. Me llene la ropa, las manos, y la cara de barro. Me empezaba a morir de sed, y tener toda ese agua alrededor era lo peor.
La noche empezaba a terminarse, y las primeras luces del día empezaban a esparcirse por toda la arena. Por primera vez, pude ver bien a Jade desde ayer. Sin prisas, sin correr, sin amenazas de muerte... Tenia una pinta horrible. Estaba bajo el árbol, con Blade, con el suelo de los pantalones roto, y las botas cubiertas de lodo. Tenia manchas rojizas y marrones por la ropa. Sus manos estaban rojas. Su cara tenia salpicaduras rojas. Incluso su pelo tenia algunos mechones pintados de rojo. Estaba mojada y ya no parecía tan angelical como antes. Incluso daba miedo.
-Creo que he encontrado desayuno...-Grito Jasper, bajando de nuestro árbol con nuestro pájaro en una mano. Esa iba a ser nuestra cena de ayer. De repente, mi estomago rugió. Tenia hambre, y no me había percatado hasta ahora. -Tenían también una especie de cuenco. Me pareció inútil llevarlo teniendo cantimploras y recipientes en nuestro refugio.
¿Con que tenían un refugio lleno de cosas?
-Date prisa.-Me insto mi hermana. Tenia unas ramas que parecían resistentes y largas.-Están hablando, y Jasper se acaba de sentar. Trabaja.
Uní con pequeños trozos de cuerda las ramas, y empece a diseñar la trampa.
-¿Y si no vienen por aquí?
-Vendrán. Acaban de decir que tienen un refugio.
Seguí trabajando. Paso medio minuto hasta que me di cuenta de algo.
-Cloe, no tenemos suficientes materiales como para que el cuchillo llegue a causar daños en una zona vital.
-¿Que? Espera, te traeré mas.-Escuche un ruido, y ambos alzamos la vista.
-Ya vienen.
-Oh, genial...-Dijo Cloe, irónicamente.-Bueno, da igual, déjala así. Con que les duela, me vale.
Mi hermana me agarro por el brazo, y me arrastro hacia atrás. La trampa se escondía bien en el suelo, y a menos que te fijases detenidamente, pasaría desapercibida. Era mi obra maestra. Una complicada, pero rápida de hacer.
Nos escondimos tras un tronco. Cloe me cubrió la cara con barro, y ella se hizo lo mismo. Unos helechos al lado del árbol nos ocultaban también. Me sentía nervioso.
Mire a los profesionales, que avanzaban a trote justo hacia la trampa. Pero me dio un vuelco al corazón cuando vi que Jade era la que iba en primer lugar, sin mirar al suelo. Jade paso la trampa sin problemas. Jasper no tuvo tanta suerte. El cuchillo se clavo en su muslo, y el profirió un grito de dolor mientras se agarraba la pierna con dolor. Se sentó en el suelo, sacándose el cuchillo poco a poco y tirándolo por ahí, maldiciéndolo.
-Necesito medicina Jade...-Protesto Jasper.
-La medicina esta en el refugio...-Dijo Jade, que se agacho para ver la trampa, no la herida de su amigo, que parecía tener mala pinta.-Esto es obra de Blight. No hay a nadie mejor que se le den las trampas. Te dije que seria bueno tenerlos con nosotros.
-¿Están cerca?-Pregunto Blade.
-No creo... Y si lo estaban habrán huido después del grito de Jasper.
-No es por nada, pero duele...
-De todas formas, esta trampa estaba diseñada para cazar animales, no humanos. Si no, el cuchillos hubiese estado mas arriba.-Puntualizo Jade, ignorando a Jasper.
Jasper se quejo mas, poniéndose en pie y refunfuñando por lo bajo. Blade le paso una pano por la cintura y se alejaron dando pasos cortos. Jade, en cambio, se quedo observando la trampa un rato mas. Cogió el cuchillo que había tirado Jasper, y lo dejo de nuevo en la trampa. Cuando se levanto, miro al cielo.
-Buena esa Blight...
Y salio corriendo por la dirección que habían tomado sus aliados.
-Blade, Blade... somos del mismo Distrito, venga ya...-Suplicaba Flint.
-Creí que eso no te importaba tanto hace apenas un día... Y ahora cuando tienes la punta de una espada en tu cuello rectificas. ¿Un poco tarde, no?-Esa era Blade.
Parecía ser que los dos grupos de profesionales se habían encontrado, y que no se llevaban demasiado bien, aunque tuviesen un propósito en común: Darnos caza. Aunque de momento, todo indicaba a que no sabían donde estábamos.
-Acabamos de ver a los dos del 7.-Dijo Marina, casi desesperada.
-¿A los del 7?-Pregunto Jade.
-Miente. Miente, miente, miente...-Cantaba Blade.-Mátala ya, Jade.
-Espera Jasper, es verdad. No mentimos. Tenían el refugio en un árbol, al norte de aquí.-Dijo Flint.
Silencio. Un par de susurros difíciles de entender, y mas silencio. Se oyó un sigiloso revuelto.
-Esta bien...-Jasper hablaba ahora.-Os dejaremos ir, esta vez. Y porque sois vosotros. Pero si os vemos otra vez...
-Muertos.-Termino Jade.
-Deberían de estarlo ya.-Espeto Blade.-Ha corrido muy poca sangre aun, ¿verdad Flint?
-Loca...-Escupió Flint.
