5/08/2015

Blight: Capítulo 41

Quizá solo fueron unos segundos los que la tuve en mis brazos, o puede que fuese una eternidad, pero cuando se separó de mí para recoger mi bastón (que había dejado caer) solo quería volver a abrazarla y no volver a soltarla nunca. Sus ojos brillaban de felicidad, y tenía la sonrisa más bonita que había visto nunca. Esa que hacía que me olvidase de todos los problemas que tenía en mi vida, y eso, que no eran pocos.
Ray, me puso una mano en el hombro derecho. Yo me sobresalté. Estaba tan embobado mirando a Rosie que se me había olvidado que aún estábamos en la estación, con cientos de ojos y cámaras fijados en nosotros. Ray me hizo un gesto para que avanzase por el camino que me llevaría hasta mis padres. Miré a la multitud, y les vi.
No quería verles.
No ahora.
Me paré en seco. No estaba preparado para afrontar esto. Sentía un nudo en la garganta y un ardor en el pecho. Sabía que era rabia. Una cosa de las que no me había preocupado en la arena, había sido el reencuentro con mis padres, porque creí que nunca sucedería. Luego, cuando gané, estaba demasiado ocupado como para pensar en eso. Pero ahora, que les tenía apenas a unos veinte metros, parecía que el mundo se me venía encima. ¿Cómo iba a mirar a mi madre a la cara después de saber que tenía una hermana y ella no me dijo nada? ¿Cómo mirar a mi padre, el que seguramente había castigado a mi madre? No podía.
Sentí la mano de Rosie entrelazarse con la mía, y eso me hizo sentir más seguro. La miré. Tenía las mejillas rosadas y esa imborrable sonrisa de alegría.
Caminamos en silencio hasta que finalmente, llegamos a la altura de mis progenitores. Por un segundo, todo fue muy frío. Nos miramos los unos a los otros sin decir nada. Pero entonces mi madre reaccionó y me abrazó entre lágrimas. Quise devolverla el abrazo, pero había algo en mi que me lo impedía. No podía perdonarla lo de Cloe cuando la herida estaba tan reciente. Incluso dudaba si algún día podría perdonarla al completo.
Mi madre se apartó, secándose las lágrimas, y mi padre la sustituyó. Tampoco reaccione. Solo me fije en la mejilla hinchada de mi madre. Nadie sabía verdaderamente de mis problemas, de hecho a la única que la había contado algo de la relación que tenía con mis padres era Blade. Y Blade estaba muerta.

Las cámaras nos siguieron hasta nuestra casa. Nuestra vieja casa. Supongo que ahora me tocaba vivir en la Aldea de los Vencedores, algo que la verdad, no me disgustaba. Tenía a cada lado a uno de mis padres. Mi madre tenía uno de sus brazos alrededor de mis hombros. Yo miraba al suelo mientras caminaba apoyado en el bastón. Ray y Jara iban detrás de nosotros. Había perdido a Rosie de vista, y lo odiaba, porque Rosie era la única que me hacía sentir bien.

Nos despedimos de las cámaras, yo obligándome a sonreír, y entramos en casa. Cuando cerramos la puerta, nuestra vida quedó oculta de las cámaras. Mi madre, loca de contento, intento abrazarme y darme un beso. Pero la rechacé con una mirada de odio. Ella se dio cuenta. Se había dado cuenta desde que me abrazó en la estación, porque yo siempre correspondía a los abrazos. Pero esta vez era distinto. Mi padre nos miraba despreocupado, como si no acabase de volver de los Juegos, como si no le importase. A veces no sabía muy bien si de verdad le importaba algo.
-Blight...-Se quejó mi madre con voz dulce.
-No puedo perdonártelo sin más.-La espeté.-Me has mentido. Durante toda mi vida.
Me di la vuelta y subí las escaleras. Sorprendentemente, mi madre no dijo nada más. Me encerré en mi habitación y comencé a preparar las cosas que quería llevar a mi nueva residencia. No pasaron ni cinco minutos cuando alguien llamó a la puerta de mi habitación. No contesté, y mi madre entró de todas formas.
-¿Qué haces?
-Preparar mis cosas para irme de aquí. A partir de ahora viviré solo.
-Pero... Blight puedo explicártelo y volver a...
-¿Explicarme qué?-Pregunté, gritando enfadado.-No hay nada que explicar. Me mentiste. Tú eras la única que lo sabías y me lo ocultaste durante diecisiete años. No hay nada que explicar.
-No lo entiendes...-Dijo mi madre.
Solté una camiseta que tenía en la mano y la estrellé con todas mis fuerzas contra la pared.
-¿Yo soy el que no entiende?-Me reí irónicamente.-Tú eres el adulto aquí. Tú pareces no comprender que acabo de salir de unos juegos donde he matado personas, niños inocentes, que he descubierto que he tenía una hermana, que ha muerto... Pero yo soy el que debe de perdonarte. Yo soy el que no entiende...
Me giré y guardé las cosas, listo para irme por fin. No podía aguantar ni un segundo más en estas paredes.
-La familia de tu padre siempre tuvo la imprenta... pasaba de generación en generación...-Explicó mi madre entre susurros.- Mi familia pertenecía al bosque, a la zona más pobre. Allí talaban y trabajaban con árboles. Yo estaba enamorada de un chico de allí. Estuvimos juntos durante un par de años, pero mi padre decidió, que si me casaba con tu padre podía salvar a nuestra familia y construirme un buen futuro. Yo era joven y guapa, y a tu padre no le parecía un mal partido... Pero yo no le quería. Antes de la boda, me quedé embarazada de...Cloe.-Suspiré, y miré a mi madre a los ojos. El nombre de Cloe dolía tanto... A ella parecía dolerle también.-Me escapé durante unos meses para tenerla, y se la entregué a su padre. El tuyo no podía enterarse de nada... Luego, cuando tu naciste, traté de decírtelo bastantes veces, pero al final llegué a la conclusión de que los secretos debe de mantenerlos solo una persona. Perdí a una hija, perdí al amor de mi vida... no quiero perderte a ti también Blight.
Cogí la maleta con una mano lo más fuerte que pude, mientras con la otra sujetaba el bastón.
-Ojalá algún día pueda perdonarte, de verdad. Pero ahora, me duele demasiado...
Y pase a su lado sin siquiera mirarla a los ojos.

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