A decir verdad, nunca antes había montado en un tren, y me pareció magnífico. Los suelos estaban cubiertos por una lujosa alfombra con hebras de hilo dorado, a lo que me pregunte si serían de oro. Las paredes estaban repletas de ventanas que te dejaban ver el precioso paisaje; bosques verdes, praderas salvajes, montañas de piedra... y la velocidad era tal, que si cerrabas por un segundo los ojos ya te habías perdido algo fantástico. No quería despegarme de la ventana. Los muebles eran de una madera rojiza bastante cara, y relucían. Desde luego ese podría haber sido el mejor día de mi vida si no fuese a donde debía de ir. Trataba de ignorar ese tema, y aunque al principio fue bastante dificíl, cuando Cloe me llamó para que mirase a través de la ventana los preciosos paisajes que había más allá del cristal, gran parte del peso se esfumó. Aunque no todo era tan fácil. De hecho, era raro. No me sentía preocupado, quizá ya hubiese aceptado mi pérdida, quizá me estuviese preparando, no lo sé, pero me sentía... vacío, como si algo faltase. Me preguntaba si aquel vacío sería por la preocupación y la tristeza de Rosie, o por la de mis padres, amigos... No había respuesta para aquellas preguntas, tan solo, más preguntas. Asi que tamién intentaba hacer caso omiso a las preguntas para que no apareciesen más.
La cena fue un auténtico desfase. Jamás había visto tanta comida junta en toda mi vida, y Cloe, por lo visto tampoco. Pato con una salsa líquida (y deliciosa) por encima. Varios tipos de pescado. Verduras gratinadas. Postres de todos los sabores: dulces, salados, incluso picantes...
Crassa Glist, la encargada de las papeletas en el Distrito 7 por primer año, hablaba mucho. Mucho. Al parecer nuestro Distrito era encantador, y no se lo había imaginado así nunca. Le gustaba más que el 8, ya que era menos industrial y más limpio. Dudaba de Crassa. Sus comentarios eran formidables, aunque a veces su comportamiento era tan petulante que volvía a parecerme una persona normal del Capitolio. Crassa, era difícil.
La cena fue espléndida. Los antiguos vencedores aparecieron en mitad de la cena. Sus nombres eran Ray y Jara, y con ellos se acabaron las sonrisas y nos dejaron caer al suelo, sin nada para protegernos.
-Volved a la realidad chicos. Esto no son risas y fiesta, hay que ver las Cosechas del resto de Distritos...
El resto de la cena fue silenciosa, salvo por algún que otro comentario de Cressa. Cloe no espero a que el resto terminase, se disculpó y se marcho a su habitación a descansar pese a las palabras de los antiguos vencedores, sobre todo de Jara, para ver las demás cosechas.
-Yo preferiría verlas con Cloe. Si me disculpáis...
Arrastré la silla hacia atrás para levantarme y Jara chasqueó los dedos.
-Es mejor que la veas solo y te vayas preparando. ¿Te crees que esto va a ser fácil? ¿Crees que lo es?
Me quedé con un nudo en la garganta sin saber que responder. Jara parecía entre enfadada y cansada, y le temblaba la mandíbula. No supe que responder, así que al final me fui a mi habitación también. Sinceramente, no tenía ganas de ver las Cosechas. ¿Para que? ¿Para recordar donde estaba? ¿Para ver que mis oponentes eran más temibles que yo? No...
No dormí. No porque estuviese nervioso, ni asustado, que en parte lo estaba, pero el paisaje seguía siendo precioso. Algo me distrajo, un toque en la puerta. Me levanté del suelo para abrir y Cloe pasó a mi habitación sin preguntar.
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