Mas silencio en tensión. Un crujido de una rama. La ropa en movimiento. Agua. Choque de metal contra metal. Un crujido, como de algo que se rompe. Agua. Un bufido. Un grito ahogado. Suplicas de una voz femenina. Un grito de dolor. Agua. Otro grito, esta vez mas alto.
-PARAD.-Suplico Marina, gritando.
Otro choque de metal contra metal. Mas agua. El metal rasgando la piel. Otro grito, esta vez de una voz diferente. Y... una carcajada, de Jasper. Por lo bajo, podía oír unos leves jadeos.
-¡No! ¡Mosses!
Cañonazo. Lloros. Y mas carcajadas.
Mire a Cloe. Estaba abrazada a mi, controlando su respiración, y apretando fuertemente mi espalda. Me desenvolví de sus cálidos brazos, e intente mirar a los dos grupos de los profesionales. Vi dos figuras y me metí de nuevo en el hueco del árbol. El corazón me iba a mil. Jade, Jasper y Blade estaban intentando darnos caza de verdad.
-¿Vienes con nosotros Flint?-Pregunto la voz de Jade.
-Si viene con nosotros le matare...-Dijo Blade. Su aversión hacia su compañero de Distrito era palpable.-Ya lo he intentado antes de los Juegos, ahora seria menos raro.
-No... -Dijo Flint.- Yo iré con Marina... Vosotros por vuestro camino, nosotros por el nuestro... -Se oyeron pasos que se acercaban a nosotros, y a Marina llorando por la perdida de su amigo.- Y de todo corazón, espero que para el amanecer esteis muertos los tres.
Me apreté mas contra Cloe. No podían vernos ahora. Seria una muerte demasiado horrible.
-Nosotros esperamos lo mismo de vosotros dos, Flint, de verdad.-Dijo Jasper, aumentando el tono de voz.
Y luego todo quedo en silencio, salvo por unos chapoteos y unas quejas. Pasaron unos tres minutos hasta que Cloe me miro a la cara y hablo.
-Tengo una idea. Quizá es un poco arriesgada, pero hay que arriesgarse para ganar.
Suspire hondo. No me atrevía a hacer mucho ruido por si aun estaban cerca. Me sentía paranoico. Tenia el sentimiento de que Jade y el resto se habían quedado ahí, hasta que hablásemos, y así poder matarnos. Espere angustiado a que una espada se clavase en mi estomago. Pero no ocurrió nada. Asentí para que continuase hablando, ya que no me veía capaz de decir nada.- Ahora han ido hacia nuestro refugio... Tienes que hacer una trampa. Eres el mejor con las trampas.
-No, no, ni hablar...
-Blight... Créeme, soy la primera que quiere que salgas de aquí. Eres mi hermano, no quiero ponerte en peligro... Pero seria tan fácil que una de tus trampas acabase con uno de esos tres... Yo te ayudare...
Suspire. Salir de aquel tronco no me parecía buena idea. De hecho, si no estuviese con Cloe me pasaría ahí el resto de los Juegos. Y hacer una trampa ahora, con esos tributos acechando... Ademas no quería que la que saliese perdiendo fuese Jade. Mi hermana pareció leerme el pensamiento.
-Si estas pensando en Jade... al final acabara muriendo. Y si no muere, tu estarás muerto, así que... no importa. Aunque te hayas enamorado de ella, cosa que no creo, porque pienso que de verdad quieres a Rosie -El nombre de Rosie me hizo atenderla mas aun.- Bueno... aunque te hayas enamorado de Jade da igual, porque lo vuestro es imposible... Así que quizá sea mejor acabar con esto ahora.
Suspire de nuevo.
-Necesito un cuchillo, ramas, cuerda... No tenemos cuerda.
-Gracias...-Me abrazo y me dio un beso en la mejilla.-Si que tenemos...-Señalo hacia su cintura, donde aun tenia la cuerda con el nudo.
Así que salimos de nuestro escondite. Cloe iba delante, y yo tras ella. Fuimos caminando hasta que vimos nuestro árbol, y después, Cloe me obligo a arrastrarme por el agua y el lodo. Me llene la ropa, las manos, y la cara de barro. Me empezaba a morir de sed, y tener toda ese agua alrededor era lo peor.
La noche empezaba a terminarse, y las primeras luces del día empezaban a esparcirse por toda la arena. Por primera vez, pude ver bien a Jade desde ayer. Sin prisas, sin correr, sin amenazas de muerte... Tenia una pinta horrible. Estaba bajo el árbol, con Blade, con el suelo de los pantalones roto, y las botas cubiertas de lodo. Tenia manchas rojizas y marrones por la ropa. Sus manos estaban rojas. Su cara tenia salpicaduras rojas. Incluso su pelo tenia algunos mechones pintados de rojo. Estaba mojada y ya no parecía tan angelical como antes. Incluso daba miedo.
-Creo que he encontrado desayuno...-Grito Jasper, bajando de nuestro árbol con nuestro pájaro en una mano. Esa iba a ser nuestra cena de ayer. De repente, mi estomago rugió. Tenia hambre, y no me había percatado hasta ahora. -Tenían también una especie de cuenco. Me pareció inútil llevarlo teniendo cantimploras y recipientes en nuestro refugio.
¿Con que tenían un refugio lleno de cosas?
-Date prisa.-Me insto mi hermana. Tenia unas ramas que parecían resistentes y largas.-Están hablando, y Jasper se acaba de sentar. Trabaja.
