No me había imaginado el Distrito 12 así, tan diferente. Cuando bajé del tren y puse por fin los pies en el suelo cubierto de nieve, me di cuenta de que al igual que el 7, el 12 también era un Distrito muy frío. Sabía que en el 12 hacía frío, pero no tanto. Estaba bien abrigada, preparada para el crudo clima. Lo que más detesté del 12, fue la suciedad del carbón. En mi Distrito, cuando nevaba, la nieve se cubría de las hojas de los pinos, de corteza seca, y de resina. En el doce la nieve era negra, los edificios eran negros, y hasta la cara de las personas estaba negra.
Permanecí en el edificio de Justicia mientras los agentes de la paz preparaban el escenario. El alcalde del doce, el señor Undersee, un hombre muy amable que me había hecho un par de preguntas sobre si me encontraba bien, estaba leyendo unas tarjetas -probablemente de su discurso- con una niña al lado, aferrada a su chaqueta. Era rubia, y no muy alta. Seguramente ya estaría en edad de Cosecha. No me lamenté mucho por ella, era dificíl que los hijos de personas importantes como los Alcaldes saliesen elegidas para los Juegos. Aunque no imposible.
-¿Has preparado algún discurso?
Minerva me había dicho en el tren que intentase escribir algo para los tributos caídos del Distrito 12, pero no se me había ocurrido nada, salvo lo consolada que me sentí cuando Coal, el tributo masculino, me deseó suerte antes de mi prueba. Parecía que habían pasado milenios desde aquello.
-No se me ocurría nada.-Admití.-Supongo que improvisaré.
-¡Oh no! Yo hice algo para tii.-Me dió unos papeles. Parecía un discurso.
-Gracias...-Sonreí un poco.-Aunque añadiré algo de mi cosecha. No quiero parecer un robot.
Minerva torció el gesto y se cruzó de brazos suspirando.
-Solo hazlo bien...
-Lo hago siempre sin ayuda... ¿Por que no debería de haerlo ahora?
Las puertas se abrieron media hora después, y el Alcalde Undersee salió, dejando a su hija atrás. Se volvieron a cerrar las puertas. No estaba nerviosa, a decir verdad. Estaba acostumbrada a las cámaras, y toda esa gente mirádome... bueno, ya me habían visto en los Juegos.
El abrigo hacia que me muriese de calor dentro de las paredes del Edificio de Justicia. Minerva no me había permitido llevar gorro por si estropeaba mi`peinado. Hubiese discutido con ella, aunque solo fuese porque hacía mucho que no lo hacíamos, pero no tenía ganas. Blight me había obligado dejar mi bolso en una de las habitaciones, aunque antes había cogido el frasquito de veneno y lo había metido en uno de los bolsos del abrigo. Demasiado peligroso que alguien lo viese, aunque había cambiado el frasquito y ahora solo parecía perfume. Un perfume muy raro y negro.
Minerva me acompño a las puertas y me las abrió cuando el Alcalde terminó su discurso. Se cerraron detr´s de mí, y me vi sola frente a todo el desconocido Distrito 12. Mientrs me acercaba al escenario, vi las caras de algunas personas que me miraban serias: Un hombre pelirrojo al lado de otro hombre pero más viejo, una anciana muy, muy delgada, un chico alto, más o menos de mi edad, al lado de una chica con una trenza morena, agarrada de la mano de una niñita rubia, una madre cargando con su hijo en brazos, mineros llenos de carbón... Cuando me encontré delante del mirófono, vi las familias de Coal y Wendy, los caídos. A la derecha, se encontraba la familia de Wendy: Una pareja de mediana edad agarrandose las manos, y entre ellos otros dos niños, totalmente iguales. A la izquierda, la de Coal: Una mujer con un niño de unos seis años abrazado a ella, y una chica un par de años mayor que yo, con un bebé en sus brazos. Ambas mujeres lloraban.
Me aclaré la garganta y miré el papel de Minerva. Su letra torcida y elegante era algo incomprensible, así que, más o menos, acabe inventndome el discurso. No sabía muy bien que decir. Alternaba frases que sonaban demasiado al Capitolio, la dureza de los Juegos, de la vida, las pérdidas irrecuperables... Al final intenté dar protagonsimo a Coal, admirando su cordialidad, y lo buen tributo que había sido. nadie aplaudió, y no me sorprendió, nadie lo hacía nunca.
Cuando termino el discurso, volví a entrar al edificio de justicia. Escuche
gritos y alguna que otra palabra mal sonante. Minerva no estaba. Solo estaba Blight,
discutiendo con Haymitch , el único vencedor del 12.
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