Uní con pequeños trozos de cuerda las ramas, y empece a diseñar la trampa.
-¿Y si no vienen por aquí?
-Vendrán. Acaban de decir que tienen un refugio.
Seguí trabajando. Paso medio minuto hasta que me di cuenta de algo.
-Cloe, no tenemos suficientes materiales como para que el cuchillo llegue a causar daños en una zona vital.
-¿Que? Espera, te traeré mas.-Escuche un ruido, y ambos alzamos la vista.
-Ya vienen.
-Oh, genial...-Dijo Cloe, irónicamente.-Bueno, da igual, déjala así. Con que les duela, me vale.
Mi hermana me agarro por el brazo, y me arrastro hacia atrás. La trampa se escondía bien en el suelo, y a menos que te fijases detenidamente, pasaría desapercibida. Era mi obra maestra. Una complicada, pero rápida de hacer.
Nos escondimos tras un tronco. Cloe me cubrió la cara con barro, y ella se hizo lo mismo. Unos helechos al lado del árbol nos ocultaban también. Me sentía nervioso.
Mire a los profesionales, que avanzaban a trote justo hacia la trampa. Pero me dio un vuelco al corazón cuando vi que Jade era la que iba en primer lugar, sin mirar al suelo. Jade paso la trampa sin problemas. Jasper no tuvo tanta suerte. El cuchillo se clavo en su muslo, y el profirió un grito de dolor mientras se agarraba la pierna con dolor. Se sentó en el suelo, sacándose el cuchillo poco a poco y tirándolo por ahí, maldiciéndolo.
-Necesito medicina Jade...-Protesto Jasper.
-La medicina esta en el refugio...-Dijo Jade, que se agacho para ver la trampa, no la herida de su amigo, que parecía tener mala pinta.-Esto es obra de Blight. No hay a nadie mejor que se le den las trampas. Te dije que seria bueno tenerlos con nosotros.
-¿Están cerca?-Pregunto Blade.
-No creo... Y si lo estaban habrán huido después del grito de Jasper.
-No es por nada, pero duele...
-De todas formas, esta trampa estaba diseñada para cazar animales, no humanos. Si no, el cuchillos hubiese estado mas arriba.-Puntualizo Jade, ignorando a Jasper.
Jasper se quejo mas, poniéndose en pie y refunfuñando por lo bajo. Blade le paso una pano por la cintura y se alejaron dando pasos cortos. Jade, en cambio, se quedo observando la trampa un rato mas. Cogió el cuchillo que había tirado Jasper, y lo dejo de nuevo en la trampa. Cuando se levanto, miro al cielo.
-Buena esa Blight...
Y salio corriendo por la dirección que habían tomado sus aliados.
1/05/2015
Blight: Capitulo 19
-¿Un tornado?
Había estudiado lo que era un tornado en el colegio, pero nunca había visto uno de verdad. De hecho, era muy difícil que ocurriese un tornado en el Distrito 7.
Me lleve las manos al nudo que había hecho con la cuerda alrededor de mi cintura, intentando desatarlo. Tal vez nunca hubiese visto un tornado antes de aquello realmente, pero sabia de lo que eran capaces de hacer. Si podían destruir un Distrito entero, no podía imaginarme lo que podía hacer con el árbol. Cloe me paro. Moví las manos deseperadamente para zafarme de ella. ¿Que hacia?
-¡Espera, espera, espera! No te muevas. ¿No es precioso?-Me volvió a inmovilizar.
-¿Que haces? Vamos a morir si nos quedamos aquí.
-No, no. Te equivocas. Esto es obra de las personas que controlan la arena, y no te van a dejar morir tan fácilmente...
-Prefiero no arriesgarme Cloe...
El tornado se dirigía hacia nosotros rápidamente, amenazador. Era negro, y salpicaba agua por donde quiera que pasase. Cogí uno de los cuchillos del cinturón para cortar la cuerda, pero mi hermana me lo quito, haciéndose una herida en la palma de la mano. El cuchillo cayó al suelo. Iba a protestar, gritando su nombre y llamándola irracional, pero me tapo la boca. Señalo hacia donde terminaban los arboles, un grupo de tres personas. Intente fijarme bien en ellos para ver de quien se trataba. El chico del dos, y ambos tributos del 4. Me quito la mano de la boca, pero me quede cayado. Eran profesionales, si nos veían, nos podíamos dar por muertos. Aunque lo único que me preguntaba, era si estarían con Jasper, Jade y Blade. Dude y me puse a pensar en lo mal que se llevaban Blade, y su compañero de Distrito, Flint. Ademas que no había visto conversar ni a Jasper ni a Jade con ningún tributo del 4. Raro.
Abrace la rama del árbol con miedo. Si bajábamos de ahí, moriríamos por aquellos tributos. Si nos quedábamos ahí, moriríamos por el tornado. Alcé la vista, encontrándome con una Cloe nada nerviosa, limpiándose la sangre seca que empezaba a coagularse en su pálida piel con la hoja de un cuchillo, mirando de soslayo el tornado que avanzaba hacia nosotros.
Abracé con mas fuerza el árbol. El viento empezaba a sacudirme la ropa, y el pelo, haciendo que se metiese en mis ojos. Cloe guardo su cuchillo en el cinturón, y se tumbo boca abajo en frente de mi, abrazando la rama también. Su pelo se ondeaba en el aire mucho mas bruscamente que el mio. El viento soplaba directamente en mi oído, y dolía. Había optado por cerrar los ojos, ya que el agua comenzaba a alcanzarnos, y también otras cosas como hojas, ramitas y piedras. Sentí un escalofrió, y note la fuerza del aire demasiado cerca. Abrí los ojos solo un momento y lo único que vi en la oscuridad fue la gran masa de aire negro que ya estaba encima de nosotros.
-Oh, mierda... -Fue lo único que pude decir, aunque careciese de coherencia.
-Pasara, pasara, pasara...-Escuche a mi hermana, repetirse a si misma una y otra vez. "Si, claro..." Pensé. Aunque quizá tenia razón. Los otros tres tributos estaban cerca, y cargarse con un tornado a cinco -cuando tres de ellos eran profesionales, y los otros dos se suponía que habían tenido una alianza con otros- no seria bien visto. ¿No?
Entonces el fuerte sonido empezó a desvanecerse, y mi pelo paro de meterse en los ojos, la rama del árbol ya no parecía tambalearse, y abrí los ojos. Ya no había tornado. Cloe tenia razón. Tan solo querían asustarnos.
Me enderece en la rama del árbol y me pase una mano por el pelo. Esto empezaba fuerte, aunque claro, tras el segundo vasallaje de los 25, los espectadores estarían acostumbrados a la acción constante de los Juegos.
El sonido del himno de Panem sustituyo al del viento, y los tributos caídos aparecieron en el cielo, iluminando la arena por breves momentos.
Los dos del cinco.
Los dos del seis.
Maxwell, el chico del ocho. Sentí como me ahogaba por la culpabilidad.
Poppy, la chica del 9.
Y ambos tributos del doce.
Ocho en total.
-¡Eh!¡Allí, mirad!
No había sido la voz de Cloe, y sonaba mucho mas lejana y aguda. Mire hacia abajo, a la derecha. Marina, la chica del 4 nos estaba señalando. Busque un cuchillo en mi cinturón. Solo me quedaba uno. Rasgue la cuerda que estaba atada a mi cintura y volví a guardar el cuchillo. Cloe seguía agarrada a la rama, así que la sacudí por los hombros. Ella abrió los ojos, y miro a los míos, que eran del mismo color marrón que los suyos. Al fin y al cabo si que nos parecíamos.
-Muévete, nos han visto.-Grite.
Los profesionales no estaban cerca, pero tampoco muy lejos. Baje con cuidado del árbol, asegurándome mentalmente de que tenia el machete y el cuchillo. Cuando pose los pies en la tierra, vi el reflejo de la hoja del cuchillo que se había caído antes. Lo recogí, y Cloe salto a mi lado. Me agarro de la mano y me obligo a correr tras ella, a tropezones. Llevaba el hacha en la mano derecha, y miraba cada poco tiempo hacia atrás. Era de noche, así que no podíamos ver demasiado bien si alguien nos seguía de cerca. Agudice el oído. Solo escuchaba la respiración fuerte de nosotros dos, y nuestras pisadas.
-Derecha...-Susurro Cloe.
Gire a la derecha, donde había un árbol muy grueso, y a simple vista, bastante difícil de escalar. Había un pequeño hueco, por el que Cloe me empujo, y yo entre. Olía a humedad y a madera muerta, tras dieciséis años y medio viviendo en el 7 reconocia perfectamente ese olor.
-¿Donde se han metido?-Era la voz de Marina.
-Acaban de pasar por aquí. Les he visto. Estas gafas no engañan, creerme. -Ahora hablaba Flint. Tenia la voz ronca, y hablaba muy bajo.
-Te creemos. ¿No ves nada ahora?-Ese había sido Mosses.
-Silencio...-Dijo Marina aun mas bajo.-Ponte las gafas de visión nocturna Flint.
No oí nada durante un rato.
-Veo algo...-Contesto Flint, muy, muy bajo.
Mas silencio, y de repente un estruendo. Un grito ahogado, seguido de un grito de guerra. Un choque de metal contra metal y una suplica.
Me encogí en el pequeño espacio de madera junto a Cloe, y agradecí por tener ese espacio en el que podíamos ocultarnos. Tenia frío, y temblaba un poco. Cloe también temblaba, aunque me echaba su cálido aliento sobre el cuello.
-¿Preparados para morir?
Reconocía esa voz.
Sabia perfectamente a quien pertenecía.
Jade.
Había estudiado lo que era un tornado en el colegio, pero nunca había visto uno de verdad. De hecho, era muy difícil que ocurriese un tornado en el Distrito 7.
Me lleve las manos al nudo que había hecho con la cuerda alrededor de mi cintura, intentando desatarlo. Tal vez nunca hubiese visto un tornado antes de aquello realmente, pero sabia de lo que eran capaces de hacer. Si podían destruir un Distrito entero, no podía imaginarme lo que podía hacer con el árbol. Cloe me paro. Moví las manos deseperadamente para zafarme de ella. ¿Que hacia?
-¡Espera, espera, espera! No te muevas. ¿No es precioso?-Me volvió a inmovilizar.
-¿Que haces? Vamos a morir si nos quedamos aquí.
-No, no. Te equivocas. Esto es obra de las personas que controlan la arena, y no te van a dejar morir tan fácilmente...
-Prefiero no arriesgarme Cloe...
El tornado se dirigía hacia nosotros rápidamente, amenazador. Era negro, y salpicaba agua por donde quiera que pasase. Cogí uno de los cuchillos del cinturón para cortar la cuerda, pero mi hermana me lo quito, haciéndose una herida en la palma de la mano. El cuchillo cayó al suelo. Iba a protestar, gritando su nombre y llamándola irracional, pero me tapo la boca. Señalo hacia donde terminaban los arboles, un grupo de tres personas. Intente fijarme bien en ellos para ver de quien se trataba. El chico del dos, y ambos tributos del 4. Me quito la mano de la boca, pero me quede cayado. Eran profesionales, si nos veían, nos podíamos dar por muertos. Aunque lo único que me preguntaba, era si estarían con Jasper, Jade y Blade. Dude y me puse a pensar en lo mal que se llevaban Blade, y su compañero de Distrito, Flint. Ademas que no había visto conversar ni a Jasper ni a Jade con ningún tributo del 4. Raro.
Abrace la rama del árbol con miedo. Si bajábamos de ahí, moriríamos por aquellos tributos. Si nos quedábamos ahí, moriríamos por el tornado. Alcé la vista, encontrándome con una Cloe nada nerviosa, limpiándose la sangre seca que empezaba a coagularse en su pálida piel con la hoja de un cuchillo, mirando de soslayo el tornado que avanzaba hacia nosotros.
Abracé con mas fuerza el árbol. El viento empezaba a sacudirme la ropa, y el pelo, haciendo que se metiese en mis ojos. Cloe guardo su cuchillo en el cinturón, y se tumbo boca abajo en frente de mi, abrazando la rama también. Su pelo se ondeaba en el aire mucho mas bruscamente que el mio. El viento soplaba directamente en mi oído, y dolía. Había optado por cerrar los ojos, ya que el agua comenzaba a alcanzarnos, y también otras cosas como hojas, ramitas y piedras. Sentí un escalofrió, y note la fuerza del aire demasiado cerca. Abrí los ojos solo un momento y lo único que vi en la oscuridad fue la gran masa de aire negro que ya estaba encima de nosotros.
-Oh, mierda... -Fue lo único que pude decir, aunque careciese de coherencia.
-Pasara, pasara, pasara...-Escuche a mi hermana, repetirse a si misma una y otra vez. "Si, claro..." Pensé. Aunque quizá tenia razón. Los otros tres tributos estaban cerca, y cargarse con un tornado a cinco -cuando tres de ellos eran profesionales, y los otros dos se suponía que habían tenido una alianza con otros- no seria bien visto. ¿No?
Entonces el fuerte sonido empezó a desvanecerse, y mi pelo paro de meterse en los ojos, la rama del árbol ya no parecía tambalearse, y abrí los ojos. Ya no había tornado. Cloe tenia razón. Tan solo querían asustarnos.
Me enderece en la rama del árbol y me pase una mano por el pelo. Esto empezaba fuerte, aunque claro, tras el segundo vasallaje de los 25, los espectadores estarían acostumbrados a la acción constante de los Juegos.
El sonido del himno de Panem sustituyo al del viento, y los tributos caídos aparecieron en el cielo, iluminando la arena por breves momentos.
Los dos del cinco.
Los dos del seis.
Maxwell, el chico del ocho. Sentí como me ahogaba por la culpabilidad.
Poppy, la chica del 9.
Y ambos tributos del doce.
Ocho en total.
-¡Eh!¡Allí, mirad!
No había sido la voz de Cloe, y sonaba mucho mas lejana y aguda. Mire hacia abajo, a la derecha. Marina, la chica del 4 nos estaba señalando. Busque un cuchillo en mi cinturón. Solo me quedaba uno. Rasgue la cuerda que estaba atada a mi cintura y volví a guardar el cuchillo. Cloe seguía agarrada a la rama, así que la sacudí por los hombros. Ella abrió los ojos, y miro a los míos, que eran del mismo color marrón que los suyos. Al fin y al cabo si que nos parecíamos.
-Muévete, nos han visto.-Grite.
Los profesionales no estaban cerca, pero tampoco muy lejos. Baje con cuidado del árbol, asegurándome mentalmente de que tenia el machete y el cuchillo. Cuando pose los pies en la tierra, vi el reflejo de la hoja del cuchillo que se había caído antes. Lo recogí, y Cloe salto a mi lado. Me agarro de la mano y me obligo a correr tras ella, a tropezones. Llevaba el hacha en la mano derecha, y miraba cada poco tiempo hacia atrás. Era de noche, así que no podíamos ver demasiado bien si alguien nos seguía de cerca. Agudice el oído. Solo escuchaba la respiración fuerte de nosotros dos, y nuestras pisadas.
-Derecha...-Susurro Cloe.
Gire a la derecha, donde había un árbol muy grueso, y a simple vista, bastante difícil de escalar. Había un pequeño hueco, por el que Cloe me empujo, y yo entre. Olía a humedad y a madera muerta, tras dieciséis años y medio viviendo en el 7 reconocia perfectamente ese olor.
-¿Donde se han metido?-Era la voz de Marina.
-Acaban de pasar por aquí. Les he visto. Estas gafas no engañan, creerme. -Ahora hablaba Flint. Tenia la voz ronca, y hablaba muy bajo.
-Te creemos. ¿No ves nada ahora?-Ese había sido Mosses.
-Silencio...-Dijo Marina aun mas bajo.-Ponte las gafas de visión nocturna Flint.
No oí nada durante un rato.
-Veo algo...-Contesto Flint, muy, muy bajo.
Mas silencio, y de repente un estruendo. Un grito ahogado, seguido de un grito de guerra. Un choque de metal contra metal y una suplica.
Me encogí en el pequeño espacio de madera junto a Cloe, y agradecí por tener ese espacio en el que podíamos ocultarnos. Tenia frío, y temblaba un poco. Cloe también temblaba, aunque me echaba su cálido aliento sobre el cuello.
-¿Preparados para morir?
Reconocía esa voz.
Sabia perfectamente a quien pertenecía.
Jade.
1/03/2015
Johanna: Capitulo 50
Hola tributos. Bueno... no se si os habéis dado cuenta, pero este es el capitulo 50 de La vida de Johanna Mason, y bueno, quería dedicároslo a todos vosotros, a los que hacéis que esta historia sea posible, ya que seguís leyendo en los buenos y en los malos momentos. (Y en los que tengo imaginación y en los que no) Se que 50 capítulos en una historia, no es algo muy importante, pero es algo, y quiero daros las gracias. Espero que sigáis esta historia durante un tiempo mas, y que disfrutéis de ella, conociendo un poco mejor a Johanna. Otra vez, os doy la gracias. Y aquí os dejo el capitulo 50. Besos! :3
Me desperté en medio de la noche gritando, desorientada. "Estoy en el tren." -Me dije a mi misma. - "Estoy a salvo." Las pesadillas seguían ahí cada noche. Soñaba con Cliff, con Rubi intentando matarme...
Las puertas de mi habitación se abrieron, dejando entrar a un Blight despeinado, con ojeras, y envuelto en un baton azul oscuro. Intente controlar las subidas y bajadas de mi pecho, irregulares, y los espasmos en los hombros.
-¿Otra vez han vuelto las pesadillas?-Pregunto, con voz cansada.
-Nunca se han ido...
Blight se acerco hasta mi cama, y se sentó en una esquina, acariciándome el pelo. Paul, mi hermano, a veces también me hacia eso, y me tranquilizaba infinitamente. Pero esta vez no. Y no es porque fuese Blight. Algo iba mal. Lo podía sentir. Era como una intuición.
-Ya sabes que no se irán... o quizá si, nadie lo sabe. Yo aun no supero mis pesadillas.
-¿Sobre que son tus pesadillas Blight?-Pregunte, y el se quedo mirándome a los ojos, sin responder. Sabia que no le apetecía hablar sobre ello. Centre mi mirada en mis dedos blancos que apretaban fuertemente las sabanas. Decidí cambiar el tema. - ¿Por que te enfadaste con Haymitch Abernathy? Creí que erais amigos.
Blight suspiro, y sonrió de lado. Esta vez, si me iba a responder.
-Hay cosas que aun no puedes saber. Te lo diré. Pero no aun. En el momento adecuado, en el lugar adecuado, lo haré.
-Ya no soy una niña Blight...
-Lo se. Ningún niño podría salir de los Juegos... -Me dedico una sonrisa triste y se marcho.
Pocas veces tenia una conversación así con mi mentor. Profunda, sin acabar odiandole al rato. Blight y yo eramos muy diferentes, y chocábamos. Pero en el fondo, me caía bien. Era algo así como una especie de protector que intentaba hacerse el duro y aparentar que no le importaba nada, pero en realidad, estaba lleno de sentimientos.
No dormí ni un minuto mas en toda la noche. Me quede mirando el frasquito de veneno. Hoy era el día. Hoy llegábamos al Capitolio. Hoy seria mi fiesta en la mansión de Snow.
Había hablado con mis estilistas sobre el tema del vestido. A los del Capitolio les parecía una persona misteriosa, con una energía fuerte. Me habían confesado que algunos me tenían miedo, y otros me veían con futuro de actriz. Ahora, todos creían que mis llantos antes de los Juegos habían sido una actuación. Yo siempre había sido una amenazadora tributo a la que nadie había prestado demasiada atención hasta el momento de la verdad. Genial. Bueno, supongo que eso vendía mas que contar la verdad, como siempre. Así que, para esta ocasión, llevaría un mono negro que consistía en unos pantalones de campana y la parte de arriba, de tirantes, mas ajustada. Llevaba las uñas largas, pintadas de rojo, al igual que los labios. Las puntas de mi pelo negro, las habían pintado también de rojo.
-El rojo es el color de la energía.-Dijo entusiasmada Vibia.
Me maquillaron los ojos de color negro. Tan oscuro, que el color verde de mis ojos parecía resaltar muchísimo.
-Y el verde, es el color de la esperanza.-Prosiguió Vibia.
-Y de tu Distrito.-Añadió Minerva, que andaba cotilleando por los alrededores.
La fiesta comenzó en la mansión de Snow cuando el cielo empezaba a tornarse rojo. Minerva, mi acompañante inseparable, iba conmigo a donde quiera que fuese. Me presentaba a la gente que conocía, me traía copas de bebidas deliciosas, y platos que jamas pudiese haber imaginado. Pero de todas las cosas que había en la fiesta, yo solo estaba pendiente de una. El frasquito de veneno. Lo había metido en un bolsito del pantalón, y pasaba desapercibido. Nadie sabia nada del veneno. Nadie salvo yo. Y nunca lo sabría. Nunca volvería a hablar de ello.
La noche paso rápidamente. Baile con mucha gente. Mucha, mucha gente. Comí hasta reventar. Incluso tome una copa que me hizo vomitar, la cual no sabia que tenia esa función. Y entonces, mientras decidía si probar primero el pato con salsa o la sopa rosa, el Presidente Snow apareció en el balcón, y me dedico un discurso. A mi. Era la hora. Lo que habíamos acordado. Ahora, el único problema seria deshacerse de Minerva. Mire nerviosa hacia los lados, y me excuse. No había sido tan difícil como lo había creído. Me hice con dos copas de un liquido amarillo y burbujeante, y camine por los pasillos de la gran mansión. Me perdí al menos dos veces, lo admito. Pero al final, la gran puerta blanca con las jambas y el dintel llenos de pliegues escalonados, hacia notable que al otro lado se encontraba el Presidente. Pose las dos copas, con manos temblorosas, en una mesa y saque el frasquito de perfume. Eche una gota. Dos gotas. Y al final, el frasquito entero. Era un veneno potente, así que acabaría con el en menos de dos minutos. Suspire. Si algo salia mal, me podía dar por muerta. Mire a los lados, y cogí de nuevo las copas. Entre en la habitación del Presidente.
-Señorita Mason es un placer recibirla. Por un momento pensé que no vendría.
-Lo que digo lo cumplo... -Me senté en una butaca en frente de su escritorio sin preguntar, y deje las copas encima de la mesa. Deje la copa envenenada mas cerca de mi, sabiendo que el no se fiaría de mi. Mas le valía coger la envenenada, no tenia antídoto. Como yo había supuesto, cogió la mas lejana a el. No se fiaba de mi, pero se había equivocado. Hizo amago de llevársela a los labios, pero la separo un segundo antes de beber.
-¿Champagne?-Pregunto. Me encogí de hombros.
-Brindemos.-Respondí.
-¿Por que quiere brindar usted Señorita Mason?
-Por la felicidad de Panem y... su prosperidad.
"Y por su muerte en menos de cinco minutos."-Pensé, y esboce una siniestra sonrisa.
Bebí todo el liquido de la copa, y mire fijamente a Snow, que hacia lo mismo. No podía creer que lo hubiese conseguido, así de fácil.
-Bueno, y ahora... Johanna, deberíamos de empezar a hablar de cosas serias...-Se inclino un poco sobre el escritorio.
Sonreí, y me levante de la butaca donde había estado sentada. Con el brazo, tire las copas y las hojas que había encima del escritorio.
-No hay nada de que hablar Presidente...-Susurre, sonriendo.
El Presidente Snow también sonreía, después de que yo hubiese tirado todo lo de su mesa. Mi sonrisa desapareció. No había ningún rastro de muerte en su rostro.
-Señorita Mason... ¿Cree que no se, que le ha echado veneno a mi copa de champagne?
-¿Que...?
Fue lo único que pude decir antes de que dos hombres vestidos de negro entrasen en la estancia, me cogieran por los brazos, y me llevaran a rastras hacia la salida.
-Creí que eramos amigos Johanna... Pensé que podría confiar en usted. Que gran decepción.-Dijo Snow, antes de que cerrasen las grandes puertas blancas. Antes de que las cerrasen del todo, vi como me sonreía. Y yo interprete esa sonrisa de una única forma: "¿Pensaste que me ganarías novata? Da tu vida como destruida."
Me desperté en medio de la noche gritando, desorientada. "Estoy en el tren." -Me dije a mi misma. - "Estoy a salvo." Las pesadillas seguían ahí cada noche. Soñaba con Cliff, con Rubi intentando matarme...
Las puertas de mi habitación se abrieron, dejando entrar a un Blight despeinado, con ojeras, y envuelto en un baton azul oscuro. Intente controlar las subidas y bajadas de mi pecho, irregulares, y los espasmos en los hombros.
-¿Otra vez han vuelto las pesadillas?-Pregunto, con voz cansada.
-Nunca se han ido...
Blight se acerco hasta mi cama, y se sentó en una esquina, acariciándome el pelo. Paul, mi hermano, a veces también me hacia eso, y me tranquilizaba infinitamente. Pero esta vez no. Y no es porque fuese Blight. Algo iba mal. Lo podía sentir. Era como una intuición.
-Ya sabes que no se irán... o quizá si, nadie lo sabe. Yo aun no supero mis pesadillas.
-¿Sobre que son tus pesadillas Blight?-Pregunte, y el se quedo mirándome a los ojos, sin responder. Sabia que no le apetecía hablar sobre ello. Centre mi mirada en mis dedos blancos que apretaban fuertemente las sabanas. Decidí cambiar el tema. - ¿Por que te enfadaste con Haymitch Abernathy? Creí que erais amigos.
Blight suspiro, y sonrió de lado. Esta vez, si me iba a responder.
-Hay cosas que aun no puedes saber. Te lo diré. Pero no aun. En el momento adecuado, en el lugar adecuado, lo haré.
-Ya no soy una niña Blight...
-Lo se. Ningún niño podría salir de los Juegos... -Me dedico una sonrisa triste y se marcho.
Pocas veces tenia una conversación así con mi mentor. Profunda, sin acabar odiandole al rato. Blight y yo eramos muy diferentes, y chocábamos. Pero en el fondo, me caía bien. Era algo así como una especie de protector que intentaba hacerse el duro y aparentar que no le importaba nada, pero en realidad, estaba lleno de sentimientos.
No dormí ni un minuto mas en toda la noche. Me quede mirando el frasquito de veneno. Hoy era el día. Hoy llegábamos al Capitolio. Hoy seria mi fiesta en la mansión de Snow.
Había hablado con mis estilistas sobre el tema del vestido. A los del Capitolio les parecía una persona misteriosa, con una energía fuerte. Me habían confesado que algunos me tenían miedo, y otros me veían con futuro de actriz. Ahora, todos creían que mis llantos antes de los Juegos habían sido una actuación. Yo siempre había sido una amenazadora tributo a la que nadie había prestado demasiada atención hasta el momento de la verdad. Genial. Bueno, supongo que eso vendía mas que contar la verdad, como siempre. Así que, para esta ocasión, llevaría un mono negro que consistía en unos pantalones de campana y la parte de arriba, de tirantes, mas ajustada. Llevaba las uñas largas, pintadas de rojo, al igual que los labios. Las puntas de mi pelo negro, las habían pintado también de rojo.
-El rojo es el color de la energía.-Dijo entusiasmada Vibia.
Me maquillaron los ojos de color negro. Tan oscuro, que el color verde de mis ojos parecía resaltar muchísimo.
-Y el verde, es el color de la esperanza.-Prosiguió Vibia.
-Y de tu Distrito.-Añadió Minerva, que andaba cotilleando por los alrededores.
La fiesta comenzó en la mansión de Snow cuando el cielo empezaba a tornarse rojo. Minerva, mi acompañante inseparable, iba conmigo a donde quiera que fuese. Me presentaba a la gente que conocía, me traía copas de bebidas deliciosas, y platos que jamas pudiese haber imaginado. Pero de todas las cosas que había en la fiesta, yo solo estaba pendiente de una. El frasquito de veneno. Lo había metido en un bolsito del pantalón, y pasaba desapercibido. Nadie sabia nada del veneno. Nadie salvo yo. Y nunca lo sabría. Nunca volvería a hablar de ello.
La noche paso rápidamente. Baile con mucha gente. Mucha, mucha gente. Comí hasta reventar. Incluso tome una copa que me hizo vomitar, la cual no sabia que tenia esa función. Y entonces, mientras decidía si probar primero el pato con salsa o la sopa rosa, el Presidente Snow apareció en el balcón, y me dedico un discurso. A mi. Era la hora. Lo que habíamos acordado. Ahora, el único problema seria deshacerse de Minerva. Mire nerviosa hacia los lados, y me excuse. No había sido tan difícil como lo había creído. Me hice con dos copas de un liquido amarillo y burbujeante, y camine por los pasillos de la gran mansión. Me perdí al menos dos veces, lo admito. Pero al final, la gran puerta blanca con las jambas y el dintel llenos de pliegues escalonados, hacia notable que al otro lado se encontraba el Presidente. Pose las dos copas, con manos temblorosas, en una mesa y saque el frasquito de perfume. Eche una gota. Dos gotas. Y al final, el frasquito entero. Era un veneno potente, así que acabaría con el en menos de dos minutos. Suspire. Si algo salia mal, me podía dar por muerta. Mire a los lados, y cogí de nuevo las copas. Entre en la habitación del Presidente.
-Señorita Mason es un placer recibirla. Por un momento pensé que no vendría.
-Lo que digo lo cumplo... -Me senté en una butaca en frente de su escritorio sin preguntar, y deje las copas encima de la mesa. Deje la copa envenenada mas cerca de mi, sabiendo que el no se fiaría de mi. Mas le valía coger la envenenada, no tenia antídoto. Como yo había supuesto, cogió la mas lejana a el. No se fiaba de mi, pero se había equivocado. Hizo amago de llevársela a los labios, pero la separo un segundo antes de beber.
-¿Champagne?-Pregunto. Me encogí de hombros.
-Brindemos.-Respondí.
-¿Por que quiere brindar usted Señorita Mason?
-Por la felicidad de Panem y... su prosperidad.
"Y por su muerte en menos de cinco minutos."-Pensé, y esboce una siniestra sonrisa.
Bebí todo el liquido de la copa, y mire fijamente a Snow, que hacia lo mismo. No podía creer que lo hubiese conseguido, así de fácil.
-Bueno, y ahora... Johanna, deberíamos de empezar a hablar de cosas serias...-Se inclino un poco sobre el escritorio.
Sonreí, y me levante de la butaca donde había estado sentada. Con el brazo, tire las copas y las hojas que había encima del escritorio.
-No hay nada de que hablar Presidente...-Susurre, sonriendo.
El Presidente Snow también sonreía, después de que yo hubiese tirado todo lo de su mesa. Mi sonrisa desapareció. No había ningún rastro de muerte en su rostro.
-Señorita Mason... ¿Cree que no se, que le ha echado veneno a mi copa de champagne?
-¿Que...?
Fue lo único que pude decir antes de que dos hombres vestidos de negro entrasen en la estancia, me cogieran por los brazos, y me llevaran a rastras hacia la salida.
-Creí que eramos amigos Johanna... Pensé que podría confiar en usted. Que gran decepción.-Dijo Snow, antes de que cerrasen las grandes puertas blancas. Antes de que las cerrasen del todo, vi como me sonreía. Y yo interprete esa sonrisa de una única forma: "¿Pensaste que me ganarías novata? Da tu vida como destruida."
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